PEACE

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Paz y Ciencia

martes, 25 de marzo de 2008

Artículos en otras fuentes.

Se trata de tres links para explorar los trabajos de esta página en otras páginas relacionadas con la investigación y la psicoterapia.

http://soyborderline.com/content/view/202/85/ Estudio sobre el diagnóstico de T.Límite.
http://centropsicoanaliticomadrid.com/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=72
Psicoanálisis Aplicado. Sobre la Película de Stanley Kubrick: "La Chaqueta Metálica".
http://centropsicoanaliticomadrid.com/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=46
Psicoanálisis Aplicado. Sobre la Película "Una Mente Maravillosa".

jueves, 20 de marzo de 2008

La Niña de los Sueños XIX

Juntos estuvieron durante toda la noche, cuando el cielo asomaba y el color de la tierra era de color cobre se miraron durante unos minutos de silenciosa comunicación. Ella le guiñó el ojo y el se divirtió mucho con ese gesto, se acercó a ella y le abrazó durante un tiempo que pareció dar un vuelco a su vida. La muchacha deslizó por sus mejillas una lágrima de esperanza. El calor empezaba a ganar terreno al frío que habían sentido en lo externo de su burbuja, justo allí en el claro de la maleza.

La muchacha le convidó a verse de nuevo, en siete días, justo allí, en la atalaya donde la música pudiera de nuevo hacer una pequeña fisura en las opacas vidas de los ciudadanos.

Él la besó en la mejilla, arrastrando en sus labios el dulce líquido de los ojos de la Hermosa Muchacha.

Cuando terminó el hechizo, ella tiritando se dispuso a caminar hacia Palacio, él volvería de nuevo al Mercado, rodeando de tanta gente con la que no podía hablar, a veces sólo alguna mirada de desprecio y bromas de los más afortunados.

Nutridos de esperanzas, de futuro y de una auténtica sensación de libertad dentro de unas murallas frías y apuntaladas por las deudas de cientos de paisanos lograron alcanzar la pequeña cima que les permitía verse desde arriba, durante unos instantes, aquellos que rodearon sus brazos el uno al otro.

domingo, 16 de marzo de 2008

La Enfermedad de la Vida

Artificialidad de la Clasificación Psiquiátrica.

Fases de una misma realidad: ANGUSTIA (Angst), Depresión y Psicosis.

El término de anormalidad o de enfermedad, caso de estar justificado, debería emplearse con extraordinaria precaución, tanto por su inexactitud científica como por su insultante significación. A este respecto viene a su cuenta la atinada reflexión de nuestro incomparable Miguel de Unamuno: El hombre por ser hombre, por tener conciencia, es ya, respecto al burro o a un cangrejo un animal enfermo. La conciencia es una enfermedad.
Pero la psiquiatría, movida por la ofuscación de constituirse en ciencia al uso tradicional del término, aborda estos fenómenos como si de hallazgos extraordinarios e inconexos se tratara. Y, consecuentemente, procede primero a su bautizo y ensaya, después, una definición. Así el psiquiatra francés, Pierre Janet definió la angustia como miedo sin objeto, afirmación redonda que ha pasado a ser repetida de boca en boca hasta la saciedad sin detenerse a pensar su sentido; algo así dijo Ball: la alucinación es la percepción sin objeto. Pero como para la razón no hay fenómeno sin causa ni sufrimiento sin motivo, cabe suponer que lo que en realidad quisieron dar a entender es que el objeto no era conocido, no que no existiera. De tal manera, cuando el miedo encuentra un objeto empieza a ser tolerable y se diluye la angustia.

La angustia es, por tanto, el elemento constante de la existencia (Kierkegaard decía de ésta, la enfermedad mortal), producto del diálogo entre el ser y el mundo, un diálogo enmarcado por el temor a dejar de ser, a la desaparición, a una muerte no solamente entendida en su plano físico, sino abarcando la completa esfera espiritual, en la que el individuo teme dejar de ser quien es aunque su corazón pudiera seguir latiendo. Rastreando las huellas que pudieran conducirnos a sus tempranas manifestaciones nos topamos irremediablemente con la representación del bebé cuando sus necesidades no son cubiertas. Una incontenible desazón, la expresión de espanto, el llanto desfondado, los ojos extraviados en busca del puerto donde varar la navecilla de su impaciencia y el desconcierto de sus insignificantes manecillas palpando el aire, en desesperado intento de tropezarse con los pliegues que envuelven el seguro remedio a su insoportable separación. En este orden de cosas se planteaba Gómez Bosque si no habría debutado el niño con el vago deseo de aproximar la boca al pecho materno y satisfacer el hambre o la sed que ya nunca le abandonará en el curso de la existencia…
La angustia aparecerá siempre que ese Yo se sienta postergado por la atención a intereses ajenos o, lo que es lo mismo, siempre que ese Yo se vea forzado a vivir otra existencia distinta de la propia. Efectivamente, en el fondo de toda manifestación de angustia se encuentra la forzada renuncia personal, de la que el propio individuo es desconocedor; un sacrificio de cuya existencia es testimonio la angustia.

Si, finalmente, las dificultades fueran insalvables o el Yo desfalleciera de forma tal que no pudiera seguir manteniendo el conflicto, el estado de angustia, de lucha, sería sustituido por el de claudicación o depresión. Porque, al igual que sucede con la viga que soportando durante tiempo prolongado la sobrecarga de un peso desproporcionado acaba por ceder, cualquier estructura psíquica que de atrás viniera padeciendo la agobiante acción de la angustia acabaría con el debilitamiento de su resistencia y su resquebrajamiento final. Angustia y depresión, así entendidos son secuencias temporales de un mismo proceso evolutivo, razón por la que el remedio para ambas pasa, ineludiblemente, por el entendimiento exhaustivo de las circunstancias en las que se debate el ser.
Uno de los destinos de la depresión, por fortuna poco frecuente, es el suicidio, entendido éste en sus dos modalidades, físico, con el fallecimiento del individuo y espiritual, con la locura. Pero, las más de las veces, la depresión se consume en la creación de síntomas físicos, también conocidos como equivalentes depresivos, que pueden abarcar las más variadas manifestaciones y bajo cuyo disfraz acude la depresión en tropel a los consultorios de medicina interna, siendo allí objeto de las mil y una desatinadas pruebas y exploraciones que encarecen inútilmente la asistencia sanitaria.

