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Paz y Ciencia

sábado, 29 de octubre de 2016

Noam Chomsky y retazos anarquistas



"Los anarquistas sindicalistas están convencidos de que el orden económico socialista no puede alcanzarse mediante decretos o estatutos gubernamentales, sino en virtud de la colaboración solidaria entre las mentes y los brazos de los trabajadores en cada ramo de la producción, es decir, encumbrando a la dirección de todas las fábricas a los propios trabajadores, de modo que las distintas agrupaciones, fábricas y ramos de la industria pasen a ser los miembros independientes del organismo económico general que se encarguen sistemáticamente de la producción y la distribución de los bienes en interés de la comunidad, mediante acuerdos adoptados libremente".

Esto lo escribe Rocker poco después de que estas ideas se hubieran llevado a la práctica de forma espectalular en la Revolución Española. Justo antes de que estallará esa revolución, el economista anarcosindicalista Diego Abad de Santillán había escrito:

"[...] al afrontar el problema de la transformación social, la solución no puede valerse del Estado como medio, sino que ha de confiar en la organización de los productores.
En este principio nos hemos basado y no vemos que haya necesidad de un poder superior al de los sindicatos para establecer un nuevo orden de las cosas. Que alguien nos explique qué función, si es que la hay, puede tener el Estado en una organización, en económica en la que la propiedad privada ha sido abolida y no hay lugar para el parasitismo y los privilegios arbitrarios. La supresión del Estado exige fuerza y vigor; es tarea de la revolución acabar con el Estado. Una de dos: o la revolución entrega la riqueza social a los trabajadores, en cuyo caso éstos se organizarán con vistas a la organización colectiva y el Estado dejará de tener sentido; o la revolución no entrega la riqueza social a los productores, en cuyo caso la revolución habrá sido un fraude y el Estado seguirá siendo un fraude.
Nuestro consejo federal de economía no es un poder político sino un poder regulador económico y administrativo. Recibe sus directrices desde abajo y opera con arreglo a las resoluciones de asambleas regionales y nacionales. Es un organismo de coordinación. nada más".

En una carta de 1883, Engels se mostraba en franco desacuerdo:

"Los anarquistas ponen las cosas patas arriba. Afirman que la revolución proletaria debería 'empezar' por echar abajo la organización política del Estado [...] Pero hacerlo en un momento como éste equivaldría a destruir el único organismo que el proletariado victorioso tiene a mano para imponer la autoridad recién conquistada, mantener a raya a sus adversarios capitalistas y llevar a cabo esa revolución económica de la sociedad sin la cual su victoria terminará inevitablemente en una nueva derrota y una masacre de obreros similar a la que puso fin a la Comuna de París" [...]


MARX Y ENGELS



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