PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

sábado, 31 de octubre de 2015

Trastorno Bipolar: Mejor que los pacientes elijan la terapia. Principio de Autonomía


Trastorno bipolar: mejor dejar que los pacientes elijan la terapia

30 octubre 2015
remedios-caseros-para-el-trastorno-bipolar1
Traducción de un texto publicado en The Conversation por Ian Smith (Lecturer, Lancaster University)
“El trastorno bipolar es un diagnóstico que se da en personas que experimentan períodos de bajo estado de ánimo combinados con fases de euforia y aumento de la energía que pueden conducir a alteraciones en el juicio y comportamientos arriesgados. El Real Colegio de Psiquiatras estima que alrededor del 1% de la población experimenta síntomas bipolares en algún momento de su vida.
Las guías de práctica clínica para el tratamiento del trastorno bipolar enfatizan la medicación. Sin embargo, más del 60% de las personas diagnosticadas deja de tomar su medicación en algún momento. Esto es debido, a menudo, a los efectos secundarios más comunes, graves y desagradables que tienen medicamentos como el litio o la olanzapina. Incluyen mareos, diarrea, movimientos lentos y una sustancial ganancia de peso.
Una revisión reciente sugiere que la medicación sólo ayuda a una pequeña proporción de los pacientes. La revisión analizó 12 regímenes de medicamentos diferentes, utilizados en distintas circunstancias, y encontró que la mayor tasa de éxito era sólo del 33%. El litio, un medicamento que el NICE recomienda como “primera línea, en el tratamiento farmacológico a largo plazo del trastorno bipolar”, beneficiaba sólo a uno de cada siete pacientes. También es un medicamento muy tóxico. Investigaciones recientes han encontrado que alrededor de uno de cada tres de los enfermos que tomaron litio durante muchos años acabaron por sufrir insuficiencia renal crónica.
A pesar de esto, la decisión del paciente de dejar de tomar la medicación es considerada por los profesionales de salud mental como inadecuada debido a su “falta de comprensión” o a sus “preocupaciones inexactas” sobre la seguridad o eficacia de los medicamento; muchos profesionales también están preocupado por lo que le puede pasar a la gente por no tomar la medicación cuando no son capaces de reconocer que su estado de ánimo les está causando dificultades. Algunos investigadores han sugerido que hasta la mitad de los pacientes con un diagnóstico de trastorno bipolar podrían sufrir una falta de conciencia de sus problemas de salud mental, por lo que un temor común es que alguno pudiera abandonar el tratamiento por no reconocer su problema.
Estrategias personales
Para saber cómo se manejaban los pacientes que dejaban de tomar la medicación, se realizaron entrevistas en profundidad con diez personas con un diagnóstico de trastorno bipolar que habían optado por dejar de tomar su medicación durante un período.
Los pacientes nos expresaron que el primer paso que daban era realizar un análisis de costo / beneficio, de los pros y los contras de tomar la medicación; además, describieron como de manera regular re-evaluaban la decisión. A continuación se preguntaban si su estado de ánimo les estaba causando problemas o preocupaciones excesivas (algunos enfermos nos trasmitieron aspectos positivos de su vivencia con estados de ánimo bipolares). Después recurrían a su experiencia pasada para identificar cosas prácticas que podían hacer para intentar mantener su estado de ánimo en el nivel que querían, o para ajustarlo si sentían que no era el “correcto”.
La gente utiliza una amplia gama de estrategias para manejar su estado de ánimo; las personas que entrevistamos hablaban de más de 50 métodos diferentes que iban desde cosas simples como hacer ejercicio, mimarse a sí mismos, hablar con (o evitar) determinados amigos o miembros de la familia, buscar tiempo fuera del trabajo, utilizar técnicas que habían aprendido en la terapia psicológica; incluso irse de vacaciones o (en un caso) temporalmente al extranjero.
Lo importante para las personas con las que hablamos, sin embargo, era que las estrategias que utilizaban tenían que adaptarse a la comprensión que sobre sí mismos tenían, a su identidad y a sus objetivos en la vida. Esto era diferente para cada persona y cada persona necesitó identificar lo que funcionaba para cada uno. Para algunas personas, las limitaciones financieras no les permitieron utilizar todas las estrategias que les hubiera gustado.
Una alternativa para algunas personas que experimentan un estado de ánimo “activado” es canalizar conscientemente hacia algo positivo la energía extra que sienten, como a su trabajo o a un pasatiempo o proyecto. Sin embargo, otras personas con las que hablamos sugirieron que dejarse llevar por el estado de ánimo podría empeorar las cosas. Muchos trabajaron para poder gestionar sus estados de ánimo mediante la identificación de personas cercanas que pudiera proporcionarles una visión objetiva de la forma en que se estaban comportando. Estas personas también podrían ayudar a evaluar si las estrategias de afrontamiento que se estaban utilizando estaban funcionando.
Las evaluaciones frecuentes fueron otro factor importante para el manejo de los síntomas sin medicación. Si las estrategias que estaban utilizando no funcionaban, los pacientes trataban de encontrar mejores maneras de ajustar su estado de ánimo. Sin embargo, si las cosas seguían mal, entonces, en lugar de tratar de cambiar su estado de ánimo, simplemente se retiraban de sus actividades diarias normales (tal vez, con una baja laboral) hasta que su estado de ánimo estuviera resuelto. Algunos enfermos también se dirigieron a amigos o familiares para encontrar apoyo práctico y asesoramiento, o consideraron un regreso temporal a la medicación.
Estas conversaciones con nuestros participantes nos mostraron dos cosas fundamentales. La primera fue que, lejos de mostrar una “falta de visión”, las personas que hablaron describían procesos cuidadosos y bien razonados de toma de decisiones en torno a considerar detener su medicación. El enfoque de la gestión de sus estados de ánimo también contrastaba claramente con la visión usual que se tiene desde los servicios de salud mental de las personas con un diagnóstico de trastorno bipolar.
Los servicios asistenciales tienden a centrarse en gran medida en la prescripción de medicamentos, y aunque algunas terapias psicológicas se utilizan para ayudar a las personas a manejar sus estados de ánimo, se ha sugerido que deberían ir dirigidas a mejorar el cumplimiento en la toma de medicamentos.
Si la investigación, como la reciente revisión antes citada, parece estar apuntando a la ineficacia de la medicación para la mayoría de las personas con un diagnóstico de trastorno bipolar, los servicios de atención quizá deberían re-enfocar sus recursos a colaborar con los pacientes, ayudándoles a identificar estrategias y apoyándolos en su puesta en marcha. Cualquiera que sea la elegida (y puede incluir o no la medicación) funciona mejor en la gestión de los estados de ánimo y ayudar de manera más efectiva a vivir una vida más plena”
- See more at: http://www.nogracias.eu/2015/10/30/trastorno-bipolar-mejor-dejar-que-los-pacientes-elijan-la-terapia/#sthash.02qj2QfV.dpuf

