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Paz y Ciencia

domingo, 28 de febrero de 2021

Sobrediagnóstico psiquiátrico

 

Rodrigo Córdoba. Psicólogo y Psicoterapeuta. N° Col.: A-1324 Zaragoza. Presencial y Online. Tno.: +34 653 379 269                                    Página Web: www.rcordobasanz.es

Cuanto más avanza la psiquiatría, más enfermedades mentales hay. Y cuando una persona entra en cualquier servicio psiquiátrico, sale con un diagnóstico y un tratamiento. Habría que cuestionarse por qué es así.


Javier Carreño, psiquiatra del Hospital Povisa de Vigo, y Kepa Matilla, psicólogo clínico y psicoanalista del Hospital Río Hortega, de Valladolid, son autores del libro Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo (Xoroi Ediciones).

Exponen con una enorme riqueza de estudios clínicos y pruebas cómo la psiquiatría actual, en nombre de una supuesta “ciencia”, en lugar de sanar ha multiplicado las enfermedades mentales.

NO TODO SE SOLUCIONA CON UNA PASTILLA

Javier Carreño y Kepa Matilla, en su libro Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo, denuncian el perjuicio de abordar cualquier síntoma del sufrimiento humano con una pastilla. Estos profesionales ven cada día los estragos de esta psiquiatría que tiene como biblia el DSM-V de dudosa validez científica y se niegan a aceptar esta reducción del sufrimiento humano a una moda psiquiátrica.

¿Qué es lo que no nos dice nuestro psiquiatra?

No es que tu psiquiatra te esconda algo o que sea mala persona, no te lo dice porque no sabe. El problema es que la psiquiatría actual basa sus prácticas en una ciencia que tiene los pies de barro y palidece cuando se la compara con otras ciencias, porque nunca es lo mismo medir la tristeza que la glucosa en sangre.

Estamos ante una gran dificultad epistémica para evaluar lo subjetivo que es lo que constituye auténticamente la psiquiatría; pero mientras, las prácticas psiquiátricas, haciendo una apología del biologismo, olvidan lo humano, que siempre está más allá de la biología.

Falta más humanidad...

Nuestro libro trata de recuperar esta humanidad perdida en la psiquiatría porque la cura del sufrimiento psíquico tiene que pasar por abordar lo humano; sin embargo, la psiquiatría actual ha reducido el malestar a una pastilla.

El malestar humano se ha reducido a una enfermedad y en esa reducción la pastilla ha sustituido el poder sanador de la relación paciente-psiquiatra, el poder sanador de la transferencia y de la escucha.

En su libro ponen en jaque la validez del DSM como herramienta de diagnóstico.

El psiquiatra Robert Spitzer inició la revisión del DSM-II, y su resultado, el DSM-III se vendió como la quintaesencia de la ciencia y como fruto de las investigaciones científicas. Pero con el paso del tiempo se vio que no estaba respaldado por ninguna investigación, sino que era fruto de un acuerdo entre profesionales que se habían reunido en una habitación y habían votado.

Cuando habían acabado de definir el trastorno masoquista, la mujer de Spitzer, que estaba allí, le dio un codazo a su marido: “Cariño, yo cumplo todos los síntomas”. A lo que él contestó: “Bueno, pues quitaremos dos o tres…”.

¿Es así? ¿Cualquiera puede cumplir todos los síntomas?

A lo largo de los siglos XX y XXI, en psiquiatría se han llevado a cabo un montón de clasificaciones de las enfermedades mentales, todas ellas supuestamente muy científicas, aunque cada una ha sustituido a la anterior. También se han inventado nuevas enfermedades mentales provocando la multiplicación de las mismas. Uno puede abrir al azar el DSM-V, señalar un trastorno y darse cuenta que puede estar cumpliendo todos los criterios que lo definen.

Lo terrible es que cuanto más avanza la psiquiatría, más enfermedades mentales hay.

Y cuando una persona entra en cualquier servicio psiquiátrico, sale con un diagnóstico y un tratamiento. Habría que cuestionarse por qué es así. Los profesionales viven con la presión de diagnosticar y la obligación de tratar, lo cual en el caso de los niños es aún más triste.

¿Cómo el TDHA en niños?

En Holanda, casi un 32,4% de la población infantil está diagnosticada de TDHA; en Estados Unidos los diagnósticos han aumentado un 53% en los últimos diez años y en España el TDHA se sitúa alrededor de un 5%. Es interesante destacar que en países como Francia, donde está prohibido medicar de entrada a los niños, apenas se diagnostica y el porcentaje se sitúa en un 0,5% de la población infantil.

¿Cómo se explica? ¿Es que los niños y niñas franceses tienen una genética diferente?

El TDHA se incrementó a partir del año 1980 tras la aparición del DSM-III cuando su prevalencia era del 0,2%.

Nosotros creemos que el TDHA no existe.

Eso no significa que hoy no haya niños y niñas que no se puedan concentrar, la cuestión es: ¿No es esto subsidiario de nuestra cultura, que les impone vivir en la ciudad, donde salen a la calle media hora, tienen una agenda llena de actividades todas ellas dirigidas, todo por su bien, y todos los regalos que quieren para que se porten bien…? ¿No es esta su respuesta a tanta exigencia? Eso no significa que tengan el cerebro estropeado o sufran una disfunción biológica. De hecho, llevan años intentando encontrar esa disfunción y no existe. Si a un niño le están exigiendo un montón de cosas y además que sea feliz, ¿qué esperas?

