Las siete leyes fundamentales o principios universales fueron dados a conocer por el sabio ENOC, quien fue conocido en Egipto como Hermes el grande, el padre de la sabiduría, el fundador de la astrología, el descubridor de la alquimia. Los egipcios lo edificaron bajo el nombre de Dios Tot. Años después los griegos le llamaron Hermes Trimegisto, o el tres veces grande, y lo adoraron como el Dios de la sabiduría. Los detalles de su vida se pierden en la gran inmensidad de las edades.
Es por medio de estas leyes cósmicas fundamentales como el adepto logra alcanzar estados de mayor evolución y desenvolvimiento; por ellas, conoceremos toda la verdad del universo y lograremos igualmente elevarnos hacia el mundo mental superior, para lo cual están dadas todas las condiciones, ya que la humanidad en su gran mayoría se encuentra preparada para recibir estas enseñanzas, lo cuál es normal dado que nos estamos adentrando en la era de acuario, era en la cual la mente se expresa ampliamente.
Los principios de la verdad son siete pero en esencia son uno sólo ya que están íntimamente interrelacionados y dependiendo los unos de los otros en forma armónica. Quien logre comprenderlos poseerá la clave mágica ante la cual todas las puertas del templo se le abrirán totalmente.
Estos principios universales son: el principio del mentalismo que dice: “todo es mente”, el universo es mental. Luego sigue principio de correspondencia que nos dice: “como es arriba esa bajo, como esa bajo es arriba”. Posteriormente encontramos el principio de vibración que dice “todo vida nada está quieto” todos se mueve, hasta la pierda más tosca está en constante movimiento. Luego viene principio de polaridad que nos dice: “todo tiene su parte opuesta”; igualmente encontramos las dos leyes de causación que son el principio del ritmo que nos dice: “todo fluye y refluye” todo tiene sus períodos de avance y retroceso, y el principio de causa y efecto, el cual nos indica que “toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa” y por último encontramos el principio de generación, el cual expresa que “todo tiene su principio masculino y femenino”, todo tiene dos el polos positivo y el negativo.
Ley del mentalismo
La ley del mentalismo se basa en un aforismo que dice “todo es mente, el universo es una creación mental”. El universo en que vivimos es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Todo lo que existe es producto de la mente divina y toda manifestación captada o no por nuestros sentidos físicos es esencia mental. Dicen los diferentes textos bíblicos que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, esta semejanza o imagen divina proviene del fluido mental del cual formamos parte; es por ello, que como hijos de Dios creamos con nuestra propia mente todo lo que nos rodea en el mundo físico o en los planos de cuarta dimensión, que ha sido elaborado por la mano del hombre, o lo que elaborará en el porvenir existe desde siempre en la mente universal, donde todo lo que existe ese mente de origen superior y perfecto. De allí es traído por la mente humana a este plano físico, pero como el hombre está dotado de libre albedrío, éste le permite usar la mente para el bien para el mar. Cada pensamiento tiene forma tricolor y puede ser visto por nuestros propios ojos en el plano astral o plano psíquico; por ello se dice que la mente es la matriz del cosmos y es el pilar de quien aspira a la maestría. Por medio de ella creamos nuestro propio destino, ya que es por medio del mentalismo como la energía del cosmos actúa y nos obedece.
El temor y la duda son energías concentradas, por lo tanto se manifiestan casi que instantáneamente en el momento en el que por medio de la mente las creamos. El hombre con su mente vive creando temores: temor a perder el trabajo, temor a que le roben, temor al engaño, así como pensamientos de desgracia y preocupación. Debemos aprender a controlar nuestra mente, ya que por medio de ella construimos nuestro mundo, el cual no puede ser diferente de nuestra forma de pensar; es por ello que se dice que todo en el mundo es una apariencia, y la apariencia sólo se vive de acuerdo al pensamiento que estamos emitiendo desde nuestra mente.
