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Paz y Ciencia

jueves, 31 de mayo de 2012

Castilla del Pino: "Aflorismos"



756: Todas las relaciones humanas se basan en lo que cada cual sabe del otro y, además, en lo que se figura que el otro es.
757: El verdadero conflicto nos lo suscitan los otros. Con una cosa no se tienen conflictos, sino problemas.
758: Lo imprevisible, sí, siempre que sea previsiblemente inofensivo.
759: La estética es una manifestación más de la ética. Dar lo bello debiera ser tan obligado como dar lo bueno.
760: Evitar la realidad para eludir el riesgo conlleva el empobrecimiento. Se está hecho para vivir en la realidad, no solo con uno mismo.
761: La cuantía del poder de alguien se mide por el número de sus aduladores.
762: ¿Se podría amar a alguien sin perder la objetividad sobre él? Si así fuera, el amor sería duradero, y el amor, como la amistad, aspira a ser "eterno".
763: Convertir la propia exigencia en autosatisfacción, la exigencia en placer. La exigencia no deber ser nunca esfuerzo, mucho menos sacrificio.
764: La prudencia puede identificarse con la elegancia cuando no es timidez, sino quedarse al margen porque es ahí donde uno debe estar.
765: Mejor no probar el poder: podría gustarnos.

Carlos Castilla del Pino: "Aflorismos. Pensamientos Póstumos". Tusquets, 2011, Barcelona. Pp.:164-165

Psicoterapia específica en la Bipolaridad




Lo propio de la psicoterapia en la bipolaridad.

En los pacientes bipolares podemos observar la insistencia de una serie de notas a tener en cuenta, en particular, que son como rocas, por momentos, hacen los tratamientos muy dificultosos:

La dependencia
Los pacientes bipolares son propensos a establecer un vínculo de mucha dependencia con el terapeuta: lo colocan en un lugar de nutrición incondicional. Al ser, además, exageradamente susceptibles a la frustración de sus expectativas, toso señalamiento a la necesidad de no depender lo interpretan como rechazo, desengaño y abandono.
"No me aguanta más, me quiere sacar de encima" es el pensamiento que, entonces, los invade.
Esta circunstancia torna muy difícil la tarea psicoterapéutica, ya que la dependencia se convierte en una resistencia muy intensa a la toma de conciencia y la modificación de pautas de conducta.
Frente a esta circunstancia el terapeuta debe ser cálido pero firme, no perdiendo de vista que, en este punto, se libra una acometida por parte del paciente contra la finalidad de la cura, lo que constituye un saboteo inconsciente a su propia aspiración de liberarse de la oscilación desmesurada.

La desvalorización
Los bipolares buscan encontrar en el tratamiento una cuota de satisfacción de sus necesidades, pero al mismo tiempo piensan que no podrán alcanzarla y que, si lo logran, no están en condiciones de poder aceptarla porque no la merecen.
Este tipo de mecanismos está emparentado con un nivel bajo de la estima que tienen de sí mismos, y aun en la manía no resuelven este problema sino que lo niegan. Traducido a temas terapéuticos, esto implica que sienten que no son merecedores de un tratamiento que les alivie su sufrimiento, que deben permanecer en la enfermedad, que están condenados.
Lógicamente, tal creencia conduce, muchas veces, al abandono del tratamiento ante la menor dificultad, el crecimiento de las resistencias ante las mejorías y el acting out. Esta última reacción, habitualmente agresiva, define una especie de cortocircuito de la impulsividad que puede estar indicando la imposibilidad o dificultad de una persona, ante la aparición durante un tratamiento de su sombra o lo reprimido, de pensar o fantasear en lugar de actuar. De modo que, el bipolar, puede hacer un acting, bajo la forma de crisis o reacción maníaca o depresiva, como forma de no enfrentar un conocimiento de sí o un progreso en su cura.

El rol del terapeuta
El terapeuta es para el bipolar, en primer lugar, una reproducción de sus padres infantiles. Así, el paciente intenta manipular al terapeuta con la finalidad de obtener de él afecto, reconocimiento y seguridad.
Melvin Zax afirma:
Se espera, con todo, que el terapeuta no satisfará realmente sus demandas y que, en lugar de ello, se mostrará crítico y rechazante, sin dar más que una señal ocasional de aprobación. Al adoptar este punto de vista, el paciente hace que resulte difícil para él mismo ver las cosas en una nueva forma a través del terapeuta, y esto constituye uno de los obstáculos más graves para la terapéutica.
Pero, por otra parte, el terapeuta se instala como el espejo que le devuelve al paciente la imagen que no ve de él mismo y como un maestro que lo orienta en su proceso de descubrimiento personal. Dentro de está linea y desde este lugar el terapeuta se convierte en el "eje referencial vincular" transicional que le servirá de soporte al paciente, hasta que este logre construirlo dentro de sí como una función autónoma y estable. Además, el terapeuta tiene que desempeñar una gestión capaz de poderle transmitir al paciente, de un modo honesto y congruente, la señal de aceptación.
Carlos Seguín describe esta señal del siguiente modo:
Creo en usted, creo en su veracidad y su valor como ser humano. Estoy como nadie lo ha estado antes interesado en todo lo que le haya sucedido o le esté sucediendo y lo acepto como es, porque no hay nada de pecaminoso, vergonzoso o despreciable en usted. Estoy abierto a usted, no pido nada a cambio: ni amor, ni respeto, ni dependencia, gratitud o admiración. Lo aprecio por lo que es y lo recibo tal cual es, sin limitaciones de ninguna clase.

La inestabilidad
Ya hemos insistido en el hecho de que el paciente bipolar es muy inestable, y por lo tanto su constancia en el tratamiento es muy dudosa. Siempre se encuentra al borde de abandonarlo, lo que hace a todo el trabajo terapéutico una labor difícil.
Por esto es necesario instaurar el "eje interior" casi al inicio de cualquier tratamiento, y que el terapeuta sea la referencia inicial hasta que la persona pueda construir "relaciones de referencia" que le permitan anclar su oscilación a términos razonables.

La negación
En el paciente bipolar existen mecanismos de negación muy intensos que actúan como resistencia de la concientización psicológica necesaria y a la aceptación de la enfermedad. Esto complica las cosas, ya que sin una buena conciencia de enfermedad es bastante complejo llevar adelante un tratamiento.
Sin embargo, el entendimiento de que la negación pretende encubrir un dolor muy grande, una pena de amor vivida como desconsuelo, una herida imposible de cerrar, convierte a este mecanismo en una afirmación, por lo opuesto, de lo que se intenta tapar. Por este camino el terapeuta puede penetrar en esta coraza defensiva y mostrar al paciente que puede aceptar lo que niega y aceptarse con esos contenidos negados.

ORIENTACIONES PSICOTERAPÉUTICAS
Existe un número muy importante de terapéuticas psicológicas que han demostrado bastante éxito en el alivio y la cura de los trastornos bipolares, como la psicoterapia cognitiva de Beck, la psicoterapia de Arieti y Bemporad, el psicoanálisis, el análisis transaccional, el psicodrama, la programación neurolingüística, la terapia gestáltica, la terapia de Arthur Janov, la terapia arquetípica junguiana, la terapia transpersonal, las terapias familiares, de pareja y de grupo, la terapia de regresión de memorias (TVP).
Aunque esta enumeración no es ni cercana a lo exhaustivo, no me preocupa, porque lo importante no es la técnica elegida para tratar a un paciente, sino la actitud del terapeuta.Un terapeuta con capacidad para comprender y actuar en consecuencia y con habilidad suficiente para flexibilizarse y utilizar todos los recursos necesarios de acuerdo con las circunstancias y las necesidades del paciente.
Tanto las técnicas como el terapeuta son instrumentos, ya que hay que recordan, como ya señalamos en La Bipolaridad como Don, que:
El terapeuta rara vez cura, algunas veces alivia y más frecuentemente acompaña. En el acompañamiento adecuado del sufrimiento bipolar reside parte del buen recorrido de una psicoterapia. Del mismo modo, hay que reafirmar el hecho de que la técnica sana pero lo que cura es la relación. Esto comporta que el bipolar  no debe buscar tanto una técnica en especial como a una persona-terapeuta capaz de asumir el compromiso real de ayudarlo. En esto reside el secreto de un "buen tratamiento".

Trastornos de Personalidad y Trauma





Otto Kernberg plantea que el trastorno borderline es la base de todos los demás trastornos de personalidad. Hay una característica esencial que caracteriza en núcleo de esta forma de ser patológica. Provoca problemas personales, relacionales, familiares, laborales, adicciones y un gran número de signos y síntomas que fascinan a los psiquiatras. No obstante, hasta hace poco apenas se diagnosticaban. Ahora quizá, en según que ámbitos, por ejemplo la Unidad de Trastornos de Personalidad de Zaragoza, el Centro Logpsic de Dolores Mosquera o el centro de Málaga donde se realiza la terapía icónica. Por supuesto citando a Marsha Linehan, la pionera de la terapia conductual dialéctica. Parece que ha tenido más aceptación lo cognitivo-conductual. No obstante en una psicoterapia con una persona con trastorno de personalidad hay que ser especialista en trastornos de personalidad, tener la suficiente experiencia, haber tenido trabajo personal puesto que producen reacciones contratransferenciales y ser integrador o, lo que me gusta menos, ecléctico.
Para entender los Trastornos de Personalidad hay que entender el concepto de Trauma, en el sentido estricto del término, algo que ha perdurado durante mucho tiempo. También puede ser algo puntual, como una violación. Esto nació de las "neurosis de guerra". En las guerras hay más bajas por reacciones emocionales patógenas que por cuestiones físicas. Desde ahí se empezó a trabajar sobre el Trastorno de Estrés Postraumático.
Hay quien dice, que el trastorno límite de personalidad, como paradigma de los TP, según la literatura, tiene una clara analogía con el trastorno de estrés postraumático: disociación, recuerdos, pesadillas, ansiedad, adicciones, etc.
No cabe duda que han visto esto en la clínica o bien, los legos, en las películas.
Otra corriente de pensamiento habla de la Disociación Estructural del Yo.
Y la corriente que voy a desarrollar es la compartida con un colega de la UTP de Hospital Provincial de Zaragoza.
Freud, lo hemos leído en textos anteriores con relación al apego; en sus últimos trabajos: Compendio, Moisés y la religión monoteísta, añade y cambia el modelo anterior de forma que quedan clara dos cuestiones: existen aspectos constitucionales, lo que la psicología clínica y los psiquiatras llaman "Vulnerabilidad" y aspectos traumáticos. Freud, primero dice que en los 5 primeros años, luego lo modifica en un año. Así pues, existen aspectos personales, de vulnerabilidad y aspectos de un agente externo patógeno, como un golpe que "chafa" las costillas. Resumiendo, aspectos internos y externos.
Históricamente, ha existido una división: la psicología influída por el psicoanálisis y experimentos de Bowlby, Ainsworth, Konrad Lorenz, Harlow.: demostraron que niños y animales respondían con dolor y desesperanza a la pérdida.
Por otro lado, los psiquiatras parecen basarse en esas hipótesis que casi me parecen más descabelladas que las del propio Freud en sus inicios con Breuer. El cerebro de una persona con Trastorno de Personalidad es más sensible, susceptible, vulnerable.
El modelo de diátesis-estrés, el que impera, muestra que existe una relación entre factores externos e internos.
No obstante, hay que tener cuidado en que manos cae la persona con TP. Si es un psiquiatra biológico, no tendrá en cuenta los aspectos psicólógicos; si cae en manos de un profesional "psicologicista" puede converirle en una víctima del daño que le causaron sus padres. Esto es yatrogénico.
No existen buenos ni malos, blanco ni negro, hay que perdonar y trabajar con las familias y el paciente identificado con TP para que se lleguen a acuerdos como los sindicatos con la patronal (pero con simetría, claro).
Por otro lado, es fundamental que el trabajo con los pacientes con TP esté focalizado en el "aquí y ahora", aunque en una primera etapa hay que escuchar, abrirse y entender la perspectiva de lo que vivió esa persona cuando sucedieron los eventos traumáticos.
Hay muchas clases de traumas y muchas intensidades. Hay muchas personas y "vulnerabilidades". Es cierto que ante un mismo suceso, una persona reacciona mal y otra no. Pero existen determinados traumas que son más importantes que la postura de la "vulnerabilidad". En otros casos, puede ser una cuestión, más referida a la genética. Si hay genes portadores de trastorno mental, la familia tiene problemas emocionales, así que no se puede entender la vulnerabilidad sin el trauma y viceversa.
Los psicólogos hemos tendido a acentuar el Ambiente y los psiquiatras la Vulnerabilidad de la persona. El sentido común,. nos invita a pensar en el término medio, donde está la virtud.
Rodrigo Córdoba Sanz, experto en Trastornos de Personalidad.

