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Paz y Ciencia

sábado, 31 de diciembre de 2011

Artículo de EL PAIS sobre Franco Basaglia

Ha muerto Franco Basaglia, creador del movimiento antipsiquiátrico italiano
Procesado por un asesinato cometido por un paciente suyo, liberó a millares de personas de los manicomios

ALFONSO GARCIA PEREZ 31/08/1980

Franco Basaglia, líder de la denominada antipsiquiatría italiana, responsable de la salida de los manicomios italianos de millares de ciudadanos, que hoy llevan una vida normal, e inductor de la denominada ley 180 de aquel país, según la cual nadie puede ser internado contra su voluntad, y según la cual también los manicomios italianos han sido condenados a desaparecer, falleció el viernes, en Venecia, a los 56 años de edad, a causa de un tumor cerebral

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Giordano Savarin es el nombre de un ciudadano italiano que asesinó a sus padres con un gran cuchillo. ¿Causas del crimen? Posiblemente en el inconsciente de Savarin existiesen determinantes infantiles, oscuros sentimientos o confusas venganzas que le impulsasen a ese acto, siempre irracional, que es el asesinato de dos seres humanos, pero los jueces italianos determinaron que Savarin era un perturbado mental, que «andaba suelto», por lo cual hubo de ser el responsable de su tratamiento el psiquiatra Basaglia, quien tuvo que comparecer para explicar por qué aquel ciudadano no estaba internado, si era un «loco peligroso». Giordano Savarin era un «enfermo mental liberado» del hospital psiquiátrico de Gorizia, en la Italia de los primeros años de la década de los setenta, donde más de 200.000 seres humanos estaban condenados a una de las peores formas de prisión: el manicomio. Privados de identidad, tanto en aquel como en los demás países, los locos, como son etiquetados los ciudadanos de comportamiento excesivamente diferente o con una manifestación disidente de su emotividad y su impulsividad, eran o siguen siendo internados en esas sepulturas definitivas del alma que son las llamadas casas de salud, mientras el cuerpo siga viviendo, definitivamente condenados a la no recuperación de su identidad.

Pero ¿quiénes van a los manicomios y por qué? Suenan fuertes y rotundas todavía las palabras de Franco Basaglia: «Al manicomio va la gente que no tiene voz, la palabra; es decir, los pobres, los desheredados». Para el antipsiquiatra italiano, sólo los desheredados van al manicomio, aunque la evidencia también nos muestra individuos de las clases dirigentes internados en esas ciudadelas de terror perpetuo, de camisas de fuerza, electro-choques y lobotomías. Pero, en este caso, también estamos ante desheredados, desheredados del amor de los suyos, individuos, como escribiera Sullivan, que se cuentan las más de las veces entre los elementos más inteligentes y brillantes de unas familias que les condenaron, por conflictivos, molestos y problemáticos, a ser ovejas negras, primero, y carne de manicomio, después.

Franco Basaglia se propuso destruir los manicomios. Heredero, sin duda, del espíritu de Sigmund Freud, quien, en palabras de Castilla del Pino, «inicio el diálogo con la locura, una locura siempre con significado», rechazó, sin embargo, ese otro aspecto de la práctica psicoanalítica, acomodaticio, burgués y, en resumen, tímido y cobarde en sus conclusiones.

Para el líder antipsiquiátrico, el diálogo con el llamado loco debe ser restaurado; y eso es incompatible con el funcionamiento del manicomio. El psiquiatra del manidomio desempena, según Basaglia, el papel de «difundir la psiquiatría como elemento del culto al pesimismo; es decir, haciendo creer que el enfermo mental no puede curarse, que es peligroso, etcétera».

Frente a esta amarga alternativa, la otra, la de la fe en la vida, en cualesquiera de sus manifestaciones, incluso en la de la locura, tremendamente cercana, por otra parte, al arte y a la libertad, es así expresada por Basaglia: «Cuando el psiquiatra da la palabra al internado, puede producirse el auténtico cambio, porque el desheredado habla y expone sus necesidades». Necesidades de afecto; necesidades de intelección en un medio o entorno, las más de las veces incapacitado para entender al loco, en muchas ocacíones, por la superioridad intelectual de éste; necesidad de comprensión en profundidad, etcétera.

« En ese momento», concluye Basaglia su magistral descripción del inicio del diálogo con la locura, «comenzaría el verdadero trabajo del psiquiatra y se podría comprobar si existe o no la psiquiatría una vez que se estableciera la recíprocidad entre el psiquiatra y la persona que sufre».

No siempre se da esa reciprocidad ni, menos aún, en el caso de las instituciones. «Cuando se destruye el manicomio», asegura Franco Basaglia, «que es la institución que protege al técnico, entonces es cuando nos encontramos con el sufrimiento del ciudadano y ya no se podrá dar una respuesta institucional, sino individual: una respuesta de lucha. Cuando el manicomio ya no existe, desaparece el prejuicio de que dentro están los malos y fuera los buenos».

Franco Basaglia tuvo que comparecer -¡cómo no!- en el banquillo de los acusados por una culpa que él no tenía, así descrita en palabras de otro antipsiquiatra, David Cooper: «Llevo toda una vida combatiendo contra el sentimiento de culpabilidad. Debe convencerse a las gentes para que acepten su propia locura sin temor. Hay que recuperar a la locura como una propiedad social común... Sobre todo mandando al carajo a los expertos, cortando la cabeza a los psiquiatras».

Basaglia, que no fue tan radical en sus expresiones como Cooper, respondió en una ocasión a la pregunta sobre si era o no antipsiquiatra con estas palabras: «¿Psiquiatra? ¿Antipsiquiatra? Son palabras sin significado para mí».

Lo cierto es que en la ciudad de Gorizia, donde el paciente Giordano Savarin asesinó a sus padres, se habían abierto las puertas de un manicomio. Pero, años más tarde, Trieste daba la respuesta al experimento: en el hospital psiquiátrico de aquella ciudad, de 1.200 pacientes que había, en 1978, quedaban sólo 420, de los que sesenta eran personas mayores de 75 años, trescientos no sabían adónde ir y sesenta eligieron formas de vida autogestionaria, comunal, no por casualidad, eligiendo antiguas dependencias de monjas y curas.

La Italia que hereda el espíritu de Basaglia aprobó recientemente, en su Parlamento, la denominada ley 180. Es esta, sin duda, la lógica continuación de la sentencia italiana que absolvió a Franco Basaglia, al reconocer, tácitamente, que valía la pena el riesgo de aquel desdichado asunto del asesinato de Giordano Savarin a sus padres. Los jueces valoraron positivamente el sentido de tantos cientos de vidas de locos de manicomio que recobraron su identidad y salieron de esa cárcel cuyo nombre, manicomio, viene del griego mania (locura) y komeo (cuidar). Los manicomios comienzan a cerrarse en Italia, y antiguos dementes recuperan su condición de ciudadanos normales, con una locura normal y un sufrimiento normal. «Se ha reconocido», afirmó uno de sus abogados defensores, «el honor profesional de un científico y un profesional que tiene una delicada misión que cumplir en favor de la humanidad que sufre».

Sobre los movimientos que cambian los núcleos de poder

Este escrito bien podría estar inserto en rebelion.org, pero prefiero no adscribirme a ningún grupo, a lo Groucho Marx. En fin, lo que quiero decir sucintamente, es que si leemos con cuidado y rigor los post anteriores sobre pensadores de la talla de Castilla del Pino, Winnicott, Laing, Cooper, Esterson, Basaglia u otros podemos llegar a la conclusión de que de alguna manera han sido rebeldes que no se han quedado postrados ante el régimen establecido. Han sido revolucionarios, con ideas nuevas que han ido contracorriente. Esto resulta incómodo todavía ahora. Parece que la ortodoxia es la única manera de hacer bien las cosas, sin embargo para ayudar a una persona hacen falta otros valores que seguir los dictados y normas establecidas. No existen recetas para atender debidamente a una persona, pareja o grupo. Estas personas crearon nuevos modelos para pensar. Algunos fueron atacados por sus ideas, otros, además de por esa misma razón por sus problemas, es el caso de Laing, del que les he acercado una biografía algo tendenciosa. La psiquiatría como parte de la medicina ha mantenido y mantiene un estatuto de poder que incluso llega a regular el trabajo del psicólogo, retirando "poderes" y capacidades.
Un conocido psiquiatra-psicoanalista de Zaragoza se define como el anticristo de los psicoanalistas porque no sigue los modelos rígidos de atención de la IPA: Asociación Psicoanalítica Internacional, fundada entre otros por Ferenczi, autor de "La Elasticidad en la Técnica" y del "Análisis Mutuo", qué paradoja.
Sin embargo, para que un modelo siga adelante tiene que forjarse bajo cierto aspecto de organización cerrada y con una doctrina rígida donde no cabe la improvisación, la creatividad e incluso la autenticidad.
Curiosamente, los psicoanalistas que más éxito tienen, fuera de los que han organizado un grupo de personas como asociación o grupo de formación para supervisar y analizar, son aquellos que conocen bien los fundamentos psicoanalíticos pero los emplean de manera elástica y creativa. Es la persona la que cura, no el modelo rígido. Esto hace que algunos grupos de formación parezcan prácticamente sectas, al menos para un observador externo. Buenas noches y buena suerte, en homenaje al periodista americano.

Franco Basaglia



Continuando con los debates en el campo de la Salud Mental publicamos este importante texto de Franco Basaglia. El mismo fue cedido por la presidenta de la Fundación Franco Basaglia, Maria Grazia Giannichedda, quien también escribió la nota introductoria para situarlo en el contexto de la obra de Basaglia.
Escrito extraído de www.topia.com.ar
Este artículo surgió como respuesta a un cuestionario que Franco Basaglia recibió en el año 1972, enviado por el prof. Christian Müller, Director del "Hospital de Cery", Lausana, Suiza. La intención de su encuesta era recoger las opiniones de los siete psiquiatras considerados por Müller como los más representativos del mundo occidental, acerca de la organización de un servicio psiquiátrico ideal para una abstracta población de 100.000 habitantes. Las respuestas obtenidas iban a ser publicadas en la revista Psiquiatría Social de Suiza. No se incluye el cuestionario porque el sentido del mismo queda explicitado a lo largo del artículo y además porque, precisamente, Basaglia lo rechazó, tanto en su construcción como en su objetivo, tomando lo que él consideró el eje de la problemática para definir su posición. Este artículo fue publicado por primera vez en “Schweizer Archiv fur Neurologie, Neurochirugie und Psychiatrie” (114, 1974) y en Italia en el libro de Franco Basaglia y Franca Ongaro Basaglia Crimini di pace. Ricerche sugli intellettuali e i tecnici come addetti all’oppressione (Einaudi, 1975), y en la más reciente antología de obras de Basaglia L’utopia della realtà ( Einaudi, 2005). Fue también publicado en la antología La institución en la picota (Franco Basaglia y Franca Ongaro Basaglia, Editorial Enquadre, Buenos Aires, 1974) traducido por María Elena Petrilli y Mauro Rossetti.
Maria Grazia Giannichedda. Presidente de la Fundación Franco Basaglia