Recomendación: "Buscando las palabras para decir"



La última publicación de la colección de Los Libros del CTP, Buscando las palabras para decir de Carmen Vázquez Bandín es otra manifestación y materialización, después de su traducción de nuestro texto fundacional Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana de Perls, Hefferline y Goodman, PHG, de su 
apasionamiento y de su fascinación por las ideas y los conceptos de la Terapia Gestalt. Mientras que con la traducción del PHG ofreció, con ilusión, a los estudiantes y a los terapeutas gestálticos, la "herramienta original", y los principios teóricos y metodológicos de la Terapia Gestalt, con este libro, una recopilación de artículos escritos entre el 2002 y el 2006, nos aporta y trasmite sus teorizaciones, sus desarrollos y sus reflexiones sobre la teoría de la Terapia Gestalt. Algunos artículos, que ha seleccionado para su publicación, son teóricos e incluyen fragmentos de sesiones, otros abordan temas "candentes" como la vergüenza y la autoestima, otros conciernen a la manera de explicar, siempre a la luz de la Terapia Gestalt, conceptos cotidianos, etapas y pasajes de la Vida. En los artículos teóricos, Carmen, nos guía en los pasos, a la luz de la Terapia Gestalt, para abordar los conceptos teóricos básicos: el campo organismo/entorno; el ser humano y su crecimiento; la consciencia inmediata y la consciencia reflexiva; el proceso del flujo de la experiencia real con su necesidad de actualizarse y sus interrupciones; los sentidos y la percepción; los desequilibrios como indicadores de nuestras necesidades y el camino para satisfacerlas en el intercambio con el entorno; la autorregulación organísmica en lo físico y en lo psicológico; cómo se forma nuestra Identidad; la necesidad humana de conocerse a sí mismo y los métodos de auto-conocimiento; el diagnóstico y el proceso de terapia; lo obvio y lo fenomenológico.

Reseña de la Casa del Libro.

Los expertos no logran definir los trastornos de personalidad

Los expertos no logran definir los trastornos de personalidad


La Asociación Estadounidense de Psiquiatría intenta aclarar uno de los interrogantes más elementales de la disciplina: ¿qué es, exactamente, un problema de personalidad? 

POR BENEDICT CAREY

The New York Times
Los trastornos de personalidad ocupan un nicho problemático en la psiquiatría. Los 10 síndromes reconocidos incluyen variedades tan famosas como el trastorno narcisista de la personalidad y el trastorno de la personalidad por evitación, así como las personalidades dependientes e histriónicas.

Sin embargo, cuando están totalmente desarrollados, los trastornos son difíciles de caracterizar y de tratar, y los doctores rara vez hacen evaluaciones cuidadosas, al pasar por alto o minimizar los patrones de conducta subyacentes en problemas como depresión y ansiedad en millones de personas.

La Asociación Estadounidense de Psiquiatría ha afrontado uno de los interrogantes más elementales de la disciplina, que aún está sin resolver: ¿qué es, exactamente, un problema de personalidad? La asociación ha intentado aclarar estos diagnósticos e integrarlos mejor a la práctica clínica.

No obstante, resulta que producir definiciones precisas de patrones de conducta extrema es una labor extenuante. Se necesitó más de una década antes de que el psiquiatra alemán Emil Kraepelin pudiera hacer una distinción clara entre trastornos psicóticos, como la esquizofrenia, y problemas de estado de ánimo, como la depresión.

Del mismo modo, Freud pasó años formulando sus teorías sobre los orígenes de los síndromes neuróticos. Y los analistas freudianos fueron en gran parte quienes describieron a los pacientes con el tipo de "identidades confundidas" que hoy son consideradas trastornos de personalidad.

Sus problemas no eran síntomas periódicos, sino cuestiones arraigadas en hábitos duraderos de pensamiento y sentimiento --en quiénes eran.

"Estos terapeutas veían gente que llegaba a recibir tratamiento y que se veía perfectamente bien en la superficie, pero en el diván se volvía muy desorganizada, muy incapacitada", dijo Mark F. Lenzenweger, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Nueva York, en Binghamton. "Tenían problemas que no eran ni psicóticos ni neuróticos".

Pronto comenzaron a surgir varios prototipos. "Un sentido pedántico del orden es típico del carácter compulsivo", escribió el analista freudiano Wilhelm Reich en su libro "Análisis del Carácter", de 1933, un texto revolucionario. "En las cosas grandes como en las pequeñas, vive su vida de acuerdo a un patrón preconcebido e irrevocable".

Otros también se fusionaron, de manera más reconocible como formas extremas de tipos cotidianos: el narcisista, con su frágil y ostentosa autoaprobación; el dependiente, con su apego asfixiante; el histriónico, siempre inmerso en algún drama y desesperado por ser el centro de atención.

Ted Millon, director científico del Instituto para Estudios Avanzados en Personología y Psicopatología, reunió la mayor parte del trabajo sobre trastornos de personalidad y la convirtió en un conjunto de 10 tipos estandarizados para el tercer manual diagnóstico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Publicado en 1980, es un éxito editorial entre los profesionales de la salud mental en todo el mundo.

Estos criterios de diagnóstico resultaron en tratamientos mejorados para algunas personas.

Actualmente, hay varios enfoques que pueden mitigar síntomas limítrofes y uno que ha reducido las hospitalizaciones y ayudado a asistir la recuperación: la terapia dialéctica conductual.

Sin embargo, muchos en la disciplina comenzaron a argumentar que el catálogo de diagnósticos necesitaba una revisión. "Trastornos de Personalidad No Especificados", una etiqueta global que básicamente significa "esta persona tiene problemas", se convirtió en el diagnóstico más común. Es un área turbia, y muchos terapeutas no tenían el tiempo o la capacitación para evaluar la personalidad encima de todo lo demás. Las entrevistas de evaluación pueden durar horas y los tratamientos para la mayoría de los trastornos involucran psicoterapia especializada a largo plazo.

El elemento más crucial y reconocible de cualquier persona --la personalidad-- aún desafía el consenso.

Un equipo de expertos nombrado por la asociación de psiquiatría ha trabajado durante más de cinco años en encontrar algún sistema unificador de diagnósticos para los problemas de personalidad.

