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Paz y Ciencia
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viernes, 13 de enero de 2017

Lacan y Claude Lévi-Strauss

"He aprendido muchas cosas de Lévi-Strauss", dice Lacan. En primer lugar que la estructura simbólica domina. ¿Qué?  Lo social, las relaciones de parentesco, la ideología, pero también, para cada uno, su relación con el mundo, sus relaciones afectivas, su complejo familiar. Después, que ciertos guiones imaginarios, a saber, los mitos y los ritos que ellos fundan, son necesarios para velar las contradicciones de la realidad económica y social. Tercera lección: estas formaciones se transforman: lo hacen siguiendo leyes, que son matemáticas.

Lacan aplica estas lecciones al psicoanálisis. El sujeto confrontado a un real imposible de simbolizar produce un guión fantasmático que pone en escena un comportamiento estilizado, el cual puede verse como una auténtica ceremonia o como un verdadero delirio....

Cada vez que logra coincidir consigo mismo, su partenaire sexual se desdobla, cuando su vida amorosa se unifica, entonces aparece un doble narcisista que vive por procuración en su lugar.

Jaques-Alain Miller

miércoles, 11 de enero de 2017

Argumentos de género: mascarada, actuación y cita



Lo que Lacan enfatiza es la división entre el organismo y el sujeto, reconociendo al mismo tiempo la continuidad entre el cuerpo y la psique. La división entre el organismo y el sujeto elimina la necesidad de depender de una determinación biológica del género, la cual supone siempre una masculinidad y una feminidad derivadas del cuerpo real.
Ese supuesto avala la posición de aquellos sujetos que creen que su cuerpo no coincide con la identidad sexuada que han elegido y recurren a la cirugía para cambiar sus cuerpos.
Como se señaló, los sexos no están nítidamente divididos en dos complementos, porque la distinción sexual simbólica tiene en cuenta la falta del Otro, esa que invade los límites del lenguaje y la palabra, lo real interior y exterior a la realidad cotidiana. Ninguna división se repartirá nunca nítidamente entre lo masculino y lo femenino: el deseo de cada sujeto lo hará de diversas formas. La diferencia sexual siempre excede, es más que la diferencia de género.
En psicoanálisis, el Otro es conceptualizado como el sistema simbólico impersonal que implica que el yo individual en su autonomía es una ilusión. El Otro no es aquello que determina la realidad y dictamina nuestras elecciones, sino una estructura que opera sobre la base de una falta constitutiva a través de una promesa que no puede cumplir. Así, el Otro produce una especie de engaño que, si no es reconocido y capitalizado, tiene resultados catastróficos para el yo y para la sociedad. La trampa en la que cae el feminismo es interpretar este engaño como una donación meramente patriarcal, cuando el desafío es entrar y tomar parte en la actuación.
Lacan y el Posfeminismo de Elizabeth Wright
Rodrigo Córdoba Sanz Psicólogo y Psicoterapeuta

martes, 26 de julio de 2016

Paradojas de un análisis

Lo que enseña un análisis no se obtiene por ningún otro camino, ni por la enseñanza, ni por ningún otro ejercicio espiritual. Si no, ¿Para qué serviría? ¿ Esto significa que hay que callar ese saber? Por muy particular que sea de cada uno, ¿no habría forma de enseñarlo, de transmitir por lo menos sus principios y algunas de sus consecuencias?
Para esa finalidad están los filtros de documentación, seminarios y escritos.

martes, 29 de julio de 2014

Jacques-Alain Miller: El heredero de Lacan



ENTREVISTA A JACQUES-ALAIN MILLER: EL HEREDERO DE LACAN

-El orden simbólico no es más lo que era. ¿Podría decir qué era y lo que será?
-La declinación del orden simbólico no es un axioma del psicoanálisis. Los cambios se constatan, están en todos lados. En la actualidad, hay otra idea de familia, otra práctica, otros conceptos. El de hoy es un nuevo mundo. La función del padre no es la de antes. Eso se dice desde la Revolución Francesa. No hay que olvidarse que se le cortó la cabeza al rey. Y que la Revolución Industrial fue otro punto de inflexión. Es cuando empieza a hacerse sentir el poder del capitalismo, los efectos que Karl Marx describió tan bien: hacer desvanecer lo que parecía estable, inmóvil. Entonces podría decirse que el padre ya no tenía la gloria social y legal anterior. Y con una cierta igualdad de condiciones que la revolución favorece, la idea del pater familias, que viene de la Roma antigua, se encuentra recortada. Balzac, en sus novelas, señala la caída de la imagen paterna a mitad del siglo XIX.

-En “La mujer de treinta años”, en “Papá Goriot”…
-Exactamente. La paternidad, en esa novela, está degradada. Y eso pareciera que cada generación lo redescubre. Un siglo después, Hannah Arendt escribe un artículo sobre la declinación de la autoridad en los Estados Unidos. Esto es parte del derrumbe progresivo de un orden simbólico que era fuerte, antiguo. Lacan, que formalizó el Edipo, a la vez dijo que –como está jugada– en la historia contemporánea el padre no tendría siempre la dirección del show, del espectáculo. Eso no podrá mantenerse. Y en eso estamos. Lo vemos en los casos clínicos. Ahora, el padre y la madre son iguales en las decisiones fundamentales que toma un analizante. Pero siempre puede decirse que los símbolos son semblantes o construcciones: es una construcción nuestra idea del tiempo, del espacio, de la política, etcétera; construcciones que empezaron, y que pueden terminar. Eso lo desarrolló Ludwig Wittgenstein con los juegos de palabras. De otra manera también lo hizo Michel Foucault. Y de otra manera Ian Hacking. Se trata de representaciones simbólicas que se mueven, al contrario de lo real, que queda en su lugar. Pero creo que debemos avanzar en la idea de que lo real también está tocado. Ese es el paso.

-Lo real está tocado por la técnica
-Por la técnica, porque la técnica se metió con lo real, con eso que parecía fuera de nuestra acción, de nuestras posibilidades. Pero la civilización ha penetrado en la fábrica de lo real. La prueba misma es que podemos hacer desaparecer el planeta con una bomba. Podemos destruir la naturaleza. Alterar el clima. Y ahora, hasta cambiar la especie humana, como piensa el filósofo alemán Peter Sloterdijk; cambiarla por una especie de superhumanidad… lo felicito por su optimismo. La cuestión es que se ha logrado entrar en una zona completamente desconocida. Eso tiene consecuencias para pensar a nivel de la experiencia analítica. Lacan lo ha pensado mucho en la dimensión simbólica. Pero a nivel de lo real, de lo que resiste a la simbolización, queda algo que es superreal. No es un límite absoluto. Eso se condensa más y más. Pero se percibió bajo el rostro de la destrucción. Pasar de las “guerras amables” entre ejércitos a la destrucción masiva de poblaciones civiles… eso es imparable. El movimiento mismo de la ciencia parece el espectáculo de la pulsión de muerte en acción. Pero tratemos de decirlo de manera menos romántica: se ha tocado lo real. 

-¿Cómo saberlo, cómo detectarlo?
-Bien, la idea más sofisticada de lo real en la física matemática es la mecánica cuántica. Y hasta hoy, los físicos y los filósofos se pelean para saber de qué real se trata en esa mecánica. No hay acuerdo. Eso disgustaba a Albert Einstein. Pero es un terreno fecundo para las ideas barrocas. Porque no se entiende qué cosa es ese real que se ha descubierto.

-Es como si no fuera nada.
-Algo así. Se pensó que podían ser los átomos. Hasta que se descubrieron partículas subatómicas. Nadie está tranquilo con lo real actual. Antes existía el materialismo. Se decía: es la materia. Sin embargo, la materia es muy distinta de lo que pensaba el materialismo del siglo XVIII, o el materialismo de Marx o el de Lenin. Eso tiene consecuencias para pensar nuestro real en la experiencia analítica.

