Un paciente que comparaba el estado maníaco con el estar enamorado, menciona: Si estuvieras enamorado y alguien te viniera con una pastilla para quitarse esa sensación ¿a donde lo enviarías? De la página: http://matrimoniobipolar.wordpress.com/2010/12/27/frases-verdaderas-acerca-del-trastorno-bipolar/
domingo, 22 de abril de 2012
Trastorno Bipolar
El actor fue diagnosticado con este trastorno hace 13 años. En varias oportunidades, tuvo que ser hospitalizado para superar las crisis. Por eso, se ha propuesto compartir su experiencia con el público para difundir información y apoyar a quienes sufren como él de esta condición.
Durante mucho tiempo, Ari Telch sintió que no podía realizar sus actividades normales sin ponerse muy nervioso o irritable. Hasta que se animó a hacer una consulta a una especialista y le explicó que tenía un trastorno bipolar.
Pensamientos suicidas.
Las cavilaciones suelen adoptar la forma de pensamientos suicidas, es decir, pensamientos sobre diversas maneras de quitarse la vida. Estas cavilaciones son más comunes durante los episodios depresivos o mixtos, pero también pueden aparecer durante las fases maníacas. Dependiendo de lo desesperada que se sienta la persona, podrá poner en práctica estos pensamientos o impulsos, casi siempre con consecuencias funestas.
Cuando el individuo afectado expresa estos pensamientos suicidas, sus familiares, pareja y amigos se preocupan y asustan mucho y hacen lo que pueden para ayudarle a superarlos, aunque puede que no sepan qué decir o qué hacer. También es probable que el psicoterapeuta o el médico tenga que indagar al respecto. Si una persona nunca ha tenido pensamientos suicidas y ahora los tiene, puede que tenga miedo de revelarlos, quizá por temor a que el médico ordene su inmediata hospitalización. Sin duda, esta es una de las opciones de tratamiento, pero en modo alguno es la única. Hay otras opciones como la psicoterapia, modificar el régimen de medicación y/o diversas formas de apoyo por parte de la familia o de la comunidad.
Si la persona se decide a dar el paso de hablar de estos sentimientos con el médico o el psicoterapeuta, verá que algunos de estos pensamientos se disipan después de haberlos dado a conocer. También podrá ver que, en estas circunstancias, los profesionales de la salud mental pueden ser más útiles de lo que había pensado.
Trastornos del sueño.
Prácticamente todas las personas afectadas de trastorno bipolar experimentan trastornos o alteraciones del sueño durante las oscilaciones o ciclos de su estado de ánimo. En las fases maníacas suele disminuir la necesidad de dormir. Dormir se considera una pérdida de tiempo, ¡sobre todo cuando se pueden hacer muchas cosas a las tantas de la noche! En cambio, durante la depresión puede que el sueño sea lo único que acoge con agrado. Cuando una persona está deprimida, puede dormir muchas más horas de lo normal y acabar siendo totalmente improductiva e incapaz de hacer nada fuera de casa (hipersomnia). Por otro lado, la persona puede padecer insomnio y ser incapaz de conciliar el sueño dando vueltas en la cama toda la noche y pensando una y otra vez los mismos problemas, frustrada porque el sueño para estar constantemente más allá de su alcance.
Los problemas de sueño, ¿son un síntoma del trastorno bipolar o son lo que realmente perturba el estado de ánimo? Por lo visto, son las dos cosas a la vez, es decir, síntomas y causas. La mayoría de las personas padezcan o no trastorno bipolar, experimentan cambios en su estado de ánimo cuando les cuesta dormir, pero las personas con trastorno bipolar son especialmente vulnerables a los del ritmo circadiano.
Es probable que el médico pregunte a la persona afectada si tiene problemas de sueño, sobre todo si le cuesta conciliar el sueño o si se despierta por la noche o demasiado pronto. También puede pedir a la persona afectada que haga un seguimiento de su sueño si tiene problemas para recordar la naturaleza concreta de esta alteración. Los cónyuges de las personas afectadas también pueden sufrir las consecuencias de estos problemas de sueño: ¡cuando una persona no puede dormir, lo más frecuente es que tampoco deje dormir a quien está a su lado! Incluso la irritabilidad, tanto de la persona afectada como la de sus familiares, se puede deber a la falta de sueño o a unos patrones de sueño irregulares.
Conductas impulsivas, autodestructivas o adictivas.