Thomas Widiger, profesor de psicología en la Universidad de Kentucky, compara el proceso de llegar a un consenso con la parábola de los seis sabios ciegos de Indostán, donde cada uno toca partes diferentes de un elefante. "Todos trabajan por su cuenta y cada uno tiene su perspectiva, su propia teoría", dijo. "Es un desastre". 


jueves, 22 de octubre de 2015

Narcotizados

Narcotizados
Desde la perspectiva clínica no hay un consumo de drogas o una adicción. No es lo mismo el consumo social, el de los fines de semana, o la lisa y llana adicción, que hace que el sujeto no pueda prescindir de la o las substancias en cuestión. Y no es lo mismo el consumo de LSD, cocaína, marihuana, paco, etc.

Así que generalizar en este tema es muy poco serio y poco prudente. Lo mismo que demonizarlo. Hay quien ahoga sus penas en alcohol o en alguna otra substancia, o quien se da valor o energía consumiendo cocaína, o quien busca la placidez cercana a lo oceánico con la marihuana, o la búsqueda de estados creativos con mezcalina o ácido lisérgico. La heroína y el opio van en la búsqueda del desvanecimiento, el aletargamiento. El consumo de psicofármacos y de fármacos en general, merece un capítulo especial.

- Por otra parte, no hay sociedad ni cultura en la cual no se hayan puesto en juego y consumido substancias, desde culturas tribales hasta el capitalismo actual. Los fines han sido muy distintos. No es lo mismo el afán de rendimiento y éxito que exige el capitalismo que va de la mano del consumo de diversas substancias, sobre todo la cocaína, que el consumo en diversos ritos religiosos o de ceremonias tribales, que implican el contacto con deidades, antepasados, o seres que habitan en regiones no visualizables sin el consumo de substancias alucinógenas. (ver al respecto los textos de Benetto, Rozes y Sarasola en este número)

- Pero lo que llama la atención –y que está más allá del consumo tal como ha sido descrito hasta aquí – es el surgimiento, la creación, de una cultura llamada narco, es decir, que funciona de modo identitario, ofreciendo un lugar, orientando el representar, el sentir y el hacer de los sujetos que participan en la misma. Eso en buena medida escapa a la psicopatología, y merece sobre todo un aporte del psicoanálisis en términos de qué se presta de la psique de los sujetos para participar de la misma, y en qué punto la sociedad incide sobre esa predisposición psíquica, qué utilización hace de ella: y también entender que no es casual dicha utilización, que forma parte de un magma de significaciones imaginarias sociales que mantiene a esta sociedad unida, aun en el conflicto y la incoherencia.

- Narcotizar es adormecer, adormecer el yo, la voluntad, y muchas veces con los fines de manipularlo. El problema es que el deseo de narcotización forma parte de ambos partenaires: el que ofrece el narcótico y el que lo consume. ¿Cómo es esto posible? El psiquismo nace en un sentimiento oceánico, aquello que conocemos como autoerotismo. Más allá de que haya otro que contenga, que alimente y dé abrigo, que ponga su deseo por el infans en juego, etc., para la psique de la criatura humana todo lo que hay es un océano de indiscriminación, de acunamiento en un océano de beatitud y completud, de una satisfacción constante que se produce antes que el deseo pueda tener lugar. Castoriadis lo dice claramente: perdida este estado lo que la psique intentará por todos los medios posibles es volver al mismo. El deseo es el deseo de un estado, siendo la psique su propio objeto perdido. Esta fase de la psique es fundamental para entender el consumo. Hay en todo sujeto un deseo de volver a ese estado, de alejarse de aquello que lo apartó del mismo: cada noche, en el ritual del dormir, se intenta reinstalar ese estado. Es Piera Aulagnier quien va a sostener que hay deseos de meta fusional que siempre deben cumplirse de alguna manera. Agregamos aquí que esto se cumple en la vida sexual, en el dormir, en ciertas ceremonias colectivas (recitales, deporte, ciertas prácticas religiosas), en la contemplación y creación de obras artísticas, pero también en el consumo puntual o adictivo de substancias. Toda cultura debe proponer instancias de satisfacción para lo oceánico. El problema que plantea la cultura actual es su intento de producir una narcotización colectiva (similar a la que Huxley plantea en Un mundo feliz, alrededor de la droga Soma).

- Ahora bien, si el malestar en la cultura (Freud) tiene como uno de sus antídotos al consumo de substancias, otra es la cuestión cuando el consumo se instala como una de las significaciones centrales, y ya no se trata solamente de malestar sino de algo que está más allá del malestar, y que muestra la presencia por momentos predominante de la pulsión de muerte. Hemos descrito en otros textos (ver diversos textos en Más allá del malestar en la cultura) la cuestión del avance de la pérdida de sentido colectivo (que permite la creación del sentido individual), a manos de una exigencia de goce en el consumo que no hace más que arrojar a los sujetos a un estado de falta permanente, para terminar con la cual la sociedad promete más y más objetos y actividades. Así, los sujetos son consumidos por el Otro. No es ningún eufemismo hablar de sociedad de consumo. En la cual los sujetos pasan de ser ciudadanos a consumidores, clientes, etc.

- Se abren aquí dos propuestas de consumo de substancias: una al servicio de aguantar, de seguir estando ante lo insoportable, para dormir, para rendir, pero también para alejarse, adormecerse o arrojarse a otras dimensiones (ver texto de Benetto). Las substancias mencionadas al inicio de este texto son además acompañadas de innumerables fármacos para reponerse ante un cuadro gripal o cansancio, dolor de cabeza, etc., no dejándole al sujeto un respiro para el reposo. Pero por otra parte –y vamos a detenernos en este punto- hay enormes masas de la población que son excluidas del funcionamiento de la sociedad de consumo, arrojadas al desamparo y a no hallar un lugar en el Otro, y ansiosas por tener un lugar en el mismo, en su deseo. Es allí donde desde hace unas décadas se instala como respuesta criminal la cultura narco, que utiliza a dichas masas para provecho de la sociedad de consumo, ofreciendo amparo de la mano de la creación de una moral, una ética, una justicia. De haber sido excluidos, los sujetos sienten formar parte de una sociedad (en realidad una micro-sociedad) que les da un lugar, les ofrece algo a cambio de su participación. Este hecho ha abierto grietas en las sociedades, reciclando al poder mismo, fortaleciéndolo, a lo sumo produciendo guerras entre grupos de poder intra cultura narco o entre sus grupos de poder y el poder “legal”. (ver textos de del Frade y Vega Cantor)

- Así, la cultura/movimiento narco ofrece –paradójicamente- un sentido que es más fácilmente investible por los sujetos que han sido excluidos de la sociedad “oficial”. Les da algo que ésta les niega a todos los sujetos. La destrucción del lenguaje y del afecto son efecto del avance de la pérdida de sentido -de la insignificancia- en una sociedad en la cual todo lo sólido se desvanece en el aire, o peor: no llega a crearse. No hay referencias sólidas para los sujetos, un mundo en el cual orientarse, fallan las referencias identificatorias –o estas son imposibles- y la exigencia de goce en el consumo produce un desborde pulsional, los bordes entre los sujetos y entre las instancia psíquicas se fragilizan. Una parte de los sujetos, por diversos factores económico-político-sociales, permanece al interior de los muros precarios de sentido de la sociedad instituida, de su magma de significaciones, apelando al consumo como tabla de salvación ante el naufragio de todo sentido. Otra parte –enorme- permanece en las afueras, y el narcotráfico y su cultura narco, producen otro “adentro”. Da así una orientación clara para el mundo pulsional, deseante e identificatorio.

