PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

jueves, 28 de febrero de 2013

Krishnamurti: "Darse Cuenta"



Este viaje que les propongo, no es para ir a la Luna ni a las estrellas. De hecho, la distancia que nos separa de las estrellas es mucho menor que la distancia entre nosotros.
Descubrirse a sí mismo no tiene fin y requiere constante investigación, percepción total, darse cuenta sin elección alguna.
En realidad, este viaje consiste en abrir una puerta al individuo en su relación con el mundo.

[...] Me gustaría hablar juntos de qué es la mente, de la naturaleza del conocimiento y de lo que significa saber, porque si no comprendemos todo esto creo que no hay ninguna posibilidad de afrontar nuestros innumerables problemas de forma nueva, con una nueva manera de mirar la vida.
La vida es de la mayoría bastante fea, miserable, desdichada y mezquina. Nuestra existencia es una serie de conflictos, contradicciones, una lucha rutinaria, dolor, alegría fugaz, satisfacción pasajera. Estamos presionados por tantas regulaciones, tantas directrices y modelos que nunca conseguimos un instante de libertad, un sentimiento de plenitud. Vivimos en constante frustración porque siempre buscamos realizarnos; nuestra mente nunca tiene tranquilidad, vivimos angustiados por las diferentes exigencias. De modo que para comprender todos estos problemas e ir más allá es realmente necesario que empecemos por comprender la naturaleza del conocimiento y el funcionamiento de la mente.
En cierto sentido el conocimiento implica acumulación, ¿no es cierto? Podemos adquirir conocimientos, pero por su propia naturaleza el conocimiento siempre es parcial, nunca completo; por tanto, cualquier acción que surja del conocimiento es igualmente parcial, incompleta. Creo que debemos entender este punto muy claramente.
Dudo si seguir, porue a medida que avanzamos debemos estar en comunión unos con otros, y no estoy seguro que entre nosotros exista esa comunión, entendiendo por comunión "comprensión". No se trata de comprender tan solo el significado de las palabras, sino también el significado más allá de las palabras. Si su mente y la mente de quien les habla se mueven juntas y comprenden, con sensibilidad, entonces existe la posibilidad de una verdadera comunión entre nosotros. Pero si únicamente escuchan para saber lo que quiero decir como conocimiento al final de la charla, en ese caso no habrá comunión, simplemente esperarán una definición y, sin lugar a dudas, las definiciones no traen comprensión....
La comprensión no es un proceso intelectual, no es el resultado de argumentar, nada tiene que ver con aceptar, negar o condenar; todo lo contrario, aceptar, negar o condenar; todo lo contrario, aceptar, rechazar y condenar impiden comprender. De hecho comprender es necesario un estado de atención en el cual no intervenga comparación o condena alguna, no se trata de esperar a ver cómo se desarrolla el tema que se investiga para luego estar o no de acuerdo. Más bien, toda opinión, condena o comparación quedan en suspenso, inactivas; uno simplemente escucha para descubrir, con una actitud de investigar, lo cual significa que no empieza desde una conclusión. Así, uno se encuentra en un estado de atención, está realmente escuchando
J. Krishnamurti: "Darse Cuenta". Gaia Ediciones.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Exclusión

Nunca entendí tan bien lo que era el miedo a sentirse excluido, como en una mañana de soledad.
Aquella mañana no me levanto. Minne está en algún lugar del Sudoeste. Visita a los alumnos de un instituto técnico en la zona de Toulouse. Escritora invitada. Aquella mañana, pues, no hay despertar amoroso bajo los auspicios de la cafeína. Tendría que ponerme enseguida manos a la obra en mi libro, pero no, me quedo en la cama, con la mirada en el vacío como antaño ante los deberes que no hacía...
Daniel Pennac: "Mal de Escuela"

Mayorías de poder

¡Ah!, los defensores de una norma, sea esta la que sea: norma cultural, norma familiar, norma de empresa, norma política, de clan, de club, de barrio, de salud, de músculo o de cerebro.
Ese miedo a ser amenazados por lo que se sale del molde.
¡Qué peligrosos se vuelven los códigos ante aquellos que no los dominan!
Incluso los niños deben desconfiar de ellos.
Daniel Pennac: "Mal de Escuela". Pág.: 169

Dalí sale al encuentro de la psiquiatría

Lo desee o no, parezco destinado a una excentricidad truculenta. Tenía treinta y tres años. Un día en París me llamó por teléfono un joven y brillante psiquiatra. Acababa de leer un artículo mío en la revista Minotauro sobre “Mecanismo interno de la actividad paranoica”. Me felicitó y expresó su asombro ante la exactitud de mi conocimiento científico de esta materia, tan mal comprendida usualmente.... Deseaba verme para discutir conmigo toda esta cuestión. Convenimos en vernos a hora avanzada aquella misma tarde, en mi estudio de la calle Gaudet. Pasé toda la tarde en un estado de agitación extrema, ante la perspectiva de nuestra entrevista, e intenté planear por anticipado el curso de nuestra conversación. Mis ideas eran tan a menudo consideradas, aún por mis más íntimos amigos del grupo surrealista, como caprichos paradójicos –con matices geniales, por supuesto-, que me halagaba ser finalmente tomado en serio en círculos estrictamente científicos. De ahí que estuviera ansioso de que, en nuestro primer intercambio de ideas, todo fuese perfectamente normal y serio.
Mientras aguardaba la llegada del joven psiquiatra, continuaba trabajando de memoria en el retrato de la vizcondesa de Noailles, en el cual me ocupaba entonces. Esta pintura era ejecutada directamente sobre cobre. El bruñido metal reflejaba la luz como un espejo, lo que me impedía ver claramente mi dibujo. Observé, como ya lo notara antes, que veía mejor lo que hacía allí donde los reflejos eran más brillantes. Al momento pegué a la punta de mi nariz un cuadrado de papel blanco de 2.5 cm. Su reflexión hacía perfectamente visible el dibujo de las partes en que trabajaba.
A las seis en punto –hora convenida de la visita- sonó el timbre de la puerta. Guardé apresuradamente mi cobre, entró Jacques Lacan e inmediatamente nos lanzamos a una discusión tecnicísima.
Tuvimos la sorpresa de descubrir que nuestras opiniones eran igualmente opuestas, y por las mismas razones, a las teorías institucionales aceptadas entonces casi unánimemente. Conversamos durante dos horas en constante tumulto dialéctico.
Partió con la promesa de que mantendríamos un contacto constante y nos veríamos periódicamente. Después de su partida, me puse a pasear por mi estudio intentando reconstruir el curso de nuestra conversación y sopesar más objetivamente los puntos en que nuestros raros desacuerdos pudieran tener verdadera importancia. Mas cada vez estaba más perplejo por la manera, más bien alarmante, en que el joven psiquiatra me escudriñaba el rostro de vez en cuando. Era caso como si el germen de una extraña, curiosa sonrisa quisiera entonces transparentarse en su expresión.
¿Estaba estudiando los efectos convulsivos, en mi morfología facial, de las ideas que agitaban mi alma?
Encontré la respuesta al enigma cuando fui a lavarme las manos (éste, dicho sea de paso, es el momento en que se ven toda clase de cuestiones con la mayor lucidez). Pero en esta ocasión lo que me dio la respuesta fue mi imagen en el espejo.
¡Había olvidado quitar de mi nariz el cuadradito de papel blanco¡
Durante dos horas, había discutido cuestiones del carácter más trascendental en el tono de voz más preciso, objetivo y grave, sin darme cuenta del desconcertante adorno de mi nariz. ¿Qué cínico habría podido representar conscientemente este papel hasta el fin?

