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Paz y Ciencia

viernes, 19 de febrero de 2021

Filosofía en la Incertidumbre

 


Los retos de la filosofía en tiempos de incertidumbre: Luis Alfonso Iglesias


¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?

Luis Alfonso IglesiasProfesor español de Filosofía

Luis Alfonso Iglesias Huelga es profesor de Filosofía en el Instituto de Enseñanza Secundaria Escultor Daniel (Logroño, España), ensayista, poeta y colaborador de diferentes medios de comunicación.

«Vivimos en un clima político histérico. Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que la Atenas de Sócrates», afirmaba Martha C. Nussbaum en octubre del año 2012 durante su visita a España para recoger el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Más de ocho años después esta afirmación mantiene toda su validez quizás porque la filosofía siempre ha tenido que convivir con la incertidumbre y porque, además, los grandes temas de la filosofía permanecen siempre a pesar de los cambios. Unos temas que lejos de ser complejos son, sobre todo, obvios y casi siempre los mismos: la libertad, la vida, la muerte, la igualdad, la naturaleza, en definitiva preguntarse cómo queremos vivir y en dónde queremos vivir. Y aquí entra en juego toda la capacidad crítica de la filosofía frente a esa zozobra, inseguridad e incertidumbre. Aplicarla al mundo tecnológico presente y futuro mediante sus preguntas éticas y sociológicas añade, al menos, algo de seguridad en la incertidumbre y cierta rebeldía en la zozobra.

El covid-19 ha llegado para ponernos delante la magnitud del problema medioambiental que ha contribuido a su difusión y también para advertir de que el modo de relacionarnos entre nosotros y con el mundo ya no sirve. La felicidad, como ya apuntó Aristóteles, es una actividad que surge de la contemplación y ello exige tanto una nueva medida del tiempo como una revisión del propio concepto de felicidad desde la pausa de la inteligencia crítica y de la acción conjunta porque, entre otras cosas, la búsqueda del bien común es una tarea colectiva que requiere más confluencias que influencias. 

Partiendo de que, como Popper decía, todos los hombres y mujeres son filósofos por el hecho de ser hombres y mujeres, la filosofía continúa siendo la esperanza de reconducir cierto caos existencial de nuestro presente hacia un orden social que nos permita mejorar nuestra forma de vida para seguir explorando la posibilidad de inventar, construir o hallar nuestra propia existencia. Pensar críticamente en tiempos de manipulación es un reto formidable que exige de la filosofía todo su empeño y determinación.

Por su parte, la filosofía de la ciencia debe continuar su labor en la defensa del conocimiento, en particular del conocimiento científico en estos tiempos de negacionismo esgrimiendo el criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia, el método científico  frente a las mentiras, los prejuicios o la costumbre.

«Urge una ética de la responsabilidad en la que no hagamos las cosas por miedo a la sanción, sino por aprecio a la razón. El papel de la filosofía consiste en incomodar al siempre incómodo presente para poder acomodarnos al futuro con el fin de volver a incomodarlo. Este el principal reto de la filosofía, el que fue, es y será»


 Hacernos quienes somos, saber qué somos. Nuestros problemas, muchos de ellos caprichosos y banales, están envejeciendo a una velocidad directamente proporcional a nuestra perplejidad ante el futuro. Existe una lucha entre lo que creíamos ser y lo que realmente somos, entre lo que parece importante y lo que tiene importancia. Urge una ética de la responsabilidad en la que no hagamos las cosas por miedo a la sanción, sino por aprecio a la razón. Toca, esta vez sí, ponerse a pensar para intentar ser.

La pandemia ha evidenciado aún más las desigualdades provocadas, enriqueciendo mucho más a los ricos y empobreciendo muchísimo más a los ciudadanos que ya estaban en una situación precaria, así que resultaría razonable situar esas reivindicaciones en el territorio de la equidad, entre otras cosas porque trabajadores a los que la sociedad opulenta consideraba como accesorios emergen como verdaderamente indispensables. 

Hemos banalizado la educación y santificado la fiesta y ahora nos encontramos en tiempos de zozobra que claman solidaridad. Tenemos nostalgia de la acción colectiva, pero escuchamos demasiados tópicos intangibles. Caminamos sobre el alambre del ultraindividualismo, de los intereses sectoriales, de una defensa tramposa de la libertad individual que no existe porque no hay respuesta individual a problemas colectivos. O educamos para aprender a vivir como ciudadanos libres o para ser consumidores, también de bulos tan atractivos en su simplicidad. Así que la filosofía debe seguir removiendo los cimientos de un sistema económico rígido en su base y volátil en sus alturas.

Ya desde Sócrates el papel de la filosofía consiste en incomodar al siempre incómodo presente para poder acomodarnos al futuro con el fin de volver a incomodarlo. Una búsqueda sin término, afortunadamente. Y más en los tiempos del nuevo cólera. Este el principal reto de la filosofía, el que fue, es y será».

Rodrigo Córdoba. Psicólogo y Psicoterapeuta. Teléfono: +34 653 379 269 Gran Vía 32, 3° Izquierda rcordobasanz@gmail.com Presencial y Online.

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