- Antes de terminar, dos puntualizaciones que forman parte de aportes que el psicoanálisis puede hacer para afrontar la creciente cuestión narco en nuestro país: la primera es entender que una prohibición no instituye nada si no es acompañada de algo que venga en lugar del goce prohibido. Así, toda política prohibicionista o penalizadora no hace más que reforzar la cultura narco o, a nivel individual y ya en casos de adicción a drogas, no hace más que reforzar el consumo. A nada se renuncia por la renuncia misma, ya que implica un fortalecimiento superyoico, y lejos está de los actos y tramitaciones psíquicas que implican una solución a nivel sublimatorio. Otra puntualización: si en las condiciones descritas de la sociedad actual, uno de los efectos es que el consumo se establezca también en los lazos, o que haya lisa y llanamente ausencia o crisis de los mismos, todo abordaje debe ir hacia el labrado de los mismos; tercera cuestión: estigmatizar a quien consume substancias como adicto y centrar allí el abordaje no hace más que producir un nuevo gesto de exclusión (Foucault), creando un nuevo rostro de la locura. El trabajo sobre la adicción como entidad nosográficas central debe estar reservado sólo para algunos casos en los cuales haya un riesgo de vida inminente o en la cual ocupe todo el espectro de la psique. Pero sin descuidar que es el establecimiento o restablecimiento de lazos el que puede permitir una salida a la encerrona en la cual caen los sujetos: a manos del narcotráfico, en el caso que aquí nos ocupa específicamente, y como indicación general para aquellos sujetos en los cuales la adicción ha producido un repliegue autoerótico con abandono de sus lazos y actividades habituales (trabajo, estudio, amistades por fuera del circuito de consumo de drogas, etc.) (ver texto de Oleaga).

Otra puntualización: como sostuvimos, no es un eufemismo hablar de sociedad de consumo. El consumo es una de las cuestiones centrales en una sociedad asentada en el modo de producción capitalista. Este modo ha venido siendo naturalizado en las últimas décadas. Así como Freud puntualizó y así desnaturalizó el modo de ser de la cultura de su época en La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, es nuestra tarea desnudar el modo de ser de la cultura actual y mostrar sus efectos patogénicos en los sujetos. Así, no puede desprenderse al consumo patológico de drogas del consumo en general como modo de ser central de esta sociedad.

- Finalmente: ya mencioné el querer regresar al estado oceánico, a ese sentido originario perdido para siempre. El sujeto es arrancado por la sociedad de ese estado. Pero a cambio debe darle un sentido. La psique tiene hambre de sentido. La sociedad debe producir y ofrecer un bienestar mínimo para que la psique la invista, y ese sentido forma parte del mismo. De lo contrario se produce lo que está más allá del malestar. Y ese es el problema que enfrentamos en la actualidad: y es lo que impide/dificulta  la tarea de figurabilidad (de la pulsión, en representaciones y afectos) de la psique. De ahí que es tan preponderante el pasaje al acto, la crueldad, el consumo asociado al narcotráfico o el consumo más allá de este. La destrucción del lenguaje y del afecto están en la base. Ante dichas destrucciones el narcotráfico ofrece algo a cambio. Y ya dijimos: la psique tiene hambre de sentido, y si no produce figurabilidad fenece. El narcotráfico –en este sentido- tiene una función positiva, apoyándose y recreando el modo de ser del capitalismo actual. Que afecta la vida social desde el modo de crianza de los sujetos. Es más: desde antes de su origen, por la pobreza/desesperanza que afecta a los enunciados identificatorios/anticipatorios paternos. Pero ese, es otro tema.

Ibone Olza: ¿Saben cuidar los políticos?


Ibone Olza hace un repaso y estudio, siempre, sobre la maternidad y las sustancias
En este post piensa en voz alta si la socialización de la política nos ayuda a divulgar aspectos socioculturales de educación y ayuda en el crecimiento armónico de  nuestros hijos e hijas. 
Rodrigo Córdoba Sanz
Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. 


¿Saben cuidar los políticos? Por Ibone Olza
Cuando veo debatir a estos dos hombres tan aparentemente contentos de conocerse a sí mismos y tan deseosos de responder preguntas en la tele, me entran ganas de plantearles las siguientes cuestiones:
¿Qué experiencia(s) tienen cuidando? ¿Tienen hijos pequeños, abuelos o padres mayores, o familiares cercanos y queridos con algún tipo de enfermedad crónica o discapacidad significativa? ¿Saben lo que es pasar noches en vela vigilando la temperatura de un hijo pequeño enfermo o la respiración de una anciana moribunda? ¿Saben bañar a un bebé o cocinar y dar de comer a un discapacitado psíquico? ¿Alguna vez han cambiado pañales a personas mayores?¿A qué han renunciado o renunciarían por cuidar a un ser querido?
Como políticos, ¿cómo piensan compatibilizar su trabajo con los cuidados de sus seres queridos? ¿Se plantean pagar por los cuidados? ¿Cómo valoran a las personas que realizan habitualmente esos cuidados? ¿Consideran que una hora cuidando a un pequeño que tenga autismo o cambiando el pañal a una anciana con demencia debe pagarse mejor o peor que una hora como diputado o tertuliano?
Si ocupando un puesto de poder, son padres o un familiar suyo enferma gravemente ¿qué priorizarán? Si durante el embarazo les comunican que su futuro hijo o hija va a tener una discapacidad severa ¿cómo creen que reaccionarán?
Por otra parte, si llegan al poder ¿cómo piensan cuidarse a sí mismos?
PD: Agradeceré las respuestas, tengo algunas preguntas más que haré en otro post