Podemos crear cosas buenas o malas, pero si vemos que estamos creando cosas malas podemos utilizar el mismo principio del mentalismo para cambiar la situación. Lógicamente esto no va hacer nada difícil puesto que llevamos casi toda una vida decretando “no puedo”, o “mi mala memoria”, o “mi mal sueldo” y muchas otras afirmaciones negativas. Con ello lo que estamos haciendo es crear y alimentar energéticamente esa condición a nivel de nuestro subconsciente, el cual ópera, muy similar a una computadora o una grabadora, la que, al ser activada en forma consciente o inconsciente se encarga de que lo creado por nosotros se manifieste y si esto lo alimentamos constantemente nosotros o por otras mentes, ya sea porque lo escuchamos, lo hablamos, o lo pensamos, o por medio de terceros que lo piensen o manifieste con respecto a nosotros, va penetrando a nuestro subconsciente y sufre un proceso de inteligenciamiento y puede quedar tan grabado que pasa a nuestras esferas mentales formando allí una auto imagen o cristalización mental que nos puede acompañar en muchas vidas; sin embargo, con una constante vigilancia de nuestra mente y el uso controlado de la misma, y por medio de la afirmación constante y consciente de aquello que anule lo negativo, podemos ir limpiando nuestro mundo mental.
Lo que nunca recordamos es que en el mundo que estamos viviendo fue creado usando casi siempre mal nuestra mente; pero ahora podemos invertir en forma consciente la condición, ya que quien comete un delito en forma consciente o inconsciente, lo cual no tiene ninguna diferencia, se condena, por lo que el delito fue cometido y el acto fue llevado a cabo. De igual manera, quien piensa algo, está creando como acto eso que piensa, porque la mente precipita; la mente es creadora, la mente lleva a cabo las cosas y además por vibración atrae hacia si lo semejante.
La acción de nuestra mente puede anularse negando lo negativo, lo cual es posible puesto que en el universo no positivo se impone sobre lo negativo; en él existen cuatro grados positivos y tres grados negativos, complementándose así la acción séptuple con predominio de no positivo. Por lo tanto, procuremos pensar positivamente ya que los pensamientos positivos siembran en nosotros y en nuestro subconsciente un semillero maravilloso de vibraciones luminosas, que salen de nuestros cuerpos mentales y van a tocar otras mentes estimulándolas en el sentido positivo, trayendo el éxito a nuestro mundo y a nosotros mismos. El que tiene confianza en sí mismo llegara adonde se lo propone, si busca el camino actuando inteligentemente con fe y entusiasmo.
Ley de Correspondencia
La ley de correspondencia se basa en el enunciado de:“como es arriba es abajo como es abajo es arriba”. Este principio encierra la verdad de que entre los diferentes planos que se manifiesta la vida y todo cuanto existe en el cosmos, hay una concordancia o correspondencia que los unifica y nos permite entenderla y reconocer la clave para dar respuesta a las grandes inquietudes e interrogantes que encontramos en el transcurso de nuestra vida y en la naturaleza, ya que aplicando este principio veremos que las formas más minúsculas son un perfecto reflejo de las mayores. Veremos que el macrocosmos es igual al microcosmos y que al hombre mismo; al estudiar el átomo comprenderemos un sistema planetario y viceversa.
Para facilitar el estudio de esta ley la filosofía hermética considera que la vida se manifiesta en los planos principales: primero, el plano físico; segundo, el plano mental y tercero, el plano espiritual. En realidad son uno solo, únicamente están separados uno del otro por su grado de vibración electromagnética de tal forma, que a mayor vibración tanto más elevado es el respectivo plano. Por lo tanto no existe exactamente una línea que los separe sino que se van esfumando el uno del otro hasta construir un todo armónico, siendo su punto de manifestación más bajo o denso, la materia y el más alto o sutil, el espíritu. Podemos pasar de plano físico espiritual en forma ascendente, o bien, del plano espiritual al físico en forma descendente. Para pasar de plano físico en mental es necesario aprender a catalizar la mente y para pasar del plano mental al espiritual es necesario catalizar los tres.
Por medio de la ley de correspondencia podemos, partiendo del átomo, conocer las moléculas, los tejidos y el microcosmos y a partir del microcosmos analizar los sistemas solares, planetas y lunas, lo cual nos lleva conocer las galaxias y de ahí al cosmos. Igualmente podremos conocer la correspondencia que existe en el plano físico y astral y comprender, como un ser al desencadenar, por correspondencia va al lugar que le corresponde, de acuerdo al manejo de energía realizado por él durante su vida como encarnado.