Conviene comentar que el sufrimiento de los cuadros depresivos puede ser tan agudo e insoportable que obligue a la propia maquinaria psíquica a disparar un misterioso mecanismo que logra el prodigio de su conversión a un estado radicalmente opuesto, en el que la pasividad se sustituye por la actividad, el pesimismo por la megalomanía y el cansancio por una inagotable vitalidad. Este cuadro es conocido con el nombre de manía. En estas situaciones, caracterizadas por una actividad frenética, tan ineficaz como inoportuna, la persona es capaz de pasar días sin experimentar el menor signo de fatiga. Bien se deduce, entonces, que la manía no es ninguna especia genuina, sino la imperiosa respuesta al precedente estado de intolerable decaimiento.

En resumen, el hecho existencial de la indefensión del ser humano se encuentra en la raíz del fenómeno de la angustia que puede adoptar apariencias diversas, en consonancia con las condiciones de permanencia e intensidad. Así, se puede manifestar en un estado depresivo, en los múltiples cuadros de somatización o desembocar, finalmente, en el estado psicótico. Lo de menos es encontrar un nombre para cada uno de ellos y de la convertibilidad de uno en otro (patoplastia tienen la osadía de llamar a esa posibilidad); lo fundamental es el logro de una explicación satisfactoria del conflicto esencial, al abrigo de las referencias biográficas particulares.

Material elaborado sobre dos fuentes: Comunicaciones Personales y la base del texto es de Onésimo Fernández Rubio, el titulo de su obra es La Enfermedad de la Vida. Mira editores. Se trata de una obra de Análisis Existencial. Un estudio humanista muy interesante que aúna materiales indisolubles: la vida, la angustia, la psiquiatría, la existencia y el dispositivo artificioso que rodea la asistencia psiquiátrica. Un mensaje positivo, vitalista y mesurado.

sábado, 15 de marzo de 2008

José de Espronceda: La Canción del Pirata

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho del inglés
y han rendido sus pendones
cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sientami derecho
y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas yo divido
lo cogido por igual;
sólo quieropor riqueza la belleza sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugodel esclavo,
como un bravo,sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.


Relación Anaclítica (Diana Hold)

RELACIÓN ANACLÍTICA

Anaclisis: -decúbito, especialmente supino
-que depende de otros, especialmente los niños de las madres; la depresión anaclítica resulta de la ausencia de la figura materna.
-en psiquiatría: dependencia emocional, inclinación hacia el ser de quien se depende o que domina, en particular la primera relación objetal que establece el niño, caracterizada por la completa dependencia de éste respecto de su madre.

Depresión anaclítica: R.Spitz (1.945) Síndrome depresivo que sobreviene en el niño privado de su madre después de haber tenido con ella una relación normal durante los primeros meses de vida.

Anaclítico: apoyo, apuntalamiento [Al.: Anlehnungs, Fr.: anaclitique, Ing.: anaclitic, attachment]


Relación anaclítica:

Tipo de elección de objeto en la que el objeto de amor es escogido en función del modelo de la figuras parentales, en tanto en cuanto éstas, proveen al niño de alimentos, cuidado y protección. Se lo denomina también como elección objetal por apoyo o anaclítica (Anlehnungstypus).
El fundamento de esta noción lo encontramos en la teoría pulsional de la sexualidad de S. Freud, según la cual, las pulsiones sexuales se apoyan en las pulsiones de autoconservación. Las primeras, antes de hacerse independientes, se apoyan en las funciones vitales (fuente orgánica, dirección y objeto).
En Tres ensayos de teoría sexual ( Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie 1.905, AE VII) Freud describe que existe una íntima relación entre las pulsiones sexuales y ciertas funciones corporales y sus correpondientes zonas erógenas (actividad oral y boca-labios, zona anal...). El objeto, en un primer momento, es el pecho que proporciona una doble satisfacción (la derivada de la alimentación y la disminución de la tensión producida por el hambre, y la derivada del placer oral y de contacto con la madre). "El quehacer sexual se apuntala {anlehnen} primero en una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella."
Este apoyo o apuntalamiento es concebido como uno de los tres caracteres de la expresión de la sexualidad infantil junto con que carece de objeto (es autoerótico) y que sus metas vienen determinadas por las diversas zonas erógenas.

Hasta ahora hemos podido observar un movimiento de la pulsión sexual que va del apoyo (en la consevación de la vida) a la independencia (el autoerotismo). En algunas ocasiones este movimiento es pendular, es decir, vuelve al apoyo en la elección de objeto postpuberal. Esta idea la desarrolla Freud en Introducción del narcisismo (Zur Einführung des Narzissmus AE 14, 1.914) en el segundo apartado de este artículo, donde habla a cerca las vías de estudio del narcisismo.
Plantea dos tipos de elección de objeto: según el tipo narcisista y según el tipo del apuntalamiento. En el primero se ama a uno mismo, a lo que se fue, a lo que se querría ser o a la persona que fue otrora una parte del si mismo propio. En el Anlehngstypus (o por apuntalamiento) se ama a la mujer nutricia o al hombre protector. En otras palabras, el sujeto elige ciertos objetos de amor que metonímicamente, se refieren a los primeros objetos de satisfacción para la autoconservación y para la sexualidad.
Desarrollando estos dos tipos de elección de objeto aparecen dos modelos de amor o posiciones del sujeto. Uno masculino determinado por el apuntalamiento y otro femenino de corte narcisista. En el prototípicamente masculino se trasfiere el narcisismo originario al objeto sexual. Hay relación con el otro. Todo se hace para ser amado, algo así como amar para seguir siendo amado. Por contra, en el femenino todo consiste en permitir(se) amar(se). En otras palabras amar para amarse a sí mismo (a través del objeto). Esta posición es tenida como perversa.
Como es obvio, esta polarización y la valoración que implica, han generado innumerables debates y discusiones acerca de la sexualidad femenina y la masculina, así como de la naturaleza del amor. Cabe destacar que en Introducción del nacisismo el mismo Freud declaró "...todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elección de objeto..." (AE 14, 1.914).