Creamos enfermos...

Los países nórdicos tienen a los niños jugando hasta los 10 años y eso es lo que tiene sentido porque son niños, no máquinas de eficiencia. Para nosotros, las enfermedades mentales no existen en la naturaleza, sino que son un invento humano que algunas veces puede ser útil y en otras ocasiones resulta muy perjudicial. Quizá si pudiéramos entender el TDHA desde otro lugar, nuestra respuesta a la hora de abordarlo sería mucho más adecuada.

Algunos estudios muestran que los niños que toman anfetaminas son adultos más propensos a consumir cocaína; y aquellos que lo hacen de manera prolongada pueden presentar un retraso madurativo, una disminución de peso y talla, muerte súbita y problemas cardiacos.

Si no es una cuestión biológica, entonces, ¿qué origina un trastorno mental?

Tú tienes un malestar interno, por lo que sea, por tu historia, porque te han pasado determinadas cosas y presentas un síntoma como, por ejemplo, una fobia, una depresión, un estado de ansiedad... Eso es un diagnóstico, pero lo importante es lo que está detrás de ese síntoma: el malestar humano.

La angustia existencial se cuela en todos los síntomas desde la depresión hasta la fibromialgia.

Todos son respuestas ante la levedad del ser. Para ayudar a la persona de verdad hay que intentar comprender de qué sufre y que la psiquiatría vuelva a realizar al paciente las preguntas hipocráticas: ¿Qué te pasa? ¿Desde cuándo? ¿Cómo te pasa? ¿Qué sientes tú? ¿Cómo cambió?

Llegar a conocer la causa...

Sí, abordar la etiología del síntoma porque eso da lugar a que el paciente pueda elaborar un discurso de lo que siente enmarcado en su vida. La historia del paciente es más importante que la etiqueta del diagnóstico, algo que ahora es justo al revés:

"Donde tienes un síntoma, te doy una pastilla para quitarlo sin intentar comprender qué lo ha creado".

La cultura humana siempre produce malestar y angustia vital, que está debajo de cualquier síntoma.

¿Y nuestra cultura qué síntomas produce con más frecuencia?

Angustia y depresión, síntomas que siempre están muy relacionados. Pero en nuestra sociedad la depresión está mejor vista. Si tengo angustia y desarrollo una fobia parezco tonto, pero si digo: “Estoy triste” la sociedad me lo permite porque estamos dentro del discurso de la eficacia y la salida contemporánea de ella es decir: “Yo no puedo. Me retiro del mundo”. Sin embargo, si a una persona de Zimbaue le dices que no has ido a trabajar porque estás triste, te dirá: “Pero si es mejor ir a trabajar, así te alegras…”.

¿Y qué les dicen a sus pacientes con depresión o ansiedad?

Depende de cada persona. Les hacemos las preguntas hipocráticas y a algunos les dices que tienen que volver a trabajar; a otros les tienes que coger de la mano y acompañarlos a la cama y estar con ellos; y a otros, que deben parar porque lo que les ocurre es que se han pasado de vueltas y por eso se han roto.

Depende siempre de cada persona.

sábado, 27 de febrero de 2021

Trastorno Límite. Realidad y Leyendas

 


Rodrigo Córdoba Psicólogo y Psicoterapeuta. Experto en TLP, Borderline Zaragoza Gran Vía Página Web: www.rcordobasanz.es.              Presencial y Online. Tfno.: +34 653 379 269

Su nombre, trastorno límite de la personalidad (TLP) o borderline, genera, para quienes no son expertos en la materia, cierta confusión y angustia, sensaciones que parecen minimizarse si se sustituye esa denominación por la de trastorno por inestabilidad emocional.

Se trata de un cuadro clínico que se presenta en el desarrollo de la personalidad, como una especie de inmadurez, y que se caracteriza por“cambios emocionales muy bruscos- inestabilidad afectiva- conductas impulsivas- accesos de ira o autolesiones- y un trastorno global de la identidad”, detalla a ELPLURAL.COM el doctor José Luis Carrasco, director científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Hospital Ruber Juan Bravo-Grupo Quirónsalud de Madrid.

Todo ello implica enfrentamientos con la familia, fracaso escolar y adicciones, a las drogas o de tipo pasional-sexual. En algunos casos, además, “hay intentos de suicidio, cortes o ingesta de pastillas”, apunta este especialista.

Se trata y se cura

Es importante, sin embargo, tener en cuenta que el TLP “no es una forma de ser, sino un estado puntual, por lo que no es para toda la vida”, subraya este psiquiatra. Por tanto, “no se es un TLP, com tantas veces se afirma, sino que se tiene un TLP”. Esto implica que este trastorno se puede tratar y se puede curar.

La forma de abordarlo combina el tratamiento farmacológico y psicológico. “En las fases agudas, de mucha inestabilidad emocional y conductual, se emplean fármacos para disminuir los síntomas, los accesos de rabia o tristeza”, afirma el doctor Carrasco.