El cuestionario parte, según mi impresión, de una premisa contradictoria implícita en la primera pregunta, que contiene en sí misma la calidad o la naturaleza de las respuestas que provoca.
El pedido de formular una hipótesis utópica (La organización de un servicio psiquiátrico para una abstracta población de 100.000 habitantes) precisando contemporáneamente los límites o los confines de la realidad en la que la utopía debe ser circunscripta (en un país occidental europeo o americano) significa proponer o aceptar un discurso puramente ideológico donde la utopía, la hipótesis, en vez de servir a la transformación de la realidad, está determinada o neutralizada por ella. El "mundo occidental" contiene tantas o tales contradicciones primarias o secundarias que no se puede hipotetizar una población tomada como muestra, sin precisar si se refiere a una zona subdesarrollada, a una en vías de industrialización o, aún más, a una zona donde exista un estado de bienestar económico generalizado. Sin estas referencias, no se puede más que proponer una hipótesis "técnica" que responda a las exigencias del técnico y no a las del enfermo, como resultado de una abstracción nunca probada en el terreno concreto de las necesidades, que es donde una organización sanitaria debería responder.
Probablemente éste sea el error primero del cuestionario: pensar que una organización sanitaria psiquiátrica hoy, en una sociedad en transformación, es un mundo cerrado que puede continuar renovándose sólo con la ideología técnico-científica de quien la administra.
"Realidad" y "utopía", en nuestro contexto social, no son términos contradictorios, tesis para producir una nueva, sucesiva realidad que realice e incorpore parte de la utopía. Ellas son reducidas a términos complementarios mediante los cuales son proyectadas a esferas de acción separadas, de tal forma que una pueda traducirse sin contradicciones en la otra. "Realidad" y "utopía" existen ambas como caras sólo aparentemente diferentes de la ideología que es una falsa utopía realizada sólo en beneficio de la clase dominante. La "realidad" en la que vivimos es ella misma una ideología, en el sentido de que no corresponde a lo concreto, a lo prácticamente verdadero, sino que es el producto de medidas tomadas por la clase dominante en nombre de la comunidad. Y, como estas medidas no corresponden a las exigencias de la comunidad sino a las de la clase dominante que las impone, ellas actúan como instrumentos de dominación. De la misma manera en que la utopía, como elemento contradictorio de la realidad que no puede revelar sus contradicciones porque no quiere transformarlas, se traduce en la ideología de una transformación, realizable en tanto que sea usada como instrumento de dominación.
En este sentido, en nuestro contexto social, determinado por una lógica económica a la que están subordinadas todas las relaciones y las reglas de la vida, no existe ni la realidad como expresión de lo prácticamente verdadero donde verificar las hipótesis como respuestas alternativas a las necesidades, ni la utopía como elemento hipotético que trascienda la realidad para transformarla. La utopía sólo podrá existir en el momento en que el hombre haya podido liberarse de la esclavitud de la ideología para poder expresar sus propias necesidades en una realidad que por esto se revele constantemente contradictoria o tal que contenga los elementos que consientan su superación y transformación. Sólo entonces se podrá hablar de realidad como de lo prácticamente verdadero y de utopía como del elemento prefigurante de la posibilidad de una transformación real de este prácticamente verdadero.
Sentada esta premisa de carácter teórico, intentaré ahora entrar en los problemas propuestos por el cuestionario, usando críticamente los términos realidad y utopía como se los entiende en este contexto, con el intento de aclarar la imposibilidad práctica de responder en una realidad como la del mundo occidental europeo o americano, a las necesidades de la comunidad a través de la organización abstracta de un sistema sanitario prácticamente irrealizable.
¿Se puede pensar en organizar un área hipotética según nuestra propia filosofía política o técnica, si este área hipotetizada está inserta en una esfera político-económica bien determinada, que no deja espacio ni a las contradicciones ni a la utopía, si no es en la medida en que logro transformarlas en ideologías? ¿Cómo hipotetizar un servicio de asistencia psiquiátrica si no es como respuesta a las necesidades específicas que se revelan en la realidad? ¿Cómo hipotetizar las necesidades a las que deberemos responder, si no es transfiriendo al área de la abstracción total (que no es, como vimos, área de la utopía) el conocimiento que tenemos de las necesidades que nacen de nuestra realidad? ¿Y qué conocimiento real tenemos de estas necesidades, si hasta ahora la única respuesta fue el manicomio y la segregación?
Cuando se nos pide organizar un servicio sanitario (en nuestro caso psiquiátrico), la dificultad está en poder encontrar respuestas concretas a las preguntas concretas que provienen de la realidad concreta en la que se opera. Pero las respuestas concernientes a la realidad deberían trascenderla (a través del elemento utópico), intentando transformarla. En este sentido, al hipotetizar una organización sanitaria se corre el riesgo de caer en dos errores opuestos: por un lado, el de proponer respuestas que van más allá del nivel de la realidad en que se encuentran las necesidades, creando otras a través de la producción de nuevas realidades ideológicas donde las medidas adop¬tadas están prontas a responder; por el otro, el de quedar tan adheridos a la realidad, como para proponer respuestas cerradas en la misma lógica que produce el problema que se quiere enfrentar. En ambos casos la realidad queda inmodificada y las respuestas se limitan a definir y a circunscribir la problemática de cada sector específico.
En el terreno de la asistencia, en el primer caso se crearán nuevos servicios que, en vez de hacer frente a las necesidades implícitas de la enfermedad a curar, crearán nuevas formas aún no codificadas, por lo que los servicios proyectados serán la adecuada respuesta ideológico-real. La hipótesis propuesta no nace como respuesta directa a las necesidades registradas, sino como evolución de un pensamiento científico que se desarrolla siguiendo la propia lógica, junto a la lógica económica del área en que opera. De este modo prefigura ideológicamente la realidad a la que se propone responder, creando necesidades artificiales u ocultando las necesidades reales. Los servicios psiquiátricos de carácter preventivo, así como se proyectan y actúan hoy, quedan insertos en la lógica económica que ha respondido a la enfermedad mental con la segregación. La enfermedad es incurable o incomprensible; el síntoma principal es la peligrosidad y la obscenidad, por lo tanto la única respuesta científica es el manicomio donde tutelarla y controlarla. Este axioma coincide, sin embargo, con lo otro en él implícito: la norma está representada por la eficiencia o la productividad; quien no responde a estos requisitos tiene que encontrar su ubicación en un espacio en que no entorpezca el "ritmo" social. En este sentido ciencia y política económica van de la mano, confirmando la primera los límites de norma más adecuados o útiles a la segunda. La ciencia sirve de esta manera para conformar una diversidad patológica que viene instrumentalizada según las exigencias del orden público o del desarrollo económico, cumpliendo su función de control social.
Por otro lado, ¿cómo se justificaría el hecho de que sólo quien no tiene poder económico termina en las redes de las instituciones públicas, donde la enfermedad en vez de ser curada es convertida la mayor parte de las veces en irreversible? El enfermo que puede manejar sus propios disturbios queda, aún en la enfermedad, inserto en el proceso productivo (como sujeto-objeto de un particular ciclo económico tal como el de las casas de cura o de los médicos privados); conserva entonces casi intacto su rol social. No es por lo tanto sólo la enfermedad lo que reduce al internado en nuestros asilos a lo que es, sino la internación o el pertenecer a una clase de origen antes de esta internación.
Conservando estos presupuestos, los servicios de carácter preventivo que no llevan a la transformación del manicomio o de la lógica de la exclusión en ellos implícita, son la demostración práctica de la dilatación del campo de la enfermedad más que de su empequeñecimiento, luego del tratamiento. Ellos no responden al problema de la enfermedad mental, sino que absorben, en el campo de la enfermedad, comportamientos que antes no eran incluidos (ver por ejemplo todas las desviaciones antes aceptadas y ahora definidas como anormales, como enfermedad). La utopía-ideología, en este caso, no hace más que confirmar en un nivel distinto la codificación de diversidad, sin mutar la naturaleza o la función dentro del juego social.
En cambio, el caso de adhesión total a la realidad, sin que elementos utópicos intervengan para transformarla, corresponde a la construcción de estructuras sanitarias técnicamente más eficientes, que obviamente conservan intacta la lógica en que está inserta la enfermedad, su definición y codificación, así como la naturaleza de las medidas hasta ahora tomadas para responderle. Por demasiado "realismo" se siguen dando sólo respuestas compatibles con el escepticismo hacia la enfermedad implícito en la estructura de los asilos; o sea, se siguen dando respuestas negativas o reductivas que se limitan a confirmar la negatividad de la realidad, en la que la utopía no se afirma o no sirve para transformar la lógica en la que ella se sostiene.
Lo que debe transformarse para poder transformar prácticamente las instituciones o servicios psiquiátricos (como por otra parte todas las instituciones sociales), es la relación entre ciudadano y sociedad, en la que se inserta la relación entre salud y enfermedad. O sea reconocer como primer acto que la estrategia, la finalidad primera de toda acción, es el hombre, sus necesidades y su vida dentro de una colectividad que se transforma para aleanzar la satisfacción de estas necesidades y la realización de esta vida para todos. Aquí está el significado de la necesidad de una toma de conciencia política en cada acción técnica. Esto significa entender que el valor del hombre, sano o enfermo, va más allá del valor de la salud o de la enfermedad; que la enfermedad, como toda otra contradicción humana, puede ser usada como instrumento de liberación o de dominio; que lo que determina el significado y la evolución de cada acción es el valor que se reconoce al hombre y el uso que se le quiere dar, de lo que se deduce el uso que se hará de su salud y de su enfermedad; que en base al distinto valor y uso del hombre, salud y enfermedad adquieren un valor absoluto (una positiva y la otra negativa) como expresión de la inclusión del sano y de exclusión del enfermo con respecto a la norma; o un valor relativo, en cuanto acontecimientos, experiencias y contradicciones de la vida que transcurre entre salud y enfermedad. Cuando el valor es el hombre, la enfermedad no puede representar la norma ya que la condición humana es la de estar permanentemente entre salud y enfermedad.
Si el valor primario es el hombre, el disminuido, el inválido, el ineficiente no son los elementos negativos de un engranaje que debe, a pesar de todo, proceder en un solo sentido, sino que forman parte de los sujetos necesarios para satisfacer las necesidades por las que la producción existe y se desarrolla. Pero en el mundo occidental, incluso en el caso de que se llegue a un nivelamiento que garantice, por ejemplo, la asistencia para todos en un régimen interclasista, el valor primero nunca sería el hombre ya que permanecería —también en esta dimensión— dominado y subordinado merced a una lógica económica totalmente extraña a él, donde no participaría sino como objeto pasivo: lógica que sobrevive, por eso mismo, por sobre la pasividad y la destrucción del hombre, cuyo valor no cambia a través de las transformaciones que ella misma produce.
Si no cambia esta actitud (que es inevitablemente de naturaleza política) hacia el enfermo, el inválido, el disminuido, no cambia el significado destructivo implícito en sus tratamientos: la segregación como respuesta institucional y la codificación de una diversidad que puede ser instrumentada como elemento de discriminación social, incluso en la fase preventiva.
Cuando se habla de exclusión en ciertos niveles sociales, de las relaciones de producción como fundamento de toda relación entre hombre y hombre en la sociedad occidental, se entiende también cómo la enfermedad —de cualquier naturaleza que ella sea— puede volverse uno de los elementos utilizables en el interior de esta lógica, aprovechable como confirmación de una exclusión cuya naturaleza irreversible está dada por la categoría de pertenencia del paciente y por su poder económico. Esto no significa —como muchas veces se ha mal entendido— que la enfermedad mental no existe y que no se tengan en cuenta en psiquiatría, o sea en medicina, los procesos fundamentales del hombre. Sino que significa que la enfermedad, como signo de una de las contradicciones humanas, puede ella misma ser usada dentro de la lógica de la explotación y el privilegio, asumiendo así otra cara —la cara social— que la transforma poco a poco en algo diferente de lo que era primitivamente.
En este sentido, programar un servicio sanitario que parta de las premisas político-sociales tratadas arriba, y que deje inalterado el mecanismo, significa aceptar incluir en el terreno de la enfermedad también aquello que no tiene nada que ver con la enfermedad. Esto significa que, en vez de responder a las necesidades reales, el servicio proyectado contribuirá a ampliar el terreno de la enfermedad englobando los elementos de naturaleza social que se le sobreponen y con los que se termina por identificarla. En la medida en que la utopía no es posible si no es como traducción automática de ideología-realidad, las técnicas terapéuticas no responden nunca a la enfermedad, sino al doble que de ella se construye, como respuesta a las exigencias de la producción o del consumo.
Proyectar sobre estas bases la prestación de un servicio donde impera la ideología médica, totalmente privada de todo elemento utópico que prefigure una respuesta a la enfermedad, significa aceptar que se definan como enfermos (y en consecuencia que sean englobados en las diversas instituciones competentes) comportamientos que pueden ser solamente la denuncia de malestares sociales.
El deber de una programación sanitaria que quiera responder a las necesidades reales, es entonces la individualización y reconocimiento del uso que explícitamente se hace de la enfermedad de tal manera que los servicios proyectados no sirvan para dilatarla sino para reducirla.
De estas premisas es fácil deducir, a mi parecer, que es imposible proyectar un programa real para una población hipotética de 100.000 habitantes. Imposible si la respuesta se limita a desarrollarse en el terreno de la ideología, o sea de la utopía realizada sólo en beneficio de pocos, dado que no estamos en condiciones, de esta manera, de conocer las necesidades de los más a quienes debemos responder; inútil si queda encerrada en los límites de la realidad actual (que es realidad-ideología) sin trascenderla para transformarla. Debemos aprender a entender que el médico o los grupos interdisciplinarios, no organizan en primera persona los servicios sanitarios como simple respuesta técnica a una necesidad humana. Ellos se limitan a desarrollar la delegación implícita en su rol: aquélla que proviene de su pertenencia a la clasa dominante o que les permite usar el propio conocimiento técnico como instrumento de poder o de dominio sobre la clase dominada, para la cual la alternativa de explotación en el caso de enfermedad o invalidez es únicamente la exclusión o la segregación; y por lo tanto la destrucción es total.
Si esta relación de dominación está en la base de la relación entre hombre y hombre, ¿cómo suponer que la relación terapéutica entre médico y paciente esocial? ¿Y cómo hablar de profilaxis psiquiátrica si uno de los lugares más nocivos para la salud del ciudadano es la institución médica (hospitales, ambulatorios, dispensarios, centros de higiene mental) donde rige, en todos los niveles, la relación de dominio y de abuso implícita en lo estructura de nuestra sociedad? Desde el momento en que las instituciones creadas y programadas por la prevención (primaria, secundaria, terciaria) son ellas mismas reproductoras de enfermedad, la prevención no sirve más que para confirmar la función de las instituciones como instrumentos de control a través de la enfermedad que, por lo tanto, será alimentada en vez de curada.Está exenta del componente de clase implícito en toda relación s Salud y enfermedad no son términos abstractos, sino elementos constitutivos de una realidad violenta y opresiva donde el encuentro entre hombre y hombre es por sí mismo "causa" y "ocasión" de enfermedad. En este sentido las estructuras que deberían servir para su prevención, resultan del todo inadecuadas, en la medida en que no atacan sino que confirman la naturaleza de las relaciones de subordinación y de dominio, a través de la relación técnico-asistido.
En el momento en que estas organizaciones sanitarias nacen, debemos ser concientes del rol que ellas juegan. El técnico, al poner a disposición del asistido su saber, debe negar en sí el poder social implícito en su figura. La ruptura del binomio saber-poder, actualmente automático e indivisible en el rol médico, es un deber de la nueva institución asignada a la prevención de la enfermedad. Pero esta prevención puede ser posible sólo a través de la protección simultánea del técnico y del asistido, de tal modo que la realidad conserve su contradicción como contradicción natural (la presencia simultánea en la vida, de salud y enfermedad), sin que la enfermedad se transforme en un valor negativo absoluto, instrumentalizable en todo sentido, contrapuesto al único valor absoluto positivo, representado por la salud.
Mientras sea la ideología dominante la que programe los nuevos servicios de sanidad, las nuevas estructuras y los nuevos modelos, no pueden más que continuar confirmando prácticamente los valores de la clase dominante. Y esto continuará a concretarse en la organización de las necesidades de la clase subalterna, sin que se responda jamás a tales necesidades dado que la organización responde siempre a las necesidades del técnico y no a las del asistido, incluso cuando aparentemente el médico cura y el asistido resulta curado.
A esta altura se podría formular diversamente la pregunta central del cuestionario, introduciendo realmente un elemento utópico: ¿Cómo proyectar un servicio psiquiátrico para 100.000 habitantes, servicio en el cual el técnico viva prácticamente la contradicción entre su rol de poder y su saber?
Es exactamente lo que intentamos hacer en un terreno práctico institucional. Somos perfectamente conscientes que se trata de una "apuesta" absurda, impregnada de elementos autodestructivos, pero que sin embargo tiende aún —a pesar del absurdo de esta perseveración obstinada— a la búsqueda de hacer posible la vida para el hombre.
A lo mejor, por esta absurda obstinación, he sido etiquetado por los colegas franceses de "politiquiatra" y como "inmaduro afectivo". Sin embargo mi "politiquiatría" o mi inmadurez afectiva no me impiden actuar, aunque sí con enormes dificultades, en el plano práctico. Estoy dirigiendo una institución hospitalaria que sirve a un área de 300.000 habitantes. No me retiro al mundo de las ideas o de las abstracciones, sino que trato en lo posible —entre realidad e ideología— de individualizar las necesidades de la población que debería asistir. La lucha y las dificultades que encuentro en esta acción son la única confirmación de la validez de lo que vengo sosteniendo: las fuerzas más retrógradas y moderadas nos impiden prácticamente actuar y no pueden comprender cómo y por qué tantos jóvenes, provenientes de diversos países europeos, vienen a trabajar a Trieste, con el intento de transformar la realidad institucional y su función dentro del sistema social. La defensa habitual es sostener que quizás en Italia las cosas están peor que en otras partes. Pero he visto manicomios suizos, franceses, alemanes e ingleses y todos tienen la misma cara porque cumplen todos la misma función social.
Le agradezco por haberme dado la oportunidad de aclarar algunos puntos de lo que sostengo y que ha sido muchas veces mal entendido. Considere cuanto he precisado aquí, un poco concisamente, como mi respuesta a su formulario, teniendo en cuenta al mismo tiempo el programa para el área de Trieste donde estoy tratando de actuar, con la conciencia constante de los límites sociales y políticos que cada acción técnica inserta en un país occidental europeo o americano, implica.