¿Qué hace normalmente una persona cuando empieza a entrar en una fase maníaca? Si se siente cargada de energía, puede experimentar la necesidad de darle salida. La vida ordinaria se mueve con demasiada lentitud. Quizá sea por ello que, cuando alguien entra en una fase maníaca, suele perder sus inhibiciones y comportarse de una manera impulsiva. Muchas de estas conductas impulsivas pueden poner en riesgo la vida o la salud de la persona afectada: conducir con imprudencia, realizar acciones temerarias o mantener relaciones sexuales sin protección con muchas personas diferentes.
Algunas personas toman decisiones insensatas, como derrochar dinero sin ningún criterio. Kevin tenía 34 años de edad y vivía con su padre. Estando en fase maníaca convenció a su padre de que liquidara parte de su fondo de pensiones y Kevin se lo gastó comprando cosas impulsivamente. La mayor parte del dinero desapareció. Como es lógico, sus familiares se pusieron muy furiosos y sus hermanos mayores incluso dejaron de hablarle. Antes de este incidente, Kevin había estado haciendo planes para establecerse por su cuenta. Pero ahora su padre insistía en que le devolviera el dinero antes de ayudarle económicamente a independizarse.
La conducta autodestructiva puede adoptar muchas formas. Muchas personas se vuelcan al alcohol u otras sustancias durante los episodios maníacos. Los problemas relacionados con el abuso de sustancias y las adicciones no son síntomas exclusivos del trastorno bipolar, pero pueden empeorar el estado de ánimo. El alcohol se suele usar para "bajar" de los estados elevados y acabar con la ansiedad, la confusión y los problemas de sueño que suelen acompañarlos. Otras personas recurren a la cocaína, las anfetaminas o la marihuana para elevar e intensificar la experiencia eufórica de los estados maníacos. Durante una depresión, el recurso al alcohol o a otras sustancias obedece a la voluntad de mitigar el dolor, la llamada "conducta automedicación". Más que ningún otro factor asociado, el abuso de alcohol o de otras sustancias empeora mucho la evolución del trastorno bipolar. Mark describe como sigue el papel que desempeñaba el alcohol en sus episodios depresivos:
Cuando me siento deprimido, beber me da seguridad y consuelo. Estoy con el ánimo por los suelos y la botella siempre sigue ahí, en la alacena, como una vieja amiga. No pienso en el daño que me puede hacer, lo único que quiero es dormir. A veces, el simple hecho de saber que tengo una botella a mano me basta para sentirme mejor. Pero en general no puedo contenerme y empiezo a beber.
Otra persona con trastorno bipolar, Thad, no tenía tan claro por qué bebía cuando se encontraba en una fase maníaca. Cuando estuvo en el hospital resumía así la situación: "No sé bien qué hay entre la bebida y yo (sonriendo). Ya sé que no hace gracia, pero siempre que me siento así parece que tenga que empinar el codo".
Los familiares pueden estar más preocupados por el abuso de alcohol y otras sustancias que por los cambios de humor. Incluso puede que definan los problemas de la persona afectada en función de este abuso y que rechacen el diagnóstico de trastorno bipolar pensando que es una manera de justificarlo. Aunque puede que estén equivocados, el médico o el psicoterapeuta deberá realizar una evaluación diagnóstica completa para comprobarlo. Es probable que un médico se muestre reacio a diagnosticar un trastorno bipolar si no tiene pruebas concretas de que las oscilaciones del estado de ánimo de una persona se producen cuando no consume alcohol ni otras sustancias. Por ejemplo, Jeff había tenido varios episodios maníacos antes de desarrollar problemas con el alcohol y el diagnóstico de trastorno bipolar parecía totalmente justificado. En cambio, los problemas de Kate con el alcohol se desarrollaron mucho antes de que mostrara cualquier signo de oscilación del estado de ánimo, y aunque sus cambios de humor presentaban síntomas típicos del trastorno bipolar, como irritabilidad, trastornos del sueño, aletargamiento, pensamientos suicidas e impulsividad, al final se atribuyeron a los efectos de intoxicación por alcohol.
Por David j. Miklowitz: "El Trastorno Bipolar: Una Guía Práctica para familias y pacientes". Paidós, 2004, Barcelona.
Experiencias Profundas (por Rodrigo Córdoba Sanz).