Es necesario templar esa impulsividad y agresividad que, “generalmente es contra ellos mismos, pero que otras muchas veces es también contra objetos, puertas o personas de su entorno cercano”, sostiene. No obstante, es importante dejar claro que esto no significa que las personas con TLP sean peligrosas.

La psicoterapia, por su parte, está enfocada a lo relativo a “la identidad, la inseguridad, la necesidad excesiva de estima, la empatía y la relaciones con los demás”, apunta este médico. Del mismo modo, se trabaja también a nivel familiar para “mejorar, desde el apego y la afectividad, las dinámicas y los conflictos que puedan existir”, añade.

Cuando el TLP se ha quitado, “cada uno es como es, pero eso ya no es un trastorno. El resto de síntomas desaparece”.

Poner límites

A los pacientes con Trastorno Límite de Personalidad es importante ponerles límites, aunque en este punto, el doctor Carrasco puntualiza que “como atodos los adolescentes”. “Son edades en las que tienden a saltárselos, pero son imprescindibles, porque “sin límites no hay desarrollo de la personalidad ”, insiste.

Este especialista del Hospital Ruber Juan Bravo recalca que “no deben confundirse los límites con las normas”. Los primeros “han de ser pocos, pero muy claros. Son induscutibles y hacen referencia a lo que no se puede hacer”, matiza.

Las segundas, necesarias, sobre todo, antes de la adolescencia, están más relacionadas con “la cultura, y los valores familiares y con lo que se debería hacer”, explica este psiquiatra, y “serían discutibles en todo caso en la adolescencia tardía”.

Factores desencadenantes

El TLP suele presentarse entre los 16 y los 22 años, que es “cuando vemos la mayoría de los casos, porque ya se manifiestan”, explica el doctor Carrasco. En él influyen distintos aspectos: factores de vulnerabilidad biológica, en parte heredados y en parte fruto del desarrollo de las áreas del sistema nervioso central relacionadas con la regulación de las emociones que se da en edades muy tempranas de la vida y factores externos, vinculados a la afectividad de los padres, el trato en el colegio y el consumo de cannabis entre los 13 y los 14 años.

Hay algunos casos de Trastorno Límite de Personalidad de aparición tardía,“personas que, teniendo cierta vulnerabilidad, se han ido adaptando porque les ha ido bien, pero que a raíz de algún acontecimiento que rompe algo, sufren un desmoronamiento de la personalidad”, apunta el director científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento de este centro madrileño. Ahora bien, “son los menos”.

Llegando al diagnóstico

Solo debe determinarse que un joven padece TLP cuando “se cumplen los criterios diagnósticos y se ha hecho un buen diagnóstico diferencial a través de evaluaciones y estudios de personalidad completo”, si bien es cierto que “comparte algunos síntomas con otros trastornos mentales”, concluye el doctor Carrasco.

Thich Nhat Hanh: Niño Interior

 


Rodrigo Córdoba Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza. Gran Vía 32, 3° Izquierda.      Teléfono: +34 653 379 269.                                Página Web: www.rcordobasanz.es

Los Cinco Recordatorios 

“Buda dijo que todos tenemos la semilla del miedo, pero la mayoría la reprimimos y lo encerramos en la oscuridad. Para ayudarnos a identificar, abrazar y examinar en profundidad las semillas del miedo, nos ofreció una práctica llamada los «Cinco Recordatorios», que son los siguientes:

1.-Por mi naturaleza estoy destinado a envejecer. No hay forma de huir del envejecimiento.

2.-Por mi naturaleza estoy destinado a caer enfermo. No hay forma de huir de la enfermedad.

3.-Por mi naturaleza estoy destinado a morir. No hay forma de huir de la muerte.

4.-Todo cuanto quiero y las personas a las que amo tienen la naturaleza del cambio. No hay forma de evitar tener que separarme de todo ello. No puedo retener nada. Vengo con las manos vacías y me voy con las manos vacías.

5.-Mis acciones son lo único que realmente me pertenece. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones. Ellas son la base que me soporta.

Todos los días tenemos que recitar esos cinco recordatorios, dedicando unos momentos a contemplar cada uno de ellos mientras seguimos atentamente la respiración. Practicamos los Cinco Recordatorios para que la semilla del miedo pueda circular. Debemos invitarla a subir para que pueda ser reconocida, para que pueda ser abrazada. Y entonces, cuando regrese de nuevo abajo, se hará más pequeña.

Cuando invitemos de ese modo a la semilla del miedo, estaremos mejor preparados para cuidar de la ira. El miedo da vida a la ira. No tenemos paz cuando está presente el miedo, por eso se convierte en el suelo en el que puede crecer la ira. El miedo se basa en la ignorancia. La falta de comprensión es también una de las principales causas de la ira.”

THIC NHAT HANH, en “El arte de cuidar a tu niño interior”, ed. Paidós.

Aristóteles: Filosofía y Psicología

 


Aristóteles, la filosofía y la psicología. Desde el estudio del alma a la colonización de subjetividades



El capitalismo tiene mucha más fuerza de la que pensaba Marx: no era solamente la explotación de la fuerza de trabajo sino un modo de apropiarse de la subjetividad. El neoliberalismo, que es una mutación del capitalismo, se caracteriza por ser una gran fábrica de subjetividades” (Jorge Alemán).