Franco Basaglia

Para conocer a Laing


Ronald D. Laing fue un médico psiquiatra y psicoanalista escocés, y uno de los protagonistas (junto a David Cooper, Aaron Esterson, Thomas Szasz, Franco Basaglia, entre otros) del movimiento que cuestionó los usos, las ideas y los fines de la institución psiquiátrica, surgido en la década del '60, y que sería llamado antipsiquiatría.

Ronald Laing nació el 7 de octubre de 1927 en Glasgow, Escocia, en el seno de una familia de calvinistas conservadores. Estudió en la Escuela Secundaria para Varones de Hutcheson, donde brilló en Humanidades. A los 15 años, había leído a Voltaire, Marx, Nietzsche, Kierkegaard y Freud, gracias a sus voraces visitas a la biblioteca pública de Govanhill.

En 1945 ingresó a la Universidad de Glasgow, en el programa de medicina. Junto a sus estudios médicos, continuó sus investigaciones filosóficas y literarias. Se graduó en 1951 a la edad de 24. Comenzó a trabajar en la unidad de neurocirugía de Killearn, cerca de Loch Lomond, donde conoció al neurocirujano Joe Schorstein, a quien Laing después describiría como "mi padre espiritual". Schorstein, hijo de un rabino vienés, estaba inmerso en la filosofía europea y ayudó a profundizar el conocimiento de Laing de la filosofía continental. Ambos eran miembros de un grupo de discusión filosófica que se reunía regularmente en Glasgow.

Durante ese periodo había todavía una intensa tradición filosófica en Glasgow, a la cual Laing había estado expuesto. Esta tradición estaba atenta al pensamiento existencial europeo, y a la escuela escocesa relacionada, conocida como "los personalistas". De hecho, el primer libro de Laing (1960), "El yo dividido", hace específica mención de uno de los principales filósofos personalistas escoceses, John McMurray, quien afirmaba que las técnicas de la ciencia natural eran inapropiadas para el estudio de las personas.

Laing tenía planeado estudiar con Karl Jaspers, autor de la "Psicopatología General", con quien mantuvo correspondencia, pero el servicio militar era entonces coercitivo. Las autoridades decretaron que Laing debía trabajar en una unidad psiquiátrica del ejército británico en Inglaterra, donde sirvió hasta 1953. Allí, Laing formó parte de un staff que trabajaba bajo órdenes estrictas de no hablar con los pacientes psicóticos: "No debe permitir que un esquizofrénico le hable. Eso agrava el proceso psicótico. Es como promover una hemorragia a un hemofílico o como dar un laxante a alguien con diarrea. Inflama el cerebro y alimenta la psicosis". (Laing, 1985).

La psiquiatría estaba caracterizada por un fuerte acercamiento somático a la enfermedad mental, y estaban muy extendidas las terapias de coma insulínico, las terapias electroconvulsivas y las lobotomías. El primer trabajo civil de Ronald Laing fue en el Hospital Real de Gartnavel, cuyo director era Angus MacNiven. MacNiven miraba con escepticismo los nuevos tratamientos físicos para los pacientes psiquiátricos, y el staff de Gartnavel estaba abierto a terapias sociales alternativas. Fue aquí donde Laing, con sus colegas McGhie y Cameron, condujo lo que sería conocido como el "Experimento del Cuarto de Juegos" (Cameron et al, 1955).

Las instalaciones de Gartnavel estaban sobrepobladas y el staff sanitario era reducido. Laing y sus colegas se preguntaban hasta qué punto el comportamiento de los pacientes, la mayoría diagnosticado con esquizofrenia, era producto de este ambiente. Persuadieron a MacNiven de que se les concediera una gran habitación, confortablemente equipada, para permitir que 12 de los pacientes más intratables y de peor pronóstico se instalaran allí por un periodo extendido. La proporción enfermera-paciente se incrementó, y la atmósfera era generalmente más relajada. Después de 18 meses, todos los 12 pacientes habían mejorado tanto que recibieron el alta.