jueves, 13 de marzo de 2008

Françoise Dolto (1908-1988) In Memoriam

El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas : revista trimestral de educación
comparada (Paris, Unesco : Oficina Internacional de Educación), vol. XXIX, no 3, 1999
Págs. 495-505.
©UNESCO : Oficina Internacional de Educación, 2000
Este documento puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente

FRANÇOISE DOLTO
(1908-1988)

Éric Binet

Una pedagoga cristiana fuera de serie
El décimo aniversario de la muerte de Françoise Dolto y las cuatro jornadas de estudio
dedicadas a su obra a principios de este año en la UNESCO nos recuerdan la gran influencia
que esta psicoanalista sigue ejerciendo en nuestro conocimiento sobre el niño. Pediatra de
formación, su invención de la Casa Verde como lugar de acogida o su colaboración con la
escuela de Neuville fueron sus más brillantes experiencias, aunque su gran popularidad se
deba principalmente a las intervenciones radiofónicas que mantuvo durante varios años.
No obstante, al releer su biografía, se ve que su proyecto de ser “médico de
educación” aparece muy pronto, a la edad de ocho años. Algunos acontecimientos influyeron
en ella, suscitando este deseo de salvar a los padres enseñándoles a educar a sus hijos. Así, su
orientación hacia la medicina y el psicoanálisis no fue fruto del azar, sino la liberación de un
sufrimiento acumulado a lo largo de su infancia y de su adolescencia.
Pero, si Françoise Dolto sigue siendo famosa por sus cualidades en tanto que clínica o
por sus aportaciones teóricas, especialmente la imagen inconsciente del cuerpo, la condición
ontológica de su ética es menos conocida. En efecto, ella analizó los Evangelios a la luz del
psicoanálisis, al igual que estudió el psicoanálisis y la educación siguiendo las exigencias
evangélicas. Incluso se podría pensar que su concepción del sujeto humano, dotado de deseo y
de lenguaje, enlaza con la de los pedagogos humanistas del siglo XVI y su fervor cristiano. Sus
numerosas obras, más de treinta, al reconocer la alteridad propia de cada individuo y la
necesaria tolerancia que de ella se deriva, han esclarecido los derechos del niño y los deberes
de los adultos.