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cómo debe dormir mi bebé

Cómo debe dormir mi bebé

Publicado el miércoles, 01 de abril de 2015. Autor: María Berrozpe
Una de las mayores preocupaciones de los padres de un bebé pequeño suele ser cómo deben poner a dormir a su hijo. Lo "normal", según lo que vemos a nuestro alrededor, es colocarlo en una cuna, al principio en la misma estancia en que nosotros dormimos, pero con el objetivo de sacarlo en unos pocos meses a la suya propia. De hecho, una de las primeras cosas que preparamos ante la llegada del bebé es "su habitación", como si la existencia de este espacio separado del nuestro para dormir fuera una necesidad vital de nuestro recién nacido.
Pero los planes del bebé suelen ser muy diferentes a los nuestros. Él no entiende, todavía, de tradiciones culturales, solo de instintos. Y su instinto es muy claro: necesita estar en contacto continuo con su madre. Ser separado de ella supone un malestar intolerable que frecuentemente le hará irrumpir en llanto tanto de día como de noche. Y es precisamente por la noche cuando esta situación puede volverse insostenible.
Muchos padres no tardamos en descubrir que las insoportables noches de despertares, llantos y viajes entre nuestra cama y la cuna de nuestro hijo tienen una solución muy sencilla: meterlo en la cama con nosotros. Pero entonces chocamos de frente con una de las tradiciones más arraigadas en nuestra cultura occidental: el sueño en solitario de nuestros hijos, que no solo es defendida a ultranza por nuestros amigos, vecinos y familiares varios, sino también por nuestro pediatra, enfermera de pediatría o comadrona que, además, nos señalará el inminente peligro de muerte súbita al que exponemos al bebé cuando lo metemos en nuestra cama.
Ante esta situación, los padres solemos sentirnos bastante perdidos. Algunos optarán por seguir insistiendo en el sueño en solitario, cueste lo que cueste, lo que suele conllevar la aplicación de algún método de adiestramiento. Algunos de estos métodos son realmente insufribles, como los basados en "dejar llorar", mientras que otros, mucho más respetuosos, van a necesitar una gran inversión de tiempo y esfuerzo que puede traducirse en un buen número de noches difíciles para todos.
Otros optamos por dejarnos llevar por nuestro "instinto" y decidimos dormir con nuestro bebé. Pero esta decisión tampoco es fácil. Ya no son las amenazas de que "nunca te lo sacarás de la cama" de nuestros allegados. Lo peor es la terrible sombra de la muerte súbita del lactante (SIDS por sus siglas en inglés) que ronda sobre nuestras cabezas. Pero, ¿qué hay de cierto en esta creencia? Realmente aumentamos el riesgo de SIDS colechando con nuestro bebé.
Según los científicos del sueño infantil, dormir con nuestros hijos en la misma habitación, al menos durante el primer año de vida, es altamente recomendable, porque reduce drásticamente el peligro de SIDS. Pero el colecho (entendido comobedsharing, esto es, dormir con un bebé en la misma superficie) despierta más controversias. Por un lado, todos parecen estar de acuerdo en que practicado de manera segura no supone ningún riesgo después de los tres meses de edad. Pero hasta ese momento esta pregunta continúa todavía abierta. Mientras algunos investigadores aseguran que el colecho es un riesgo independiente (o sea, que actúa en ausencia de cualquier otro riesgo) de SIDS antes de los tres meses, otros afirman que este peligro no está en absoluto demostrado. Según este segundo grupo de investigadores, si respetamos una serie de condiciones de seguridad (ver tabla adjunta), el colecho debería ser un factor de protección, dado que el sueño del bebé que colecha con su madre es diferente al del bebé durmiendo en solitario, lo que podría tener unas importantes implicaciones, muchas todavía desconocidas, tanto para el desarrollo saludable del bebé como para su seguridad durante el sueño (para más información sobre las discrepancias existentes entre los investigadores consultar el Capítulo 4, apartado 4.2.1 de El debate científico sobre la Realidad del sueño Infantil).
Y, mientras el mundo científico sigue con su debate, ¿qué hacemos nosotros? ¿Colechamos o no colechamos?
Condiciones para un colecho (entendido como compartir cama o bedsharing) seguro.
  • Los bebés deben dormir en superficies firmes, limpias, en ausencia de humo, sin almohada ni ningún muñeco que pueda asfixiarle.
  • Siempre debes poner a dormir al bebé sobre su espalda.
  • No deben existir espacios entre el colchón y la barrera de seguridad o la pared donde este pueda quedar atrapado.
  • Los bebés no deben dormir nunca en sillones o sofás ni en el regazo de algún adulto somnoliento.
  • Nunca debes cubrir la cabeza del bebé con nada que pueda dificultar su respiración.
  • Evita abrigar demasiado al bebé y tener la habitación demasiado caliente.
  • Es preferible que el bebé duerma al principio entre la pared, o la cuna adosada o unos barrotes seguros, y la madre, en lugar de entre el padre y la madre. Al cabo de las primeras semanas, el padre ya es sensible a la presencia del bebé y puede dormir entre los dos.
  • Es especialmente recomendable que el colecho se practique cuando la madre amamanta a su bebé, porque se ha demostrado que las madres que amamantan no dan la espalda a su bebé en la cama y se ponen, de manera instintiva, en una posición segura para su hijo.
  • Las madres y los padres que colechen no deben ser obesos, fumadores, ni tomar alcohol o cualquier otra droga (o medicamento) que comprometa el estado de consciencia o la capacidad de reacción (que adormezcan).
  • Los bebés menores de un año no deberían compartir la cama con otros hermanos pequeños.
  • Evitar camisones o vestidos con lazos largos que puedan cubrir la cara del bebé o enrollarse alrededor de su cuello. Los cordones de las cortinas o estores cercanos pueden ser igualmente peligrosos. Si alguno de los progenitores tiene el pelo muy largo, mejor que se lo recoja en una coleta.
Generalmente, ante la duda, los padres buscamos las recomendaciones al respecto de diferentes organismos oficiales. Pero en este tema tan controvertido encontramos bastante diversidad, dependiendo de a qué tendencia de las antes citadas pertenecen los miembros del comité que las han escrito. Por lo tanto, y ante la falta de unanimidad entre los expertos, solo nos queda evaluar las diferentes recomendaciones y elegir la opción que mejor se adapte a nuestras necesidades, creencias y filosofía de vida.
A continuación presento una recopilación de las últimas recomendaciones de los principales organismos. El rango de variabilidad es importante: desde las más conservadoras (como la Asociación Americana de Pediatría, que desaconseja absolutamente el colecho) hasta las más abiertas y acordes con la evidencia científica más actual. Cabe destacar que, con el paso del tiempo, muchos organismos han ido abriéndose a la aceptación del colecho, siempre señalando unas condiciones de seguridad muy concretas (ver tabla adjunta), dada su importancia demostrada en el desarrollo saludable del bebé y en el establecimiento de una lactancia materna exitosa.