martes, 26 de febrero de 2013

Sobre la PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL


AMPLIANDO CONCEPTOS: MAS DEFINICIONES Y CONTEXTUALIZACIONES SOBRE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
La Psicología Transpersonal surgió para abordar cuestiones que la Psicología mayoritaria había marginado debido a una serie de falsas creencias que funcionan como limitaciones para la comprensión de la naturaleza humana. La primera de estas falsas creencias es que el desarrollo psicológico cesa al acceder a la madurez, creencia que comienza a ser desmentida desde las propias instancias de la psicología evolutiva oficial. La segunda es que la salud psicológica puede ser deducida del estudio de la patología. La tercera, que todos los estados no ordinarios de conciencia y las experiencias místicas o transpersonales son insignificantes o patológicas.
Acompañando a estas creencias falsas, la psicología tradicional ha evolucionado en base a los métodos aceptados por la comunidad científica y, como dijo Maslow, cuando la única herramienta es un martillo, todo empieza a parecerse a un clavo.
El cientificismo y su soporte filosófico, el positivismo lógico, que se pretenden la única forma válida de producción de conocimiento, han sido un lastre importante para la evolución del saber antroposocial, empujándole hacia una concepción mecanicista propia de una anticuada visión de las ciencias naturales. Paradójicamente, en el mismo momento que la conciencia era eliminada de la psicología en nombre de la física, ya que según la visión cientificista la conciencia seria solo un epifenómeno de la actividad cerebral, (según Moleschot el cerebro segrega ideas como el hígado segrega bilis) la propia física volvía a necesitar de la conciencia para formular las leyes de la mecánica cuántica, que posee una lógica interna diferente de la física newtoniana, y que son las mismas paradojas que surgen al querer explicar la experiencia transpersonal.
Por ejemplo, las partículas subatómicas guardan entre sí una relación contradictoria que permite afirmar que cada partícula es al mismo tiempo todas las demás partículas. O sea, que ni siquiera existe comunicación entre ellas, pues su relación no parece ser de naturaleza causal. Simultáneamente, muchas de las personas que han alcanzado o experimentado transitoriamente este nivel o estado de conciencia transpersonal, refieren una relación paradojal entre el todo y las partes. No solamente las partes se encuentran en el todo, algo que es evidente, sino que el todo se encuentra en las partes. Esto pone de manifiesto la coincidencia de un estado de conciencia con hallazgos de la física moderna como la imagen holográfica, que David Bohm ha utilizado como base para su teoría holográfica del universo, y el neurobiólogo Karl Pribram ha utilizado para su explicación del funcionamiento cerebral, etc..
En principio, la Psicología Transpersonal comenzó estudiando las características, efectos y significado de estos estados no ordinarios de conciencia, así como los medios de llegar a estas experiencias cumbre, místicas, estéticas, trance, iluminación, etc.
Diversos autores han conferido a las experiencias transpersonales las siguientes características:
- Carácter inefable: la experiencia que no se puede describir con el lenguaje usual.
- Trascendencia del espacio y del tiempo: cuando se está en otra dimensión, el tiempo ya no existe y el espacio tridimensional desaparece.
- Sentimiento de lo sagrado: vivencia de que el universo es un lugar sagrado y que aquí y ahora se está produciendo algo grande y digno de sumo respeto.
- No Dualidad: desaparición de la percepción dualista yo-mundo o sujeto-objeto.
- Cambio del sistema de valores y del comportamiento: cambio que tiende a los valores B de Maslow (belleza, bondad, verdad), progresivo desapego de los bienes materiales, visión de una luz y en ocasiones desarrollo de habilidades parapsicológicas.
- Certeza de realidad: le confieren una certidumbre absoluta de que lo vivido es real, inclusive mucho más real que lo vivido de ordinario en la cotidianidad.
- Desaparición del miedo a la muerte: se percibe la vida como eterna, aún cuando la existencia física es transitoria
La psicología transpersonal trasciende los límites de una lógica del individuo y en lugar de considerarlo el centro de la cuestión, lo sume en una trama sistémico-ecológica de la realidad en la cual constituye un elemento más, superando así la vigente epistemología del enfoque newtoniano que sitúa al hombre en el centro del universo, cuando en verdad no es sino un elemento más dentro del contexto.
La psicología transpersonal apunta, por ende, a la expansión del campo de la investigación psicológica, para incluir dimensiones de la experiencia y el comportamiento humano que se asocian con la salud y el bienestar, llevados a estadios nunca antes considerados por la epistemología positivista.
Para conseguirlo, se nutre tanto de la ciencia occidental, fundamentalmente de aportes de la física cuántica, de la astrofísica biotrópica y la relatividad einsteniana, como de la sabiduría oriental. De esa manera, integra los conocimientos que aportan ambas tradiciones para conocer las potencialidades del hombre.
La psicología transpersonal parte además de la base de que todos los enfoques y escuelas psicológicas son complementarias entre sí y válidas por lo tanto en la parcela que cada una trabaja, pero parciales respecto de una totalidad que no puede ser enteramente abarcada por ningún enfoque único.
Asimismo su objetivo terapéutico básico no son los conflictos particulares (aunque los reconoce, los trabaja y los integra) sino las soluciones generales que surgen inexorablemente con la expansión de la conciencia, y su modelo referencial (como señalabamos al principio) no son las personas afectadas por síntomas neuróticos ni las llamadas "normales" sino los Héroes, los Budas, etc. O dicho de otro modo, la psicología transpersonal no busca su modelo referencial en la psicopatología o psicología de la carencia, sino en la psicología de la plenitud.


http://www.psicologiatranspersonal.org/que_es_la_psicologia_transpersonal.html

Tao Prajñananda

Mal de escuela: pensamiento mágico

Si tuviera que definir esas clases, diría que mis supuestos zoquetes y yo luchábamos contra el pensamiento mágico, aquel pensamiento que, como en los cuentos de hadas, nos hace prisioneros de un presente perpetuo. Acabar con el cero en ortografía, por ejemplo, es escapar del pensamiento mágico. Se rompe un maleficio. Se abandona el círculo. Despiertas. Pones un pie en lo real. Se ocupa el presente de indicativo, se empieza a comprender. ¡Algún día tienes que despertar, a fin de cuentas! ¡Un día, una hora! ¡Nadie ha mordido para siempre la manzana de la nulidad! ¡No vivimos en un cuento, no somos víctimas de un hechizo!
Tal vez enseñar sea eso: acabar con el pensamiento mágico, hacer de modo que en cada curso suene la hora del despertar.

