"A menudo escucho que os referís al hombre que comete un delito como si él no fuera uno de vosotros, como un extraño y un intruso en vuestro mundo. Mas yo os digo que de igual forma que el más santo no puede elevarse por encima de lo más sublime que existe en cada uno de vosotros, tampoco el malvado puede caer más bajo de lo más bajo que existe en cada uno de vosotros".
Khalil Gibrán, El profeta, 1923.
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