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Paz y Ciencia

miércoles, 18 de abril de 2012

Carlos Castilla del Pino




El éxito del estilo oscuro: pasar por profundo, por contener un secreto que solo su autor conoce. Es el carisma de la esfinge.

El contador de anécdotas: cifra su ser en haber oído contar algo a un hombre célebre, no siempre, naturalmente, interesante e inteligente, todo lo más ingenioso.

El pasado nos priva de la libertad. Se nos impone, se nos mete dentro, se adueña de nosotros y no ha manera de expulsarlo. Cuando se va (porque no lo echamos), nos damos cuenta de lo que ganamos.

Contentémonos con momentos dichosos, ya que ese pseudoproblema que se llama felicidad es, como tal, imposible.

Lo más extraño de una cosa es su nombre.

Cada uno elige, hasta para sí mismo, su forma de encubrimiento.

Siempre que se dice algo así como "lo verdadero es" debe exigirse respecto de qué.

Evitar el tópico de que "lo verdadero" del ser humano es su intimidad. También lo es la vida pública. Y si en esta se puede engañar (a otro, ¿quién asegura que en la intimidad no nos engañamos más gravemente aún: a nosotros mismos?

Nada hay más "antiguo" que lo que pretendió ser moderno. Lo pasado de moda. Son más tristes las fábricas en ruina que las ruinas de Troya o Roma.

La palabra no es transferible; por eso el verdadero poeta dice a sabiendas de que no ha de ser entendido.
Carlos Castilla del Pino: "Aflorismos. Pensamientos Póstumos". Tusquets, 2011, Barcelona.

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