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Paz y Ciencia

miércoles, 20 de septiembre de 2023

PAZ INTERIOR Y BUDISMO

 


La paz interior se relaciona con la calma mental. La experiencia física no determina necesariamente nuestra paz mental. Si tenemos paz mental, entonces el nivel físico no es tan importante.

Ahora, ¿desarrollamos paz interior al orar? No, en realidad no. ¿A través de entrenamiento físico? No. ¿Al obtener conocimiento? No. ¿A través de adormecer nuestras emociones? Tampoco. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una situación difícil: si encaramos la situación, basados en una atención plena en los beneficios y desventajas de cualquier acción posible y sus consecuencias, entonces nuestra mente no se encuentra perturbada y esto es verdadera paz interior.

Por ello, la compasión y una perspectiva realista son extremadamente importantes. Cuando actuamos en forma no realista surgen consecuencias inesperadas que traen consigo una gran cantidad de temor. En tales casos no consideramos todas las consecuencias, por lo que no nos damos cuenta ni entendemos. Nuestro temor proviene de una falta de investigación adecuada, por lo que necesitamos analizar desde las cuatro direcciones, arriba y abajo para obtener una visión completa. Siempre existe una brecha entre la realidad y la apariencia, por eso es necesario investigar desde todas las direcciones.

No es posible determinar si algo es positivo o negativo con tan sólo verlo. Cuando lo investigamos cabalmente y nos damos cuenta de la verdad acerca de algo, es cuando podemos evaluar si es positivo o negativo. Entonces, necesitamos hacer una evaluación racional de nuestra situación. Si empezamos a investigar con deseo: "Quiero este resultado, ese otro resultado", entonces nuestra investigación está sesgada. La tradición nalanda de la India dice que es necesario siempre ser escépticos e investigar objetivamente todos los temas, incluso la religión.

domingo, 17 de septiembre de 2023

ANSIEDAD Y BUDISMO

 


@psicoletrazaragoza en IG.


simple y clara: Si te encuentras con un problema del cual puedes hacer algo para cambiar, házlo. ¿Por qué preocuparse? Y si no puedes hacer nada al respecto, entonces que así sea. ¿por qué preocuparse? Las emociones, como la ansiedad, tienen dos caras. Son mensajeros; tienen algo que enseñarnos, pero rápidamente cobran fuerza y se apoderan de nosotros, ahí nos perdemos. 

Hay cierto punto en el que la excitación o los nervios se tornan en ansiedad. Ese es un punto que hay que notar. La excitación o los nervios pueden ser algo bueno. Como escritora y maestra, mi vida es un ciclo sin fin de fechas límites de entrega. A medida que me aproximo a la fecha de entrega de un artículo o el inicio de una clase, la experiencia aumenta y se intensifica. Una vez que terminé, la energía se asienta y se relaja. Me parece que este tipo de ciclo de estrés-relajación nos beneficia. Nos da un límite.

Pero la ansiedad por sí misma no nos beneficia. Entre más ansiosos y cautos nos volvemos, más atraemos el desastre. Si alguna vez te has metido al coche con un conductor nervioso, puedes recordar cuánto miedo puede causar la ansiedad. Cuando Simone Biles experimentó una ansiedad extrema en su competencia Olímpica, ella se dio cuenta cuán peligroso sería continuar en tal estado.

Así que aquí estamos. Cada uno de nosotros tenemos nuestras fuentes particulares de ansiedad. Y además de ellas, no podemos evitar ser afectados por las amenazas más grandes de la escala nacional y global.  Hay realidades de nuestro mundo que son aterradoras y perturbadoras, hay muchas cosas allá afuera que dan miedo, pero la ansiedad que resulta de ellas es nuestra. No está allá afuera, sino en nosotros. Es un hábito de reacción, uno que no ayuda y que causa mucho dolor, y nos corresponde a nosotros el trabajar con él. 

La meditación no es un asalto frontal a la ansiedad. Mientras que sí hay técnicas de meditación como la respiración consciente, que pueden ser de mucha ayuda para calmar un brote de ansiedad, la meditación no se trata realmente de arreglar cosas, de deshacerse de, o de negar cosas. Se trata de encontrar la salud y la calma en medio del mundo tal cual es, así como es. ¿Qué más podemos hacer?

 

domingo, 10 de septiembre de 2023

CONTRA LA ANSIEDAD

 



La ansiedad no es algo divertido. Quienes han sentido sus efectos lo saben bien. La persona que padece este estado experimenta una gran gama de síntomas, que van desde lo físico (como gastritis, sudoración o palpitaciones) hasta la sensación de que no tienen control sobre sus vidas ni son capaces de hacer lo que desean.

Los terapeutas están profesionalmente capacitados para enseñar a las personas ansiosas distintas herramientas para ayudarlas a sobrellevar sus síntomas. La psicóloga Anna Prudovski, directora clínica de Turning Point Psychological Services explica que existen métodos tomados de la praxis clínica para aprender a controlar la ansiedad. La doctora aclara que, con estas prácticas, el individio aprenderá que “la ansiedad no tiene que controlar su vida”.

