Algunas de las experiencias de las personas bipolares en relación con sus tiempos infantiles son:
1) Familia como un fuerte aislamiento del entorno. En la conciencia del grupo familiar, el aislamiento se justifica por varias razones: culturales, educativas, económicas, étnicas o de enfermedad, y es percibido, además, como algo de mucha importancia, frente a lo cual se deben desarrollar esfuerzos de sobreadaptación para lograr la aceptación social.
2) Niños educados en la dependencia. Entrenados por los padres "en la escuela" de la dependencia extrema con respecto a las opiniones y valoraciones externas.
3) Madre y Padre. En general, la madre es percibida por el niño como "la fuerte" y el referente de autoridad, mientras que el padre es visto como afectuoso pero débil, incluso a veces como fracasado, aunque realmente no lo sea. Es común que la madre sea ambiciosa y desvalorice los logros y la personalidad del terapeuta.
4) Expectativas de los padres. Desde la concepción, sus padres demuestran un deseo de aceptarlo, cuidarlo y protegerlo. Sin embargo, este deseo está dictado más por una exigencia moral que por un verdadero sentimiento de entrega. Pero lo cierto es que desean dar al hijo todo lo que colme sus necesidades. Lo educan en la escuela "de la receptividad y la pasividad", y el niño se hace fuertemente dependiente del suministro de afecto (sobre todo) de la madre. Esta dependencia se extiende luego a la totalidad de los adultos significativos y a los valores que éstos transmiten, y lo lleva a desarrollar una conducta de "complacer a los demás".
5) Relación padres-hijo: Los primeros tiempos de vida están caracterizados por una presencia simbiótica, casi sobreprotectora y un alto grado de bienestar, satisfacción y nutrición, que dan al bebé seguridad y confianza.
A medida que el niño crece va adquiriendo autonomía, en movimiento y pensamiento, y se va volviendo rebelde genera en la madre sentimientos de incomodidad y rechazo, que la llevan a un cambio en su relación con su hijo. De ser una persona maternalmente abnegada y cumplidora pasa, de manera abrupta, a ser una madre exigente.
Esta actitud materna transforma radicalmente el universo del niño.
Como consecuencia, comienza a sentirse solo, ansioso y preocupado, entonces, su problema central, que consiste en no poder integrar las dos imágenes opuestas de su madre que ahora se le revelan. Por una parte la percibe como una persona bondadosa, cordial, tierna, y por otra, como poco afable, dura y exigente.
Esta falta de confluencia produce una ambivalencia. Dos tendencias impuestas, que si no se trabajan, disocian al niño. Esto implica la desintegración e inestabilidad emocional, por tanto.
Juan Gelman: Aparto el amor con la derecha, la locura con la izquierda, para que no se mezclen por tu culpa.
Por tanto los bipolares tienen dos identidades diferentes (una bondadosa y otra destructiva), pues en ambos extremos de su oscilación bipolar cada una de estas facetas está reflejando, precisamente, los aspectos opuestos, separados y disociados del Yo.
Todo esto forma parte de la predisposición, y sobre ella actúan los factores desencadenantes: pérdidas, rupturas, mudanzas, sobreesfuerzo para alcanzar los logros, abandonos.
Eduardo Grecco Constelaciones Familiares y Bipolaridad
Rodrigo Córdoba Experto en Trastorno Bipolar y Trastorno Límite