Teorías de la Motivación




Por lo tanto, con respecto a las cuatro características examinadas, vemos que el enfoque adaptado en esta obra no habría planteado mayores dificultades a Freud, aunque muchos psicoanalistas no están todavía familiarizados con tan enfoque ni su aplicación está muy extendida. Sin embargo, otras características de este enfoque se apartan de los postulados freudianos: en especial, la teoría de la motivación.Como las teorías propugnadas por Freud acerca de los impulsos y los instintos constituyen la esencia misma de la metapsicología psicoanalítica, siempre que un analista se aparta de ellas suele causar asombro e, incluso, consternación. Por lo tanto, antes de proseguir, permítaseme orientar al lector acerca de la posición que adopto. La obra de Rapaport y Gill (1959) nos da un marco de referencia particularmente útil.
En su "intento por concretar, de manera explícita y sistemática, la serie de supuestos en que se basa la metapsicología psicoanalítica", Rapaport y Gill clasifican tales supuestos de acuerdo con determinados puntos de vista. Exponen así cinco puntos de vista, cada uno de los cuales exige que, sea cual fuere de la explicación psicoanalítica de un fenómeno psíquico, deben incluirse en ella determinados postulados. Enunciamos a continuación los cinco puntos de vista y el tipo de postulado que cada uno de ellos implica:

-Dinámico: punto de vista que exige postulados relativos a las fuerzas psíquicas involucradas en determinado fenómeno.
-Económico: exige postulados relativos a la energía psíquica involucrada en un fenómeno.
-Estructral: exige postulados relativos a las configuraciones (estructuras) psíquicas estables que implica determinado fenómeno.
-Genético: exige postulados relativos al origen psíquico y evolutivo de un fenómeno.
-Adaptativo: exige postulados relativos al nexo existente entre un fenómeno y el ambiente en que se produce.

John Bowlby: "El Apego". Seguiremos trabajando sobre su cuestionamiento a las teorías de motivación imperantes, decir que Bowlby matiza que la hipótesis de la "energía psíquica" no es de Freud, sino de sus profesores: Meynert, Brücke y otros infuidos por Fechner. Rodrigo C.

Transformación Personal y Profesional




Seligman habla del MAPP, el Master Aplicado en Psicoterapia Positiva y lo entronca con los elementos de la psicologia positiva en el texto "La Vida que Florece", probablemente el mejor texto que ha escrito a mi guto. También habla del coaching. Rodrigo C.

El primer elemento mágico del MAPP es que el contenido supone un desafío, puede aplicarse a la vida personal y reslta divertido. El segundo elemento es que el MAPP presenta una capacidad transformadora tanto a nivel personal como profesional.
Una forma de verlo es el efecto que la psicología positva ejerce en los coaches. En la actualidad hay más de cincuenta mil profesionales en EEUU que se ganan la vida como coach: coach para la vida, coach para ejecutivos y coach personales. Me temo que el ocaching se ha desbocado. Alrededor de un 20 por ciento de los estudiantes del MAPP son caoches y uno de nuestros objetivos es "domar" y transformar el coaching.

El coaching y la psicología positiva.
El coaching es una práctica en busca de columna vertebral. Dos columnas, de hecho: una científica y basada en la evidencia y otra teórica. La psicología positiva ofrece ambas. La psicología positiva puede ofrecer al coaching un ámbito de práctica delimitado, con intervenciones y mediciones que funcionan, y con las credenciales adecuadas para ser coach.
Dada la situación actual del coaching, dije a mis alumnos que su ámbito de práctica es ilimitado, a saber, cómo organizar el armario, como plasmar los recuerdos de un álbum de recortes, cómo pedir un aumento de sueldo, como ser un líder más asertivo, cómo inspirar a un equipo de voleibol, cómo fluir mejor en el trabajo, cómo combatir los pensamientos negativos, cómo tener un objetivo la vida. Además, emplea una cantidad de técnicas prácticamente ilimitadas: afirmaciones, visualización, masaje, yoga, formación asertiva, corrección de distorsiones cognitivas, aromaterapia, Feng-Shui, meditación, contar las bondades de uno, etc. El derecho a hacerse llamar coach no está regulado y por eso es imprescindible disponer de esas columnas vertebrales científicas y teóricas.
Para que se produzca tal transformación en el coaching primero se necesita la teoría, luego la ciencia y, a continuación, las aplicaciones.
Primero, la teoría; la psicología positva es el estudio de la emoción positiva, de la entrega, del sentido, del logro positivo y de las buenas relaciones. Intenta medir, clasificar y construir estos cinco aspectos de la vida. La páctica exacta de estos cinco afanes hará surgir orden del caos definiendo el ámbito de la práctica y diferenciándola de profesiones afines como la psicología clínica, la psiquiatría, el trabajo social, y la terapia matrimonial y familiar.
En segundo lugar, la ciencia; la psicología positiva está enraizada en una evidencia científica que funciona. Utiliza métodos probados y verdaderos de medición, experimentos, investigación longitudinal y de estudios de resultados asignados de forma aleatoria y controlados con placebo para evaluar qué intervenciones funcionan realmente y cuáles son una farsa. Descarta aquellas que no pasan esta prueba por ser ineficaces, y perfecciona las que sí. Practicar el coaching con estas intervenciones basadas en la evidencia y mediciones validadas del bienestar definirá los límites de dicha práctica de forma responsable.
Por último, lo que hacemos en el MAPP ayudará a establecer pautas para la formación y acreditación. Está claro que no se necesita ser licenciado en psicología para practicar la psicología postiva o ser coach. Los seguidores de Freud cometieron el error garrafal de restringir el psicoanálisis a los médicos, y la psicología positiva no está pensada para albergar a otro gremio más que se autoproteja. Si una persona ha recibido la formación adecuada sobre las técnicas del coaching, las teorías de la psicología positiva, la medición válida de los estados y rasgos positivos, las intervenciones que funcionan y sabe cuándo derivar a un cliente a otra persona que esté mejor preparada, en mi opinión será un auténtico difusor de la psicología positiva.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Alfredo Painceira continúa con Winnicott




[...] Agregando: "Me parece que el juego recíproco entre la originalidad y la aceptación de la tradición como base para la inventiva es un ejemplo más y muy incitante, del que se desarrolla entre la separación y la unión". Winnicott.
Esta última frase tiene un contenido análogo al que expone Paul Ricoeur, unos años antes, cuando destaca que pertenencia y distanciación son dos actitudes complementarias que se articulan en la vida de la sociedad, la pertenencia asgura la identidad, y se apoya en lo ya establecido, en lo que el autor denomina ideología, ya que a cambios politicos y sociales se refiere, y la distanciación nos permite recogernos en nuestro interior para proponer cambios que cada generación aporta y se relaciona con la utopía. En un sentido algo diferente, Ortega y Gasset, en El hombre y la gente, nos habla de dos actitudes que se articulan en la vida del hombre, ensimismamiento y alteración, y en un nivel diferente, que es introducción a la psicopatología, Minkowski nos habla de dos principios que deben articularse en su funcionamiento, la sintonía, que denomina contacto vital con la realidad, que nos conecta con el ambiente y nos hace vibrar con sus cambios, y el ímpetu personal, que lleva al hombre a recogerse en sí mismo, para salir y poner su sello personal en la realidad circundante.
Diferencia e identidad: es bueno señalar al respecto Minkowski, en El tiempo vivido, nos dice que la creación que surgía del ímpetu personal debía volver a insertarse en la realidad para que tuviera un sentido ese sello personal que pongo en ella; de lo contrario, si hubiese una "pérdida del contacto vital con la realidad", el aporte no sería tal sino un gesto extravagante que se perdería.
No hace falta decir que, al hacer estas comparaciones, mi intención es ampliar el horizonte que la obra de Winnicott nos abre en otras direcciones y recalcar la importancia del planteo de determinados problemas y recalcar la importancia del planteo de determinados problemas en la época en que a Winnicott le tocó ser creador sobre la base de la tradición y cómo hay un grupo de autores afines que hicieron posible sus desarrollos, y que se oponían a otros pensadores que basaban la violencia de sus propuestas en la idea de poder efectuar "una creación ex-nihilo".
Pienso en los equívocos del sentido que se ha dado a las palabras "hombre nuevo", que un sentido se refiere a una conversión interior, a un cambio interior, y que, en la dialéctica revolucionaria de estos últimos años, era algo así como una manufactura, una elaboración violenta, en la cual un grupo se arrogaba el derecho de hacer al hombre de acuerdo con sus designios.
Esto nos introduce en un nuevo nivel de problemas, los inherentes a la zona transicional, en que lo subjetivo, incomunicable en forma directa, y la realidad compartida, confluyen, esa zona en que yo hago mía esa realidad al mirarla desde mi punto de vista personal e intransferible, e interpretarla, otorgarle un sentido; en esa zona intermedia, radicarán nuestros valores, nuestras creencias, en ella estamos cuando escuchamos un concierto que nos conmueve, o miramos un paisaje o contemplamos a un hijo, o tenemos una experiencia profunda.
Pero esta zona tiene un origen muy modesto, para la visión del adulto, y enormemente importante desde el punto de vista del niño.
Finaliza la posición depresiva, y el sujeto debe enfrentar el doble problema de la separación de la madre y de, superando las ansiedades de separación concomitantes, proseguir creativamente con su propia vida... En un momento dado, estando el chico dispuesto a crear un objeto que necesitará como primer símbolo del objeto materno interno, que le sirva para conjurar sus ansiedades depresivas en pleno apogeo, cruza un objeto adecuado por su horizonte; de todos los que cruzan con uno, se va a dar el milagro del encuentro, el bebé está creando un objeto y este objeto aparece en su horizonte... Su origen nunca será cuestionado.
El objeto en sí, en su consistencia material, no significa nada, es un osito, es una frazada, etc: pero para el bebé que "lo creó al hallarlo", paradoja que debe ser respetada es un objeto especialísimo, en su creación expresa su creatividad, y sobre él aplicará un nuevo tipo de omnipotencia, la omipotencia por manipulación... Podrá hacer con su creación lo que quiera...
Es el bebé el que otorga un significado específico a ese objeto material, uno entre múltiples juguetes, y le da por ende, el carácter de objeto transicional, como el poeta, que no inventa las palabras que halla y, utilizando su capacidad "poética", crea a partir de su utilización metafórica, simbólica, nuevos significados y esencialmente una poesía...
También en ella el sujeto puede o no sentirse creador, y esa poesía es suya, aunque será, como nos recuerda el personaje de la película Il Postino, también de quien la haga suya...
En un último artículo de 1968 ("El jugar y la cultura"), nos da un ejemplo para pensar, cuando se refiere a Dios.
Parte de la pregunta "¿Hay un Dios?". Y se responde refiriéndose primero al mecanismo psicológico mediante el cual hipotéticamente "ponemos a Dios", para concluir con una apertura hacia una trascendencia que la ciencia psicológica no puede alcanzar y donde la respuesta a la pregunta siempre es, además de personal, apertura y no cierre.
"Por más que Dios sea una proyección, ¿No habrá un Dios que me creó de tal modo que yo tengo en mí el material para dicha proyección?
Desde el punto de vista etiológico -si se me permite usar una palabra que normalmente se refiere a las enfermedades -la paradoja debe ser aceptada, no resuelta.
Lo importante para mí debe ser esto: ¿Hay algo en mí que me lleve a tener la idea de Dios?... pues de lo contrario, la idea de Dios carece para mí de valor (excepto como superstición)".
Hago extensiva esta afirmación a todos los valores y creencias imaginables que radican en el mundo personal del hombre, recinto frente al cual la crítica, el adoctrinamiento, la necesidad de dominio, la curiosidad malsana deben deternerse.
Quisiera por último hacer una reflexión acerca de nuestro papel en esta cultura de la intromisión, del chisme, de la frivolidad, tan bien definida en un programa televisivo "de opinión", en que se llegó a decir con regocijo "el que cree que existe hoy una vida personal y una vida privada está loco".
Me pregunto, partiendo de las inquietudes que siempre alentó Winnicott, ¿cuánto de "esta locura personalizante" necesitaremos para rescatar al hombre?

