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Paz y Ciencia

viernes, 30 de septiembre de 2011

Un poeta controvertido


Charles Pierre Baudelaire.


1821-1867.



Charles Pierre Baudelaire, fue conocido como El Poeta Maldito ("le poète maudit"), debido a tanto a su vida licenciosa como a la visión del mal que impregna toda su obra.

Baudelaire fue, sin duda, el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés. Sus influencias más destacables fueron Théophile Gautier, y Joseph de Maistre (de quien dijo que le había enseñado a pensar) y, en particular, Edgar Allan Poe, a quien tradujo maravillosamente.





Poemas de Charles Baudelaire:



•Al Lector (Au Lecteur)

•Don Juan en los infiernos (Don Juan aux enfers)



•El Amor Engañoso (L'Amour du mensonge)

•El amor y el cráneo (L'amour et le crâne)

•El Leteo (Le Léthé)



•El Poseso (Le Possédé)

•El sueño de un curioso (Le rêve d’un curieux)



•El Vampiro (Le vampire)

•El vino de los amantes (Le vin des amants)



•Epígrafe para un libro condenado (Épigraphe pour un livre condamné)



•Himno a la Belleza (Hymne à la Beauté)



•La Belleza (La beauté)



•La Destrucción (La destruction)



•La Fuente de Sangre (La fontaine de sang)



•La Metamorfosis del Vampiro (Les Métamorphoses du vampire)

•La plegaria de un pagano (La Prière d'un païen)



•Las flores del mal (Les Fleurs du mal, libro completo)

•Las promesas de un rostro (Les Promesses d’un visage)



•Letanías de Satán (Les Litanies de Satan)



•Musa Enferma (La muse malade)



•Mujeres Condenadas (Femmes damnées)



•Remordimiento Póstumo (Remords posthume)



•Sé Bella y sé Triste.

•Semper Eadem (Semper Eadem)

•Una carroña (Une charogne)





Ensayos.



•Consejos para jóvenes escritores.



•Introducción a la literatura de Edgar Allan Poe.

El Amor Engañoso.

Charles Baudelaire.





Cuando te veo cruzar, oh mi amada indolente,

Paseando el hastío de tu mirar profundo,

Suspendiendo tu paso tan armonioso y lento

Mientras suena la música que se pierde en los tejados.



Cuando veo, en el reflejo de la luz que la acaricia,

tu frente coronada de un mórbido atractivo;

donde las luces últimas del sol traen a la aurora,

y, como los de un cuadro, tus fascinantes ojos.



Me digo: ¡qué bella es! ¡qué lozanía extraña!

El ornado recuerdo, pesada y regia torre,

la corona, y su corazón, prensado como fruta,

y su cuerpo, están prestos para el más sabio amor.



¿Serás fruto que en otoño da maduros sabores?

¿Vaso fúnebre que aguarda ser colmado por las lágrimas?

¿Perfume que hace soñar en aromas desconocidos,

Almohadón acariciante o canasto de flores?



Sé que hay ojos arrasados por la cruel melancolía

Que no guardan escondido ningún precioso secreto,

Bellos arcones sin joyas, medallones sin reliquias;

más vacíos y más lejanos, ¡oh cielos!, que esos dos ojos tuyos.



Pero ¿no basta que seas la más sutil apariencia,

alegrando al corazón que huye de la verdad?

¿Qué más da tontería en ti, o peor aún, la indiferencia?

Te saludo adorno o máscara. Sólo adoro tu belleza.

'Bipolarización' versus 'borderización' de la clínica en la psiquiatría contemporánea


A mi parecer un trabajo crítico e histórico, mirando a la postmodernidad del diagnóstico y el tratamiento. Sensatas palabras en un discurso bello y enriquecedor. Reflexión profunda sobre un movimiento psiquiátrico que se está dando y que curiosamente cambia el rubro de las personas sin que ellas cambien, tal y como cita "ingenuamente" un paciente del autor. Creo que les aportará muchas cosas a los que gusten de leer aspectos de psiquiatría, psicoanálisis y psicopatología, más en concreto en el aspecto de lo borderline´, lo bipolar y lo esquizoafectivo. Un saludo. Rodrigo Córdoba Sanz.



'Bipolarización' versus 'borderización' de la clínica en la psiquiatría contemporánea



Gerardo Spatola

http://www.con-versiones.com/nota0662.htm



“Quien quiera formarse una opinión realmente experta, deberá estudiar psicopatología.”(...)

“Hará bien en dejarse inspirar en los simples hechos, siempre y cuando sea capaz de verlos.”

Karl Jaspers







“En psiquiatría, nuestros conceptos nosológicos pueden tener por sí mismos un valor terapéutico.”

“En psiquiatría la noción de curabilidad puede tener a veces por sí mismo un valor curativo.”

Eugen Minkowski.





Lamentablemente hasta las mejores corrientes del pensamiento científico muchas veces derivan en decadentes procesiones religiosas fanáticas que siguen a sus dogmas de moda. Esta desviación epistemológica no es nueva en la historia de la psiquiatría porque cada época científica tiene su paradigma santificado para ser adorado con ciega devoción. Desde fines del siglo XX se asiste a una novedosa reconversión mística de nuestra renovada disciplina: la excomulgación de la “borderización” clínica con el bautismo de su “bipolarización” actual. O sea la mutación del credo diagnóstico-terapéutico que transforma “el espectro borderline” de antes en “el espectro bipolar” de ahora. Así los mismos pacientes de ayer y hoy son tan sobre/infra-diagnosticados como sobre/infra-tratados según los dictámenes de los concilios especializados que publican sus propias encíclicas. Sin embargo la comprobada seriedad de numerosas investigaciones científicas tanto de valor histórico como de curso vigente no merece esta primitiva religiosidad irónica del destino que burla el objetivo ético de aliviar mejor el sufrimiento humano por la enajenación fundamentalista en “el nombre de la ciencia”. Por eso se intenta desarrollar una reflexión crítica acerca de los antecedentes, los desarrollos y los logros de cada propuesta científica para la construcción epistemológica de cada entidad psicopatológica vigente en la clínica cotidiana (en este caso la personalidad borderline y el trastorno bipolar), poniendo especial énfasis en las deformaciones irracionales del conocimiento científico cuando el fanatismo místico y la mediocridad intelectual distosionan el pensamiento crítico del profesional.







CUANDO LOS BORDERS VIENEN ACTUANDO...



En la época de apogeo del psicoanálisis se empiezan a investigar aquellos casos “difíciles” que no responden por peculiar “resistencia” al tratamiento psicoanalítico ortodoxo propuesto tradicionalmente para las neurosis. Así diversos autores de la década del 30 postulan diferentes denominaciones provisorias para las futuras personalidades borderlines: “esquizofrenia seudoneurótica”, “esquizofrenia latente”, “personalidad como si”, etc. Recién durante los años 50 y 60 se va independizando nosológicamente esta caracteropatía tan fronteriza como escurridiza del “espectro esquizofrénico” al ir perdiendo relevancia diagnóstica la azarosa y transitoria sintomatología psicótica que pueden presentar estos cuadros en períodos de descompensación (o sea los llamados “episodios micropsicóticos” con plena “restitución ad-integrum”). Indudablemente son autores como Knight, Gunderson y Kernberg quienes consolidan esta desviación caracterológica en la psicopatología clínica desde el psicoanálisis aplicado a la investigación más “objetiva” de casos clínicos, sin basarse tanto en una perspectiva “intersubjetiva” por dejar de apuntalarse exclusivamente en el juego de la “trans-contra-transferencia”. Entonces esta versión científica de la investigación psicoanalítica compartida por la medicina se acerca también críticamente a la psiquiatría para enriquecer el desarrollo clínico de la pujante psiquiatría dinámica con una revolucionaria creación psicopatológica propia sin precedentes. Por supuesto que el reconocimiento de esta novedosa entidad es resistida por la psiquiatría clásica que defiende la tradicional “esquizofrenización” clínica de sus pacientes al sobrediagnosticar como “psicosis esquizofrénica” a los rebautizados “borderlines” que presentan síntomas psicóticos limitados a la duración de las crisis caracterológicas. Y también esta entidad psicopatológica es ferozmente atacada hasta la renegación o la desmentida de su existencia concreta en la práctica asistencial por la versión del psicoanálisis más estructuralista que promueve Lacan con su mesiánico “retorno a Freud” para diferenciarse políticamente como línea interna del amplio abanico psicoanalítico y distanciarse doctrinariamente de la psiquiatría como representante caduco del “orden médico” modernizado.



Sin embargo hacia los años 70 se consolida oficialmente esta caracteropatía en la nosología psiquiátrica-psicoanalítica internacional para ser valorada con la seriedad fenomenológica-metapsicológica que se merece en la clínica. Luego empieza su lamentable proceso de decadencia nosológica al transformarse en un hegemónico espectro infinito del sobrediagnóstico que a modo de revancha seudocientífica desmiente o reniega groseramente la histórica existencia previa de los esquizofrénicos... tan subdiagnosticados desde entonces. Y cabe destacar que la simplificación nosológica estructural en neurosis-perversión-psicosis para varios autores desde Freud hasta la polémica inclusión de la estructuración borderline de la personalidad le sigue prestando una escasísima atención teórico-clínica a la bipolaridad maníaco-depresiva con la honrosa excepción de la gran psicoanalista “transgresora” F. Fromm-Reichmann.



La pérdida brutal de la objetividad científica en la personalidad borderline sobrediagnosticada lleva a la hegemonía iatrogénica del psicoanálisis aplicado a la psiquiatría donde incluso la sospechosa psicofarmacología en desarrollo resulta apenas confiable como apéndice terapéutico de emergencia reservado exclusivamente para el tratamiento agudo (pero no de mantenimiento) de las enfermedades afectivas y psicóticas. Justamente la denominada psiquiatría dinámica desconfía demasiado de las prejuzgadas “soluciones sintomáticas” de la medicación prescripta porque “hace callar el sentido del síntoma” sagrado para una eterna interpretación inconciente... y también desconfía del organicismo resucitado en un neurobiologismo recién nacido con fuerza hacia los años 80. Así en este renovado contexto paradigmático de moda pierde paulatinamente su prestigio este psicoanálisis regresivo fijado a su propia resistencia narcisista por hacer una defensa neurótica de la automatización diagnóstica-terapéutica de la personalidad borderline sin la rigurosidad clínica del comienzo... entre otros importantes asuntos en discusión.







