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Paz y Ciencia

sábado, 28 de abril de 2012

Defensa

"Estamos progresando. En la Edad Media me habrían quemado y ahora se conforman con quemar mis libros". Sigmund Freud.
La defensa es el conjunto de operaciones -con frecuencia inconscientes- utilizadas por el yo para mantener su unidad y su integridad contra los peligros externos o internos que lo pondrían en cuestión. Los peligros externos son aquellos que entrañarían la satisfacción de deseos proscritos por prohibiciones sociales. Los peligros internos conciernen a las agresiones de la pulsión sexualo de la pulsión de muerte y a las representaciones que comportan. Según la concepción freudiana, la noción de defensa interviene sobre todo en el análisis del yo y las relaciones del yo y de las pulsiones. El yo se defiende contra las pulsiones de ello que se encamina a los imperativos del superyó. El medio que utiliza la defensa es, principalmente, la represión. Pero existen también defensas primarias, como la transformación de la pulsiones en su contrario, la regresión (que algunas terapeutas utilizan como medio terapéutico, por ejemplo Winnicott), la introyección. Por otra parte, Anna Freud (nacida en 1895) ha demostrado que la defensa puede alcanzar no solo las pulsiones, sino a otras fuentes de angustia, como las exigencias del superyó. La misma recurre entonces a mecanismos diversos, como la sublimación (aquí entraría todo lo relacionado con la creatividad, y por tanto se trata de tranformar las pulsiones que no concuerdan con la sociedad en prodructos respetados por las reglas de la sociedad, el arte es transgresor y es aquello que transforma los códigos de la sociedad por otro lado). Melanie Klein agrega la identificación proyectiva, la negación de la realidad psíquica y el control omnipotente del objeto. Si el yo no llega a movilizar a tiempo suficiente reservas energéticas para mantener el equilibrio psíquico, el aumento de tensiones internas -por ejemplo, las excitaciones sexuales- puede provocar problemas somáticos. De este modo aparece la "neurosis actual" (actual porque concierne a la vida sexual presente, y no pasada, del individuo), en la que Freud incluye la neurosis de angustia, la neurastenia y la hipocondría. La cura psicoanalítica puede aportarle al yo una ayuda exterior para restablecer la unidad perdida del psiquismo. Si la defensa puede ser el origen de la enfermedad esta última puede ser un medio de defensa. Freud ha innovado en el estudio de la histeria al señalar que la ausencia de descarga emocional que caracteriza a la histeria puede estar ligada a una actividad de defensa del sujeto contra las representaciones displacenteras. Introduce en consecuencia la hipnosis (que no se le daba demasiado bien). Empieza a hablar de histeria de defensa, junto a la histeria hipnoide o histeria de retención. Posteriormente abandona la distinción de estas tres formas de histeria con el fin de demostrar que toda histeria pone en juego un mecanismo de defensa. Del mismo modo, cuando reagrupa bajo el término de psiconeurosis las afecciones de los conflictos infantiles experimentados simbólicamente y suma la histeria, la fobia, la obsesión y ciertas psicosis, Freud distingue una psiconeurosis de defensa. Después, cuando descubre la función esencial de la defensa, generaliza esta noción en el conjunto de las psiconeurosis. Este tipo de defensa patológica aparece como la última muralla del yo contra las excitaciones internas displacenteras cuando aquél no aprende a inhibir el displacer mediante "bloqueos laterales". Puede observarse el mismo fenómeno en la cura psicoanalítica; entonces la defensa adquiere el nombre de resistencia.

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