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Paz y Ciencia

miércoles, 21 de abril de 2021

Disciplina Positiva

Françoise Dolto nos dejó este legado: "Los niños son los síntomas de los padres"

Próximamente les dejaré la opinión de José Antonio Marina. Filósofo, ensayista y educador.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Padre. Tno.: 653 379 269 Zaragoza -Gran Vía- Y Online                      Página Web: Conóceme-Contacta



Silvia Álava: “Si queremos que nuestro hijo cambie su conducta, el cambio debe empezar en nosotros”

La psicóloga reflexiona en el libro “Seis cuentos para educar en disciplina positiva” sobre conceptos como las rutinas, la pertenencia, la persistencia, el perdón, el enfado o la autoestima

Seis cuentos para educar en disciplina positiva” es el último libro publicado por el Centro de Psicología Álava Reyes, escrito por una de sus profesionales, la psicóloga Silvia Álava.

Seis historias protagonizadas por trapecistas, ovejas, piratas y piedras mágicas recorren las páginas de este libro con el fin de enseñar a los más pequeños conceptos como las rutinas, la pertenencia, la persistencia, el perdón, el enfado o la autoestima de un modo sencillo.

Pero, además, es un manual para nosotros, las madres y padres, ya que contiene una guía práctica para enseñarnos a aplicar desde casa esta disciplina positiva para conseguir que nuestros hijos cumplan normas, pidan perdón, gestionen sus emociones, etc.

Silvia, seis cuentos para niños, pero también explicaciones para los padres que nos pueden servir en la crianza y educación de nuestros hijos… Un libro que es la herramienta perfecta para toda la familia…

Exacto, es que el cambio está en nosotros, los adultos. Cuando estamos educando, los responsables somos los padres. Incluso, cuando estamos hablando del adolescente, el cambio tiene que empezar en nosotros. Es el adulto el que tiene que actuar de forma diferente para que el niño actúe diferente. Cuando trabajo con familias les pido que hagan un registro, no solo de lo que hace o dice su hijo, sino de lo que le contestan ellos. Y la clave, la mayor parte de las veces, está en nuestra respuesta.

La herramienta que propones en este libro para relacionar con nuestros hijos es la disciplina positiva. Cuando hablamos de educar en positivo, hay mucha gente que lo relaciona con el hecho de no poner normas y límites a los niños. ¿Por qué ocurre esto? 

Es cierto que existe un mal entendido y confundimos disciplina positiva con ausencia de normas y límites, pero nada más lejos de la realidad. Cuando hablamos de disciplina positiva, por supuesto que hay normas y límites, lo que pasa es que las normas y los límites se han explicado y anticipado. Es decir, las normas atienden a una lógica y un razonamiento, no se ponen bajo el esquema del “aquí mando yo”.  No podemos olvidar que las normas y los límites no las ponemos para que los niños nos obedezcan porque sí, sino para que los niños y las niñas activen el autocontrol. Por eso, las normas deben estar explicadas, anticipadas, enunciadas en positivo y adaptadas a la edad de los niños. Por otra parte, me gustaría quitar de la cabeza de algunos padres que las normas y los límites anulan la personalidad nuestros hijos. No, para nada, les dan seguridad, confianza y les ayudan a adquirir autocontrol.  

¿Cómo definirías tú la disciplina positiva? 

Educar desde el respeto. Teniendo en cuenta que el niño debe respetar a los adultos, pero nosotros también al niño. Le tenemos en cuenta, su opinión, sus emociones, sus necesidades. Quizá algo diferencial cuando hablamos de disciplina positiva es que no castigamos. Porque, ¿qué es el castigo? Es una sanción. En disciplina positiva no hay castigo, hay consecuencias. Las consecuencias son lógicas (las hemos anticipado previamente, el niño sabe lo que va a ocurrir) y tienen que ver con la conducta. Es decir, si tu hijo no echa la ropa al cesto de la ropa sucia, un castigo sería no dejarle ir al cine el sábado con sus amigos, algo que no tiene nada que ver con su conducta. La consecuencia sería que no le lavamos la ropa porque no está en el cesto. De esta forma, fomentamos la autonomía de nuestros hijos, y que aprendan a hacer las cosas por sí mismos.  