CUANDO LOS BIPOLARES VIENEN CICLANDO...



Hoy en pleno apogeo de la neurobiología aplicada a la psiquiatría se consolida rápidamente la entidad clínica del espectro bipolar que postula la existencia de variadas presentaciones sintomáticas atenuadas y disimuladas (por ende subdiagnosticadas) mucho más allá de la grave psicosis maníaco-depresiva clásica (trastorno bipolar tipo I del DSM IV). Indudablemente Kraepelin sigue siendo el gran pionero en sus minuciosas descripciones didácticas para incluir aquellos casos bipolares más atípicos observados con tanta sutileza clínica como en las múltiples combinaciones semiológicas de los llamados “estados mixtos”. Luego sigue la originalidad de Leonhard con la clasificación entre trastornos afectivos unipolares y bipolares que reordena definitivamente la nosología de los trastornos anímicos, agregando un nuevo grupo clínico llamado “psicosis cicloides” que está evolutivamente emparentado con la bipolaridad ampliada a pesar de la espectacular sintomatología psicótica observable en las descompensaciones. Y llegando a un provisorio final del recorrido histórico aparece Akiskal con sus investigaciones multicéntricas internacionales del denominado “espectro bipolar” en constante revisión clasificatoria-predictiva según los antecedentes genético-hereditarios y las dispares respuestas terapéuticas. Así se ensancha enormemente el horizonte nosológico de la bipolaridad clínica en múltiples formas sintomáticas y evolutivas con diferentes pronósticos a largo plazo que requieren sendas investigaciones específicas para evaluar las características diferenciales de los síndromes bipolares descriptos.



Pero este novedoso paradigma científico genera un grave e irresoluble conflicto con la psiquiatría más clásica que tiende a la “esquizofrenización” de la clínica por privilegiar académicamente la tradicional y conservadora presencia de delirios-alucinaciones como “signos patognomónicos” de la esquizofrenia. La rotunda comprobación de la existencia de sintomatología psicótica de primer y segundo orden en los trastornos bipolares, a pesar de su genial creador Schneider que cree más en la exclusividad característica de dichos síntomas para diagnosticar esquizofrenia, recorta el protagonismo diagnóstico de esta antigua psicosis estructural en la nosología moderna al ser devaluada en una posible (pero no indispensable) presencia sintomática transitoria-reversible durante las descompensaciones afectivas de la bipolaridad (o sea los “episodios maníacos o depresivos con síntomas psicóticos congruentes o no congruentes con el estado del ánimo” del DSM IV).



Incluso cabe destacar la justa y saludable eliminación del equívoco término estructural de “psicosis” para denominar hoy a la enfermedad maníaco-depresiva en el DSM IV, siendo reemplazado por el concepto de “trastorno” teniendo en cuenta que los pacientes bipolares pueden “estar psicóticos” en las fases de descompensación, sin “ser psicóticos” permanentes como los clásicos casos esquizofrénicos y paranoicos. De esta manera se termina de recortar la antigua hegemonía de las “psicosis endógenas” de Kraepelin al quedar el trastorno bipolar dentro del grupo de las patologías anímicas y, por otro lado, su “demencia precoz” con su “paranoia” incluidos en el grupo de los trastornos psicóticos del DSM IV.



También cabe puntualizar la creativa reincorporación nosológica de la catatonía de Khalbaum, ya no solamente como una clásica variante clínica de la esquizofrenia propuesta por Kraepelin, sino además como un síndrome independiente libremente asociado a los episodios maníacos o depresivos bajo el nombre de “síntomas catatónicos” del DSM IV.



Por último resulta también interesante el descubrimiento propuesto por Akiskal de los “temperamentos afectivos” endógenos (hipertímico, ciclotímico, distímico) que parecen avanzar rápidamente sobre algunos “trastornos de personalidad” del DSM IV (narcisista, límite, histriónico) acusados de presumible sobrediagnóstico generalizado. O sea el postulado expansionista de anexar buena parte del escandaloso “cluster B” caracteropático que clasifica el manual estadounidense al extendido territorio nosológico conquistado por los “trastornos afectivos” de la actualidad. Y a pesar de haber conseguido la bipolaridad un lugar más específico en el DSM IV con la incorporación del “trastorno bipolar tipo II” (existencia episódica de hipomanía-depresión) y el “trastorno ciclotímico” (alternancia de numerosos períodos hipomaníacos-depresivos), pareciera que el insaciable “espectro” igualmente no se conforma con el éxito logrado y pretende abarcar cada vez más.





CUANDO LOS ESPECTROS VIENEN DEL MAS ALLA...



Haciendo una breve contemplación histórica retrospectiva se puede constatar el traumático nacimiento de la categoría nosológica borderline a partir de la esquizofrenia clásica, teniendo un desarrollo conceptual propio en progresiva expansión clínica hasta llegar al envejecimiento nosológico que debilita su anterior vigor psicopatológico para agonizar en la pujante bipolaridad en crecimiento continuo. Y si se contempla la historia nosológica de la categoría bipolar se constata que nace en dos tiempos diferenciados: primero como parte fundamental del binomio kraepeliano fundante de las psicosis funcionales (la “demencia precoz con defecto” y la “psicosis maníaco-depresiva sin defecto” a largo plazo evolutivo); segundo como con el derecho clínico adquirido a presentar síntomas psicóticos asociados a sus descompensaciones anímicas sin rendir cuentas ni afiliarse obedientemente a la esquizofrenia ( la creación de los “síntomas psicóticos congruentes o no congruentes” con el humor imperante en las fases bipolares según el DSM IV). Y al final contemplando el vertiginoso crecimiento actual del “espectro bipolar”, rumbo a la fagocitación de las caracteropatías borderline-narcisistas ,se constata que todavía goza de muy buena salud joven. Aunque se critica epistemológicamente el reduccionismo nosológico de las tradicionales entidades categoriales demasiado circunscriptas o limitadas por la exigencia paradigmática de una excepcional pureza poco evidenciable en la práctica asistencial diaria; también se puede formular una crítica epistemológica al ilimitado expansionismo nosológico de novedosas entidades dimensionales por su infinita extensión clínica que pretende infiltrarse en las bases psicopatológicas de otros cuadros fenomenológicos históricamente más consolidados y así carcomer sus cimientos científicos hasta desintegrar el edificio nosológico del viejo paradigma. Es evidente que por ahora no existe el equilibrio perfecto entre lo categorial y lo dimensional dentro de la nosología psiquiátrica actual y las modas científicas tendientes a uno u otro modelo clasificatorio tampoco se acercan demasiado al ideal de armonía nosológica. Pero mientras el DSM se afirma oficialmente en un modelo categorial a través de estrictos criterios codificados de inclusión-exclusión, tanto la “borderización” psicoanalítica de la psiquiatría dinámica como la “bipolarización” organicista de la psiquiatría neurobiológica, se extienden en sendos “espectros” antagónicos por alcanzar la hegemonía clínica de la psicopatología. Cada propuesta científica tiene su tiempo de gloria pasada como el “espectro borderline” y de gloria presente como el “espectro bipolar”, coexistiendo ayer y hoy en el debate epistemológico de la psiquiatría contemporánea a través de esta disputa nosológica, clínica y terapéutica.



La reconocida co-morbilidad posible entre trastornos de la personalidad y trastornos bipolares tampoco aporta a una mayor claridad conceptual cuando cada “espectro psicopatológico” se propone fagocitar al contrincante nosológico mediante difusas fórmulas oscuras como “ el ultraciclado de ultrabreve duración” para absorber la personalidad borderline a la nueva bipolaridad y “ el patrón general de inestabilidad con impulsividad” para absorber el trastorno bipolar a la caracteropatía fronteriza. Y aunque los grandes trastornos bipolares endógenos son episódicos en sus manifestaciones sin necesitar desencadenantes vitales indispensables que se pueden diferenciar fenomenológicamente de la cronicidad desviada de los trastornos de la personalidad con descompensaciones agudas a partir de necesarios desencadenantes vitales ... el problema se complejiza con el descubrimiento de los temperamentos afectivos incluidos en esta bipolaridad extendida a modo de derivaciones atenuadas de los cuadros anímicos intensos más clásicos. Así surgen nuevos conflictos de competencia nosológica entre la fenomenología de los trastornos borderline-narcisista de la personalidad según Kernberg basado en la metapsicología psicoanalítica y la fenomenología de los tratornos hipertímico-depresivo-irascible-ciclotímico según Akiskal basado en el organicismo neurobiológico. Por ende la pobreza de las relaciones objetales primarias internalizadas-los mecanismos defensivos primitivos del Yo apuntalados en la disociación o escisión yoica-la deficitaria conformación narcisista del Self en Kernberg se enfrentan sin tregua a la vulnerabilidad cerebral genética- las alteraciones del funcionamiento neuronal por la desregulación de neurotransmisores implicados- la altísima carga hereditaria familiar en Akiskal... estando ambos ireemplazables autores contemporáneos apoyados en serias investigaciones científicas validadas internacionalmente. Y por último no hay que olvidar a una gran víctima nosológica de esta contienda borderline-bipolar que es la ancestral esquizofrenia a partir de ver reducido drásticamente su territorio clínico a una mínima expresión que tampoco resulta demasiado justa. Así la esquizofrenia se diagnostica acorralada entre el espectro borderline y el espectro bipolar que se independizan y contra-atacan sin piedad a partir de la devaluación y la expropiación de los clásicos síntomas psicóticos productivos patognomónicos de la enfermedad psicótica... Incluso ya no se menciona el “espectro esquizofrénico” de antes aunque el DSM reconoce tácitamente la existencia clínica de trastornos de la personalidad como el “esquizoide” y el “esquizotípico” (ambos derivados temperamentales de la esquizofrenia). Pero por supuesto que mucha menos importancia clínica actual se le asigna todavía a la paranoia (hoy “trastorno delirante” del DSM IV) con su derivación caracterológica llamada “trastorno paranoide de la personalidad” según el mismo manual. Además la delicada balanza psicopatológica en la consideración proporcional de síntomas afectivos y síntomas psicóticos para decidir un diagnóstico presuntivo hoy se inclina notoriamente más a favor de los primeros que de los segundos a modo de tendencia pendular opuesta a la época de la “esquizofrenización” clínica previa. Como ejemplo complicado de un difícil diagnóstico diferencial posible basta considerar al “trastorno esquizoafectivo” y al “episodio maníaco o depresivo con síntomas psicóticos no congruentes con el estado del ánimo” a partir del DSM IV... donde se actualiza la dialéctica sincrónica-diacrónica en la íntima relación de los síntomas afectivos y psicóticos en el tiempo evolutivo de cada enfermedad.