Con algunos de los ejercicios explicados a continuación, recomendados por especialistas en el área, usted podrá empezar a lidiar en el día a día con su ansiedad, logrando sentirse cada vez mejor. Recuerde que la ansiedad es difícil de sobrellevar, pero no tiene por qué apoderarse de su vida.

Todas estas técnicas, como verá a continuación, tienen como objetivo sacar a la persona de la espiral ascendente de ansiedad y llevarla de vuelta hacia el mundo real. Practíquelas y notará una gran diferencia.

1. Sostener un cubo de hielo
Parece una sugerencia irracional, pero funciona sostener un cubo de hielo en su mano cuando tenga dificultades para controlarse. La psicoterapeuta Edie Stark explica que el cerebro opta por concentrarse en la frialdad de la mano en vez de alimentar la sensación de pánico. La incomodad ocasionada por el frío también actúa como una “distracción intencional”.

2. Nombrarla en voz alta
¿Reconoce que está empezando a sentirse atacado por los nervios? Solo dígalo: “Oh, ahí viene mi ansiedad de nuevo”. Prudovski aclara las razones de este truco: “Esto transfiere la actividad cerebral de la parte emocional del cerebro al lado del pensamiento, reduciendo así la ansiedad”. Por lo tanto, al separar la reacción ansiosa de la emoción que la genera, la ansiedad disminuye.

3. Beber algo caliente
Las razones por las que funciona este truco son similares a las del cubo de hielo. El sistema nervioso y el cerebro deben atender de inmediato a otras señales: el cambio de temperatura, la necesidad de concentrarse en el proceso de elaboración del té o el café, los sabores, olores y sensaciones que llegan al organismo y que necesitan ser identificados, todos ellos restan atención a la ansiedad. Incluso puede agregar a esta técnica una respiración controlada y acompasada entre sorbo y sorbo.

4. Oler una fragancia
La aromaterapia conoce este truco. Asociar un olor (Stark recomienda la lavanda, el eucalipto o la menta) con la relajación es una buena idea, así como llevar siempre consigo un pequeño frasco para oler cada vez que se sienta ansioso.

5. Escribir sobre la ansiedad
La doctora Sarah Allen invita a la persona con ansiedad a poner sus preocupaciones por escrito. No solo debe ser lo más específico posible en las descripciones, sino también relatar si lo que lo preocupaba ocurrió en verdad, si era tan malo como lo esperaba y lo que hizo para lidiar con el evento. “Esto lo ayuda a entender mejor su ansiedad, a distinguir entre las preocupaciones que son útiles y las que son inútiles”. De este modo podrá conocer tanto su ansiedad que finalmente logrará tenerla bajo control.

6. Investigar
Existen modos de aprender sobre la ansiedad. Leer de noche hasta la saciedad buscando sus síntomas puede que solo contribuya a ponerlo más ansioso. Pero ir aprendiendo a identificar sus síntomas físicos (la sudoración de las manos, malestares intestinales, ataques de rabia o pánico) así como las experiencias emocionales y cognitivas es positivo porque reconocer los síntomas cuando empiezan ayuda a reducir la ansiedad.

El psicólogo Fawn McNeil-Haber dice que no es inmensamente difícil comprender la ansiedad. Todo lo contrario. Y conocerla es un modo de aprender a dominarla.

7. Dedicar tiempo a la preocupación
Puede sonar paradójico, pero saber que tiene un rato de su tiempo cada día destinado única y exclusivamente a angustiarse ayuda a que esta no se dispare insistentemente. Al principio la persona deberá entrenarse para no pensar en sus preocupaciones en otros momentos del día distintos al escogido, pero progresivamente el truco funcionará. La terapeuta Allen recomienda seleccionar que el individuo escoja el momento, lugar y duración más conveniente para él. En ese tiempo podrá sentirse tan ansioso como quiera así como evaluar opciones para controlar su trastorno.

8. Alejarse un paso
En un ataque de ansiedad, salir al aire libre a tomar un descanso puede ser de ayuda pues evita la sensación de estar prisionero, lo que dispara los síntomas. Caminar y sentir el aire fresco vuelve a activar la capacidad de concentración del cerebro, según el psicoterapeuta Stark. Pero no se limita exclusivamente al exterior: caminar por los pasillos de una oficina o vivienda cumple el mismo efecto. Lo importante es alejarse unos momentos.

9. Respirar
Esta es una recomendación que incluso las abuelas hacen. La respiración es indispensable para la supervivencia y se puede controlar a voluntad. Por eso también es empleada como una herramienta de relajación efectiva. Stark describe una técnica de respiración profunda: “Inhalar a la cuenta de cinco, aguantar contando dos y exhalar a la cuenta de diez. Repitiendo el proceso le envía señales al sistema nervioso para que se relaje”.

10. Volver a la realidad
Cuando la ansiedad se apodera de su cerebro puede emplear la siguiente técnica de la doctora Crystal I. Lee para “tocar tierra”. La misma consiste en mencionar cinco cosas que vea a su alrededor, cuatro cosas que sienta en su piel, tres cosas que pueda oír donde se encuentre, dos que pueda oler en ese momento y una que tenga la posibilidad de probar. Obligar a sus sentidos y su cerebro a responder (como en los primeros cuatro trucos anteriormente descritos) trae a la persona de vuelta al presente y baja los niveles de ansiedad.