lunes, 25 de febrero de 2013

Ausencia de juicio

El mayor obstáculo para vivir una vida creativa es la voz de la culpa: la voz de juicio. Dicha voz adopta diferentes formas. La voz de tu interior es en general la más atemorizante, pero también está el juicio de los demás, incluidos los de origen cultural como las reglas de etiqueta que desalientan la conducta "no convencional".
En la mayoría de las personas el espíritu creativo y la voz de juicio libran una continua y encarnizada batalla. Incluso antes de que lleguen a la conciencia, la voz de juicio las corta de raíz.
Las dos voces, la creativa y la del juicio, hacen una evaluación crítica de las cosas, pero el espíritu con el que hablan es radicalmente diferente. Una se arraiga en el miedo y nos reprime, la otra en el deseo de mejorar y la curiosidad. La última nos permite seguir nuestros objetivos con inteligencia.
Rodrigo Córdoba Sanz

domingo, 24 de febrero de 2013

Sí y no

"Siempre comparo cualquier idea con un hilo de oro. Es realmente hermoso pero también un poco frágil.
Entras trotando con una idea, y es un sí: "colabora, ayúdame, necesito ayuda para obtener fuerzas para sobrevivir"
Y entonces cuando nos topamos con un No es algo feo, monolítico.
Cualquiera puede arrojar ese monstruoso No sobre el "sí" antes siquiera que tenga una probabilidad de vida.
El creador del correcaminos

sábado, 23 de febrero de 2013

La relación terapéutica en Gestalt

Asociación Española de Terapia Gestalt
enlacesplano situacioncontactar
destacamos Gestalt JORNADA "GESTALT, AQUÍ Y AHORA" - Alquiler de sala fines de semanasuscribirse a Aula Gestalt
Aula Gestalt escritos - Cristina Nadal