Lista de Recomendaciones Oficiales Sobre el Sueño del Bebé

  • El Comité de Lactancia Materna y el Grupo de Trabajo para el Estudio de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Consideran el colecho una práctica beneficiosa para el establecimiento de la lactancia materna, pero resaltan una serie de condiciones en las que este no debería practicarse, ya que podría estar aumentando el riesgo de SIDS.
  • Academia Americana de Pediatría (AAP). Las recomendaciones de esta asociación provienen de la Task Force on Sudden Infant Death Syndrome. Entre un total de 18 recomendaciones (organizadas en tres grupos según el nivel de evidencia científica: A, B y C) se encuentra la de compartir habitación con el bebé, pero no cama, una recomendación que ha suscitado numerosas críticas de los sectores más innovadores defensores del colecho o bedsharing (para ver las críticas a estas recomendaciones consultar el Capítulo 4, apartado 4.2.1 de El debate científico sobre la Realidad del sueño Infantil).
  • UNICEF. En sus recomendaciones los expertos de UNICEF afirman que el lugar más seguro para el bebé es una cuna al lado de la cama, pero están abiertos al colecho o bedsharing siempre que se cumplan las condiciones de seguridad.
  • La Sociedad Suiza de pediatría (Schweizerischen Gesellschaft für Pädiatrie, SGP), la Sociedad Suiza de Neonatología (derSchweizerischen Gesellschaft für Neonatologie) y la Fundación Suiza para la Promoción de la Lactancia Materna (Schweizerischen Stiftung zur Förderung des Stillens) realizaron, en el año 2013, un comunicado conjunto en el cual, ante la importancia del colecho o bedsharing como un factor favorecedor de la lactancia materna, el papel de la lactancia materna como factor protector del SIDS, y la existencia de familias que deciden libre y conscientemente colechar con sus bebés, relajan sus recomendaciones anteriores en su contra, aceptando la realidad de que practicarlo o no es una decisión de los padres y dando las directrices para que pueda realizarse con la máxima seguridad, recomendando, por ejemplo, el uso de una cuna tipo sidecar (superficie independiente adosada a la cama de los padres), que facilita la lactancia y no interfiere con la frecuencia de las tomas de pecho.
  • La Liga de la Leche. Apuesta en sus recomendaciones por un colecho seguro, resaltando los enormes beneficios que esta práctica supone tanto para el bebé como para su madre.
  • La Academia de Medicina de la Lactancia (The Academy of Breastfeeding Medicine). Hace hincapié en la importancia del colecho para la lactancia materna y considera que no hay evidencias concluyentes que permitan recomendar en contra del colecho de manera rutinaria. Animan a seguir unas estrictas recomendaciones de seguridad en caso de que se decida colechar.
  • El National Institute for Health and Care Excellence (NICE) y la Infant Sleep Information Source resaltan que la cama de adultos debe ser adaptada para que el bebé duerma con seguridad, además de hacer hincapié sobre lo peligroso que es quedarse dormido con el bebé en un sofá, hecho que puede ocurrir cuando una madre muy cansada no se atreve a meterse el bebé en su cama para amamantar por la noche. Por lo tanto, y ya que está demostrado que la gran mayoría de madres acabará colechando en algún momento con su bebé, recomiendan planearlo cuidadosamente, antes incluso del nacimiento, para que así pueda ser practicado con las máximas garantías de seguridad.

Sobre María Berrozpe
María Berrozpe, PhD, es doctora en ciencias biológicas y autora de "El Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil" y del blog Reeducando a mamá. Es, además, monitora de La Liga de la Leche Internacional.

Documentos de María Berrozpe publicados en Crianza Natural

Laura Gutman: En comunión con nuestra esencia

En comunión con nuestra esencia

Laura Gutman explorando la esencia del alma humana.
Los seres humanos nacemos en comunión con nuestra esencia. Nuestro espíritu y nuestro cuerpo ya están unidos cuando encarnamos. ¿Qué es lo que precisamos para continuar así? Necesitamos preservar la armonía de esa unión. Y esa armonía sólo la puede mantener el amor concreto de una madre a través de sus cuidados milimétricamente amorosos y altruistas hacia nuestras enormes necesidades infantiles ya que nacemos dependientes, totalmente dependientes de cuidados. Si eso no sucede nuestra esencia buscará mecanismos de supervivencia. Esos mecanismos van a consumir nuestra potencia, nuestra inteligencia emocional y nuestros recursos hasta reducir nuestras expectativas a su mínima expresión: el instinto de supervivencia. Mientras estemos ocupados con ese asunto, no tendremos resto físico ni emocional para desplegar nuestras virtudes, para disfrutar la belleza de la naturaleza que nos rodea ni para estar en comunión con nuestro ser esencial. Así de sencillo.
Lamentablemente luego nos  sentimos huérfanos por estar separados de nuestra propia esencia. Reactivos creyendo que tenemos que defendernos porque alguien nos ataca. Violentos porque suponemos que la vida es una batalla permanente. Juzgadores viendo el mal en el otro pero incapaces de reconocer nuestra responsabilidad. Ávidos por ser amados y compensados. En ese estado ¿Cómo podríamos amar al otro? ¿Cómo ser madres y padres amorosos? Necesitamos empezar por el principio.
Es tan grande el mal que nos rodea que me empecino en demostrar que una manera eficaz para volver al centro del amor, es observando de frente nuestra realidad. Nadie puede cambiar nada –en el hipotético caso que alguno de nosotros pretenda cambiar algo- si no mira la realidad tal cual es. Esa realidad es holográfica, es decir que contempla todas las experiencias que hemos vivido desde que hemos nacido hasta hoy. El miedo, la agresión, la mentira, el poder usado en contra de los demás, la corrupción y el egoísmo son todos mecanismos de supervivencia como consecuencia de eso que nos pasó. Pero no lo sabemos.
¿Qué significa observar de frente nuestra realidad? Me refiero a la trama completa que abarca sobre todo nuestras vivencias de infancia en un presente pleno.
Para explicar la vivencia del presente pleno, podemos utilizar la metáfora del tanque de agua: Si observamos 100 litros de agua en un recipiente y agregamos apenas unas gotas de tinta roja, la totalidad del agua se va a teñir. Esas gotas no quedarán flotando separadas del resto sino que se van a diluir y harán parte de esa totalidad.
Pensémoslo al revés: En un tanque vacío echamos unas pocas gotas de tinta china. Luego llenamos el recipiente con agua. El agua estará siempre teñida con el color que estuvo presente desde el inicio. Pues bien, así funcionan las experiencias infantiles a lo largo de nuestras vidas: no desaparecen sino que tiñen y comprometen las vivencias actuales.
Así comenzó mi investigación hace muchos años, tratando de ordenar y traducir a un lenguaje llano esas certezas que yo sentía al abordar a cualquier individuo. Al inicio de mi carrera me dediqué a apoyar a las madres con bebes en brazos aunque rápidamente me di cuenta que el problema no era el bebe real que tenían sino la infancia que ellas mismas habían atravesado. ¿Qué es lo que encontré en absolutamente todas las vidas? Un desamparo inaudito durante las infancias. ¿Cómo podemos medir ese desamparo? ¿Proponemos una escala de 1 a 10? ¿de 1 a 1.000.000?. Sería un cálculo estúpido. En verdad, la escala sería medible desde el punto de vista de ese bebe nacido al natural, sin cultura ni ropajes, sino sólo conectado con su naturaleza humana. Siempre pensé que el punto de vista del bebe humano responde exactamente a nuestra propia naturaleza. He allí la medida perfecta.
Laura Gutman