Aristóteles (384 a. C- 322 a.C), uno de los mayores pensadores de la historia, no sólo fue el precursor de la lógica como disciplina con pretensión científica. También se le adjudica  haber sido nada menos que el fundador de la ciencia que trata la actividad psíquica.

En efecto, en su obra “El alma”, el genial estagirita no solamente aborda aspectos metafísicos, sino que intenta explicar cuestiones concernientes a la percepción y la memoria. De hecho, dedicó un estudio especial al análisis de la memoria, a la que entiende como la facultad de reproducir representaciones preexistentes.

Aristóteles veía en el alma la actividad suprema del cuerpo humano, a la que denominaba “realidad” o “entelequia”. El alma tiene, según el pensador, una parte superior que no nace ni perece, a la que denomina “nous”, que no es otra cosa que el intelecto.

Con excepción de ésta, todas las demás partes del alma se degradan hasta perecer, como el propio cuerpo.

El polímata célebre concebía la existencia de tres tipos de almas, cada una correspondiente a cada uno de los diferentes tipos de seres vivos. Así, tenemos el alma vegetativa, poseída plenamente por los vegetales, que tiene la única función de sobrevivir, es decir, la nutrición y la reproducción. Existe también un alma sensitiva, que corresponde a los animales, con capacidad de experimentar sensaciones y dolor.

Finalmente, identifica el alma racional, que corresponde únicamente a los seres humanos, y su objetivo es la búsqueda de conocimiento, el entendimiento del bien y del mal, y la búsqueda de la felicidad.

Para Aristóteles, es esta tercera capacidad del alma racional, la que tiene la capacidad de trascender después de la muerte, mientras que las otras dos mueren indefectiblemente con el cuerpo.

El gran discípulo de Platón nos habla también de las facultades del alma sensitiva, una psicología de las cualidades, donde ciertas funciones de la mente (o del alma), están determinadas con cierto valor biológico. Tales facultades serian las del alma sensitiva, que son el procurar placer, evitar dolor, y también la imaginación, la memoria y el movimiento como consecuencia del deseo.

Podemos decir que Aristóteles es, en cierto sentido, el primer psicólogo de procesamiento de la información. En conclusión si hablamos de la psicología aristotélica, podemos ver antecedentes y similitudes con ciertos conocimientos y teorías psicológicas actuales. Así pues Aristóteles es un pilar y precursor de la psicología actual, aun cuando lo que estudiaba era el alma y no propiamente la mente (1).

Ahora bien, es necesario señalar que, además de Aristóteles,  hubo muchos filósofos que realizaron aportes trascendentales a la psicología durante más de dos milenios.

Entre otros, podemos mencionar a  Platón, Sócrates, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Immanuel Kant, René Descartes, Francis Bacon,Thomas Hobbes , John Locke. David Hume, Juan Jacobo Rousseau y Friedrich Nietzsche, filólogo de profesión, a quien se recuerda, justamente, como “el filósofo de la psicología”.

Esa continuidad, ese trasvasamiento permanente desde el saber de los filósofos a la psicología naturalizó un entramado epistemológico que, acaso por reiterado, tiende a pasar inadvertido en la contemporaneidad.

Sin embargo, por motivos difíciles de explicar, durante los últimos cien años, esa tendencia parece haber comenzado a revertirse.

En el último siglo, efectivamente, una importante cantidad de psicólogos han producido avances sustanciales en el campo de la filosofía y han habilitado discusiones de indiscutible densidad conceptual en ese campo.

Es posible ejemplificar, en ese sentido, evocando los nombres de Erich Fromm, John Dewey, Carl Gustav Jung, Michel Foucault, Jaques Lacan, Slavoj Žižek y Jorge Alemán.

En muchos casos, sus producciones se vinculan a la filosofía política y han significado avances de indudable relevancia que permiten conocer aspectos constitutivos y fenómenos característicos de las sociedades modernas.

Jorge Alemán, uno de los pensadores más influyentes en la actualidad, reside en Madrid desde 1976, es Profesor honorario de la UBA y de la Universidad Nacional de San Martín, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina).

En los últimos tiempos, la presencia decisiva de Alemán lo ha convertido en una referencia ineludible de la teoría política. Entre sus libros es posible enumerar “Lacan: Heidegger”, “Soledad: común”, “Conjeturas sobre una izquierda lacaniana”, “En la frontera: sujeto y capitalismo”, hasta el reciente “Del desencanto al populismo” (en coautoría con Germán Cano). El autor, psicoanalista de profesión, poeta, melómano y escritor, aquilata un desarrollo teórico del que resulta difícil abstraerse si se quiere entender las racionalidades y las lógicas de ciertas categorías imprescindibles del tercer milenio como las de populismo, izquierda lacaniana, colonización de subjetividades, las “malas noticias del psicoanálisis”, el duelo por la palabra “revolución”, la debacle de los determinismos teleológicos, los significantes, el peronismo, la hegemonía, el neoliberalismo, etcétera.