La relación terapéutica en Gestalt
Artículo publicado en el Boletín nº26 de la Asociación Española de Terapia Gestalt. (2006)
Este escrito habla sobre la especificidad gestáltica del uso de lo que el terapeuta experimenta frente al paciente. Primero enfoca el nivel transferencial y contratransferecial, también presente en la relación terapéutica gestáltica -que prima lo actual-, y hace referencia al nivel de apoyo y confrontación que el terapeuta fomenta con su intervención.
Sabemos que la relación que el terapeuta establece con el paciente es determinante para el éxito o el fracaso del tratamiento. Es más determinante que la técnica que se utilice y la teoría de la que se parta, dado que éstas, tal como dice Claudio Naranjo 1, son aplicadas a través de la actitud que el terapeuta toma frente al paciente.
Me resulta clarificador encuadrar la relación terapéutica como una relación de ayuda y entender que, como tal, debe facilitar el desarrollo y la maduración de la persona con la que trabajamos. Aquí conviene recordar que para Perls madurar es ir pasando de la dependencia (propia de la etapa infantil) al autoapoyo propio del adulto con un funcionamiento saludable.
El o la paciente tiene identificados aspectos sintomáticos que le molestan: accesos de cólera incontrolables, dificultades en la relación con los demás, conflictos de pareja o familiares, crisis de angustia, obsesiones que van obstaculizando su cotidianidad, enfermedades psicosomáticas, insatisfacción persistente... También puede acudir a la consulta con una sensación de malestar generalizado viendo que algo o mucho en su vida no funciona.Pide ayuda para curarse, para sentirse mejor, y viene con todas sus maneras de evitar sensaciones, recuerdos...Es decir, con las defensas que le “permiten” mantener la sintomatología.
Como gestaltistas, con nuestra presencia y nuestras intervenciones vamos a ayudar al paciente a que se dé cuenta de qué hace y de cómo participa en la generación de estas situaciones o pensamientos que le hacen sufrir. Compartimos con otros enfoques dinámicos y humanistas que el sujeto es responsable de su vida. Entendemos que el trabajo de irlo asumiendo es curativo.
Estamos entrenados/as para acompañarle en el viaje de zambullirse en su propia experiencia, ayudándole a hacerse cargo de la misma. Por ejemplo, no tiene el mismo efecto que una persona diga “tengo una tensión en la nuca”, que “estoy tensando la nuca”. Mayor riqueza le aportará aún identificar cómo lo está haciendo o qué sentido tiene este hecho, para él, en este momento. En relación a su capacidad de identificar sus sensaciones, puede decir, por ejemplo, “es como si quisiera mantener siempre la cabeza en alto”. A ello podría seguirle la identificación de una situación en la que está forzando esta actitud. La exploración de este gesto puede a su vez facilitarle descubrir qué evita con él. Como vemos, apropiarse de la autoría de sus experiencias no es sólo un objetivo sino también una vía de conocimiento.
El proceso de profundización en uno mismo, de desvelamiento de los engaños y apaños que nos hacemos, el encuentro con lo propio, es la vía de curación que proponemos.En ello nos alineamos con las demás corrientes que tengan como objetivo sanador una búsqueda de conocimiento interno. “La inscripción -Conócete a ti mismo y conocerás a Dios-, en la puerta de entrada al templo de Tebas, apunta a una fuente interna de máximo conocimiento. El modo de acceso al mismo y el objeto de conocimiento que se pretende conseguir son definidos de manera diferente por cada sistema de pensamiento o enfoque que comparten el interés por dicha fuente de conocimiento.” 2 Los gestaltistas entendemos que no se puede conocer verdaderamente el interior si no se reconoce y conoce, también, lo ajeno y, sobre todo, nuestra forma de estar y de movernos en el mundo. Para facilitar el desarrollo del proceso curativo y por lo tanto reestablecer la capacidad de aprender de la vida, enfocamos, básicamente, aquello que acontece en la interacción que el sujeto establece con su entorno.
RELACIÓN ACTUAL Y TRANSFERENCIAL/CONTRATRANSFERENCIAL
El terapeuta, en la sesión, será un otroen minúsculas, con el que el paciente desplegará, como con muchos otros, su estilo de establecer vínculos con los demás. Por ejemplo, si alguien es invasivo, seguro que lo será con su terapeuta. Al igual que también lo retará o seducirá si esto es lo que el paciente hace con los demás. Poner conciencia en la relación y explorar lo que hace y le sucede en ella será un excelente filón, una buena autopista, para que el paciente pueda verse y reconocerse en su forma de establecer relaciones. Teniendo, esta vez, la ocasión de explorar lo que estaba oculto o ausente de la conciencia y la oportunidad de encontrarse con aquello de lo que uno/a pretendía escapar o que no se atrevía a reconocer. Pudiendo, por lo tanto, llorar lo no llorado, sentir lo no permitido o celebrar lo denostado. Puntualizo que, si esos descubrimientos y experiencias emocionales no se acompañan del reconocimiento de los autoengaños y de las propias distorsiones (que conforman el cuento que nos contamos sobre uno/a y sobre el mundo), no hay elaboración, sólo hay catarsis -cuyo efecto terapéutico es menor.
Sin embargo, este otro que el terapeuta es para el paciente, además de ser otro en minúsculas, vendrá a ocupar el lugar de los otros significativos: figuras parentales, abuelos o tíos significativos, algún hermano…. Es por ello que podríamos entenderlo como un Otro en mayúsculas. Aquel en el que fácilmente se le pueden depositar, y le depositamos, la posibilidad de satisfacción (idealización) del deseo de ser salvados, protegidos… Ello es así incluso cuando el o la paciente sabe que el asunto no se trata de eso, de encontrar la salvación. Este Otro también toma la forma de juzgador y deperseguidor. El paciente, como en el resto de enfoques, sean del tipo que sean, va a transferir, trasladar y reeditar con el terapeuta formas de relación vividas con sus progenitores y personas significativas de su infancia. Este fenómeno de la transferencia ocurre en todas las relaciones, especialmente en los vínculos de relación de ayuda y con mayor intensidad cuando la situación del que es ayudado supone un alto grado de vulnerabilidad. La transferencia se ve incrementada, por ejemplo, con un guía de viaje, con el abogado o con el médico. Para no simplificar en exceso, añado aquí que “(…)esta repetición no debe tomarse en un sentido realista que limitaría la actualización a relaciones efectivamente vividas; por una parte, lo que se transfiere es, en esencia, la realidad psíquica, es decir, en el fondo, el deseo inconsciente y las fantasías con él relacionadas; por otra parte, las manifestaciones transferenciales no son repeticiones literales, sino equivalentes simbólicos, de lo que es transferido.” 3
Por supuesto, los vínculos primigenios con nuestras figuras parentales y hermanos determinan nuestro sistema vincular, nuestro sistema de establecer relaciones con los demás. Ello es siempre así. Frente a la posibilidad de analizar aquellas relaciones para entender y poder modificar las que establecemos en la actualidad, apuesta propia del psicoanálisis, nosotros vamos a ocuparnos de explorar cómo son estos modos de relación actuales.Como propone Albert Rams 4, creo que la mejor perspectiva es la de tener presente que en lo que vive, expresa y hace el paciente hay un nivel transferencial edípico, algunas veces está presente el nivel preedípico y todo esto se da aquí con el terapeuta, es decir, tiene un nivel real y actual. Es precisamente el seguimiento de la experiencia actual nuestra puerta de entrada a los diferentes niveles.
Abundando en la complejidad de la relación, a la vez, el terapeuta, el médico o el guía, además de poner en marcha su propia transferencia en relación al usuario o paciente, tiene reacciones frente a la transferencia del paciente o el usuario, lo cual es llamado, específicamente, contratransferencia. La opción psicoanalítica general es el de controlar dicha reacción contratransferencial y sólo supervisarla. La gestáltica, es, además de supervisarla, hacer uso de ella frente al paciente. Transparentarse será una de sus más potentes intervenciones.
El terapeuta deberá identificar y trabajar, en supervisión, la reacción que él tiene frente a la transferencia de su paciente (la llamada contratransferencia) así como las reacciones provenientes de sus vínculos infantiles. Podríamos decir, su propia transferencia hacia el paciente.A ambas, tanto sus “aficiones” transferenciales como contratransferenciales, debe conocerlas y trabajar sobre ellas (tanto en terapia como en supervisión) para conseguir mayor espacio interno y libertad para intervenir. En Gestalt, nos entrenamos en afinar estas mismas vivencias y reacciones como una de las mejores herramientas del terapeuta. Para ello, como terapeutas debemos estar atentos a nuestro sentir.
Perls llamó “Simpático” 5 al estilo de relación terapéutica gestáltica refiriéndose a que él o la terapeuta atiende tanto lo que expresa y le sucede al/la paciente como lo que le sucede a sí mismo/a. Lo específicamente gestáltico es el uso de su propia vivencia en sus intervenciones. Si cuando el paciente se queja de que su mujer no le escucha, el terapeuta nota como él tampocolo haría, tiene la posibilidad de poner de manifiesto su propia reacción para ayudar al paciente a descubrir cómo hace la demanda de modo que incluso puede producir la respuesta contraria a la deseada. Lo que al paciente le suceda con este hecho será material terapéutico y el terapeuta deberá tener el arte de facilitar al paciente su exploración.
APOYO Y FRUSTRACIÓN
El reconocimiento y el uso que el terapeuta hace de lo que experimenta va a resultar reconfortante y/o frustrante para el paciente. El apoyo y la frustraciónson dos aspectos básicos del desarrollo personal. El bebé necesita caerse para aprender a caminar. Para orientar la intervención terapéutica, Perls alienta combinar el apoyo a las vivencias y expresiones genuinas con la frustración de las actitudes manipulativas.
Como ya hemos mencionado, el comportamiento neurótico es sustentado por un importante uso, más o menos masivo, de conductas evitativas del contacto consigo y con la realidad circundante. Estas mismas actitudes son las que siguen manteniendo la desconexión y alimentando el funcionamiento manipulativo. Va a ser el juego a dos manos (apoyo-confrontación) del terapeuta el que le va a permitir al paciente ir encarando los asuntos que le son propios e irse ocupando de sí.
Creo que el encuadre, que puede ser variable en función de cada terapeuta, al establecer el marco y ciertas pautas del desarrollo del tratamiento, supone un factor importante de apoyo.Sin embargo, el aspecto fundamental del apoyo es ser escuchado.
El uso de la empatía favorece que el paciente se pueda abrir. Sin ese rapport no es posible un trabajo eficaz. Carl Rogers es quien más énfasis puso en la función de apoyo del terapeuta. Para él, el terapeuta debía sentir y manifestar -y hacer que el paciente lo notara- aceptación incondicional y empatía. La otra condición necesaria, para que el terapeuta no se perdiera en la confluencia y para que la persona sanara, era la congruencia del terapeuta. Es decir, el apoyo y la empatía debía ser verdadera, no fingirla ni fabricarla.
Lo decía Ferenczi, también se lo he oído repetidamente a Paco Peñarrubia y todos comprobamos diariamente que el terapeuta ha de apreciar al paciente para que el trabajo se pueda dar. Memo (Guillermo Borja), perlsiano tanto por carácter como por convicción, decía que si rechazaba a un paciente se lo decía, se lo mostraba y, sólo si entonces el paciente quería seguir trabajando con él, podía aceptarlo como paciente.
En relación a la confrontación, Perls afirmaba: “Y el prerrequisito para una satisfacción plena es el sentido de identificación del paciente con todas las acciones en que participa, incluyendo sus autointerrupciones. Una situación puede concluirse – lo que es igual a decir que se logra satisfacción-, únicamente si el paciente está comprometido enteramente en ella. Dado que sus evitaciones neuróticas son un modo de evitar el compromiso total de las situaciones, deben frustrarse.” 6 Para él era fácil, digamos que natural, no dejar pasar ni una manipulación sin ser confrontada, no sólo en sesión sino en cualquier lugar.
Según Claudio Naranjo, “La confrontación es una maniobra psicológica más completa y más rica que la simple frustración por el hecho de que refleja la percepción que el terapeuta tiene de lo que le está pasando al otro”. Por ejemplo, dice que el acto de Perls de taparse los oídos cuando Claudio le contaba unos hechos a modo de justificación, no era una simple frustración, con ello le estaba devolviendo el juego que él hacía para no entrar en el contacto de un modo más directo y vivo. 7
De Memo (Guillermo Borja) aprendí que la verdad cura y que la mentira neurotiza y puede psicotizar. Decía que una violación la podía curar en unas semanas, una fantasía de violación podía resultar mucho más compleja. La violación, la carencia, el mal trato, la enfermedad… fueron, se dieron. Ello pasó y puede seguir pasando. Aquello que fue vivido de forma traumática sigue presente y se reaviva ante situaciones conflictivas actuales. Seguirles la pista y encarar y asumir ahorael mal trato recibido, el hecho de haber sido no deseado o de haber sido violada; encararlo ahora, aprovechando las ocasiones en que lo histórico y lo neurótico se reaviva sirve para ocuparnos de lo que nos es propio y para cambiar nuestra actitud. Asumirse uno y asumir la propia historia requiere hacerse cargo de lo pendiente, hacer ahora el trabajo de dar la cara, el trabajo de duelo o de lo que sea necesario para poder andar con la mochila menos repleta y pesante; para poder hacernos cargo de nuestro deseo y comprometernos con lo que nos concierne.
Ahorrarle malas sensaciones o dolor al otro es un engaño; cuando uno protege al otro se está protegiendo a uno mismo. Por supuesto, como terapeutas debemos diferenciar entre confrontar para que el otro pueda verse, lo cual implica saber cómo y en qué momento lo hacemos, y ensañarse con el otro como uso abusivo de poder o en aras de cualquier “buena” justificación.
USO DEL SENTIR DEL TERAPEUTA
Asegurando el espacio de supervisión, nuestra opción de trabajo como gestaltistas,va a pasar por dejarnos sentir, reconocer y poder expresar lo que nos pasa.
Son varios los niveles en que los gestaltistas usamos lo que experimentamos en la sesión.
En un primer momento, registrar la propia respuesta emocional frente al paciente tiene efecto. Por ejemplo, dejarnos notar qué sentimos cuando el paciente nos intenta convencer de algo y poderlo notar sin pretender nada de forma inmediata, sólo dejarle espacio, repercute en él. Este efecto es quizás más fácil de imaginar si, por ejemplo, el terapeuta se deja sentir tristeza cuando el paciente niega o disimula la suya. Facilita la emergencia de la misma o potencia que la evitación de la misma se presente de forma más clara.
Por supuesto, y dando un paso más, lo que sentimos sirve para elaborar hipótesis diagnósticas. Y, de forma más inmediata, para orientar la creación de experimentos. Si tenemos la sensación de que quiere tener todo el tiempo la razón podemos proponerle que nos intente convencer de lo que dice. O bien intervenir preguntando. “¿de qué me estás intentando convencer?” o “¿crees que ya me has convencido?”.
El nivel específicamente gestáltico es mostrar la propia experiencia. Comunicar lo que le sucede a uno es la regla de oro de cualquier relación íntima. Hablar de lo que me pasa, no de lo que pienso que hace el otro y tampoco juzgarle no es nada fácil. “ (…) la comunicación, desprovista de un fin pulsional no puede ser otra cosa que un acto de amor.” 8 En este caso puedo decir algo así como: “noto malestar, presión, imagino que pretendes que vea lo mismo que tú.”
Aún otro nivel será reaccionar mostrando mi rabia por sentirme presionada. Ponerme agresiva gritándole “¡Me molesta que me intentes convencer!” supone un mayor impacto energético que puede tornar más eficaz la intervención si la o el paciente se puede enterar del juego que está jugando. Es útil en la medida en que podemos seguir qué le pasa al otro/a después de la misma.
Veamos otro ejemplo: La suposición de una paciente de que su terapeuta tiene debilidad por las rubias con ojos azules, además de pertenecer a su propio mundo y, por lo tanto, ser un excelente material para seguir explorando, puede ser verdad para el terapeuta. Revelar que ello es cierto, posibilitará la exploración de lo que a ella le sucede ahora con este hecho y no sólo lo que le ha sucedido en su vida en relación al mismo. Aporta la posibilidad de reposicionarse en relación a un hecho real, aunque en general ello requerirá la reelaboración de algunos de los hechos vividos con anterioridad.
El terapeuta es alguien de carne y hueso que usa el ponerse de manifiesto como persona y, por lo tanto, como alguien limitado. Es alguien que siente dolor, angustia y que se da “subidones” narcisistas como todo hijo de vecino. Poner de manifiesto lo propio del terapeuta aporta experiencia real que permite el seguimiento de qué le pasa al paciente con ello. Aporta realidad y ello implica vivencia, que en la sesión terapéutica puede ser explorada. Explorada y saboreada en el sentido del saber que le aporta al paciente de sí. Por una parte, le permite atender y reconocer la experiencia como suya y, por lo tanto, adueñarse de la misma y no sólo especular. Por otra, que el terapeuta se transparente tiene un efecto de contagio. Facilita al paciente también carnificarse y reconocerse como limitado.
Dicho todo lo anterior y, por lo tanto, optando por hacer de la relación actualy del sentir del terapeuta una excelente herramienta terapéutica, creo que debemos saber que no todos los pacientes toleran el contacto ni reciben de igual modo la confrontación. Los y las pacientes psicóticas y borders pueden tener serias dificultades en integrar las confrontaciones. Sólo estar frente al otro ya puede ser inmensamente angustiante y necesitan, por tanto, mayor trabajo previo.
También quiero añadir que el ejercicio de transparencia por parte del terapeuta puede tener la desventaja de limitar, a veces con excesiva prontitud, el mundo fantasmagórico del paciente: frente a la fantasía, a la suposición, existe la contrastación de una respuesta determinada. Tarea del terapeuta va a ser no detener la exploración de la fantasía del paciente, corresponda o no con la realidad, puesto que ésta forma parte del mundo interno del paciente y configura su cosmovisión. Aunque también es verdad que la contrastación que supone la revelación de la experiencia del terapeuta o de otros compañeros, en el caso de la psicoterapia grupal, puede no reducir la fuerza de la distorsión perceptual del paciente, que dependerá de su nivel de enfermedad.
En todo caso, y según mi punto de vista, no se trata de que el nivel actual tapone el transferencial. Poner luz en el nivel transferencial es necesario para ir asumiendo la autoría de la autobiografía de cada cual. Y sí se trata de que el sujeto se actualice, se vivifique y se transforme en lo que es. En este sentido, me parece muy buen resumen de la adecuada actitud del terapeuta la formulación: “Estar renunciando a los propios contenidos pero confiando en la propia capacidad de resonar” 9.
Aunque estemos entrenados en usar nuestro sentir para trabajar con el otro, creo que nuestra mayor potencia como terapeutas es la de no quedarnos apegados en una sola reacción, posición o hipótesis diagnóstica. Parafraseo otra vez a Claudio Naranjo 10, refiriéndose a Perls y al rol del terapeuta: “Perls mostraba un grado asombroso de indiferencia creativa como terapeuta por su capacidad de quedarse en el punto cero11sin verse atrapado en el juego de sus pacientes. Pienso en el punto cero como un refugio del terapeuta gestáltico en medio de una participación intensa; no sólo como una fuente de fortaleza, sino como su último apoyo”. Quedarme en el vacío, dándole valor al no saber, aunque a veces es muy incómodo, da espacio al otro. Al otro y a mí; más allá de mi hipótesis, de mi pretensión o de mi reacción emocional.
Para ir terminando, retomo el valor de la relación actual citando a Paolo: “Mientras que el paciente tiene el derecho a ser tratado como un tú, el terapeuta debe conseguir ser tratado como un tú por el paciente en virtud de su actuación: desde la óptica de la psicoterapia de la Gestalt éste es el trabajo por el que se le paga”12. Si yo le permito al o a la paciente que me trate como una agente técnica o como una sabia maestra le dificulto el aprendizaje de hacer proceso, de entrar en contacto con lo que le inquieta y angustia, y de ir identificando qué es lo que le va ocurriendo. Entrar en contacto con uno implica también entrar en contacto con el otro y viceversa. De ahí el valor de poner la atención en la relación.
Y para finalizar añado que la relación terapéutica es una relación real entre dos personas con roles diferentes que marcan posiciones diferentes. Según muchos autores, la diferencia jerárquica entre ambos roles está sustentada por el grado de maduración alcanzado. Cremos, y por ello nuestros alumnos deben hacer terapia, que el terapeuta ha tenido que explorar ampliamente sus fantasmas, angustias y manipulaciones antes de poder acompañar a otros en ello. “La diferencia entre el terapeuta y el paciente es que el primero reconoce su enfermedad, seguirá estando enfermo y no se opondrá a este caminar. Mientras que el segundo se niega, se quiere quitar la enfermedad y su fantasía es seguir el tratamiento para no ser más enfermo”13. Siendo una afirmación a veces difícil de asimilar, me parece que la verdad a la que apunta esta cita es la que nos permite poder mejorar el uso de lo que experimentamos frente al paciente para apoyarle en su búsqueda y confrontarle en su manipulación.
1 Claudio Naranjo. La vieja y la novísima Gestalt. Santiago de Chile. Cuatro Vientos. 1990, pp.11-12
2 Escrito para el programa del Aula Gestalt del año 2001-02.
3 Laplanche, J.-B. Pontalis. Diccionario de psicoanálisis. Barcelona,Ed. Labor, 1981, p. 444.
4 Albert Rams “Clínica gestáltica. Metáforas de viaje. Vitoria-Gasteiz. La llave, 2001, p. 121.
5 Fritz Perls. El enfoque gestáltico y testimonios de terapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos, 1976, p. 105.