sábado, 17 de octubre de 2015

Elogio de la alteridad




Editorial de la revista Topía Nº72, noviembre 2014.
Allí donde hay mucha luz, la sombra es más negra
Johann Wolfgang Goethe
Este artículo es una versión ampliada de la introducción al libro El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser, de reciente aparición por la editorial Topía. Los fragmentos en bastardilla corresponden al texto original.
El título de este libro alude a Freud; el subtítulo toma como referencia el pensamiento de Spinoza. Desde ambas perspectivas venimos trabajando hace muchos años para tratar de responder al reto que tiene el psicoanálisis de dar cuenta conceptualmente de nuestra época. Esto nos lleva a rescatar nociones que definen la particularidad de su práctica; pero también, modificar otras a partir de los nuevos paradigmas de nuestra época. Esta propone nuevos procesos de subjetivación que ponen en cuestionamiento la sexualidad heteronormativa y patriarcal. En este sentido, vivimos en un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que han surgido nuevas formas de familia que han provocado su crisis: monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad ponen en evidencia lo que sostiene el psicoanálisis: la sexualidad humana es desviada. De allí la importancia de dar cuenta de los procesos singulares que cada sujeto realiza en la construcción de su corposubjetividad.

Proponemos delimitar la constitución de la subjetividad en su complejidad evitando los reduccionismos. Para ello creamos el concepto de corposubjetividad que alude a un sujeto que constituye su subjetividad desde diferentes cuerpos. El cuerpo orgánico; el cuerpo erógeno; el cuerpo pulsional; el cuerpo social y político; el cuerpo imaginario; el cuerpo simbólico. Cuerpos que a lo largo de la vida componen espacios cuyos anudamientos dan cuenta de los procesos de subjetivación. Pero también, cuerpos que producen signos -como plantea Spinoza- que son pasiones: efectos de acciones sobre los cuerpos, cuerpos que actúan sobre otros cuerpos; es decir, cuerpos que afectan y son afectados en el colectivo social.

El problema del psicoanálisis proviene de un uso excesivo de términos y conceptos que se han transformado en emblemas culturales y, algunos de ellos, en formulas que se generalizan para terminar no diciendo nada. Esto ha ocasionado una banalización de la significación radical que tuvieron en sus orígenes; muchas cuestionadas desde ciertos pensamientos y prácticas que se presentan como novedosas, pero que constituyen verdaderas involuciones. Por ello nos proponemos dialogar con Freud.
Dialogar con Freud supone entender que la metapsicología da cuenta de la organización de un aparato psíquico, pero no de su modo de funcionamiento que es histórico, social y político: Freud -como no podía ser de otra manera- era un hombre de su época. De allí que en la clínica se nos presenta la necesidad de modificar algunas conceptualizaciones teóricas que son insostenibles en la actualidad. Dialogar con Freud también implica reflexionar sobre aquello que lo lleva a instalar un antes y después en la concepción de la subjetividad: la sombra del sujeto que no es solo la inclinación a la maldad, sino la razón de la misma en el no reconocimiento del otro.

Planteamos dar cuenta del giro que ha dado el psicoanálisis como consecuencia de las transformaciones en la subjetividad y los nuevos paradigmas de nuestra cultura. Esto implica no solo nuevas manifestaciones sintomáticas, sino también un escuchar diferente del sujeto en análisis. Nuestra mirada clínica se encuentra con una subjetividad efecto del actual malestar en la cultura cuya historia social y política es soporte de la historización del aparato psíquico. Su resultado es poner en cuestionamiento el dispositivo clásico para implementar Nuevos Dispositivos Psicoanalíticos. Donde lo “nuevo” refiere a aquello que fue excluido de la historia del psicoanálisis, ya que su oficialización trajo la exclusión de aquellas prácticas que cuestionaban lo instituido. Pero con “nuevo” queremos plantear la necesidad de modificar algunos conceptos que son insostenibles con la complejidad de nuestra práctica. Pero este estado de situación lleva a la complejidad que aparece en la clínica cuyas consecuencias no son solo del orden de la técnica, sino también de la teoría, la formación y la transmisión del psicoanálisis.

Creemos que el problema de la alteridad es uno de los grandes temas de la actualidad. Rechazar al otro implica no asumir que el otro es la base de todas nuestras esperanzas. El otro genera Eros y es precisamente el Eros el que permite una razón apasionada. Una razón que da cuenta de uno mismo y de los otros en el colectivo social.
Pero esto no remite simplemente al narcisismo donde el sujeto queda atrapado en el juego del yo-yo; sino -deberíamos decir fundamentalmente- el que lo lleva al narcisismo primario en la búsqueda de una totalidad perdida. Allí, al no existir el otro humano, desaparece como sujeto de sus necesidades y deseos. Por ello sostenemos que no hay erotismo sin sombra; aún más, la sombra es lo que determina las múltiples formas en que se expresa el erotismo como una afirmación de la vida. Esta sombra es la que genera lo viviente sobre Eros. En definitiva la sombra de Eros es la de la misma condición humana: que somos seres finitos. Esta finitud está presente desde nuestro nacimiento a partir del desvalimiento originario. Este agujero, esta falta se encuentra con lo viviente que necesita de un Primer otro que genere un espacio-soporte de la muerte-como pulsión para que el niño se encuentre con su potencia de ser.

Freud sostiene que la vida se da entre dos muertes para referirse a esta primera muerte que se constituye en los factores estructurantes del proceso primario. Estos son producto del estado de desvalimiento originario (Hildflosigkeitque vive el niño al nacer ya que su cuerpo lo siente fragmentado y vacío. Por ello necesita de un Primer otro humano (nebenmenschque conforma lo que llamamos unespacio-soporte afectivo, libidinal, imaginario y simbólico el cual produce una encarnadura en el cuerpo que le permita soportar sus fantasías de muerte y destrucción y encontrarse con sus pulsiones de vida, Eros. El deseo materno, compuesto de sentimientos, amores y palabras, crea un espacio imaginario atendiendo a las necesidades del bebé para posibilitar el proceso de catectización libidinal que lo inscribe en una cadena simbólica. Sus pulsiones serán habilitadas para potenciar su singularidad o, caso contrario, encontrará una falla en su espacio que al no poder procesar lo sumirá en el desvalimiento; ya que va a predominar una relación fusional en la que se diluyen los bordes del espacio-soporte que va a tener características diferentes en cada etapa del desarrollo psicoevolutivo (oral, anal, fálico). Este espacio encuentra en la función del tercero un límite -ya que no hay espacio sin un límite- en el que se va constituyendo el drama edípico donde la interdicción del tercero opera con una doble castración que permitirá que ambos, a costa del objeto perdido, se encuentren con su deseo. Dicho de otra manera para delimitar un espacio hay que in-corporar una ley que lo funde.