CUANDO LOS PSIQUIATRAS VIENEN DELIRANDO...



De todas maneras las dificultades mayores aparecen en la aplicación cotidiana de estos paradigmas psicopatológicos en la clínica asistencial cuando se atienden pacientes comunes no-seleccionados que están por fuera de los protocolos internacionales de investigación, tendiéndose a una automatización o naturalización diagnóstico-terapéutica de los casos. Ahí se produce la vulgarización grotesca y ridícula de la ciencia aplicada al alivio del sufrimiento humano mediante la fanática afiliación político-religiosa a prejuicios dogmáticos que obnubilan la conciencia crítica del profesional.



Es verdad que muchas veces los descubridores de fenómenos clínicos nunca antes conceptualizados requieren sostener una necesaria actitud de militancia combativa para defender sus descubrimientos científicos hasta lograr su aceptación general en la cofradía de especialistas que al principio siempre muestran su resistencia idiosincrásica a la novedad y a la originalidad. A partir de la normalización de la disciplina por la asimilación científica de nuevas concepciones psicopatológicas como “la personalidad borderline” y “el espectro bipolar” recién alcanza masividad por el consenso de profesionales.



Entonces empieza la incorporación de inéditos instrumentos terapéuticos para el tratamiento de estos pacientes concretos, privilegiándose o recreándose aquellas herramientas terapéuticas coherentes con los fundamentos epistemológicos de la perspectiva clínica adoptada. Por ejemplo para el abordaje de la caracteropatía borderline se introducen profundas modificaciones saludables en la psicoterapia de orientación psicoanalítica y para el abordaje de la bipolaridad se introducen cuidadosas variantes psicofarmacológicas acordes a la indiscutible neurobiología del trastorno. Y además este panorama inicial se complejiza merced a la inclusión de interesantes aportes de la psicología cognitiva-conductual y del tratamiento psicofarmacológico específico de síndromes determinados en las personalidades borderlines como la inclusión de efectivas técnicas psicoeducativas y de grupos de autoayuda que amplían la contención social en la bipolaridad. O sea que la complejización creciente de sendos abordajes terapéuticos obliga saludablemente al entrecruzamiento transdisciplinario de diferentes saberes complementarios para el verdadero bienestar del paciente.



El psiquiatra clínico que se dedica concretamente a atender casos borderlines o bipolares necesita encontrar la aplicabilidad real de las investigaciones en curso preservando su sentido crítico ante las modas hegemónicas de clasificación y tratamiento... lejos de las pasiones doctrinarias.



Actualmente se pregona la estandarización diagnóstico-terapéutica basándose en los contundentes resultados de investigaciones multicéntricas con metodologías estadístico-cuantitativas que facilita una mejor objetivación pragmática de las enfermedades mentales tendiente a la creación de un acuerdo globalizado de especialistas. Este avance científico de los manuales DSM y de los protocolos de tratamiento aseguran una mayor especificidad y sensibilidad clínicas indiscutibles si se tiene en cuenta la historia de la incomprensibilidad intradisciplinaria en psiquiatría a la hora de diagnosticar y tratar a un mismo paciente con enfoques antagónicos entre sí.



Este antecedente de haber sido una torre de Babel con tantos dialectos inconciliables fue motivo del menosprecio descalificador por parte de las restantes especialidades médicas durante décadas al observar con sarcasmo desde afuera que “ni entre ellos se ponen de acuerdo” por exclusiva culpa de las divisiones internas. Ahora el prestigio internacional de la psiquiatría unificada moderna es bastante comparable al resto de la medicina a partir de una excelente combinación entre el desarrollo impresionante de la neuropsicofarmacología -las investigaciones médicas basadas en la evidencia científica-la prolija estandarización nosológica y terapéutica. Esta reincorporación festejada de la psiquiatría a la medicina es un acercamiento al ideal del reconocimiento científico tan postergado desde el nacimiento mismo de esta especialidad en el mundo manicomial estrenado oficialmente por Pinel hace más de dos siglos. Hoy en los comienzos del siglo XXI se presenta bien firme este cambiadísimo panorama de la psiquiatría reciente para ubicar el problema planteado entre la “bipolarización” y la “borderización” de la clínica contemporánea.



Considerando este momento histórico de la especialidad como una posible superación de su inconsistencia epistemológica ancestral para refundar una psiquiatría científica de consenso general; resulta interesante prevenir la recaída en un nuevo “delirio lógico de la ciencia” como postula Edgar Morin. Y para no generalizar vagamente en abstracciones filosóficas volátiles se insiste en denunciar cualquier fundamentalismo psiquiátrico que pregona pronto el endiosamiento de un paradigma para mañana venerar otro dios de reemplazo a la moda. Porque en el centro de estas disputas más religiosas que científicas hay pacientes inocentes a la espera de su diagnóstico y tratamiento adecuados para aliviar su dolor mental crónico... sean auténticos borderlines o bipolares genuinos.



De ahí la preocupación por el peligro de una obediencia masiva a las concepciones en boga sin aplicar sistemáticamente el pensamiento crítico propio para no repetir la compulsión de ejercer una inconciente iatrogenia con los pacientes atendidos. Sinceramente es muy difícil alcanzar la sabiduría socrática para no caer en la tentación pecaminosa de resistirse con tenacidad a cualquier cambio ni en la antagónica tentación de entregarse con impulsividad a una reconversión apresurada. O sea de “borderizar” a los casos de antes y de “bipolarizar” a los casos de ahora con el fanatismo de siempre justificado con argumentos contrapuestos según la época paradigmática.



Además al diagnóstico borderline se le propone un tratamiento de crisis basado en la utilización de antidepresivos-antipsicóticos-antirrecurrenciales solos o combinados según la presencia aislada o simultánea de síntomas impulsivos-ansiosos-alimentarios-depresivos-disfóricos-psicóticos durante un tiempo preferentemente limitado. Y al diagnóstico bipolar se le propone un tratamiento de fondo basado en la indispensable utilización principal de antirrecurrenciales durante un tiempo indefinido de por vida para mantener una estabilización anímica prolongada. Entonces así como nadie ya puede negar con sensatez el valor fenomenológico del descubrimiento de los espectros borderline y bipolar con sus importantes consecuencias nosológicas y terapéuticas... tampoco puede negarse el riesgo cierto de la deformación profesional que termina distorsionando serios avances científicos para engendrar una monstruosidad clínica incontrolable, por ejemplo a la hora de diagnosticar y medicar.



Antes las explosiones anímicas de las actuaciones auto/heterolesivas eran absolutamente interpretables desde el inconciente borderline; y ahora cualquier episodio de variación anímica detectable en la historia vital de un paciente se evalúa precozmente como un valiosísimo signo escondido de bipolaridad latente a detectar... Ayer también se perseguía fanáticamente al supuesto borderline tras la “vivencia crónica de vacío” existencial con su transitorio alivio gracias al inesperado “acting-out”; y en cambio hoy se persigue obsesivamente al camuflado bipolar tras el sospechoso episodio depresivo “unipolar” o tras el incierto cuadro de “distimia” con “inicio temprano o tardío” del DSM IV (siendo cuasi-acusadas ambas entidades de encubrir o enmascarar a la bipolaridad responsable de todas las alteraciones anímicas observables)... De esta manera se degenera tan fácilmente la aplicabilidad universal de revolucionarias investigaciones científicas serias cuando cada profesional actuante “de época” prejuzga de sus casos atendidos con iatrogénica precocidad irreflexiva... sumándose ciegamente a la religión psiquiátrica de tantos colegas creyentes que también hacen “un sacerdocio de la profesión médica”...



A modo de buen sacudón de sano realismo clínico en medio de tantas especulaciones “de alto vuelo” en pugna, se recuerda a un paciente borderline-narcisista y/o bipolar tipo II que le decía al autor con involuntaria ironía y genuina inocencia: “Yo ya no entiendo más nada... Antes me dijeron que lo que tenía era por ‘mis rasgos de carácter’... Y ahora me dicen que ‘soy bipolar’... Yo lo único que sé es que siempre me sentí igual... que no cambié mucho en estos años...” Y a continuación también se recuerda a alguien que canta desde hace mucho tiempo: “Vuele bajo/ porque abajo/ está la verdad...” Y como para no perder a último momento el delgadísimo hilo de la idea directriz del trabajo en aparente curso conservado por culpa de interminables asociaciones tan personales... sólo a modo de provisoria conclusión abierta el autor se pregunta en una suerte de inquietante “premonición” seudocientífica: ¿Al final se convertirá el “espectro” bipolar en otro nuevo “fantasma” que destrone mediante una revolución al “espectro” borderline en el mismo reinado de la iatrogenia repetida?



Justamente por esta preocupante razón profesional, el genio médico de Hipócrates nos sigue recordando sin cansarse con sabia humildad clínica siglo tras siglo: “Primero no dañar”.







“Lo esencial sólo se nos manifiesta cuando observamos de manera concreta lo individual, articulamos el planteamiento del problema y comparamos estableciendo contrastes. Sólo así podía conseguirse aquello que me interesaba: no las teorías supuestamente dominantes, supuestamente útiles para ‘averiguar un secreto’, sino las que sirven al fin de fijar los puntos de vista necesarios para ver los verdaderos enigmas y tomar conciencia de ellos.”



Karl Jaspers
Al practicar el psicoanálisis mi propósito consiste en mantenerme: vivo, sano y despierto.