Alemán ha acuñado algunas ideas que son otras tantas convocatorias al pensamiento emancipatorio.  Por ejemplo,  que la sensación de que la vida es insoportable se extiende a nivel planetario, con diversas característics, con diferentes secuencias simbólicas, articulada bajo distintas enunciaciones, pero que esto no es un fenómeno estrictamente argentino. Que Europa, por ejemplo, se ha transformado en un simulacro hueco de turismo, paseos y museos rodeada de un mar con cadáveres flotando, cada vez más difíciles de ocultar. Que ser de izquierda supone hoy en día creer en la condición contingente del capitalismo. Que el neoliberalismo no implica una crisis del capitalismo sino una nueva forma de acumulación, un estado de excepción capaz de colonizar las subjetividades contemporáneas.

"En los setenta -dice Alemán- se produce un gran impasse de los proyectos revolucionarios, una declinación en la escena del pensamiento, de la fuerza determinante que tenía, hasta ese momento, el materialismo histórico y la idea de un sujeto, el proletariado, que no tiene parte pero que se constituye en un universal susceptible de llevar adelante la revolución". "En los setenta se empieza a ver que el sentido teleológico de la historia, encarnado por el sujeto supuesto saber del proletariado, no es tal, que no hay ninguna garantía a priori, de que ese sujeto realice su proyecto histórico. Es más, una de las cosas que permite pensar Lacan -y esto es muy importante- es que el sujeto, por el solo hecho de ser explotado bajo la transformación de la fuerza de trabajo en la forma mercancía, no garantiza, en absoluto, que se transforme en un sujeto potencialmente emancipatorio. Es necesario, también, que no quiera ser explotado". "Ahí surge como problema mayor la cuestión de la subjetividad como singularidad irreductible de los movimientos dialécticos de la historia. Es necesario, pensar ese sujeto histórico de otra manera”. "Es más, podríamos decir que no se puede ya pensar ninguna lógica emancipatoria si no se piensa el sujeto". 

"Lo necesario -y este es otro gran punto lacaniano- empieza a estar atravesado por otra modalidad lógica que surge de la lectura que hace Lacan en relación a las lógicas modales y la lógica aristotélica, en donde lo imposible y lo contingente se vuelven más determinantes a la hora de pensar un proceso de transformación"(2).

Como observamos, más de veinte siglos han contribuido a anudar y reproducir con nombres propios la singular imbricación que habita en el pensamiento filosófico y en el psicoanálisis, en pleno estado de gracia histórica para articular reflexiones filosófico- políticas contrahegemónicas.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta Zaragoza. Consulta Presencial y Online. Teléfono: +34 653 379 269.                  Página Web: www.rcordobasanz.es



Søren Kierkegaard: Angustia y Existencia

 

Que va, que va, que va, así era Kierkegaard: el filósofo de la ansiedad... y el amor roto

El precursor del existencialismo y de la angustia vital dejó a su prometida pocas semanas antes de casarse. Una biografía ahonda ahora en el amor como base de su sistema filosófico.



Hace algunas décadas la coletilla “qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard” arrasaba en todos los espectáculos de Faemino y Cansado. Nadie conocía al filósofo danés que servía al surrealismo de aquellos cómicos pero quizá al propio Soren Kierkegaard le hubiera hecho gracia. Primero, porque lo que más le gustaba era que le leyeran y, segundo, porque detestaba la ironía nihilista y cínica de su época, el Romanticismo. Odiaba a los exaltados que se pegaban un tiro en la cabeza cuando las cosas no les salían como querían. Al contrario, él lo apostó todo a la pasión, al coraje, al deseo. A una vida de experiencia total, aunque muriera a los 42 años.

Al menos así lo dibuja la profesora de Filosofía Clare Carlisle en ‘El filósofo del corazón’ (Taurus), una nueva biografía sobre el danés que se adentra más en su vida personal y que abandona un tanto su imagen del hombre presa de la angustia y precursor del existencialismo para centrarse más en el carisma de este pensador que lo dejó todo por amor... a Dios y a la filosofía.



“El corazón representa algunos de los temas más profundos de la vida y el trabajo de Kierkegaard. Por supuesto, el corazón humano es frágil. Se puede romper y toma su tiempo coserlo. Kierkegaard no niega esa fragilidad: su escritura la explora y la ilumina. El corazón también es el símbolo de su subjetividad, su vida interior, que fue el foco de su filosofía”, explica Carlisle de este filósofo cuyos libros hablan de la existencia del hombre en tres esferas, la estética -la superficial, la del donjuanismo-, la ética -cuando el hombre, gracias a la desesperación, da sentido a su vida y deja atrás el narcisismo- y la religiosa -el último estadio, la comunión con Dios.

A la filosofía por una ruptura amorosa

El danés ahondó en estos temas precisamente por una relación amorosa. La que tuvo con Regine Olsen, una amiga de las hermanas de un amigo, a la que conoció en Copenhague cuando él tenía 24 años y ella 16. De hecho, en gran parte, como recalca Carlisle, “si nunca hubiera conocido a Regine, se hubiera convertido en filósofo, pero su filosofía hubiera sido diferente”. La historia da para una telenovela con un final muy triste. La pasión entre el filósofo y Regine fue inmediata y no pasó mucho tiempo hasta que se comprometieron. Pero la mente de Kierkegaard iba por otro sendero. No era un matrimonio lo que buscaba. Ni siquiera pasar la vida junto a una mujer. Poco antes de casarse la dejó. La abandonó y se marchó a Berlín. Era el año 1841. Él quería ahondar en la búsqueda de la Verdad filosófica y dar el salto a la fe: pasar de la estética a la ética y después a la religiosidad. Ahí su prometida no entraba. Se tomó varios libros, como ‘O lo uno o lo otro’ -queda bastante claro- y, sobre todo ‘Temor y temblor’ para explicarle a Regine -con argumentos filosóficos- por qué la había dejado. De hecho, de ahí sale prácticamente toda su tesis filosófica. Un poco enrevesado, pero quizá siga siendo mejor que un email o un whatsapp. Por supuesto, ella comenzó otra vida con otro hombre.

"Si nunca hubiera conocido a Regine, se hubiera convertido en filósofo, pero su filosofía hubiera sido diferente”

“La ruptura con Regine y, sobre todo, la ruptura del compromiso matrimonial, fue decisivo en su vida, y por eso volvió a la cuestión del matrimonio en sus libros. Kierkegaard escribió que si no hubiera roto con Regine no se hubiera encontrado a sí mismo”, manifiesta Carlisle. Es bastante tentador reducir un pensamiento a quizá una falta de valentía con el compromiso -lo cual sería una lectura muy 2021- y por eso su biógrafa advierte: “Cuando conoció a Regine ya estaba estudiando filosofía y teología y en sus textos abordaba siglos de pensamiento filosófico y religioso, desde Sócrates a la Biblia y el Romanticismo. Supongo que si Kierkegaard se hubiera casado con Regine no hubiera escrito tantos libros porque él hubiera pasado más tiempo con su familia”.

Contra la ironía posmoderna

Kierkegaard, no obstante, nunca dejó de querer a Regine. En la primera mitad del siglo XIX Copenhague no era tan grande y era fácil encontrarse y así sucedió en varias ocasiones. El filósofo escribió sobre su sufrimiento -y padeció problemas digestivos y habituales dolores de estómago- que le llevó a abordar la pregunta ¿Qué es ser humano? Lo hizo mediante el sistema socrático de preguntas no tanto con el fin de hallar respuestas sino para crear confusión. El solo sé que no sé nada llevado al XIX como principio de la sabiduría.

En este sentido, echó mano de la ironía socrática, que estaba en las antípodas de la ironía de su tiempo y, como dice Carlisle, también de la de nuestra época. “Hoy sería muy crítico con la ironía posmoderna. Su tesis doctoral fue una crítica a la ironía romántica que es muy similar a la ironía posmoderna. Él insistió en la pasión, el compromiso y la seriedad, cosas que la ironía posmoderna tiende a socavar”, afirma la biógrafa. El mal de su época era la soberbia y un exceso de crítica que, según el filósofo, lo único que hace es proporcionar falsas certezas, pero cómodas. Esto no está tan lejos de lo que vemos hoy en día.

"Él insistió en la pasión, el compromiso y la seriedad, cosas que la ironía posmoderna tiende a socavar”

El filósofo tenía un carácter indomable (porque decir “caer mal” suena muy prosaico). Eso lo supieron también sus contemporáneos y eso le llevó a tener varios enfrentamientos, como ocurrió con los hegelianos Heiberg y Martensen, a quienes consideraba pseudofilósofos, aunque eran entonces los pensadores de moda en Copenhague. Para Kierkegaard eran simples pensadores con muchas campanillas y poco fuste. En definitiva, unos sofistas.

Pero uno de los choques más importante fue con Meir Aaron Goldschmidt, el editor del semanario satírico El Corsario, una especie de Charlie Hebdó o Revista Mongolia de entonces. Todo comenzó cuando en 1845 salió una crítica de su libro ‘Lo uno o lo otro’ que a Kierkegaard no le gustó porque pensaba que banalizaba su obra. La rebatió con otro artículo en el periódico 'La Patria' donde desvelaba la identidad del crítico. Esto se correspondió con una avalancha de artículos y caricaturas del filósofo, en ocasiones bastante crueles. Todo el mundo en Copenhague quería escribir contra Kierkegaard. Escuchaba risas a su paso. Fue un linchamiento en toda regla que combatió con varios artículos. La tormenta al final amainó por sí sola, como suele ocurrir con este tipo de borrascas, también en la actualidad.

Contra la Iglesia

Otra fuerte discusión fue con la Iglesia luterana danesa, fuente de sus angustias. En este caso, la herida era, además, muy profunda, ya que su padre era pastor y su familia era en general muy religiosa. Kierkegaard era creyente, pero no creía en la Iglesia, a la que consideraba superficial y aburguesada. Necesitaba un revulsivo como había hecho Lutero siglos antes. Esto, dice su biógrafa, hoy es fácil decirlo, pero no en la época del filósofo. “Criticar a la Iglesia y renegar de la religión hoy es mucho más común. De hecho, es el punto de vista mayoritario. En este aspecto todo ha cambiado mucho desde que escribió sus libros. Pero quizá si hubiera nacido en 1980 no hubiera escrito sobre la Iglesia sino que sus polémicas energías las hubiera volcado en otras cuestiones como el arte o la política”, señala. Con todo, cuando murió, muy joven y de causas que no se conocen del todo -una parálisis de su cuerpo-, tuvo un funeral religioso por todo lo alto.

"Si hubiera nacido en 1980 no hubiera escrito sobre la Iglesia sino que se hubiera volcado en otras cuestiones como el arte o la política”
www.rcordobasanz.es Psicólogo Zaragoza.

PENSAMIENTO

Que va, que va, que va, así era Kierkegaard: el filósofo de la ansiedad... y el amor roto

El precursor del existencialismo y de la angustia vital dejó a su prometida pocas semanas antes de casarse. Una biografía ahonda ahora en el amor como base de su sistema filosófico

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Hace algunas décadas la coletilla “qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard” arrasaba en todos los espectáculos de Faemino y Cansado. Nadie conocía al filósofo danés que servía al surrealismo de aquellos cómicos pero quizá al propio Soren Kierkegaard le hubiera hecho gracia. Primero, porque lo que más le gustaba era que le leyeran y, segundo, porque detestaba la ironía nihilista y cínica de su época, el Romanticismo. Odiaba a los exaltados que se pegaban un tiro en la cabeza cuando las cosas no les salían como querían. Al contrario, él lo apostó todo a la pasión, al coraje, al deseo. A una vida de experiencia total, aunque muriera a los 42 años.

Al menos así lo dibuja la profesora de Filosofía Clare Carlisle en ‘El filósofo del corazón’ (Taurus), una nueva biografía sobre el danés que se adentra más en su vida personal y que abandona un tanto su imagen del hombre presa de la angustia y precursor del existencialismo para centrarse más en el carisma de este pensador que lo dejó todo por amor... a Dios y a la filosofía.

'El filósofo del corazón'

“El corazón representa algunos de los temas más profundos de la vida y el trabajo de Kierkegaard. Por supuesto, el corazón humano es frágil. Se puede romper y toma su tiempo coserlo. Kierkegaard no niega esa fragilidad: su escritura la explora y la ilumina. El corazón también es el símbolo de su subjetividad, su vida interior, que fue el foco de su filosofía”, explica Carlisle de este filósofo cuyos libros hablan de la existencia del hombre en tres esferas, la estética -la superficial, la del donjuanismo-, la ética -cuando el hombre, gracias a la desesperación, da sentido a su vida y deja atrás el narcisismo- y la religiosa -el último estadio, la comunión con Dios.

A la filosofía por una ruptura amorosa

El danés ahondó en estos temas precisamente por una relación amorosa. La que tuvo con Regine Olsen, una amiga de las hermanas de un amigo, a la que conoció en Copenhague cuando él tenía 24 años y ella 16. De hecho, en gran parte, como recalca Carlisle, “si nunca hubiera conocido a Regine, se hubiera convertido en filósofo, pero su filosofía hubiera sido diferente”. La historia da para una telenovela con un final muy triste. La pasión entre el filósofo y Regine fue inmediata y no pasó mucho tiempo hasta que se comprometieron. Pero la mente de Kierkegaard iba por otro sendero. No era un matrimonio lo que buscaba. Ni siquiera pasar la vida junto a una mujer. Poco antes de casarse la dejó. La abandonó y se marchó a Berlín. Era el año 1841. Él quería ahondar en la búsqueda de la Verdad filosófica y dar el salto a la fe: pasar de la estética a la ética y después a la religiosidad. Ahí su prometida no entraba. Se tomó varios libros, como ‘O lo uno o lo otro’ -queda bastante claro- y, sobre todo ‘Temor y temblor’ para explicarle a Regine -con argumentos filosóficos- por qué la había dejado. De hecho, de ahí sale prácticamente toda su tesis filosófica. Un poco enrevesado, pero quizá siga siendo mejor que un email o un whatsapp. Por supuesto, ella comenzó otra vida con otro hombre.

"Si nunca hubiera conocido a Regine, se hubiera convertido en filósofo, pero su filosofía hubiera sido diferente”

“La ruptura con Regine y, sobre todo, la ruptura del compromiso matrimonial, fue decisivo en su vida, y por eso volvió a la cuestión del matrimonio en sus libros. Kierkegaard escribió que si no hubiera roto con Regine no se hubiera encontrado a sí mismo”, manifiesta Carlisle. Es bastante tentador reducir un pensamiento a quizá una falta de valentía con el compromiso -lo cual sería una lectura muy 2021- y por eso su biógrafa advierte: “Cuando conoció a Regine ya estaba estudiando filosofía y teología y en sus textos abordaba siglos de pensamiento filosófico y religioso, desde Sócrates a la Biblia y el Romanticismo. Supongo que si Kierkegaard se hubiera casado con Regine no hubiera escrito tantos libros porque él hubiera pasado más tiempo con su familia”.

Contra la ironía posmoderna

Kierkegaard, no obstante, nunca dejó de querer a Regine. En la primera mitad del siglo XIX Copenhague no era tan grande y era fácil encontrarse y así sucedió en varias ocasiones. El filósofo escribió sobre su sufrimiento -y padeció problemas digestivos y habituales dolores de estómago- que le llevó a abordar la pregunta ¿Qué es ser humano? Lo hizo mediante el sistema socrático de preguntas no tanto con el fin de hallar respuestas sino para crear confusión. El solo sé que no sé nada llevado al XIX como principio de la sabiduría.

