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Paz y Ciencia

jueves, 19 de enero de 2017

Historia y Trama



Los síntomas están inscritos en el lenguaje. El psicoanálisis es primo hermano de la historia. La biografía de un ser humano es el mapa, que no el territorio, dicho territorio se esclarece en el proceso terapéutico.
Sartre nos deja claro, con brillantez, que la historia no es lo acontecido sino lo que lo hemos hecho con lo sucedido.
En la comprensión del quehacer terapéutico se percibe con nitidez que, merced a su dimensión temporal, la historia no consiste en el anudamiento de una secuencia de eventos separados entre sí, sino, por el contrario, en el paso de una configuración a otra, de manera incesante y encadenada.
Esto se aprecia con mayor robustez en las personas que piden ayuda terapéutica. Ellas creen advertir que los sucesos de su biografía -aun en su fragmentación- son parte de un proceso de transformación continúa,  y aunque no se percaten de los eslabones que los unen, tienen conciencia de que los entreteje un hilo conductor. Es como si hubiera una necesidad imperiosa de dar continuidad a lo vivido, y cuando no se es capaz de procurarlo desde la conciencia, la sombra se encarga de ello.
Es interesante ver que esta secuencia no responde a un orden cronológico sino subjetivo, como si la narración histórica fuese una reescritura ficcional y no la descripción objetiva de hechos. En la biografía personal no importa la verdad histórica como tal, sino la mítica, la trama desde donde cada quien imagina sus recorridos, que narra y hace jugar precisos papeles a los personajes de esa novela.

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