jueves, 19 de abril de 2012
Fantasma
En psicoanálisis se distinguen tres tipos de fantasmas: conscientes, inconscientes y originarios. En todos los casos de trata de representaciones imaginarias, en las que el sujeto está presente y que, en cierto modo, se oponen a la realidad. En este sentido, el fantasma se relaciona con el mecanismo del sueño, aunque parece aún más profundo y arcaico.
Freud es el primero en reconocer estas formaciones psíquicas inconscientes. Las comprende de inmediato como oposiciones al principio de realidad. Quien no puede encontrar en el mundo real la satisfacción de sus pulsiones, se ve forzado a recurrir a formaciones sustitutivas que tienen sus raíces en la vida imaginaria. También en su ensayo "Los dos principios del suceder psíquico" (1911), Freun identifica los fantasmas con las satisfacciones simbólicas. La exploración del inconsciente debe conducir con rapidez al reconocimiento de la especificidad del fantasma. Este no es asimilable a un recuerdo deformado ni a una simple negación de la realidad; se trata de una entidad a cuyo alrededor se articula el inconsciente, y que hace surgir el análisis.
De tal modo, habría que reconocer que el inconsciente posee cierto número de "esquemas estructurantes" que transmiten relieves de la historia, trascendiendo toda vivencia personal de una manera casi hereditaria. De este modo, podríamos tener en cuenta la sorprendente similitud de los fantasmas descubiertos por el análisis. Estas imágenes arquetípicas, transmitidas por el inconsciente colectivo, se articulan de inmediato en términos de deseos en la problemática individual del sujeto. Esta concepción encaja en el reconocimiento de la existencia de fantasmas originarios.
Fue el análisis de una neurosis obsesiva -"El hombre de los lobos"- el que enfrentó a Freud a la existencia de estos fantasmas. El más importante será el de la "escena primitiva" (Urszene). Se trata de una escena de relaciones sexuales entre sus progenitores, de la que el niño había sido testigo durante sus primeros años de vida y que parecería haber conservado una fuerza traumática decisiva en la aparición de una neurosis posterior. Después de numerosas investigaciones, Freud llegaría a reconocer que esta escena siempre se reconstruía fantasmáticamente y no había sido realmente vivida.
Es también en las obsesiones donde se encuentra el célebre fantasma masoquista y sádico de fustigación designado por la expresión: "Pegan a un niño" (título de un ensayo publicado en 1919). El sujeto jamás puede discernir quién es el niño al que pegan ni quién es el torturador. Es probable que este fantasma desempeñe un papel decisivo en la génesis de la homosexualidad, sin que sea posible precisar la articulación exacta. Estas hipótesis etiológicas han hecho mucho daño al colectivo de gays y lesbianas y hay que ponerlo en entredicho.
Con posterioridad a Freud, el psicoanálisi se ha esforzado por avanzar en mayor profundidad aún en el estudio del fantasma. Los trabajos de Melanie Klein y de Jacques Lacan constituyen un enfoque nuevo del fantasma. Este último sería determinante en la aparición de las psicosis, una de las enfermedades mentales más graves.
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