11. Ir despacio
Muchas personas ansiosas tienen la tendencia de “aumentar la velocidad” cuando se sienten ansiosos, empeorando la situación. Por ello debe aprender a “desacelerarse”. Existen avisos de relajación para el cerebro como empezar a caminar más despacio, sentarse unos minutos para buscar la calma. Esos son modos que la terapeuta Patricia A. Farrel sugiere para romper con el ciclo de la ansiedad.


martes, 5 de septiembre de 2023

¿Qué es Om?

 


Ig: @psicoletrazaragoza


Además, las vibraciones y la pronunciación rítmica también tienen un efecto físico en nuestro cuerpo.

La sílaba Om y su vibración, ralentiza el sistema nervioso y calma la mente, consiguiendo un efecto similar a la meditación.

Cuando la mente está relajada, la presión arterial disminuye y, con ello se beneficia también, la salud de nuestro corazón.

Finalmente, el símbolo  Om es también una forma conectar con nuestro interior y crear un estado de conciencia.

Dejar un momento al día para sentarnos a meditar y recitar este mantra significa crear un tiempo diferente dentro de nuestra rutina diaria con el fin de conocernos y cuidarnos.

Si te fijas hay muchas personas que llevan el tatuaje del Om en su piel, como forma de recordar la gran conexión que tenemos con el Universo a través de este sonido.

viernes, 28 de julio de 2023

KEN WILBER

 


@psicoletrazaragoza

El Despertar de la Conciencia. Ken Wilber 

Existen cuatro estadios o fases del desarrollo espiritual, la creencia, la fe, la experiencia directa y la adaptación permanente; dicho de otro modo; uno puede creer en el Espíritu, uno puede tener fe en el Espíritu, uno puede experimentar directamente el Espíritu y uno puede devenir Espíritu.
1.La creencia es el primer (y, por consiguiente, el más común) de los estadios del desarrollo espiritual. La creencia requiere imágenes, símbolos y conceptos y, en consecuencia, suele originarse en el nivel mental. Pero el desarrollo de la mente atraviesa distintas fases -mágica, mítica, racional y visión-lógica-, cada una de las cuales sirve de fundamento a un tipo (y a un estadio) de creencia religiosa o espiritual.

El estadio de las creencias mágicas (ejemplificado por el vudú y los conjuros mágicos) es egocéntrico y se da tal fusión entre el sujeto y el objeto que aquél cree que la fuerza de su deseo puede llegar a operar sobre el mun­do físico y sobre los demás. La creencia mítica, por su parte, suele ser so­ciocéntrica y etnocéntrica, lo cual significa que diferentes grupos sostienen mitos diferentes habitualmente exclusivos (es decir, si uno cree, por ejem­plo, que Jesús es el salvador de la humanidad, no queda lugar alguno para Krishna), y proyecta sus intuiciones espirituales sobre uno o más dioses o diosas físicamente desencarnados que tienen el poder de influir sobre las ac­ciones humanas. La creencia racional, que constituye una decisión racio­nal, no representa a Dios o la Diosa de un modo antropomórfico, sino en tanto que el Fundamento Ultimo del Ser y, en ese sentido, desmitologiza la religión. Se trata de una modalidad que alcanza su cúspide en la creencia vi­sión-lógica y que explica el Fundamento del Ser en tanto que Gran Sistema Holístico, Gaia, la Divinidad, una especie de Eco-Espíritu, la «red-de-la­vida», etcétera, recurriendo a ciencias como la teoría sistémica.

Todas estas creencias mentales suelen ir acompañadas de sentimientos o sensaciones emocionales muy intensas que no necesariamente son experien­cias directas de las realidades espirituales supramentales. En ese sentido, se trata de diferentes modalidades de traslación que pueden ser abrazadas sin transformar en lo más mínimo el propio nivel de conciencia. Pero, cuando la traslación comienza a madurar y la emergencia directa de los dominios supe­riores comienza a presionar al yo, la creencia acaba desembocando en la fe.

2. La fe comienza allí donde la creencia pierde su poder. Porque el hecho es que llega un momento en que todas las creencias mentales -precisamen­te por el hecho de ser mentales y no supramentales o espirituales- pierden su fuerza, pierden su poder sobre la conciencia y comienzan a palidecer por­que, a fin de cuentas (por más que uno crea en el Espíritu como «red-de-la-­vida», por ejemplo), uno no deja de sentirse como un ego separado, aislado y lleno de miedos. De poco servirá, en tal caso, esforzarse en seguir creyen­do, porque la creencia habrá dejado ya de funcionar. Es entonces cuando va tornándose dolorosamente evidente que, si bien la mera creencia puede pro­porcionar algún sentido traslativo, no comporta, no obstante, la menor transformación verdadera. (Y las cosas pueden ser todavía peores en el caso de que uno sustente creencias mágicas o míticas, puesto que tales creencias no sólo no son transformadoras, sino que operan como una fuerza regresiva que aleja a la conciencia de los dominios transracionales.)