6 Fritz Perls. El enfoque gestáltico y testimonios de terapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos, 1976, p 109.
7 Claudio Naranjo. “Confrontación.” Gestalt Viva. Boletín nº 19 de la AETG. 1999, p.8 y 9.
8 Paolo Quattrini. « Transparencia,Contacto y Confrontación en laPsicoterapia Gestalt. » Gestalt Viva. Boletín nº 19 de la AETG. 1999, p
9 Albert Rams Clínica gestáltica. Metáforas de viaje. Vitoria-Gasteiz. Editorial La llave, 2001, p. 94
10 Claudio Naranjo. La vieja y la novísima Gestalt. Santiago de Chile. Cuatro Vientos, 1990, p. 202.
11 Para aportar información sobre el “punto cero” usaré dos citas de Fritz Perls:
-Dice en su libro autobiográfico: “Mi primer encuentro filosófico con la nada fue el número “0”. Lo encontré gracias a Sigmund Friedlander bajo el nombre de indiferencia creativa.”. Dentro y fuera de la basura. Santiago de Chile. Cuatro Vientos Editoria, edición 1998, p.67.
-En su primer libro, aclara: “Todo evento se relaciona con un punto cero a partir del cual se realiza una diferenciación en opuestos. Estos opuestos manifiestan, en su concepto específico, una gran afinidad entre sí. Al permanecer atentos al centro, podemos adquirir una capacidad creativa para ver ambas partes de un suceso y completar una mitad incompleta. Al evitar una visión unilateral logramos una comprensión mucho más profunda de la estructura y función del organismo.”. Yo, Hambre y Agresión. México D.F. Fondos de Cultura Económica, 1947. p.17.
12 Paolo Quattrini. « Transparencia. Contacto y Confrontación en laPsicoterapia Gestalt. » Gestalt Viva. Boletín nº 19 de la AETG. 1999, p 18
13 Guillermo Borja: La locura lo cura. México D.F. Ediciones del Arkan, 1995, p.22




