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Paz y Ciencia

viernes, 27 de abril de 2012

Curación en Psicoanálisis

"Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar". Erich Fromm.
Se suele hablar mucho del papel del trauma en el desarrollo de patologias psíquicas, estos "traumas" pueden ser sofisticados, o groseros. Puede ir desde la negligencia, el abuso sexual, el abuso físico, la desatención, la sobreprotección, el doble-vínculo, si hablamos en términos de la Teoría de la Comunicación y otras muchas formas que se han estudiado a lo largo de los siglos XIX, XX y el momento actual. Aquellos que pensamos en términos de estructura de personalidad, no de aparición/desaparición de síntomas, que suele ser el criterio de los pacientes para valorar su mejoría, discrepa del conocimiento de la psicoterapia. Sigmund Freud en "Análisis Terminable e Interminable" plantea que la ausencia de síntomas no significa la curación y que cuanto mayor sea el trauma más fácil es la curación. ¿Paradójico, verdad? Bien, Erich Fromm, un psicoanalista humanista y que además también voló sobre el terreno de la sociología, conocido por "El Arte de Amar" y "El Miedo a la Libertad", ha escrito otros muchos trabajos verdaderamente interesantes. Para mí, resulta un profesional que me seduce, esto no significa que lleve su saber al plano de la auténtica certeza sin ambages. No obstante me inspira, como lo hacen otros psicoanalistas y psicoterapeutas de otras orientaciones dentro de lo denominado psicoterapias dinámicas. También me abro a las psicologías "oficiales", aunque estas son paliativas y no tienen como objetivo la curación sino que la persona sea funcional. Que no es poco. Pero, ni el psicoanálisis ni la psicología oficial se han planteado un objetivo importante, la felicidad. Cuando un terapeuta habla de felicidad a un paciente que se encuentra en un estado disfórico, es como hablar del "milenarismo" a un físico teórico. ¿Qué condición es favorable para la curación, según Freud? En "Análisis Terminable e Interminable", dice que cuanto más fuerte sea el trauma, más posibilidades hay de curación, cosa que muchos no tienen en cuenta al pensar en la teoría de Freud. La persona del psicoanalista es el otro factor que debe ser favorable para la curación. En este último escrito suyo, Freud hace una observación muy interesante sobre la situación analítica, que merece la pena citar, y es que el analista "necesita de alguna superioridad para servir al paciente como modelo en situaciones analíticas, y como maestro en otras. Por último, no se olvide que el vínculo analítico se funda en el amor por la verdad, es decir, en el reconocimiento de la realidad objetiva, y que excluye toda ilusión y todo engaño" Erich Fromm, en "El arte de escuchar" dice lo siguiente: "Freud tuvo siempre una idea un poco mecanicista de la curación. Como es sabido, la idea de principio era que, revelándose o descubriéndose el afecto reprimido, este, al hacerse consciente, sale del sistema, por decirlo así. Es lo que se llama `abreacción´, con una idea muy mecanicista, como el sacar pus de una inflamación, y se creía que esto ocurría de modo enteramente natural y automático. (Nota de Rodrigo C.: ahora viene lo mejor:) "Pues bien, Freud y otros muchos psicoanalistas comprendieron que esto no es cierto, porque, si lo fuese, los que más exteriorizan su irracionalidad serían los más sanos, porque se desahogan, echan las cosas fuera de su sistema..., pero no son los más sanos. Así, Freud y otros psicoanalistas abandonaron esta teoría, aunque sustituyéndola por una idea menos explícita: la de que si el paciente comprende o, empleando otra expresión, se hace consciente de su realidad inconsciente, sus síntomas, sencillamente, desaparecerán. O sea, que en realidad no tiene que hacer ningún esfuerzo especial, salvo el de acudir a la consulta del psicoanalista, decir lo que se le ocurra y pasar por los apuros que ello encierra forzosamente. Pero, digámoslo, nada depende de un esfuerzo particular del paciente, ni de una particular voluntad suya: él se curará, supuesto que logremos vencer sus resistencias y le demos a conocer lo reprimido. Se trata de una idea no tan mecanicista como la primitiva teoría