Es decir, trato de ser yo mismo y de comportarme bien. Una vez empezado el análisis,

pretendo seguir con él, sobrevivir a él y terminarlo
 
Donald Winnicott

jueves, 29 de septiembre de 2011

Locura y creatividad

“En cuanto a la enfermedad: ¿no nos sentimos tentados a pensar si podríamos arreglárnoslas sin ella?.

F. Nietzsche.

“Para empezar, ¿qué puede haber más agradable o más precioso que la vida misma?. ¿Y a quién se puede atribuir el origen de ésta con más propiedad que a mí?

...La condición más decisiva de la felicidad, consiste en que uno sea aquello que quiere ser.

... ninguna gran acción es emprendida, si no es por impulso mío, y que ningún saber notable ha sido adquirido, que no se debiera a mi iniciativa.

...Hay otra locura, la que procede de mí y que es, con mucho, la más deseable de todas. Suele manifestarse como un cierto gozoso desvarío que libra el espíritu de preocupaciones angustiosas y lo perfuman con variados placeres.

... Pero si este tipo de locura , como suele ocurrir, tiene tendencia a lo placentero, proporciona entonces un deleite nada despreciable, sea a los que están poseídos por ella, sea a los que le prestan atención, aunque éstos no por ese motivo estén locos.”

ELOGIO DE LA LOCURA. Erasmo de RÓTTERDAM.

Medicina Alternativa, una elección legítima

Un vídeo sobre una alternativa a la medicina occidental. Existen personas que no "pasan por el aro" de tomar ciertos medicamentos. Éstos son tildados de pacientes difíciles en muchos casos. Mi posición con respecto a estos temas es un poco delicada, este tipo de tratamientos están menos estudiados y considero que tienen un alto componente de placebo, esto no es poca cosa ya que como dice el señor que dispensa las plantas: "Yo no trato enfermedades, trato personas". En ese sentido, me parece un muy buen planteamiento. El tema de las sustancias creo que es propio del debate médico entre Occidente y Oriente. Además cada persona puede decantarse por la opción que más le convenga, cada cual tiene sus intereses y declinaciones.
Los médicos occidentales tienden a criticar ferozmente la homeopatía y los tratamientos con "hierbas". A mi entender, en la orientación oriental se da más importancia a la relación médico-paciente, la visión del ser humano es más holística y tal vez menos empírica o consensuada por profesionales. En todo caso, sabemos que el poder lo tiene occidente y que los tratamientos estándar pasan por el consenso entre profesionales europeos y americanos. Ampliar la perspectiva de los tratamientos y del enfoque clínico podría enriquecer la praxis de los orientales y viceversa. En todo caso, no considero que sea funcional u operativo el cerrarse a una única perspectiva. Creo que el Dr. Google está confundiendo a mucha parte de la población y que desinforma más que ayudar, sean cautelosos a la hora de filtrar la información. Disfruten de este innovador enfoque. Un saludo.
http://video.google.com/videoplay?docid=6498273339584106380#

La madre: un "Yo auxiliar" al servicio de la reproducción de un tipo de sistema vincular

En este trabajo, la autora engarza la teoría winnicottiana, desde el punto de vista del sostén emocional, con el verdadero y falso self, la socialización del individuo y con ciertas pinceladas de política y cultura. Un trabajo integrador que puede resultar algo revolucionario. Trato siempre de compartir con ustedes trabajos propios o ajenos que permitan pensar de una manera divergente y creativa, dando por hecho que lo estándar y lo "normal" es bien conocido por todos. Esa "normalidad", en cierto modo, forma parte de lo que Winnicott llamaba falso self y tiene que ver con la renuncia a una locura sana. Muchas personas se esfuerzan en encasillarse en un sistema de pensamiento, de sentimientos y actitudes para los que no están preparados, simplemente tienen otras lecturas de la realidad. Entender a estas personas y poder compartir pensamientos que se apartan de lo incorporado en la educación familiar y social es un trámite duro y fatigoso. Aceptarse y vivir de manera plena habitando el psiquesoma con satisfacción es un objetivo que sanos y enfermos se plantean para poder desarrollarse en la vida. Es cierto que no todo el mundo tiene estos planteamientos "metafísicos" pero, a menudo, los pacientes que acuden a consulta son personas que se separan de la norma en la campana de Gauss, la normalidad estadística. Los otros conceptos de normalidad son convenios o dirigidos por la moralidad o la religiosidad. Es más operativo, a mi entender, manejarse con unos criterios éticos fundamentales. La enseñanza en valores y virtudes, el deporte, la cooperación, el esfuerzo, el amar al prójimo y a uno mismo son puntos básicos para estar en el mundo de una forma más sosegada e integrada. No siempre es fácil hacerlo. Rodrigo Córdoba Sanz. email: rcordobasanz@gmail.com

EMAIL del escritor de estas líneas y compilador. Por alusiones

rcordobasanz@gmail.com

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Poema Autobiografía de Aida Elena Parraga

Poema Autobiografía de Aida Elena Parraga


Esa mujer que ves ahí


no tiene nada.

Sus manos no saben de anillos

pero anidan mariposas,

no tiene más adorno sobre su pecho

que dos enhiestas esmeraldas,

ni más vestido que la cubra

que las huellas que un amante le dejara.

Esa mujer que ves ahí

anda desde siempre pie descalza

y no tiene pasaporte,

ni cédula, ni esperanza,

pero le sobran caminos,

tierras profundas y lejanas,

y aunque no tiene nombre

los pájaros la llaman.

Esa mujer que ves ahí

no tiene casa…

y para cama le basta una sonrisa,

se asoma al mundo

por su única ventana

que le confirma que está viva.

Esa mujer que ves ahí

no tiene nada,

más que un gran amor en la distancia

por el que le brotan mil luceros en el vientre,

por el que se viste de luz,

por el que calla,

por el que las nubes se le incendian,

por el que las noches no se acaban.

Esa mujer que ves ahí

a veces ni siquiera sabe si en verdad existe

y entonces se convierte en frágil hierba,

o en ráfaga de viento que asustada

corre a refugiarse en tu palabra.





















martes, 27 de septiembre de 2011

Patología Existencial

Los síndromes más comunes de esta patología son:
1) Depresión existencial: una depresión difusa y generalizada o un "estancamiento vital" ante la percepción de la falta de sentido.
2) Falta de autenticidad: a la que Heiddeger (1962) definió como una falta de conciencia y de aceptación profunda de la propia finitud y mortalidad.
3) Soledad y "extrañeza" existencial: un self lo suficientemente fuerte que, sin embargo, se siente ajeno a este mundo.
4) Falta de autorrealización: según Maslow (1971): "Si deliberadamente decides ser menos de lo que eres capaz de ser serás profundamente infeliz durante el resto de tu vida".
5) Angustia existencial: la amenaza de muerte o de pérdida de la propia modalidad autorreflexiva de ser-en-el-mundo.

Veamos un ejemplo clásico de problema existencial de Tolstoi (1929):
El hecho es que, a los cincuenta años, descubrí el concepto de suicidio, la más simple de todas las preguntas que alientan en el corazón de todo ser humano: "¿De dónde venimos, qué estamos haciendo ahora y qué hacemos mañana? ¿De dónde procede mi vida?". Dicho de otro modo: "¿Por qué debo vivir? ¿Por qué debo desear algo?". O, en otras palabras: "Acaso mi vida tiene otro sentido que no sea el de terminar siendo destruido por la inexorable muerte que me aguarda?".

lunes, 26 de septiembre de 2011

Citas de Henri Matisse


Henri Matisse


Es agradable ver cómo un buen poeta transporta la imaginación de otro artista, permitiéndole crear su propio equivalente de la poesía. El artista plástico, para sacar el mejor partido de su obra, debe evitar adherir de manera demasiado servil al texto. Por el contrario, debe trabajar libremente, enriqueciendo su propia sensibilidad mediante el contacto con el poeta que va a ilustrar.
No he sido más que un medio, por así decirlo.
No pinto cosas, sólo la diferencia entre las cosas.
Siempre hay flores para el que desea verlas.
Dibujar es como hacer un gesto expresivo con la ventaja de la permanencia.
Una obra de arte debe llevar su significado completo en sí misma.
El trabajo cura todo.
La exactitud no es verdad.
Sin pasión no hay arte.
El que ama, vuela, funciona y se regocija; está libre y nada lo detiene.
Tenemos que ver toda la vida como si fuéramos niños.
El artista sólo ve verdades antiguas con una nueva luz, porque no hay nuevas verdades.

Psiquesoma en Winnicott. Fragmento de su trabajo "La mente y su relación con el psiquesoma"

[...]Teoría de la mente




En base a estas consideraciones preliminares propongo una teoría de la mente. Esta teoría se basa en la labor realizada con pacientes analíticos que se han visto necesitados de efectuar una regresión a un nivel de desarrollo sumamente precoz durante la transferencia. En este escrito daré únicamente un ejemplo de material clínico, pero creo que la teoría resultará valiosa en nuestra labor analítica cotidiana. Supongamos que en el desarrollo precoz de un individuo, salud implica continuidad en el ser. El psiquesoma precoz se mueve a tenor de cierta línea de desarrollo siempre y cuando su continuidad de ser no se vea turbada; dicho de otro modo, para el desarrollo sano del psiquesoma precoz hace falta un medio perfecto. Al principio la necesidad es absoluta. El medio ambiente perfecto es aquel que se adapta activamente a las necesidades del psiquesoma recién formado, aquello que los observadores saben que al principio constituye el pequeño. El mal medio es malo porque debido al fracaso de la adaptación se convierte en un ataque contra el psiquesoma, ataque ante el cual el psiquesoma (es decir, el pequeño) debe reaccionar. Esta reacción turba la continuidad existencial del nuevo individuo. En los comienzos, el buen medio (psicológico) es físico, estando el pequeño en el útero o en brazos y recibiendo cuidados; sólo con el paso del tiempo desarrolla el medio ambiente una nueva característica que hace necesario un nuevo término descriptivo, como puede ser «emocional», «psicológico» o «social». De esto emerge lo que llamamos una madre «buena», con su capacidad de adaptarse activamente a las necesidades del pequeño, capacidad que surge de su devoción o dedicación y que es posibilitada por su narcisismo, su imaginación y sus recuerdos, cosas todas ellas que le permiten saber por medio de la identificación cuáles son las necesidades del pequeño. La necesidad, al principio absoluta, de un buen medio ambiente se convierte rápidamente en relativa. La madre «buena» corriente ya es suficiente. Si es lo suficientemente buena, el pequeño, por la actividad mental, sabrá tolerar sus deficiencias. Esto no se refiere tan sólo a la satisfacción de los impulsos instintivos, sino también a todos los tipos de necesidades primitivas, incluyendo la necesidad de un cuidado negativo o un descuido vivo. La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto, es decir, convierte el fallo de adaptación en un éxito. [...]