La infancia de una mujer “médico de educación”
F. Marette, nacida en París, en 1908, en una familia de ingenieros de situación desahogada,
era la cuarta hija de una familia de siete hermanos. Desde su nacimiento, parece haber estado
marcada por el sello de la originalidad y la marginalidad. La anécdota más conocida se refiere
a su niñera irlandesa cocainómana. Ésta fue despedida en el acto tras haber sido descubierta
en sus escapadas con Françoise a un lujoso hotel de citas. Esos seis primeros meses pasados
con esta niñera fueron hasta tal punto productivos desde el punto de vista afectivo, que estuvo
a punto de morir. Como repitió en muchas ocasiones, solamente su madre logró salvarla.
Durante el resto de su infancia, F. Marette sufrió a menudo la incomprensión de los
adultos:
Y me preguntaba cómo, habiendo sido pequeños y habiéndose hecho mayores, los adultos podían ser tan
extraños, ya que tenían hijos. Y me decía: “Cuando sea mayor, trataré de acordarme de cómo se es de pequeño”
(Dolto, 1986, pág. 43)
Este asombro desarrolló su capacidad de hacer preguntas y su sentido de la comunicación
sincera. Ante el silencio de los adultos, ante los castigos, se fue abriendo camino un
comportamiento de autodidacta, común a muchos pedagogos.
Su institutriz personal, formada en el método Fröbel, la acompañó en sus primeros
aprendizajes. Recordemos que la creación de los jardines de la infancia se debe a F. Fröbel
(1782-1852), según un método basado en el amor maternal y en unos principios metafísicoreligiosos.
Las condiciones de aprendizaje de la lectura que de esto se derivaban le
permitieron descubrir las nociones de autonomía y respeto al deseo de aprender.
De ahí su deseo, a la edad de ocho años, de ser “médico de educación”, para “ayudar a
los padres a educar a sus hijos, a comprenderlos”. (Dolto, 1988, pág. 48). La incomprensión
de los adultos hacia este proyecto fue todavía más dolorosa. Resumiendo, allí donde faltaba
un justo equilibrio, nació un deseo reparador, el del médico “que sabe que, cuando la
educación no va bien, esto causa enfermedades en los niños, que no son verdaderas
enfermedades, pero crean problemas en las familias y complican la vida de los niños que
podría ser tan tranquila” (Dolto, 1986, pág. 44).
Otros acontecimientos extrafamiliares influyeron en su decisión, especialmente la
Primera Guerra Mundial, con sus desaparecidos y heridos, pero sobre todo, la visión de las
mujeres que, sin formación y habiendo perdido a su marido, se encontraban en un estado de
miseria y aislamiento total.
Por último, la última prueba que tuvo que soportar F. Marette fue la muerte de su
hermana mayor. A la edad de 11 años, la víspera de su primera comunión, su madre le pidió
que rezara para salvar a su hermana, que había contraído un cáncer óseo. Su muerte provocó
una reacción terrible en su madre que hizo a Françoise totalmente responsable, lamentando
incluso que ella siguiera viva en lugar de su hija predilecta. Parece que este fracaso y este
rechazo influyeron tanto en F. Marette que entró en un proceso de redención y disculpa. En
esto seguía un destino común a las mujeres de la familia, obligadas todas en algún momento a
salvar a un miembro de la familia.
Descubrimiento de la pediatría y del psicoanálisis
Después de haber terminado el bachillerato contra la voluntad de su madre, F. Marette tuvo
que esperar siete años antes de empezar su carrera de medicina, lo que hizo a la vez que su
hermano pequeño Philippe. Pero en 1930 obtuvo, con el visto bueno de su madre, su diploma
de enfermera.
Al empezar su carrera de medicina, a los 23 años, conoció a M. Schlumberger, que
después se haría psicoanalista. Éste aconsejó a su hermano que empezara un psicoanálisis con
R. Laforgue (fundador de la sociedad psicoanalítica de París). Un año después, F. Marette
empezaba con R. Laforgue su cura analítica, que iba a durar tres años y que la iniciaría, ya
antes de su encuentro con Jacques Lacan, en su formación psicoanalítica.
Estas prácticas hospitalarias la condujeron al servicio más conocido de la época, el del
doctor J. Heuyer, precursor de la psiquiatría infantil y de la logopedia. Allí conoció también a
S. Morgenstern, principal iniciadora del psicoanálisis infantil en Francia, que empleaba el
dibujo como instrumento terapéutico. Pese a este encuentro fructífero, la organización
sanitaria la alejó del externado llevándola al internado.
No obstante, en 1938 conoció al doctor É. Pichon en el hospital Bretonneau, cuya
enseñanza influyó en ella de modo especial. El año siguiente, F. Marette presentó su tesis de
medicina: “Pediatría y psicoanálisis” (1976).
En 1942, se casa con Boris Dolto, que más tarde sería un especialista eminente de la
fisioterapia en Francia.
Al acabar la guerra, el único contacto que conservó F. Dolto con el medio hospitalario
fue su consulta gratuita en el hospital Trousseau, abierta de 1940 a 1978. También tuvo otra
consulta en el centro médico psicopedagógico Claude Bernard a partir de 1947 y después
entró en el CMPP Étienne Marcel, donde permaneció desde 1964 a 1981. Pero también se
interesó en otra actividad, a medio camino entre la educación y la clínica, la de psicoanalista
en la emisora de radio France-Inter, de 1976 a 1978. El éxito de sus tres obras sacadas de
estas emisiones confirmaron su popularidad entre el gran público.
Entre tanto, fue miembro de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis hasta la escisión de
1953. Participó entonces junto con J. Lacan, D. Lagache y J. Favez-Boutonnier, en la creación
de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Después de la segunda escisión de 1964,
permaneció con J. Lacan, fundador de la Escuela Freudiana de París, que abandonó en 1980.
Condiciones y finalidades de la educación
F. Dolto, desde 1945, expuso, en su texto fundador sobre la educación y el psicoanálisis, su
objetivo de mantener al ser humano en su integridad y en toda su alteridad. En sus escritos
encontramos una referencia constante al fomento de la concientización y de la liberación del
deseo del niño. Esta precaución es hasta tal punto primordial que la consideraba como una
profilaxis para las neurosis.
Sin embargo, era escéptica en cuanto a nuestras técnicas y a nuestra anticipación del
futuro, que se nos escapa: “Estamos preparando, para una vida que no sabemos cómo va a ser,
a unos niños que justamente tienen que ser diferentes de nosotros, puesto que han tenido
experiencias que a nosotros nos eran desconocidas a su edad.” (Dolto, 1985, pág. 330). De
ahí, sus críticas feroces hacia nuestro sistema educativo, familiar o escolar, que no desarrolla
en el niño los medios de buscar la realización de sus deseos: “Lo importante de la educación
no es en absoluto el “porqué” sino el “cómo”. (Dolto, 1973, pág. 100) Esto hace preciso
recordar que la función del educador no es conducir al niño, sino enseñarle a conducirse.
Según ella, el respeto al niño sólo es posible si existe una colaboración entre el adulto
y él. Esta concepción implica una responsabilización recíproca, así como una experiencia
basada en la vivencia, el ejemplo dado por el adulto. Por lo tanto, no es extraño que no
concediera un valor particular a los métodos pedagógicos institucionalizados: “El adulto de
referencia, cuya forma de vida tiene valor de ejemplo, no pretende ofrecer un método. El
método es la antipedagogía” (Dolto, 1985, pág. 276). Al destacar cómo la especificidad de
cada individuo es más importante que toda teoría, repetía constantemente que era ridículo
“seguir el método Dolto”.
Los fundamentos de su pensamiento educativo se acercan a los de los métodos activos
propugnados por psicólogos como C. Freinet, o por psicoanalistas como A. Adler o A. S.
Neill. En este sentido, su pensamiento educativo coincide también con el movimiento de la
pedagogía institucional, inspirada en la psicoterapia institucional (F. Tosquelles). Estaba
convencida de que en cada niño hay un potencial revolucionario que la educación tradicional
trata de asfixiar.
Por último, si S. Freud había podido afirmar que educar, curar y gobernar eran tres
profesiones imposibles, F. Dolto se unió a este principio, llegando más lejos en una cierta
desilusión: “A los ojos de los niños, fracasamos siempre”. Según Freud: “Haga lo que haga, lo
hará siempre mal” (Dolto, 1989, pág. 69). Esta paradoja que le hacía decir que una educación
va bien cuando fracasa, se explica por el hecho de que el niño llega a su madurez. Solamente
cuando se afirma con respecto al adulto por medio de este rechazo, está manifestando su
capacidad de convertirse a su vez en educador. Según F. Dolto, también a partir de esta
postura de rechazo, aceptado por el adulto, un niño cree en su propio juicio.
La imagen inconsciente del cuerpo y la educación
F. Dolto se basó en la teoría psicoanalítica para el tratamiento de niños y adultos, pero
también basándose en ella desarrolló una teoría personal en torno a conceptos clave, como las
nociones de sujeto, lenguaje, deseo y cuerpo. Es la teoría de “la imagen inconsciente del
cuerpo” que explicó detalladamente en toda su complejidad en 1984.
La originalidad de esta teoría se basa en la idea de que, al contrario de lo que se
produce en el caso de nuestro esquema corporal, desde el estadio fetal se estructura
inconscientemente una imagen del cuerpo, que es “la encarnación simbólica inconsciente del
sujeto deseante” (Dolto, 1984, pág. 16). De ahí la idea de organizar lo mejor posible esta
evolución de la imagen inconsciente del cuerpo por medio de una educación, una
humanización, lo que ella llamó “las castraciones simbolígenas”.
En efecto, esta imagen inconsciente del cuerpo no es única ni estática, sino que se
compone de varios elementos (una imagen de base, una imagen funcional, una imagen de las
zonas erógenas y una imagen dinámica). Sin entrar en el detalle de cómo se articulan estos
elementos, la idea esencial es que existe una vivencia relacional arcaica que marca nuestra
memoria a medida que nos estructuramos. F. Dolto coincide con otro psicoanalista famoso,
J. Lacan, cuando afirma que esta estructuración sólo es posible a partir del momento en el que
todas estas experiencias arcaicas se verbalizan, es decir, se simbolizan.
También las castraciones simbolígenas anteriormente citadas se simbolizan por el
lenguaje, a partir de una “palabra castradora” ¿Por qué hablar aquí de castración?
Sencillamente porque se trata de una prohibición que favorece “la renuncia a los impulsos
caníbales, perversos, asesinos, «vandálicos», etc.” (Dolto, 1984, pág. 76). Estas castraciones
son tanto más humanizantes cuanto mejor informado está el niño de la sumisión de los adultos
a estas prohibiciones. A esto se debe también, según ella, que los niños tengan la intuición
con la que son capaces de reconocer a los adultos con los impulsos arcaicos mal castrados. En
este caso, F. Dolto recordaba la situación de los adultos que tienen dificultades para admitir
que un niño crezca y se haga autónomo, pues a menudo eso quiere decir que siguen estando
sometidos a impulsos arcaicos y que no han renunciado a ellos.

