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Paz y Ciencia

sábado, 21 de abril de 2012

El arte de la Prudencia: Baltasar Gracián

Mozart: Sinfonía Nº 40-1ª Mov. http://youtu.be/yxYMzLgDWOs
118. Ganar fama de cortes: basta para ser digno de aplauso. La cortesía es la parte principal de la educación, es un tipo de hechizo. Gana la aceptación de todos, del mismo modo que descortesía atrae al desprecio y en enfado general. Si esta nace de la soberbia, es aborrecible, y si de la grosería, es despreciable. La cortesía siempre debe ser más que menos, pero no igual con todos, pues degeneraría en injusticia. Su valor se ve en que entre los enemigos se tiene por deuda. Cuesta poco y vale mucho. El que honra es honrado. La galantería y la honra tienen esta ventaja: las dos se quedan: la galantería en quien la usa y la honra en quien la hace. 119. No hacerse odiar: No se debe provocar la aversión, pues, sin desearlo, ella se anticipa. Hay muchos que aborrecen sin motivo, sin saber cómo ni por qué. La malevolencia se adelanta a la honradez. El deseo de venganza es más rápido y eficaz para hacer daño que el deseo material para obtener ganancias. Algunos desean ponerse a mal con todos, por el enfado que tienen o el que provocan. Y si una vez se apodera de llos el odio, es, como la mala reputación, difícil de borrar. Algunos temen a los hombres juiciosos, y aborrecen a los maldicientes, odian a los presumidos, abominan a los burlones, pero dejan a los excecionales. Hay que estimar para ser estimado y el que quiere hacer casa (prosperar), que haga caso. 120. Ser práctico en la vida: Hasta el saber debe seguir el uso, y donde no se usa es preciso fingirse ignorante. Cambian, según los tiempos, el pensamiento y el gusto: no se debe pensar a la antigua y querer gustar a la moderna. El gusto de la masa decide en casi todo. Mientras dura es el que hay que seguir, al tiempo que se aspira a la eminencia. El cuerdo debe adaptarse a lo actual, aunque le parezca mejor lo pasado, tanto en las ropas del cuerpo como en las del alma. Pero esta regla de vivir no vale para la bondad, pues siempre se debe practicar la virtud. Parece cosa de otros tiempos y ya se desconoce decir la verdad, guardar la palabra. Los hombres buenos parecen hechos en el pasado, aunque siempre amados. Si hay algunos, no están de moda ni se les imita. ¡Qué gran desgracia de nuestro tiempo, que la virtud sea tan rara y la maldad tan común! El discreto debe vivir como pueda, no como le gustaría. Debe preferir lo que le concedió la suerte a lo que le ha negado.

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