La transicionalidad, la Cultura, la Originaliad de Winnicott



Para Freud, en realidad, la socialización del hombre siempre se vinculó a la coerción, al sacrificio que el hombre debía hacer del libre uso y descarga de sus pulsiones, a fin de lograr, uniéndose con otros seres humanos, el acceso a los bienes necesarios y sobre todo a los objetos sexuales que le permitieran, como premio a la postergació, la descarga de los impulsos.
Si bien con el concepto de sublimación describió el mecanismo psíquico mediante el cual las pulsiones (por supuesto, sin aclarar por qué supone que las genitales no son sublimales) ven coartado su fin sexual, que es sustituido por otro, en algunos casos, agrega, socialmente valioso.
Siemrpe, pues, lo socialmente valioso era sospechado de ser una mera transformación de las pulsiones privadas de su libre descarga, y el bien uso buscado, una coartada, un señuelo, pero no un fin en sí mismo.
Con el arte, le sucedió algo similar: las pulsiones privadas de su satisfacción directa buscan una descarga a través de actividades, que al menos permitan una descarga parcial, aunque agrega que también sirve a los fines de expresión del conflicto del sujeto.
Pero Winnicott nos dice varias cosas escandalosas, que nos apartan de esa "buena senda" por la que transitan dogmáticamente la mayoría de psicoanalistas; en primer lugar no hace nacer el ser, el existente humano, del ejercicio de ninguna pulsión; segundo, nos dice que la existencia saludable es un problema que tiene que ver con el SER más que con la satisfacción sexual; tercero, aboga por una existencia creativa, como máxima aspiración de toda vida humana; en cuarto lugar, acentúa el carácter original y creativo de la cultura: la vida cultural es la culminación de la vida humana y el logro de vista personal frete al mundo, un logro importantísimo de la misma.
En La ubicación de la experiencia cultural, uno de sus trabajos más tardíos, nos dice a propósito de la cultura:
"He usado la expresión experiencia cultural, como una ampliación de la idea de los fenómenos transicionales y del juego sin estar seguro de poder definir la palabra cultura. Por cierto que el acento recae en la experiencia. Al utilizar el vocablo cultura pienso en la tradición heredada. Pienso en algo que está contenido en el acervo común de la humanidad, a la cual pueden contribuir los individuos y los grupos de personas y que todos podemos usar si tenemos algún lugar en que poner lo que encontremos"
En el mismo artículo señala: "Pero me interesa como problema central el hecho de que en campo cultural alguno es posible ser original, salvo sobre la base de la tradición. A la inversa, ninguno de los integrantes de la línea de quienes efectuaron aportes a la cultura repite nada, salvo en forma de cita deliberada y el plagio es el pecado imperdonable en el terreno cultural".
Agregando: "Me parece que el juego recíproco entre la originalidad y la aceptación de la tradición como base para la inventiva es un ejemplo más y muy incitante, del que se desarrolla entre la separación y la unión".



Alfredo Painceira: "Clínica Psicoanalítica a partir de la Obra de Winnicott". 1997. Libro de Edición Argentina.



Héroes del Silencio -Deshacer el Mundo. Directo en Valencia- http://youtu.be/DjXkjFM8gus
Alfredo Painceira en la presentación del libro "Winnicott Hoy: Su Presencia en la clínica actual" . http://youtu.be/Lia9Pw8MEho

Ingredientes de la Psicología Positiva Aplicada




En relación al desarrollo del Master en Psicoterapia Postiva de Pensilvania, Martin Seligman desarrolló el enfoque "aplicado" de la psicología positiva.

Barb empezó a detallar su teoría de "ensanchar y desarrollar" acerca de la emoción positiva. A diferencia de las emociones negativas y de extinción que identifican, aíslan y combaten a los agentes irritantes externos, las emociones positivas ensanchan y desarrollan recursos psicológicos duraderos a los que podemos recurrir en otros momentos de nuestra vida futura. Así pues, recurrir en otros momentos de nuestra vida futura. Así pues, cuando estamos inmersos en una conversación con nuestro mejor amigo, estamos fomentando y arraigando aptitudes sociales a las que podremos recurrir el resto de nuestra vida. Cuando un niño disfruta jugando disfruta jugando. Cuando un niño disfruta jugando a pelearse, está desarrollando la coordinación motora que le servirá cuando practique deportes escolares. La emoción positiva hace mucho más que proporcionar una sensación placentera; es la luz de neón que indica que se produce crecimiento, que el capital psicológico se está acumulando [...]
La psicología positiva surgió a partir dela reprimenda de Nikki. Me di cuenta de que, efectivamente, había sido un gruñón que criar a los hijos había consistido en corregir debilidades en vez de fomentar fortalezas, y que el gremio de los psicólogos -que me acaba de elegir para durante cincuenta años, dirigirlo (1999)- se había centrado casi de forma exclusiva en eliminar las condiciones incapacitantes en vez de crear las condiciones que capacitan para crecer a nivel personal.
No obstante, eran las once y cuarto de un viernes por la noche y me había pasado el día dándole vueltas a las implicaciones de una nueva teoría que Barbara Fredrickson había presentado en su clase del Master Aplicado de Psicoterapia Positiva. No lograba quitarme de la cabeza sus ideas sobre una ratio mínimamente positiva para inducir el crecimiento personal, y me había obsesionado con el tema mientras cenaba con la familia [...]
En sus inicios, la psicología positiva era principalmente cosa de hombres de mediana edad en adelante y frente prominente. Sin embargo, por lo menos la mitad de la psicología positiva se produce por debajo del cuello y es importante que, cada años, haya varios alumnos del Master que sean gente de cuello para abajo: monitores de yoga, terapeutas especializados en danza, preparadores deportivos, maratonianos y triatletas. Todos los días, a las tres en punto, un grupo de preparadores de este tipo nos hace bailar, realizar ejercicio físico intenso, meditar o dar paseos con brío. Al comienzo las cabezas presentes se zafaban, se sonrojaban, pero cuando presenciamos la aniquilación de la fatiga y el regreso instantáneo de la energía intelectual, todos acabamos participando con avidez. Ahora mismo me resulta imposible infravalorar la importancia de las pausas energéticas en el aula. Los niños de parvulario no son los únicos que las necesitan; cuanto mayores nos hacemos, más nos ayudan a aprender y a enseñar.

Martin Seligman: "La Vida que Florece". Ediciones B, 2011, Barcelona. Pp.:86-90



martes, 29 de mayo de 2012

Una Historia Hermosa




"¡Cuánta energía se ha desperdiciado en pensamientos inútiles acerca del pasado: por añorar ociosamente días de antaño, por arrepentimiento y remordimientos vanos, y por la repetición sin sentido y ruidosa, en palabras o pensamientos, de todas las banalidades del pasado! De igual futilidad es gran parte del pensamiento que se le da al futuro: esperanzas vanas, planes fantásticos y sueños vacíos, temores infundados y preocupaciones inútiles." (Nyaponika Thera 1962).

"No vuelvas a prestarle atención a las cosas que ya pasaron, y para el futuro no abrigues esperanzas vanas: El pasado fue dejado atrás por ti, el futuro aún no ha llegado. Pero quien con visión clara puede ver el presente que está aquí y ahora, tal sabio debería aspirar a ganar lo que no puede perderse ni hacerse flaquear". Citado por Claudio Naranjo.

