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Paz y Ciencia

martes, 24 de abril de 2012

El hombre dentro de las relaciones positivas

Martin Seligman sonriendo, como casi siempre, del que dicen "el hombre más feliz de la Tierra". Quizá se pasen pero la verdad es que sus fundamentos son atractivos.
"El amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las suyas propias". Harry Stack Sullivan.
Harry Stack Sullivan ( 1892-1949) fue un psiquiatra estadounidense de formación psicoanalítica que trato de introducir un carácter mas dinámico en la práctica de la psicoterapia y que concedió gran importancia a la influencia de los factores sociales sobre la salud mental. Su trabajo conjunto con Edward Sapir (antropòlogo interesado en el estudio de la lingüística en otras culturas), hizo que Sullivan pusiera interés en la importancia de la comunicación en la Psiquiatría. Esto le llevó al estudio, no solo de la comunicación entre las personas, sino además a los problemas de los comportamientos perturbados en el escenario social. Este interés en lo social es parecido al que también muestran otros psicoanalistas coetáneos suyos entre los que cabe citar: Frieda Fromm Reichmann, Karen Horney, Erik Erikson, Erich Fromm, etc. Este psicoanalista funda lo que se denominó “Psicoanálisis Interpersonal“, y además se interesó por la Esquizofrenia sobre la cual investigó, algo totalmente novedoso respecto a Freud y otros psicoanalistas. En Psiquiatría es famosa su “Entrevista psiquiátrica” respecto a la cual él solía decir : “durante la entrevista el psiquiatra debe ser no solo un observador. El psiquiatra más bien debe ser un observador participante“. Para Sullivan los trastornos mentales son el resultado de una comunicación inadecuada y pensaba que la ansiedad obstaculiza los procesos comunicativos, es decir, la ansiedad sería una fuerza destructora de las relaciones interpersonales. A la necesidad de alivio de la ansiedad la llamaba necesidad de “seguridad interpersonal“.· En su teoría psiquiátrica afirma lo siguiente: a) En la experiencia de la infancia distingue tres modos: -prototáctico o experiencia antes del empleo de símbolos. - paratáctico o experiencia caracterizada por símbolos usados de manera privada y autista. - sintáctico o experiencia en la que una persona puede comunicarse con otra persona. b) En su concepto de dinamismo distingue una serie de patrones que caracterizarían las relaciones interpersonales, éstas , a su vez, serían modelados por la primera experiencia interpersonal, y luego llevados a las siguientes. Y cada persona, en cualquier relación con otro sujeto, está comprometida como una porción de un campo interpersonal, más que como una entidad separada. En cuanto a los dinamismos opina que hay dos tipos: - conjuntivos, que llevan a integrar una situación, con la que se resuelve o reduce la tensión. -disyuntivos, que llevan a la desintegración de la situación. Entre sus publicaciones merecen destacarse: ”Teoría interpersonal de la Psiquiatría“, “Concepciones de la Psiquiatría Moderna“, “Estudios clínicos de Psiquiatría“, “La entrevista psiquiátrica“, así como numerosos artículos publicados en la revista “Psychiatry” de la que fue fundador y co-director. Ahora verán por qué cito a este autor que cambió los moldes del psicoanálisis y creo una escuela nueva, fértil y centrada en las relaciones sociales. Rodrigo Córdoba Sanz. EJERCICIO QUE CONSISTE EN SER AMABLE - ¡Ya han vuelto a subir los sellos un penique!- me quejé mientras hacía una cola larguísima y serpenteante desde hacía tres cuartos de hora para comprar una lámina de cien sellos de un centavo. La cola avanzaba de forma glacial mientras los ánimos se caldeaban a mi alrededor. Al final llegué al mostrador y pedí diez láminas de cien. Diez dólares en total. - ¿Quién necesita sellos de un penique?- grité-. ¡Son gratis!