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Paz y Ciencia

jueves, 25 de febrero de 2021

Dolores Mosquera: TLP

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Gran Vía 32. Teléfono: +34 653 379 269 Presencial Y Online Página Web: www.rcordobasanz.es

Hay muchos aspectos a tener en cuenta en el diagnóstico y el tratamiento del trastorno límite de la personalidad (TLP), borderline, o trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad, y aunque de esto hablaremos en la parte del curso referente al diagnóstico y abordaje terapéutico (módulo II), en este apartado expongo ciertos aspectos que se pueden observar en muchas personas con trastorno límite de la personalidad con el fin de comprender muchos comportamientos y contradicciones que se pueden dar durante las entrevistas.

1. Inestabilidad en el sentido de sí mismo

Las personas con trastorno límite de la personalidad suelen tener una auto-imagen variable que generalmente se basa en cómo son percibidos por los demás (ante una crítica se pueden sentir “malos”, “ineptos”, “no válidos” y ante un piropo se pueden sentir “una buena persona”, “alguien estupendo”, etc.). Esta variabilidad en la auto-imagen o forma de percibirse, conlleva cambios de humor y pensamientos contradictorios acerca de uno mismo y de los demás. De esta forma, en el curso de una entrevista y en función del tema que estemos tratando (o de la persona con la que tenga relación ese tema) el paciente se puede mostrar bien, muy alegre o contento o bien muy disgustado, decepcionado o asqueado consigo mismo y/o el terapeuta u otras personas. Esto está muy relacionado con el pensamiento dicotómico o pensamiento del “todo o nada” que presentan los pacientes con este diagnóstico.

Además de lo anterior, las personas con TLP suelen tener una inseguridad tremenda y una gran dificultad para percibir en ellos cualidades positivas y en ocasiones, ante comentarios agradables acerca de ellos o de algo que han hecho bien, sienten que están siendo halagados pero que en el fondo no es cierto, “lo dices para que me sienta mejor pero en el fondo sabes que soy mediocre y que no valgo para nada”.

2. Relaciones interpersonales inestables

La formación de relaciones “intensas e inestables” es uno de los criterios básicos para el diagnóstico del trastorno límite de personalidad. Al mismo tiempo, es uno de los aspectos más vulnerables de estas personas. Una persona con trastorno límite de la personalidad puede necesitar a los demás de forma desesperada y a la vez sentir la necesidad de evitar este contacto íntimo para evitar un mayor daño emocional.

Algunas personas con trastorno límite de personalidad llevan este tipo de conflicto a sus relaciones, confundiendo a los demás y, finalmente, apartándolas de sus vidas. Tienen una necesidad desmedida de apoyo, compañía y cariño y esperan que los demás sepan lo que necesitan en todo momento (incluso sin decirlo).

Por lo general, las personas con trastorno límite de la personalidad suelen ser muy perceptivas y captar las necesidades y puntos débiles de los demás. Sin embargo, en ocasiones tienen dificultad para observar estas necesidades, en especial, cuando se trata de sus seres más cercanos. Esto hace que, para sentir apoyo o protegerse emocionalmente auto-convenciéndose de que no lo necesitan, utilicen métodos indirectos como (idealizar a una persona o devaluarla respectivamente, por ejemplo) o por el contrario muy directos y llamativos (amenazas de suicidio, cortes, etc.). Esto crea gran confusión en los familiares y allegados que suelen percibir estas conductas como manipuladoras.

En los casos en los que las conductas son indirectas, es probable que se deba a que la persona con TLP no admite de forma consciente su necesidad por los demás e irónicamente, incluso los aparta en los momentos que más los necesita. Este tira y afloja suele terminar en relaciones de muy corta duración con comienzos y finales intensos.