Un buscador interroga a un maestro zen acerca de la naturaleza de la iluminación:
_Maestro, por curiosidad, ¿qué hacía usted antes de su iluminación?
_Cortaba y acarreaba leña para el fogón y traía agua del pozo. _Responde el maestro.
_Ahá, una vida simple y laboriosa. Y ahora que se ha iluminado, su vida debe haber cambiado mucho... debe estar dedicado a la meditación, la oración, el contacto con realidades trascendentes... ¿qué es lo que hace ahora?
_Corto y acarreo leña para el fogón y traigo agua del pozo. _Responde imperturbable el maestro.
_Pero, maestro, no comprendo _dice el discípulo, confundido_ ¿Acaso la iluminación no transformó su vida? Yo habría supuesto que usted estaría dedicado a otras actividades.
_Claro que no comprendes _le responde el maestro. _Lo que cambia no es lo que haces _a menos que antes te dedicaras a cosas muy ajenas a tu naturaleza_; lo que cambia es la cualidad de lo que haces.
_¿A qué se refiere con eso? _Pregunta el discípulo, intentando comprender.
_Es algo muy simple, en realidad... para nada misterioso o sobrenatural. Antes, cuando cortaba y acarreaba leña, por ejemplo, mi cabeza estaba en cualquier otra parte: quizás soñando con la iluminación, quizás irritado por tener que realizar actividades tan innobles, quizás esforzándome por ser humilde y por aceptar la situación, quizás enfrascado en remordimientos o fantasías respecto a situaciones con otras personas, etcétera.
Ahora, cuando corto y acarreo leña y traigo agua del pozo, simplemente estoy ahí, en lo que estoy haciendo, sin un propósito ulterior. No tengo deseos de estar en otra parte ni dejo que mi mente me lleve de la nariz a donde le plazca. Y eso tan simple cambia todo de raíz.

"El vivir-en-el-momento, en contraste con otras técnicas terapéuticas, parece una prescripción perfectamente apropiada para la vida".(Claudio Naranjo).

Rodrigo Córdoba Sanz dialoga con Luis Rojas Marcos




"Tengo la fuerte sensación de que lo opuesto al amor no es el odio; es la apatía, la indiferencia... Es importante un bledo". Leo Buscaglia, Vivir, amar y aprender. 1993.

Todos nacemos con la capacidad de amar y dejarnos amar. Pero, desafortunadamente, no son pocas las personas que en el camino tortuoso de la vida son afligidas en algún momento por males que dañan temporalmente o incluso destruyen su aptitud para comunicarse y crear o mantener vínculos afectivos gratificantes con otros.
Existen, por ejemplo, rasgos enfermizos de carácter que, en dosis suficientes, interfieren seriamente con las relaciones afectivas y la convivencia saludable. Los rasgos más comunes son las tendencias paranoicas, antisociales o narcisistas y la inestabilidad emocional del llamado "trastorno límite" de la personalidad. Las personas de carácter paranoide tienen a proyectar o atribuir al prójimo actitudes hostiles o intenciones malévolas que realmente no posee. Asumen fácilmente que la gente los engaña o quiere explotarlos. En el seno de la pareja, son celosos del compañero, dominantes, controladores y ponen en tela de juicio continuamente y sin fundamento su fidelidad.
Por su parte, los caracteres antisociales muestran una fuerte propensión hacia el engaño, la irresponsabilidad, la manipulación y la explotación del prójimo. Ignoran los derechos de los demás sin escrúpulos ni remordimiento y hacen caso omiso de sus sentimientos y deseos. En cuanto a la personalidades narcisistas, sus rasgos típicos son la necesidad de admiración, la prepotencia, la envidia, la arrogancia, una excesiva sensibilidad hacia cualquier tipo de rechazo y la incapacidad de reconocer los sentimientos ajenos. La peculiaridad primordial de la personalidad "límite" es la profunda inestabilidad emocional que manifiestan estos individuos en el ámbito de las relaciones afectivas. Son personas muy impulsivas, volubles e inseguras. Por ejemplo, alternan entre los extremos de idealización y menosprecio de los demás. Ante la menor amenaza de pérdida de apoyo, la maravillosa imagen idealizada de la pareja es reemplazada por la odiosa imagen de un cruel perseguidor. Estas personas también son proclives a realizar esfuerzos frenéticos para evitar un distanciamiento real o imaginario del compañero, incluidas las amenazas o gestos suicidas. (Nota de Rodrigo C.: Entiendo que esta descripción de los "venenos de la intimidad" es algo vaga y difusa. Hay que matizar algunas cosas, con respecto a los antisociales, nadie suele sacarles la cara, hubo un profesional llamado Winnicott que escribió acerca de "La Tendencia Antisocial", de hecho, escribió un libro junto a Clare Britton, su segunda esposa, al respecto, ella era asistente social. Con respecto a los narcisistas hay que decir que ellos no consideran que tengan un problema, como los antisociales, eso es un engorro, puesto que las personas que les rodean y se ven afectadas por sus chantajes emocionales nada pueden hacer excepto aguantar y desgastarse psíquicamente; con respecto a los paranoides, que no paranoicos, son narcisistas que no han tenido el suficiente aporte externo de afecto y que han sido tratados con dureza emocional; con respecto a los trastornos borderline o límite, se suele asociar, con gente que no trabaja especialmente con esta patología un mito: que son narcisistas y manipuladores. Como los narcisistas, los límites son personas que han tenido, como todos los mencionados y estos, en un porcentaje muchísimo más elevado, biografías "salvajes", esto es, negligencias, abusos físicos y sexuales, etc. Los límite no hacen esas maniobras para llamar la atención, eso es más propio de los histriónicos. Los límite sienten, en muchos casos, placer al ver la sangre correr, como si se sintieran vivos, por otro lado, hay un alto componente autodestructivo. La inestabilidad emocional que describe Rojas Marcos tiene que ver con el "pensamiento dicotómico", lo que Kernberg hace tres décadas descubrió como escisión, mecanismo de defensa enunciado por Freud. Esto tiene que ver con que no tengan una imagen integrada de sí mismos ni de las personas significativas. Tal y como los plantea Rojas Marcos aquí, parecen "malas bestias", no obstante, esto no es así del todo. En un sentido de las relaciones amorosas sí, pero en un sentido humano debería dedicar varios libros a explicar con detalle tantos trastornos de personalidad. Creo que este tipo de mensajes en libros divulgativos contaminan, de forma más poderosa y tóxica que los mass media así que seamos sensatos y pongamos las cosas claras. Un paciente límite sufre muchísimo y suele tener enfermedades comórbidas. Algunos psiquiatras les medican tanto que pueden llegar a ser identificados por otros psiquiatras que se basen, como mecanismo de guía, en la medicación por esquizofrénicos, esquizoafectivos y patologías psicóticas. Ahora bien, esto es una pequeña parte de los pacientes límite. Lo común es la impulsividad, la labilidad y lo que conlleva: adicciones y conductas temerarias).
En general, todos estos rasgos caracterológicos inhabilitan al individuo para percibir a los demás como seres independientes, para sentir empatía o ponerse en el lugar de la otra persona, para confiar, ser leal y respetar las necesidades de otros, para tolerar la dependencia mutua y gozar de la intimidad y, en definitva, para dar y recibir cariño.
Otras alteraciones del ánimo, como la angustia o la depresión, así como el dolor físico crónico, las discapacidades graves del cuerpo, las adicciones, y ciertos procesos cerebrales patológicos, como la esquizofrenia (Nota de Rodrigo C.: Lo único que se ha demostrado es que las personas con ciertas esquizofrenia(s) tienen menor activación en el lóbulo prefrontal, decir procesos cerebrales patológicos es excederse), y sigue tan campante Rojas Marcos: o las demencias, también desfiguran nuestro raciocinio, trastornan la comunicación, inhiben los sentimientos amorosos y socavan la capacidad para relacionarnos.
(Rodrigo Córdoba Sanz. CONCLUSIÓN: Tener un Trastorno de Personalidad, especialmente, u otro Trastorno "inhibe los sentimientos y socava la capacidad para relacionarnos". Creo que Rojas Marcos en su formación en Nueva York ha dado con el núcleo más duro de la psiquiatría. Me sorprende porque he leído otros libros suyos, con un enfoque de psicología positiva, donde no estigmatizaba e incluso transmitía una identificación con la psicología positiva de Martin Seligman. Me quedo con esto último porque en el párrafo compartido con ustedes creo que escribe como lo que llama un colega "psiquiatrón". Esto es, un psiquiatra contra los que lucha Thomas Szasz, por cierto, profesor emérito de la Universidad de Nueva York y autor de libros que han pasado a la historia de la psicología y la psiquiatría como "El Mito de la Enfermedad Mental" o "El Segundo Pecado").

El texto en negro corresponde al libro de Luis Rojas Marcos: "Convivir". Con amargura titula el capítulo III: "Venenos de la intimidad". Parece que se lo hayan dictado los de la editorial... Si me permiten sacar mi espíritu inspirado en la Antipsiquiatría, este hombre en este arranque del capítulo haría repetir al psiquiatra escocés psicoanalista y humanista: Ronald D. Laing: "La ciencia ha destruido el mundo". No creo que haya que entender esa cita, extraída de una entrevista periodística, con lo que eso supone, y entenderla al pie de la letra. Creo que hay que contextualizarla con mensajes como lo dicho anteriormente. Salud.

Janis Joplin: "A Piece of mi Heart", dicen que tenía trastorno límite. Es curioso los psiquiatras diagnostican a personas muertas retrospectivamente y el modelo de Freud, que se basa en el análisis y la reconstrucción histórica, retrospectiva de la etiología de las neurosis les parece una especulación sin fundamento. En fin, paradojas...
http://youtu.be/N6caderaGS8 Que la disfruten, está subtitulada.

Recomendación: "Pensamientos sin Pensador"

Este es un libro de Mark Epstein. Mi interés en adquirirlo se debe a que congenia las psicoterapias dinámicas con el Budismo. Más allá hay una búsqueda espitual y, en lo profesional: promover nuevos estilos de vida donde se preste más atención a los sentimientos y aquella parte que engloba un Todo con la Naturaleza.
El texto es de Mark Epstein y el Prólogo es del Dalai Lama, dice así tras una cita de W.R. Bion: ¡Genial! Rodrigo Córdoba Sanz.
"Pirandello lo dijo de manera bastante diferente en el título de su obra: Seis personajes en busca de autor. Pero ¿por qué detenerse ahí? ¿por qué no debería ser algo aún más pequeño, más fragmentado que eso? Es un pensamiento deambulando por ahì en busca de algún pensador en el que alojarse." W.R. Bion.

El propósito de la vida es ser feliz. Como budista he descubierto que nuestra propia actitud mental es el factor más influyente en el trabajo hacia ese objetivo. A fin de cambiar las condiciones fuera de nosotros mismos, tanto si conciernen al entorno como a nuestras relaciones con los demás, en primer lugar debemos cambiar dentro de nosotros. La clave es la paz interna. En ese estado mental puedes afrontar las dificultades con calma y razonadamente, conservando tu felicidad interna. Las enseñanzas budistas sobre el amor, la bondad y la tolerancia, la conducta no violenta y la teoría de que todas las cosas son relativas, así como una variedad de técnicas para calmar la mente, son fuentes de paz interna [...]