Un año después, de cualquier forma, estuvieron todos de regreso. Algunos de los colegas de Laing argumentaron que esto demostraba que la esquizofrenia era una enfermedad de por vida, sólo parcialmente aliviada por la influencia ambiental. En contraste, Laing sostuvo que algo estaba erróneo en el ambiente social. Las experiencias clínicas de Laing en Gartnavel formaron la base de su primer libro, "El yo dividido". El declarado propósito de Laing era "hacer la locura, y el proceso de volverse loco, comprensible". Para lo cual se apoyó en la obra de filósofos existencialistas como Kierkegaard, Sartre y Buber. Laing sostenía que el modelo médico, con su noción de que el paciente psiquiátrico era un mecanismo biológico defectuoso, deshumanizaba al paciente y ocultaba su realidad humana.

En un pasaje clave de "El yo dividido", Laing cita un extracto de Kraepelin donde el profesor alemán, inventor del término esquizofrenia, presenta a un paciente frente una clase de medicina. Kraepelin ofrece un detallado recuento del habla y el comportamiento del paciente y concluye que sus interacciones son incomprensibles, "demostrando" así la esquizofrenia. En contraste, Laing halla sentido a la conducta del paciente, que resulta inteligible si se advierte que este protestaba por ser exhibido ante un salón de lectura. Laing (1960) escribía: "Ahora parece claro que el comportamiento del paciente puede ser visto por lo menos de dos maneras... Uno puede ver su comportamiento como 'signos' de una 'enfermedad'; otro puede verlo como una expresión de su existencia humana".

"El yo dividido" apareció en 1960 después de que Laing se mudara a Londres para seguir una formación analítica en la Clínica Tavistock. Fue continuamente reimpreso durante casi 50 años y permanece como su libro más popular. En 1961 publicó "El yo y los otros", examinando los aspectos intersubjetivos de la locura. “Intento representar a las personas dentro de un sistema social o nexus de personas (…). Cada uno contribuye a la realización o la destrucción del otro.” (Laing, 1961). Después, en 1964, publica junto a Aaron Esterson "Cordura, locura y familia", un estudio de familias de esquizofrénicos que busca comprender el habla y el comportamiento de los pacientes psicóticos, en el contexto de sus relaciones familiares.

También en 1964 firma, junto a David Cooper, el libro “Razón y violencia”, “una exposición muy clara y fiel” del pensamiento existencial, fenomenológico y dialéctico de Jean-Paul Sartre, quien en el prefacio saludaba el enfoque alejado del determinismo biológico para analizar las dolencias psíquicas: “Considero altamente meritorias sus investigaciones, en particular el estudio que intentan del medio familiar tomado como grupo y como serie, y estoy convencido de que sus esfuerzos contribuyen a acercarnos al momento en que la psiquiatría será por fin humana.”

El alejamiento de Laing del mainstream psiquiátrico se completó en 1967 con la publicación de "La política de la experiencia y el ave del paraíso", una intensa invectiva fenomenológica contra la civilización autoritaria, rematada por un epílogo literario. Vietnam se desangraba en tiempo real, las revueltas del 68 se tejían en el aire, y sus puntos de vista tocaron una fibra de la generación estudiantil de la postguerra, especialmente en Estados Unidos, donde el libro fue un best-seller universitario.

Laing tuvo una gran presencia en lecturas y conferencias durante la segunda mitad de los '60. En sus charlas, agrupaba al paciente psicótico con el disidente criminal y político en una coalición de oprimidos, portadores de una auténtica declaración sobre la condición humana (Clare, 1990). En "La política de la experiencia...", Laing también retrató a la locura como un viaje de liberación y autodescubrimiento. Eso conjugaba con el espíritu de la contracultura, y tenía antecedentes literarios en los Románticos y los Surrealistas. De cualquier forma, la ortodoxia psiquiátrica lo vio como una peligrosa estetización de la enfermedad mental, y despreció sostenidamente sus teorías.

En Londres, en 1965, Ronald Laing fundó junto a David Cooper y Aaron Esterson la Asociación Filadelfia, que tenía entre sus objetivos organizar albergues para personas con perturbaciones mentales, que no querían tomar drogas psiquiátricas ni ser hospitalizadas. Estas casas, la más famosa de las cuales fue Kingsley Hall, se sostenían en la idea de que la responsabilidad personal, la vida comunitaria y la ausencia de coerción médica era la única manera de restituir el destrozado yo de las personas rotuladas como esquizofrénicas. El filme documental "Asylum" (Peter Robinson, 1972) retrata la experiencia de la Comunidad Archway.

En 1969, Laing continuó su investigación y crítica de la estructura familiar con el libro “The politics of the family” [El cuestionamiento de la familia]. En 1970, viajó a Ceylán (desde 1972, Sri Lanka) para investigar las técnicas de meditación budista, retornando a Inglaterra un año después. El ritmo de publicación de sus ensayos decayó, y el examen de algunas ideas excéntricas, como las referidas al “trauma psicológico de los fetos” (Laing, 1976) comprometieron su valor. Por esos años, Laing publicó dos colecciones de poemas breves sobre la tortuosa y obsesiva naturaleza de la comunicación humana: "Nudos" en 1970, y "Sonetos" en 1976.

En la década de los '80, Laing crió fama de alcohólico debido a frecuentes exabruptos públicos. El más leve fue en 1983, cuando fue entrevistado por Anthony Clare para un programa de BBC Radio. Llegó típicamente ebrio al estudio, pero, mientras se reponía, habló conmovedoramente de su infancia, y de su temor a estar sufriendo una "melancolía de la mediana edad", como su padre y su padre antes que él, o en sus palabras, "la típica melancolía involutiva calvinista-escocesa de cavilaciones religioso-nihilistas" (Clare, 1992).

En 1985 publicó el que se considera uno de los mejores libros de su última etapa, "Sabiduría, demencia y locura", un texto autobiográfico "de lectura obligatoria para cualquiera que sea médico o pretenda serlo" (Clare, 1990). En 1987, Laing fue privado de su licencia médica, después de una investigación realizada tras la denuncia de un paciente que lo acusó de haber estado ebrio y agresivo durante una consulta.

Ronald D. Laing murió el 23 de agosto de 1989, fulminado por un ataque cardiaco mientras jugaba al tenis con su amigo el psicoanalista Robert W. Firestone. Sus últimas palabras las gastó para pedir que no llamaran a un médico.

* Traducido y desviado por Haller para RebeldeMule, a partir de “R. D. Laing revisited”, por Allan Beveridge, en Psychiatric Bulletin (1998) pp. 452-456.

Laing y Winnicott, sus pensamientos

Cita de Winnicott que recoge parte esencial de su pensamiento, influenciado en sus inicios por Melanie Klein, fue creando un Grupo Intermedio en la Sociedad Británica de Psicoanálisis donde ingresó con su trabajo "La Defensa Maníaca", con claros guiños a Melanie Klein. Se situó entre Klein y Anna Freud, entre la interpretación de la fantasía inconsciente y la psicología del yo:
Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo.


Citas de R.D. Laing, influenciado por Winnicott, quien luchó por humanizar el tratamiento en los 60 de la psiquiatría, se le asocia con la corriente de la "Antipsiquiatría", un movimiento que no está en contra de toda la psiquiatría sino de los principios que no humanizan el tratamiento. Fue un ferviente defensor del tratamiento de la psicosis y de su relación con la familia, junto a Esterson escribieron "Cordura, Locura y Familia", él escribió "El Yo dividido" y "El yo y los otros".
Antes Cooper había escrito el libro "Antipsiquiatría".

Dice Laing:

El amor y la violencia, hablando con propiedad, son los opuestos polares. El amor permite al otro ser, pero con afecto y preocupación. La violencia intenta limitar la libertad del otro, para obligarlo a actuar de la forma que ella desea, con falta de preocupación e indiferencia.
Deberíamos dedicarnos a desaprender gran parte de lo aprendido y aprender lo que no se nos ha enseñado.
Hay gran cantidad de dolor en la vida y tal vez el único dolor que se pueda evitar es el que proviene de tratar de evitar el dolor.
La esquizofrenia no puede entenderse sin comprender la desesperación.
El amor y la violencia, hablando con propiedad, son los opuestos polares. El amor permite al otro ser, pero con afecto y preocupación. La violencia intenta limitar la libertad del otro, para obligarlo a actuar de la forma que ella desea, con falta de preocupación e indiferencia.
Deberíamos dedicarnos a desaprender gran parte de lo aprendido y aprender lo que no se nos ha enseñado.
Hay gran cantidad de dolor en la vida y tal vez el único dolor que se pueda evitar es el que proviene de tratar de evitar el dolor.
Vivimos en un momento de la historia donde el cambio es tan acelerado que empecemos a ver el presente sólo cuando ya está desapareciendo.
Que la vida sea digna de ser vivida depende de si hay amor en la vida.
Es posible la liberación y la renovación, así como la esclavitud y la muerte existencial.
Las personas creativas que no puede dejar de explorar otros territorios mentales se encuentran en mayor riesgo, es como alguien que sube una montaña, tiene más riesgo que alguien que simplemente camina a lo largo de un carril en la aldea.
La sociedad valora mucho su "hombre normal". Se educa a los niños para que se pierdan a sí mismos y así llegar a ser absurdos, es decir, hombres normales.
Hay luz, amor, alegría y frescura aún.










Feliz Año




Esta frase parece un imperativo, que cada cual disfrute todo lo posible. Ya hice mención para navidad y nochebuena de aquellas personas que no tienen un plan familiar o de amistades, por las razones que sean. Para estas personas va mi apoyo y afecto. A veces un buen libro, navegar por internet, una llamada a un viejo amigo o a algún familiar puede brindar algo de cariño. Las opciones son múltiples pero entiendo que la soledad a veces es difícil de llevar. Echar de menos a los nuestros es algo duro y vivimos en un mundo de sentimientos que se ven amplificados en estas fechas.
Siempre estará la opción de la televisión, ver esos programas "especiales" dedicados a cantantes pop o a viejas glorias. En fin, acercarnos con una sonrisa a este tipo de actividades puede hacernos la vida un poco más fértil. Como Castilla, he entendido que nos transmite a lo largo de toda su obra y en particular en "Aflorismos", la felicidad es un estado que hay que trabajar permanentemente, sin fatigarse ni rendirse. Si se lucha hacia ese objetivo es mucho más fácil encontrar el bienestar y la placidez.
Buenas noches damas y caballeros.

7 canciones de amor: http://youtu.be/34prj3YNguM

Sentimientos





Los sentimientos son los instrumentos de que dispone el sujeto para estar interesado en los objetos que le rodean. Sin los sentimientos seríamos prácticamente muebles. Carlos Castilla del Pino. Teoría de los Sentimientos.

Esta es la diferencia entre este psiquiatra que reinvindicó el papel de la psicología, y lo que es más importante, humanizó el "enfermo mental" en años muy duros. El humanismo que destila es de gran belleza y poner en primer plano los sentimientos es algo fundamental, ya que somos sujetos que nos movemos por sentimientos. No somos robots, el robot es un autómata que no tiene vida. Atiendan a sus sentimientos y respétenlos como un tesoro.

Información sobre el libro Teoría de los Sentimientos de Carlos Castilla, en este fin de año de recomendaciones literarias.

Si en 1996 Carlos Castilla del Pino nos descubría una faceta, la del excelente memorialista, todavía inédita de su extensa obra ensayística y novelesca al ganar el IX Premio Comillas con Pretérito imperfecto (Andanzas 294), ahora honra una vez más nuestro catálogo con un ensayo de su especialidad como psiquiatra, dedicado a un tema apasionante, que nos concierne muy directamente a todos en lo más hondo de nuestro ser: la afectividad y el mundo de los sentimientos.



