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Paz y Ciencia

miércoles, 5 de marzo de 2008

Pioneras del Psicoanálisis. Introducción. [Artículo de Elisa Peinado]

Pese a las apasionadas controversias, del tema de la relación de Sigmund Freud con las mujeres –y la feminidad–, especialmente desde el surgimiento de las corrientes feministas en la década de los 60, no se puede ignorar el papel central que tuvieron éstas –familiares, pacientes, discípulas y amigas– en la vida y obra del padre del psicoanálisis. La mujer ha estado presente desde el nacimiento del psicoanálisis y ha sido una protagonista privilegiada en su desarrollo y consolidación.

Freud aceptó y fomentó el ingreso de las mujeres, fueran o no profesionales, en la “Sociedad de los Miércoles” desde su fundación en 1902; en una época histórica en que existía un profundo rechazo a la incorporación de la mujer al mundo intelectual. Con el comienzo del siglo XX se permitió acceder a las mujeres a la Facultad de Medicina en Viena. En 1907 se planteó en la “Sociedad de los miércoles” la discusión sobre la admisión de mujeres médicas, sin alcanzar ningún acuerdo definitivo. La primera constancia de la presencia de mujeres en grupos psicoanalíticos aparece en el I Congreso Internacional de Psicoanálisis en 1908 celebrado en el hotel Bristol de Salzburgo. Asistían Sophie Erismann, esposa de un internista y Frieda Gross, acompañando a su marido Otto Gross, intentando equilibrar su comportamiento. Ambas pasan al anonimato sin grandes aportaciones literarias. En 1910 se propuso a Margarette Hilferding, filosofa y médica, para su incorporación en la Asociación de Psicoanálisis de Viena, lo que creó una fuerte polémica, resolviéndose a través de una votación. El resultado fue positivo, aunque abandonó la asociación en 1919 al mantenerse fiel al psicoanalista disidente Alfred Adler. También merece mención Emma Eckstein, ex- paciente de Freud, aunque trataba pacientes psicoanalíticamente nunca constó en las actas oficiales.

Tras estos primeros pasos el número de analistas femeninas fue creciendo de manera exponencial dentro del movimiento psicoanalítico. Cabe citar, sin carácter exhaustivo, Sabina Spielrein, miembro de la Asociación Psicoanalítica en 1911, justo el mismo día que renunció a su membresía Hilferding. Junto a Lou Andreas-Salomé que comenzó a asistir a las sesiones del los miércoles en 1912 durante un año y Hermine Hug-Hellmuth siendo miembro desde 1913 hasta su muerte en 1924. Con posterioridad se produce la agregación de una segunda generación de psicoanalistas, entre ellas Helene Deustch, Eugenie Sokolnicka, Marie Bonaparte, Ruth Mack-Brunswick y, por último, su propia hija Anna. Cercanas colaboradoras que estimularon intelectualmente a Freud a través de sus relaciones honestas y profundas, permitiendo la creación de su proyecto científico: pulsión de muerte, principio de nirvana, actividad-pasividad, masoquismo, primacía de la figura de la madre, etc.

A las anteriores se les debe sumar aquellas que no estuvieron físicamente a su lado, pero fueron partidarias de su doctrina en la distancia: Melanie Klein (líder de una nueva escuela, el kleinismo) y Sophie Morgentstern Todas ellas son psicoanalistas de mayor o menor renombre, a las que hay que complementar un amplio grupo de analistas que no publicaron, pero que se dedicaron a tratar con máximo rigor y atención a sus pacientes

Las primeras pacientes de Freud tienen también un papel, no sólo destacado, sino decisivo, en el desarrollo del psicoanálisis. Son aquellas mujeres que contribuyen a forjar los primeros hitos de la teoría y la técnica psicoanalítica, con los aciertos y desaciertos de un proyecto científico incipiente: la psicología profunda. Un método que aplica la escucha activa del discurso del paciente en la investigación de la etiología de los síntomas histéricos, sistematizando los descubrimientos del inconsciente en la forja de un nuevo método psicoterapéutico y una teoría del funcionamiento psíquico. Entre las más significadas se encuentran:

Anna O.
Freud empezó a tratarla por medio de la técnica de hipnosis, desarrollada por Joseph Breuer. En ese momento descubrió que los síntomas histéricos remitían al ser recordada la causa que los provocó, es decir, expresando motivos sexuales inconscientes. Fue a partir de este caso cuando Freud abandona la hipnosis. Definiendo el método característico del psicoanálisis, la asociación libre.

Dora (Ida Bauer)
Paciente con la que teoriza y se detecta el fenómeno de la transferencia, influencia emocional paciente-doctor. Ella no encontró en Freud la seducción que esperaba: él no había sido sensible ni había sabido poner en juego con ella una relación transferencial positiva

Frau Cecilie
Subrayando a partir de este caso el carácter psíquico y traumático de la histeria. Demostrando que era una enfermedad psíquica, y curable por una terapia de la palabra.