-¿En qué sentido?
-Lacan formalizó el inconsciente como un tipo de sistema. La idea era la de un real científico. Haciendo grafos, mostrando, a partir de una serie azarosa de signos, cara y ceca de una moneda, se obtiene una serie azarosa. Y ha mostrado también que agrupando los símbolos se veía surgir una ley. Las posibilidades eran esas: una, dos, nunca ninguna de las dos, repetición. Esa fue la denotación de Lacan. El inconsciente era a nivel de esa ley: cómo los significantes se encadenan, la llamada asociación. Lacan demostró cómo se podían ordenar los casos de Freud, según ese tipo de conexión, entre unidades significantes. Eso es el inconsciente freudiano. Lacan definió el inconsciente, en cambio, a nivel de esa serie azarosa. En esa serie no se puede saber cuál será el próximo símbolo porque existe la contingencia. 

-¿Y en análisis?
-Lo que se produce de más íntimo en un análisis, es que nadie puede saber nada con anticipación; la idea de la ciencia justamente, es que todo se puede saber con anticipación, se puede prever, y que con una ley se puede decir “esto es posible”, “esto es imposible”. Si se piensa el encuentro entre dos seres a nivel sexual, por ejemplo, no hay una ley previa, no hay un programa; los animales sí lo tienen. Pero para la especie humana, a ese nivel, hay una parte del programa que no está escrito. Es lo que Lacan nombra ausencia de proporción sexual. Hay un agujero en lo real. Lo real del sexo, en la especie humana, no dice nada; existe la contingencia, el encuentro, la invención, la construcción, los semblantes: el matrimonio, en algunas culturas es una sola mujer, en otras culturas son cuatro, en otras una más, tres escondidas. Cada cultura tiene su originalidad. Pero no se encuentran perros que copulen de una manera en China y de otra en la Argentina. En la naturaleza existe una constancia. 

-¿Ninguna constancia para el viviente? 
-Lo que parece una ley general es que los primeros encuentros con el goce del cuerpo dejan marcas que no se borran. Eso es muy curioso. Porque esos encuentros son azarosos. En las estructuras clínicas, el encuentro con el goce es algo desmesurado, no previsto. En general, es traumático y deja una marca. Debajo de las conexiones significantes se puede encontrar ese punto. Y se debe encontrar. No se puede deducir. 

-Una curiosidad… ¿usted vio la película “Shame”? Se cuenta una historia…
-Ni se le ocurra contármela, la voy a ver. Algo escuché de una adicción al sexo. En principio, recomiendo leer el último número de la revista Registros, dedicado a los hombres. Está muy bien, y es muy divertida. Los hombres son los antiguos amos, caídos, degradados. Por la emergencia de las mujeres. Y aunque esto es relativamente reciente, los antiguos amos se encuentran desorientados. Los hombres no se ubican bien frente a la femineidad emergente, que reivindica un cambio en muchas categorías. La cultura está armada para controlar el goce femenino, que es incontrolable. Pero desde el comienzo de la civilización, ése era un factor que había que dominar, encuadrar, controlar. Pero cambiaron los tiempos. El diablo ahora saltó.

-¿El diablo?
-El goce femenino, sí, que tiene el poder de perturbar todas las categorías. Las culturas pueden pensarse como maneras de encajonar al goce femenino. Sin éxito. Se feminizan las profesiones. ¿Y por qué habría que resistir la feminización? Seguramente las mujeres sostendrán la práctica analítica en el siglo XXI. Lacan decía que las mejores analistas eran las mujeres. Y también las peores. 

-¿Qué piensa usted de la sociedad del espectáculo que teorizó Guy Debord?
-Debord era una manera de tratar la vida cotidiana como hecha de semblantes. Pero terminó suicidándose. Supongo había encontrado algo que no era espectáculo.

-Lo real…
-Puede suponerse. A veces, los espíritus más ágiles, los más irónicos de una generación, terminan aplastados. Se los traga algo bajo la frazada. Eso es el saber del analista. Cuando sabe que puede venir el hombre de negocios más exitoso, y en el consultorio mostrar otra cara. 

-Hubo mucha gente, como nunca, en el Congreso de la AMP.
-Fue una alegría ver tanta cantidad de gente, tantos jóvenes. ¿Qué decir? Que hay una llamada posible al psicoanálisis para responder a los trastornos contemporáneos. Y creo que a medida que la sociedad de control se refuerza, los impasses que provoca le han dado al psicoanálisis una nueva urgencia, ya sea a nivel terapéutico o del pensamiento.

-¿Su opinión sobre las nuevas tecnologías de comunicación?
-Es fundamental, positiva. Hace años, cuando se introdujo internet en nuestros intercambios, en 1994, recuerdo haber escrito una intervención en el avión que me traía a Buenos Aires, diciendo que íbamos a ver tres edades en la AMP. Escribirse cartas, mandar postales. Eso no permitía la vida de una asociación mundial. Era demasiado lento. Después, la segunda edad: el fax, que permitió crear la Escuela Europea de Psicoanálisis. El fax permitía incidir sobre un número de grupos y secciones de España e Italia con cierta rapidez. Con el correo electrónico tuve la impresión (que antes no tenía) de que era el instrumento que iba a permitir crear la AMP. Además de permitir publicar sin las limitaciones del papel. Eso no se hubiera podido decir antes de estas nuevas tecnologías.

-¿Por qué el psicoanálisis tiene mayor repercusión en los países católicos que en los protestantes? 
-Siempre fue así. Lacan era escuchado en Francia con muchas dificultades. Y tuvo algunos alumnos en Bélgica y en Italia. Dos veces estuvo en España pero entonces los españoles no iban a analizarse a París. El fin del franquismo político ocurrió después de la muerte de Lacan. 

-¿Y los argentinos?
-Lacan conoció a Oscar Masotta. Me lo presentó como “mi discípulo, mi alumno”. Pero es en 1978 que llegan a París los primeros argentinos para ver a Lacan. Ese movimiento recién empezaba y Lacan se estaba muriendo. Los argentinos que habían viajado eran Roberto Harari, que fundó Mayéutica; Jorge Chamorro, que está en la EOL, otros… Pero el encuentro decisivo, para mí, fue el que tuve con Diana Rabinovich, que me convenció de ir a Caracas, donde estaba exiliada. Estuve por primera vez en América latina en 1979, y conocí la importancia que tenía Lacan en el mundo latino. Fue la ocasión para descubrir otro mundo del cual no tenía idea. Y pensé que Lacan también podía conocerlo. Aceptó de inmediato, y a pesar de su edad, estuvo en Venezuela en 1980. Esa es una historia de países católicos, de cultura latina. En Alemania hay algunos grupos interesados en Lacan, desde el punto de vista intelectual. En Estados Unidos es apreciado en las universidades, por filósofos, críticos literarios, por los estudios culturales. Pero casi no acceden a su práctica cínica… por la cultura, el tipo de desarrollo, el estilo. Existen algunos grupos, pero casi como un fenómeno marginal. Europa del Este estaba congelada. Y cuando las cosas se abrieron, llegó la IPA (International Psichoanalytical Association) primero. Sin embargo, tenemos alumnos y analizantes en Rusia, y en los países bálticos, aunque allí también es muy fuerte la impronta norteamericana, que se opone a la clínica de lo singular. Estamos activos igual.

-¿Y en Oriente?
-Japón era un interés de Lacan. Los psiquiatras han traducido muchos seminarios, pero el país sigue siendo un enigma. El otro misterio es China, donde Lacan circula mucho. He tenido varias ofertas para viajar. No lo haré todavía. Seguro más adelante, por interés cultural, por saber cómo se transmite a Lacan. Hay analistas lacanianos que funcionan muy bien, se han formado en París.

