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Paz y Ciencia

lunes, 23 de enero de 2017

Alice Miller maltrato por tu propio bien



La psicoanalista Alice Miller escribió un libro fascinante, Por tu propio bien. Escribe su tesis de cómo los traumatogénicos métodos alemanes de crianza produjeron a un Hitler. Miller habla de la "pedagogía negra" para describir cómo, con el objetivo de que el niño sea "bueno", no mienta ni se porte mal, se lo somete a castigos físicos, se los chantajea emocionalmente y se lo amenaza y castiga constantemente. Así, a través de este intento de dominar la voluntad del niño y convertirlo en una persona dócil, los niños aprenden a tomar partido por el punto de vista de sus padres "por su propio bien", con lo que, cuando llegan a adultos, acatan fácilmente a las autoridades, por tóxicas que sean, incluso si se trata de líderes autoritarios o dictadores. Al recibir este trato, y siendo muy difícil admitir que nuestros padres nos dañaron, el esquema vuelve a repetirse en la siguiente generación y, en cierto sentido, los nuevos padres se vengan de sus padres en la figura de sus hijos, ejerciendo el poder que a ellos mismos los aplastó, en una espiral que, además, es apoyada por la escuela y otras instituciones. 


Esto tampoco significa que todos los padres sean responsables absolutos del comportamiento de los hijos: todos tenemos una responsabilidad sobre nuestros propios actos, y una responsabilidad existencial en darnos cuenta de nuestras neurosis, en cuanto maduramos y comenzamos a tomar decisiones por nosotros mismos.
Daniel Segel ofrece un consejo en el libro Ser padres conscientes: "Si quieres ayudar a tu hijo trabaja en ti mismo".
Friederich Nietzsche recuperó para la cultura occidental el dionisismo y la animalidad perdidos. Más allá del bien y del mal denuncia que vivimos en una época dominada por el desprecio hacia nosotros mismos, el sometimiento ciego al orden establecido y el olvido del placer y el dejarse ir. Nietzsche nos dice "Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal". También, "La madurez del hombre es haberse vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño". Y aún más: "Las épocas de mayor esplendor de nuestra vida son aquellas en las cuales reunimos el valor suficiente para declarar que lo malo que hay en nosotros es lo mejor de nosotros mismos".
Todas estas frases recuerdan a una reivindicación del eros, del gozo espontáneo de vivir que sienten los niños y que los adultos hemos perdido como consecuencia de una domesticación cultural, religiosa y social".


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