El error de Descartes


El error de Descartes



por Federico Campbell

La hora del lobo

Desde los tiempos de René Descartes (1596-1650) se ha dado por supuesto que la razón está descargada de toda emotividad. Para pensar mejor, se dice, hay que pensar en frío. De un hombre de temple -un militar en combate, un narcotraficante en un tiroteo, un piloto entre los vientos de altura, un cirujano metido en el huacal que encarcela al corazón- se suele valorar la sangre "fría" porque, aparentemente, no permite que la emoción le nuble la vista ni la capacidad de juicio.



Así lo entendió Antonio Damasio antes de dedicarse a la neurobiología: que las emociones no tenían por qué mezclarse con la razón, de la misma manera en que el aceite no se lleva con el agua. Sin embargo, con los años de estudio lo que era una corazonada se fue trocando en convicción: que la razón no puede desligarse de su contexto emocional, todo lo contrario. Y a esa idea ha dedicado sus dos libros más sobresalientes y comentados: El error de Descartes (1994) y Sentir lo que sucede (1999), ambos publicados en español por la editorial Andrés Bello, de Santiago de Chile, y traducidos, los dos, a más de diecisiete lenguas. No hay libro de las actuales neurociencias que no lo cite profusamente.



Nacido en Lisboa, Antonio Damasio ha trabajado en los últimos años como director del Departamento de Neurología del Colegio de Medicina de la Universidad de Iowa y ha sido profesor adjunto del Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla, California. Junto con su esposa Hanna (con la que obtuvo el premio Pessoa) fundó en Iowa City un centro para la investigación de desórdenes neurológicos. El investigador portugués ha sido reconocido también internacionalmente por sus investigaciones sobre la neurología de la vista, la memoria y el lenguaje, y sobre todo por su contribución a la elucidación del Alzheimer. Una de sus reflexiones más notables es la que ha escrito sobre el caso de Phineas P. Gage, capataz de la construcción de rieles, a quien en 1848 una barra de fierro le atravesó la base del cráneo y sobrevivió sin fallas mentales.



¿Qué quiere decir todo esto? ¿Pensaría mejor Napoleón en el campo de batalla si soslayaba sus emociones? ¿Se muestra más lúcido el político que en el foro argumenta sus razones prescindiendo de toda emoción o integrándola? ¿Por qué y para qué dividir el cuerpo del alma si, como decía Nietzsche, son una y la misma cosa?



Entre las emociones primarias se encuentran la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa, la repugnancia, pero las emociones sociales se reconocen con los nombres de vergüenza, celos, culpa, orgullo, y en este sentido ¿sería le envidia una emoción?



No se pueden desgajar estos componentes de la razón, dice Damasio.



El error de Descartes fue meternos en una racionalismo "intocable" que ponía los sentimientos por un lado y la razón por otro. Damasio sostiene que no es así y que los sentimientos, lejos de perturbar, tienen una influencia positiva en las labores de la razón: "En términos anatómicos y funcionales, es posible que exista un hilo conductor que conecte razón con sentimientos y cuerpo."



La relevancia de los sentimientos en la construcción de la racionalidad no sugiere que ésta sea menos importante que los sentimientos. Al contrario: tomar conciencia del papel de los sentimientos nos da la oportunidad de subrayar sus efectos positivos y disminuir al mismo tiempo su potencialidad lesiva. Y esto está relacionado con muchos problemas concretos que hoy enfrenta nuestra sociedad, entre ellos, la violencia y la educación, o la cotidiana exposición de los niños a la violencia en la vida real, las noticias o las ficciones audiovisuales.



La noción dualista de Descartes consiste en escindir el cerebro del cuerpo, como si le mente fuera un programa (software) ejecutado en una computadora (hardware). Pero el postulado primordial de Descartes, "pienso, luego existo", es una falacia: no se puede pensar antes de ser. La mente no es el piloto del barco. Es el barco mismo.



Si Descartes suponía que pensar era una actividad ajena al cuerpo (la separación de la cosa pensante del cuerpo no pensante), los indicios más ancestrales de la humanidad permiten ver que, para sobrevivir, el ser humano se hizo de una conciencia elemental que desembocó en la posibilidad de pensar y después de usar el lenguaje para organizar y comunicar mejor los pensamientos. Primero estuvo el cuerpo, dice Damasio, y luego el pensamiento. "Somos, y después pensamos, y pensamos sólo en la medida en que somos, porque las estructuras y las operaciones del ser causan el pensamiento."



Descartes buscaba un fundamento lógico para su filosofía y creyó que su premisa, "cogito, ergo sum", no necesitaba ningún lugar para existir: "el alma por la cual soy lo que soy es totalmente distinta del cuerpo y más fácil de conocer que éste último, y si el cuerpo no fuera, no cesaría el alma de ser lo que es".



"Este es el error de Descartes: la separación abismal entre cuerpo y mente, la sugerencia de que razonamiento, juicio moral y sufrimiento derivado del dolor físico o de alteración emocional pueden existir separados del cuerpo", concluye Antonio Damasio.



"Resulta paradójico pensar que Descartes, si bien contribuyó a modificar el curso de la medicina, ayudara a desviarla de la visión orgánica, de mente-en-el-cuerpo, que prevaleció desde Hipócrates hasta el Renacimiento. Aristóteles habría estado muy molesto con Descartes".



Réplica y comentarios al autor: federicocampbell@yahoo.com.mx

Ópticas, profesionales y diagnosis

Estamos ante una especie de Torre de Babel fundamentada en datos empíricos que son filtrados a través de las lentes (subjetivas) de cada observador. ¿Cuál es el resultado?
Podemos encontrar que una persona puede ser diagnosticada de esquizofrenia paranoide y después de trastorno esquizoafectivo y que la paradoja sea que ambos diagnósticos son certeros. Esto es, al principio predominaba lo persecutorio y después las oscilaciones en el estado de ánimo sobre una base psicótica. ¿Qué sucede en este caso en particular? La cuestión es que con la medicación, la psicoterapia y la evolución de la enfermedad, la persona ha ido evolucionando y ahora se encuentra en una situación más peligrosa en cuanto a que ya no sólo tiene el problema paranoide sino también las fluctuaciones. Por lo tanto ambos diagnósticos son correctos y hay que integrarlos en la evolución de la persona.
Un diagnóstico no es eterno por tanto, los tratamientos psicoterápicos junto a la medicación pueden contribuir a mejorar la sintomatología de enfermedades que se presuponen crónicas como las del espectro de las esquizofrenias.
Por otro lado se me ocurre comentar otro ejemplo.
Una persona puede tener pruebas objetivas de daños en su columna, con irradiación hacia los músculos y problemas derivados de la afectación medular y al mismo tiempo ser diagnosticada de fibromialgia y trastorno psicosomático. En definitiva, la fibromialgia es un trastorno psicosomático específico. Esto significa que el dualismo mente-cuerpo es una quimera. No existen problemas emocionales al margen de lo físico ni problemas físicos al margen de lo emocional, son problemas que se retroalimentan, esto, Winnicott lo designaba como "psiquesoma". "El error de Descartes", de Antonio Damasio trata sobre estos temas, él, desde el punto de vista de las neurociencias, en concreto de la neurología, explica que ambas dimensiones humanas están inexorablemente interconectadas y que se retroalimentan.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Norbert Elias-Mozart: Sociología de un Genio


MOZART: SOCIOLOGÍA DE UN GENIO

1.- ¿Quién es el autor?



Norbert Elías (1897-1990): Nació en Breslau (hoy Wrocław, Polonia) y falleció en Ámsterdam, estudió medicina, filosofía y sociología. Trabajó como profesor en las universidades de Heidelberg y Frankfurt (Alemania). Huyó a Francia durante el nazismo alemán y vivió en Inglaterra entre 1935 y 1975.



Esté es un autor de referencia, un afamado sociólogo al que debemos obras importantes y ensayos audaces acerca del curso histórico moderno. Su nombre figura a la altura de otros importantes científicos sociales, y su aportación es controvertida y necesaria, discutible e interesante: nos permite interrogarnos sobre la sociedad, el individuo, sobre la historia común y la vida irrepetible. La tesis que le dio mayor fama fue con la que él tituló uno de sus libros más célebres, El proceso de civilización, y con esa descripción se refería al tránsito de la Europa guerrera a la Europa cortesana, a la creación, a la generalización y a la internalización de controles y tabúes que permitieron contener y reprimir a los individuos interiormente. La fama que le acompañó y aún le acompaña a Elías, incluso después de muerto, se debe a que es autor de un esquema de sociología histórica que para muchos resulta convincente, un esquema majestuoso, de gran ambición explicativa, que daría cuenta del proceso multisecular experimentado por la mentalidad europea moderna.













2.- Resumen de la Obra



Wolfgang Amadeus Mozart nació el 27 de enero de 1756, en Salzburgo, Austria. Su padre, Leopold Mozart era violinista y estaba, como músico, al servicio del arzobispo de aquella ciudad, era segundo Kapellmeister; se distinguía como buen maestro. Su madre, Ana María Pertl, El otro miembro de la familia, cuando Wolfgang nació, era María Ana.

Mozart comenzó a tocar y componer desde muy pequeño. A los 6 años ya era capaz de componer, de aprender y tocar obras musicales, esto fue en parte causa de la competencia con su hermana por tener la atención de su padre. Mozart se revelaba como una persona muy frágil e insegura y que necesitaba mucho cariño y al parecer uno de sus estímulos para seguir tocando, cuando era pequeño, era la alegría que manifestaba el padre al ver como iba progresando.