-En China, tengo entendido, el individualismo no existe.
-Es cierto. Y tampoco en el psicoanálisis. Pero también es cierto que el capitalismo está en tensión en ese país comunista, y son los líderes de nuestro tiempo. Claramente existen fallas. China no parece ideológicamente estable. Por eso supongo que en las condiciones actuales, las autoridades no permitirían sino un psicoanálisis dócil al encuadre social y legal. Eso puede cambiar en el futuro. De hecho, cuando empecé la campaña para la liberación de la psicoanalista siria Rafah Nached, en el ministerio de Relaciones Exteriores de mi país me dijeron que lo más útil sería tener firmas de los últimos países amigos de Siria, entre los que estaba China. Y los diplomáticos no creían que eso fuera posible. Pero logré que algunos chinos firmaran un petitorio por la liberación de Rafah, si bien en términos generales, protocolares. Es una buena señal. Y demuestra que cuando todo es controlado por un partido, ciertas cosas empiezan a moverse lentamente. Por supuesto, si Lacan entrara en China, lo van a desear sin sal, querrán un Lacan “chino”.

-¿Cómo sería un Lacan “chino”?
-Hay que permitirles hacerlo. En principio, creo que quieren aprender de Occidente para desarrollar una vía “china” a Lacan. Pero para Lacan sería lo mismo. Si se apoderaran de su pensamiento, aprenderán qué pensaba Lacan, sus zonas inasimilables. El se interesaba mucho por el pensamiento de la antigüedad china. En ese punto Lacan también fue un adelantado.

Jacques-Alain Miller

viernes, 9 de mayo de 2014

Colette Soler



COLETTE SOLER: "De rupturas y construcciones"

Usted se formó con Jacques Lacan. A más de dos décadas de su muerte, ¿qué permanece vivo del maestro? 
Para mí, Lacan vivo es su texto. Por supuesto tengo recuerdos de su persona, de mi análisis con él, de mi encuentro y de Lacan en sus seminarios. Tengo recuerdos, pero para mí lo importante es la orientación que surgió de su obra. Y es verdad que casi desde su muerte –se van a cumplir veinticinco años–, trabajo estos textos y verifico cada vez más que, incluso cuando un texto parece difícil de entender, finalmente si se explica bien, si se trabaja bien, arroja una luz que sirve en la práctica analítica. Entonces, no pienso de ninguna manera que, a pesar de lo que algunos dicen, el texto sea el texto muerto y necesite al autor vivo. Precisamente, un gran texto vive y hay algunos vivientes que no lo hacen. 

Su relación con Jacques-Alain Miller data de muchos años. Compartieron diversos espacios que implicaron un arduo trabajo en pos del desarrollo del psicoanálisis, pero también, y en base a los testimonios que aparecen en el libro El Psicoanálisis frente al pensamiento único, atravesaron muchos años de contienda y desacuerdo a pesar de lo cual usted permanecía en la A.M.P. ¿Por qué decidió quedarse? 
Voy a precisar lo que introduce la pregunta acerca de la antigüedad del vínculo. Yo llegué a la Escuela Freudiana de París, la escuela de Lacan y seguí los seminarios, pero entré como miembro de la escuela en 1976. En ese momento no conocía a Miller. Sabía que había hecho el índex de los escritos, que era miembro de la escuela, pero en verdad puedo decir que cuando llegué, para mí, Miller no existía. Incluso no asistí, en el comienzo, a la sección clínica en París a la cual él se dedicaba. Entonces, conocí a Miller al final de la Escuela Freudiana, no puedo precisar si en 1977, o en 1978. Bien, después, efectivamente trabajé, al momento de la disolución, en la creación de la Escuela de la Causa Freudiana. Trabajé mucho tiempo en este conjunto y en el Campo Freudiano, también, que desarrolló todos los seminarios fuera de Francia. Eso para ubicar el principio de la historia. ¿Y por qué no me marché enseguida cuando vi que algo no funcionaba? Por una razón que para mí es absolutamente esencial: el problema era una dificultad del conjunto, y no de carácter individual. Había un problema individual con las acusaciones de Miller, pero de todos modos, era una contrariedad de toda la comunidad, entonces, no se me ocurrió salir sola. Y me quedé hasta que pude comprobar que había un montón de psicoanalistas que tenían la misma idea. Veía que pensaban, empezaban a concluir que no era posible continuar así. Entonces, en ese momento sí pude tomar la decisión de marcharme, pero no sola; con la idea de crear otra comunidad con gente que conocía, formada, seria, y que no tenía la intención de montar problemas y de hacer lo mismo que antes.

Esto dio origen a los Foros del Campo Lacaniano.
Sí, exactamente. Finalmente, paso a paso, la crisis se desarrolló y decidimos crear los foros en 1998. Por eso me quedé.

En relación con la temática del pase, usted promueve una única instancia del pase y de la garantía funcionando a nivel internacional, y propone la creación de un colegio. ¿Cuál es la razón de su insistencia en lo internacional?
En primer lugar le voy a decir que no fui sola a elaborar la garantía internacional, porque fue el resultado de una discusión con mucha gente, puesto que quienes salieron de la AMP para crear los Foros, se encontraban no sólo en Francia sino también en España, Italia, Australia, Argentina, Colombia, Brasil. Teníamos un lazo con todos estos foros. Desde años, además. Muchos de ellos eran amigos, colegas de trabajo. Pensábamos crear una comunidad y hemos creado primero en noviembre de 1999, la Internacional de los Foros del Campo Lacaniano. Es decir, una federación de estos foros para mantener un lazo que no fuera un lazo desde la dirección internacional –porque no hay dirección internacional– sino una cohesión internacional entre los foros. Cuando empezamos a hablar de la escuela, el debate se extendió durante dos años para saber qué tipo de escuela queríamos hacer. Puedo decir que en favor de la garantía internacional, se encontraba el hecho de que la comunidad ya era internacional. No es que hemos decidido internacionalizar desde un lugar, ya éramos un conjunto internacional. Sí, habíamos decidido que se podía pensar, que se podrían crear garantías nacionales –una en Francia, una en España, una en Italia, etc. –. Es un argumento que depende de la coyuntura después de la crisis. Pero creo que hay otro argumento, quizás, más fundamental, más fuerte y es que una garantía tiene más valor si se otorga no entre conocidos. Hemos comprobado las dificultades que se presentan para hacer funcionar una garantía internacional, pero pienso que vamos a ir paso a paso resolviéndolas. Hay dificultades puesto que es verdad que donde se conoce el trabajo de alguien, es en su lugar, y queremos que la garantía que se da a alguien estimado en su lugar implique también otros lugares. Entonces, exige que la persona produzca un trabajo que se pueda evaluar más ampliamente y no solo en el ámbito local.

¿Cuáles son las dificultades que se presentan?
Una de las dificultades es que cuando se trata de establecer una lista internacional, todos los miembros de la comisión, por ejemplo, no conocen a todos de la lista. Entonces, se deben informar, deben estudiar el punto y con criterios un poco objetivos, no se trata sólo de la opinión del vecino. Pero creo que la garantía internacional es una idea que tiene su validez. Por otra parte, hay dos títulos que garantizan la práctica, y está también el pase. Y en el pase, dispositivo de pase también, tenemos carteles donde hay gente de Europa y gente del otro lado del Atlántico, es plurilingüístico. 

Usted propone que el cartel del pase esté compuesto por colegas de dos o tres lenguas diferentes, lo cual puede generar sus complicaciones. 
No es lo más sencillo. Lo más sencillo es siempre trabajar en su rinconcito con los más cercanos, los conocidos, los amigos. Si buscamos la sencillez, no la vamos a encontrar, precisamente, en lo que estamos proponiendo.