Pero también hay que decir que, detrás de la creencia mental en Gaia o en la «red-de-la-vida», suele ocultarse una auténtica intuición de los domi­nios espirituales y transmentales, es decir, una intuición de la Unidad de la Vida. Pero esa intuición no podría ser plenamente comprendida mientras nuestra conciencia permanezca atrapada en la creencia porque, en última instancia, todas las creencias, tanto las analíticas como las holísticas, son dualistas y sólo cobran sentido en presencia de sus opuestos. De lo que se trata no es tanto de pensar en la Totalidad como de devenir la Totalidad, algo que sólo podrá ocurrir cuando uno deje de aferrarse a creencias sobre la Totalidad. Las creencias no son más que un sustituto del alimento para el alma, calorías espiritualmente vacías que más pronto o más tarde dejarán de fascinarnos y develarán su verdadero rostro.

La fe suele ser el paso intermedio que nos permite dar el salto que con­duce desde la pérdida de la creencia hasta la experiencia directa. Quizás, por ejemplo, la creencia en la Unidad ya no ofrezca un gran consuelo, pero la persona todavía tiene fe en ella. Cuando las creencias se tornan insoste­nibles aparece la fe, la llamada débil pero clara de una realidad superior -el Espíritu, Dios, la Diosa, la Unidad, etcétera- que trasciende la creen­cia y se encuentra más allá de la mente. La fe constituye la puerta de acce­so a la experiencia inmediata de lo supramental y de lo transracional. En ausencia de creencias dogmáticas desaparece la convicción, y a falta toda­vía de experiencia directa, uno carece de toda certidumbre. La fe es, pues, una tierra de nadie -atestada de preguntas y de ninguna respuesta- que se caracteriza por la determinación (estimulada por una intuición oculta) a en­contrar nuestra auténtica morada espiritual en la experiencia directa.

3. La experiencia directa responde a todas las dudas inherentes a la fe. Se trata de un estadio caracterizado par la presencia de dos fases diferen­tes: Las «experiencias cumbre» y las «experiencias meseta».

Las experiencias cumbre suelen ser intensas, breves, espontáneas y su­mamente transformadoras. Las verdaderas «experiencias cumbre» nos per­miten vislumbrar nuestros potenciales transpersonales y supramentales más elevados. Existen varios tipos de «experiencias cumbre», entre las cuales cabe destacar las «experiencias cumbre» del nivel psíquico, propias del misticismo natural (el tipo de unidad característico del nivel ordinario), las «experiencias cumbre» del nivel sutil, propias del misticismo teísta (el tipo de unidad característico del nivel sutil), las «experiencias cumbre» del nivel causal, que nos permiten atisbar la Vacuidad (la unidad propia del ni­vel causal) y las «experiencias cumbre» no duales, que nos abren las puertas a Un Solo Sabor. Resulta evidente, como Roger Walsh ha señalado, que cuanto más elevado es el nivel de la experiencia, más infrecuente es. (Éste es el motivo por el cual la mayor parte de experiencias de 'consciencia cósmica' son las propias del misticismo natural (o unidad del nivel ordinario), el más bajo de los dominios místicos. Desafortunadamente, sin embargo, son muchas las personas que consideran equivocadamente que este nivel es Un Solo Sabor, una confusión que adquiere visos de epidemia entre los teóricos eco).

La mayor parte de las personas se hallan, comprensiblemente, en el estadio de la creencia o de la fe (y, ocasionalmente en el de la magia o del mito). De tanto en tanto, sin embargo, algunos individuos pueden tener una «experiencia cumbre» de un dominio realmente transpersonal que les sacuda muy profundamente (a menudo para mejor, aunque también hay decir que, en ocasiones, para peor). En cualquiera de los casos, sin embargo, ya no se trata de creencias que hayan leído en un libro o de meras habladurías traslativas, sino de una experiencia real de un dominio superior después de la cual el individuo ya no vuelve nunca a ser el mismo.

(Digamos, a modo de corta disgresión, que las consecuencias de este tipo de experiencia no siempre son positivas. Porque puede darse perfectamente el caso de que una persona que se halle en el nivel mítico literal-concreto, por ejemplo, tenga una 'experiencia cumbre' del nivel sutil que reactive sus mitos concretos y provoque la aparición de un fundamentalismo según el cual su dios mítico particular es el único que puede salvar al mundo, no dudando entonces en sacrificar los cuerpos de quienes se le opongan en aras de la supuesta salvación de su alma. También puede ocurrir, por ejemplo, que alguien que se halle en el nivel visión-lógico, tenga una experiencia cumbre» del nivel psíquico, en cuyo caso su nuevo eco-paradigma» se convierte en el único que puede salvar al planeta y tampoco dudará en imponer una suerte de ecofascismo para salvarle. Este tipo de fanatismo religioso (que constituye una confusa mezcolanza de verdades superiores con ilusiones inferiores) resulta casi imposible de desarticular. Es cierto que las «experiencias cumbre» nos permiten acceder provisionalmente a verdades superiores, pero también lo es que esa brevedad puede ir seguida de un retroceso a un nivel inferior y acabar sirviendo de justificación para las más espantosas creencias)

Pero si bien las «experiencias cumbre» son de poca duración -desde unos pocos minutos hasta unas pocas horas-, las experiencias meseta, por su parte, son más estables y duraderas y tienden a la adaptación permanente. Las «experiencias cumbre» suelen presentarse de manera espontánea pero, para convertir una experiencia cumbre en una experiencia meseta -para transformar un breve estado alterado en un rasgo duradero-, se requiere una práctica prolongada. Casi todo el mundo, en algún momento de su vida, puede tener una breve experiencia cumbre y sé incluso de algunos casos en os que, sin necesidad de práctica sostenida, ha terminado convirtiéndose en una experiencia meseta. Así pues, la creencia y la fe constituyen las modalidades de orientación espiritual prevalente, mientras que las «experiencias cumbre», por su parte (raras pero auténticas experiencias espirituales), sólo suelen darse en quienes están comprometidos con una práctica espiritual sostenida, intensa, prolongada y profunda.