La formación que recibió Mozart de su padre fue muy completa. Recibió una gran cantidad de estímulos musicales en su casa y en las giras, su padre le ayudó a formar una conciencia sobre el sentido musical de la época, ya que en esa sociedad la música era pedida por cortesanos por encargo y no se podía utilizar el propio estilo del autor, a esto era lo que se denominaba “arte artesanal”.

Leopold Mozart comenzó a llevar a su hijo de gira por las cortes europeas, allí donde fueran causaban sensación. Primeramente a Munich y a Viena. Los Mozart emprendieron un largo viaje de tres años y medio que supuso para el pequeño Wolfgang valiosas experiencias, gracias a ello Mozart tenia contacto con músicos conocidos. Durante sus viajes adquirió amplios conocimientos sobre la vida musical de su tiempo, escuchó grandes operas y conoció personalmente a gran numero de compositores. También cabe destacar que Mozart en su niñez gozaba de una gran suerte, ya que eran pocos los jóvenes que podían disfrutar de una educación tan completa como la de él.



En 1777 Mozart marchó hacia Munich con su madre, Anna Maria, ya que su padre no podía acompañarlo. A la edad de veintiún años Mozart buscaba por las corte europeas un lugar mejor remunerado y más satisfactorio que el que tenía en Salzburgo bajo las órdenes del arzobispo Colloredo, pero sus deseos no se cumplieron. Llegó a Mannheim, capital musical de Europa por aquella época, con la idea de conseguir un puesto en su orquesta, y allí se enamoró de Aloysia Weber. Posteriormente Leopold envió a su esposa e hijo a París. La muerte de su madre en la capital francesa y el menosprecio de los aristócratas para los que trabajaba, hicieron que los dos años transcurridos entre su llegada a París y el retorno a Salzburgo en 1779 fueran un periodo muy difícil en su vida.

El año 1781, Mozart rompe sus relaciones laborales con el príncipe-arzobispo de Salzburgo y decide trasladarse definitivamente a Viena. Allí compone el El rapto en el serrallo, encargada en 1782 por el emperador José II.

Este mismo año se casa con Constanze Weber, hermana pequeña de Aloysia; se casaron a pesar de que Leopold Mozart no aprobase esa unión, esta fue la causa decisiva para que el padre se separase por completo del hijo.



3.- ¿Para qué ha escrito el libro?





Este libro a mi parecer, ha sido escrito para mostrarnos de una perspectiva más cercana como fue la vida de Mozart, desde que era un niño hasta los últimos momentos de su vida, de como influyó la sociedad y su padre en su forma de actuar y ver las cosas.



4.- A que conclusiones llega:



Muy resumido podríamos mencionar los aspectos más relevantes que nos muestra Norbert Elías a través de su libro. Estos son los siguientes:



A.- su fracaso en los últimos años de su vida se debe en gran medida a que en la sociedad en la que vivió Mozart estaba determinada por el gusto cortesano y esto conllevaba a que él estuviera limitado y no pudiese seguir la corriente de sus fantasías.

B.- Desde pequeño tenía una relación de respeto y cariño hacía su padre, la cual por la misma búsqueda de convertirse en un “artista libre” se deterioró poco a poco hasta romperse.

C.- Se fue a Viena y allí pretendía seguir sus propias voces interiores, su conciencia artística y su propio sentimiento, en la búsqueda de transformarse en “artista libre”, aun sabiendo que no tenía un puesto fijo, ni un sueldo estable y dejando atrás su trabajo en Salzburgo como Organista de la corte.



los puntos “A” y “C” son las causas mayores que lo llevaron a quedarse solo antes de morir, ya que al tratar de convertirse en un artista libre y estar en una sociedad en la que primaba el arte artesanal, el dejarse llevar por sus fantasías sobrepasaba el canon imperante y esto representaba un gran peligro.



5.- ¿Es objetivo o subjetivo?



El autor a mi forma de ver escribió el libro de una forma objetiva, ya que dispone de una gran cantidad de información y al momento de analizarla lo hace de una manera imparcial. Simplemente relatando los hechos como ocurrieron y explicando, para el mejor entendimiento del lector, en que sociedad y entorno se encontraba Mozart. También hay que tomar en cuenta que la Historia casi nunca pasa por el filtro de una Objetividad real.



6.- ¿Qué orientación política tiene el autor y porqué?



Tenía admiración por Karl Marx por su gran audacia teórica, Elías es hijo de su tiempo y es hijo de aquella esperanza predictiva que aprendió en Marx. Para Norbert Elías sus obras serían herederas y mediadoras de la gran tradición sociológica alemana, la que sobre todo se encarna en Max y Alfred Weber, y, por supuesto, en Karl Mannheim ya que en sus libros tenía relación con estos autores citados.



En el libro Mozart: Sociología de un genio Norbert Elías no mostró en ningún momento preferencias políticas, nos habló de la vida de Mozart y de cómo la sociedad en la que vivía afectó su vida. Se podría decir que se mantuvo neutro, es decir, objetivo ya que se limitó a relatar y a interpretar toda la información encontrada de Mozart, así como cartas escritas por el y por su padre.

Superdotas, al Este de la Campana de Gauss

Un documental de Documentos TV sobre las altas capacidades, unas estadísticas del 2% de la población mundial "y muchos de ellos no lo saben".

http://www.youtube.com/watch?v=jrwaz7effLY

Einstein


Certificado de estudios de Albert Einstein.

Sobre un comentario de una madre.



Este es el mensaje que envía una lectora sobre su hijo de 3 años y el miedo a que el trastorno (TLP) de su padre sea hereditario. Después de que lo lean, comentaré y responderé:

Hola,tengo un hijo de 3 años cuyo padre padece tlp,estoy en un sinvivir buscándo información sobre la enfermedad y sobre su heredabilidad ya que tengo mucho miedo de que el niño la padezca en un futuro,decir que tiene dos hermanos mayores de cerca de 30 años de una relación anterior que no han desarrollado la enfermedad pero el niño en sí se parece mucho a su padre,decir que el padre de mi hijo sufrió maltrato en la infancia por lo que se me plantea una duda,quizás habría que distinguir entre los tlp que desarrollan la enfermedad sin que hay factores externos que influyan y los que lo desarrollan debido a malos tratos tanto psíquicos como físicos que son el porcentaje más alto,quizás estas personas si no hubiesen vivido en ese entorno tan hostil aunque puedan tener cierta predisposición no hubiesen desarrollado la enfermedad,por eso creo que es muy importante distiguir los distintos tipos porque a todas las madres y padres que tenemos un hijo,hija fruto de una unión con un tlp se nos crea una angustia terrible pensando que es algo hereditario como apuntan algunos psiquiatras a mi forma de ver de manera errónea.

Entiendo la preocupación de esta madre. El TLP como trastorno concreto y definido no se hereda, esto es, se hereda una predisposición temperamental, el lado biológico de la personalidad.
Además de ese lado biológico, que podríamos decir que es un 50% o menos, está el componente ambiental. Si este niño recibe una atención y cuidados sensibles y dedicados (como todas las madres procuran hacer) no tiene porqué desarrollar ningún tipo de trastorno.
El espectro borderline y en concreto los criterios de Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) tienen que ver con problemas de impulsividad, inestabilidad emocional, problemas de relación, de autoconcepto y una "neurosis polisintomática", donde pueden aparecer fobias, obsesiones, adicciones y otros síntomas molestos. No profundizaré en el cuadro límite porque hay muchos trabajos al respecto. Les sugiero que no se queden con los criterios del DSM de trastorno límite ya que puede llevar a error.
Esta mujer, con lo que Winnicott denominaba "preocupación materna primaria", está volcándose en informarse y prevenir el desarrollo de "enfermedades" de su hijo. Como ella misma apunta, las estructuras borderline suelen ser un correlato de una estructura familiar disfuncional. Es relativamente frecuente los abusos y la negligencia por parte de la familia. No es correcto sobredimensionar los factores biológicos ni los psicológicos, ahora bien, es muy frecuente que las personas que desarrollan estas patologías tienen una cierta inconsistencia en su educación, cuando digo educación no me refiero solo a la transimisión de conocimientos y valores sino también a tener un medio ambiente seguro, contenedor y donde se encuentre un sostén emocional. Estas personas se sienten invalidadas, no queridas, no comprendidas, no aceptadas, desplazadas, "bichos raros"...
Quisiera transmitir plena confianza a esta mujer, sensata y preocupada. Decir, si es necesario, otra vez, que no hay una transmisión genética de este trastorno.
El ámbito de la medicina acostumbra a manejar el componente genético otorgándole un papel y un peso decisivo para "entender" la génesis de los trastornos mentales. Es más determinante el papel que pueda ofrecerle la familia, en particular la madre en fases precoces del desarrollo, que el determinante genético.
Existe otro componente que hay que destacar, además de que pueda heredarse cierta "nerviosidad" que no el trastorno en sí mismo, los familiares que tienen este tipo de trastornos pueden provocar problemas en sus hijos fruto de su problema. Si esta variable se controla no hay que asustarse de ningún modo.
Lo mejor, más operativo y cómodo es que la familia trabaje sus miedos y no se enfrasque en lecturas y consultas a profesionales que pueden confundirle y preocuparle. No hay un acuerdo en las hipótesis
etiológicas, de diagnóstico, de pronóstico y de tratamiento. Cada profesional tiene una óptica y una praxis por lo que es recomendable centrarse en un solo profesional de confianza especializado en psicología o psiquiatría, sabiendo que estos últimos, de modo convencional, tienden a dar una especial importancia a factores biológicos por su formación como médicos. Del mismo modo, un psicoterapeuta puede mirar más hacia las dimensiones afectivas, biográficas, actitudinales, motivacionales, familiares, etc.

Citas de Maslow

Unas piezas del saber profundo de la naturaleza humana desde un prisma muy atractivo y cercano.