- La gente empezó a aplaudir y se arremolinó a mi alrededor mientras regalaba aquel tesoro. En dos minutos todo el mundo se había marchado con la mayoría de mis sellos. Fue uno de los momentos más satisfactorios de mi vida. El ejercicio consiste en lo siguiente: piense en algo totalmente inesperado y hágalo mañana. Ya verá qué efecto tiene en su estado de ánimo. Hay una isla cerca de Madeira que tiene forma de un cilindro enorme. La parte superior del cilindro es una meseta de varios miles de metros cuadrados donde se cultivan las uvas más apreciadas para elaborar el vino de Madeira. En esta meseta solo vive un animal de tamaño considerable: un buey cuya labor consiste en arar el campo. Solo hay un camino para subir a lo alto, un sendero muy estrecho y serpenteante. ¿Cómo narices se lleva a un buey nuevo cuando el viejo muere? Un labriego carga con un buey joven a la espalda hasta la cima de la montaña, donde pasa los siguientes cuarenta años arando el campo el solo. Si esta historia le parece conmovedora, plantéese por qué. ¿Hay alguien en su vida a quien no tendría reparos en llamar a las cuatro de la mañana para contarle sus problemas? Si la respuesta es sí, es probable que viva más que otra persona cuya respuesta es negativa. (Nota de Rodrigo Córdoba Sanz: yo estoy dispuesto pero disculpen si me enojo un poco...o si estoy atolondrado, ya me ha pasado muchas veces). Para George Vaillant, el psiquiatra de Harvard que descubrió este hecho, la fortaleza más importante es la capacidad de ser amado. Por el contrario, tal como el neurocientífico social John Cacioppo ha apuntado, la soledad es un estado tan incapacitante que obliga a creer que la búsqueda de relaciones es un principio básico mínimo para el bienestar humano. No puede negarse la influencia que las relaciones positivas, o la falta de ellas, ejerce en el bienestar. Sin embargo, la cuesitón teórica es si las relaciones positivas pueden considerarse un elemento del bienestar. Las relaciones positivas cumplen claramente dos de los criterios: contribuyen al bienestar y pueden medirse con independencia del resto de los elementos. Pero ¿buscamos alguna vez relaciones porque sí o las buscamos solo porque nos aportan emoción positiva o entrega o sentido o logros? ¿Nos molestaríamos en buscar relaciones positivas si no nos produjeran emoción positiva o entrega o sentido o logros? No tengo una respuesta certera a esta pregunta y ni siquiera sé de la existencia de una prueba experimental crucial, dado que todas las relaciones positivas que conozco van acompañadas o biein de emoción positiva o entrega o sentido o logros. Dos corrientes recientes de razonamiento sobre la evolución humana apuntan a la importancia de las relaciones positivas por derecho propio y por su valor intrínseco. ¿Para qué sirve el gran cerebro humano? Hace unos cien mil años, la capacidad del cráneo de nuestros antepasados homínidos duplicó su tamaño y pasó de 600 centímetros cúbicos a los actuales 1200. La explicación en boga sobre la expansión del cerebro aduce que fue para permitirnos hacer utensilios y armas; hay que ser muy listo para relacionarse mediante instrumentos con el mundo físico. El psicólogo teórico británico Nick Humphrey ha presentado una alternativa: el cerebro grande sirve para solucionar problemas sociales, no problemas físicos. Mientras charlo con mis alumnos, ¿cómo soluciono el problema de decir algo que a Marge le parezca gracioso, que no ofenda a Tom y que convenza a Derek de que se equivoca sin regodearme en ello? Son problemas sumamente complicados, problemas que los ordenadores, capaces de diseñar armas y herramientas en un santiamén, no saben resolver. Pero los humano sí son capaces y resuelven problemas sociales constantemente. La gigantesca corteza prefrontal que tenemos no para de utilizar los miles de millones de conexiones para simular posibilidades sociales y decidir a continuación qué hacer. Así pues, el gran cerebro es una máquina de simulación de relaciones, y ha sido seleccionado por la evolución precisamente para la función de diseñar y entablar relaciones humanas armoniosas y eficaces. El otro argumento relacionado con la evolución que encaja con el gran cerebro como simulador social es la "selección de grupo". El eminente biólogo y polemista británico Richard Dawkins ha popularizado la teoría del gen egoísta, argumentando que el individuo es la única unidad de la selección natural. Dos de los biólogos más prominentes del mundo, que no están emparentados pero comparten el apellido Wilson (Edmund O. y David Sloan), han reunido pruebas recientemente de que el grupo es una unidad primaria de selecció natural. Su argumentación comienza con los insectos sociales: avispas, abejas, termitas y hormigas, que tienen todos fábricas, fortalezas y sistemas de comunicación y que dominan el mundo de los insectos del mismo modo que los humanos dominan el mundo de los vertebrados. La vida en sociedad es la forma más exitosa de adaptación superior conocida. Incluso me atrevería a decir que es más adaptativa que tener ojos, y la explicación más plausible de la selección de los insectos sociales es que se realiza por grupos y no por individuos. La intuición de la selección de grupo resulta sencilla. Pensemos en dos grupos de primates, cada uno de ellos formado por individuos genéticamente distintos. Imaginemos que el grupo "social" posee las estructuras cerebrales relacionadas con las emociones que están al servicio del amor, la compasión, la bondad, el trabajo en grupo y la abnegación -las emociones tipo "colmena"-, y estructuras cerebrales cognitivas, como las neuronas espejo, que reflejan otras mentes. El grupo "no social", igual de inteligente sobre el mundo físico e igual de fuerte, carece de estas emociones "colmena". Estos dos grupos se enzarzan en un enfrentamiento mortífero del cual solo puede salir un vencedor, tal como la guerra o una hambruna. El grupo social ganará porque será capaz de cooperar, cazar en grupo y crear la agricultura. El grupo de genes no emparentados de todo el grupo social se conserva y reproduce, y estos genes incluyen los mecanismos cerebrales para las emociones "colmena" y para la creencia en otras mentes: la capacidad de comprender lo que los demás piensan y sienten. Nunca sabremos si los insectos sociales tiene emociones colmena y si estos artrópodos encontraron y explotaron formas no emocionales de mantener la cooperación en grupo. Pero conocemos bien las emociones humanas positivas, orientadas en su mayor parte a la vida social y las relaciones. Desde un punto de vista emocional, somos criaturas de colmena, criaturas que ineluctablemente buscamos relacionarnos de forma positiva con otros miembros de la colmena. Así pues, el gran cerebro social, las emociones colmena y la selección de grupo me convencen de que las relaciones positivas son uno de los cinco elementos básicos del bienestar. La constatación de que las relaciones positivas siempre producen ventajas emocionales, de entrega, de sentido o de logros no implica que las relaciones se entablen para recibir emoción positiva o sentido o logros. Más bien se trata de que las relaciones positivas son tan básicas para el éxito del Homo sapiens que la evolución las ha fortalecido con el apoyo adicional de los otros tres elementos a fin de asegurarse de que buscamos relaciones positivas. Así pues, la teoría del bienestar indica que el bienestar es un constructo; y el bienestar, no la felicidad, es el objeto de estudio de la psicología positiva. El bienestar consta de cinco elementos mensurables que lo favorecen: 1.Emoción positiva (de la que la felicidad y la satisfacción con la vida forman parte); 2. Entrega; 3. Relaciones; 4. Sentido y 5. Logros. Ningún elemento por sí solo define el bienestar, pero cada uno de ellos contribuye al mismo. Algunos aspectos de estos cinco elementos se miden de forma subjetiva mendiante la información dada por uno mismo, pero otros aspectos se miden de forma objetiva. Por el contrario, en la teoría de la auténtica felicidad, la felicidad es el eje de la psicología positiva. Es algo real que se define con la medida de la satisfacción con la vida. La felicidad cuenta con tres aspectos: emoción positiva, entrega y sentido, cada uno de los cuales aviva la satisfacción con la vida y se mide en su totalidad de manera subjetiva. Martin E.P. Seligman: "La Vida que Florece". Ediciones B, 2011, Barcelona. Pp. 36-40
Harry Stack Sullivan. Psicoanalista que creo el Psicoanálisis Interpersonal.
"Las ideas no tienen importancia alguna. Las ideas son el uniforme vistoso que se les pone a los sentimientos y a los instintos". Pío Baroja(1872-1956) Escritor español.

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