Bowlby sobre Freud: El Apego



Cuando examinamos la opinión de Freud respecto de los factores causantes de neurosis y otros conflictos, descubrimos que él se centra siempre en el concepto de trauma. Ocurre así tanto en sus formulaciones finales como en sus postulados iniciales, hecho que se ha tendido que soslayar. Por ejemplo, en sus últimas obras, Moisés y la relisión monoteísta (1939) y Compendio del psicoanálisis (1940), dedica una serie de páginas a discutir la naturaleza del trauma, de las edades en las que la persona parece particularmente vulnerable, de los tipos de acontecimientos que pueden resultar traumáticos y de los efectos que aparentemente ejercen dichos acontecimientos sobre el psiquismo en formación.
De los factores mencionados, es la naturaleza del trauma la que ocupa un lugar central en las tesis de Freud. A igual que otros estudiosos, él llega a la conclusión de que son los dos tipos de factores involucrados: el hecho en sí y las características de la persona que lo sufre. Es decir, que el trauma se da en función de la interacción. Cuando una experiencia provoca una reacción patológica insólita, la razón estriba -argumenta Freud- en que dicha experiencia plantea exigencias desmedidas a la personalidad. Es decir, que le impone un grado de exitación mayor que el que puede manejar.
Con respecto a los factores constitucionales, Freud supone que el grado en que cada persona puede enfrentar las exigencias que se le plantean es diferente de la manera en que "ciertos hechos provocan un trauma en determinada personalidad pero no ejercen efecto alguno en otra" (1940). Al mismo tiempo, sostiene que existe cierta etapa de la vida -los primeros cinco o seis años- durante la cual todos los seres humanos se caracterizan por su vulnerabilidad. La razón, a su entender, reside en que durante ese período "el yo... es débil, inmaduro e incapaz de resistencia". El yo, por consiguiente, "no logra afrontar determinadas exigencias que, posteriormente, podrá satisfacer con suma facilidad" y recurre entonces a distintos mecanismos de represión o escisión. Por esta razón -según Freud- las "neurosis solo se adquieren durante la infancia temprana" (1940).
Cuando Freud habla de "infancia temprana", hay que recordar que está haciendo referencia a un período de varios años. En Moisés habla de los primeros cinco años de vida; y, en el Compendio, de los primeros seis. Dentro de ese lapso de tiempo -en su opinión- "el período que va de los dos a los cuatro años parece ser el más importante" (1940).
Lo enunciado ejemplifica la teoría general de la etiología que postula Freud y que se ajusta -estrechamente- a la que proponemos en estas páginas. Sostenemos que la separación madre-hijo puede resultar traumática dentro de los límites de la definición propuesta por Freud, especialmente cuando se lleva al niño a un lugar extraño para él y lleno de desconocidos. Además, el período durante el cual esta experiencia resultaría traumática coincide básicamente con el período de la infancia en que el niño pequeño -según Freud- se caracteriza por su extremada vulnerabilidad. Las breves consideraciones siguientes, en torno al modo en que las teorías postuladas acerca de la separación de la madre se ajustan sustancialmente al concepto freudiano de trauma, permiten esbozar la tesis central de esta obra.
Freud define el concepto de trauma en función de condiciones causales y consecuencias psíquicas. En ambos aspectos, hace referencia a la separación madre-hijo, durante los primeros años de la vida del niño. Con respecto a las condiciones causales, sabemos que el traslado del niño a un contexto extraño provoca una intensa desazón que se  prolonga un período bastante extenso, lo cual se ajusta a la hipótesis freudiana de que un trauma tiene lugar cuando el aparato mental está sujeto a un grado excesivo de excitación. En cuanto a las consecuencias, puede demostrarse que los cambios psíquicos que, por lo general, provocan el dolor de una separación prolongada no son sino los denominados represión, esicisión y renegación. Es decir, precisamente estos son los procesos defensivos que Freud postula como resultado del trauma y que son procesos cuya teoría elaboró para explicarlos. Cabe señalar, por lo tanto, que el agente etiológico objeto de nuestro estudio no es sino un ejemplo concreto del tipo de hechos que Freud considera traumáticos. Vemos así que la teoría de la neurosis elaboraba en esta obra es, en muchos aspectos, una simple variante de la teoría del trauma que postula Freud.
Sin embargo, aunque la tesis sobre la separación madre-hijo se ajusta sustancialmente a la teoría general de Freud sobre las neurosis, y aunque, además, en las teorías de este ocupan un lugar de suma importancia la ansiedad de separación, la pérdida y el duelo que provocan la separación, muy rara vez Freud atribuye la causa del trauma a un acontecimiento único de separación o pérdida en la infancia temprana. Cuando hace referencia, en sus últimas obras, a los tipos de acontecimientos que pueden resultar traumáticos, Freud discurre con gran cautela. En realidad, los términos que emplea para describir estos acontecimientos son tan generales y abstractos que no se sabe con exactitud a que se está refiriendo. En Moisés y la religión monoteísta indica sencillamente que "tienen relación con impresiones de naturaleza sexual y agresiva y, sin duda, también con tempranas heridas infligidas al yo (heridas narcisistas)" (1939).
Por lo general se admite que la separación de la madre-hijo constituye una de esas heridas que se causan al yo. Pero, aunque no cabe duda al respecto, se ignora si fue el mismo Freud quien postuló esta tesis. Por consiguiente, aunque la separación madre-hijo durante los primeros años de vida del niño se ajusta perfectamente a la definición que postula Freud de acontecimiento traumático, no puede afirmarse que prestara verdadera atención a este hecho como un tipo concreto de traumatismo.
La tercera característica del enfoque propuesto en esta obra reside en la aplicación de datos derivados de la observación directa de la conducta, característica que, al igual que las dos citadas anteriormente, se ajusta en gran medida a las teorías freudianas.
Adviértase -en primer término- que, aunque Freud rara vez extrae conclusiones a partir de datos tomados de la observación directa, las dos ocasiones en que sí lo hace revisten una importancia clave. Considérese, por ejemplo, el caso del carretel en el cual basa gran parte de sus argumentos en Más allá del principio del placer (1920) y la agónica reevaluación de la teoría de la angustia que emprende en Inhibición, síntoma y angustia (1926). En este caso, cuando llega a conclusiones complejas y contradictorias acerca de la angustia, Freud busca y encuentra "tierra firme" en la observación de la conducta de los niños pequeños cuando están solos, en la oscuridad o en presencia de extraños. Sobre estas bases descansa la totalidad de sus nuevas observaciones.
En segundo término, es interesante advertir que veinte años antes, en sus Tres ensayos para una teoría sexual (1905), Freud recomendaba explícitamente la observación directa de los niños como complemento de la investigación psicoanalítica:
La investigación psicoanalítica, que descubre la niñez del adulto analizado, y la observación directa de la infancia combinan... La observación directa de los niños tiene el inconveniente de trabajar con datos con los que fácilmente se incurre en error y el psicoanálisis queda dificultado por el hecho de no poder llegar a esos datos ni a sus resultados, más que por medio de grandes rodeos. Más, con la acción conjunta de ambos métodos investigativos, se consigue un grado satisfactorio de seguridad en los hallazgos.
La cuarta característica del enfoque adaptado en esta obra es la referencia a estudios sobre animales. Los que todavía se muestran escépticos acerca del modo en que el conocimiento de la conducta animal puede faclitar nuestra comprensión del ser humano no encontrarán en Freud la corroboración de sus ideas. Este no solo realizó un estudio detenido de Mental Evolution en Man, de Romanes (1888), gran parte del cual está dedicado a analizar la importancia de datos tomados del mundo animal, sino que también, en una de sus últimas obras, el Compendio, expresa la opinión de que "el cuadro esquemático general de un aparato psíquico podría aplicarse, igualmente, a los animales superiores que se parecen al hombre en cuanto al funcionamiento mental". Al concluir, además, deja entrever cierto pesar: "La psicología animal no se ha enfrentado todavía al interesante problema aquí propuesto".
Es evidente que queda aún mucho por hacer en cuanto al estudio de la conducta animal, antes de que dichos estudios puedan arrojar cierta luz sobre el tipo de procesos estructurales a que hacía referencia Freud. Sin embargo, desde que se publicó el Compendio, es mucho lo que se ha avanzado en este terreno. Los brillantes estudios sobre conducta animal y los nuevos conceptos defendidos desde entonces sin duda hubieran despertado su interés.

Todo esto ha sido ya superado gracias al esfuerzo de Bowlby por demostrar empíricamente el concepto de trauma de Freud, desde luego que sigue su legado. Es algo común, el que los psicoanalistas posfreudianos se justifiquen y argumenten sus modificaciones de la teoría o la técnica en base a los escritos de Freud. Freud escribió mucho y como toda persona que desarrolla una teoría, aparecen incongruencias, incoherencias, contradicciones. En esto se apoyan los propios psicoanalistas y los anti-psicoanalistas. No obstante, el modelo de Bowlby fue revolucionario. Esto provocó el rechazo de la "Plana Mayor" del psicoanálisis por investigar fuera del enfoque retrospectivo e histórico y apartarse de la línea rígida de Freud. Si leemos con atención, Bowlby encontró argumentos sólidos en Freud para justificar su trabajo. Un desarrollo que ha trascendido a la actualidad. Que se estudia en todas las Universidades, a diferencia del pensamiento de Freud, que se tiende a pensar que es muy especulativo, imaginativo y que fundamenta sus hipótesis en su imaginación, creatividad y unos pocos casos clínicos. Rodrigo Córdoba Sanz.

http://rivaherrera.wordpress.com/ Excelente página de Carlos Rivaherrera de ilustraciones-retratos de personajes ilustres en todos los campos. Un artista muy interesante. De ahí, al parecer, extraje una ilustración de Carlos Castilla del Pino, por lo que es lo suyo, mostrar su autoría. Le doy las gracias y les invito a que visiten su web. Castilla del Pino, por cierto, estudió profundamente el psicoanálisis, como todos los demás modelos, y fue crítico al respecto. Pero, le inspiró en gran medida a hacer un trabajo que podríamos denominar de "Psiquiatría Profunda".