Una nueva ética educativa
Si tratamos ahora de entender la ética de F. Dolto en su práctica de psicoanalista,
consideremos primero que su intención era diferenciar entre moral y ética. Por su función de
terapeuta, se oponía a los “imperativos categóricos” kantianos, a “la ley moral” y a las
máximas por no dirigirse éstas más que al ego, al yo empírico. Pues, según ella, la moral no
tiene en cuenta al sujeto en su totalidad, sino que recae en la consciencia, ignorando el
inconsciente: “La dinámica del deseo prescinde enteramente de la moral, pues el inconsciente
ignora la oposición entre el bien y el mal”. (Dolto, 1987, pág. 131).
De hecho, F. Dolto no reconocía más que una sola ley universal: la de la prohibición
del incesto. En resumen, no se atenía a ningún principio o código moral teórico puro, y esto al
menos por dos razones: la primera se explica por el hecho de que el sujeto humano no se
limita al ego, aunque esté representado por la unidad trascendental propuesta por Kant; por
eso F. Dolto hablaba a los lactantes, estuvieran en buen o mal estado de salud física o
psíquica, sin ocuparse de saber si “razonaban”. La segunda razón estriba en su descubrimiento
de la falta de unicidad del sujeto humano:
Lo humano es fundamentalmente trino. Para que un hombre nazca no basta con un hombre y una mujer. Desde
su concepción, el niño tiene un deseo de vivir, de crecer. Al deseo de sus padres hay que añadir el del niño que
quiere desarrollarse, para hacerse un ser de palabra, responsable [...] Si yo he querido, desde la edad de ocho años, ser “médico de educación”, es porque había observado lo que ocurría en mi familia cuando se ponía el ambiente tormentoso: los niños reaccionaban de inmediato (B. This, F. Dolto, 1980, pág. 10).
Como rechazaba toda dominación del sujeto humano, no intervenía nunca de forma
imperativa, sino sólo indicativa. Así, estaba en contra de toda moral que pudiera controlar a
un sujeto por medio de la obediencia o la imitación. Por ello, en la relación educativa, el
riesgo de la alienación del deseo del niño en el deseo del adulto le parecía inevitable; de ahí su
deseo de asegurar siempre una confrontación de los deseos entre los adultos y los niños, pues
“si siempre se satisface el deseo, éste muere” (Dolto, 1985, pág. 226).
De este modo, el hecho de que no se tome en consideración la palabra y el deseo en la
tríada familiar, llevó a F. Dolto a elaborar una ética educativa. Así pues, no es casualidad si
encontramos en su infancia el origen de esta toma en consideración del vínculo entre estos
tres deseos, sobre todo por el respeto a la palabra – mediadora del deseo – sosteniendo una
unicidad del sujeto y del deseo. Pero este apoyo al niño, a sus competencias, sólo era posible
para ella a través de la confianza: “Para favorecer su desarrollo, hay que considerarlo en todo
su proceso y confiar en el adulto que está tratando de llegar a ser.” (Dolto, 1985, pág. 230).
Adentrarse ahora en la comprensión de la ética de F. Dolto requiere una observación
previa a toda polémica en cuanto a la “utilidad” de su ética. En sus escritos, no se advierte un
afán de convencer al lector ni de justificarse. En realidad, no propone más que su propia
subjetividad, negándose a confundir “su” verdad con “la” verdad. F. Dolto no hacía más que
ofrecer su testimonio de cristiana; su ética se comprende únicamente como el sentido que dio
a su vida.
Podríamos entender esta ética como una ética de la tolerancia: “La tolerancia hacia el
comportamiento de cada uno, la confianza en sí mismo que inculcamos siempre en cada
alumno, la libertad de expresarse, no valorando nunca la imitación ni la rivalidad, enseñando
a los niños día a día las leyes del comercio de los bienes y de la sexualidad del país donde
viven, éstos son los medios de prevención de la carencia de formación moral, carencia mucho
más peligrosa para el futuro de una sociedad que el fracaso escolar infantil.” (Dolto, 1986,
pág. 42).

