"Diviértete e intenta aprender, fastidiarás a alguien. Si no lo haces, fastidiarás a alguien".
Mulá Nasrudín
Nuestros padres y abuelos han intentado penetrar, en el siglo pasado y más de una vez, el muro del mal social con todo tipo de teorías sociales, programas políticos, reformas, resoluciones y revoluciones. En cada intento han fracasado miserablemente. Ni un solo intento de mejora del destino humano ha tenido hasta ahora. Más que eso, o más bien, peor que eso: con cada intento la miseria se profundizó y aumentó la confusión. La generación actual, a saber, aquellos que están en su madurez ahora, aquellos que tienen entre treinta y sesenta, han heredado esta confusión y han intentado duramente, y en vano, salir de ella: algunos han sido capaces de levantar la cabeza por encima del caos, otros han sido arrastrados por un remolino para no salir nunca más. En otras palabras: hemos fracasado miserablemente como constructores de una nueva orientación vital para la vida. Estuvimos demasiado agobiados con nuestros propios embrollos pasados. Íbamos cargados con cadenas en nuestras piernas, mientras intentábamos salir hacia la libertad. Hemos caído, y, como generación, no nos levantaremos nunca más.
¿No hay, entonces, esperanza? Hay esperanza, mucha esperanza, si solo mostramos el valor y la dignidad de ser conscientes de nuestro miserable fracaso. Entonces, y solamente entonces, seremos capaces de ver dónde y cómo ayudar.
Wilhelm Reich
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