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Paz y Ciencia

jueves, 19 de abril de 2012

La Sublimación del Pasado




Según dicen, el tiempo sana las heridas y los sufrimientos. Puede que sea cierto, pero no importa que nos alarmemos. Pues es perfectamente posible escudarse contra esta influencia del tiempo y convertir el pasado en una fuente de amarguras.

Un mecanismo para ello es "La sublimación del pasado":

Con alguna habilidad, hasta el principiante puede conseguir ver el pasado a través de un filtro que solo deje pasar con luz transfigurada lo bueno y lo bello. Solo cuando este truco no funciona, se recuerdan con realismo vigoroso los años de la pubertad (ni hablar que también los de la niñez) como época de inseguridad, de dolor universal y de angustia de futuro, y no se echa de menos ni uno solo de sus días. En cambio, el aspirante a la vida amarga que este más dotado, no tendrá seguramente mayor dificultad en ver su juventud como edad de oro perdida para siempre y en construirse de este modo una reserva inagotable de aflicción.
Naturalmente, la edad de oro de la juventud no es más que un ejemplo. Otro ejemplo podría ser el dolor intenso por la rotura de una relación amorosa. Resista usted a lo que le insinúen su razón, su memoria y sus amigos bien intencionados que quieren meterle en su cabeza que dicha relación ya hacía tiempo que estaba quebrada sin remedio, y que usted mismo se preguntaba con frecuencia a regañadientes como lo haría para salirse de aquel infierno. Simplemente, no les de crédito a los que dicen que la separación es con mucho un mal menor. Convénzase más bien por enésima vez de que un "nuevo arreglo" serio y sincero constituiría esta vez éxito ideal. (Sin duda, no lo será). Déjese guiar, además, por la siguiente reflexión eminentemente lógica: si la pérdida del ser querido es tan infernalmente dolorosa, qué delicia celestial no será el nuevo encuentro. Apártese de todos sus amigos, quédese en su casa junto al teléfono, a fin de que, si sonara su hora afortunada, este usted disponible de inmediato y del todo.
En caso de que la espera se haga larga en exceso, entonces la experiencia humana de tiempos inmemoriables aconseja trabar una nueva amistad que sea idéntica a la anterior en todos sus detalles (por distinta que esta al principio le parezca).
Paul Watzlawick: "El Arte de Amargarse la Vida", Herder, 2009, Barcelona. Pp. 25-27.

Como pueden comprobar el mensaje que traslada Watzlawick es en un modo irónico y paradójico, de forma que entre al "hemisferio derecho", aquel de las emociones. Las metáforas penetran en esta parte del cerebro ayudando a captar intelectual y emocionalmente los mensajes.

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