Demasiado frecuentemente, los médicos rotulan a la persona y proponen un tratamiento medicamentoso apropiado. Esto, a veces, genera rechazo en la persona, es muy duro que le digan a una persona que tiene un trastorno grave y crónico. Los psiquiatras se interesan por los síntomas del trastorno: la oscilación en el estado de ánimo, los pensamientos suicidas, los trastornos del sueño, la impulsividad, las conductas autodestructivas, las adicciones, etc. Sin embargo, hay demasiados pocos psiquiatras que se interesen por las experiencias profundas de la persona, por su biografía (no por su patobiografía), por sus sentimientos, su forma de experimentar la enfermedad, los pensamientos relacionados con la enfermedad, con el mundo, con su familia, con su pareja. Pocos psiquiatras tratan a nivel psicoterápico cuestiones como fantasías, deseos, anhelos, sueños, proyectos, metas, motivaciones, intereses, aficiones, hobbies, logros, etc.
Se dice que la "psicoeducación es el litio terapéutico", personalmente he sido formado en esta modalidad de tratamiento del trastorno bipolar y me parece demasiado superficial pero eficaz para muchos pacientes. Sin embargo, existen otros que quieren dar sentido a las experiencias que viven en sus fases maníacas (o hipomaníacas), los sentimientos y pensamientos en la depresión desde un punto de vista vitalista y optimista. Se dice que el tratamiento psicoterápico más eficaz es la psicoeducación. La psicoeducación es un tipo de psicoterapia que la hace tan especial, que algunos autores la sitúan a parte. Consiste en la adquisición de conocimientos sobre la enfermedad y en un entrenamiento personal para el mejor control de la misma. Es importante recordar que va más allá de lo que es puramente información sobre la enfermedad. Implica además integrar esa información en cada caso particular y diseñar y entrenar estrategias específicas para cada persona y situación: rutinas, horarios, actividades, detección de pródromos, contról de estrés, etc.
La psicoterapia cognitivo-conductual y la interpersonal parecen ser las más indicadas según la medicina basada en la evidencia. También hay que apostillar que según que manuales realizados por laboratorios famacéuticos llegan a decir que no es imprescindible la psicoterapia con una buena medicación, y yo me pregunto: ¿dónde está el sujeto? ¿Acaso la persona con trastorno bipolar es solo un corolario de síntomas y neurotransmisores?
Por otro lado, se sigue realizando la Terapia Electroconvulsiva, pero no como en las películas, donde parece que la persona sufre de forma aterradora. Actualmente se aplica bajo una anestesia general breve y con relajantes musculares para evitar las convulsiones. Los efectos adversos son pérdida de memoria biográfica de los meses previos al tratamiento. A veces, es más serio que lo dicho anteriormente. También hay que decir que si se utiliza este recurso "tecnócrata" demasiadas veces puede dejar a la persona en una situación muy poco recomendable. Otro tratamiento "tecnócrata" es la Estimulación Magnética Transcraneal, esto es, la aplicación sobre el cráneo y sin contacto directo con él, de una serie de pulsos magnéticos que provocan la estimulación de la actividad de áreas del cerebro subyacentes. La modificación de la actividad de dichas áreas provocaría la desaparición de los síntomas y la remisión de la enfermedad. Hasta la actualidad se ha estudiado en la depresión unipolar, y en menor medida en el Trastorno Bipolar. Está todavía en investigación y aunque las máquinas no me gustan me parece menos peligroso y triste que la terapia electroconvulsiva.
Lo fundamental en este trastorno es que se diagnostique a tiempo, existen estudios que demuestran que la media de años en diagnosticarlo es de ocho. Es una auténtica barbardidad. Así pues, las personas con trastorno bipolar, cuando llegan a manos de un médico o psicoterapeuta que detecta su enfermedad ya ha recorrido un sendero muy turtuoso.
También es primordial que el paciente tenga una buena medicación, un seguimiento con su psiquiatra y que desarrolle la confianza suficiente para poder colaborar con este y ajustar la medicación según el momento y las necesidades.
Por otro lado, es impresicindible la psicoterapia, por el propio epígrafe que preside estas líneas. El paciente con trastorno bipolar, en muchos casos, puede llevar una vida satisfactoria y hay que destacar que muchas de estas personas, además son capaces de ser muy creativas y productivas. Para ello, necesitan un vínculo emocional reparador con un buen psicoterapeuta y movilizar sus recursos y potenciales de salud. Cuestión que muchas veces los médicos obvian por falta de tiempo u orientación.
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