domingo, 27 de mayo de 2012
Sentimientos de Impotencia Adquirido y Hábitos de Pensamiento
Nota de Rodrigo C.: El texto que van a leer de Seligman, es un texto en el que está gestando un modelo que recientemente ha salido a la luz en el libro "La Vida que Florece". En lo que van a leer conjuga su experiencia con Aaron Beck, quien pensaba que cambiando los pensamientos se pueden cambiar las emociones, en particular, en la depresión y su modelo propio acerca de investigaciones muy bien fundamentadas en experimentos, siguiendo su modelo "empirista". En mi criterio y experiencia, esto no es suficiente. Una persona puede someter al pensamiento científico, a la racionalidad sus pensamientos, pero la "negatividad" que produce los sentimientos, emociones y afectos no los puede cambiar. Y, desde un `punto de vista evolutivo, el cerebro ha sido construido en tres etapas, el cerebro reptil, el cerebro donde residen las emociones y, finalmente, en neocórtex, donde se incluye la corteza prefrontal, concretamente el hemisfero izquierdo del cerebro que tramita la lógica y el lenguaje. El hemisfero derecho, el sistema límbico, al hipocampo, el septum, la amígdala y otras estructuras que dan forma al cerebro emocional son anteriores al neocórtex. En el sentido de las reacciones humanas, las personas se ven impulsadas por su cerebro emocional, e importa muy poco la corteza prefrontal. Esto hasta cierto punto, por citar un caso clínico: la persona que tiene ansiedad, por ejemplo un TOC, puede tener miedo de hacerse daño con los cuchilos de la cocina. Si tratamos esto desde un punto de vista cognitivo, estamos dejando de lado su afectividad negativa, aquella que le lleva a tener pensamientos autodestructivos. Así que no es determinante esta explicación, que por cierto, es el siguiente epígrafe del libro de Seligman: "Aprenda Opitmismo", el que voy a compartir con ustedes. El epígrafe es el que aparece en el título del "post". Dice así:
Todos nos sentimos momentáneamente desvalidos cuando nos pasa algo malo. Nos quedamos súbitamente sin aliento psicológico Nos sentimos tristes, el futuro no puede parecernos más tenebroso, y el menor esfuerzo se nos antoja una hazaña de imposible realización. Hay personas que se recuperan casi instantáneamente; todos los síntomas propios del sentimiento de impotencia adqurido se disipan en cuestión de segundos, minutos, horas a lo sumo. Los hay que siguen sintiéndose desvalidos durante unas semanas o, en aquellos casos en que los fracasos han sido de gran importancia, la cosa puede durar varios meses.
Esta es la diferencia fundamental entre una desmoralización breve y un episodio de depresión. Recordará que ocho de los nueve síntomas de depresión que figuran en el DSM, el "menú chino", son producto del sentimiento de impotencia adquirido. Una persona deberá tener cinco de los nueve para que se le haga el diagnóstico de que padece un episodio de depresión aguda. (Nota de Rodrigo C.: Lo cual resulta bastante simplista, reunir unos "requisitos" para la depresión. ¿Es lo mismo estar deprimid@ que reunir esos criterios? Dicho de otra manera, ¿la experiencia, la vivencia, la sensación, el sentimiento se "ajusta" a ese simple manual arbitrario? Sin duda, no).
Sin embargo, se necesita contar con otro factor: los síntomas no serán momentáneos; han de tener por lo menos una antigüedad de dos semanas.
Por lo general, es muy sencilla la diferencia entre los que ven desaparecer pronto su desamparo adquirido y los que siguen padeciendo los síntomas durante un par de semanas o más: los del último grupo tienen hábitos de pensamiento pesimistas, y esa pauta explicativa hace que el sentimiento de impotencia pase de ser puntual a permanente. El desvalimiento adquirido se convierte en depresión plena cuando el que tiene un fracaso o un contratiempo es un pesimista. En las personas optimistas el fracaso no produce sino una breve desmoralización.
La clave de tal proceso está en la esperanza o la desesperanza. La pauta explicativa pesimista, según recordará, consiste en cierta clase de explicaciones para los sucesos adversos: personal ("La culpa es mía"), permanente ("Siempre será así") y penetrante ("Esto arruinará mi vida"). Cuando uno explica un fracaso de manera permanente y global, lo que está haciendo es proyectar el fracaso de manera permanente y global, lo qu está haciendo es proyectar el fracaso de manera permanente y global, ejemplo, rechazado por la mujer amada, uno puede decirse: "Las mujeres me odian" (una explicación global), y "Nunca encontraré a quien me quiera" (una explicación permanente). Estos dos factores nos crearán expectativas en el sentido de que siempre se nos rechazará, por muchas veces que lo intentemos, y de que no se trata de que esa persona en particular nos haya rechazado, sino todas las personas que intentemos amar. Quien se explique los reveses sentimentales de esta forma no hará sino arruinar todas sus futuras búsquedas de amor. Además, si uno cree también que hay una causa personal ("No soy digno de que me amen"), entonces también sufrirá su autoestima.
Póngalo todo junto y tendrá una manera de pensar particularmente apta para derrotarse a sí mismo: darse explicaciones personales, permanentes y globales para las cosas malas que nos suceden. Las personas que tienen esta pauta tan pesimista, la más pesimista de todas, son las que tienen más probabilidad de que, tan pronto hayan fracasado una vez, tengan los síntomas del sentimiento de impotencia adquirido por mucho tiempo y a través del sentimiento de impotencia adquirido y a través de muchos intentos, además de perder la autoestima. Un sentimiento de impotencia adquirido de tanta duración equivale a depresión. Este es el pronóstico de mi teoría: las personas con pautas explicativas pesimistas y que son víctimas de algún contratiempo probablemente se depriman, en tanto que las dotadas de unos hábitos de pensamientos positivos, que pasen por iguales circunstancias, tenderán a resistir la depresión. (Nota de Rodrigo C.: Esto no es siempre así).
Si las cosas son así, llegamos a la conclusión de que el pesimismo constituye un factor de riesgo para la depresión que puede compararse con el factor de riesgo que el fumar representa para el cáncer de pulmón, o que el hecho de tener un temperamento excitable puede influir en los ataques cardíacos.
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3 comentarios:
Comparto la posición respecto a los alcances del cambio del pensamiento y del optimismo. No obstante, critico el señalamiento sobre lo simplista de "reunir unos 'requisitos' para la depresión": pareciera decirse que Seligman afirma que reunir unos requisitos equivale a estar deprimido. Y según el texto transcrito, lo que Seligman dice es que al reunir X requisitos, se diagnostica depresión. Tal vez en el resto del libro, Seligman haga la equivalencia -que en efecto, es simplista-; pero no lo hace en la parte a la que se refiere la nota.
Silvia, corazón. Una de las notas dice lo siguiente:(Nota de Rodrigo C.: Lo cual resulta bastante simplista, reunir unos "requisitos" para la depresión. ¿Es lo mismo estar deprimid@ que reunir esos criterios? Dicho de otra manera, ¿la experiencia, la vivencia, la sensación, el sentimiento se "ajusta" a ese simple manual arbitrario? Sin duda, no).
Tengo que añadir algo, Seligman le llama al DSM, el "menú chino". Yo digo que el DSM es un menú para dar de comer a los psiquiatras y a la industria farmacéutica. ¿Te parece claro?
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