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Paz y Ciencia

martes, 24 de abril de 2012

Imago

Sobre el Mundo Interno: "Resulta de la actividad de la fantasía inconciente, en la que se introyectan objetos y se construye dentro del yo un mundo interno complejo. En el mundo interno se siente a los objetos internos en relación dinámica los unos con los otros y con el yo." Hanna Segal.
El término imago ha sido escogido, en la teoría psicoanalítica, para restablecer una distinción neta respecto a la imagen de la psicología clásica, que aparece como recuerdo de la percepción. Por el contrario, según Freud, la imagen no gravita alrededor de la cosa. Procede del sujeto, donde tiene por función satisfacer simbólicamente el deseo. De acuerdo con Freud, en los primeros momentos de la vida aparece ya una actividad "alucinatoria" de las necesidades internas: en ese estadio, el fantasma no comprende ya la representación de un objeto, por lo que el niño deja de vivir la separación entre sujeto y objeto. Ulteriormente, el objetivo del fantasma se dirigirá a la madre y después al padre, y el niño interiorizará las imágenes materna y paterna y se identificará con ellas. Se trata de un proceso inconsciente por el que el sujeto intenta recuperar su propio deseo y recobrar también esa parte del amor por sí mismo, que ha invertido en el mundo exterior. En el curso de este proceso se opera la idealización de la imagen materna y paterna a la que los psicoanalistas dan nombre de imago. Según Freud, la madre es el primer objeto sobre el cual se proyecta la sexualidad infantil. Se trata, por consiguiente, de una sexualidad oral dirigida al seno materno. El impulso hacia esa fuente de vida, de amor y de satisfacciones múltiples, y la respuesta beneficiosa de la madre a los deseos del niño son interiorizados y se unifican en el inconsciente bajo la forma de una imago de la madre. No se trata de una percepción ni de una reproducción mental, sino de una proyección de la pulsión sexual y de su fusión con la persona idealizada de la madre. Esta es la que se designa como imago de la madre buena. En la etapa siguiente, con la dentición, se desarrollan pulsiones agresivas. La actitud con respecto a la madre se vuelve ambivalente. El niño interiorizará y personificará las frustraciones del destete con una nueva imagen de la madre: la imagen de la madre "mala". Según predomine en cada sujeto la imago buena o mala de la madre, se tendrá una relación diferente con el mundo. Para los primeros, ella será fuente de placer y para los segundos, de terror. Pero en la formación normal del psiquismo deben intervenir las imagos paternas, que forjan el ideal del yo. Habría una imago paterna "buena", de un padre fuerte, justo, libre y benévolo. Pero también existe, en el período en que se forma, según Freud, el complejo de Edipo, una imago del padre temible, castrador, objeto de odio. Esta es la imago paterna "mala". En oposición a la imago materna, producto de una situación original, la imago paterna estaría ligada, según Freud, a un conflicto de generaciones. La tesis de "Tótem y Tabú" se sustenta en el relato mítico de la muerte del padre en la horda primitiva. Los hijos habrían matado al padre y después, atormentados por el remordimiento, se habrían identificado con él, interiorizando una imagen ideal de su fuerza y su justicia, aunque -al mismo tiempo- habrían seguido temiendo el castigo de su crimen. De ahí la imagen ambivalente que puede dividirse (según la forma en que se resuelve el conflcito edípico, recapitulación inconsciente de la muerte del padre) en dos imágenes contrarias: la del padre protector y la del padre vengador.
Camilo José Cela (premio Nobel de Literatura): "Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad, es que cuado tienen que demostrarlo no aciertan ni una".

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