La Casa Verde
La inauguración de la Casa Verde, en París, se remonta a 1978. Se trataba de un lugar de
acogida de niños de 0 a 3 años acompañados por un adulto. La Casa Verde responde al
proyecto inicial de F. Dolto de organizar una profilaxis precoz, alejándose del proyecto de
construir una guardería, ya que en la Casa Verde nunca se deja solos a los niños.
La principal finalidad de esta casa, considerada como un lugar de transición antes de
entrar en jardín de la infancia o en la escuela maternal, era atenuar los efectos negativos que
pudiera tener una separación no preparada. Al acoger a niños y a adultos, esta colaboración da
lugar a una separación progresiva: “El grupo social coopera mucho mejor en la medida en que
hay significado, en palabras, de las diferencias. La diversidad obliga a unos y otros a
colaborar entre todos en el respeto a cada uno.” (Dolto, 1985, pág. 413).
Este paso del núcleo familiar a la sociedad para el que prepara la Casa Verde y que se
lleva a cabo a través de una mediación lingüística, se basa en un presupuesto ético principal:
todo sujeto, muy precozmente, trata de comunicarse con los demás. Aquí nace la idea de
F. Dolto de restablecer en un lugar social, “la invitación al lenguaje comprensible, a la
camaradería con niños diferentes, a la ayuda mutua [...]”. (Dolto, 1986, pág. 409). Esto lo
comprobaba cada día (1985) y la preocupaba porque veía que los adultos no lo tomaban en
consideración: “Estamos en los balbuceos de un descubrimiento esencial: que el ser humano
es un ser de lenguaje desde su concepción; que hay un deseo que habita en todo ser humano;
que tiene potencialidades que nosotros apoyamos o «negativamos».” (Dolto, 1985, pág. 415).
Tanto, que toda violencia en torno a esta búsqueda de contacto causa un trauma, una “microneurosis
precoz”. Esas cosas no dichas y esos malentendidos suelen afectar a la autonomía del
deseo del niño, contribuyendo a que se produzcan trastornos afectivos, incluso psicológicos.
Desde este punto de vista, lo que F. Dolto observaba (1985) es que el aislamiento del
niño con los padres, reforzado por la vida urbana, entraña algunos riesgos. Por eso no es
extraño que el destete haya sido una de las prioridades en la Casa Verde: “Se trabaja para la
prevención del destete, que equivale a la prevención de la violencia y, por lo tanto, de los
dramas sociales.” (Dolto, 1985, pág. 396). Por lo tanto, tampoco es extraño que el éxito de la
Casa Verde obedezca al hecho de que en ella el niño tiene acceso a una autonomía precoz. Por
este movimiento liberador, se aseguraba de que se estaba evitando una alienación familiar:
“Así, su madre puede también, en su vida cotidiana, irse liberando de la esclavitud en la que
la mayoría de las madres se dejan atrapar [...], presas de un interés exclusivo por sus hijos,
con el peligro que esto acarrea para su educación.” (Dolto, 1986, págs. 409-410).
Así, lo principal del funcionamiento de la Casa Verde es la presencia de los padres,
tranquilizadora para el niño cuando éste empieza a explorar, a su ritmo, un entorno
extrafamiliar. Los encuentros entre padres, acompañantes y niños, el hecho de pasarlo bien,
equivalen a una nueva forma de prevención, una forma de profilaxis social. F. Dolto
calificaba a esta prevención precoz de trabajo de información y de desengaño: “La prevención
tiene que guiar sobre todo la actitud de los padres durante la vida fetal, la manera en que se
representan al niño y tienen intercambios con él; después, en el nacimiento y durante los
primeros meses.” (Dolto, 1985, pág. 423).
La finalidad de la Casa Verde es, pues, dejar que el niño adquiera la seguridad de ser
él mismo: “Primero hay que asegurarse de que se es uno mismo y de que este «uno mismo»
está en una seguridad tal que en cualquier parte se sabe lo que el cuerpo necesita y no se deja
uno engañar por el oído, la vista...” (Dolto, 1985, pág. 416). Pues, como se puede comprobar
cada vez que un niño abandona la Casa Verde, si todo ha ido bien, el niño sale con una
confianza adquirida en y con el grupo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

La Niña de los Sueños XVIII

Cuando bajó las escaleras, el muchacho le miraba como si pudiera ver a través de ella, de su fina seda, un cuerpo de otra materia, desconocida para él. Se sintió agarrado por el brazo y conducido a una zona segura. Entre árboles, en un claro, la princesa le susurró al oído. El muchacho no estaba acostumbrado a hablar, ni tan siquiera a que se dirigieran a él con tanto cariño. Eso le molestaba, se sentía desguarnecido y todo su mundo se desmoronaba con la presencia de un otro que resultaba fuente de cariño e ilusión. No podía hablar y se balanceaba de un lado a otro, inquieto y timorato, la muchacha anduvo observando este hecho, ella, que tanto hubiera aprendido para comunicar no veía forma alguna de hacerle hablar. Tras largos largos minutos de espera y miradas esquivas decidió compartir con ella lo que creía unirles.
-Mira, yo vivo en el mundo Aparte, allí tengo un amigo y él es un muchacho sanote, bueno y fuerte. Él y yo queremos conocerte y creo que tú puedes ayudarnos a entender cosas de este otro mundo, tan tosco y aburrido, donde las gentes sólo tienen a sus familias, en el mejor de los casos.
Dibujó cómo era la vida en el mundo Aparte, allí no había pobreza y la gente se ayudaba, una quimera que dio origen a una identidad narrativa compartida. Con la imaginación como raíles de un vínculo reparador que fue, progresivamente sacando del ensimismamiento y la desolación al muchacho, tan magullado psíquicamente, refugiado dentro de sí mismo, capaz de crear e imaginar pero desairado en un mundo en el que él, a todas luces estaba apartado.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Vida y Obra de las Pioneras del Psicoanálisis [Elisa Peinado]

Las pioneras del psicoanálisis tuvieron que atravesar momentos muy difíciles a nivel político y social, vivieron el reinado de la monarquía Habsburga, el estallido de la primera guerra mundial, con el destronamiento monárquico y el alzamiento de la república hasta 1934, posteriormente el Austrofascismo hasta 1938 y por último, el exilio con grandes diferencias socio-políticas. Lucharon por su propio espacio -en un momento histórico en el que sólo había sitio para el hombre- en el mundo laboral, académico y social. A pesar de la época, en que la mujer todavía usaba corsé y se bañaba en el mar vestida, ellas llenaron sus vidas de creatividad y valentía. Teniendo que pagar el precio a veces muy caro, de una forma de vida intensa, incluso desgarradora y algunas de ellas con finales muy trágicos. Luchando por sus propios principios, abriendo y afianzando un futuro para todas nosotras. Mujeres que se atrevieron a romper el molde establecido para ellas, en una sociedad patriarcal y moral burguesa. Constituyen el pasado de tod@s que nos dedicamos al trabajo terapéutico, formando parte de un saber acumulado que produce efectos en nuestra práctica diaria, lo sepamos o no.

Viena fue después de Zurich, el segundo grupo regional de la Asociación de Psicoanálisis Internacional que aceptó afiliarse a mujeres. De 1902 a 1938 fueron seleccionadas 43 analistas, como miembros ordinarios y extraordinarios, en contrapartida a 107 hombres. Comparando este dato internacionalmente la sociedad de Viena supero ampliamente a otros grupos psicoanalíticos.

