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Paz y Ciencia

lunes, 30 de abril de 2012

Erich Fromm: Neurosis Maligna y Benigna

Antes de entrar en la cuestión de qué es curación psicoanálitica, o de qué factores conducen a ella, hemos de considerar y pensar, naturalmente, qué clases de neurosis hay. Bueno, son muchas las clasificaciones de las neurosis, y muchas las modificaciones de estas clasificaciones. Hace poco, Karl Menninger ha dicho que la mayoría de ellas no tienen un valor especial, pero no ha propuesto otra que lo tenga y él recomiende. Yo quisiera proponer la clasificación siguiente, en cierto modo muy simple, y es la diferencia entre la neurosis benigna y la neurosis maligna. Padecen de neurosis benigna, o leve, las personas que no han caído en las citadas pasiones malignas, pero adolecen de graves traumas. Y estoy completamente de acuerdo con Freud cuando dice que hay más probabilidad de curación en caso de trauma más grave. Porque si el paciente ha pasado por un trauma grave sin haberse hecho psicótico ni mostrar enfermedades alarmantes, demuestra verdaderamente que tiene muchísima fuerza desde el punto de vista constitucional. Estos casos de neurosis que no han dañado gravemente la estructura del carácter, o sea, que este no muestra graves regresiones, formas extremas de pasiones malignas, creo que ofrecen la mayor posibilidad de acción al psicoanalista. Aunque, naturalmente, requiere mucho esfuerzo aclarar, hacer llegar a la conciencia, lo que el paciente tiene reprimido, es decir, la cualidad de los factores traumáticos y las reacciones del paciente a ellos, que suelen ir, con mucha frecuencia, en el sentido de negarles su carácter real... y opino que cree Freud, en la importancia del papel que representa el trauma en la génesis de la neurosis, en comparación con los factores constitucionales. Sé bien, desde luego, que Freud entiende por trauma algo diferente de lo que entiendo yo: él consideraría que un trauma es esencialmente de carácter sexual y lo buscaría en una edad temprana. Yo creo que, muy a menudo, el trauma es un proceso prolongado, en el cual una experiencia sucede a la otra, resultando finalmente una suma y, más que una suma, un cúmulo de experiencias: a veces, de un modo que no me parece muy distinto al de neurosis de guerra, cuando se llega a un punto de quebranto, en que se enferma... En este sentido, he de repetir que el trauma debe ser muy profundo para perturbar. Por ejemplo, si se considera trauma el haber tenido un padre débil y una madre fuerte, debe preguntarse cuántas personas se conocen así y que, sin embargo, son bastante normales. En otras palabras, si quiero explicar la neurosis por un hecho traumático, este debe ser tan extraordinario que no me permita citar unos cuantos casos de salud a pesar de haberlo vivido también... Precisamente hay un ejemplo que puedo citar, un fenómeno moderno y una cuestión muy difícil de resolver: lo enfermo que está realmente el hombre organizado moderno, enajenado, narcisista, sin relación, sin intereses verdaderos por la vida, interesado solo por los aparatos, más entusiasmado por un coche deportivo que por una mujer. ¿Está muy enfermo? En cierto sentido, se puede decir que está muy enfermo, de lo cual se seguirían ciertos síntomas: es temeroso, inseguro, y necesita confirmar constantemente su narcisismo. Pero también se podría decir que toda una sociedad no está enferma, en el sentido de que la gente funciona. En mi opinión, estas personas tienen el problema de cómo conseguir adaptarse a la enfermedad general, a lo que podríamos llamar la patología de la normalidad. Hay otros problemas, pero ya se ve que el terapéutico es muy difícil en estos casos. Este hombre padece efectivamente un conflicto esencial, es decir, una grave perturbación del núcleo de su personalidad, a saber, una forma extrema de narcisismo y una falta de amor a la vida. Para curarl, en primer lugar, habría que reformar su personalidad entera, teniendo además a toda la sociedad en contra, porque toda la sociedad está a favor de su neurosis. Y aquí está la paradoja de encontrarnos teóricamente con una persona en cierto modo enferma, pero que en otro sentido no está enferma. Es muy difícil determinar qué podría hacer en este caso el psicoanálisis, y realmente me parece un arduo problema. Hablando de lo que llamo neurosis benigna, la labor terapéutica es relativamente fácil, porque encontramos intacto el núcleo de la estructura energética, de la estructura del carácter. Encaramos unos hechos traumáticos que explican una deformación algo patológica, pero en la atmósfera del psicoanálisis hay mucha probabilidad de curación, tanto por la revelación de lo inconsciente, como por la ayuda que representa la relación terapéutica con el analista. Erich Fromm: "El Arte de Escuchar", Paidós, 2011, Barcelona. Pp. 26-31

2 comentarios:

Emanuel dijo...

Hay veces que me pregunto porqué son tan pocos los hombres que se animan a ver la realidad, porque es una minoria la que se atreve a enfrentar la vida, es decir, la que se atreve a ser libre de verdad. No debe ser facil la respuesta; de hecho uno podria decir que estamos condenados a la vida: uno no elije nacer. creo que de aqui se desprende un trozo de respuesta. De alguna manera se podria decir que el hombre esta condenado y condicionado a enfrentar la realidad, y esto mismo es lo que nos hace diferentes de los animales. ¿Podra el ser humano sueperar la enajenación? ¿la ilusión de la superficialidad que ofrece el sistema moderno merccantil?

Anónimo dijo...

En los casos que conozco le podría decir a Emanuel que en realidad son muchos mas los hombres que se atreven a encarar la vida que los que no, porque afortunadamente, el número de personas "normales", o a decir de Fromm con "neurosis benigna", son mas que lo contrario, pero incluso los aquejados de "neurosis maligna", si son capaces a través de ayuda analítica a enfrentarse a ella, luego salen de la crisis mas fortalecidos y dispuestos a "encarar la vida" de una manera mas satisfactoria que antes. Es decir que incluso que de lo "malo" se puede sacar "beneficio".
JULIO