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Paz y Ciencia

viernes, 30 de diciembre de 2011

Pensamientos en Vida




Toda suerte de psicoterapia o tratamiento medicamentoso se deriva de la profunda conexión del paciente y del terapeuta. Del "sortilegio", esto dicho sin magia de ninguna clase, solo a modo metafórico. La psicoterapia es cosa de dos, nos decía hace unos años Leon Grinberg, quien estudió los mecanismos de identificación y contraidentificación proyectiva. Estos elementos 80 años antes eran trabajados por Sandor Ferenczi como técnicas elásticas de trabajo en el psicoanálisis.
El psicoanálisis inspiró a Carlos Castilla del Pino, pero no se quedó solo en esa fuente del saber "psi", estudió todas las ramas posibles, desde la teoría de la comunicación, el cognitivismo, la cibernética y otros modelos que dejaron huella en su legado.
Esto me animó a tener una actitud comprehensiva con la literatura científica basada en las ciencias "psi" y no ceñirme a una escuela determinada y encorsetada. Creo que tener una actitud integradora es positivo para un psicólogo y para un psiquiatra. Siendo muy esquemáticos, los psicólogos en España tienden a hacer lo que han estudiado en la carrera, esto es, modificación de conducta y técnicas cognitivistas basadas en los descubrimientos de Beck y en la técnica de la rejilla. Otros se centran en la terapia Gestalt, con su padre Fritz Perls y su continuador chileno Claudio Naranjo. Es una terapia más activa, dentro de las psicoterapias dinámicas. Lo que forjó a las psicoterapias dinámicas fue el psicoanálisis, luego en los 90 surgieron otras corrientes, por ejemplo el humanismo de Rogers y Maslow entre otros. Siempre han existido terapeutas que se han nutrido de varias corrientes, por ejemplo, mi querido R.D. Laing, quien aprendió mucho del psicoanálisis, del existencialismo y del humanismo, aquí podíamos decir como Sartre que el existencialismo es un humanismo.
El hecho que vengo observando desde hace algunas décadas es que los terapeutas, bien sean psicólogos o psiquiatras, son prisioneros de sus propias teorías, esto produce desconcierto y confusión a los pacientes, ya que incluso dentro de los psiquiatras biológicos, un psiquiatra puede diagnosticar de Depresión Mayor Recurrente y otro de Trastorno Bipolar Tipo II, y evidentemente el tratamiento farmacológico no es el mismo.
Estos últimos seres venidos de la ciencia dura conciben al sujeto como una amalgama de neurotransmisores con una dotación genética que bien se encargan de perfilar en su anámnesis. Otro hecho es que muchas personas que padecen determinados problemas, como por ejemplo un trastorno anancástico de personalidad o personalidad obsesivo-compulsiva se le medica con antidepresivos y ansiolíticos pero no se le recomienda psicoterapia. Por ello comentaba antes que en este trabajo hay una clara ráfaga de ideología que estupidiza al terapeuta. Recuerdo también un médico que me trajo un libro de tratamientos psicológico según la medicina basada en la evidencia. ¿Qué evidencia? Cómo llevar al terreno de la medición la experiencia de una psicoterapia. Un paciente puede funcionar bien con un terapeuta y mal con otro. Un paciente puede sentirse más a gusto con un modelo que con otro, con un estilo de tratamiento, con la persona del terapeuta. En definitiva, la personalidad del terapeuta es la herramienta con la que trabaja el profesional, con su bagaje y su caja de técnicas. Durante años intento leer literatura "psi" de todo tipo, sobre todo psicoanalítica, ya que me parece la más profunda y la que más jugo tiene.
La psicoterapia se acaba con el diagnóstico, allí se cercena la capacidad de crear y de alguna manera se penaliza a la persona, que se puede sentir culpable por tener un determinado trastorno mental.
Los trastornos mentales no sirven en psicoterapia, sirve proponer recursos, habilidades, aptitudes y trabajar con nuevas formas de pensar y construir la realidad. Explorar las fantasías, los sueños, las relaciones, el crecimiento emocional de esa persona a lo largo del tiempo. La psicoterapia es más eficaz que la farmacoterapia, pero para según qué objetivos. Si usted quier dejar de sentir, ya sea algo agradable o desagradable atibórrese a fármacos, si usted quiere reflexionar y hacer de su mundo, de su universo, un lugar donde pueda encontrarse con mayor bienestar la psicoterapia es lo indicado. Muchas personas recurren a la primera opción, por varios motivos, porque eso sí entra en la Sanidad Pública y porque se aplaca el dolor de manera importante, sin embargo el conflicto que lo ha ocasionado permanece y en ausencia de fármacos vuelve a aparecer el síntoma. Razón por la que muchos pacientes toman medicación toda su vida.
Soy partidario de emplear las dos modalidades, la psicoterapia y la farmacoterapia, pero, como en las comunidades autónomas más avanzadas en esta cuestión, la psicoterapia debe ser prioritaria.
A veces explico a mis pacientes que la medicación es como el apuntalamiento de una casa en construcción, pensando que cuando acude el paciente a consulta hay una forma de crisis, la psicoterapia lo que hace es diseñar como el arquitecto e implementar como el aparejador las líneas de ese edificio y darle forma, los obreros serían el esfuerzo, el compromiso,confianza, la constancia y la curiosidad que necesita el paciente para poder llevar ese trabajo "a la limón" a buen curso.
Hay que amoldar la teoría a la persona y no al revés. Hay que rechazar hacer "interpretaciones inteligentes", que pueden resultar dañinas o robarle la idea (interpretación) al paciente. Hay que cambiar profundamente el modo de entender a la persona con problemas psíquicos y darle un estatuto de persona con un potencial de salud y una capacidad yoica suficiente para poder revertir la perspectiva y cambiar, aunque eso sea difícil, es posible.
En la época de la rapidez, la urgencia y las prisas, pararse semanalmente a pensar y compartir con el otro aspectos relacionados con sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas puede resultar para muchos fatigoso.
Por ello es bueno dar cierto descanso aprovechando fechas festivas o puentes, siempre y cuando el tratamiento sea sólido.
El encuadre analítico no está diseñado de manera caprichosa o aleatoria, es una confluencia de variables para que el trabajo pueda resultar exitoso, esto lo tiene que respetar el profesional y el paciente.

Existe un libro que quizá conozcan, fue bestseller en Argentina durante mucho tiempo y es de un escritor y antiguo terapeuta llamado Jorge Bucay, muchos lo detestan, a otros le encanta, mi opinión es que roba conceptos de otros y hace libros a nivel divulgador que se venden como libros de autoayuda, el libro se llama "Déjame que te cuente". En ese libro, Demian tiene una terapia con "El Gordo", Jorge Bucay, y el gordo interviene con cuentos, fábulas y metáforas que representan lo que el paciente dice. Invita a pensar sin lugar a dudas.
Es otra recomendación navideña. Un abrazo. Rodrigo Córdoba Sanz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como paciente que he sido, creo que el sortilegio o profunda relación que se crea con el terapeuta, es tanto de amor como de odio, no hay límites, todo vale, ya que es un contexto neutro, es naturaleza bruta, el terapeuta se entrega a fondo y el paciente lo necesita desesperadamente.

Ana dijo...

A mí también me pasa, hay veces que no volveria a terapia, pues duele.... pero es un dolor necesario que se necesita para curar. A mi me digeron una vez, la quimio también duele, y cura.