Este mismo principio nos permite entender que tal como es arriba un padre todopoderoso creador, abajo es un hijo que también tiene la capacidad de crear, porque ha sido creado a imagen y semejanza del padre creador. Igualmente este principio nos permite conocer estudiando la respiración, por ejemplo, la creación y transformación de los mundos y sistemas. En igual forma conociendo la estructura misma del ser humano, veremos que ésta tiene una similitud con los mundos; por eso se dice que las almas y los mundos se parecen, porque hay una correspondencia o correlación.
Ley de vibración
El principio o ley de vibración nos dice:“nada está inmóvil, todo se mueve”.Todo en el cosmos vibra desde el todo que es puro espíritu hasta la más tosca forma material, desde el gran universo hasta el más pequeño de los átomos, la diferencia esta dada por la rata vibratoria: cuanto más alta es la vibración, más elevada es su posición en la escala. La vida es vibración, desde lo más lejana pulsación de un quásar hasta la leve pulsación del minúsculo insecto que despliega sus alas al nacer el día, y muere cuando cae la noche. Absolutamente todo lo que el ser humano percibe a través de sus cinco sentidos incipientes son diferentes grados de vibración que se hacen palpables y visibles en el suave color de una rosa, en el rumor de la brisa, o en la apacible quietud de la piedra aparentemente estática.
La ciencia actual ha comprobado que todo lo que se conoce como materia y energía, son diferentes modos de movimiento vibratorio. Que todo manifiesta en mayor o menor grado de vibración, lo cual produce los cambios de temperatura, de calor y sonido; igualmente ha comprobado que toda partícula tiene movimiento circular al igual que los planetas y los sistemas planetarios, los cuales a su vez giran en torno de otros más grandes y así hasta el infinito.
Este principio explica las diferencias existentes entre las diversas manifestaciones de la materia, de la mente y el espíritu, y nos permite vislumbrar que es posible pasar de plano material al espiritual o viceversa. Un ejemplo que nos puede ayudar entender esta verdad sería el de una hélice, la cual al principio veríamos estática con sus aspas palpables y densas que nos permiten tocarla y ubicarla. Si la hacemos girar constantemente vamos aumentando su velocidad de giro hasta límites casi imaginarios, podríamos observar, que al comienzo sus aspas son plenamente visibles y comienza producir un sonido o ruido de tono grave.
A medida que la vibración aumentando, el sonido se va siendo más sutil hasta que llega un momento en el que no escuchamos nada, ya que gradualmente con el incremento de la velocidad o rata vibratoria vamos pasando por toda la escala musical incluyendo los suprasonidos, los cuales no son captados por el oído humano. Sin embargo, vemos algo que se mueve hasta el punto de desaparecer de nuestra vista material y comienza surgir un color rojo oscuro. A medida que la velocidad aumenta se va tornando en un rojo brillante que pasa posteriormente al naranja, de este al amarillo, del amarillo al verde, luego al azul y posteriormente al violeta, hasta que de pronto se vuelve blanco y entramos en la escala de los supracolores, el ultravioleta y todas las demás tonalidades no captadas por nosotros físicamente.
Con la física experimental se nos dice que un cuerpo llega a superar la velocidad de la luz se descompone, lo que pasa es que entra en una dimensión de vibración mayor. Ahora bien. Por medio de la ley de vibración podemos entender los diferentes grados a nivel dimensional; en la tercera dimensión se manifiesta el plano físico; en la cuarta dimensión está la contraparte de ese plano, allí la vibración es mayor, es por ello que los seres desencarnados no son percibidos por nuestros ojos físicos, ya que ellos se encuentran aquí mismo, solo que vibrando más alto.
Si nos adentramos en el mundo de la quinta dimensión, las cosas serán mucho más brillantes, su vibración será tan elevada que es imperceptible para nosotros y la luz de esos planos están alta, tanto a nivel de calor y luminosidad, que nosotros con esta débil material en la cual estamos sosteniendo nuestros espíritus, nos quemaríamos y no podríamos soportar ni resistir su radiación. Es por ello que los seres que moran en las altas esferas no descienden al plano físico en forma directa, ya que podrían ocasionar un caos.