De hecho, la neurociencia nos dice que no hay que sentirse mal para aprender…

No es que no haya que sentirse mal para aprender, es que la neurociencia ha demostrado que las emociones agradables favorecen el aprendizaje, y las desagradables lo entorpecen. Lo que necesitan los niños para aprender es tiempo, calma, paciencia y repetición. Por tanto, vamos a educar sintiéndonos todos bien, sin el grito, sin la amenaza y el castigo. Lo que nos traerá un resultado mucho más beneficioso para el niño, pero también para nosotros, que nos sentiremos mejor. 

Cuando hablamos de disciplina positiva, hay muchas madres que argumentan que a ellos no les funciona porque si no le castigan, su hijo no les hace caso…

Cuidado, es que los niños han aprendido que hasta que no les decimos las cosas cinco veces, no nos tienen que hacer caso. Pero es que, además, ellos saben que desde que se lo decimos la primera vez hasta la quinta, les hacemos mucho caso. Y, sin embargo, si lo hacen bien a la primera, nadie le mira. Entonces, el niño, que lo que quiere es tu atención, no lo hace hasta la quinta. Probemos a hacer lo contrario, cuando estás obedeciendo, te presto atención, me quedo a tu lado. Muy importante también es ir avisando de lo que va a ocurrir. Por ejemplo, yo sé que mi hijo no va a querer dejar de jugar para irse a bañar, pues le voy a ir avisando. “Oye, en 5 minutos vamos a recoger los juguetes”. Y, en lugar de castigar, alentar: “Qué bien, porque lo vamos a hacer muy rápido y nos va a sobrar tiempo para leer un cuento juntos”.  

Otra frase recurrente suele ser esta: “Está muy bien eso de razonar con el niño, pero es difícil hacerle entrar en razón”. 

Los niños son capaces de razonar perfectamente, pero la clave está cuando tratamos de hacerlo. En medio de una pataleta nadie puede razonar, hagámoslo después, en calma. Lo hablamos después, explicándole con un lenguaje que ellos entiendan porqué tiene que ducharse y dejar de jugar. Y, además, lo hacemos respetando su emoción: “Cariño, entiendo perfectamente que quieras seguir jugando, es lógico, por eso te sientes enfadado, pero sabes que todos los días hay que dedicar un ratito al baño”.  

¿La disciplina positiva ve la educación como un proceso a largo plazo y el autoritarismo quiere el resultado ya? 

Podría ser una buena definición. A veces queremos conseguir las cosas ya, es lógico, necesitamos el resultado hoy. Lo que ocurre es que el “porque lo digo yo” no suele funcionar. ¿Las madres y padres queremos que nuestro hijo se lave los dientes porque nosotros se lo decimos o que aprenda por qué se tiene que lavar los dientes y lo haga siempre, independientemente de que estemos delante? Yo creo que lo segundo. Se trata de que entiendan en todo momento el porqué de las cosas. Y hay que explicárselo con su lenguaje: hay que lavarse los dientes porque si no vienen los bichitos, por ejemplo. 

¿Cómo será de adulto un niño al que le han educado en la disciplina positiva y cómo será de adulto un niño al que le han educado desde el autoritarismo? 

Está demostrado que los niños cuyos padres son figuras más autoritarias, pueden llegar a funcionar muy bien en el colegio, a nivel de notas, pero pueden ser menos críticos y, a nivel emocional, les costará más reconocer sus emociones y las de los demás. La sobreprotección tampoco ayuda. Las consecuencias serían falta de autonomía, seguridad… 

Educando con disciplina positiva educamos de una forma más democrática, buscando consensos, y conseguimos niños seguros, autónomos, capaces de reconocer y regular sus emociones. 





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