En las biografías de las primeras analistas, se aprecia la diversidad de antecedentes familiares, geográficos y sociales. Contrastando con sus colegas hombres, en el carácter internacional de éstas. De las diez pioneras -que posteriormente se desarrollara su vida y sus obras- solamente tres de ellas eran de Viena, el resto su procedencia era de Rusia, Polonia, Chicago y Francia. También se diferencian de los socios masculinos en que éstos se preocupaban más por dirigir nuevos grupos regionales, que por su membresía en la Sociedad de Viena. Otra peculiaridad respecto a los primeros analistas era que pocos de ellos habían pasado por su propio análisis personal. Este hecho podría se co-determinante para la posterior actividad práctica. La mayoría de los socios hombres no eran activos en la práctica analítica propia, lo que hicieron fue incorporar el psicoanálisis en su profesión o en otras parcelas. En los campos que más influencia tuvieron las primeras analistas y por lo que siempre destacaron, fueron el desarrollo práctico y teórico del Psicoanálisis de Niños, así como la Psicología de la mujer y Feminidad. Sus perfiles profesionales y sus trabajos teóricos se basaban en su experiencia práctica.

La segunda generación, se pudo beneficiar del cambio político-social posterior a la primera Guerra mundial. Con la caída de la monarquía en Europa, se modificó en general la perspectiva e imagen de las profesiones de las mujeres, lo que se expresó en el incremento de su inscripción en las universidades así como en su profesionalización en diferentes carreras. Se impulsó la igualdad entre géneros, promovido por el Movimiento Feminista y el Movimiento Juvenil. La segunda generación de psicoanalistas, promovieron ellos mismos los cambios hacía y para la igualdad de hombres y mujeres. Ellas se esforzaban por obtener una ampliación de sus roles en la sociedad y su papel activo en el mundo profesional. Siendo el psicoanálisis un campo fértil para ello.

Pioneras del Psicoanálisis. Introducción. [Artículo de Elisa Peinado]

Pese a las apasionadas controversias, del tema de la relación de Sigmund Freud con las mujeres –y la feminidad–, especialmente desde el surgimiento de las corrientes feministas en la década de los 60, no se puede ignorar el papel central que tuvieron éstas –familiares, pacientes, discípulas y amigas– en la vida y obra del padre del psicoanálisis. La mujer ha estado presente desde el nacimiento del psicoanálisis y ha sido una protagonista privilegiada en su desarrollo y consolidación.

Freud aceptó y fomentó el ingreso de las mujeres, fueran o no profesionales, en la “Sociedad de los Miércoles” desde su fundación en 1902; en una época histórica en que existía un profundo rechazo a la incorporación de la mujer al mundo intelectual. Con el comienzo del siglo XX se permitió acceder a las mujeres a la Facultad de Medicina en Viena. En 1907 se planteó en la “Sociedad de los miércoles” la discusión sobre la admisión de mujeres médicas, sin alcanzar ningún acuerdo definitivo. La primera constancia de la presencia de mujeres en grupos psicoanalíticos aparece en el I Congreso Internacional de Psicoanálisis en 1908 celebrado en el hotel Bristol de Salzburgo. Asistían Sophie Erismann, esposa de un internista y Frieda Gross, acompañando a su marido Otto Gross, intentando equilibrar su comportamiento. Ambas pasan al anonimato sin grandes aportaciones literarias. En 1910 se propuso a Margarette Hilferding, filosofa y médica, para su incorporación en la Asociación de Psicoanálisis de Viena, lo que creó una fuerte polémica, resolviéndose a través de una votación. El resultado fue positivo, aunque abandonó la asociación en 1919 al mantenerse fiel al psicoanalista disidente Alfred Adler. También merece mención Emma Eckstein, ex- paciente de Freud, aunque trataba pacientes psicoanalíticamente nunca constó en las actas oficiales.

Tras estos primeros pasos el número de analistas femeninas fue creciendo de manera exponencial dentro del movimiento psicoanalítico. Cabe citar, sin carácter exhaustivo, Sabina Spielrein, miembro de la Asociación Psicoanalítica en 1911, justo el mismo día que renunció a su membresía Hilferding. Junto a Lou Andreas-Salomé que comenzó a asistir a las sesiones del los miércoles en 1912 durante un año y Hermine Hug-Hellmuth siendo miembro desde 1913 hasta su muerte en 1924. Con posterioridad se produce la agregación de una segunda generación de psicoanalistas, entre ellas Helene Deustch, Eugenie Sokolnicka, Marie Bonaparte, Ruth Mack-Brunswick y, por último, su propia hija Anna. Cercanas colaboradoras que estimularon intelectualmente a Freud a través de sus relaciones honestas y profundas, permitiendo la creación de su proyecto científico: pulsión de muerte, principio de nirvana, actividad-pasividad, masoquismo, primacía de la figura de la madre, etc.

A las anteriores se les debe sumar aquellas que no estuvieron físicamente a su lado, pero fueron partidarias de su doctrina en la distancia: Melanie Klein (líder de una nueva escuela, el kleinismo) y Sophie Morgentstern Todas ellas son psicoanalistas de mayor o menor renombre, a las que hay que complementar un amplio grupo de analistas que no publicaron, pero que se dedicaron a tratar con máximo rigor y atención a sus pacientes

Las primeras pacientes de Freud tienen también un papel, no sólo destacado, sino decisivo, en el desarrollo del psicoanálisis. Son aquellas mujeres que contribuyen a forjar los primeros hitos de la teoría y la técnica psicoanalítica, con los aciertos y desaciertos de un proyecto científico incipiente: la psicología profunda. Un método que aplica la escucha activa del discurso del paciente en la investigación de la etiología de los síntomas histéricos, sistematizando los descubrimientos del inconsciente en la forja de un nuevo método psicoterapéutico y una teoría del funcionamiento psíquico. Entre las más significadas se encuentran:

Anna O.
Freud empezó a tratarla por medio de la técnica de hipnosis, desarrollada por Joseph Breuer. En ese momento descubrió que los síntomas histéricos remitían al ser recordada la causa que los provocó, es decir, expresando motivos sexuales inconscientes. Fue a partir de este caso cuando Freud abandona la hipnosis. Definiendo el método característico del psicoanálisis, la asociación libre.

Dora (Ida Bauer)
Paciente con la que teoriza y se detecta el fenómeno de la transferencia, influencia emocional paciente-doctor. Ella no encontró en Freud la seducción que esperaba: él no había sido sensible ni había sabido poner en juego con ella una relación transferencial positiva

Frau Cecilie
Subrayando a partir de este caso el carácter psíquico y traumático de la histeria. Demostrando que era una enfermedad psíquica, y curable por una terapia de la palabra.