En La maldición sobre el sexo, toma la expresión de Lacan “el escándalo del discurso analítico”. ¿Le parece que Lacan ha podido superar, a través de las fórmulas de la sexuación, las dificultades que se presentan en Freud al momento de pensar, desde la estructura, la diferencia hombre-mujer?
Sí. Quizás, no sé si lo pensaba en el momento en el cual hice el curso sobre La maldición sobre el sexo, pero en mi último libro, con los años transcurridos entre los dos textos, pienso que efectivamente, Lacan ha logrado superar este escándalo. El escándalo –que Lacan atribuye a la Asociación Freudiana, IPA, pero que viene de Freud– consistía en el hecho de que el propio Freud ha pensado a las mujeres sobre el modelo que había construido respecto al hombre. Lacan dice que utiliza la misma vara, medida, para las mujeres y que este escándalo se encuentra disimulado desde Freud. Hubo un momento en los años ’30 donde se desarrolló un debate sobre el tema, y después, nada más. Para simplificar, Lacan relanzó el tema, hay que decirlo. Lo relanzó y seguro que con las fórmulas de la sexuación y especialmente lo que sigue al seminario Encore, no comparte de ninguna manera la posición freudiana. Pero lo que descubrí desde el seminario sobre La maldición sobre el sexo es que si se lee bien, Lacan ya había contestado la pregunta “¿qué quiere la mujer?”, pregunta del Freud del último período, con la cual confesaba no haber resuelto el problema. Freud es siempre más sutil de lo que uno piensa. 

En las últimas décadas, se han producido cambios importantes en el terreno sexual. Hay una apertura a aceptar prácticas que antes eran socialmente rechazadas. ¿El discurso psicoanalítico ha tenido alguna incidencia en ello?
Sí, pienso que sí; creo que un siglo de psicoanálisis no fue sin efecto a este nivel. Quizás no sólo se trata de la incidencia del psicoanálisis, existe la incidencia del capitalismo, hay la incidencia de lo que formulamos, cuando decimos con la expresión de Lacan, el Otro no existe. Pero creo que el mensaje freudiano sobre lo que él mismo ha llamado la perversión polimorfa, es decir, las fragmentaciones de las zonas erógenas, de las pulsiones, todo eso que Freud descubrió en 1905, los ensayos sobre la sexualidad, fue un escándalo, pero ahora es una banalidad. Todos saben eso, y lo que Freud sacó de la represión con tanto esfuerzo, ahora, se encuentra exhibido en la superficie del discurso sobre las pantallas de la televisión y es como si el mensaje freudiano hubiera pasado. 

¿Es el mensaje freudiano el que caló de alguna manera en la cultura? ¿O es que Freud se anticipó a lo que iba a venir?
No creo que Freud se haya anticipado. Nada indica que se anticipó, porque Freud nos habla de las pulsiones reprimidas, refoulées; en castellano, hay una sola palabra para dos. Las pulsiones reprimidas que él descubre vía el desciframiento del síntoma, no las descubre observando a los sujetos. Observando a los sujetos descubre en el marco de la educación de su tiempo –una educación victoriana, bien normativa–, los ideales, las normas, las buenas conductas y los síntomas que impedían funcionar cosas. En todo eso, no hay nada que indique la presencia pulsional. Es descifrando los síntomas que descubre lo que detrás del síntoma se fabrica (podemos decir, a partir de las pulsiones reprimidas y el desplazamiento de las pulsiones reprimidas). Freud no anticipaba de ninguna manera. El solo esperaba que, quizás, el psicoanálisis pudiera impedir una represión demasiado feroz de las pulsiones, pero Freud nunca anticipó el hecho que la represión de las pulsiones podría bajar al punto que vemos ahora.

En referencia a la dimensión terapéutica del psicoanálisis respecto a síntomas, tales como fobias u obsesiones, uno de sus planteos es que la pareja sexual es siempre sintomática. ¿Esto es algo inherente a la pareja sexual o, se relaciona con que ya no hay modelos?
Es más fundamental. Podríamos decir que los modelos mismos eran sintomáticos. Podríamos decir eso –se necesitaría, quizás, desarrollar un poco–, pero cuando digo que la pareja es sintomática me refiero a la idea que Lacan ha formulado de diversas maneras, pero finalmente, con la expresión “No hay proporción sexual”, lo que quiere decir sencillamente que en el Otro, el Otro del discurso, el Otro del lenguaje, no hay inscripción de una pareja de goce, hay ideales, mujeres ideales, hombres ideales. Son significantes finalmente. En el Otro, hay los significantes de la mujer, los significantes del hombre, de los niños, también, pero eso no dice nada del aspecto viviente del goce corporal, y especialmente, en la pareja. La elección del partenaire se encuentra determinada vía el inconsciente. Es lo que significa decir: es sintomática. Y no puede ser otra cosa que sintomática, precisamente, porque no hay una inscripción universal y, tampoco, un lazo natural, como se da en los mamíferos superiores. El macho va a la hembra. En la especie humana no es así. 

A cien años del Blooms day, retomo un planteo que expusiera en relación con la tesis que postula Jung con respecto al Ulises de Joyce. Jung decía que era ininterpretable. Su afirmación es que esa tesis es perfectamente lacaniana avant la lettre
Lacan no ha dicho exactamente que Joyce no era interpretable. Ha dicho cosas, pero bajo otra forma. Ha dicho que su texto no dice nada a nuestro inconsciente, no resuena con nuestro inconsciente. Él no ha hablado exactamente del no interpretar. Me parece que Jung ha captado algo, efectivamente, que algunos no están de acuerdo, los universitarios no están de acuerdo para decir que Joyce no se puede interpretar, que Ulises, más bien, no se puede interpretar. Intentan interpretarlo y dicen: puesto que intentamos hacerlo y lo hacemos como pueden decir que no es interpretable. Pero creo que Jung captó algo y, además, estaba enfurecido con el texto de Ulises, porque vio que parecía algo como asociación libre, pero que no se lograba sacar una interpretación. Había tantas interpretaciones probables que no había una posible. 

http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=605

jueves, 8 de mayo de 2014

Quiero vivir en la "teoría"