La persona con trastorno límite de personalidad no es consciente de que en realidad, esta forma de conseguir atención genera un malestar importante en los demás, que se suelen sentir chantajeados y presionados y que finalmente, estos comportamientos son lo que les hace alejarse de ellos confirmando una vez más que “no le importa a los demás porque no es una persona que valga la pena”.

3. Problemas para “funcionar” o sacar provecho de sus habilidades

Muchas personas con trastorno límite de personalidad son altamente funcionales y poseen múltiples habilidades que no son capaces de utilizar con éxito. Es decir, tienen capacidad para lograr lo que se proponen pero su inestabilidad e inseguridad no les permite aprovechar su potencial y acaban practicando “el autosabotaje”. En gran parte esto se debe a su dificultad para autoobservarse y poder ver estas cualidades en ellos mismos.

4. Alternar entre suspicacia y extrema ingenuidad

Las personas borderline suelen actuar de formas muy diferentes. Es muy conocida su tendencia a oscilar entre los extremos. Lo mismo ocurre con la confianza; en momentos de estrés pueden desconfiar hasta límites inimaginables, llegando a rozar la paranoia y en momentos en los que se encuentran bien, pueden ser extremadamente ingenuos y confiar por completo en la primera persona que se cruza en su camino. No es raro que un paciente se lleve a un desconocido a su casa o a alguien que le dice estar pasando un mal momento y no tener adónde ir o que le facilite su dirección y llaves de casa para que se vayan a descansar un rato.

Esto en parte, tiene relación con su necesidad de mantener relaciones íntimas o tener amigos en los que confiar y a los que poder contar sus problemas, o simplemente dar la oportunidad que ellos no han tenido en algún momento de su vida en el que se han sentido abandonados.

Es muy frecuente que las personas con trastorno límite de la personalidad acudan a consulta después de un nuevo desengaño o una estafa sintiéndose fatal por ser tan “idiotas” y “pensar que los demás pueden ser como yo”.

Siempre hago lo mismo. Siempre pienso que los demás son como yo. Me desvivo por los demás, soy capaz de hacer cualquier cosa. He llegado a hacer cosas desagradables para complacer a los demás. Cuando conozco a una persona que parece estar sufriendo no puedo evitar intentar acabar con su sufrimiento. Me he llevado a vagabundos para casa a personas que decían no tener papeles y la mayoría de las veces el resultado ha sido pésimo, me han robado, maltratado e insultado. Lo más grave de todo es que sé que lo volveré a hacer. Si encuentro a alguien que sufre y no le ayudo y después resulta ser verdad y nadie le ayuda… Lo que más daño me hace es que se aprovechen de mi confianza y buena intención… cuando conocen mis puntos débiles siempre los acaban utilizando para hacerme daño.

5. Recurrir al pensamiento mágico

Muchas personas con trastorno límite de la personalidad recurren a este tipo de pensamientos con frecuencia. Es como un sentimiento de “solo tengo que tener eso” para que todo vaya bien. Es decir, pensar que una persona, lugar, cosa, conducta o idea puede hacer que los problemas desaparezcan de forma instantánea o hacer que la persona se sienta feliz y/o segura. Los pensamientos mágicos más frecuentes suelen tener relación con que “otros arreglen su malestar”. Por ejemplo, la persona con trastorno límite de personalidad puede pensar que lo único que necesita es a alguien que le acompañe o a alguien a quien dar todo ese cariño que tiene para dar, que sólo tiene que encontrar a la amiga de su vida o al compañero ideal. La persona “mágica” puede ser una persona conocida, alguien con quien conecta en un día de buen rollo, una persona que se encuentra por la calle desvalida y sin lugar adónde ir o alguien que le echa una mano en medio de algún follón nocturno.

Cualquier persona, cosa o situación adquiere un supuesto “poder” que es capaz de controlar su malestar. Ejemplos: “Si mi ex-pareja vuelve conmigo me pondré bien”, “sólo necesito una persona que me quiera y me cure con su cariño”, “si me compro otro vestido me encontraré mejor”, “si me corto una vez más, será la última y dejaré de hacerlo”.