Inicio
- Presentación - Escritos - Actividades - Formación - Charlas - Equipo - Mapa de la web

c/ Carme 34, 1º 2ª - 08001 Barcelona - Tel/Fax (+34) 933 017 472

Krishnamurti

 
La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti está contenida en la declaración que hizo en 1929, cuando dijo: "La Verdad es una tierra sin caminos".
El hombre no puede llegar a ella por medio de ninguna organización, a través de credos, dogmas, sacerdotes ni rituales, ni tampoco por medio de conocimientos filosóficos ni técnicas psicológicas.
Debe hallarla mediante el espejo de la relación, mediante la comprensión de los contenidos de su propia mente; por la observación y no por el análisis intelectual ni la disección introspectiva.
El hombre ha construido en sí mismo imágenes - religiosas, políticas y personales - como valla de seguridad. Estas se manifiestan en forma de símbolos, ideas y creencias. La carga de dichas imágenes domina el modo de pensar del hombre, su relación y su vida cotidiana. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas, porque separan a un hombre de otro.
Su percepción de la vida está formada por los conceptos previamente establecidos en su mente. El contenido de su conciencia es toda su existencia. Dicho contenido es común a toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma y la cultura superficial que ha adquirido de la tradición y del entorno. La unicidad del ser humano no estriba en la libertad superficial, sino en la completa liberación del contenido de su conciencia, la cual es común a toda la humanidad. Así pues, él no es ningún individuo.
Debemos, pues, llegar al punto en que nos preguntemos, de un modo realmente serio y profundo, si alguien puede darnos la paz, la felicidad, la realidad, Dios, o lo que os plazca. ¿Puede esta búsqueda incesante, este anhelo, brindarnos ese extraordinario sentido de realidad, ese estado creador, que surge cuando realmente nos comprendemos a nosotros mismos? ¿El conocimiento propio nos llega mediante la búsqueda, siguiendo a alguien perteneciendo a determinada organización, leyendo libros, etc.? Después de todo - ¿no es así? - ese es el principal problema: que mientras no me entienda a mí mismo, no tengo base para el pensamiento, y toda mi búsqueda será en vano.