Así, una coherencia persiste en esas desviaciones de la experiencia analítica
que enmarca su eje, con el mismo rigor con que
las esquirlas de un proyectil, al dispersarse, conservan su trayectoria ideal
en el centro de gravedad del surtidor que trazan
Jacques Lacan
Variantes de la cura tipo
Introducción
Agradezco la invitación a estas jornadas sobre psicoanálisis y "psicosis social", en particular a Raúl Courel, quien encontró la motivación, para incluirme en este panel sobre "la psicosis social y los agrupamientos de psicoanalistas", en su lectura del texto "El fracaso de las instituciones psicoanalíticas3, que escribí a fines de 1998, al modo de una "carta abierta", dirigida a quienes participaban, entonces, de los foros surgidos de la fractura de la AMP entre Jacques-Alain Miller y Colette Soler.
Más allá de los comentarios y debates que dicho texto ha generado en el transcurso de estos casi 15 años, esta invitación me ha planteado la exigencia de repensar la "actualidad" de algunos de los problemas allí planteados. Principalmente el que acaba de resaltar Courel en su introducción a esta mesa, cuando cita el siguiente fragmento de dicho texto: "En síntesis, es el proyecto mismo de poner en pie una institución fundada en el acto analítico lo que está en cuestión. Y este problema no se resuelve insistiendo una y otra vez por la misma vía con simples modificaciones administrativas. Hace tiempo que los psicoanalistas lacanianos vienen teorizando acerca de ciertos imposibles respecto de este objetivo. Pero esto no nos ha evitado repetir una y otra vez la misma historia. Evidentemente algo no funciona en esas teorizaciones4.
Se aprecia el carácter general que proponía para el abordaje del problema, aún cuando, tanto mi interés como el de los destinatarios de la carta, estuviese aparentemente acotado a los avatares de la experiencia institucional concreta de la que participábamos. Actualmente ya no estoy tomado por algún contexto institucional particular, pero creo que el problema señalado - la idea de que los analistas puedan tener un tipo de agrupamiento específico fundado en el acto analítico – sigue teniendo su pertinencia e importancia, en la medida en que (como ya lo explicitaba entonces en aquél texto), por un lado, la forma en que los psicoanalistas piensan y practican sus agrupamientos no es sin relación con la forma en que piensan y practican el psicoanálisis, y por el otro, lo que piense y haga cada cual, tampoco es sin relación con lo que piensan y hacen los otros (incluyendo tanto las mayorías como las minorías). En otros términos, estemos en una institución u otra, o en ninguna, de todos modos, participamos de ese gran malentendido que recubren los nombres de Freud y Lacan, y la práctica del psicoanálisis 5. Pretender quedar o poder actuar por fuera de ese gran malentendido, es un sin sentido o simplemente un delirio.
Un poco de historia
Recordemos que Jacques-Alain Miller y Colette Soler compartieron una larga vida institucional psicoanalítica. Formaron parte de la EFP en tiempos de Lacan, a quien acompañaron hasta el momento de disolución de la misma y la creación de la nueva ECF. Luego, y durante casi 20 años, compartieron los avatares de dicha ECF (incluida su parodia de "disolución" y refundación en 1989/90), así como la construcción de las otras "escuelas" y la fundación de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Hasta que en 1998, en el Congreso de Barcelona, se produjo la fractura entre ambos, con escandalosas acusaciones cruzadas (Miller acusaba a Soler de "plagiar" ("pompage") lo que él consideraba su "enseñanza" y seminarios, y Soler acusaba a Miller de manipular los procedimientos del pase).
La escisión (o expulsión, según de qué lado se la considere) de Colette Soler tuvo la magnitud suficiente para dar lugar al desarrollo de un paralelo institucional que, tras algunas vicisitudes 6, culminó en la actual EPFCL (Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano).
Ya estamos acostumbrados a cierto contraste entre la aparente "unidad" institucional que la gran mayoría de los postfreudianos mantienen en torno a la IPA, y la dispersión institucional que caracteriza al vasto campo de los "lacanianos".
A diferencia de la IPA donde, por mayúsculas que puedan parecer las eventuales diferencias teóricas 7, estas nunca conllevan la fractura del ámbito institucional, preservando siempre el núcleo de razón que explicita la denominación inglesa clásica de su asamblea de miembros titulares: el "business meeting8, entre los "lacanianos", cualquier tipo de diferencia suele transformarse en un cruce de críticas sobre el funcionamiento y manejo institucional. Es difícil encontrar algún conflicto que no se ubique al mismo nivel de lo que , en su momento se expuso, en la fractura entre Miller y Soler: imputaciones de carácter personal, de mala fe, etc. De un modo u otro, el problema parece reducirse siempre, en última instancia, a que el "otro" es "malo" y abusa de los privilegios de su posición, de modo que su actuación, si no es considerada lisa y llanamente contraria a los "principios" del psicoanálisis, será tildada por lo menos de contraproducente para dicha práctica. La discusión podrá ir desde el padre hasta el pase, recorriendo todo el espinel de las referencias lacanianas, pero lo más probable es que todo termine articulándose concretamente en términos de exclusiones institucionales (más allá de que las mismas sean más tirantes o más amigables).
Si no estuviésemos tan "acostumbrados" (¿o resignados?) a esta "realidad", la circunstancia de encontrarnos en las vísperas de sendos congresos (o encuentros) mundiales de las principales internacionales lacanianas (la AMP orientada por Miller 9, la EPFCL que dirige Soler 10, y la "Convergencia" 11) debería generar la pregunta por las diferencias que pudiera haber entre los planteos de un grupo y otro.
Amén de estos próximos congresos, también podríamos tomar nota de la reciente publicación de libros de cierta relevancia, tanto por parte de Jacques-Alain Miller (JAM) como de Colette Soler. ¿Qué mejor ocasión y lugar podría ofrecerse para cernir alguna eventual diferencia teórica? 12 De hecho, en ellos encontraremos, de un modo explícito y aparentemente sencillo, al menos un punto de diferencia. En su libro "Sutilezas analíticas13, JAM plantea que el "entusiasmo no sienta bien al analista14, y que el "desapego es la posición que conviene al analista15. Colette Soler, en cambio, en su libro "Los afectos lacanianos16 plantea, no solo que el "afecto de entusiasmo es muy necesario para sustentar el deseo del analista17, sino que, según su lectura, Lacan consideraría al entusiasmo como "el índice necesario del analista18, índice a evaluar en los procedimientos del pase.
Blanco para uno, negro para el otro. ¿Qué alcances tiene esta diferencia? ¿Se trata de una diferencia teórica de peso, que permitiría desenvolver o exponer otras eventuales diferencias no tan explicitadas? ¿O, paradójicamente, se trata, tras una aparente diferencia, de una profunda coincidencia de concepción de lo que es el psicoanálisis y, sobre todo, de la relación del psicoanálisis con la institución?
El análisis de estas opciones nos brindará la ocasión de retomar y desarrollar los problemas inicialmente planteados y actualizar aquella reflexión sobre los impasses y consecuencias, para el psicoanálisis, de pretender fundar el agrupamiento de los analistas, en alguna especificidad "analítica", aún más, en el acto analítico mismo.
Psicoanálisis puro y aplicado
Vamos a comenzar con el planteo de JAM. Para ello, es necesario que tengamos en cuenta el contexto de su presentación.
En el primer capítulo de su libro (correspond iente a la primer sesión de su seminario 2008/9), JAM plantea la necesidad de un "retorno a Lacan19 como reacción ante el fenómeno de arrastre que sufriría el psicoanálisis detrás del "movimiento del mundo", situación que lo estaría alejando 20 de la enseñanza de Lacan.
Esta rendición del psicoanálisis ante la cultura se evidencia, en términos de JAM, en "el prejuicio terapéutico, por la reducción del psicoanálisis al ejercicio profesional de psicoanalistas confundidos con los psi y los trabajadores sociales, que se presentan como orientados, todos, por la enseñanza de Lacan y, al mismo tiempo, animados por la preocupación del bienestar de sus contemporáneos, de la salud mental de sus conciudadanos. Y esto, por supuesto, ocurre en nombre de la ciudad21.