Caso: si tuviese una mascota todo iría mejor

Paciente con trastorno límite de personalidad y fobia a los animales. En una sesión de grupo otros participantes hablan de sus respectivas mascotas y el cariño que les dan. A los pocos días empieza a pensar que si tuviese un perrito a quien dar su cariño y cuidar todo iría bien. Afirma que así saldría a pasear, que no lo hace porque tiene que hacerlo sola. La familia no está de acuerdo pero ella se empeña en que sin la mascota no podrá mejorar. Finalmente aceptan. Le regalan un perrito y los primeros días está entusiasmada, su atención gira en torno a la mascota y a sus necesidades (darle comida, cariño, paseos y demás). Semanas más tarde le empieza a tener miedo, se siente culpable porque dice que le ha contagiado su depresión. Afirma que por su culpa no come ni duerme y que si no tuviese el perrito se encontraría mejor. Devuelve la mascota a su dueño y semanas más tarde la empieza a echar de menos. Dice que ha sido un error y que si tuviese al perrito se encontraría mejor.

En este caso el pensamiento mágico es claro: necesito un perrito para poder pasear y sentirme mejor. Al mismo tiempo, la mascota le servía como un desvío de atención de su verdadero problema (el trastorno límite). Ahora su único problema es no tener perro y posteriormente el único problema es tener el perro. La solución es igual de mágica: tenerlo o no tenerlo. A esto me refiero cuando digo que es algo así como “solo tengo que tener esto para que todo vaya bien”.

6.- Otras características del Trastorno Límite de la Personalidad

Además de lo anterior podemos hablar de un afecto variable, una “estable inestabilidad”, conductas impulsivas, conductas autodestructivas y trastornos cognitivos o de percepción en determinados momentos de alta emotividad. Esto les puede llevar a sentir o pensar en formas parecidas a las siguientes:

  1. Sentimientos de no ser querido o defectuoso: “Nadie me querría si me conociera de verdad”; “Nadie podría querer a alguien como yo”, “Si me conocen de verdad se darán cuenta de lo terrible que soy”.
  2. Sensación de inutilidad o de “no ser apto para”: “No sé hacer nada bien”, “Soy un completo desastre”.
  3. Sensación de dependencia: “No puedo valerme por mi mismo, necesito a alguien en quien apoyarme”; “Si no me acompañas, seguro que me sale mal”.
  4. Sensación de ser ignorado, abandonado u olvidado: “Estaré solo, nadie estará ahí para mí”; “Si dejo de hacerme cortes, tengo miedo de que se olviden de mi”, “quién podría acordarse de llamar a alguien como yo”.
  5. Sensación de pérdida de control: “No me puedo controlar”; “Me dejé llevar, es algo que escapa a mi control”, “si me equivoco la habré fastidiado por completo”.
  6. Falta de confianza en uno mismo y/o en sus propias decisiones: “Si no hago lo que quieren los demás, me abandonarán o atacarán”; “Si le digo lo que pienso de verdad, pensará que soy un estúpido”.
  7. Desconfianza o suspicacia en relación a otras personas: “Las personas me harán daño, atacarán o se aprovecharán de mí”; “Seguro que me trata bien porque quiere algo de mí”; “Me debo proteger de los demás”.
  8. Terror a ser arrastrados, engañados o traicionados por sus emociones: “Debo controlar mis emociones o algo terrible ocurrirá”; “No le puedo demostrar lo mucho que me he alegrado de verle o no volverá”, “si sabe lo que siento de verdad pensará que estoy loco”.
  9. Autocastigo o Autosabotaje: “Soy una mala persona, merezco ser castigado”; “Si soy así de infeliz es porque me lo merezco”, “solo encuentro una explicación a este malestar que siento: yo me lo provoco, por lo tanto, merezco sufrir”.

Artículo Externo: Dolores Mosquera

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