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Paz y Ciencia

jueves, 26 de abril de 2012

El arte de amargarse la vida: Los guisantes en la mano

Los guisantes en la mano.
Naturalmente, este conocimiento de unos mundos superiores no es tan sencillo y no hay que excluir la posibilidad de fallos. El más fatal de todos constituye el quid de la historia que sigue: En su lecho de muerte, una mujer joven hace jurar a su marido que no se comprometerá con ninguna otra mujer. "Si faltas a tu promesa, vendré en espíritu y no te dejaré vivir tranquilo". El marido, al principio, mantiene su palabra, pero, al cabo de unos meses, conoce a otra mujer y se enamora de ella. Muy pronto empieza a aparecérsele un espíritu cada noche que le acusa de haber faltado a su juramento. Para el hombre no hay duda de que se trata de un espíritu, pues el fantasma nocturno no solo está informado ed todo lo que pasa cada día entre el y su nueva amiga, sino que también conoce exactamente sus pensamientos, esperanzas y sentimientos. Como la situación se le hace insoportable, el hombre decide pedir consejo a un maestro zen. "Vuestra primera mujer se ha convertido en espíritu y sabe todo lo que hacéis -le declara el maestro-. Todo lo que vos hacéis o decís, todo lo que dais a vuestra prometida, el lo sabe. Tiene que ser un espíritu muy sabio. En verdad, tedríais que admiraros de un tal espíritu. Cuando se os aparezca de nuevo, haced un trato con el. Decidle que sabe tanto, que vos no le podéis ocultar nada y que vais a romper vuestro compromiso, si puede contestaros a una sola pregunta". "¿Qué pregunta he de hacerle?", inquiere el hombre. El maestro responde: "Tomad un buen puñado de guisantes y preguntadle por el número exacto de guisantes que tenéis en la mano. Si no os sabe responder, sabréis que el espíritu no es más que un producto de vuestra imaginación y ya no os molestará más". Cuando a la noche siguiente apareció e espíritu de la mujer, el hombre le alabó profusamente por su gran sabiduría. "Efectivamente -respondío el espíritu- lo sé todo y sé que hoy has ido a ver al maestro zen". "Y ya que sabes tanto -prosiguió el hombre-, dime cuántos guisantes tengo en la mano". Y ya no hubo espíritu alguno para responder a esta pregunta. Vea usted, me refería precisamente a esta especie de cortocircuito, cuando antes advertía que un problema como este ha de ser cultivado y seguido de un modo puramente reflexivo y que toda comprobación de la realidad sería contraproducente para el éxito de la empresa. Si usted llegara al extremo de que su desesperación e insomnio hacen que vaya a ver el equivalente moderno de un maestro zen, acuda usted entonces al menos a uno que no tenga ninguna estima por soluciones de este tipo. Consulte más bien con el pasado, conduciéndole a la búsqueda prácticamente inacabable, de los fundamentos del problema a base de las experiencias que usted hizo en su más tierna infancia. Paul Watzlawick: "El arte de amargarse la vida". Herder, 2009, Barcelona. Pp.: 55-58. Les recomiendo este segundo libro, titulado "El arte de no amargarse la vida", que invita a trabajar desde una perspectiva cognitivista, basada en Beck y Ellis fundamentalmente, un libro que enseña a pensar de forma científica. Pero claro, como les comenté en otras entradas, "la mente emocional es más rápida que la mente racional" (Daniel Goleman, "Inteligencia Emocional"). La psicología cognitiva extrema de este segundo libro es muy agradable pero, tal vez, demasiado esperanzada en la capacidad de la personas que padecen un problema grave, o de gravedad medida a refutar sus pensamientos según el penamiento científico. En todo caso es muy sugerente y atractiva su lectura. No es un libro grandioso pero sí, es un libro útil en el que se enseña a cambiar la forma de pensar. Rafael Santandreu explica que muchos de los problemas emocionales actuales son causa de una mala filosofía de vida. Con gran facilidad nos creemos deprimidos, ansiosos o muy desgraciados. El arte de no amargarse la vida cuenta que todos estos trastornos emocionales podrían calificarse de terribilitis. En nuestra sociedad tenemos muchas creencias que nos hacen ser infelices como que si no tienes pareja eres desdichado o que hay que tener un puesto de trabajo muy importante para realizarse.

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