Según JAM, ya "nadie se avergüenza de mendigar, de seguir los programas gubernamentales de salud mental y de poner a trabajar a la gente que se forma en el análisis en función de los requisitos formulados por el ministerio de salud22. Esta situación pone de manifiesto, una vez más, una tendencia a la psicologización, ya denunciada por Lacan en diversas ocasiones. Para el caso, JAM trae a colación una cita del "silabario" que Lacan agrega (al momento de la publicación de los "Escritos") como complemento de su texto memorativo de Ernest Jones, donde dice que "ningún pudor prevalece contra un efecto del nivel de la profesión, el del enrolamiento del practicante en los servicios en los que la psicologización es una vía muy propicia para toda clase de exigencias bien especificadas en lo social23.
JAM debe reconocer que "la cosa se dice alegremente en estos tiempos con una fórmula que creo que me toman prestada: hablar la lengua del Otro; es necesario hablar la lengua del Otro24.
En realidad, no se trata solo de "una fórmula" que le han tomado "prestada", sino que es él mismo quien ha estado promoviendo activamente esta adecuación del psicoanálisis a los requerimientos del mercado de la salud mental. Lo ha promovido desde años antes y lo seguirá sosteniendo en los años siguientes. En efecto, recordemos que estas sesiones de su seminario son de noviembre de 2008, es decir, justo entre los encuentros 3 y 4 de PIPOL ("Programa Internacional de Psicoanálisis Aplicado de Orientación Lacaniana"). El PIPOL 3, se había reunido en París, los días 30 de junio y 1 de julio de 2007, bajo el lema "Psicoanalistas en contacto directo con lo social25, y el PIPOL 4 estaba convocado para los días 11 y 12 de julio de 2009 en Barcelona, bajo el título "Desinserción. Clínica y pragmática de la desinserción en psicoanálisis26. El blog de la ELP (de España) da cuenta de ello aún, en los siguientes términos: "Psicoanalistas en contacto directo con lo social es también un requisito para la función del analista, hoy, tal como recordó Jacques Alain Miller en su alocución de clausura. Los cuatro años de funcionamiento del CPCT-Chabrol, al que ya se suman otros muchos en Francia, Italia y la red española (CPCT's de Barcelona, Madrid, Bilbao, Málaga y Clínica Psicoanalítica del Campo Freudiano en A Coruña), sellan esta nueva alianza del psicoanálisis con el tiempo presente27 (subrayado mío).
En su alocución de cierre del PIPOL3, utilizada como texto de convocatoria del PIPOL4 28 , JAM planteaba la necesidad de desprendernos del "fosilizado concepto del encuadre", para poder "concebir al psicoanalista como objeto nómada, y al psicoanálisis como una instalación móvil, susceptible de desplazarse a nuevos contextos". Retomando su viejo planteo del AE, es decir del analista definido como un "a priori29, es decir, con independencia de quien venga a consultarlo (ni cómo, ni porqué), proponía la selección de "practicantes confirmados y aguerridos" para ocupar los lugares "Alfa" en las instituciones, para desde ahí responder adecuadamente a los requerimientos que nos plantearían las "patologías de la desinserción social". En ese mismo texto plantea incluso, como conclusión lógica de este consentimiento a avenirse a la "exigencia de rendir cuentas a los poderes públicos", la necesidad de elaborar una BPS, "Base Psicoanalítica de Síntomas", es decir, un nuevo DSM propiamente "psicoanalítico" (sic!!), que cumpla con la exigencia de "hacer pasar los resultados a la estadística, a las máquinas de clasificación, a los ordenadores". Para JAM esa será "la ocasión de hacer pasar nuestra clínica, sus diagnósticos y sus descubrimientos, al circuito de la comunicación común30 (subrayado mío).
¿En qué quedamos entonces? ¿"Retorno a Lacan" u ocasión de hacer pasar "nuestra clínica" al "circuito de la comunicación común"?
En la sesión siguiente (la del 19 de noviembre de 2008) JAM parece profundizar su autocrítica a esta promoción del "psicoanálisis aplicado". Dando un paso más respecto a la sesión anterior, reconoce que no se trata solo de otros que le habrían tomado prestada alguna "fórmula" sino que fue él mismo quien buscó "revalorizar" la intervención de los psicoanalistas en los centros asistenciales " calificándola de psicoanálisis aplicado", y que el problema es que "cuando se lo practica, uno cree ser psicoanalista. Pero volvamos al origen: es psicoterapia!31 (subrayado mío).
Sin embargo, la contundencia que parece tener esa afirmación, tanto en cuanto a la propia implicación de JAM, como en cuanto a las conclusiones prácticas a extraer, se relativiza muy rápidamente en los párrafos siguientes, por la vía de "contextualizaciones" temporales. En efecto, todo se reduciría a un "error" puntual cometido en un tiempo acotado: " hace unos cinco años", es decir, cuando comenzaron los PIPOL y el trabajo en los CPCT. "Sin duda, hace cinco años quise despertar entusiasmo y lo conseguí… Por eso, me equivoqué32. Pero como vimos, el texto de promoción del lugar "alfa" y de la "clínica de la reinserción social" es de apenas un año antes, y está destinado a seguir "despertando entusiasmo" con vistas a la preparación del encuentro organizado para… el año siguiente!!
La contradicción, resaltada por esta coincidencia temporal, entre la urgencia del "retorno a Lacan" planteado en el primer capítulo (sesión del 12 de noviembre 2008) y la vigencia de la convocatoria al PIPOL 4 , es decir, la insistencia en la necesidad de alinear a los psicoanalistas en el servicio de las demandas de la "reinserción social" y las exigencias del "circuito de la comunicación común", podría reducirse a la crítica que habitualmente se le hace a JAM de poner huevos en varias canastas, de modo de poder funcionar como líder, tanto de los que "prefieran" la promoción de un psicoanálisis "aplicado" que se ajuste a los requisitos del mercado de la salud mental, como de los que prefieran las justas sobre la "pureza" del psicoanálisis en intensión, más afín a la pretendida especificidad de las instituciones "psicoanalíticas".
Pero seguir esa vía implicaría degradar el debate (y el problema) al nivel de la mera denuncia de la espuria o miseria de eventuales características personales, es decir, la vieja idea de un líder o amo "malo" cuyos discursos y acciones no tendrían más alcance que el de la búsqueda de un beneficio personal. Quizás JAM sea "malo", pero nunca leí ni escuché nada productivo de quienes agotan su pasión en la denuncia de esa "maldad". El principal problema que resulta de reducir las cosas a un mero oportunismo de JAM es suponer que podríamos estar exentos de ese problema, sea porque nuestra "pureza" estaría asegurada por otra vía, sea porque nuestra eventual "profesionalización" del psicoanálisis tendría otros recursos para saber esquivar los desvíos de la psicologización. Es decir, el problema se reduciría a estar en un barco u otro, a estar en el barco "correcto". Justamente, tal como lo señalaba al comienzo de esta intervención, yo no creo que haya muchos barcos. Podría decir que la principal enseñanza que he podido extraer de mis propias frustraciones con las instituciones "psicoanalíticas" es que, nos guste o no nos guste, en cierto sentido, estamos todos en el mismo barco.
El problema con lo que dice JAM, no es que ponga huevos en varias canastas sino, por el contrario, que organiza todas las canastas en torno a los mismos huevos.
Retomemos la supuesta oposición que plantea entre las desviaciones promovidas junto al "psicoanálisis aplicado" y las necesidades de un "retorno a Lacan" para las vías de un psicoanálisis más "puro". Lo llamativo del asunto es que este pomposo "retorno a Lacan" (es decir, la línea de la "pureza") no se aparta ni un milímetro del "nivel de la profesión": solo retoma, en otra espira, el mismo planteo con el que fundamentaba y promovía el "entusiasmo" respecto al psicoanálisis "aplicado".
En efecto, como acabo de señalarlo (y como lo he analizado más detalladamente en los textos referidos 33), el eje de la caracterización de los lugares "alfa" en las instituciones y, por lo tanto, de la garantía de que esas intervenciones "aplicadas" sean adecuadamente "psicoanalíticas", pasa por la evaluación y caracterización de las "cualidades del analista": "practicantes confirmados" (¿"confirmados" por quien sino por la institución "psicoanalítica" "adecuada"?) y "aguerridos", es decir, plenos de "entusiasmo" (el que buscaba infundirles el propio JAM).
