PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

viernes, 20 de abril de 2012

De la teoría de auténtica felicidad a la teoría del bienestar

Martin Seligman (Nueva York) Martin Seligman es el impulsor de la llamada Psicología Positiva, la rama más pujante de la psicología actual, que se centra en el estudio de las bases del bienestar psicológico y de la felicidad. Asimismo, es director del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania y fue presidente de la American Psychological Association. Entre sus libros destacan: The Optimistic Child, Learned Optimism o Authentic Happiness.
"El optimismo se aprende". Martin Seligman.
De la Teoría de la Auténtica Felicidad la Teoría del Bienestar Pensaba que el núcleo de la psicología positiva era la felicidad, que el patrón de oro para medirla era la satisfacción con la vida, y que el objetivo de la psicología positiva era aumentar dicha satisfacción. Ahora considero que el núcleo de la psicología positiva es el bienestar, que el patrón de oro para medir el bienestar es el crecimiento personal y que el objetivo de la psicología positiva es aumentar dicho crecimiento. Esta teoría, a la que denomino teoría del bienestar, difiere sobremanera de la teoría de la auténtica felicidad, y esta diferencia exige una explicación. La teoría de la auténtica felicidad adolece de tres deficiencias. La primera es que la connotación popular imperante del término "felicidad" está inextricablemente ligada a estar contento. La emoción positiva es el significado mínimo de la felicidad. Los críticos afirman con vehemencia que la teoría de auténtica felicidad redefine la felicidad de forma arbitraria y preferencial sacando a colación la desiderata de entrega y sentido para complementar la emoción positiva. Ni la entrega ni el sentido guardan relación con cómo nos sentimos y, si bien es posible que deseemos entrega y sentido en nuestras vidas, ni son ni nunca pueden formar parte de lo que denota la "felicidad". La segunda deficiencia de la teoría de la auténtica felicidad es que la satisfacción con la vida ocupa un lugar demasiado privilegiado en la medición de la felicidad. En la teoría de la auténtica felicidad, la felicidad está condicionada por el patrón de oro de la satisfacción con la vida, una medición propia que ha sido objeto de numerosas investigaciones en las que se pregunta en una escala del 1 al 10 sobre lo satisfecho que uno está con su vida, desde lo peor (una puntuación de 1) al ideal (10). El objetivo de la psicología positiva deriva del patrón de oro consistente en aumentar la satisfacción con la vida en el planeta. Sin embargo, resulta que el grado de satisfacción que las personas dicen tener con la vida está determinado por cómo nos sentimos en el momento preciso en que se nos formula la pregunta. Haciendo una media con muchas personas, el estado de ánimo de cada uno determina en más del 70 por ciento lo mucho que uno dice estar satisfecho con la vida, y el modo en que uno juzga cómo le va la vida en ese momento determina menos del 30 por ciento. Así pues, el viejo patrón de oro de la psicología positiva está ligado de forma desproporcionada al estado de ánimo, la modalidad de felicidad que los antiguos consideraban, no sin cierta presunción pero correctamente, vulgar. El motivo que tengo para denegar al estado de ánimo un lugar privilegiado no es la presentuosidad sino la liberación. La visión de la felicidad basada en el estado de ánimo relega al 50 por ciento de la población mundial que tiene "afectividad con baja positividad" al infierno de la infelicidad. Aunque le falte alegría, esa mitad con baja positividad puede tener más entrega y sentido en su vida que las personas alegres. Los introvertidos son mucho menos alegres que los extrovertidos, pero si las políticas públicas se basan en maximizar la felicidad en el sentido del estado de ánimo, los extrovertidos obtienen muchos más votos que los introvertidos. La decisión de construir un circo en vez de una biblioteca basándose en la felicidad que puede proporcionar tiene más en cuenta a quienes son capaces de disfrutar de un estado de ánimo alegre que a quienes no lo son tanto. Una teoría que cuenta el aumento de la entrega y el sentido junto con el aumento de emoción positiva resulta liberadora desde un punto de vista moral así como más democrática para las políticas públicas. Además, resulta que la satisfacción con la vida no tiene en cuenta cuánto sentido tiene nuestra vida o cuán entregados estamos en nuestro trabajo o entregados a nuestros seres queridos. Esencialmente, la satisfacción con la vida mide el estado de ánimo alegre, por lo que no merece ocupar un lugar central en ninguna teoría que tenga por objeto ser algo más que una "felicidalogía". La tercera deficiencia de la teoría de la auténtica felicidad es que la emoción positiva, la entrega y el sentido no agotan los elementos que las personas eligen por su valor intrínseco. "Por su valor intrínseco" es la expresión clave: para ser el elemento básico de una teoría, lo que se elige no debe estar al servicio de nada más. Aquél era el reto de Senia; ella aseguraba que muchas personas viven en pos de los logros por el mero hecho de conseguirlos. Una teoría más completa especificará con detalle los elementos de las decisiones de las personas. Y, por tanto, aquí está la nueva teoría y cómo soluciona estos tres problemas.

No hay comentarios: