Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. N° Col.: A-1324 rcordobasanz@gmail.com Tfno.: 653 379 269 Página Web: www.rcordobasanz.es
“Psicoanálisis y pediatría”, “Sexualidad femenina”, “La imagen inconsciente del cuerpo”, “Las etapas principales de la infancia” y “La dificultad de vivir” son algunos de los libros fundamentales de la que probablemente fue la psicoanalista más conocida de Francia por impulsar y tratar estos temas.
Esta pediatra y psicoanalista vivió entre 1908 y 1988, y justamente desarrolló una importantísima labor haciendo confluir sus dos especialidades: la infancia y el análisis. No solo fundó, junto con Jacques Lacan, la Escuela Freudiana de París, y la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, sino que fue hija, esposa y madre de reconocidas personalidades en los ámbitos de la política, las terapias, la música y también del psicoanálisis.
Dolto alcanzó una visión propia que reconduciría la terapia con y para niños. En concreto, apostó porque el individuo comenzara a psicoanalizarse en su niñez, ya que la infancia es definitoria en el desarrollo de una persona. La gran baza del psicoanálisis infantil, según esta especialista, es poder hablar e interpretar al niño usando su propio lenguaje; incluso, plantea que existe un lenguaje anterior al verbal, que es el corporal, y que la expresión del cuerpo de un menor ofrece significados de sus deseos y miedos.
Asociada a esta tesis y como feminista activa, formuló también la de la influencia de la imagen corporal inconsciente para la autoestima y, sobre todo, en una sexualidad femenina saludable.
Françoise Dolto fue la primera en analizar la actitud de los más pequeños y de los adolescentes frente al divorcio de sus progenitores y las relaciones entre padres e hijos como base para la construcción del individuo. Hoy, sus teorías se siguen en terapias diversas para ayudar a padres e hijos a comunicarse y a comprenderse, además de para favorecer la liberación de la mujer de roles del pasado. A continuación, algunas de sus ideas:
En un mundo de superávit, gran cantidad de bienes materiales mal distribuidos, la única propiedad propia es precisamente el amor entre los seres humanos.
El miedo a la muerte es en última instancia el miedo de vivir.
Se necesita una gran madurez para poder ser padre [madre], porque se trata de ser consciente de que esto no es una posición de poder, sino una posición de tener, y no tenemos derecho a esperar intercambio.
Poner en palabras lo que sentimos, tanto en la sensibilidad como en el odio, eso es humano.
Cada grupo humano tiene su riqueza en la comunicación, el apoyo mutuo y la solidaridad por un objetivo común: el desarrollo de cada uno en el respeto a las diferencias.
Los niños son los síntomas de los padres.
Solo unos pocos individuos que, en su historia, consiguen no dejar morir al niño en ellos, logran crear algo y hacer avanzar las cosas por saltos, descubrimientos, emociones que aportan a la sociedad, abriendo nuevas puertas, nuevas ventanas.
Un bebé cuya familia lamenta que sea como es, que se parezca a aquel otro, que tenga una nariz así o asá, y llega hasta lamentar el sexo que tiene o el color de su cabello, corre el riesgo de quedar marcado para toda la vida, mientras la gente piensa que no comprende nada.
Para comprender adecuadamente qué es la inopia, la debilidad de la adolescencia, tomemos la imagen de los bogavantes y langostas que pierden su concha: se ocultan bajo las rocas en ese momento, mientras segregan su nueva concha para adquirir defensas. Pero, si mientras son vulnerables reciben golpes, quedan heridos para siempre; su caparazón recubrirá las heridas y las cicatrices, pero no las borrará.
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