Al igual que decíamos con respecto a las «experiencias cumbre», las «experiencias meseta» pueden darse en los dominios psíquico, sutil , causal y no dual. Veamos un ejemplo, tomado del zen, que abarca estos cuatro dominios. Es frecuente que quienes emprendan la práctica de la meditación zen comiencen contando respiraciones, de uno a diez y vuelta a empezar. Cuando el sujeto puede hacer eso durante media hora sin perder la cuenta, suele recibir un koan como el de mu, por ejemplo (que, por cierto, fue mi primer koan). Así, en los próximos tres o cuatro años, el sujeto se enfrasca durante varias horas al día en esta práctica, concentrándose de continuo en el sonido mu, al tiempo que se pregunta: ¿cuál es el significado de mu? o ¿quién está concentrándose en mu?. Durante ese estadio, el sujeto suele asistir a sesshnis de siete días de práctica muy intensa, en donde practica durante el día y la noche.

La primera experiencia meseta importante tiene lugar cuando el sujeto puede mantenerse de manera literalmente ininterrumpida en mu durante la mayor parte de las horas de vigilia, en cuyo caso mu pasa a convertirse en parte de su conciencia, hasta el punto de que bien podría decirse que uno se torna en mu, o dicho en otras palabras, que el Testigo se mantiene de manera constante durante el estado de vigilia ordinaria. Entonces es cuando se le dice que, para penetrar realmente en mu, debe trabajar también en ese koan durante el estado de sueño.

(Cuando escuché esto por vez primera creí que se trataba de un chiste, de ese tipo de bromas tan característicos de los ritos cuarteleros de iniciación machista, del tipo: '¡quien quiera formar parte del primer batallón de infantería deberá comerse tres serpientes vivas!'. Yo creía que estaban tratando de asustarme, cuando lo cierto es que simplemente estaban tratando de ayudarme.) Tras otros dos o tres años más de práctica, el sujeto logra mantener una concentración sutil en mu durante el estado de sueño, de modo que la conciencia testigo permanece también de manera constante durante el estado del sueño sutil (1)

El estado de sueño es sólo uno de los muchos tipos de fenómenos propios del reino sutil; el típico estado sutil es el savilkalpa samadhi, 'la absorción no dual en la forma' que nos permite permanecer abiertos al dominio sutil mientras despertamos. Según se dice, el estado de sueño es una subclase del nivel sutil en el que no hay fenómenos materiales ordinarios (sólo imágenes y formas). Es por ello que el hecho de entrar conscientemente en el sueño se ha comparado siempre al savikalpa samadhi, ya que ambos evidencia la presencia simultánea de ondas alfa (despertar) y de ondas beta (sueño). Además, el efecto de la evolución de la conciencia es semejante en ambos casos ya que, en cierto modo, uno objetiva el nivel sutil (viéndolo conscientemente como un objeto mientras despierta) y luego pierde su poder, lo trasciende y comienza a adentrarse en el dominio causal. El nirvikalpa samadhi es el estado típico de la consciencia causal, la cesación pura, sin forma y sin manifestación (un tipo de vacuidad) que nos permite adentrarnos en el dominio causal mientras estamos despiertos (nirvikalpa madura en jnana samadhi, la ausencia de forma radicalmente pura y, en algunas tradiciones, en nirodh, la extinción de todo tipo de objetos). Del mismo modo que el savikalpa y sueño diáfano son análogos, el hecho de mantener la consciencia durante el estado de sueño profundo sin sueños y el nirvikalpa son también análogos, porque tanto en uno como en otro, alfa (vigilia) y delta (lo sin forma) se hallan simultáneamente presentes, de modo que uno puede llevar la conciencia hasta el reino de lo sin forma y abrirse a los no dual. De este modo se trasciende lo causal y el nirvikalpa/jnana (gnosis) da lugar al sahaja, la omnipresencia espontánea de Un Solo Sabor.

Pero este proceso no debe pasar necesariamente por el sueño diáfano ni por el sueño diáfano con sueños, ya que el savikalpa samadhi y el nirvikalpa samadhi pueden ser alcanzados durante el estado de vigilia. Cuando el practicante logra una cierta competencia en el savikalpa, suele presentarse el sueño diáfano, precisamente porque ambos son análogos. Del mismo modo, el dominio del nirvikalpa suele verse acompañado del sueño diáfano y lo mismo suele ocurrir en sentido contrario, es decir, que el hecho de seguir meditando durante el estado de sueño y de sueño profundo constituye una forma muy eficaz de entrar en savikalpa y en nirvikalpa y también favorece la apertura a sahaja. No olvidemos que siempre se ha dicho que el yoga del sueño es uno de los métodos más eficaces para alcanzar una experiencia meseta en los dominios sutil y causal que abre la puerta a la adaptación estable (y por tanto a la trascendencia) de esos dominios.