A lo largo de este minucioso y apasionante tratado, el autor aborda, como siempre con un lenguaje transparente al alcance de todos, una de las dimensiones fundamentales del ser humano. En efecto, nuestra relación con el mundo no es únicamente cognitiva, sino que entre el sujeto y su entorno casi siempre cabe hablar de una forma de relación que va desde la búsqueda de la posesión hasta el rechazo absoluto. Los sentimientos —lo que los antiguos llamaban las pasiones del alma— no son, en definitiva, sino modulaciones del deseo; y la psicología, una investigación en profundidad de lo que conforma la esencia misma del ser humano.

Reflexión sobre una forma de psiquiatría




Existen muchas formas de hacer psiquiatría. Me envían información de alguna página web de psiquiatría y me hace pensar en qué mundos tan distintos están los psiquiatras y los pacientes. En muchos casos, los residentes, impulsados por sus maestros, realizan trabajos de investigación. Por ejemplo he leído uno interesante en el que ponen en entredicho la validez del constructo Trastorno de Personalidad Histriónico, sin embargo reinvindican la faceta exhibicionista de tal trastorno que ellos han inventado. Eso lo trabajan para futuras inclusiones o exclusiones del DSM, manual diagnóstico que hace más bien que mal. Como he dicho en otras ocasiones es difícil, a no ser de un caso puro de libro, que varios profesionales de la salud mental diagnostiquen el mismo trastorno, además hay que decir que la norma es la comorbilidad. Por ejemplo, con respecto a lo citado antes del THP tiene una clara comorbilidad con el TLP y el TNP, trastorno límite y trastorno narcisista.
Ese mundo está muy lejos del trato con el paciente. Se basa en lo que mencionaba en otros post "medicina bsada en la evidencia", decenas de estudios con el sesgo del observador y la profecía autocumplida.
La persona cambia en tratamiento y es típico que a medida que transcurre una psicoterapia deje de cumplir ciertos criterios de un trastorno mental de inicio. Por ejemplo, una persona que acude a consulta con un claro problema evitativo de la personalidad puede escorarse al polo anancástico o al TOC. Lo que importa son las personas no los diagnósticos. Recuerdo que una paciente "combativa" me dijo que esa es una frase muy bonita. Esta persona había acudido a varios profesionales recibiendo información diversa y tratos a veces duros, rígidos podíamos decir.
El encontrar un espacio donde sentirse validado y poder reflexionar sobre lo que está pasando en el mundo interno y externo requiere un esfuerzo como dice "Ana", una comentarista muy participativa. También nos dice ella que a veces, el tratamiento duele, darse cuenta de los puntos ciegos y quizá alguna intervención del terapeuta puede producir cierta cuota de angustia. Hay que diseñar un tratamiento tolerable para cada paciente. Ana emplea la metáfora de la quimioterapia, "que duele pero cura". Al respecto podemos decir que ese tratamiento orgánico no puede ser igual para una persona joven que para un anciano, ni para un hombre que para una mujer y que hay que tener en cuenta variables como el peso, el hematocrito y otras condiciones que miden los médicos. En psicoterapia hay que saber escuchar y observar, en la medida en que el paciente hable mayor será la comprensión del psicoterapeuta y más profundo podrá ser el trabajo. Los límites de la intimidad, tal y como decía en uno de sus "aflorismos", Carlos Castilla, es algo muy personal, a veces el pudor y la vergüenza también hay que tenerlos en cuenta para no violentar a la persona.

Neuropsicología

· Cognitive Psychology. 2012 Feb;64(2):1-34 .
El cerebro de las personas mayores puede ser tan rápido y preciso como el de los jóvenes.


Resumen
Investigadores del Ohio State University, en Estados Unidos, aseguran que la actividad cerebral de las personas de más de 70 años puede ser tan rápida y precisa como la de los jóvenes pese a su envejecimiento, según los resultados de una amplia investigación publicada en la revista 'Cognitive Psychology'.

Generalmente se piensa que las personas van perdiendo capacidad cognitiva a medida que envejecen, perdiendo primero la velocidad de respuesta y luego la precisión. Sin embargo, en este estudio coordinado por el psicólogo Roger Ratcliff se ha observado que, al igual que los jóvenes experimentan una mejora progresiva con la edad, el deterioro cuando llegan a mayores "no es igual de uniforme".

Hasta ahora, los estudios solían medir por separado el tiempo de reacción y la precisión a la hora de resolver ejercicios rápidos. Sin embargo, Ratcliff y su equipo utilizaron un modelo combinado para revisar ambas variables en dos grupos de niños y ancianos de diferentes edades. Los primeros en participar fueron personas jóvenes, que se sometieron a un ejercicio por ordenador en el que aparecían un número variable de asteriscos. El objetivo era que los participantes adivinasen lo antes posible si había entre 31 y 50 o entre 51 y 7, y presionasen una tecla u otra del teclado dependiendo de su respuesta.

Acto seguido, y también delante del ordenador, los ordenadores visualizaban una cadena interminable de letras desordenadas entre las que debían vislumbrar si había palabras en inglés u otros idiomas. Los resultados mostraron como hubo un aumento en la precisión y disminuía el tiempo de respuesta en ambos ejercicios conforme iban aumentando las edades. "Mejoran a medida que maduran", asegura Ratcliff.

En el caso de los ancianos, se dividieron en dos grupos de 60 a 74 años y de 75 a 90, y posteriormente realizaron los mismos ejercicios que los jóvenes. En lo que respecta a su precisión en los ejercicios, los autores observaron pocas diferencias entre ambos grupos y al compararlos con los jóvenes, con los que sí había pequeñas diferencias en los tiempos de respuesta.

No obstante, los autores no creen que esto se debiese a un deterioro de su actividad cerebral ya que, cuando cogieron práctica en ambos ejercicios, la diferencia de tiempos se redujo significativamente, "incluso en personas de 85 a 90 años", añade Gail McKoon, coautor del estudio. "Esto no significa que el envejecimiento no afecta a la velocidad de la toma decisiones", aclara Ratcliff, que advierte como estudios previos sí han demostrado un deterioro de la memoria asociativa con la edad. "Pero, en general, hay que ser más optimistas con las habilidades cognitivas de las personas mayores", concluye.

Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: www.sciencedirect.com/science/journal/00100285

"Aflorismos" y comentarios

[56] No hacer nada que nos haga perdernos el respeto a nosotros mismos, porque entonces nos colocamos en el riesgo de resbalar, como en un tobogán, por el camino de la abyección.

Esto nos invita a tener una actitud de rigor y un comportamiento adecuado a las circunstancias, de forma que podamos estar satisfecho de nuestros actos y que estos no se vuelvan contra nosotros.

[57] No hay necesidad de aceptar decálogos ni mandamientos. Busquemos cualquier forma de comportamiento que no nos depare vergüenza.
[58] La mayor parte de las cosas que hacemos tiene consecuenias irreversibles, porque todas se hacen en el tiempo y el tiempo no vuelve atrás. Por eso debemos estar atentos a lo que en cada instante, es decir, en cada presente, hemos de hacer, porque lo hecho no puede deshacerse.

Estos aflorismos invitan a la ética, como manera de estar en el mundo.

[62] El odio da a veces un sentido a una existencia. Desaparecido el objeto odiado, el odiador se vacía.

Este último aflorismo puede parecer curioso, pero el odio puede dar sentido a la existencia, sin embargo, sin la cara del amor el "odiador" disfruta a duras penas de la vida.

[63] ¿La Historia (con mayúsculas) maestra de la vida? Falso. No se aprende de la vida a través de documentos. La verdadera maestra es la historia minúscula, y esta ¿en qué se diferencia de la historia inventada? En nada. Por eso, el verdadero magisterio de la vida es la novela. ¿Quién podría vivir todo lo que le es posible vivir, identificándose, en las muchas novelas que puede llegar a leer?
[64] Hay que escribir respetando al presunto lector. Y la mejor forma de respetarlo es considerarlo de antemano inteligente.
[65] Quien no se ha hecho, mediada su existencia, una tabla coherente de preferencias y contrapreferencias está condenado a la desgracia, a la infelicidad.
[66] Es discutible hablar de felicidad, pero no de infelicidad. Si no hay felicidad en el sentido de constancia y persistencia de un estado pleno de bienestar, tales propiedades las poseen de sobra la infelicidad y la desgracia.

Cita para fin de año

Al brillar un relámpago nacemos y aun brilla su fulgor cuando morimos. ¡Tan corto es el vivir! La gloria y el amor tras que corremos sombras de un sueño son, que perseguimos. ¡Despertar es morir! Gustavo Adolfo Bécquer

viernes, 30 de diciembre de 2011

Helena Kin. Sugerencia literaria de una joven escritora.




Virginia C. Aguilera nació en Zaragoza, en 1980. Estudió Economía, vive en Zaragoza. Residió en París y Londres. Ha recibido dos premios: Premio Casino de Mieres 2011 por su obra "Helena Kín" de la editorial KRK, Colección Valkenburg. También ha recibido el Premio de Novela Juan Pablo Forner en 2011 por la novela "Mundo Salvaje" y será publicada en breve. Virginia tiene 31 años, se dedica con el comercio internacional y a la literatura como un placer con enjundia.

A finales del siglo XIX la joven Helena Kín decide recluirse en un convento de la ciudad de Pittsburg, tratando de eludir los efectos del funesto sortilegio al que decide estar sometida. Un orgulloso psiquiatra acepta su caso sin sospechar la vorágine de acontecimientos que acabarán con su prometedor futuro profesional y borrarán de su carácter cualquier atisbo de soberbia. Locura o maldición, obsesión o embrujo, Helena Kín está poseída de sensuales poderes que la subyugan, gobernando a su antojo a aquellos que la rodean y convirtiéndose en el eje esencial de una trama tejida por obscenas inclinaciones, oscuros intereses económicos y abyecto pragmatismo, en la que nada es exactamente lo que parece.