No se puede elegir sabiamente una vida a menos que se atreva uno a escuchar a sí mismo, a su propio yo, en cada momento de la vida.
(...) Hay aquí dos hechos importantes: primero, que el ser humano nunca está satisfecho, excepto de una forma relativa o como si fuese sólo el peldaño de una escalera, y segundo, esas necesidades parecen ordenarse en una especia de jerarquía de predominio.
(...) No obstante, la característica común de las necesidades de autorrealización consiste en que su aparición se debe a alguna satisfacción anterior de las necesidades fisiológicas y las de estima, amor y seguridad.
(...) Pero una necesidad que está satisfecha, deja de ser una necesidad.

A los niños no hace falta enseñarles a ser curiosos.
Si tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo.
El estudio de la motivación debe ser, en parte, el estudio de los fines, de los deseos o de las necesidades últimas del ser humano.
La necesidad de conocer y de entender se ven en la primera y segunda infancia, quizás incluso más fuertemente que en la edad adulta.
El secretismo, la censura, la falta de honestidad y el bloqueo de la comunicación amenazan todas las necesidades básicas.

 La satisfacción de la necesidad de autoestima conduce a sentimientos de autoconfianza, valía, fuerza, capacidad y suficiencia, de ser útil y necesario en el mundo.
En realidad, las personas auto realizadas, las que han llegado a un alto nivel de madurez, salud y autosatisfacción, tienen tanto que enseñarnos que, a veces, casi parecen pertenecer a una especie diferente de seres humanos.
Hemos llegado al punto de la historia biológica donde somos ya responsables de nuestra propia evolución. Nos hemos convertido en autoevolucionadores. La evolución significa seleccionar y, por tanto, escoger y decidir, y eso significa valorar.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Fenomenología en la esquizofrenia


Os dejo un fragmento interesante sobre el tratamiento en el grupo de enfermedades llamadas esquizofrenias.  Con ello un interesante pensamiento de Maslow: "En realidad, las personas autorrealizadas, las que han llegado a un alto nivel de madurez, salud y autosatisfacción, tienen tanto que enseñarnos que, a veces, casi parecen pertenecer a una especie diferente de seres humanos"

DORR, Otto. El papel de la fenomenología en la terapéutica psiquiátrica con especial referencia a la esquizofrenia. Rev. chil. neuro-psiquiatr. [online]. 2002, vol.40, n.4 [citado 2011-09-24], pp. 297-306 . Disponible en: . ISSN 0717-9227. doi: 10.4067/S0717-92272002000400002.




[...]
En la entrevista diagnóstica, tanto en su momento pre-verbal como en su momento verbal, la actitud hermenéutica y el método fenomenológico resultan ineludibles. Basar ese primer encuentro con el paciente en una serie de preguntas dirigidas a "extraer" síntomas o a la aplicación de cuestionarios significa traicionar la naturaleza del objeto de nuestra ciencia, que es el hombre mentalmente enfermo. Si no sabemos reconocer la riqueza del momento pre-verbal, se nos escaparán quizás los hechos más específicos, al menos en los cuadros psicóticos. El no adoptar una actitud fenomenológica durante la etapa verbal del encuentro implicará necesariamente la entrega a una teoría previa, lo que se traducirá en un comprobar en el paciente justo lo que hemos proyectado en él. Ahora bien, una vez hecho el diagnóstico atmosférico, de una esquizofrenia en este caso, se tratará de lograr un verdadero encuentro con el paciente al nivel que sea posible y ganar con ello un mínimo de confianza. Es fundamental, por cierto, no discutir con él el tema del delirio a un nivel racional sino, por el contrario, aceptar su contenido con la mayor naturalidad. El paciente va a estar agradecido de ello y aceptará de mucho mejor grado alguna suave interpretación psicodinámica de corte muy general que se nos ocurra en ese momento, con lo cual se establecerá un vínculo que puede ser fundamental para futuras intervenciones. El abandono de la actitud de "entrevistador" para adoptar la actitud de aceptación total del otro ha sido llamado por Benedetti "positivización" (Positivierung) (16). Este autor describe siete formas de "positivización", entre las cuales destaca la de descubrir el lado creativo del paciente a través de sus procesos (cognitivos) deformados. Y con esto pasamos al tema de los métodos terapéuticos propiamente tales, que de alguna manera derivan de la fenomenología.




Las psicoterapias hermenéuticas



Es hermenéutico todo método que no pretende "explicar" algo sino sólo "comprenderlo", vale decir, que no pretende recurrir a otro nivel causal sino simplemente hacer que lo que está ahí delante, en el caso de la psicoterapia un paciente, se manifieste en plenitud. El punto de partida de toda psicoterapia hermenéutica es el colocarse más allá de la alternativa normal-anormal, loco-cuerdo. Por medio de la epoché fenomenológica debemos suspender el realismo ingenuo de la conciencia cotidiana. La primera consecuencia de esta actitud es el renunciar, en el caso de la esquizofrenia, a la aspiración a una restitutio ad integrum con plena recuperación del sentido común, en el sentido de Blankenburg (17). Es necesario comprender las perturbaciones del paciente como una señal inminente de algo nuevo, de un nuevo tipo o forma de relación con el mundo.



La psicoterapia analítico-existencial



El análisis existencial pretende comprender al hombre enfermo en el marco de la totalidad de su existencia, tanto en el corte transversal de su actual vivenciar y comportarse como en el corte longitudinal de su biografía, considerada ésta no sólo desde el pasado sino en su proyección hacia el futuro. "En lugar de hablar de conceptos teóricos como principio de realidad y principio del placer, el análisis existencial investiga y trata al hombre psíquicamente enfermo en lo que respecta a las estructuras, elementos estructurales y modificaciones estructurales de su existencia (...) más acá de la distinción entre consciente e inconsciente, alma y cuerpo..." (18).



El lenguaje tiene una particular importancia en el análisis existencial, no sólo porque éste emplea muchas de las expresiones preposicionales de Heidegger (5), como ser-en (In-sein), ser-con (Mit-sein), ser-cabe (Sein-bei), sino porque intenta tomar literalmente las palabras del paciente, con lo cual logra una correspondencia con el pensamiento "concretístico" de los esquizofrénicos. En cierto modo el análisis existencial comienza allí donde el resto de los sistemas psicoterapéuticos ve su meta, a saber, la compleja estructura de la totalidad. Los métodos analítico-condicionales parten necesariamente del aislamiento de determinados factores y se elevan desde ahí hasta las estructuras más complejas. Los métodos orientados hacia la totalidad, como el análisis existencial, siguen el camino inverso y, partiendo de una visión sintética de grandes complejos o estructuras generales, "descienden" hacia sutiles análisis de estructuras particulares. De ahí que el paso del análisis existencial hacia algo así como una psicoterapia "constitutiva", como le ocurrió a Binswanger (19, 20), es una consecuencia necesaria. Es cierto que, en su intento de aplicar el análisis fenomenológico de la constitución, la preocupación de Binswanger fue en principio teórica, pero los desarrollos ulteriores de la investigación fenomenológica no podían sino tener una influencia determinante sobre la psicoterapia. La pregunta fundamental sería "¿cómo se constituye algo en cuanto algo para alguien?" o "¿cómo se constituye alguien en cuanto tal para alguien?". En el marco de esta pregunta por un constituirse recíproco de sí-mismo y mundo se produce una separación de ambos, de modo que la pregunta por la realidad experimentada por el paciente nos lleva de vuelta a la pregunta por los procesos intersubjetivos de constitución de la realidad. Con esto y en palabras de Blankenburg (21), se logra una suerte de "arqueología" de la constitución de la realidad para el paciente en cuestión. La gran dificultad para el terapeuta consistirá, entonces, en tener que hacer esta reconstrucción (de la constitución de la realidad del paciente en la cual fue posible el delirio) en la misma situación terapéutica y no a posteriori. Las relaciones con el psicoanálisis son evidentes, aun cuando el punto de partida del análisis existencial es más radical, al poner entre paréntesis el carácter objetivo de la realidad, algo impensable para el psicoanálisis o para cualquier otra forma de investigación positivista. Una interesante coincidencia entre ambas escuelas es la que se da, en el campo del autismo esquizofrénico, entre lo que Benedetti (22) llama "ocupación excesiva de una débil conciencia del yo" y lo que Blankenburg ha interpretado como "intercambio de roles entre el yo natural y el yo trascendental" (23). Otro paralelismo evidente es el que se da entre el concepto de "contra-identificación" de Benedetti (22) y el de "hacerse cargo" de Binswanger (18).



Blankenburg (21) ha desarrollado un esquema comparativo entre las psicoterapias hermenéuticas y las analítico-condicionales, que es sumamente ilustrativo. Entre las primeras pone como ejemplo extremo el análisis existencial y entre las segundas la terapia cognitivo-conductual. En esta contraposición se puede observar cuán diferentes y polares son ambos métodos terapéuticos, lo que vale tanto para sus fundamentos teóricos, como para su metodología, sus ventajas y desventajas. El psicoanálisis ocupa una posición en cierto modo intermedia dentro de esta polaridad, por cuanto por una parte se preocupa de los elementos "explicativos" (interpretaciones genético-causales y deterministas) y por otra, su praxis está marcada, a no dudarlo, por el momento comprensivo. Su ubicación ambigua en relación con la comprensión y la explicación la define muy bien Kohut (24) con las siguientes palabras: "Mientras la introspección mística puede comprender, pero no explicar y la psicología científica explica, pero no comprende, el psicoanálisis explica lo que comprende".



Otras aplicaciones psicoterapéuticas de la

fenomenología



El perspectivismo



Una de las realidades más incuestionables que ha permitido poner en evidencia el análisis fenomenológico del mundo intersubjetivo es la perspectividad. Entendemos por tal el simple hecho que el ser humano está ligado necesariamente a un determinado punto de vista, desde el momento que es un cuerpo que está siempre situado y que contempla al mundo y a los otros desde ésa su perspectiva. Esta fijación puede ser hasta cierto punto superada por el hombre por medio de un cambio de lugar o de punto de vista. En la fisiología de los sentidos esto ocurre a través del círculo de percepción y movimiento (Gestaltkreis), descrito por Von Weizsäcker (25), el cual permite una perfecta interacción con el mundo. Pero esto no es válido para los juicios.