La Capacidad de Percibir Subjetivamente la Realidad




 El hombre tiene dos capacidades de percibir la realidad:
1. Por un lado, tiene la capacidad de estimar la realidad tal como debe ser estimada para poder manejarla. Es decir, mi necesidad de sobrevivir me impone la realidad tal como debo estimarla para manejarla. Tengo que ver que la leña es leña, con sus cualidades específicas, si quiero hacer fuego con ella. Si veo alguien que corre hacia mí empuñando un arma con malas intenciones, y creo que es el mensajero de la paz con una paloma, moriré. Lo cual quiere decir que el entendimiento, el conocimiento de la realidad necesario para manejarla es una función biologicamente condicionada del hombre. La mayoría de la gente lo tiene, y por eso funciona socialmente.
2. Por otro lado, el hombre tiene la capacidad, no de estimar qué puede hacer con la realidad, sino de experimentarla subjetivamente. Digamos que está mirando un árbol. Es su dueño, y puede mirarlo pensando qué precio tendrá y si le convendrá talarlo: está pensando en su valor de venta. Pero si yo contemplo el mundo desde un punto de vista subjetivo, como algo que veo porque tengo ojos para ver y sentir, si tengo sentido de la belleza, ese árbol me parecerá maravilloso. Del mismo modo se puede experimentar a una persona. La miro y le hablo. Si quiero manejarla, me pregunto qué puedo hacer con ella, qué flaquezas tiene, cuál es su fortaleza, etcétera. Entonces, el cuadro entero que me hago de esta persona queda determinado por mi propócito de hacer algo con ella. Pero si le hablo, me guste, me disguste o me sea indiferente, y la miro sin ningún propósito de este tipo, experimentaré un gran placer, ojalá, o podré tener un sentimiento de antipatía, o cualquier otro: veré a esta persona -si tengo tal capacidad- en sus honduras, en toda su esencia, tal como es.
Esta capacidad de ver las cosas subjetivamente se manifiesta, por ejemplo, en la poesía. Digamos que, si un poeta escribe: "La rosa arde como una llama", para la forma de pensar cotidiana, estará loco. Coja usted una rosa y trate de freír huevos con ella: nada. Claro, que no es eso lo que él quiere decir: solo habla de la impresión que ha tenido de la rosa.
Ha visto, sentido y experimentado su cualidad ardiente y viva porque es poeta. Y no lo llamemos loco. Lo llamamos poeta porque tiene al mismo tiempo la capacidad de ver la rosa de esta manera, subjetivamente, y la capacidad de verla objetivamente. Sabe muy bien que no puede hacer fuego con ella.
Hoy, la mayoría de la gente, que ha perdido esta capacidad, puede ver las cosas, como se suele decir, con realismo, en el primer sentido, o sea, sabe muy bien cómo manejar la realidad; pero no es capaz de ver algo, persona o cosa, de manera plenamente subjetiva, sin más finalidad que la de experimentar tal vista, tal sonido o tal cuadro. Pues bien, el que no tiene la capacidad de ver la realidad subjetivamente está tan enfermo como el que no puede estimarla en su exterioridad.
Y sin embargo, llamamos psicótico solamente a quien no tiene la capacidad de estimar la realidad exterior. Al que no tiene la capacidad de ver nada subjetivamente, no lo llamamos enfermo, cuando lo es tanto como aquel. Y no lo llamamos enfermo, por un razón muy sencilla: llamamos enermizo solamente lo qu estorba al funcionamiento social. El concepto de enfermedad es esencialmente un concepto social. Así, el que es un idiota sentimental o un idiota artístico, y no entiende nada, no es capaz de ver nada, excepto el valor práctico del dinero, es hoy para nosotros un tipo listísimo. Esta es la clase de hombres que tienen más éxito, y tiene más éxito porque no se distrae nunca, como se distrae Charlost en la película, trabajando en la cadena de montaje, cuando pasa una chica guapa. De modo que, si no sientes nada, si no tienes ninguna experiencia subjetiva, estás adaptadísimo a la sociedad, que solo se interesa por lo que haces, por lo que haces de práctico; pero no por eso eres más sano.
Quien está más enfermo, si el llamado psicótico o el llamado realista, es una cuestión controvertida, todavía sin resolver. Por mi parte, creo que más de un esquizofrénico ha podido ser más feliz con su esquizofrenia que si hubiera estado sentado en una oficina, fbaricando alguna mercancía inútil, o vendiéndola por ahí. Por poner un buen ejemplo, sé de un hombre que tenía mucho éxito, pero estaba totalmente dominado por su mujer, una de estas abglosajonas típicas, ya saben, menudita, muy modesta, muy delgada, que no podía decir una palabra más alta qeu otra, discretísima, y que mandaba en la familia como una tirana, pero disimuladamente con ese estilo de inocencia y candor, a veces dulce, a veces no tan dulce, pero con esa conducta de exagerada modestia y retraímiento. el marido, ya en edad avanzada, sufrió una depresión que lo obligó a hospitalizarse. Los médicos, con mucha inteligencia, prohibieron las visitas de la mujer, pero permitieron las del hijo. Y dijo el hombre a su hijo: "¿Sabes?, soy feliz por primera vez en mi vida". Puede parecer muy raro, en un hombre deprimido y hospitalizado, y sin embargo es perfectamente cierto. Por primera vez en su vida, se sentía un hombre libre deprimido o no deprimido. Era lo mejor que podía tener para ser libre. Una vez volviese a casa, ¡zas!, volvería a la prisión, y ya no lo podría soportar.

lunes, 28 de mayo de 2012

Bowlby sobre Freud (Parte I)




[...] Hemos descrito cuatro características del punto de vista adoptado en esta obra (El Apego de John Bolby): enfoque prospectivo; interés centrado en los agentes patógenos y su secuela; observación directa de niños pequeños; empleo de datos procedentes del reino animal. También he procurado explicitar las razones que justifican tal punto de vista. Sin embargo, como son pocos los psicoanalistas que lo adoptan y como, a veces, se ha expresado el temor a una ruptura con la tradición que podria reslultar peligrosa, conviene ver cuál es la postura de Freud al respecto. En relación con las cuatro características enunciadas, se describe primero la posición freudiana y luego se procede a explicar la adoptada en esta obra.
En un artículo de 1920, Freud examina las graves limitaciones del método retrospectivo. Escribe:

Al analizar retrospectivamente el desarrollo de la personalidad, partiendo de las conductas últimas, nos parece estar ante una serie de hechos continuos y creemos obtener conocimientos plenamente satisfactorios e incluso exhaustivos. Pero si procedemos a la inversa, es decir, si comenzamos por las premisas inferidas a partir del análisis y procuramos rastrearlas hasta llegar al resultado final, ya no tenemos la impresión de estar ante una secuencia de hechos inevitables que no podrían haber ocurrido de otra manera. Advertirmos de inmediato que el resultado podría diferir pero que, incluso así, podríamos también comprenderlo y explicarlo. La síntesis, por tanto, no resulta tan satisfactoria como en análisis; en otras palabras, el conocimiento de las premisas no nos permite prever la naturaleza de los resultados.

Una de las razones básicas de esta limitación estriba -según señala Freud- en que ignoramos la importancia relativa de los distintos factores etiológicos. Él nos previene:

Aun suponiendo que poseamos un cabal conocimiento de los factores etiológicos que producen determinado resultado... nunca sabemos de antemano qué factores determinantes son más débiles o más poderosos. Solo una vez comprobados los resultados, afirmamos que fue más poderosa la incidencia de determinados factores. De ahí que, siguiendo una línea de análisis, siempre puedan determinarse los elementos de causalidad, mientras que es imposible predecirlos siguiendo una línea de síntesis (Freud, 1920b).

Este pasaje muestra claramente que Freud no tenía duda alguna sobre cuáles eran las limitaciones del método tradicional de investigación. Aunque todo enfoque retrospectivo permite obtener abundante información con respecto a qué tipo de factores tienen más probabilidad de ser etiológicos, tal vez no siempre se logren identificar todos ellos ni, por otra parte, se pueda evaluar la importancia relativa de los factores identificados. El papel complementario de los estudios retrospectivos y prospectivos en el psicoanálisis no es sino un ejemplo concreto de la función complementaria del método histórico y del de las ciencias naturrales, en otras esferas del conocimiento.
Aunque en el campo de los estudios históricos el método retrospectivo desempeña un papel fundamental y se le deben muchas contribuciones de importancia, uno de sus puntos débiles es su incapacidad para determinar qué función cumplen los distintos factores en la consecución de determiinados factores en la consecución de determinados efectos. Pero donde el método histórico adolece de fallos es, sobre todo, en el campo de las ciencias naturales. Como es bien sabido, todo método científico exige que, una vez examinado el problema, se elaboren una o más hipótesis relativas a las causas que desencadenaron los hechos de interés, de manera que se puedan extraer pronósticos comprobables a partir de dichas hipótesis. La valides de estas depende de la exactitud de tales pronósticos.
No cabe duda de que, para que el psicoanálisis ocupe el lugar que merece dentro de las ciencias de la conducta, tiene que aunar sus métodos tradicionales con los métodos ya probados de las ciencias natrurales. Aunque el método histórico siempre ocupará un lugar de preeminencia en la consulta (como ocurre en todas las ramas de la medicina), para los fines de la investigación puede y debe ser complementado por los métodos de hipótesis, pronósticos deductivos y pruebas. El material de esta obra se presenta como paso preliminar a la aplicación de tal método. El objetivo propuesto reside en concentrarse en el estudio de determinados hechos y de sus efectos sobre los niños, elaborando conceptos teóricos, de tal modo que se puedan hacer pronósticos comprobables. Su análisis detallado y su comprobación quedan para más adelante.
Como argumentan Rickman (1951) y Ezriel (1951), los métodos de predicción y comprobación pueden aplicarse, si se desea, durante el tratamiento de los pacientes. Pero tales procedimientos no pueden nunca corroborar ciertas hipótesis acerca del desarrollo temprano. Por lo tanto, para comprobar la teoría evolutiva del psicoanálisis, es indispensable hacer pronósticos basados en la observación directa de bebés y niños pequeños, que suelen ser comprobables por los mismos métodos.
Para emplear este método, hay que empezar por la selección de determinado factor etiologico, con el fin de determinar si, en realidad, ejerce todos o alguno de los efectos que se le atribuyen. Esto nos conduce a la segunda caracteristica del enfoque elegido: el estudio de un agente patógeno en particular y de sus secuelas.
Al considerar la postura de Freud al respecto, hay que distinguir entre sus puntos de vista sobre los factores etiológicos en general y los que tiene en cuanto a qué papel juega el factor concreto elegido aquí como objeto de estudio.

John Bowlby: "El Apego". Paidós, 1998, Barcelona. Pp.:35-37

domingo, 27 de mayo de 2012

Lo que implica el Crecimiento en Psicoterapia




El crecer lleva a diferenciarse, a dejar de lado muchas cosas externas, a separarnos, a poner límites, a distanciarnos de personas que, tal vez, queremos y amamos pero que nos impiden vivir nuestras vidas de acuerdo con los mandatos de nuestras almas; en suma, a liberarnos del exceso de equipaje.
Este no es un proceso que pueda ser vivido con total felicidad, sino que siempre hay una cuota de pena y dolor. Es difícil que otros acepten nuestro crecimiento personal, la autonomía, la libertad, que levanta, sin dudas, fantasmas de pérdida.
Nos guste o no, crecer lleva a la soledad y la soledad es un escándalo en nuestra cultura. (Nota de Rodrigo C.: Yo diría para ser más claros, a la Independencia, Autonomía, Autogestión, Autoestima, Solidez, Un Yo fuerte e integrado...)
Entraña arriesgarse a vivir la propia vida, arrojarse a un futuro incierto, dejando atrás lo que ya fuimos. ["...hay un deseo de apostar por algo, de provocar al mundo y a los seres. Se trata de algo simple: uno está herido; de algo grave también: uno está solo. Una llama feroz, desconocida, una culpa anterior, una desgarradura nos incita a perdernos y a encontrarnos. Es nuestra propia selva que reclama por la fuerza animal de nuestra vida" (Osvaldo Rossler).]
En esta dirección podemos concebir a la psicoterapia como una experiencia compartida de encuentro con la intimidad, con la mismidad, con la soledad. Una experiencia revolucionaria; una experiencia verdaderamente instauradora del sujeto.
Los terapeutas a veces "nos subimos al tren" de las mismas resistencias de los pacientes, porque cuando el paciente se encuentra, uno también se encuentra, cuando el paciente se enfrenta a la soledad, uno también lo hace; sin embargo, los terapeutas estamos acostumbrados y entrenados a pensar que el problema es del otro y a no reconocer que nosotros tambien huimos de lo mismo que huye el paciente.
Ser psicoterapeuta da la posiblidad de encontrarnos con nuestra propia intimidad, con nuestra propia soledad, con nuestra propia existencia. ["En la sombra del otro buscamos nuestra sombra. En el cristal del otro, nuestro cristal recíproco" (Borges).] Es por eso que es tan importante, en lo posible, cuando se quiere iniciar un tratamiento encontrar a alguien que ya haya trabajado dentro de sí las resistencias que ahora nos toca trabajar a nosotros. Seguramente es una buena condición para ser nuestro guía en esta etapa.
Hablando de guía... En uno de los libros de Pathwork, No temas al mal, el Guía dice:
No cometan el error: este no es un camino fácil. Pero la dificultad no es fija e inmóvil. La dificultad existe en una falsa creencia que está dentro de nosotros. Hay que cambiar esa creencia y luego será fácil decir adiós.