Redactada de forma epistolar, esta novela de misterio y erotismo está estructurada en dos niveles de lectura complementarios. El lector es libre de disfrutar de una narración de intriga psicológica a través de las cartas del doctor o sumergirse en una historia más profunda y mundana, con las notas del sibilino personaje señor B., para descubrir el significado alegórico de los protagonistas y las veladas referencias a personajes históricos, pudiendo compartir ideas, opiniones y puntos de vista en (www.helena-kin.com)

Para adquirirlo: http://www.casadellibro.com/libro-helena-kin/9788483673454/1897984

Pensamientos en Vida




Toda suerte de psicoterapia o tratamiento medicamentoso se deriva de la profunda conexión del paciente y del terapeuta. Del "sortilegio", esto dicho sin magia de ninguna clase, solo a modo metafórico. La psicoterapia es cosa de dos, nos decía hace unos años Leon Grinberg, quien estudió los mecanismos de identificación y contraidentificación proyectiva. Estos elementos 80 años antes eran trabajados por Sandor Ferenczi como técnicas elásticas de trabajo en el psicoanálisis.
El psicoanálisis inspiró a Carlos Castilla del Pino, pero no se quedó solo en esa fuente del saber "psi", estudió todas las ramas posibles, desde la teoría de la comunicación, el cognitivismo, la cibernética y otros modelos que dejaron huella en su legado.
Esto me animó a tener una actitud comprehensiva con la literatura científica basada en las ciencias "psi" y no ceñirme a una escuela determinada y encorsetada. Creo que tener una actitud integradora es positivo para un psicólogo y para un psiquiatra. Siendo muy esquemáticos, los psicólogos en España tienden a hacer lo que han estudiado en la carrera, esto es, modificación de conducta y técnicas cognitivistas basadas en los descubrimientos de Beck y en la técnica de la rejilla. Otros se centran en la terapia Gestalt, con su padre Fritz Perls y su continuador chileno Claudio Naranjo. Es una terapia más activa, dentro de las psicoterapias dinámicas. Lo que forjó a las psicoterapias dinámicas fue el psicoanálisis, luego en los 90 surgieron otras corrientes, por ejemplo el humanismo de Rogers y Maslow entre otros. Siempre han existido terapeutas que se han nutrido de varias corrientes, por ejemplo, mi querido R.D. Laing, quien aprendió mucho del psicoanálisis, del existencialismo y del humanismo, aquí podíamos decir como Sartre que el existencialismo es un humanismo.
El hecho que vengo observando desde hace algunas décadas es que los terapeutas, bien sean psicólogos o psiquiatras, son prisioneros de sus propias teorías, esto produce desconcierto y confusión a los pacientes, ya que incluso dentro de los psiquiatras biológicos, un psiquiatra puede diagnosticar de Depresión Mayor Recurrente y otro de Trastorno Bipolar Tipo II, y evidentemente el tratamiento farmacológico no es el mismo.
Estos últimos seres venidos de la ciencia dura conciben al sujeto como una amalgama de neurotransmisores con una dotación genética que bien se encargan de perfilar en su anámnesis. Otro hecho es que muchas personas que padecen determinados problemas, como por ejemplo un trastorno anancástico de personalidad o personalidad obsesivo-compulsiva se le medica con antidepresivos y ansiolíticos pero no se le recomienda psicoterapia. Por ello comentaba antes que en este trabajo hay una clara ráfaga de ideología que estupidiza al terapeuta. Recuerdo también un médico que me trajo un libro de tratamientos psicológico según la medicina basada en la evidencia. ¿Qué evidencia? Cómo llevar al terreno de la medición la experiencia de una psicoterapia. Un paciente puede funcionar bien con un terapeuta y mal con otro. Un paciente puede sentirse más a gusto con un modelo que con otro, con un estilo de tratamiento, con la persona del terapeuta. En definitiva, la personalidad del terapeuta es la herramienta con la que trabaja el profesional, con su bagaje y su caja de técnicas. Durante años intento leer literatura "psi" de todo tipo, sobre todo psicoanalítica, ya que me parece la más profunda y la que más jugo tiene.
La psicoterapia se acaba con el diagnóstico, allí se cercena la capacidad de crear y de alguna manera se penaliza a la persona, que se puede sentir culpable por tener un determinado trastorno mental.
Los trastornos mentales no sirven en psicoterapia, sirve proponer recursos, habilidades, aptitudes y trabajar con nuevas formas de pensar y construir la realidad. Explorar las fantasías, los sueños, las relaciones, el crecimiento emocional de esa persona a lo largo del tiempo. La psicoterapia es más eficaz que la farmacoterapia, pero para según qué objetivos. Si usted quier dejar de sentir, ya sea algo agradable o desagradable atibórrese a fármacos, si usted quiere reflexionar y hacer de su mundo, de su universo, un lugar donde pueda encontrarse con mayor bienestar la psicoterapia es lo indicado. Muchas personas recurren a la primera opción, por varios motivos, porque eso sí entra en la Sanidad Pública y porque se aplaca el dolor de manera importante, sin embargo el conflicto que lo ha ocasionado permanece y en ausencia de fármacos vuelve a aparecer el síntoma. Razón por la que muchos pacientes toman medicación toda su vida.
Soy partidario de emplear las dos modalidades, la psicoterapia y la farmacoterapia, pero, como en las comunidades autónomas más avanzadas en esta cuestión, la psicoterapia debe ser prioritaria.
A veces explico a mis pacientes que la medicación es como el apuntalamiento de una casa en construcción, pensando que cuando acude el paciente a consulta hay una forma de crisis, la psicoterapia lo que hace es diseñar como el arquitecto e implementar como el aparejador las líneas de ese edificio y darle forma, los obreros serían el esfuerzo, el compromiso,confianza, la constancia y la curiosidad que necesita el paciente para poder llevar ese trabajo "a la limón" a buen curso.
Hay que amoldar la teoría a la persona y no al revés. Hay que rechazar hacer "interpretaciones inteligentes", que pueden resultar dañinas o robarle la idea (interpretación) al paciente. Hay que cambiar profundamente el modo de entender a la persona con problemas psíquicos y darle un estatuto de persona con un potencial de salud y una capacidad yoica suficiente para poder revertir la perspectiva y cambiar, aunque eso sea difícil, es posible.
En la época de la rapidez, la urgencia y las prisas, pararse semanalmente a pensar y compartir con el otro aspectos relacionados con sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas puede resultar para muchos fatigoso.
Por ello es bueno dar cierto descanso aprovechando fechas festivas o puentes, siempre y cuando el tratamiento sea sólido.
El encuadre analítico no está diseñado de manera caprichosa o aleatoria, es una confluencia de variables para que el trabajo pueda resultar exitoso, esto lo tiene que respetar el profesional y el paciente.

Existe un libro que quizá conozcan, fue bestseller en Argentina durante mucho tiempo y es de un escritor y antiguo terapeuta llamado Jorge Bucay, muchos lo detestan, a otros le encanta, mi opinión es que roba conceptos de otros y hace libros a nivel divulgador que se venden como libros de autoayuda, el libro se llama "Déjame que te cuente". En ese libro, Demian tiene una terapia con "El Gordo", Jorge Bucay, y el gordo interviene con cuentos, fábulas y metáforas que representan lo que el paciente dice. Invita a pensar sin lugar a dudas.
Es otra recomendación navideña. Un abrazo. Rodrigo Córdoba Sanz.

Más regalos de Carlos Castilla del Pino

Ayer tras una intensa jornada, muy gratificante y bella, aunque en estas fechas existe cierto alborotamiento al mismo tiempo que una pantalla de alegría llegué a casa y tras cenar me fui a la cama a leer con avidez los "Aflorismos" de Carlos Castilla del Pino. Un paciente, seguidor de la obra de Castilla y terapeuta gestalt, una persona con profundos conocimientos y una vida interna realmente interesante me dijo hace unos pocos meses que había empezado a leer en el tranvía la obra de este autor. Como ya les dije en post anteriores, no es solo un personaje ilustre o un científico brillante o un psiquiatra preciso o un escritor, es y fue un gran humanista que sigue siendo recreado y reinventado por aquellos que se formaron con él o que lo han leído desde hace años. Pueden obtener sus obras en cualquier librería, si les gusta hacerlo online, donde tendrán más posibilidades de encargar estas obras, pueden hacerlo en paradox.com, en la casa del libro o en otras que conozcan. Yo la compré en la FNAC cuando iba a hacer un regalo. Regalé para otros y para todos nosotros, es un libro asequible económicamente y a nivel de lectura, basado en citas. Con él me acosté pensando en que hoy escribiría algunos de los pensamientos que más me habían calado. Los comparto con todos ustedes, como regalo de navidad. Ya que invitan a transformar la perspectiva y la concepción de la realidad. Invitan a reflexionar y además son de una sencillez verdaderamente aclaratoria. Referencia: Carlos Castilla del Pino. "Aflorismos. Pensamientos Póstumos". Tusquets. Está editado en septiembre de este año y debería estar en toda librería que se precie. Un caluroso abrazo, Rodrigo. Ahora les dejo con el maestro.





[37] Vivir es una cosa: más o menos, vegetar. Estar vivo es participar.
[39] La amistad a algunos, el amor a una o uno. No son intercambiables. Se precisa amar y amigar.
[40] Ser más que otro es imposible: nadie comienza siendo igual al que se anhela superar. O sea, cada cual es el que es, y puede ser mejor, eso sí, pero solo respecto del que era antes.
[41] Competir con uno mismo exige saber quién se es y, luego, ser más de lo que se era.
[42] Ser como otro: imposible. Nadie puede dejar de ser quien es, ni siquiera quien ha sido.
[43] La tristeza se combate solo desde uno mismo, a sabiendas de que nunca se ha acabado de ser y, por tanto, de vivir.
[44] Uno solo puede mandar sobre sí mismo, del que sabe de su vida incluso íntima; de nadie más, porque la intimidad de los otros es inaccesible.
[45] La intimidad existe para descansar de las otras formas de vida.
[46] La intimidad no son solo mis fantasías no necesariamente pueriles y vergonzantes. Lo es también lo que yo me atrevo a pensar o a sentir de los que conmigo viven.
[47] La intimidad está bien donde está. Dejarla pasar al espacio público es obscenidad.


Respuestas a las preguntas de Emilio de Sevilla

¿Sigue teniendo vigencia empírica la Teoría del apego de Bowlby?
Sigue teniendo evidencia clínica. No obstante, en el trabajo de la psicología y la psiquiatría también hay un componente de ideología, en el sentido de que cada profesional tiene un esquema conceptual de referencia operativo. Tiene un marco teórico y una praxis. Si seguimos la práctica en función de la teoría nos equivocaríamos porque estaríamos instalando prejuicios. Por otro lado, si escuchamos a los pacientes en sus relatos sobre sus recuerdos de los primeros años podemos avalar la teoría de Bowlby en gran medida.
Hay que decir que esta teoría no se basa solo en especulaciones psicoanalíticas sino que se fundamenta en la etología y en experimentos, por lo cual fue "resistido" por el establishment
psicoanalítico, es decir Anna Freud y Melanie Klein. Lo importante no es lo que digan tanto los libros como lo que diga el paciente, cada sujeto es singular y no deben existir pre-textos técnicos ni teóricos para amoldar al sujeto a una teoría en particular.

¿Existe alguna correlación entre cuadros ansioso-depresivos y el papel de la figura materna o paterna durante los dos primeros años de vida?
Según las teorías psicodinámicas sí, pero prefiero ser prudente y como mencionaba en la pregunta de arriba debo decir que eso depende de la persona porque los trastornos mentales son multivariables, esto es, tienen múltiples causas, hay quien da más peso a lo genético, otros a lo ambiental, otros a los estímulos (conductistas), otros a los pensamientos (cognitivistas). Bajo mi punto de vista es atender a todos estos factores y no perder demasiado tiempo en hipótesis etiológicas sino en la búsqueda de soluciones. Las especulaciones teóricas son para el profesional, no tanto para el paciente. Las interpretaciones las tiene que hacer el paciente. El terapueta tiene que ser un asistente, tal y como en baloncesto un base puede dar un pase para que el pivot meta una canasta.