A estas alturas, y en la medida en que el discípulo se aproxima al dominio causal no manifiesto (el nivel de la absorción pura), va acercándose también a esa explosión conocida con el nombre de satori, el descubrimiento del hielo congelado de la absorción causal pura en la Gran Liberación de Un Solo Sabor, una experiencia que también comienza como una experiencia cumbre que, con la práctica, acaba convirtiéndose en una experiencia meseta y finalmente en una adaptación permanente.(2)

Los tres o cuatro estadios diferentes de adaptación que conducen desde el nivel causal/nirvikalpa/nirvana hasta Un Solo Sabor son conocidos con el nombre de estadios postnirvánicos. Existen muchas versiones de estos estadios, pero todas ellas giran en torno a la conciencia constante o el acceso ininterrumpido a la conciencia testigo en los tres estados (primero en forma de experiencia meseta y luego como adaptación estable) que culminan en la desaparición del testigo en Un Solo Sabor no dual (primero en forma de experiencia cumbre, después como experiencia meseta y finalmente como adaptación estable.)

Una vez que se ha consolidado de manera estable la adaptación a Un Solo Sabor, se despliegan los estadios postiluminados. Según se dice, estos estadios concluyen en bhava samadhi, la traslación corporal completa de lo humano a lo divino o, en otras palabras, 'la extinción completa de todas las cosas en el dharmadtu' o, dicho de otro modo, el logro de un cuerpo de luz permanente. (Ver El Ojo del Espíritu para una discusión más detallada sobre los estadios evolutivos postnirvánicos y postiluminados.) Los estadios postnirvánicos (la esencia del Mahayana y del Vajrayana, que no solo abrazan lo sin forma (el nirvana) sino que lo integran con el mundo de la forma (el samsara) siempre ha tenido mucho sentido para mí y, basándome en mi propia experiencia, puedo certificar la realidad de la experiencia ininterrumpida de la conciencia constante y de Un Solo Sabor durante veinticuatro o incluso treinta y seis horas (y hasta, en una sola ocasión, durante once días y once noches). En ninguno de estos casos se trató de una adaptación permanente, pero conozco a varios maestros que, en mi opinión, están ahí y la literatura al respecto está llena de ejemplos a este respecto. Y si digo que los estadios postnirvánicos tienen sentido para mi es porque son, después de todo, simples estadios de adaptación de la no dualidad (los estadios de integración entre el nirvana y el samsara, entre el Espíritu y sus manifestaciones, entre la Vacuidad y la Forma.) Además, los resultados de las investigaciones electroencefalográficas realizadas en este sentido por Alexander y otros parecen corroborar su existencia.

Pero no puedo decir lo mismo de los estados postiluminados, que ni tienen mucho sentido, ni tampoco he conocido a nadie que plausiblemente se hallara en ellos. Se trata de estadios cuya descripción suele evocar vestigios de la visión mágica del mundo, porque se refieren a cuestiones tales como la transformación del cuerpo en luz, la capacidad de realizar milagros, etc., ninguno de los cuales dispone de evidencia creíble y reproducible. La 'extinción de todas las cosas en dharmadatu', por su parte, me parece indistinguible de jnana o nirodh o, dicho de otro modo, una regresión de Un Solo Sabor, no un desarrollo hacia él. Y entiéndase que con ello no estoy afirmando su inexistencia, sino tan solo que, comparados con los estadios de los que habla tradición (hasta llegar a los postnirvánicos que anteriormente he bosquejado), existen muchos menos datos sobre los estadios postiluminados, quizás porque son muy raros o tal vez porque realmente no existan.

4. El término adaptación se refiere simplemente al acceso constante y permanente a un determinado nivel de conciencia. La mayor parte de nosotros ya nos hemos adaptado (o, dicho de otro modo, ya hemos evolucionado) a la materia, el cuerpo y la mente (y por ello podemos acceder a esos niveles siempre que queramos). También hay personas que han tenido «experiencias cumbre» de los niveles transpersonales (psíquico, sutil, causal y no dual). Pero la práctica puede permitirnos evolucionar hasta las «experiencias meseta» de esos reinos superiores que, con la práctica, acaban convirtiéndose en adaptaciones permanentes que nos permiten acceder de manera constante a los niveles psíquico (misticismo natural), sutil (misticismo teista), causal (misticismo sin forma) y n dual (misticismo integral) de un modo tan habitual como hoy en día lo es, para la mayor parte de nosotros, el acceso a la materia, el cuerpo y la mente. Y esto se manifiesta de un modo palpable en la presencia de una conciencia constante (sahaja) que perdura a través de los tres estados de vigilia, sueño (savikalpa samadhi) y sueño sin sueños (nirvikalpa samadhi). Entonces resulta evidente porqué "lo que no está presente en estado de sueño profundo sin sueños no es real". Lo Real debe hallarse presente en los tres estadios, incluyendo el sueño profundo sin sueños, y la Conciencia pura es lo único que se halla presente en los tres. Este hecho resulta perfectamente evidente cuando uno descansa en tanto que conciencia pura, vacía y sin forma y "contempla" la aparición, permanencia y desaparición de los tres estados, mientras permanece como lo inamovible, lo Inmutable, lo No Nacido, liberado en la Vacuidad pura de la que emana toda Forma y en la Totalidad resplandeciente de Un Solo Sabor.

