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Paz y Ciencia

sábado, 24 de septiembre de 2011

Sobre la relación terapéutica, pinceladas


Una mujer fantástica, paladeando las mieles de la jubilación reciente, el placer de ser "yaya" y recibir excelentes noticias por parte de su familia mandaba un comentario al post de la culpa, 3 post debajo de este aprox.
En el post anterior ya perfilaba alguna diferencia entre la psicoterapia dirigida desde una actitud humanista y la psicología y psiquiatría convencional.
Para empezar, en la psicología humanista o tercera fuerza existe una simetría entre el "client" y el terapeuta, que mediante la escucha empática trata de conectar emocionalmente con el consultante y progresar en el autoconocimiento de la persona que pide ayuda. Se da importancia al vínculo emocional, como una experiencia emocional correctiva.
Las interpretaciones son intervenciones realizadas desde el intelecto al intelecto y solo cuando esa comprensión la alcanza el consultante por sí solo, resulta esclarecedor y transformador, de otro modo es un adoctrinamiento y un acatamiento desde una posición de poder. Posición que puede resultar cómoda para muchos pacientes, dicho sea de paso, pero que no entra dentro de una situación terapéutica de crecimiento personal si no de guía conductual e intelectual de su vida. Un movimiento harto narcisista del terapeuta. "Yo sé más que ese paciente". El Sujeto supuesto Saber de Lacan hecho realidad.
La humildad y la honestidad se deberían enseñar en talleres para todos los terapeutas. Yo no soy un ejemplo de todos estos ideales, pero me centro en dirigirme a esa meta, espero que el tiempo, los pacientes y mi dedicación me aproximen cada vez más a ese lugar.
La paciente que citaba al principio me enseñó muchísimas cosas, señal de que el proceso terapéutico fue correcto y también resultó eficaz. Le contestaba a un email la frase con la que comienza Winnicott su libro fundamental "Realidad y Juego": "A mis pacientes que pagaron por enseñarme". Este autor, citado por alguna biógrafa como psicoanalista humanista me atrae por su actitud en consulta, ya no tanto por sus teorizaciones rabiosamente innnovadoras y creativas que incorporo a mi clínica en la medida en
que son pertinentes, por ejemplo en el empleo de las intepretaciones.
Esta paciente es una prueba evidente de una mujer que ha podido "autorrealizarse", ha conseguido disfrutar en su actividad laboral y ahora goza de su actividad junto a su eterno y querido marido.
Me dijo un día que leyendo un libro de psicoanálisis, había entendido que no es correcto hablar con antiguos pacientes. Perdonen, pero las teorizaciones son el mapa, no el territorio. No me canso de decir que llevar a la consulta un modelo teórico y aplicarlo de forma implacable es cercenar la espontaneidad y esto consume al terapeuta. A cada terapeuta le puede servir un determinado modelo, según su personalidad. En todo caso yo opto por la integración partiendo de un esquema básico bien fundamentado.

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