Entre sus aportes a la sociología se destaca el concepto de la lucha de clases, donde Marx establece que las personas en sociedad se dividen en clases y observa que la historia de la humanidad es una historia de enfrentamientos entre grupos antagónicos. Este constante enfrentamiento a lo largo del tiempo va a derivar en una sociedad ideal “comunista” donde no existan las clases sociales. A su vez, la historia manifiesta una sucesión de tipos diferentes de sociedades, las cuales van cambiando de manera drástica y revolucionaria. A lo largo de estos procesos es donde se creó en la historia al proletario, quién no vende su trabajo al mercado para ganar dinero, si no que vende su fuerza de trabajo; es decir que se vende a sí mismo diariamente por una cantidad de tiempo para poder hacer su trabajo.
Marx sostiene que en el tipo de sociedad capitalista el trabajador no está sujeto al amo, si no que tanto el obrero como el capitalista son propietarios en el sistema: el primero es dueño de su capacidad para trabajar, de su fuerza de trabajo, y el segundo es propietario del capital e instrumentos de trabajo. Ambos mantienen una relación al ser el capitalista quien contrata al obrero por una determinada cantidad de horas diarias a cambio de dinero. En esta relación es donde Marx considera que está el secreto de la producción capitalista, que despoja al productor de su producto y se hace ver como una criatura independiente de quien la haya producido. Así es como el obrero considera que el producto de su trabajo no le pertenece porque vendió su fuerza de trabajo para tener una paga y mantener a su familia. A esto se lo conoce como trabajo enajenado, otro aporte de Marx.
Su contribución principal al pensamiento sociológico es la perspectiva denominada, teoría del conflicto, según la cual, la organización y el cambio social se basan en los conflictos que surgen en la sociedad. Sus nociones del cambio tienen sus raíces en los textos de un filósofo, Hegel, que desarrolló el concepto de dialéctica. Esta noción se basaba en la idea de que todo lleva en sí mismo las semillas de su propia destrucción, pero que una nueva forma surgirá de sus cenizas.
Marx tomó esta idea de la dialéctica y la aplicó a la sociedad, afirmando que los orígenes del cambio son todos materialistas, y no se basan en ideas.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza Presencial/Online PáginaWeb: www.rcordobasanz.es rcordobasanz@gmail.com
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