Clare Carlisle

En este sentido, echó mano de la ironía socrática, que estaba en las antípodas de la ironía de su tiempo y, como dice Carlisle, también de la de nuestra época. “Hoy sería muy crítico con la ironía posmoderna. Su tesis doctoral fue una crítica a la ironía romántica que es muy similar a la ironía posmoderna. Él insistió en la pasión, el compromiso y la seriedad, cosas que la ironía posmoderna tiende a socavar”, afirma la biógrafa. El mal de su época era la soberbia y un exceso de crítica que, según el filósofo, lo único que hace es proporcionar falsas certezas, pero cómodas. Esto no está tan lejos de lo que vemos hoy en día.

"Él insistió en la pasión, el compromiso y la seriedad, cosas que la ironía posmoderna tiende a socavar”

El filósofo tenía un carácter indomable (porque decir “caer mal” suena muy prosaico). Eso lo supieron también sus contemporáneos y eso le llevó a tener varios enfrentamientos, como ocurrió con los hegelianos Heiberg y Martensen, a quienes consideraba pseudofilósofos, aunque eran entonces los pensadores de moda en Copenhague. Para Kierkegaard eran simples pensadores con muchas campanillas y poco fuste. En definitiva, unos sofistas.

Pero uno de los choques más importante fue con Meir Aaron Goldschmidt, el editor del semanario satírico El Corsario, una especie de Charlie Hebdó o Revista Mongolia de entonces. Todo comenzó cuando en 1845 salió una crítica de su libro ‘Lo uno o lo otro’ que a Kierkegaard no le gustó porque pensaba que banalizaba su obra. La rebatió con otro artículo en el periódico 'La Patria' donde desvelaba la identidad del crítico. Esto se correspondió con una avalancha de artículos y caricaturas del filósofo, en ocasiones bastante crueles. Todo el mundo en Copenhague quería escribir contra Kierkegaard. Escuchaba risas a su paso. Fue un linchamiento en toda regla que combatió con varios artículos. La tormenta al final amainó por sí sola, como suele ocurrir con este tipo de borrascas, también en la actualidad.

Contra la Iglesia

Otra fuerte discusión fue con la Iglesia luterana danesa, fuente de sus angustias. En este caso, la herida era, además, muy profunda, ya que su padre era pastor y su familia era en general muy religiosa. Kierkegaard era creyente, pero no creía en la Iglesia, a la que consideraba superficial y aburguesada. Necesitaba un revulsivo como había hecho Lutero siglos antes. Esto, dice su biógrafa, hoy es fácil decirlo, pero no en la época del filósofo. “Criticar a la Iglesia y renegar de la religión hoy es mucho más común. De hecho, es el punto de vista mayoritario. En este aspecto todo ha cambiado mucho desde que escribió sus libros. Pero quizá si hubiera nacido en 1980 no hubiera escrito sobre la Iglesia sino que sus polémicas energías las hubiera volcado en otras cuestiones como el arte o la política”, señala. Con todo, cuando murió, muy joven y de causas que no se conocen del todo -una parálisis de su cuerpo-, tuvo un funeral religioso por todo lo alto.

"Si hubiera nacido en 1980 no hubiera escrito sobre la Iglesia sino que se hubiera volcado en otras cuestiones como el arte o la política”Porque, pese a estos enfrentamientos y la rabia que mostraba en algunos de sus textos con las cosas que le disgustaban Carlisle señala que no fue un hombre impulsivo. “Incluso en esos casos fue extremadamente cuidadoso. Él escribía muchos borradores y luego se pasaba semanas y hasta meses decidiendo si publicarlo o no. En ese sentido, era lo opuesto a alguien que escribe precipitadamente algo desconsiderado o hiriente en Twitter u otra red”, sostiene.

Estatua de Soren Kierkegaard en la entrada de la Biblioteca Nacional de Copenhague

Por eso también tuvo sus adeptos en su propia época. Aquellos que creyeron en sus ideas sobre el conocimiento de uno mismo y la renovación del ser humano, sin necesidad de renunciar del todo al mundo e irse a una cueva como un eremita. Kierkegaard defendió que, ante todo, uno no debía autoengañarse. “No fue entendido del todo en su tiempo, pero quizá hubo más gente que lo entendió de lo que él pensó. Muchos de sus contemporáneos fueron bastante perspicaces con su carácter. Como sus lectores, algunos de los cuales sintieron una conexión profunda con su sufrimiento”, manifiesta Carlisle, quien también avisa: “Sus libros son difíciles, porque son profundos y complejos, filosóficamente y psicológicamente. Yo creo que todavía solo los entiendo parcialmente”. Eso de “yo leo a Kierkegaard” ya sabemos todos que, al fin y al cabo, es una mentirijilla.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. N° Col.: A-1324 Zaragoza Presencial y Online. Consulta Gran Vía 32. Teléfono: +34 653 379 269.                          Página Web: www.rcordobasanz.es



Søren Aabye Kierkegaard; fue un filósofo y teólogo danés, considerado el padre del existencialismo. 

ARTÍCULO EXTERNO: EL CONFIDENCIAL