de Freud de la abreacción, pero sigue siendo un poco mecanicista, según la entiendo. Da por supuesto que la cosa es fácil, en el sentido de que todo al paciente le irá bien, con solo que descubra lo reprimido". Por tanto, según lo anterior y las lecturas atractivas de Freud, el psicoanálisis consiste en descubrir la realidad inconsciente de una persona. Todo aquello que se aparte de esta premisa no es psicoanálisis. Ahora bien, puede la técnica psicoanalítica abordar todas las patologías, ser eficaz en todas las personas... Pensemos que fue diseñada para tratar las neurosis. No obstante, la idea de curación es algo que resulta reconfortable. Pero la curación depende más de lo que Freud explicó y de lo que los más puristas han entendido de sus escritos reveladores. Además de revelar la realidad inconsciente, la persona tiene que tomar una decisión, curarse o seguir hablando sobre sus problemas. Esta "decisión", es lo que Freud llamaba "resistencias" y se relaciona con los "mecanismos de defensa". Si, dejamos a la persona sin mecanismos de defensa se hundirá. Tal y como dice la propia expresión, los mecanismos de defensa, son "recursos" para protegerse del sufrimiento. Las personas se agarran a estos recursos y los psicoanalistas que trabajan según el legado de Freud, intentan vencer esas resistencias a toda costa. En personas frágiles, con un yo débil, el trabajo analítico ortodoxo mantendrá o empeorará la situación del paciente. Cabe la posibilidad de que mejore, pero entiendo que no se deberá al método analítico. Existen muchas variables intangibles que autores como Ferenczi o Winnicott han realzado, y es el valor del vínculo analítico en el plano de lo emocional. Winnicott mostró el camino fértil para que la persona "jugara" en el espacio analítico, es decir, que abandonara la situación de rigidez para dejarse llevar por los senderos de una atmósfera confiable donde poder elaborar (jugando metafóricamente) con el analista. Ferenczi llegó incluso a hablar del "análisis mutuo". Winnicott es un autor poco "resistido" por el establishment psicoanalítico pero Ferenczi, que fue analista de Melanie Klein fue tachado de loco por Freud y sus allegados más forofos. Desde la época de Freud, han surgido miles de enfoques para trabajar en psicoterapia dinámica. Y esto ha sucedido tras practicar el método clásico y ortodoxo y objetivar que no siempre es lo más apropiado. Desde luego que puede resultar cómodo para según que pacientes, el paciente habla, el analista escucha e interviene brevemente, sin interrumpir el flujo de pensamientos, fantasías, ilusiones del analizado. ¿Cómo puede ser que todavía existan profesionales que sigan a raja tabla el mensaje de Freud sin abrirse a otras perspectivas dentro y fuera del psicoanálisis? Otra cuestión que quiero comentar, y la he dejado entrever en líneas anteriores, es que el psicoanálisis no es indicado para muchas patologías. Por ejemplo, en los trastornos de personalidad se indica otros tratamientos o bien, un psicoanálisis modificado, como el del genial Otto Kernberg. Gunderson es otro gran profesional con grandes conocimientos psicoanalíticos y que conoce los trastornos de personalidad de forma exquisita. En sus trabajos sobre el trastorno borderline expone su forma de trabajar y, precisamente, no es como propone el psicoanálisis clásico. Resumo y concluyo, aunque dejo abierta una línea de debate y pensamiento para seguir trabajando y escribiendo: el psicoanálisis apropiado para patologías como los trastornos de personalidad o patologías graves es un psicoanálisis modificado, focalizando el aquí y ahora, realizándose cara a cara y promoviendo cambios actitudinales. Aquí, me "encomiendo" al mensaje de Freud, el psicoanalista o el psicoterapeuta debe ser valorado por el paciente como una persona que tiene lo que denominaba Lacan "el supuesto saber". Todos sabemos que el saber lo tiene el paciente, pero no se atreve a hacerlo consciente. Esa es la realidad.
"La envidia, los celos, la ambición, todo tipo de avidez, son pasiones: el amor es una acción, la práctica de un poder humano, que sólo puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión". Erich Fromm.

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