viernes, 22 de febrero de 2013

Ciclación Rápida: Bipolaridad



 Entre un 15 y un 20% de las personas con trastorno bipolar presentan un período de ciclación rápida
  • Es mucho más frecuente en el sexo femenino, ya que entre un 70 y un 90% son mujeres

  • además, es frecuente que las personas cicladoras rápidas presenten episodios mixtos que, como ya comentamos en una noticia anterior, consisten en síntomas de fase maníaca y de fase depresiva. Estos pacientes son los de mayor resistencia al tratamiento(3). También el peor pronóstico se da en los pacientes con episodios mixtos o en cicladores rápidos(4)

  • En algunos estudios se ha visto que los cicladores rápidos presentan elevada frecuencia de hipotiroidismo subclínico (60% a 90%). Otros factores que favorecen su aparición son la menopausia, las epilepsias del lóbulo temporal, el retardo mental, el consumo de sustancias psicoactivas y medicaciones antidepresivas

  • Por otro lado, se acepta que el riesgo de ciclaje rápido es del 15%-20% con antidepresivos tricíclicos como la imipramina o la amitriptilina, especialmente si el paciente es del género femenino (30% vs. 12% en hombres), presenta un trastorno bipolar tipo II y es joven(5)

  • Algunas veces el número de episodios es muy elevado y pueden presentarse incluso fases de días u horas (ciclaje ultrarápido y ultra-ultrarápido)(6)

  • El ciclado rápido se presenta más tardíamente en la enfermedad (80%) y se inicia más frecuentemente con un episodio depresivo

  • Los pacientes cicladores rápidos presentan otros trastornos asociados (comorbilidad) como trastornos de ansiedad, abuso de sustancias o trastorno de personalidad límite… y, tienen un mayor riesgo suicida(7)


  • Por lo que respecta al tratamiento psicofarmacológico:

    • El ciclaje rápido es más resistente al tratamiento con el litio (cerca de un 72% a 82% de los pacientes no responden a este tratamiento (8), respondiendo mejor a la carbamazepina con tasas de respuesta del 32% para depresión y 52% para manía con adición temporal de antipsicóticos, antidepresivos y a menudo litio(9)
    • El ácido valproico ha mostrado igualmente una mayor respuesta que el litio en cicladores rápidos tanto en la fase aguda y como profiláctico de los episodios maníacos; sin embargo, ha mostrado una pobre a moderada respuesta como antidepresivo(10)
    • Los pacientes cicladores rápidos parecen responder bien a la clozapina(11). También se han observado resultados similares con olanzapina(12)
    • Además, disponemos de la terapia electroconvulsiva (TEC) para los pacientes que no responden al tratamiento farmacológico

    En conclusión, hemos hecho un repaso de las características clínicas de esta forma de presentación del trastorno bipolar. No podemos decir que determinadas personas sean cicladoras rápidas, sino que una persona con trastorno bipolar puede presentar ciclación rápida durante un período determinado de su vida. A pesar de que la ciclación rápida se considera un factor de mal pronóstico, es una condición reversible con el tratamiento adecuado.

    http://www.forumclinic.org/trastorno_bipolar/noticias/la-ciclacin-rpida-caractersticas-clnicas-y-tratami

    Estaba tan blanca que tomaba la forma de una herida



    Estaba tan blanca que tomaba la forma de una herida

    Estaba tan blanca que tomaba la forma de una herida, yo la miraba dormir y hubiera jurado firmemente que estaba muerta, pero no, era su forma de existir, cercana a lo que desaparecerá. Esa tendencia suya a resistirse a que la sujetaran le costó más de una marca en las muñecas por haber sido encadenada a una cama. La miré en el centro justo de los ojos, en el espejo, y acabé intuyendo que era muy parecida a mí, la miré justo en el centro de su movimiento, apenas disimulaba que la ropa le iba grande y que la vida a veces también la sobrepasaba hasta hacerla enloquecer, me sonrió con la sonrisa hermosa de la imperfección, le dije que sería un lujo cuidarla, amamantarla, contarle cuentos al oído, que le hablaría con poemas sobre todo en su insomnio, y volvió a sonreír en silencio, se parecía tanto a mí que casi creo que era yo misma, y besé el espejo.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Te querría en la noche.¿Te querría en la noche?
    Te llevaría a La Noche...
    Dime...
    Una noche libre, larga y oscura, donde no supieras reconocerte los ojos ni la boca...Dime...Dime...
    Y grabarte la noche en la garganta mordiendo hasta traer la sangre fuera de las venas...Dime...
    Te querría de noche porque los dos somos el pozo en que se hunde en La Nada. ¿Somos luz, cemento, saliva, rabia...Estirpe olvidada de gitanos suicidas...?Dime...
    ¿Y puñal para quererte en la noche,en el silencio, en el vacío mordedor de los ojos negros que dividen mi ser en La Otra, la que no reconoce a la especie y es Mortal Asesina...?
    La asesina que huele el sabor herido de tu soledad en tus brazos...
    Dime...¿Llorabas, llorabas?...¿Y yo sólo supe decirte que puedo darte la lluvia o llevarte a la muerte?
    Yo, la muda imagen blanca prerafaelita, tú el escudo para apoyar mi alma...¿Espejo de mi entraña?...
    ¿Hombre-niño o periferia de mi nombre?...
    Búscame herida y desnuda...¿Soy la que no grita pero te desangra...Hambrienta de tus órganos...?
    Te llevaría hasta la noche...Adentro de la noche.
    Yo, la que te escucha, gitana blanca.
    ¿Quieres venir conmigo a tu muerte?
    Dime...






    jueves, 21 de febrero de 2013

    Las Princesas Suicidas

    Noche...
    Devuélveme las hijas que no he tenido... Vagan por el cielo
    desnudas y subidas en caballos o en silencios... Y me parece
    reconocerlas en los rostros de mujeres que pasan por la Diagonal,
    bajo la lluvia se deshacen en mis ojos, y creo reconocerlas a
    todas ellas... La mayor, la más chica y las cinco o seis están
    en medio...

    Devuélveme, locura mía, las hijas que no he tenido, hermosas,
    de pìel blanquísima y pelo anaranjado... ¿¡No ves que son flores mías!?
    ¿¡No ves que lloran porque están solas y tienen frío!?
    Pequeñas niñas de nieve... ¿¡No ves que vagarán por el mundo
    dejando ojos fijos en poemas y abrazarán cuerpos desnudos!?