¿Es el locus de control externo utilizado como mantra exculpatorio por personas diagnosticadas como obsesivo-compulsivas?
El "locus de control externo" es considerar que son factores exógenos-externos los responsables de las acciones del sujeto. Esto sucede en personas de todo tipo, con o sin problemas psíquicos. No es algo escecífico del espectro obsesivo. En todo caso es un problema para que la persona pueda hacerse responsable y cargo de sus problemas para poder movilizar los recursos y potenciales de salud. En último término puede facilitar tomar actitudes derrotistas y victimistas.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Aflorismos

Vivimos (para bien o para mal) de la imagen que se tiene de nosotros. Viviremos en los demás (para bien o para mal) del recuerdo de la imagen que se tuvo de nosotros.
No hay profundidad sino acierto al interpretar lo que el otro nos dice tras la palabra o el gesto.
No te exhibas. Que los demás te descubran.
La decencia no se proclama; se practica. Y que los demás la deduzcan.
Estar en el mundo como de visita. Reserva la toma de postura para cuestiones de principio.
Aflorismos. Carlos Castilla del Pino

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Jugar en el Trabajo en serio


Aflorismo número 9 de Carlos Castilla del Pino.
[9] Haz de forma que sea impropio decir de ti que trabajas, porque juegas.

1ª Edición: septiempbre de 2011.
Herederos de Carlos Castilla del Pino.
Tusquets. Barcelona.

Esta aflorismo me invita a asociarlo con la teoría psicoanalítica, en particular con Winnicott. Quien está en la línea de trabajar en la sesión hasta conseguir que sea un juego, un "playing", esto es, un juego sin reglas, distinto al "game". Para DWW es fundamental llevar al paciente a ese terreno de experiencia que se ubica en el espacio transicional y donde tienen lugar los fenómenos de transferencia y contratransferencia en una atmósfera cálida y distendida. Para él, el medio ambiente era primordial para el desarrollo armónico de la persona, y esto lo plasmaba en su clínica. Dice Winnicott sobre el jugar:




En la conferencia "Sum, Yo soy" (1968), Winnicott comenta:
La creatividad es inherente al juego, y quizá se la encuentre solo allí. El juego de un niño puede consistir en mover ligeramente la cabeza de tal modo que, a causa de la interacción de la cortina con una línea que hay en una pared del otro lado de la ventana, por momentos ve una sola línea y por momentos ve dos. Esto puede mantener ocupado a un niño (o a un adulto) durante horas. ¿Podrían decirme si un bebé al que se alimenta alternativamente con ambos pechos tiene la noción de dos o se trata al comienzo de la repetición de uno? Tal vez sean capaces de captar esas actividades lúdicas, pero no puedo decirles cómo. Supongo que conocen las respuestas a este problema.

Y en otra conferencia, "El jugar y la cultura" (1968), apunta:
Para mi sorpresa, he comprobado que el juego y el jugar y los fenómenos transicionales forman la base de la experiencia cultural en general, y, por ende, lo que indagaba concierne a la mayor parte de nuestras vidas. Incluso en este preciso momento estamos aquí en este espacio potencial, y sin un quehacer materno suficientemente bueno, este debate nos resultaría ajeno.
Por consiguiente, en mi formulación del jugar he considerado fundamental que:
El jugar es siempre excitante.
Es excitante, no por el trasfondo instintivo, sino por la precariedad que le es inherente, ya que siempre se ocupa de la filosa arista que existe entre lo subjetivo y lo que es percibido objetivamente.
Lo que es válido para el juego, lo es asimismo para la Pasión según Mateo que dentro de unas semanas presentarán en el Festival Hall, donde estoy casi seguro de que me encontraré con colegas.


Como dice un gran lector e intérprete de Winnicott, además de compañero de Castilla, el Dr. Javier Lacruz Navas: El jugar o el estar jugando implica una acción creativa, un movimiento que informa acerca de un sujeto vivo, maduro y sano.

Fuentes: "Aflorismos", de Carlos Castilla del Pino y "Donald Winnicott: Vocabulario Esencial", de Javier Lacruz Navas.

martes, 27 de diciembre de 2011

Sobre el libro Aflorismos



Afloramiento: m. Efecto de aflorar.
Aflorar: 3. Dicho de algo oculto, olvidado o en gestación: Surgir, aparecer. (Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, vigésima segunda edición, 2001)

Aflorismo. Algo que se me ocurrió, surgió o me apareció de manera más o menos inesperada.
Aflorismos. pl. Colección de aflorismos.
Y como afloraron -en cualquier lugar, en cualquier momento-, los llamé, al comienzo del siglo en que estamos, aflorismos. No es disculpa; es mera información.
El aforismo concluye. El aflorismo comienza; no acaba donde concluye.

Carlos Castilla del Pino
Casa del Olivo, abril de 2008

Un trabajo de un gran humanista, científico y en particular psiquiatra novedoso, estudioso de grandes ámbitos del trabajo científico y, bien se pudiera decir, un hombre y en particular un "andaluz universal". Encabezó un movimiento científico e intelectual para humanizar el tratamiento del enfermo mental. De la talla de otros grandes científicos europeos y americanos, quizá no llegó a trascender tanto a nivel internacional por la situación de la España de la Guerra y Posguerra. Los que nos hemos asomado a las rendijas que deja Carlos Castilla hemos descubierto la precisión, la erudición, el rigor, la fundamentación sin especulaciones insostenibles y el trabajo infatigable de un amante de la ciencia, la literatura, las humanidades y la psiquiatría en particular. Un ser humano especial que deja boquiabiertos a los que quieren aprender ese vocablo que acuñó Castilla: "psico(pato)logía", y que reune la psicología, la psiquiatría y la psicopatología en un continuum, donde todo ello se entiende de una manera comprehensiva.

Tal vez un día el hombre, cansado de preparar, explicar, convencer, llegue a escribir solo aforísticamente. Samuel Johnson.


Les invito a leer su obra, este trabajo permite ser un libro de mesita de noche, para compartir las ensoñaciones con la persona de Castilla. Quizá se levanten pensando en uno o varios aforismos. Aunque pudieran parecer autónomos, también mantienen un hilo conductor, que es precisamente la línea discursiva y de pensamiento de este gran hombre. Es triste que haya tenido que fallecer tras luchar en varios frentes para ser (re)descubierto. Su obra se ha reeditado e invito a leer sus trabajos porque es la mejor forma de entender qué es la psicología. Este trabajo es fácil de leer y muy profundo, invitando a reflexionar de manera poética dejando la cláusula abierta para que concluya el lector lo que transmite Carlos Castilla.

Les dejo con los 4 primeros Aflorismos de un total de 844.

[1] La felicidad -ya me entienden- no se la encuentra; se construye.
[2] De competir, con uno mismo, nunca con los demás. Se pueden aprender, y desaprender, ambas cosas.
[3] Competir con alguien es una forma (soterrada) de envidia hacia él: querer ser más que el otro, o sea, dejar de ser menos que él.
[4] El motivo de nuestros actos está siempre en nosotros. Dejémonos de atribuirles causas externas: no hay razón para conferirles primacía.

Entrevista a Carlos Castilla del Pino

Carlos Castilla del Pino: "La gran derrota es no poder realizarse".
- En su vocación precoz tuvo una gran importancia Ramón y Cajal. ¿Qué le fascinó de su biografía?

- Recuerdo que el segundo libro serio que leí fue 'Recuerdos de mi vida', de Santiago Ramón y Cajal. Y como quería ser médico y no arquitecto, como deseaba mi padre, me fascinó su figura, la de ese hombre heróico que trabaja solo, a veces en la miseria, con unos medios ridículos en la España de entonces, de absoluta atonía en indiferencia hacia la ciencia. Me fascinó su heroísmo, ese estar contra todo y a pesar de todo.

- Con 84 años todavía pasa consulta. ¿No concibe la idea del retiro?

- Mire usted, la concebiré cuando yo sea consciente de mi incompetencia. Y si me la hacen ver los demás, espero tener el suficiente aplomo como para pensar que ya no sirvo y que debo retirarme. Pero de momento no, porque a mí la consulta me fascina en el doble sentido de poder aliviar y también de poder aprender, y lo digo sin arrogancia. Uno aprende porque la figura del ser humano es irrepetible y cada uno es, no ya de su padre y de su madre, un universo. Por eso considero que vivo una vida de excepción frente a muchos amigos míos que son muy inteligentes y que a veces se asombran de lo que yo he vivido.

-¿Qué es lo que más valoraba de los aprendices que pasaban por el dispensario o de sus alumnos?

- En muchos de ellos he valorado su inquietud intelectual. Y en todos en general, me enorgullece mucho la moral del trabajo, es decir, el saber que viven su trabajo con entusiasmo y que, en gran parte, ellos consideran que ese entusiasmo se lo contagié yo. La moral de trabajo, es decir, vivir la profesión seriamente.

- ¿Usted dice, además, que "el gran fracaso es no poder realizarse".

- Sí, esa es la gran derrota, no llegar a poder ser, ni siquiera asomarse al que se deseó ser.

- Es autor de 'Un estudio sobre la depresión'. ¿Cree que la educación puede ayudar a prevenirla?

- Hoy se habla mucho de depresión, pero las verdaderamente serias, que tienen un carácter casi psicótico, son relativamente escasas, y en ellas los factores genéticos son decisivos. Mientras que hay otras depresiones, que se han llamado reactivas, que están muy ligadas a circunstancias biográficas y, sobre todo, a la culpa y al sentimiento de fracaso personal, por no haber podido llegar a ser lo que uno ha querido ser, porque no estamos hablando de una ambición imposible. Si uno quiere ser Napoleón, naturalmente es ridículo, se trata de que uno ha deseado ser algo que era posible, y que dependía de su capacidad para poner la carne en el asador.

- ¿El estrés o el estilo de vida acelerado influye?

- No, el estrés produce cansancio, fatiga y, a veces, un deseo de tirar la toalla. Pero lo que sí ocasiona la depresión es, muchas veces, la competitivad. Mucha gente yerra cuando lo que trata de ser es más que el otro. Uno tiene que ser el que quiere ser, no ser más que, porque eso es imposible.

- Científico, académico de la Real Academia, ensayista muy celebrado... ¿Se ha enriquecido gracias a otras disciplinas?

- Desde luego. Yo he tenido un interés fundamental que ha sido la psiquiatría y la psicopatología, pero después he creído siempre que las disciplinas no son compartimentos estancos. He conocido muchos científicos eminentes en su ciencia y, sin embargo, cuando uno los trata experimenta una gran decepción porque no se han enriquecido como seres humanos.

Realmente, uno no puede vivir todas las vidas, y la mejor manera de vivirlas es sumergirse con la literatura. Cuando uno lee 'Madame Bovary' uno vive la vida de esa desgraciada mujer que, en su vida, no se la tropezaría. Y quien dice 'Madame Bovary' dice 'Guerra y paz', 'Crimen y Castigo' o los personajes de Chejov, que me seducen muchísimo, es uno de mis autores preferidos.

- A los profanos nos extraña que los científicos atribuyan tanta importancia a la creatividad en sus investigaciones. ¿Está de acuerdo?

- Sí, creo que los grandes científicos la tienen. Einstein, Max Planck, Gödell, entre otros muchos, son hombres que jamás visitaron un laboratorio, todas sus experiencias son puramente mentales. Y, sin embargo*, han revolucionado la visión, la cosmología... Esa gente no ha vivido la cosa empírica, sino, simplmente, en un mundo mental. Todas sus operaciones son abstractas, ni el cero ni el infinio existen, son creaciones de los matemáticos y, sin embargo, fíjese si han tenido utilidades. Después, vienen los artesanos. Pero el gran científico está sumido en la propia creatividad, en ese mundo pueramente suyo, como el artista. De Beethoven se conocen 12 borradores de la novena sinfonía.

- Son muchos años compaginando trabajos, impartiendo docencia... Seguramente en su profesión profesional ha seguido un puñado de máximas, ¿cuales?

