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Paz y Ciencia

martes, 17 de abril de 2012

"Aflorismos" de Castilla del Pino

No se puede re-ir, ni siquiera sonbreír, en la absoluta soledad. Estar solo es algo muy serio.
Hay quien, para ser simpático a todos, sonríe permanentemente, pero, claro, sólo con la boca. Son hienas en potencia.
Los hombres, para el científico. El hombre, para la sorpresa.
No importa demasiado descubrirse, pero hay que saber con quién. Y no por el riesgo, sino porque hay que saber con quién vale la pena y con quiénes no.
La única terapia es la que pretende defender al sujeto de sí mismo, cuando este se convierte en su peor enemigo. Defenderse de los demás es fácil, y, llegado el caso, para eso está la policía.
El cinismo es el último recurso del impotente. Porque hay que hacer lo que se debe aunque cueste.
¿Es la vida íntima la vida en la que somos veraces? Eso se cree, pero se está en el error. Si en la vida pública hay el "engaño", concertado, de la convención, en la íntima está el engaño libremente elegido, y, por tanto, de difícil remedio.
Ningún cínico es feliz, porque es incapaz de tomarse en serio lo que en realidad le importa. El cínico es un manifiesto desgraciado.
La conciencia de nuestra limitación, la de cada uno, conlleva la aceptación de la de los demás.
Compadecer es insoportable: por eso, cuando lo hacemos nos dura muy poco.

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