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Paz y Ciencia

sábado, 10 de diciembre de 2011

Psicología positiva y la herencia de la medicina

En psicología está emergiendo con fuerza la corriente de la psicología positiva, que trata de fortalecer los potenciales de salud. Un trabajo psicoterápico, ya lo decía Abraham Maslow por los 60 tiene como fin la "autorrealización". Ese movimiento humanista influyó notablemente en la psicoterapia, fueron años convulsos donde se cambiaron muchas pautas de tratamiento psiquiátrico y psicoterápico.
Las personas se sienten extrañadas en un contacto con un profesional de la salud, como un psicólogo, cuando se le intenta incentivar y potenciar sus recursos personales, aficiones, el ocio, lo lúdico, la diversión, la creatividad, elementos que alimenten el bienestar. Se podría decir que están "condicionados" o troquelados por la experiencia durante años con el pediatra primero y luego con el médico de atención primaria que les atiende en base a una exploración, diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Un tratamiento normalmente de tipo medicamentoso y en todo caso alguna pauta conductual.
Cuando llegan a una consulta "psi" y se les estimula a trabajar sus recursos de salud, construir salud y crecer mentalmente les choca de primeras. Esperan una especie de forma de ortopedia del yo, que les diga que deben hacer día a día para sentirse bien. Eso sería depender del terapeuta y tendría en poca consideración la autonomía del paciente. De ahí que los tratamientos conductuales sean más superficiales para aliviar el nivel de vida pero sin una intención de la "conducción de la cura" del psicoanálisis. Es cierto que no todas las personas requieren un psicoanálisis. Para ello realizamos unas entrevistas de valoración y psicodiagnóstico que indique cuál es la mejor manera de ayudar a esa persona. Otra diferencia con respecto a la medicina clásica es que el sujeto es activo, no pasivo. Se requiere un feedback por parte del paciente para establecer objetivos, por ejemplo. Objetivos gradualmente más complicados. En psicoanálisis el paciente debe hablar sin censurar lo que se le pase por la cabeza, abrirse con la confianza que vaya sintiendo en cada momento del tratamiento para obtener su curación. Algunos pacientes vienen para aliviar y curar sus síntomas otros para resolver problemas interpersonales y otros para problemas muy diversos; casi se podría decir que en alguna ocasión inaprehensibles.
La herencia de la medicina ha hecho que parte del vocabulario se haya heredado. Por ejemplo, recuerdo a una estupenda e inteligente muchacha, rebelde e inteligente que cuando le dije que le iba a dar el alta musitó a su madre que "ella no estaba enferma". Son jergas que en el enfoque humanista no se utilizan pero integrar todos los modelos resulta complicado.
La psicología positiva está presente desde hace mucho antes que Seligman, los psicoterapeutas han realizado curas intentando desarrollar sus capacidades, aptitudes y recursos.
Por tanto, creo que lo más eficaz para un tratamiento es seguir lo estudiado por la medicina y el legado que nos ha dejado; desde la Clínica de Jung, hasta Freud y Breuer, pasando por los psicoanalistas modernos y los psicólogos gestálticos y humanistas. Creo que esas líneas de trabajo son donde me siento cómodo y creo que son las que más profundizan en el sujeto. Las que más importancia dan a la relación terapeuta-paciente y las que mejores resultados pueden obtener. Hay que mencionar que en las universidades se estudia psicología cognitivo-conductual por lo que todo psicólogo español conoce esa forma de trabajar pero es la especialidad en psicoterapia la que inclina hacia una forma de trabajo u otra. También los pacientes, sin lugar a duda, nos enseñan mucho día tras día.
Repetimos lo que Winnicott en su libro "Realidad y Juego" pone en los agradecimientos: "A mis pacientes que pagaron por enseñarme".

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