Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: 653 379 269 Website:
Byung-Chul Han nació en Corea del Sur en 1959. Filósofo y teórico de la cultura, ha desarrollado su carrera como académico en la Universidad de Berlín.
Estudió metalurgia en la Universidad de Corea, en Seúl. Luego, para conseguir el apoyo de sus padres, con la excusa de prolongar sus estudios de ingeniería, en la década de 1980 se trasladó a Alemania para estudiar filosofía, sin saber el idioma. En 1994 obtuvo el doctorado en filosofía con una tesis sobre Martin Heidegger.
En el año 2000, se incorporó al Departamento de Filosofía de la Universidad de Basilea, donde completó su habilitación para ser docente universitario. En 2010 se convirtió en miembro de la facultad de la Universidad de Artes y Diseño de Karlsruhe. Y en 2012 consolida su carrera académica como profesor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de Berlín.
Autor prolífico, al punto de publicar una o dos obras al año desde 2007 a la fecha (aunque tiene varias publicaciones anteriores, desde 1999). En ellas, se orienta fundamentalmente a identificar los modos de construcción y deconstrucción de las prácticas contemporáneas, valores sociales y normas culturales del capitalismo en su modelo neoliberal.
Para entregar algunos elementos con los que comprender sus planteamientos, reseñaremos brevemente los libros “En el enjambre”, de 2013, y “Psicopolítica”, de 2014, en tanto que son una excelente síntesis de las obras anteriores y un anticipo de las postreras.
En el enjambre
Se trata de un texto breve y de fácil lectura, por lo que se transformó rápidamente en un best seller. Entre las materias que aborda se encuentran: las redes sociales, la revolución digital y el internet, especialmente del sentido del vertiginoso crecimiento del mundo digital y de los medios electrónicos.
Para Byung-Chul Han vivimos un cambio de paradigma caracterizado por la falta de distancia, donde lo privado se hace público, es decir, la comunicación deshace las distancias y fomenta una exhibición de lo privado. A lo que se suma el hecho de que todo es imagen, cámara y anonimato. Paradojalmente, también hay una exacerbación de los afectos, las emociones, las vivencias personales…
Actualmente, todos seriamos consumidores y producto a la vez. El medio digital hace de la gente productores activos. Su opinión se presenta sin intermediario, mutando la representación en presentación directa. El medio digital genera, asimismo, apariencia de cercanía. Pero, en el fondo, nos aparta del otro, nos quita el tacto y el contacto. Hemos pasado de la acción al tecleo, al acto de un clic.
Se trata de la primacía de la imagen. Imágenes domesticadas en tanto que consumibles, que pierden, de este modo, su capacidad de decir la verdad.
Esto es expresión de la decadencia de la cultura y la erosión del respeto recíproco. En el enjambre digital no se tiene alma, ni espíritu; se es puro individuo aislado. Estamos en el anonimato, pero no es que seamos nadie, somos alguien anónimo, sin un nosotros…
El enjambre es, entonces, fugaz, y no desarrolla energía política. Es puro bullicio, que aparta el silencio. Por esta razón, las oleadas de indignación social movilizadas los últimos años, no tienen la capacidad de reconfigurar el espacio público. La indignación multitudinaria no puede escapar de la individualidad. Es multitud sin interioridad, aglomeración sin congregación. No hay multitud cooperativa, hay soledad.
Por todo esto, para Byung-Chul Han hay que redefinir y repensar la soberanía en tiempos de la red. Si se trata de soberanía, se trata, por lo tanto, del ciudadano. Pero en la actualidad el ciudadano se ha vuelto un consumidor. Consumidor que, por lo demás, está sometido al cansancio, al desgaste, al shock que genera el exceso de información. La fatiga es el síndrome de la época.
Ante aquello, Byung-Chul Han sólo vislumbrará la misma propuesta de Heidegger, que es, a la vez, la de Carl Schmitt: volver al misterio y su silencio, que son lo opuesto a la sociedad de la información.
Una característica del enjambre es la hiperconexión de la comunicación digital, que es la base para la vigilancia y el control. En este punto, plantea su concepto de “psicopolítica”, que es la vigilancia, el control, pero no de lo exterior hacia lo interior (como el biopoder foucaultiano), sino desde el interior mismo. La psicopolítica mueve a los hombres no desde fuera sino desde dentro. Es el paso del big brother orwelliano (de la novela “1984”) al big data. El psicopoder lee los propios pensamientos y los controla. Y en este sentido, el big data es más eficiente que el big brother. El psicopoder supera al biopoder de Michael Foucault.
Psicopolítica
A pesar de que parecen temas complejísimos, la lectura de las obras de Byung-Chul Han son sencillas y breves, agradables y hasta entretenidas. A la vez, detecta muy bien las problemáticas contemporáneas y mantiene cierta profundidad analítica.
En “Psicopolítica”, el autor surcoreano, plantea que la libertad, hoy, se ha convertido en coacción. Y en medio del enjambre de la red digital, la libertad es ilimitada. El neoliberalismo, que es el modelo político, económico y cultural que domina la actualidad, es una mutación del capitalismo que transforma al trabajador en empresario, en emprendedor, y lleva al individuo a explotarse a sí mismo. Este en el sujeto neoliberal.
El neoliberalismo ha logrado transferir la vigilancia del big brother a los propios individuos por medio del big data. En la vigilancia neoliberal el sujeto se expone y de este modo se autovigila y se transparenta. La transparencia, dice Byung-Chul Han, es un dispositivo neoliberal, con el que se desinterioriza a la persona. Con suficientes datos se podría entender todo. El smartphone, por ejemplo, es un aparato de vigilancia y confesionario móvil.
El poder adquiere una forma permisiva, ofrece un marco para la libertad, no opera de frente contra la voluntad, no reprime sino que seduce. El botón de “like” es el símbolo del capitalismo neoliberal.
El poder disciplinario utilizaba la reclusión, por medio de instituciones como la cárcel, el manicomio, la familia, la escuela, etc. Aquellos son los dominios de la biopolítica. Pero ahora se ha dado un paso a la psicopolítica. Se ha ido más allá de Foucault y su poder disciplinar, el biopoder…
Optimización, competencia, iniciativa, rendimiento, son algunos de los mecanismos de la psicopolítica. Dominar por medio de la deuda es otro. Y es que el régimen neoliberal explota la psique. El big data reemplaza a la estadística… Otras formas refinadas de explotación de la psicopolítica son: el couching, los gimnasios, las teorías y talleres de inteligencia emocional, los seminarios, el liderazgo empresarial, las terapias de autoayuda, la optimización personal, la autoexplotación, la búsqueda de rendimiento. La psicopolítica busca agradar en vez de someter.
Por todo esto, el neoliberalismo es el capitalismo de la emoción, de la explotación de las emociones, de los recursos para aumentar la productividad y el rendimiento. Si la racionalidad sería coacción de la sociedad disciplinaria, por el contrario, la emocionalidad sería una expresión de la subjetividad libre. Es la dictadura de la emoción y los modelos emocionales para maximizar el consumo: no consumimos “cosas”, sino emociones y experiencias.
No obstante, constata Byung-Chul Han, todo esto nos lleva al agotamiento, la depresión, el colapso. Vuelve a aparecer, entonces, la necesidad de misterio y de silencio.