Por medio de esta ley y con la aplicación consciente del mecanismo de la ley de correspondencia, podremos nosotros elevar nuestra rata vibratoria, lo que nos permitirá dirigirnos junto con la tierra a estratos de mayor vibración (un vez se den los cambios definitivos de la era de piscis a acuario); para ello hemos de desdensificar nuestra materia, hemos de limpiar nuestro cuerpo físico, limpiar nuestras células, eliminar toda serie de toxinas, limpiar nuestros vehículos sutiles para ponernos a tono con la nueva vibración de acuerdo al estrato dimensional en el cual el planeta se está adentrando en esta nueva era. De esta manera, podremos manifestarnos como hombres luz o superhombres. Si nosotros polarizamos nuestra mente en una alta vibración, las bajas vibraciones no nos afectarán. Esto demuestra claramente que lo que yo siento no depende de lo que piensen los demás sino de lo que yo mismo pienso.
Entonces no podemos echarle la culpa a nadie si nos sentimos mal, si tenemos preocupaciones o dolores, ya que todo esto lo hemos ocasionado nosotros mismos a través de manejo inadecuado o adecuado de nuestro libre albedrío o voluntad.
Ley de polaridad
El principio o ley de polaridad nos dice que: “todo tiene su par de opuestos, todo es dual, todo tiene dos polos, los semejantes y los antagónicos son lo mismo, los supuestos son idénticos, pero diferentes en grado, los extremos se tocan”.
La ley de polaridad explica que lo que separa a cosas diametralmente opuestas es solamente cuestión de grados y afirma que todo par de puestos pueden reconciliarse mediante la aplicación de este principio, el cual ha servido de punto de partida para grandes avances de la ciencia y que nos ha llevado a comprender como todo movimiento es un todo, o sea el resultado de dos fuerzas contrarias: una centrifuga y otra centrípeta.
Veamos cómo se manifiesta esta ley en los diferentes planos: por ejemplo en el plano físico, podremos ver que el calor y el frío aunque parecen ser dos cosas diferentes son realmente una misma temperatura expresada en diferentes grados de una misma escala térmica. Lo que nos permite conocer el calor es la existencia del frío y viceversa; lo mismo nos permite apreciar como existe lo negro y lo blanco, la luz y las tinieblas, lo grande y lo pequeño. Cuando se dice que toda verdad es relativa, o que las verdades son semiverdades es por la razón de que nada es definitivo; tenemos el caso de la oscuridad y la claridad: si partimos de la oscuridad llegará un momento en el que poco a poco irá penetrando la luz y tendremos un momento en que no sabemos si hay oscuridad o claridad pues habrá penumbra y si seguimos ascendiendo en grados de luz llegara un momento en que donde teníamos oscuridad terminará por haber claridad, de tal modo que lo que estaba oscuro era susceptible de ser transformado; por lo tanto, esa oscuridad no era verdad definitiva sino una verdad a medias.
Jamás existe la oscuridad total, ya que siempre dentro del átomo hay un centro que es luz, aunque no sea perfectible por nuestros ojos, o sea que dentro de la oscuridad habita la luz. Otro ejemplo podría ser el viajar con rumbo norte: si avanzamos y avanzamos llegara un momento en el que estaremos viajando rumbo sur.
En el plano mental también podemos observar este principio: es así como encontramos que el amor y el odio parecen dos sentimientos opuestos, totalmente irreconciliables, pero aplicando el principio de polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto ni un odio absoluto y que el amor mismo puede transmutarse en odio o bien suceder al contrario. Un hombre temeroso puede pasar a lo largo de una línea miedo, valor y llegar a un estado de valentía-heroísmo. Un individuo perezoso puede por medio de grados de voluntad llegar a ser muy activo o también puede darse lo contrario. El espíritu y la materia son polos de la misma cosa, siendo los estados intermedios solamente diferentes grados vibratorios. Todo es cuestión de grados y de acuerdo con ello se clasifican en positivos y negativos; es así como el amor es positivo y el odio negativo; la fe es positiva y el miedo negativo.
La práctica de este principio nos facilita comprender mejor nuestros estados mentales, así como los de los demás y nos prueba que estos son únicamente diferencias de grados, los cuales podemos elevar por medio de nuestras vibraciones interiores a voluntad y hacernos dueños de esos grados en lugar de ser sus servidores. Igualmente, por medio del uso adecuado de la ley podremos ayudar a otros inteligentemente, polarizando situaciones, pero antes debemos adquirir el arte y el poder de polarizamos nosotros mismos, ya que de otra manera no podremos polarizar otros ambientes, personas o cosas, hay que comenzar por uno mismo.
Ley del ritmo
Esta ley o principio nos dice que: “todo fluye y refluye”, todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende, todo se mueve como un péndulo, la medida de su movimiento hacia la derecha la misma de su movimiento hacia la izquierda.
El ritmo es la ley de compensación, es el reflejo de la vida misma. En el universo todo se manifieste en un determinado movimiento de ida y vuelta. Todo asciende y desciende, todo tiene su avance y retroceso porque todo obedece a periodos cíclicos en los cuales podremos observar tres etapas o momentos: expansión, descenso y recuperación.
En la tierra tenemos como expresión de la ley del ritmo las mareas, la forma como suben y bajan; el ir y venir de las olas del mar ilustran perfectamente estos tres pasos o etapas. Esta ley rige al igual que todas las demás para el cosmos, los planetas, soles, animales, plantas, el hombre y su medio. Igualmente se manifiesta en los gobiernos, la economía, los negocios, y la resultante de todos ellos, nuestros estados anímicos y emocionales. Por medio de ella nos podremos explicar la razón por la cual a una gran alegría desbordante, le sigue un periodo de tristeza; a una risa descomunal, le sigue el llanto; a momentos de dolor y angustia le suceden y superan momentos de placer y tranquilidad. Esto nos lleva al conocimiento de que si aprendemos aportar los goles de la vida podremos alcanzar los momentos felices de la misma.
Al lograr elevarnos al plano superior escapamos de la oscilación y por lo tanto escapamos de la rueda kármica o rueda de encarnaciones y nos ubicamos en un punto tal, que lograremos alcanzar el amor, la perfección y la verdad. Esa verdad que es una sola y que es todo lo bueno y perfecto, aquella verdad a la cual se refería el maestro Jesús cuando decía “conoced la verdad y ella os hará libres”.
Ley de causa y efecto
La ley de causa y efecto nos dice: “toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa”. Todo sucede de acuerdo con la ley, la suerte no existe, no es más que el nombre que se le da una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la ley.
Es por esta ley que todas las cosas son, han sido y serán. Es la misma ley conocida en la filosofía como principio de causalidad. En el materialismo dialéctico se le conoce como la unidad de los contrarios; en la ciencia actual la encontramos expresada en la tercera ley de Isaac Newton: la ley de acción y reacción; además se encuentra expresada en casi todos los libros sagrados de las diferentes religiones, con muy variados ejemplos como el pasaje bíblico que nos dice, es aquello que sembremos eso mismo habremos de cosechar.
En el universo, todo movimiento tiene su verdadera resonancia, su propio efecto; todo cuanto sucede, las consecuencias de esos sucesos y todo acontecimiento son causales y no casuales; es por ello que nada se da al azar, ni siquiera la caída de una hoja; todo en el universo se concatena.
La ley de causa y efecto se manifiesta tanto el plano físico como en los planos de cuarta dimensión, ya que ni con la desencarnación podemos apartar el efecto de la causa y es aquí donde encontramos la explicación a la reencarnación o secuencia de vidas en las cuales tiene lugar la adquisición de experiencias y la aplicación de la justicia retributiva. Sin embargo, el proceso evolutivo del hombre y del universo no se limita simplemente a un ajuste de causas y efectos; si fuera así, nos encerraría en un camino circular que nos llevaría dar vueltas continuamente sin llegar nunca un fin; por lo tanto, todas las cosas y el hombre mismos se mueven en ciclos progresivos, de manera que puedan gozar de todas las ventajas y de todas las oportunidades de desarrollo que el universo puede ofrecerles. Es por ello, que la vía evolutiva, sendero tridimensional, “la espiral” que siempre va adelante y hacia arriba.
Esto quiere decir que tal como el anochecer trae como efecto el amanecer, el sol sale cada mañana, pero cada mañana ha progresado o adelantado más en su jornada anual. Del mismo modo, el hombre regresa mediante la reencarnación para adquirir nuevas experiencias, y por medio de la aplicación de las leyes universales, va dominando sus modalidades, sus costumbres negativas y aumentando su nivel vibratorio, logrando progresar o avanzar más hacia la meta de la perfección hasta lograr la unificación en los planos del mundo espiritual.
El hombre, los grupos sociales, las naciones del mundo, están sujetos a la ley universal. Todos nuestros males, nuestras enfermedades, así como los males, las enfermedades y las tristezas del mundo, obedecen a lo que realmente merecemos. Por lo tanto, dominando el hombre sus actitudes, sus pensamientos y sus obras podrá lograr su verdadero avance evolutivo de hacer de su mundo un verdadero paraíso.
