Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Gran Vía Psicoterapeuta Online Offline Zaragoza. Instagram: @psicoletrazaragoza. Teléfono: 653 379 269 Website: www.rcordobasanz.es
Cuenta Gilles Deleuze en Spinoza: filosofía práctica que el filósofo neerlandés se entretenía mirando a las arañas capturar a las hormigas en las esquinas de su casa. Según este, Spinoza veía ahí reflejada su teoría de los encuentros y las afecciones. Hace unos días se cumplieron veinte años del suicidio de Deleuze. Dejó estudios muy particulares sobre la obra del propio Spinoza, Kant, Nietzsche, o Bergson, entre otros, además de un sistema propio realmente influyente en la filosofía contemporánea.
Hace unos días pudimos leer también que los estudios de Historia de la Filosofía en bachiller pasarán a ser una asignatura optativa en el currículo escolar, a partir del próximo curso, y que los profesores de los institutos están recogiendo firmas para «salvar la filosofía». Puesto que la principal salida profesional (por no decir la única) que tiene la formación universitaria en Filosofía es la enseñanza, resulta lógico pensar que, indirectamente, la reducción del peso específico de la materia en bachiller implicará asimismo la afluencia de alumnos a los estudios superiores. Si no hay filosofía en los institutos ni necesidad de profesores que la enseñen, ¿quién va a plantearse cursar hoy un Grado en Filosofía?
Ahora bien, ¿realmente es necesario impartir filosofía en los institutos? ¿Son necesarios los estudios universitarios en Filosofía? En un mundo cada vez más rápido, en el que el acceso al mercado laboral se rige por la flexibilidad y la capacidad de adquirir rápidamente nuevos conocimientos, de adaptarse a la implantación de novedades de cualquier índole; y por otro lado, de poseer la suficiente especialización y especificidad como para acompasar la producción a las necesidades cambiantes del consumo, ¿es todavía necesario un conocimiento aparentemente tan rígido y tan genérico como es el de la filosofía.
Generalmente se ha aceptado que la filosofía nace con Tales de Mileto y su «todo está lleno de dioses», así como que en la Grecia Clásica está el origen de la actual democracia contemporánea. Podría uno preguntarse si el actual desinterés de los poderes políticos por una tradición que data de más de 2500 años tiene algo que ver con lo que a veces se menciona en los medios como «democracia de baja calidad».
Dice Deleuze: «cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz […] Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene un uso: denunciar la bajeza en todas sus formas».
Así pues, vemos que la cuestión no es baladí ni gratuita. La filosofía fomenta el pensamiento crítico, el análisis pormenorizado, la duda constante, el cuestionamiento personal acerca de lo que habitualmente nos sucede, y la formación de una opinión propia. Nos constituye entonces como ciudadanos activos y sujetos de acción política. Nos ayuda a pensar. De alguna manera, en el uso o desuso de la filosofía se pone en juego el fundamento mismo de la vida política. Quizás por eso los maestros recogen firmas para «salvar la filosofía». Porque quizás sin la filosofía no se pueda entender la democracia.
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