Si lo trágico da cuenta de nuestra entrada en el mundo es para indicarnos esa sombra del sujeto que lo inviste y tiende no solo a la violencia destructiva (misos), sino a la razón de la misma: anular la alteridad, hacer desaparecer al otro y, por lo tanto, a nosotros mismos. Su primera expresión es el amor sexual incestuoso entre el sujeto y el Primer otro. Es allí donde el tercero mediatiza ese deseo y esa pasión. Este crimen primordial, primero parricida y luego fraticida es la sombra de nuestra condición humana. Eros y pulsión de muerte.
Fue Freud quien estableció que el crimen fundacional -el parricidio originario que describe en Tótem y tabú- es el deseo de unirse en una pasión incestuosa a la fuerza matricial. Unirse a una totalidad donde desaparece el otro. Para que esto no ocurra, la castración edípica organiza -subrayamos, organiza no “normaliza”- el aparato psíquico en la prohibición del incesto al instalar la alteridad soporte del desvalimiento originario. Por ello la tragedia de Edipo muestra las pasiones de nuestra condición humana. O, mejor su inocultable ligazón. Es aquí donde el odio primario encuentra su expresión en la perversión como negativo del erotismo. Pero también en las manifestaciones humanas donde el mal no es una figura trascendente, sino inmanente a nuestra condición de sujetos. Esto nos lleva a la ética. Ética que debe dar cuenta del otro, en tanto un otro diferente, que me significa, ya que sin este otro no soy nada; aunque me pueda creer todo.

El odio primario está en el origen del sujeto ya que el amor se va construyendo en un proceso que determina la relación con uno mismo y con el otro; yo soy con el otro y es con el otro que me constituyo como humano. Es decir, nos constituimos en la falta, pero también en la potencia. Esto nos plantea una responsabilidad personal pero también la responsabilidad como sujetos ante males sociales y políticos. El problema es que la mayoría de los sujetos se comportan pasivamente y se rigen por la imaginación aumentando las pasiones negativas y disminuyendo las pasiones buenas. Por ello colectivamente no basta con la ética, que es la vía individual. Se hace necesaria una política basada en una razón apasionada de las pasiones alegres que permitan establecer lazos de solidaridad necesarios ya que para Spinoza el otro completa al sujeto. La relación con el otro aumenta mi potencia y la del colectivo social. Este es el desafío que nos plantea el Siglo XXI.

Desde esta perspectiva nos proponemos recuperar la capacidad del amor en el reconocimiento del otro; allí aparece Eros como condición y posibilidad de encontrar nuestra potencia de ser. Pero no el amor puro que, al prescindir del otro, tiene su máxima expresión en el sacrificio que lleva a la muerte. El psicoanálisis sostiene que el amor no puede entenderse separado del odio. Ambos van juntos. No hay amor sin sombra; lo contrario es la oscuridad del desamor. El amor como potencia de ser es un acto creativo que permite producir un encuentro-desencuentro con un otro. Se inicia en la falta, pero su desarrollo es posible en la potencia de ser.

En este sentido si antes se domesticaba la pasión para que el sujeto se adaptara a una pareja que siguiera la organización de la unidad productiva de la familia patriarcal. Hoy son importantes los sujetos en su individualidad para que circulen y consuman. Nuevamente el amor como alteridad es elidido en la búsqueda de una ilusión que se disfraza de una supuesta racionalidad. Su resultado son los fracasos amorosos que debilitan los cimientos del yo en tanto se sostienen en una ilusión. De allí la importancia de rescatar una ética que se sostenga en un amor inmanente basado en la alteridad. El amor como un punto de llegada y no de partida. El amor como construcción de un espacio identificatorio entre dos personas que atraviesan zonas oscuras y luminosas, erotismo y ternura, avances y retrocesos, contradicciones y recaídas. En definitiva, una experiencia única que se da entre dos sujetos singulares.

Sin embargo, nos encontramos con la cultura del capitalismo mundializado que promueve formas de subjetivación donde se afirma un cuerpo reducido a sus goces primarios. Es decir, el sujeto encerrado en su narcisismo consume mercancías para llenar un vacío que es consecuencia de la propia cultura; aún más, al otro se lo convierte en una mercancía, en una cosa. Su resultado es que el consumo como centro de la subjetivación y de la identificación de la singularidad conlleva interiorizar el sometimiento. El sujeto se ha transformado en su propio explotador en la búsqueda de un éxito que siempre resulta inalcanzable. El disciplinamiento social sostenido en los sectores sociales hegemónicos lo obliga a competir con el otro: yo o el otro. Cualquier medio es validado socialmente. Pero en esta búsqueda de la ilusión de la felicidad privada el sujeto se transforma en verdugo y víctima de sí mismo lanzado a un horizonte cuyas consecuencias son el fracaso. De allí los síntomas característicos de esta época en los que encontramos los aspectos más angustiantes y dolorosos, lo más sufriente del sujeto producto de significaciones que no se puede poner en palabras; es decir, los síntomas del desvalimiento y el desamparo: adicciones, depresión, suicidios, anorexia, bulimia, etc.

La cultura al ofrecer el consumo como modelo de subjetivación lleva a formas de la singularidad donde la identificación se sostiene en las pasiones tristes. Pero no luchamos contra las pasiones tristes con la Razón, sino con la fuerza de las pasiones alegres, transformando la Razón en una razón apasionada. Pero esta Razón es una razón con otros seres humanos. Por ello la pregunta de Spinoza ¿Por qué hacemos la suposición de que tenemos libre voluntad? La respuesta es pensar que somos entidades separadas. En este pensamiento no vemos nuestra unión real con los otros. Todos somos una sola Mente y un solo Cuerpo. Es en este cuerpo social donde podemos encontrar nuestra libertad. Por miedo a la libertad no nos reconocemos en los otros y nos refugiamos en nosotros mismos. En nuestro narcisismo. Este es el objetivo del poder que se inscribe en nuestra subjetividad a partir de las nuevas formas de subjetivación que predomina en la actualidad de la cultura mundializada.