Para un sano "juicio de realidad" se requiere de una forma especial de movilidad, cual es la de colocarse en la perspectiva del otro, el de tratar de ver la realidad "con los ojos de los otros". Pero como a su vez los otros tienen que tratar de verla con mis ojos, resulta de ello un natural intercambio de perspectivas. El ponerse en la perspectiva del otro significa necesariamente tomar distancia con respecto al propio punto de vista y esto pareciera ser una conditio sine qua non de una relación sana con el mundo. Wulff (26) sostiene que la dialéctica entre dejar-ser y actuar-modificante estaría en la base de toda relación no delirante consigo mismo y con el mundo. Así como el hombre sólo puede relativizar su necesaria fijación a un punto en el espacio cambiando libremente de lugar, así también en otros ámbitos sólo podrá superar la dependencia de su propia subjetividad en la medida que sea capaz de relativizar su percepción, modificándose a sí mismo. El ser relativizado por la intencionalidad del otro significa para el hombre sano no una amenaza, sino una auténtica ayuda en el proceso de relativizarse a sí mismo, que al mismo tiempo implica tanto rectificación como enriquecimiento de la propia perspectiva. El paciente esquizofrénico, en cambio, carece de la espontaneidad como para colocarse activamente en el lugar del otro; él no puede desprenderse de su propia perspectiva ni tampoco, por ende, de sí mismo.



Las consecuencias terapéuticas de lo antedicho son inmediatas. En primer lugar se pueden elaborar técnicas de tipo cognitivo-conductual que faciliten el desarrollo del "intercambio de perspectivas". Blankenburg (27) habla en este contexto de "promover la interpersonalidad por medio de un training en movilidad de las perspectivas". Se estimula al paciente a contemplar los objetos de su entorno de todos los lados posibles y tomar así conciencia de cuán distinta puede verse una cosa según desde donde se la mire. Luego se puede complejizar el ejercicio, llevándolo de los objetos a las personas y en este caso, ya no tanto referido al aspecto físico (que también será algo distinto según la perspectiva), sino más bien al mundo del otro, a su profesión, a sus valores e intereses. Lo mismo se puede hacer en grupos y por medio de videos. En el caso de los pacientes agudos estos ejercicios son, por cierto, difíciles de aplicar. Ahí tendrá que ser más bien el terapeuta el que se esfuerce por ponerse en el lugar del paciente y tratar de comprender cómo y desde dónde él ve el mundo como lo está viendo. Esto se puede hacer incluso en forma concreta, poniéndose el terapeuta al lado del paciente y no al frente, con lo cual las miradas se hacen paralelas y se alivia ese natural temor que embarga siempre al esquizofrénico ante el encuentro frontal. Pero en general vale para el terapeuta de esquizofrénicos el imperativo de compartir la perspectiva de ellos, aunque esto signifique aceptar el contenido de un delirio o la inadecuación de una conducta. Esta actitud tiene particular valor en el trato con el paciente y su familia. Sabemos cuán anormal es la interacción entre los miembros de la familia esquizofrenógena y cómo el paciente está expuesto permanentemente no sólo al conocido "double bind", sino también a verdaderas descargas de agresividad muy destructivas de parte de los otros miembros de la familia. El sentir que el terapeuta comparte su perspectiva y no la de los otros puede significar un enorme alivio justo en situaciones donde la tensión emocional lo habría empujado a refugiarse en síntomas aún más severos, como es el caso de las alucinaciones auditivas o la disgregación.



La perspectiva dialéctica



La cuestión de la positividad de lo negativo se remonta a Hegel. Para él lo negativo "es el principio absoluto que rige toda vida natural y espiritual" (28). El primero que intentó aplicar en forma sistemática la dialéctica en psiquiatría fue Wolfgang Blankenburg (29). Su punto de partida es la hipótesis de que en la anormalidad o enfermedad mental (lo negativo) debe encerrarse una cierta positividad. Blankenburg recuerda el caso del cristianismo, donde este tipo de pensamiento aparece una y otra vez: los últimos serán los primeros, hay que morir para resucitar, etc. También nos recuerda que la obra de Heidegger está llena de estructuras dialécticas, como por ejemplo ser proyectante y estado de yecto, desocultamiento y ocultamiento, mundanización y desmundanización, etc. Dentro de esta perspectiva desarrolló en detalle los aspectos positivos de la histeria, mostrando de qué manera todos sus rasgos podrían interpretarse no como una mera conducta desviada sino como un movimiento de la existencia en contra de una estructura opuesta, caracterizada por exceso de autenticidad, de identificación con el rol, de rigidez, etc. Siguiendo la línea iniciada por Blankenburg, intentamos nosotros a partir de 1986 (30, 31) aplicar este modelo a todos los síndromes psicopatológicos no orgánicos, resultando que al ordenarlos en polaridades adoptaban naturalmente una estructura semejante a la que tiene el rectángulo de las oposiciones en la lógica del juicio de Aristóteles, con formas contrarias (polares), contradictorias (que se excluyen la una a la otra) y subalternas (unas formas serían versiones más atenuadas o más estructuradas que las otras). No podemos aquí tratar esto en detalle, pero sí quisiéramos destacar que esta perspectiva es sin duda más cercana al hecho clínico de las múltiples transiciones entre los distintos síndromes psicopatológicos. Y es muy distinto acercarse a un paciente poniendo la atención en sus aspectos negativos y deficitarios que hacerlo en la actitud contraria, de considerar cuánta positividad encierra ese modo de ser o ese vivenciar o comportarse desviado de la norma. Extrema es la validez de esta perspectiva en el caso de los genios, pero al igual que Blankenburg descubrió la positividad de la histeria (32), podría hacerse lo mismo con la obsesividad, con la depresión, la manía y la misma esquizofrenia. El esquizofrénico muestra un nivel de autenticidad, de radicalidad en su búsqueda de la verdad (aunque esto parezca una paradoja si pensamos en el delirio), de facilidad para acceder a la dimensión trascendente y de originalidad en sus apreciaciones de la realidad que superan con mucho los niveles alcanzables por los llamados normales.



Las consecuencias terapéuticas son evidentes. Fuera de lo que se gana en el contacto con el paciente al adoptar esta perspectiva, se han desarrollado en los últimos años técnicas terapéuticas para los esquizofrénicos que no pueden ser sino consideradas dialécticas. Pensemos por ejemplo en la ya mencionada "positivización" de Benedetti (20), en la intención paradojal de Mara Selvini Palazzoli (33), en el "reconocimiento proyectivo" de Wulff (34) o en las "estrategias dialécticas" desarrolladas por Stierlin (35) en las psicoterapias con familias de esquizofrénicos. Todas éstas son técnicas inspiradas indiscutiblemente en el pensamiento dialéctico y, como tales, emparentadas tanto con la fenomenología como con la hermenéutica. Dialéctica, fenomenología y hermenéutica se distinguen de cualquier otra forma de teoría por su absoluta referencia a lo que es originario y primordial. El objeto de nuestro trabajo como psiquiatras y terapeutas es el ser humano mentalmente enfermo, es decir, la más compleja realidad del universo, puesto que lo que enferma es justamente aquello que hace posible el conocimiento y la cultura. Ello hace que la tentación de caer en interpretaciones reduccionistas del fenómeno humano constituya una amenaza permanente. La complejidad aludida y el hecho que en cada momento de nuestro quehacer estemos siendo cuestionados nosotros mismos nos obliga a mantenernos lo más abiertos posibles y nada mejor para alcanzar esta meta que adoptar una actitud hermenéutica y aplicar el método fenomenológico, por medio del cual podemos descubrir las estructuras dialécticas del ser humano.



En rigor fue Platón el primero que vio la relación esencial entre hermenéutica y dialéctica. La "apertura" que caracteriza a la hermenéutica se materializa en la pregunta. "No es posible realizar experiencias cuando falla la pregunta previa", dice Gadamer (13). Pero hay una cierta negatividad inherente a toda pregunta. Sócrates llevó esta negatividad a la dimensión más radical en su famosa sentencia "sólo sé que nada sé". Y esta negatividad de la pregunta hermenéutica es isomorfa con la negatividad de la experiencia dialéctica. Cada experiencia debe pasar por el fracaso para alcanzar su verdadera dimensión. Preguntar partiendo de una actitud lo más abierta posible y realizar la experiencia de la negatividad son ambos elementos sustantivos de la práctica psiquiátrica y psicoterapéutica cotidiana. No es posible ejercer nuestra vocación sin saber cómo preguntar, cómo fracasar y cómo rescatar dialécticamente algún conocimiento y alguna ayuda para el paciente desde ese mismo fracaso.



La fenomenología es un método de descripción y, por ende, de conocimiento de realidades complejas. A primera vista no parece haber una relación, entonces, entre este método y la terapéutica. Sin embargo, este nexo existe en al menos dos sentidos. Primero, porque la actitud fenomenológica es fundamental para el correcto diagnóstico de las enfermedades endógenas, esas que carecen de un substrato al que se puede acceder por medio de exámenes de laboratorio o por imágenes. La "sensación praecox" (Praecox-Gefühl) es sólo un ejemplo de diagnóstico fenomenológico de la esquizofrenia. Existen incluso investigaciones empíricas que demuestran que la mayoría de los psiquiatras emplea en la práctica clínica el diagnóstico "atmosférico", sin saber siquiera que éste tiene una fundamentación teórica. En segundo lugar, la fenomenología está vinculada al tratamiento de la esquizofrenia a través de ciertas formas de psicoterapia que han nacido a su amparo, como es el caso de la psicoterapia existencial (Binswanger) y de la hermenéutica (Blankenburg). Más que una revisión de los aportes de las psicoterapias mencionadas, el autor se propone mostrar en este trabajo de qué manera la actitud fenomenológica puede traducirse en formas prácticas y originales de ayuda al paciente esquizofrénico. Es el caso, por ejemplo, del carácter terapéutico que puede tener la primera entrevista, el alivio que puede significar para el paciente una actitud del terapeuta que esté libre de prejuicios como la distinción entre normal y anormal, cuerdo o loco, real o irreal, etc. Y por último, la asunción de una perspectiva dialéctica que permita descubrir en cada paciente lo positivo de su negatividad.