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Paz y Ciencia

lunes, 16 de abril de 2012

Estilos de Comunicación y Emociones




¿Qué tal si cuando no quieres, dices que no; cuando te hace daño, lo dejas; cuando necesitas pedir, lo pides; cuando quieres dar, se lo das; y cuando quieres llorar o gritar, lo dejas salir?
¿Qué tal si cuando quieres comunicarte, te abres?
¡Y cuando estás contento, te ríes!
¿Qué tal si te quedas aquí y ahora, lo único real, en donde hay tanto que no requiere ni del pasado ni del futuro?
¿Qué tal si te das a tu esencia y te dejas Ser verdadero?
Claudio Casas, "La paleta del pintor". Extraído de Álex Rovira: "La brújula interior". Urano, Barcelona, 2003.

El estrés que sufrimos es mayoritariamente de tipo psicosocial y, por lo tanto, está íntimamente ligado a nuestras relaciones personales. Por ello la comunicación es la otra "víctima" colateral del estrés. Además del tipo de conversaciones que buscamos en momentos de tensión emocional, tenemos el estilo con el que comunicamos nuestra tensión.
Las comunicaciones difíciles tienen dos implicaciones importantes: una es la capacidad de movilizar emociones negativas,, como el miedo o la rabia, generando estrés; la otra característica de una comunicación difícil es que las personas no consiguen su objetivo, creando un problema añadido en torno a su relación o sus posibilidades de entenderse en el futuro.
Cuando el estrés está coordinado por ls emoción miedo, el estilo de comunicación preponderante recive el nombre de pasiva, algunas personsa dicen sentirse sometidas. Estas personas dirán que sí a todo, simplemente por satisfacer y evitar el conflicto, no presentarán objeciones, ni afrontarán los asuntos en profundidad. El miedo les hace renunciar a sus derechos. Por ello suelen hablar en voz baja, evitando el contacto visual con su interlocutor. Digamos que intentan pasar desapercibidas, evitar la confrontación. Esta actitud sumisa no siempre satisface al interlocutor y, en ocasiones, puede enfurecer o estimular la agresividad de otras personas, contrariamente a lo que se desea. Tampoco resulta agradable para quien la experimenta, que siente que los demás abusan de él y no tiene libertad de expresarse.
Si, por el contrario, la emoción que capitanea esa comunicación es la rabia, la situación es bien distinta. Uno se siente atraído hacia la confrontación; se trata de vencer al oponente, de plantarle cara, de demostrar quién es el más fuerte, quién tiene razón. Es el estilo para discutir acaloradamente, imponer los puntos de vista propios sin que importen los sentimientos de la otra persona. Se llama comunicación agresiva y suele estimular miedo o rabia, según sean las circunstancias de la otra persona. Si produce miedo, esa victoria aparente crea mucho resentimiento en el vencido. Si la agresividad despierta agresividad en el otro, se encamina hacia un conflicto verbal, un choque dialéctico. Aunque la sensación que se experimenta es de energía y no es tan desagradable como el miedo, a medio plazo tampoco resulta agradable para ninguno de los contendientes.
Estos son prototipos, claro. Digamos que son estilos extremos que nos sirven para identificar patrones. También pueden combinarse en lo que llamamos estilo pasivo-agresivo, que es aquel que aparenta sumisión, pero en el fondo está buscando la oportunidad para atacar por la espalda. Es un estilo donde hay miedo de dar la cara, y el interpelado dice que sí, aunque luego intente sabotear los planes o criticar por la espalda. Aquí también se busca machacar al contrario, pero sin que se note, por supuesto. Tampoco resulta muy estimulante para el que lo expresa, aunque algunos se pueden hacer expertos.
Existe una vía alternativa, la comunicación asertiva, que, por supuesto, tiene que ver, como las anteriores, por las habilidades sociales de la persona.
La asertividad es un camino medio que trasciende el miedo y la rabia, es una actitud de respeto que requiere conciencia de la situación y regulación emocional. Por ello, cuando se sabe utilizar, resulta muy eficaz para reducir los conflictos.
La asertividad, como saben, es exponer el punto de vista, los pensamientos, sentimientos, actitudes, deseos con serenidad, sin llegar a los polos anteriormetne descritos. Por supuesto, estos estilos de comunicación están íntimamente relacionados con la situación emocional de la persona, con la afectividad. Punto que hay que trabajar(se). Un saludo, Rodrigo Córdoba Sanz.

Inspirado en el texto: "Con rumbo propio", de Andrés Martín Asuero.

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