Elisabeth von R(Ilona Weiss),
La primera mujer tratada y curada por el psicoanálisis. Tendida, con los ojos cerrados, Freud le solicitó que dijera todo lo que le viniera a la cabeza. A medida que se llevaba a cabo la conversación, él se dio cuenta que el olvido voluntario funcionaba como un síntoma. Ése fue su primer acercamiento hacia la técnica de la asociación libre y después hacia la formación del concepto de resistencia.
También se hace la primera alusión al lenguaje corporal, en este caso.

Se ha apuntado mucho al especial significado de las mujeres como pacientes en relación al desarrollo del psicoanálisis. El propio Freud, pese a su imagen conservadora de la mujer, sentó precedente para que ellas pudieran llegar a psicoanalistas. Apoyó y motivó a algunas de sus pacientes como colaboradoras, transmitiéndoles sus propios descubrimientos a través del trabajo terapéutico. Tal es el caso de Emma Ecktein (1895-1924), primera psicoanalista, que sin formación previa o práctica análoga se postuló como colaboradora. Las así creadas relaciones maestro-alumno se iniciaron en un momento en el que las posibilidades laborales de las mujeres todavía estaban muy limitadas, pues su acceso a las universidades era muy restringido cuando no estaba impedido.

En una carta a Wilhelm Fliess –del 12 de diciembre de 1897– Freud menciona la actividad terapéutica de Emma Eckstein. Al respecto W,Huber señala:

"...primer punto histórico asible en el que se hace visible que Freud confía a otro su nuevo instrumento terapéutico, el método psicoanalítico. De la medida, la circunstancia y también el éxito de esta acción terapéutica por ahora no sabemos nada. -Hay que recordar que recién en 1900 se abrieron las puertas de la Facultad de Medicina para las mujeres en la Universidad de Viena en cuanto a Medicina.- Es llamativo que una mujer y aun más una paciente de Freud, sin siquiera una formación previa, o práctica análoga avanzó a colaboradora. Habla de la creatividad del clima espiritual en el que ocurría la terapia psicoanalítica de Emma Eckstein, desde allí, sin quiebres, se gestó el entorno de un nuevo oficio" (1986, 78).


Desde el núcleo familiar, la influencia de sus mujeres se hace palpable a través de su esposa Martha Bernays, su cuñada Minna y sus hijas Sophie, Mathilde y Anna (continuadora del movimiento psicoanalítico). Martha procedía de una familia de intelectuales judíos. Su contribución al desarrollo del psicoanálisis, fue importantísima en cuanto proveedora de una apacible vida hogareña para que su marido, pudiera dedicarse a desarrollar su pensamiento Siendo una ama de casa abnegada, madre de seis hijos y afrontando con entereza las controversias que el fundador del psicoanálisis fue generando con sus descubrimientos sobre el inconsciente, la sexualidad infantil, el complejo de Edipo, etc. Ella comentó novelas, clásicos alemanes, sus libros, y los casos clínicos con Freud. La correspondencia entre Martha y Sigmund, que duro cuatro años y previa a la de Fliess, fue muy importante.[1]

Diversos autores, han opinado sobre la influencia de Martha en los trabajos de Freud. Didie Anzieu piensa que, ya casados “durante mucho tiempo Sigmund discutió por las noches sus casos con su mujer” (1978, p. 57). Su matrimonio no fue fácil. Desde que se casaron el 14 de septiembre de 1886, sus vidas estuvieron llenas de actividad familiar y profesional. Tuvieron seis hijos. Martha además de sus propios problemas físicos, sus exigencias como madre y esposa, tuvo que asumir el ánimo fluctuante de su marido. A partir de 1891 junto a ellos también vivió la hermana de Martha, Minna, que fue la secretaria privada e interlocutora de Freud en asuntos profesionales, teniendo acceso a las tertulias, casi exclusivas para hombres, en las que jugaban a los naipes. Compartieron una relación intima, confiando sus dudas, sus certidumbres y sus asuntos personales. Como dice Lydia Flem de Freud: “es justamente de su vida cotidiana, de sus sueños, de sus amores, de sus angustias, que nació el psicoanálisis” (1996, p.15). Indiscutible fue, por tanto, la influencia de las mujeres más cercanas a Sigmund, en el nacimiento y desarrollo del psicoanálisis.


[1] Didier Anzieu considera que esta correspondencia”constituyó un ensayo general de la correspondencia ulterior con Fleiss, un alejamiento respecto a la introspección propia de la adolescencia y un esbozo de autoanálisis en relación con un interlocutor privilegiado” (1978 pp. 49-50).

domingo, 2 de marzo de 2008

El azúcar en la Nevera

Creo que alguna vez nos ha sucedido a todos ver algo en un sitio que no es el suyo, por ejemplo el azúcar en la nevera o el jamón en el armario de las galletas. El criterio es inconsciente, atravesados de un discurso social "colocamos cada cosa en su sitio". El resultado es orden. El orden por tanto no es una iniciativa personal sino un convenio. Pero qué maravilloso es abrir la nevera, muchas veces sin saber para qué, con el único objetivo de inspirar la oralidad, de explorar y conocer el estado de aquello que un día llevaremos a nuestra boca y pasará a formar parte de nosotros.
El azúcar en la nevera es un dulce ejemplo de la psico(pato)logía cotidiana. Por fenómenos inconscientes el resultado es una obra propia de ARCO. El azúcar algo que endulza nuestras vidas y da un sabor especial a nuestras comidas y cafés queda recluido en un espacio frío, rodeado de lechugas, tomates, salsas y otras piezas de nuestra pirámide alimenticia. Todo es necesario, esto es, el escabeche, las judías verdes, los macarrones, el arroz, el pan, etc.
Todos somos necesarios pero quizás cada alimento suministra algo diferente a nuestras necesidades psicobiológicas y cada alimento tiene un lugar específico para sentirse arropado. El azúcar puede estar en la nevera pero le extrañaría (relexionar sobre la alteridad) al disacárido sacarosa y a sus compañeros, como el ketchup o la comida del día anterior. Por esto, creo que es hora de comer y reflexionar sobre los alimentos y lo que nos proporciona(mos). Bon profit!