- Mire usted, yo creo que es importante que de niño se sepa quién se es para saber qué se puede y qué no se puede hacer**. Ma parece muy importante que se haga tomar a los niños conciencia de su propia identidad. Y también inculcarles qué quieren ser. Yo se lo pregunto muchas veces a mis pacientes niños, y no con esa curiosidad de: "Oye, tú, qué quieres ser cuando seas mayor", sino qué quieres ser de verdad, seriamente. Los niños deben tener un proyecto, aunque su contenido pueda cambiar y después de ingeniero se quiera ser ciclicta. La tercera cosa es vivir apasionadamente.




- Carlos Castilla del pino. Psiquiatra. (Biografía).
Entrevista: Rosario Sepúlveda.
Fotografía: Andrés Fernández.
Periódico: El Correo. Sección: Infoempleo.
Domingo 13 de mayo de 2007.

Aflorismo de Carlos Castilla del Pino




En el libro "Aflorismos. Pensamientos Póstumos", se realiza un trabajo exquisito. Se recogen las anotaciones que iban a cristalizar en trabajos de Carlos. Su mujer y amigos pensadores se reunieron junto a él y este es el legado que nos brinda su muerte, la vida de unos pensamientos que lejos de la divulgación y la autoayuda nos invitan a reflexionar sobre lo que el concibe como la Teoría del Sujeto, donde trabajó e investigó tanto. Sus obras son auténticos tratados y siempre fue muy valorado, aunque tal vez su ideología cayese en en un momento de represión. Por otro lado fue un hombre "con chispa", especial, que deslumbraba al otro. Más cercano a las mujeres que a los hombres, algo esquivo y huidizo, ensimismado en sus pensamientos, él nos dice:
"No soy; me hacen ser. Somos imaginados por los demás".

lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Qué es un neurótico?

El término neurosis fue propuesto por el médico escocés William Cullen en 1769. Desde entonces ha ido tomando diferentes denotaciones y connotaciones deryivadas de la época en la que se ha desarrollado. Las patologías han cambiado, por ejemplo las histerias de la época de Freud no se dan así. Ocuparían otras nosologías. El término neurosis resulta peyorativo, sin embargo es una Torre de Babel que no tiene una clara definición. Desde la psiquiatría y psicología académicas no se habla de neurosis desde hace varias décadas. Ahora se reunen esos "sabios" con pruebas empíricas de trastornos y (dicen) estadísticas para llegar a un consenso sobre los trastornos que se recogen en el DSM. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, un libro que ahora está en su texto revisado y lleva ya sin cambiar demasiado tiempo.
La neurosis es lo más cerca de la salud. Ser neurótico no es ser enfermo, hay grados de neurosis. Existen neuróticos muy creativos que han vivido la vida (y viven) de manera muy satisfactoria, sin embargo, como se suele decir, tenían o tienen sus manías. Existen presidentes, ministros, personas de todos los estratos sociales que tienen neurosis, por ejemplo Churchill tenía miedo a hablar en público y se imaginaba para que la situación fuera menos incómoda, que sus interlocutores tenían "tomates" en los calcetines. De ese modo la situación se tornaba hilarante y más distendida para él.
La neurosis también se asocia a la ansiedad, el valium y el orfidal (lorazepam) son los fármacos de este milenio, como el prozac lo es para la depresión.
En definitiva, se puede ser neurótico pero eso no indica que se tenga una enfermedad necesariamente, así es como lo entiendo yo. La enfermedad existe siempre y cuando haya sufrimiento o se haga daño a otros. También hay que indicar que existen muchas personas que no tienen conciencia de tener un problema, es lo que se llama egosintónico, esto sucede, por ejemplo, con los trastornos de personalidad. Sin embargo también sucede lo contrario, personas que sobredimensionan su trastorno y lo llevan a un estilo de vida, a un leitmotiv, sobre el que gira su vida, sus aficiones, etc. Eso sí sería un caso de neurosis, en el mejor de los casos que estaría cerca o en la enfermedad. Pero ahora no existe una definición clara de la neurosis. Fue Freud quien más profusamente habló de la neurosis y sus continuadores.

Interpretación de los tres grandes cuadros nosográficos: "demencia precoz", "paranoia" y "neurosis"

Dice Ferenczi en 1909, como implicación clínica del concepto de "Introyección", lo siguiente, antes matizar que su teoría se sustenta siempre en la clínica:

Para comprender mejor el carácter fundamental del psiquismo de los neuróticos (der Neurotiker) comparemos comportamientos al de los dementes precoces (Dementia Praecox) y al de los paranoicos (und Paranoia).
Mientras que el demente aparta totalmente su interés del mundo exterior, se hace infantil y autoerótico... (...)El neurótico siempre está buscando objetos de identificación, de transferencia; ello significa que atrae todo lo que puede a su esfera de intereses, los "introyecta".
El paranoico (Der Paranoische) intenta hacer lo mismo -que el demente sin conseguirlo por completo. Es incapaz de apartar su interés del mundo exterior; se contenta con rechazar tal interés fuera de su "yo", con proyectar al mundo exterior tales deseos y tendencias.

La historia del desarrollo individual del yo -u ontogénesis-, vista a través de la experiencia psicoanalítica, nos convencerá de que la proyección paranoica y la introyección neurótica no son más que exageraciones de los procesos mentales cuyos elementos se hallan en todo hombre "normal".

En la neurosis observamos un proceso diametralmente opuesto -al de la paranoia-... el neurótico intenta incluir en su esfera de intereses la mayor parte de posible del mundo exterior, para hacerla objeto de fantasías conscientes o inconscientes.
[Aquí vemos como se aproxima al concepto de introyección].

En el otro breve escrito de 1912, que nos sirve también de referencia y base respecto a la conceptualización de este mecanismo de introyección, nos dice textualmente Ferenczi:

He descrito la introyección como la extensión del interés de origen autoerótico al mundo exterior, mediante la introducción de los objetos exteriores en la esfera del yo. He insistido sobre esta "introyección", para subrayar que considero todo amor objetal (o toda transferencia) como una extensión del yo, o introyección, tanto en el individuo normal como en el neurótico.

Sobre estas fechas

Estos días, haya abundancia en las comidas, compañía o no, resultan uno días extraños. No es atípico el hecho de que cierto grupo de personas se estremezcan con sus recuerdos y la nostalgia. El hacer un balance del año lleva a ciertos quebraderos de cabeza que nos colocan en un lugar de la pérdida. La enfermedad, la soledad, todo ello se vive amplificado.
En unos post más abajo hablábamos del apoyo, o de la relación anaclítica, otros hacen referencia al enamoramiento y piensan en él con la intención de entender algo que solo se puede vivir, el amor, que fluye en estas fechas junto a su contrapartida que es la situación, por ejemplo, que están viviendo en la Casa Real, donde debieron de hacer la cena, tal y como decía Peñafiel, por videoconferencia, también es un momento donde se encuentran personas en situaciones distendidas pero forzadas, es parte de la impostura que hay que llevar durante estos días.
Sin embargo creo que se puede disfrutar mucho cuando hay pequeños en la familia, algún nieto, algún sobrino, algún primo. Son momentos dulces para jugar con sus regalos con ellos y dar sentido al materialismo del obsequio. Lo hermoso es que ese regalo cobre vida en la relación con la persona, no tanto el regalo en sí mismo.
Me estoy acordando de una persona, que cuesta trabajo ganar su confianza, una persona interesante, amplia de miras pero herida. Esta persona ha construido una barrera protectora un tanto rígida que reprime el dolor y organiza su vida de una forma casi nihilista, con poca esperanza. Los que trabajamos en psicoterapia podemos darnos cuenta de donde está esa persona y hasta donde puede llegar, como decía Vittorio Guidano, la capacidad de autocrecimiento del ser humano es ilimitada, independientemente de las neurosis que pueda tener. Otra persona escribió sus objetivos para este año y uno de ellos era que este año fuera tan bueno como el anterior. La persona está en constante crecimiento y a veces nos conformamos con una vida que está en movimiento, como es el caso que cito, pero con cierto dolor como mar de fondo. Esta persona ha realizado cambios notables a nivel conductual pero sus sentimientos, su autoconcepto y su identidad siguen estando heridas. En el transcurso de la psicoterapia está mostrándose más auténtica, descubriendo su potencial y vibrando con cada nota que la vida le proporciona, a veces con un tono agradable y otras desagradables, son las cosas de la fina sensibilidad.
El desamor en estas fechas es otro factor a tener en cuenta, el estar en una situación de crisis o en trámites de separación o litigios varios es una incomodidad que creo, hay que postergar a que pasen estos días difíciles, difíciles por que las emociones, como decía arriba se sienten a flor de piel.
Hay que pensar que el nuevo año es una nueva oportunidad para encontrar una nueva óptica a la vida, un sentido, un significado a la existencia, al dolor, un espacio amplio para el humor, la sonrisa, la compañía. Esto está al alcance de todos. No todos somos iguales, es obvio que hay que respetar las particularidades de cada cual pero el objetivo es el bienestar. La salud, no como negativo de la enfermedad sino como una forma de vivir donde merezca la pena de ser vivida. Una vida creativa, productiva, donde la enfermedad, de existir sea algo que de paso a la reflexión y a vivir con plenitud. Eso que llamaba Maslow, la autorrealización resulta casi una quimera para mucha gente, sin embargo, aun estando inscritos en esta sociedad de pocos valores humanos y más "valores" del mercado, podemos luchar como Don Quijotes, un buen ejemplo de ello es el protagonista de la película Midnight in Paris, de Woody Allen, quien se da cuenta que vivir en la nostalgia, en el pasado, y añorando lo que no ha vivido no le va a ayudar a disfrutar del presente. Centrarse en que cada instante sea un momento glorioso, lleno de vida y color es un objetivo alcanzable. Muchas personas lo hacen. Otras tienen más dificultad para conseguirlo. Pero no es una quimera. Esa película de Woody Allen, como otras que ha escrito y dirigido el genio transmiten no solo el componente de comedia sino que se entresacan lecturas muy interesantes para pensar. Al final, el romántico, nostálgico y quijotesco personaje consigue, tras separarse de su prometida, llevar la vida que siempre había querido tener, dejar la escritura mecánica de los guiones de Hollywood y centrarse en escribir novelas. La magia de Paris, y su gusto por la lluvia le lleva a poder disfrutar y madurar a lo largo de la película. Nota: Madurar no significa "normalizarse", palabra horrorosa, la belleza de las personas y la sutileza de, la creatividad está en las variaciones que muestran los seres humanos. Ferenczi, por ejemplo, tras analizarse con Freud dijo que se había normalizado demasiado, eso produce tedio y hastío. La psicología académica tiende a que desaparezcan los síntomas y a normalizar a la persona, como si de una fábrica de personas normales se tratara. Cada persona tiene su chispa, única e intransferible, su sello de identidad.
El objetivo, es pues, vibrar con cada nota de la música, disfrutar de un libro, de una película, de los niños, de un paseo, de la familia, de la soledad. Todo es posible en un mundo construido con los moldes del amor propio, es decir, un narcisismo sano y bien apuntalado. La vida puede ser muy bella aunque a veces nos cuesta trabajo darnos cuenta.
Que el próximo año y lo que queda de este sea un momento para tomar carrerilla para plantearse en serio estos objetivos que solo el ser humano por su condición se puede plantear.