Sentimientos de Impotencia Adquirido y Hábitos de Pensamiento

















Nota de Rodrigo C.: El texto que van a leer de Seligman, es un texto en el que está gestando un modelo que recientemente ha salido a la luz en el libro "La Vida que Florece". En lo que van a leer conjuga su experiencia con Aaron Beck, quien pensaba que cambiando los pensamientos se pueden cambiar las emociones, en particular, en la depresión y su modelo propio acerca de investigaciones muy bien fundamentadas en experimentos, siguiendo su modelo "empirista". En mi criterio y experiencia, esto no es suficiente. Una persona puede someter al pensamiento científico, a la racionalidad sus pensamientos, pero la "negatividad" que produce los sentimientos, emociones y afectos no los puede cambiar. Y, desde un `punto de vista evolutivo, el cerebro ha sido construido en tres etapas, el cerebro reptil, el cerebro donde residen las emociones y, finalmente, en neocórtex, donde se incluye la corteza prefrontal, concretamente el hemisfero izquierdo del cerebro que tramita la lógica y el lenguaje. El hemisfero derecho, el sistema límbico, al hipocampo, el septum, la amígdala y otras estructuras que dan forma al cerebro emocional son anteriores al neocórtex. En el sentido de las reacciones humanas, las personas se ven impulsadas por su cerebro emocional, e importa muy poco la corteza prefrontal. Esto hasta cierto punto, por citar un caso clínico: la persona que tiene ansiedad, por ejemplo un TOC, puede tener miedo de hacerse daño con los cuchilos de la cocina. Si tratamos esto desde un punto de vista cognitivo, estamos dejando de lado su afectividad negativa, aquella que le lleva a tener pensamientos autodestructivos. Así que no es determinante esta explicación, que por cierto, es el siguiente epígrafe del libro de Seligman: "Aprenda Opitmismo", el que voy a compartir con ustedes. El epígrafe es el que aparece en el título del "post". Dice así:

Todos nos sentimos momentáneamente desvalidos cuando nos pasa algo malo. Nos quedamos súbitamente sin aliento psicológico Nos sentimos tristes, el futuro no puede parecernos más tenebroso, y el menor esfuerzo se nos antoja una hazaña de imposible realización. Hay personas que se recuperan casi instantáneamente; todos los síntomas propios del sentimiento de impotencia adqurido se disipan en cuestión de segundos, minutos, horas a lo sumo. Los hay que siguen sintiéndose desvalidos durante unas semanas o, en aquellos casos en que los fracasos han sido de gran importancia, la cosa puede durar varios meses.
Esta es la diferencia fundamental entre una desmoralización breve y un episodio de depresión. Recordará que ocho de los nueve síntomas de depresión que figuran en el DSM, el "menú chino", son producto del sentimiento de impotencia adquirido. Una persona deberá tener cinco de los nueve para que se le haga el diagnóstico de que padece un episodio de depresión aguda. (Nota de Rodrigo C.: Lo cual resulta bastante simplista, reunir unos "requisitos" para la depresión. ¿Es lo mismo estar deprimid@ que reunir esos criterios?  Dicho de otra manera, ¿la experiencia, la vivencia, la sensación, el sentimiento se "ajusta" a ese simple manual arbitrario? Sin duda, no).
Sin embargo, se necesita contar con otro factor: los síntomas no serán momentáneos; han de tener por lo menos una antigüedad de dos semanas.
Por lo general, es muy sencilla la diferencia entre los que ven desaparecer pronto su desamparo adquirido y los que siguen padeciendo los síntomas durante un par de semanas o más: los del último grupo tienen hábitos de pensamiento pesimistas, y esa pauta explicativa hace que el sentimiento de impotencia pase de ser puntual a permanente. El desvalimiento adquirido se convierte en depresión plena cuando el que tiene un fracaso o un contratiempo es un pesimista. En las personas optimistas el fracaso no produce sino una breve desmoralización.
La clave de tal proceso está en la esperanza o la desesperanza. La pauta explicativa pesimista, según recordará, consiste en cierta clase de explicaciones para los sucesos adversos: personal ("La culpa es mía"), permanente ("Siempre será así") y penetrante ("Esto arruinará mi vida"). Cuando uno explica un fracaso de manera permanente y global, lo que está haciendo es proyectar el fracaso de manera permanente y global, lo qu está haciendo es proyectar el fracaso de manera permanente y global, ejemplo, rechazado por la mujer amada, uno puede decirse: "Las mujeres me odian" (una explicación global), y "Nunca encontraré a quien me quiera" (una explicación permanente). Estos dos factores nos crearán expectativas en el sentido de que siempre se nos rechazará, por muchas veces que lo intentemos, y de que no se trata de que esa persona en particular nos haya rechazado, sino todas las personas que intentemos amar. Quien se explique los reveses sentimentales de esta forma no hará sino arruinar todas sus futuras búsquedas de amor. Además, si uno cree también que hay una causa personal ("No soy digno de que me amen"), entonces también sufrirá su autoestima.
Póngalo todo junto y tendrá una manera de pensar particularmente apta para derrotarse a sí mismo: darse explicaciones personales, permanentes y globales para las cosas malas que nos suceden. Las personas que tienen esta pauta tan pesimista, la más pesimista de todas, son las que tienen más probabilidad de que, tan pronto hayan fracasado una vez, tengan los síntomas del sentimiento de impotencia adquirido por mucho tiempo y a través del sentimiento de impotencia adquirido y a través de muchos intentos, además de perder la autoestima. Un sentimiento de impotencia adquirido de tanta duración equivale a depresión. Este es el pronóstico de mi teoría: las personas con pautas explicativas pesimistas y que son víctimas de algún contratiempo probablemente se depriman, en tanto que las dotadas de unos hábitos de pensamientos positivos, que pasen por iguales circunstancias, tenderán a resistir la depresión. (Nota de Rodrigo C.: Esto no es siempre así).
Si las cosas son así, llegamos a la conclusión de que el pesimismo constituye un factor de riesgo para la depresión que puede compararse con el factor de riesgo que el fumar representa para el cáncer de pulmón, o que el hecho de tener un temperamento excitable puede influir en los ataques cardíacos.

sábado, 26 de mayo de 2012

Mensaje de la Antipsiquiatría de los 60

"No es cierto que la sociedad sufra bajo la anormalidad mental de algunos de sus miembros. Sucede más bien que la sociedad es patógena, es decir, generadora de enfermedad y precisamente sus miembros más sensibles padecen esa patología"

El Sentido de la Psicoterapia

¿Qué es la razón? La razón es aquello en que estamos todos de acuerdo. La verdad es otra cosa. La razón es social; la verdad es individual. Miguel de Unamuno.

Una persona pide ayuda terapéutica, no para sentirse peor, sino para curarse, o por lo menos, aliviar sus padecimientos. [Es la demanda angustiosa que expresan estos versos de Jaime Sabines:"...quiero que me acompañen y me auxilien antes de caerme a mis pies. (Sobre mis zapatos me voy a caer como si me quitara el traje).] Tiene una dificultad concreta o un sufrimiento determinado que anhela dejar atrás. Pero, muchos de sus anhelos no resultan sueños fáciles de realizar y, por otra parte, es frecuente que arrastre una historia de "frustraciones terapéuticas" que le generan una actitud desconfiada, reticente o de poca fe en el tratamiento que va a iniciar.
A pesar de todo, su esperanza es hallar aquí, en esta nueva oportunidad, una ayuda concreta, la comprensión de sus malestares, la solidaridad con sus penas; en suma, un espacio donde ser escuchada, compartir sus problemas y encontrar soluciones o, por lo menos, caminos hacia ellas.
Pero en esta demanda de establecer un vínculo confiable, el dolor que arrastra el paciente entraña la posibilidad de convertirse en un muro que impida ahondar hasta las raíces del mal que lo atormenta. La preocupación, la angustia, el padecer pueden impedirle entregarse a una búsqueda reveladora.
Esto es algo inmediato que hay que enfrentar, son resistencias que hay que dejar atrás. Atender lo lindante no es una mala política, si no se pierde de vista la finalidad de la labor psicoterapéutica, que no consiste solo en aliviar el sufrimiento, sino, esencialmente, en hacerlo comprensible hallando su sentido. De modo que la psicoterapia puede ser vista como una apuesta para reflexionar  sobre el valor y alcance del dolor en nuestras vidas.
Esta cavilación es válida en cualquier campo de trabajo terapéutico y conlleva una necesaria pregunta por la vida interior de la persona, que desplaza el eje del tener una enfermedad a ser enfermo, del por qué al quien.
Entonces, el para qué de la psicoterapia transita este carril: el descubrimiento profundo de uno mismo. Proceso que no está centrado en el paciente, sino en la historia vivida en común entre terapeuta y paciente, sino en la historia vivida en común entre terapeuta y paciente y en la construcción de una nueva esperanza de llegar a ser. Descubrimiento que tiene un aspecto bien concreto que se traduce en mayor felicidad, mayor libertad y mayor comprensión de la existencia singular de cada cual. Aunque no se agote en eso, la psicoterapia proporciona un mejor modo de vivir, relacionarse y avanzar por la vida.

Un intento de definición más precisa
El darse cuenta tiene un poder curativo sorprendente. Para comprender su potencia es necesario integrarlo en la biografía del paciente y en la totalidad de la persona, ya que, de alguna manera, cada introvisión que se logra permite reconstruir una parte fragmentada de la biografía de la persona y de los motivos que alientan sus actos.
La faena de introvisión es como un rompecabezas: cada parte que se revela engarza en otra hasta formar una figura. Los fragmentos sueltos no son nada, pero unidos poseen un sentido. Cada vez que "nos damos cuenta" dónde va una pieza la fragmentación se reduce y la figura crece. Y, como en el rompecabezas, siempre conviene empezar por los bordes, agrupando las piezas por colores semejantes. De esta manera al conectar segmentos afines se puede ir construyendo una imagen posible. Del mismo modo, en el proceso de concienciar vamos de lo más evidente y consciente avanzando, decididamente, hacia el centro, reuniendo a cada paso los restos de las huellas de experiencias, recuerdos, síntomas, vínculos, que se asocian entre sí.