Elisabeth von R(Ilona Weiss),
La primera mujer tratada y curada por el psicoanálisis. Tendida, con los ojos cerrados, Freud le solicitó que dijera todo lo que le viniera a la cabeza. A medida que se llevaba a cabo la conversación, él se dio cuenta que el olvido voluntario funcionaba como un síntoma. Ése fue su primer acercamiento hacia la técnica de la asociación libre y después hacia la formación del concepto de resistencia.
También se hace la primera alusión al lenguaje corporal, en este caso.

Se ha apuntado mucho al especial significado de las mujeres como pacientes en relación al desarrollo del psicoanálisis. El propio Freud, pese a su imagen conservadora de la mujer, sentó precedente para que ellas pudieran llegar a psicoanalistas. Apoyó y motivó a algunas de sus pacientes como colaboradoras, transmitiéndoles sus propios descubrimientos a través del trabajo terapéutico. Tal es el caso de Emma Ecktein (1895-1924), primera psicoanalista, que sin formación previa o práctica análoga se postuló como colaboradora. Las así creadas relaciones maestro-alumno se iniciaron en un momento en el que las posibilidades laborales de las mujeres todavía estaban muy limitadas, pues su acceso a las universidades era muy restringido cuando no estaba impedido.

En una carta a Wilhelm Fliess –del 12 de diciembre de 1897– Freud menciona la actividad terapéutica de Emma Eckstein. Al respecto W,Huber señala:

"...primer punto histórico asible en el que se hace visible que Freud confía a otro su nuevo instrumento terapéutico, el método psicoanalítico. De la medida, la circunstancia y también el éxito de esta acción terapéutica por ahora no sabemos nada. -Hay que recordar que recién en 1900 se abrieron las puertas de la Facultad de Medicina para las mujeres en la Universidad de Viena en cuanto a Medicina.- Es llamativo que una mujer y aun más una paciente de Freud, sin siquiera una formación previa, o práctica análoga avanzó a colaboradora. Habla de la creatividad del clima espiritual en el que ocurría la terapia psicoanalítica de Emma Eckstein, desde allí, sin quiebres, se gestó el entorno de un nuevo oficio" (1986, 78).


Desde el núcleo familiar, la influencia de sus mujeres se hace palpable a través de su esposa Martha Bernays, su cuñada Minna y sus hijas Sophie, Mathilde y Anna (continuadora del movimiento psicoanalítico). Martha procedía de una familia de intelectuales judíos. Su contribución al desarrollo del psicoanálisis, fue importantísima en cuanto proveedora de una apacible vida hogareña para que su marido, pudiera dedicarse a desarrollar su pensamiento Siendo una ama de casa abnegada, madre de seis hijos y afrontando con entereza las controversias que el fundador del psicoanálisis fue generando con sus descubrimientos sobre el inconsciente, la sexualidad infantil, el complejo de Edipo, etc. Ella comentó novelas, clásicos alemanes, sus libros, y los casos clínicos con Freud. La correspondencia entre Martha y Sigmund, que duro cuatro años y previa a la de Fliess, fue muy importante.[1]

Diversos autores, han opinado sobre la influencia de Martha en los trabajos de Freud. Didie Anzieu piensa que, ya casados “durante mucho tiempo Sigmund discutió por las noches sus casos con su mujer” (1978, p. 57). Su matrimonio no fue fácil. Desde que se casaron el 14 de septiembre de 1886, sus vidas estuvieron llenas de actividad familiar y profesional. Tuvieron seis hijos. Martha además de sus propios problemas físicos, sus exigencias como madre y esposa, tuvo que asumir el ánimo fluctuante de su marido. A partir de 1891 junto a ellos también vivió la hermana de Martha, Minna, que fue la secretaria privada e interlocutora de Freud en asuntos profesionales, teniendo acceso a las tertulias, casi exclusivas para hombres, en las que jugaban a los naipes. Compartieron una relación intima, confiando sus dudas, sus certidumbres y sus asuntos personales. Como dice Lydia Flem de Freud: “es justamente de su vida cotidiana, de sus sueños, de sus amores, de sus angustias, que nació el psicoanálisis” (1996, p.15). Indiscutible fue, por tanto, la influencia de las mujeres más cercanas a Sigmund, en el nacimiento y desarrollo del psicoanálisis.


[1] Didier Anzieu considera que esta correspondencia”constituyó un ensayo general de la correspondencia ulterior con Fleiss, un alejamiento respecto a la introspección propia de la adolescencia y un esbozo de autoanálisis en relación con un interlocutor privilegiado” (1978 pp. 49-50).

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