Más allá de los matices y variaciones que pueda haber en los criterios de selección a aplicar para una u otra función, este es el mismo eje que JAM propone para la vía de la "pureza", donde también se trata de detectar y evaluar a los analistas que habrá que certificar con el título de nobleza que corresponde a ese ámbito: AE 34.
Así como para JAM los AE son analistas "de jure35 (es decir, avant coup y sin importar quien sea el paciente candidato a "analizante"), los lugares "alfa " en las instituciones obtienen su "carácter" psicoanalítico, por transitividad, de aquél "analista" que, más que ocuparlo (al lugar "alfa"), lo define o constituye con su pres encia.
La lógica de JAM, para ambos casos (psicoanálisis "aplicado" y psicoanálisis "puro", extensión e intensión), es atributiva y avant coup.
Y es en este contexto que se ubica la cuestión del afecto que podría "convenir" o tipificar al analista.
Entusiasmo y desapego
Según JAM, "una vez que están establecidos en la profesión, los analistas ya no piensan en lo que los convirtió en analistas. Hay como una regla, un olvido del acto del que han surgido. Pagan su estatuto, según Lacan, con el olvido de lo que les dio existencia36. Una vez que están establecidos, "una vez que alcanzaron su singularidad, toman el inconsciente como un hecho de semblante37. En otros términos, esta relación con el inconsciente sería, en cierta medida, un parámetro de la vigencia del psicoanálisis o su degradación al nivel de la profesión.
Coherentemente con ese problema, y "con el nombre de pase, Lacan intentó reclutar al analista a partir de lo que la experiencia analítica modificó de su inconsciente, partiendo de la hipótesis de que un inconsciente analizado se distingue38 (subrayado mío). Es decir que, para JAM, el fin del pase es el "reclutamiento" de los analistas y su método la discriminación de un inconsciente en tanto "analizado". JAM lo resume de un modo claro y preciso: "un inconsciente más su elucidación hace que se sueñe de otro modo39 (subrayado de JAM).
La detección de esa modificación de la relación del sujeto con su inconsciente y, por lo tanto, con la represión primordial (que no desaparece), nos brindaría el criterio de detección y reclutamiento de los analistas.
JAM propone dar los primeros pasos por la vía inversa, es decir, por aquello que nos permitiría detectar lo contrario, a saber, el "olvido" de esta nueva "relación". Es ahí donde introduce la referencia al "entusiasmo" que, según JAM, testimonia "el olvido del inconsciente, el olvido de la permanencia del inconsciente40 (subrayado mío).
La infaltable cita de Lacan que daría sustento a este planteo se encuentra en "Del sujeto por fin cuestionado", el comentario con que Lacan introduce, en la edición de 1966 de los "Escritos", su texto de 1953, "Función y campo de la palabra y el lenguaje". En el comienzo de dicho comentario leemos que "un grano de entusiasmo es en un escrito el rastro más seguro que pueda dejarse para que revele su época, en el sentido lamentable41. Según JAM, ese entusiasmo respondía al momento y contexto de la escisión y creación de la nueva SFP, es decir, "un testimonio histórico ", pero ya "anticuado", puesto que "nada envejece más que el entusiasmo42.
JAM nos recuerda que "entusiasmo" lleva la raíz griega "en theos", "en dios": "se trata pues, de un movimiento de transporte a dios o de un descenso de dios en forma de inspiración. En griego, enthusía, término con el que se calificaban los delirios sagrados de la pitonisa o de Sibila cuando transmitía las palabras de Apolo43.
Para ilustrar cómo se opera por esta vía del entusiasmo (es decir, de estos ascensos y descensos, hasta y desde la divinidad), JAM remite a sus propias intervenciones, por ejemplo, cuando " me enojo en este curso o cuando parece que manifiesto una emoción personal"44. La posterior aclaración de que "verdaderamente lo hago contra mi voluntad, y creo que no es en absoluto esta cuerda la que hay que tocar" no hace más que resaltar la paradoja de dicha "voluntad", y la gravedad de aquellas situaciones en las que él mismo confesó que es "esa cuerda" la que quiso tocar y tocó, conscientemente. Tal es el caso de su promoción del "psicoanálisis aplicado", para el cual "quise despertar entusiasmo y lo conseguí45 (subrayado mío).
En cambio, ahora, volcado a la defensa del psicoanálisis "puro" (en el marco de su "retorno a Lacan"), en la medida en que el "entusiasmo" revela "el olvido de la permanencia del inconsciente", y la "época, en el sentido lamentable", JAM sostiene, "a partir de lo que Freud y Lacan ejemplifican, que mantener la relación con su yo no quiero saber nada de eso es verdaderamente antinómico de la cultura del entusiasmo46.
Decididamente, "el entusiasmo no sienta bien al analista47.
Resumamos el razonamiento seguido hasta aquí y las referencias y ejemplos utilizados.
  1. Las exigencias, tanto del "retorno a Lacan", como de la promoción del psicoanálisis "aplicado", nos requerirían una calificación positiva del analista que nos permita justificar tanto su selección en las instituciones propiamente analíticas, como su intervención en los lugares alfa de las instituciones no analíticas.
  2. Para resolver esa tarea, JAM procede, en primera instancia, por la vía del contrario, es decir, buscando un rasgo que se compruebe contradictorio con la posición que debería caracterizar a un analista. La cita de Lacan en "Del sujeto por fin cuestionado" le ofrece una referencia al " entusiasmo" como rastro o indicio de "época" , es decir, de un eventual "olvido".
  3. De esa relación entre "entusiasmo" y "época", que en la cita de Lacan se aplica a eventuales escritos donde se encuentre "un grano" de "entusiasmo", a la asociación de este último con el "olvido de la permanencia del inconsciente" que caracterizaría una eventual desviación en la posición del analista, los pasos (o saltos), son de JAM, en particular, el que lleva de la extensión (lectura y análisis de textos) a la intensión (la posición del analista en el dispositivo analítico), es decir, a la conclusión de que el "entusiasmo no sienta bien al analista "
  4. El recurso al "entusiasmo" como herramienta política, ilustrado por JAM con el manejo de sus humores, y con la estrategia que siguió para dar fuerza a su promoción del psicoanálisis aplicado, da cuenta de la continuidad que él concibe entre la extensión y la intensión, con el paradojal agravante de que dichos ejemplos vendrían a descalificarlo, al propio JAM, en tanto…. analista! (ya que el "entusiasmo" no le "sienta bien")
El forzamiento final pasará por explotar la pendiente maniquea que este razonamiento incuba: si el "entusiasmo" no favorece al analista, entonces "¿cuál es el afecto que lo favorece?48.
Más aún, ¿cuál sería el "afecto" que, no solo podría "favorecer" al analista en su funcionamiento como tal, sino que permitiría detectar la adecuada "modificación de la relación del sujeto con su inconsciente" en los procedimientos destinados al "reclutamiento" de los analistas?
Amén de que hay otras citas donde Lacan refiere al " entusiasmo" en términos completamente diferentes a los presentados hasta aquí (como lo veremos, más adelante, cuando abordemos el libro de Colette Soler), si algo nos enseña, tanto el psicoanálisis, como Lacan, es que una sucesión de tachaduras o negaciones no nos da necesariamente una positividad del mismo orden que lo que tachamos. En los seminarios de Lacan podremos encontrar largos y minuciosos desarrollos críticos de las posiciones sostenidas por otros analistas (incluido el propio Freud), sin que es a negatividad culmine en una receta positiva sobre lo que sí habría que hacer o sobre cómo "son" realmente las cosas 49.
Sin embargo JAM opta por seguir la vía maniquea señalada y, una vez ubicado el "entusiasmo" como rasgo negativo, buscar la respuesta "positiva" entre sus antónimos. No lo convencen ni la "apatía" (porque es excesivo), ni el "hastío" (porque a ese afecto le falta curiosidad), y así, sucesivamente, hasta que finalmente llega a uno que le gusta: el "desapego".
"Me parece que el desapego es la posición que conviene al analista, en la medida en que su acto consiste en despegar el significado del significante50 (subrayado mío). En ese sentido, "el desapego es quizás menos un afecto que la traducción en ustedes de la distancia que introducen como analistas entre el significante y el significado51.