Estas son algunas de las fases por las que atraviesa el camino de adaptación a los niveles superiores de nuestra naturaleza espiritual: creencia (mágica, mítica, racional y holística); fe (que no es tanto una experiencia directa como una intuición de los dominios superiores); experiencia cumbre (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, aunque no en un orden concreto, porque suelen tratarse de situaciones muy puntuales); experiencias meseta (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, casi siempre en este orden, porque para alcanzar un determinado estadio suele ser necesario el estadio anterior) y adaptación permanente (a lo sutil, lo causal y lo no dual, también en ese orden y por la misma razón).

Concluiremos ahora subrayando varios puntos importantes:

Uno puede hallarse en un nivel relativamente elevado del desarrollo espiritual y permanecer todavía en un nivel relativamente bajo en otras líneas (el nivel psíquico profundo, por ejemplo, puede estar muy avanzado, mientras que el frontal permanece relativamente estancado). Todos conocemos a personas espiritualmente desarrolladas que, no obstante, son bastante inmaduras en el ámbito sexual, en el de la salud física, en la capacidad de establecer relaciones emocionalmente profundas, etcétera. De modo que el acceso constante a Un Solo Sabor no va necesariamente acompañado del desarrollo muscular, ni tampoco le proporcionará un nuevo trabajo, ni una pareja ni tampoco le curará de sus neurosis. Los contenidos profundos de la sombra no desaparecen con la meditación y el acceso a los estadios superiores de la práctica espiritual porque, contrariamente a lo que sostiene la creencia popular, la meditación no es una técnica de descubrimiento. Si lo fuera, la mayor parte de los maestros de meditación no necesitarían psicoterapia, cuando lo cierto es que la necesitan tanto como los demás. La meditación no apunta tanto a desvelar el material inconsciente reprimido como a posibilitar la emergencia de dominios más elevados, con lo cual los dominios inferiores siguen siéndolo y tal vez se hallen ahora aún más reprimidos.

No estaría, pues, de más combinar la práctica espiritual con una buena psicoterapia y lo mismo podríamos decir con respecto al ejercicio del cuerpo físico (incluyendo, por ejemplo, el levantamiento de pesas), el cuerpo pránico (t'ai chi chuan), el trabajo con el grupo o la comunidad, etcétera, etcétera. El único modo sano y equilibrado de proceder con el desarrollo superior consiste, obviamente, en emprender una práctica realmente integral.

Esto resulta especialmente importante porque la religión civil centrada en la persona (y el "paradigma 415") está fundamentalmente anclado en el estadio de la creencia holística. Para que la mayor parte de las personas vayan más allá de estas traducciones mentales es necesario emprender una auténtica práctica transformadora y la práctica integral es, muy probablemente, la más eficaz porque no solo subraya la transformación del yo, sino también del resto de los cuadrantes -en el Gran Tres del 'yo', el 'nosotros' y el 'ello'- prácticas transformadoras del yo, de las relaciones, de la comunidad y de la naturaleza, no sólo como un cambio en el tipo de creencia sino en el nivel de la conciencia.

Aunque haya señalado que el acceso a ciertos niveles requiere de cinco o seis años de dura práctica (y a otros todavía superiores un tiempo cinco veces superior) no se preocupe por ser solo un principiante. Emprenda la práctica, tenga en cuenta que cinco o seis años pasan en un abrir y cerrar de ojos ya que la recompensa bien merece la pena. Si durante ese tiempo, por otra parte, no hace más que escuchar a maestros que le hablan de creencias (ya sean mágicas, míticas, racionales u holísticas) sólo será cinco o seis años mayor. (Las creencias holísticas están muy bien -y son muy adecuadas- en el dominio mental, pero no olvide que la espiritualidad tiene que ver con el dominio transmental y que la traslación mental nunca le ayudará a trascender la mente, y la religión civil centrada en la persona tampoco le liberará de sí mismo.) Le recomiendo, pues, que asuma una práctica contemplativa, transpersonal y supramental. Poco importa lo dura que le parezca la práctica, simplemente empiece. Recuerde el viejo chiste: ¿Cómo puede uno comerse un elefante? de bocado a bocado.

El hecho es que, unos pocos bocados después, usted ya habrá logrado considerables beneficios. Tal vez pudiera empezar, por ejemplo, con veinte minutos al día con el tipo de oración de centramiento que enseña el padre Thomas Keating, una práctica cuyos efectos son casi inmediatos (serenidad, apertura, respeto, escucha, etcétera). Practique zikr durante una media hora, vipassana durante cuarenta minutos, ejercicios de yoga dos veces al día, visualización tántrica, oración del corazón o cuenteo de las respiraciones durante quince minutos cada mañana antes de levantarse de la cama. Cualquiera de estos abordajes es adecuado, el asunto es que organice su práctica del modo que más le guste, pero que no tarde en dar los primeros bocados...