Introvisión
Tomando un concepto de Walter Brautingam hemos denominado introvisión a este proceso de "darse cuenta", que implica ampliar el conocimiento de sí mismo que no se reduce a un saber intelectual sino a una indagación existencial: cuál es mi tarea en esta vida, qué tengo que cumplir. Son las preguntas borgeanas: "¿Qué arco habrá arrojado esta saeta/qué soy? ¿Qué cumbre puede ser la meta?".
Tal introvisión, que culmina apropiándose de la existencia y el destino, no es un acto mental sino una experiencia emocional que se acompaña de una transformación radical de la persona. Una especie de conmoción existencial, que llamamos "crisis de conciencia", que se reconoce por tres rasgos característicos: apunta al núcleo de la persona, le da apertura hacia nuevos horizontes y produce transformaciones que pueden integrarse al curso de su vida.
Merced a este proceso la persona comienza a advertir que nada de lo que le sucede, sucedió o sucederá carece de sentido; que todo le pertenece; que el destino es algo que formó; que la historia es algo que construyó; qué pasado y futuro pueden actualizarse; que la enfermedad es una condición de existencia, no una condena; que un síntoma es una experiencia, no un castigo; que todo puede escapar menos de lo que tiene que aprender, y que hsata que no aprenda, el dolor seguirá vigente, la angustia continuará desgarrándola.
Este proceso, en psicoterapia, ocurre en el "entre ambos" y esto hace que el darse cuenta sea una obra compartida. El darse cuenta sucede dentro del marco del vínculo terapéutico, es hijo de una relación, y los padres son, justamente, esta pareja: paciente y terapeuta.

La relación psicoterapéutica
En psicoterapia la intención es ampliar horizontes, reducir lo que el paciente desconoce de sí mismo. El punto de partida consiste en aliviar el dolor y restablecer la salud perdida, aunque se dirija hacia algo más abarcador como la realización personal o el aprendizaje de las lecciones de la vida.
Esta pasión por el saber de toda psicoterapia envuelve una perspectiva de transcurrir psicoterapéutico como un paulatino delevamiento de lo desconocido, de un descubrimiento, paso a paso, de los misterios que ignoramos, y del terapeuta como la imagen de Tiresias que pone en palabras lo que ya está a la vista (pero el común de los hombres no puede "ver") y que interpreta los signos que no se alcanzan a comprender, las "pestes" que no se pueden explicar.
En toda psicoterapia el paciente aguarda ayuda y curación. Se entrega a una relación asimétrica donde desnuda su intimidad en una coexistencia interpersonal abierta a la esperanza. Al terapeuta le corresponde la escucha; al paciente, la confianza en recibir ayuda, el quehacer por sanar y el esfuerzo por querer saber más de sí mismo para hallar la felicidad.
Los valores por los cuales transita una psicoterapia son, entre otros, los de escucha, confianza, honestidad, seguridad, aceptación, compromiso, cuidado y respeto. Si estos valores no están presentes en la práctica del terapeuta, no hay que cambiar de técnica sino de terapeuta.

La psicoterapia como experiencia
Toda psicoterapia es una experiencia. Una experiencia de muerte y resurrección, en donde padecer la muerte propia y renacer no es tarea sencilla ni un caminar por un lecho de rosas. En síntesis, una experiencia mayéutica y transformadora, a veces doliente, pero siempre neecsaria y que vale la pena de ser vivida.
Al principio de la evolución de los problemas del hombre consistían casi en los mismos que tenemos hoy, pero eran resueltos con otras herramientas. Su vinculación con la naturaleza era recóndita, su diálogo con ella frecuente, y la vida natural estaba animada, en su imaginario de los ritmos y dramas humanos. La tierra era una morada que proporcionaba alimento, contacto, protección y peligro, pero nunca algo impersonal o indiferente. Al pisar un suelo descampado, nuestros antecesores se conectaban con las voces de los ancestros de esa parcela y no con la idea de "¡cuánto terreno libre para hacer un shopping!"
A medida que la sociedad se fue complejizando, el hombre se fue distanciando de la naturaleza, perdió su sentido de unidad, pertenencia y arraigo con ella y paralelamente, se  fue descentrando de sí mismo. Al alienarse del mundo, simultáneamente se enajenaban de sí, al compás de la incorporación de necesidades artificiales; lo natural se volvía más incomprensible.
La consecuencia es que progresivamente el mundo dejó de ser un "otro" para convertirse en un objeto, una cosa para ser dominada, controlada y explotada. Del mismo modo, las personas se fueron convirtiendo en posibles relaciones de competencia, lo que conllevó el surgimiento de la codicia, el sometimiento y el dominio ["... a llenarse de toda injusticia, malignidad, avarici; henchidos de envidia, dados al homicidio, a contiendas, a engaños, chismosos" (Pablo, Romanos 1:29)].
Esta pérdida de fluido contactó con su "centro", con sus raíces y con los semejantes, trajo como corolario que el hombre buscara susitutos externos para compensarlo. El apego a lo externo produjo, entre otras cosas, la pérdida de la intimidad y el desarrollo de una actitud de intolerancia hacia lo diferente.
Cuando una persona se siente "una con el todo", segura de sí misma, confiada en la vida, cada parte del todo es importante. Cuando uno está desgajado del todo, solo uno es valioso. Hasta tal punto esto es así que vemos todos los días que las diferencias se reprimen, con más o menos violencia, pero se reprimen. No se integra lo distinto, se lo suprime. La intolerancia se ha constituido en una flagelo muy significativo que consume muchas vidas a diario.
Hay una idea de Buda que vale la pena retomar la incongruencia es el camino hacia la congruencia, el dolor hacia la alegría, la imperfección hacia la perfección, la enfermedad hacia la salud. Tal camino hacia la integración -vista como congruencia, alegría, salud, sabiduría, amor- se produce por un trabajo interior de contemplación, de hacer consciente lo inconsciente, de descubrir los mandatos del alma.
Pero si miramos a nuestro alrededor, lo que podemos observar es que hoy se busca lograr la unidad (entendida como uniformidad) por medio de la instalación de la creencia en un "pensamiento único", el uso de la manipulación, la fuerza y el poder, ya sean armas, amenazas, chantaje o culpa. Esto es debido, justamente, a la disociación del hombre y su afán de codicia y de crueldad, que le impide conectarse con la experiencia esencial de la intimidad y el encuentro con el prójimo, que supone tanto no interferir como no dejar que el otro intefiera en los mandatos de nuestras respectivas almas.
"La esencia magnífica abarca todos los mundos y a todas las criaturas, buenas y malas; y esta es la verdadera unidad" (les enseñaba el jasidista Baal Shem Tov a sus discípulos, en Oriente, en el siglo XVIII). "Un mundo donde quepan todos los mundos" (todavía reclama unos indígenas mexicanos, en este siglo").
Al negarse a la propia experiencia de intimidad y la unidad, el hombre termina por transformarse en su peor enemigo. Aunque parezca raro, es aquí en donde hay que buscar el origen de la psicoterapia: en la imperiosa demanda de volver a conectarse con la experiencia interior. Y es por esta razón, en parte, que manifestamos nuestra convicción de que la psicoterapia es una experiencia radical, en el sentido de que va a las raíces de la persona.

La psicoterapia es una experiencia de crecimiento
Hace muchos años (durante mi época de estudiante universitario) leí un libro. El descubrimiento de la intimidad, del escritor español López Ibor.
Estaba en una edad en la cual no podía asimilar todo su mensaje, pero creo que me marcó lo suficiente como para que hoy aflore su recuerdo en el desarrollo de mis ideas. Este libro plantea la misma preocupación sobre la cual estamos insistiendo: la experiencia interior. Experiencia que se vincula con el tomar contacto con la angustia existencial, esa fuerza transformadora de la vida, de la cual el hombre moderno trata de apartarse.
La negación a este contacto esencial es una negación al contacto con la intimidad. En la intimidad uno descubre la angustia, se enfrenta con la soledad, pero supera el aislamiento que provoca la disociación de uno mismo y del mundo.
José Saramago, en su novela El año de la muerte de Ricardo Reis, escribe:
[...] la soledad no es vivir solo; la soledad es no ser capaz de hacer compañía a alguien o a algo que está en nosotros; la soledad no es un árbol en medio de una llanura donde solo está él, es la distancia entre la savia profunda y la corteza, entre la hoja y la raíz.
Y Alejandra Pizarnik, a u vez, en "La palabra del deseo" dice:
[...] La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje,. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.
Al perder el hombre su centro, al sentirse aislado, al no recordar los caminos oportunos que debía explorar para alcanzar la experiencia interior, comienzan a surgir "espejos" que intentan devolverle, desde un lugar socialmente autorizado, el conocimiento de esta experiencia olvidada
Así, aparecen los shamanes, los magos, los ancianos sabios, los hombres-medicina, los maestros, los confesores y los psicoterapeutas. Del mismo modo, nacen los mitos del héroe como modelo ejemplar de este recorrido (enfrentamiento con monstruos y descenso a los infiernos para resurgir purificado), y así nace, también, la psicoterapia como una institución cultural destinada a ayudar a quien sufre, no solo a dejar de sufrir, sino a aprender a caminar el sendero del descubrimiento de la intimidad entre los repliegues del alma.
["Es fácil y sencillo bajar a las profundidades del Averno, pues la tenebrosa puerta del sepulcro está abierta día y noche; sin embargo, el regreso hacia arriba, a la clara atmósfera del cielo, pasa por un sendero duro y doloroso" (Virgilio, Eneida, VI, 126-129.]
Bien podríamos decir, entonces, que la psicoterapia es una experiencia de crecimiento y rescate de la intimidad perdida, de inmersión en el océano de nuestra sombra hasta las arenas de su fondo, para descubrir y rescatar los restos de lo que de nuestra vida naufragó a lo largo del tiempo.

Eduardo H. Grecco: "Despertar el Don Bipolar. Un camino hacia la curación de la inestabilidad emocional". Kairós, 2012, Barcelona. Pp.:74-82

Tengo que quitarme el sombrero ante la perspectica terapéutca de Eduardo Grecco. Este enfoque de psicoterapia conllena un tratamiento holístico. Desde lo congnitivo, lo conductual, la psicología profunda, lo vivencial de la Gestalt y lo espiritual que conlleva reivindicar el papel que tienen nuestros deseos. Nuestras creencias con respecto al mundo, a cómo se hizo el Universo, la Madre Tierra. El objetivo es encontrarse a uno mismo,el sentido de nuestra existencia y apartar aquellas barreras que nos asustan y nos alejande la toma de contacto (el "darse cuenta") de nuestra mismidad, de nuestra naturaleza, de quienes somos. Rodrigo Córdoba Sanz.