Ley de generación
Esta ley nos dice que: “la generación existe por doquier. Todo tiene sus principios masculino y femenino, la generación se manifiesten todos los planos”.
La palabra generación deriva de la raíz latina que significa “concebir, procrear, producir” y tiene un significado mucho más amplio que la del sexo. Todo cuanto existe tiene sus principios masculino y femenino es decir todo contiene los principios activo y positivo, en todo se manifiesta la acción del ánodo y el cátodo. La polaridad y la generación se manifiestan en todos los planos tanto en el físico como en el elemental y el espiritual.
En el plano físico este principio se reconoce por la diferencia de los sexos, pero de ninguna manera tiene que ver algo con las degradantes teorías de varias escuelas o sectas enseñan a la humanidad, llevándola a un mala utilización de esta energía; nada tiene que ver el principio de generación con ese aspecto tan sublime para el hombre: hemos de saber, que para el ruin todas las cosas son ruines y para el puro todas las cosas son puras. Este principio de generación está igualmente presente en los reinos vegetal y animal, al igual que en el ser humano donde el hombre es el elemento pasivo que imprime la energía para que la mujer o principio activo lleve a cabo la maravillosa labor de la procreación; por otra parte cada uno de los seres humanos independientemente de que sea una mujer tiene su complemento o alma gemela; no existe ningún ser solitario, a menos que sea andrógino, dependiendo de la evolución planetaria de la cual sea originario como es el caso de los seres de Urano; ellos también tienen el principio masculino y femenino, sólo que integrados en un solo ser.
En el plano mental reconocemos este principio en la forma negativa como la mente consciente, activa y voluntaria; en tanto que la forma positiva corresponde a la mente pasiva, inconsciente y subjetiva. También lo encontramos a nivel de la ciencia y la religión, donde la ciencia representa al padre, que es el aspecto positivo es la inteligencia que da impulso, que genera; por el aspecto femenino está la religión que representa a la madre, su finalidad es la cohesión o el amor divino. Unificados estos dos aspectos darán la verdadera sabiduría: EL HIJO. Asimismo el hombre y la mujer se constituirán en un solo ser una vez logre el séptimo grado de evolución donde se unificaran y tendremos la unión de almas gemelas, cumpliendo así las palabras bíblicas de “lo que Dios ha unido el hombre no podrá separar”.
Ahora bien, es necesario aclarar, que los términos positivo y negativo son generalmente aplicados en forma errónea, ya que la palabra positivo sugiere algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del negativo; pero nada está más lejos de la verdad, ya que en las manifestaciones eléctricas, como es el caso de una batería, el polo negativo es realmente el polo en y por el cual se manifiesta la generación de producción de formas y energías nuevas; nada hay de negativo en él; por esta razón, los hombres de ciencia está utilizando el término cátodo en lugar de negativo, el cual significa recibir, germinar, producir, dar forma. Igualmente el término ánodo se emplea en lugar de positivo y significa atraer, estimular, sembrar.
En ésta forma quedan descritos las siete leyes o principios universales, las cuales se pueden complementar a través de lecturas adecuadas y aún de las propias experiencias. Usémoslas con sabiduría y un buen discernimiento y lograremos poseer la herencia del padre y seremos los dueños de nuestro propio destino y nuestro mundo.
Convertir las leyes en vida
La ley solo en papel puede convertirse en letra muerta.
Ello según lo que hemos visto, significa que esta semilla permanecerá latente, mientras no la coloques en el terreno abonado de tu corazón y de tu mente.
Las leyes universales son parte integral de tu vida. Actúan en ti, quieras o no quieras.
Tienes la obligación de hacer de su conocimiento una herramienta para tu avance. O esperar que ellas sigan actuando por sí mismas, sin que te hagas responsable de tus consecuencias.
Si decides convertir las leyes en tu elección de vida, vuelve a cada instante a la reflexión de las mismas, hasta que ellas formen parte de tu ser. Hasta que se hayan internado en tu corazón y sean capaces de convertirse en tu pensamientos y expresarse con tus palabras.
Cuando ello sea así, las leyes universales serán tus aliadas en el camino de tu progreso integral.