Es cierto que tenemos que ser amables con nosotros mismos, pero no lo es menos que también debemos ser firmes. Deje de lado la "compasión idiota", trátese a sí mismo con auténtica compasión y comprométase seriamente con la práctica.

La permanencia en estas prácticas acabará evidenciándole la necesidad de asistir a un retiro intensivo de varios días al año, lo que le permitirá comenzar a convertir las pequeñas «experiencias cumbre» en las experiencias meseta iniciales de la práctica. los años pasarán, pero usted estará madurando e irá trascendiendo de un modo lento pero seguro los aspectos inferiores de sí mismo y abriéndose a los superiores. Entonces llegará un día en que mirará hacia atrás y se dará cuenta del sueño (porque realmente es un sueño) del que está a punto de despertar.

El asunto es muy sencillo: Si usted está interesado en una espiritualidad aunténticamente transformadora busque un maestro espiritual y comprométase con una práctica. Sin práctica jamás pasará de la fase de la creencia, de la fe o de las «experiencias cumbre» esporádicas, nunca evolucionará a las «experiencias meseta» y mucho menos a la adaptación permanente. En el mejor de los casos, será un visitante ocasional en el territorio de sus estados superiores, un turista en su verdadero Yo.

miércoles, 26 de julio de 2023

HIMNO A LA BELLEZA

 


'Himno a la belleza', un poema de Charles Baudelaire

¿Vienes del hondo cielo o del abismo sales,
Belleza? Tu mirar, infernal y divino, 
vierte confusamente beneficios y crímenes,
por lo que se te puede comparar con el vino.

Tus dos ojos contienen el poniente y la aurora;
esparces más perfumes que un ocaso tormentoso.
Tus besos son un filtro y tu boca es un ánfora
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿Sales del negro abismo o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda...
Al azar vas sembrando la dicha y los desastres,
y todo lo gobiernas sin responder nada.

¡Caminas sobre muertos, y te burlas, Belleza!
El Horror, de tus broches no es el menos precioso,
y el Crimen, que se cuenta entre tus caros dijes,
danza amorosamente en tu vientre orgulloso.

Deslumbrado, el insecto vuela hacia ti, candela.
Crepita, estalla y dice: "¡Bendigamos la antorcha!".
El amante jadeando sobre su bella amada,
parece un moribundo que acaricia su fosa.

¿Qué importa así del cielo vengas o del infierno
Belleza, monstruo enorme, ingenuo y atrevido,
si tu mirar, tu pie, tu faz me abren la puerta
de un Infinito que amo y nunca he conocido?

De Satán o Dios, ¿qué importa? Ángel, Sirena,
¿qué importa, si me vuelves, -¡hada de ojos sedantes,
ritmo, perfume, luz, ¡oh tú, mi única reina!-
manos odioso el mundo más cortos los infantes?

*Baudelaire, Charles, Las flores del mal, Traducción Nydia Lamarque, 4.ta ed., Ed. Losada, Buenos Aires, 1965, p. 63.

sábado, 22 de julio de 2023

THICH NHAT HANH

 


@psicoletrazaragoza


No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando.

Mira profundamente: llego a cada instante
para ser el brote de una rama de primavera,
para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles
que aprende a cantar en su nuevo nido,
para ser oruga en el corazón de una flor,
para ser una piedra preciosa escondida en una roca.

Todavía estoy llegando para reír y llorar,
para temer y esperar,
pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.

Soy el efímero insecto en metamorfosis
sobre la superficie del río,
y soy el pájaro que cuando llega la primavera
llega a tiempo para devorar este insecto.

Soy una rana que nada feliz
en el agua clara de un estanque,
y soy la culebra que se acerca
sigilosa para alimentarse de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
con piernas delgadas como cañas de bambú,
y soy el comerciante de armas
que vende armas mortales a Uganda.

Soy la niña de 12 años
refugiada en un pequeño bote,
que se arroja al mar
tras haber sido violada por un pirata,
y soy el pirata
cuyo corazón es incapaz de amar.

Soy el miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos,
y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre
a mi pueblo, muriendo lentamente
en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida
que abre las flores de toda la Tierra.
mi dolor es como un rio de lágrimas,
tan desbordante que llena todos los Océanos.

Llámame por mis verdaderos nombres
para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,
para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.

Por favor, llámame por mis verdaderos nombres
para que pueda despertar
y quede abierta la puerta de mi corazón,
la puerta de la compasión.


Thich Nhat Hanh nació en Hue (Vietnam) y era monje budista, poeta, erudito y activista por los derechos humanos.
El maestro vietnamita Thich Nhat Hanh fue uno de los principales impulsores del budismo zen en Occidente. Desde los 16 años fue monje budista y activista social. Durante la guerra del Vietnam trabajó incansablemente por la reconciliación de Vietnam del Norte y Vietnam del Sur.

Fundador de universidades y organizaciones de servicios sociales. Sus últimos años vivió en Plum Village, una comunidad de meditación en el sur de Francia a la que acuden anualmente cientos de personas para escuchar sus enseñanzas y aprender sus sencillas técnicas de meditación.

Propuesto para el premio Nobel de la Paz, Thich Nhat Hanh fue uno de los líderes espirituales más importantes de nuestro tiempo.