De este modo, el abc de la operatoria analítica es transformado en una posición subjetiva que caracterizaría a aquél capaz de sostener esa operatoria. En suma, en lugar de tener verificaciones "après coup" del acto analítico, tendríamos, en esa "traducción" subjetiva llamada "desapego", el rasgo "avant coup" que tipificaría al analista y anticiparía el estatuto propiamente "analítico" de su operatoria. Con esta inversión lógica, todo se reduce a verificar este rasgo en cualquier presentación clínica o acto "propio" de un "analista".
Ocasión propicia para que el propio JAM vuelva a ofrecerse como modelo y ejemplo de intervención, en un par de anécdotas "analíticas".
La primera refiere claramente a una de sus pacientes, es decir, a un ejemplo de su propia práctica analítica. La anécdota se reduce a la mención de que dicha paciente le recitaba de memoria fragmentos de libros y artículos 52, y a un juego de palabras entre "libros" y "entregarse" (en francés: "livre" y "livrer "), sin que pueda desprenderse de ello cual sería la función del pretendido "desapego" como rasgo personal, en la "habilidad" para percibir algo tan simple y grosero como eso 53.
La segunda, en cambio, presenta una rara ambigüedad respecto al estatuto de su interlocutor: "una vez un tipo que se analizaba hacía ya mucho, por otra parte, y que aparentemente él mismo es analista, en fin, practicaba, me contó un sueño. Al escuchar el sueño, pensé que era falso, que no pegaba, y entonces no lo interpreté. La vez siguiente me dijo que me había contado el sueño de uno de sus pacientes como si fuera de él para ver qué me producía. Como ven en este caso el desapego es muy necesario54. La instancia de contarle un sueño, y en dos tiempos, podría llevarnos a pensar que se trata de otro paciente suyo. Pero el comentario de que "se analizaba hacía ya mucho, por otra parte" (subrayado mío), y la manifestación de su desconocimiento (inadmisible en caso de que fuera su paciente) sobre la eventual condición de "analista" de ese "tipo" ("aparentemente"), nos generan la duda sobre si dicha anécdota proviene del consultorio o de un cruce en un espacio social.
Esto tiene su importancia porque, de tratarse de una interlocución del ámbito social, la eficacia de cualidad analítica "positiva" del desapego se vuelve extensiva, tanto para situaciones específicamente analíticas (intensión) como para situaciones comunes o sociales (extensión), confirmando una vez más, a través de estas anécdotas, la continuidad que el valor "analítico" del "desapego" establece entre un espacio y otro. En otras palabras, para JAM, se es psicoanalista tanto dentro como fuera del dispositivo analítico.
Tenemos un muy buen ejemplo de esto, y de sus consecuencias en la concepción y práctica de la transmisión del psicoanálisis, en otra sesión de ese seminario de JAM 55, el capítulo XIII del libro (titulado "Se terminó, entonces el pase") , cuando hace intervenir a Bernard Seynhaene (BS), último AE nominado en la ECF. Su presentación establece una continuidad entre dos "tipos" de pase: "actualmente hace el pase posterior al pase, ese donde hay que satisfacer no solo a un jurado sino a un público informado, concernido, un público que vibra" (subrayado mío), porque son personas que han hecho o están haciendo un análisis y quieren saber "cómo terminarlo, cómo se les presentará a ellos el final56.
La sola idea de que el procedimiento del pase pueda resumirse en la fórmula de tener que "satisfacer" a su jurado ya debería producir algo más que escozor, ni que hablar de este planteo de tener que "satisfacer" a una masa. Salvo que alguien pueda suponer que una masa deja de ser masa por estar compuesta de gente que supuestamente se "analiza"! ¿Qué pasó con eso que decía Lacan acerca de que la transmisión es "uno por uno"? ¿Con los AE accederíamos al nivel de una "transmisión en masa" 57? Después JAM se queja de que sus AE no logran actuar "contra los atolladeros de la cultura " 58, situación que lo obliga a seguir siendo, siempre, y más que nunca, el "al menos uno" que debe salir a defender la pureza del psicoanálisis. Pero ¿cómo podrían alcanzar esas exigencias si están constreñidos a la tarea de "satisfacer", y por duplicado, primero a un jurado, y luego a una masa de gente que quiere saber cómo debe hacer para llegar a esa posición de AE, es decir, cómo hacer para realizar sus pases "satisfactoriamente"?
Pero la frutilla del postre es el tercer tipo de pase, no explicitado, al que es sometido BS. En efecto, JAM no tiene empachos en ufanarse de que ese fue uno de sus analizantes: "estoy implicado en su discurso en calidad de analista59. JAM establece una continuidad entre, por un lado, el tiempo puntual en que él operó como analista de BS y las circunstancias propias de ese análisis, y por el otro, este tiempo de disertación en público de Bernard Seynhaene, quien no por portar en ese momento el mismo nombre es forzosamente el "mismo" que cuando se analizaba con JAM. La barbarie que implica la superposición de estas circunstancias se evidencia en las nuevas exigencias a las que queda sometido BS. No solo tendrá que "satisfacer" a la masa que lo escucha ávida por "saber" qué tiene que hacer para aprobar un "pase", sino que ahí se le anticipa que también tendrá que "satisfacer" un "tercer" pase. En efecto, tendrá que demostrar que está a la altura de la siguiente preocupación de JAM: "Quisiera asegurarme de que mis reflexiones, que les presento cada semana, son congruentes con mi práctica de analista60.
Evidentemente, no era chiste eso de que cuando se toma la cicuta, hay que hacerlo hasta la última gota. Quien acepte recibir el título de AE no solo tendrá que dar "testimonio" hasta el hartazgo, sino que además tendrá que ajustar su discurso a las "enseñanzas" semanales de JAM. No sorprenderá, entonces, que BS comience su "testimonio" diciendo que "al comienzo está la transferencia, concepto que entiendo aquí como lo formuló Jacques-Alain Miller en su curso de hace dos semanas61 (subrayado mío). No esperábamos menos: el hombre viene asistiendo al seminario de JAM, y seguramente está dispuesto a convalidar, con su propio "caso", los contenidos de cada clase del mismo.
Lo interesante del asunto es que lo que BS eleva al nivel de "concepto" es una nueva definición que da JAM de la transferencia como "un fenómeno de apego (…) el paciente se apega al analista, lo que no significa que lo ame. Puede amarlo, pero no se trata de eso"62. BS viene a testimoniar sobre la transferencia ya no como amor sino como "apego". En esa sesión a la que refiere BS (la del 11 de marzo 2009, capítulo XI del libro) 63, JAM señala que el paciente se apega al inconsciente, al hecho de hablar en análisis, como correlato o modalidad de una relación de satisfacción. El planteo no deja de tener su lógica: el analizante comenzaría con un "apego", y si completa su análisis, y lo termina, debería desembocar en el…"desapego".
¿Acaso sería una prueba de tal "desapego" la participación de BS en el seminario de JAM, su adhesión a los nuevos "conceptos" desarrollados en dicho seminario, y el "testimonio" de su análisis ante el juicio atento de su ex analista, quien le anticipa que lo escucha para asegurarse que sus "reflexiones" semanales son "congruentes" con su "práctica de analista"? ¿Qué otro resultado podría salir de ahí sino la confirmación de que el análisis fue "exitoso" y ajustado a la teoría desarrollada por el analista? ¿Qué otra cosa son esos "testimonios" sino la degradación de aquello que tuvo lugar en el análisis, al nivel de un mero "tema de conversación64? ¿Cómo superar, en el "testimonio", la impasse que implica la pretensión de poder presentar, uno mismo, lo que fue su cura, como un "caso clínico"? ¿No es el "testimonio" de BS, en la sesión del 25 de marzo 2009, un buen ejemplo de lo que JAM denunciaba en la sesión del 19 de noviembre 2008, cuando decía, de los analistas, que, "una vez que están establecidos y - en el mejor de los casos - una vez que alcanzaron su singularidad, toman el inconsciente como un hecho de semblante65? ¿Cómo podría el "testimoniante" referir a la acción de la represión primordial, en si mismo, sin que ello no conlleve tomar al inconsciente como un hecho de semblante, es decir, aquella forma de "olvido" que JAM asoció, al comienzo, con el "entusiasmo"? Justamente, ¿no es mucho "entusiasmo" el requerido para sostener estas "giras testimoniales", y el que, con ellas, se busca infundir en los "analizantes" avidos de "progresar" en su "profesión"?
No nos sorprenderá que el próximo congreso de la AMP, tal como se anuncia en su programa, arranque con nuevos y sendos… "testimonios" (bajo la atenta supervisión de JAM)!! 66

http://www.sauval.com/articulos/afecto.htm