    Devuélvelas a mi luna, a mi pecho herida...
    Mi estirpe de princesas... Mis hijas suicidas... Déjame acariciarles el pelo...
    ¡No! ¡No quiero todavía verlas morir!

    Princesa Inca: "LA MUJER-PRECIPICIO"
    Poema: "Las Princesas Suicidas"

    La incapacidad de amar

    Limitaciones a la capacidad de amar

    Publicado en la revista en Aperturas Psicoanalíticas nº039

    Autor: Domene, Yolanda

    Reseña: “Limitations to the capacity to love”. Otto F. Kernberg. The International Journal of Psychoanalysis 2011, DOI: 10.1111/j.1745-8315.2011.00456.x

    Enamorarse, establecer relaciones amorosas y mantenerlas, implica disponer de ciertas capacidades que Kernberg identifica en las relaciones de amor maduro: idealizar al otro, necesitarlo, confiar en él o en ella, sentirse agradecido por el amor recibido, saber perdonar y pedir perdón, mantener un ideal común, son algunas de estas capacidades, que por ausencia o limitación, pueden impedir a una persona vivir una relación de amor madura.

    El autor se adentra en la exploración del amor, después de una larga trayectoria de lidiar con estas cuestiones en la práctica analítica. Y es a partir de ahí, de observar las notables carencias y limitaciones de pacientes bajo condiciones patológicas, como construye un marco de las funciones implicadas en las relaciones amorosas maduras. Advierte de los riesgos de tomar su exposición como una receta de lo que es normal en el amor, presentando su trabajo como un marco teórico a partir del cual poder explorar áreas donde se evidencian dificultades en la capacidad de amar.

    Describe cómo los rasgos de personalidad masoquistas, narcisistas y paranoides interfieren gravemente con la posibilidad de amar y ser amado en una relación recíproca, e ilustra su análisis con material clínico procedente de pacientes en psicoanálisis con una frecuencia de 4 sesiones semanales.

    Limitando sus conclusiones a las parejas heterosexuales, abre la puerta a futuros estudios de las relaciones homosexuales.

    Enamorándose

    En esta primera fase de la relación se espera encontrar una idealización del otro, de su personalidad, su físico y sus valores, acompañada de un intenso anhelo por compartir la intimidad sexual y emocional. Una idealización que evolucionará del primer enamoramiento, a un “estar enamorado”, fase que implica ya una relación de amor estable. Sostiene el autor que esta evolución conlleva el tomar conciencia de algunos defectos de la pareja, e incorporar a esa primera imagen idealizada, los aspectos negativos del compañero y de la relación, integrándolos en una imagen total, más completa del otro. En este proceso, la riqueza de las experiencias íntimas compartidas se refleja en un profundo sentimiento de gratitud por el amor recibido y correspondido, lo que genera un sentido de mayor valor personal y riqueza emocional.

    Para Kernberg, la incapacidad de enamorarse es un signo patognomónico del narcisismo severo (Kernberg, 1995)

    Pacientes con rasgos narcisistas, podrían realizar una evaluación de los pros y contras de la potencial pareja o bien pasar por enamoramientos fugaces, ya que la defensa frente a la envidia inconsciente les lleva a devaluar rápidamente a sus compañeros.

    Sujetos masoquistas presentarán frecuentemente una dinámica en la que la idealización del otro, acompañada de la fantasía de rechazo, les llevan a sentirse aún más devaluados.

    Cuando dominan rasgos paranoides el miedo a ser maltratados o engañados puede inclinarles a prestar atención a todo lo que pueda indicar una amenaza.

    Interés en el proyecto de vida del otro

    Este aspecto de la relación solo se evidencia claramente después de un tiempo.

    El interés en la historia personal, emociones, ideales y aspiraciones del ser amado estimula y enriquece la vida propia. El autor considera que tiene lugar un proceso de identificación con los intereses y valores del otro de forma que se hacen propios. Gozar con el goce del otro, sentir placer y satisfacción con el cumplimiento de sus sueños y esperanzas, ser feliz por los éxitos personales y profesionales de la pareja, son expresiones de madurez y las fuentes de crecimiento de una relación de amor.

    Las personalidades paranoides tenderán a distorsionar la experiencia subjetiva del otro por el uso excesivo de mecanismos proyectivos.

    El paciente narcisista con su tendencia a no valorar al otro, a aburrirse con su experiencia, a vivir las relaciones como competiciones, no puede interesarse genuinamente por su pareja.

    Kernberg ilustra su exposición con un caso clínico de un paciente con una patología narcisista severa, que en su tercer año de análisis se enamora de una mujer de gran éxito social y profesional. Él disfrutaba del ascenso social que la relación le reportaba, sin embargo no mostraba ninguna curiosidad sobre su vida interna, sólo percibía lo que tuviese relación consigo mismo, es decir cualquier alabanza o crítica. Conforme el impacto en su vida social, su fuente de gratificación narcisista, iba disminuyendo, aumentaba el aburrimiento con la relación. Por otra parte, el que ella gozase de éxito por su propia valía, llego a ser una importante fuente de envidia inconsciente. También envidiaba su capacidad de amar y disfrutar de la vida, se sentía incómodo y resentido cuando ella se entusiasmaba con la gente, o con el arte. La defensa frente a esta intensa envidia inconsciente era una devaluación de su compañera.

    Se cierra el dramático círculo en el que se ve atrapado el paciente narcisista grave que solo sería capaz de amar si la valía del otro no fuese vivida como un ataque a sí mismo, pero la envidia le lleva a desvalorizar a ese objeto, que así, no merece ser amado. Envidia y destruye internamente lo que admira y anhela.

    Confianza básica


    El poder mostrarnos libremente frente al otro, con nuestras debilidades, defectos, inseguridades y conflictos, requiere confiar en la empatía de la pareja y en su buena voluntad para con uno mismo. Implica darle a conocer nuestras dudas y aspectos frágiles, confiando en que el amor no quedará dañado por ello, y que la pareja aceptará y tolerará esas fallas.

    Confiar en el otro y abrirse implica la esperanza de sobrevivir a los conflictos y comprenderse mutuamente. Esa confianza requiere reciprocidad y no es compatible con la carencia de respuesta en el mismo nivel por parte del otro.

    Esta capacidad de apertura y honestidad refleja, según Kernberg, un sentimiento de seguridad que emerge de la introyección del amor maternal, que prevalece aun cuando este sentimiento se vea amenazado por la culpa edípica.

    La infidelidad, evidencia un fuerte conflicto de al menos una de las partes y pondrá a prueba tanto la confianza básica en la pareja como la capacidad de perdón de esta.

    El que introduce a un tercero, se encuentra en el desafío de elegir ser honesto por encima de la certeza de la preservación de la relación. Reconocer que uno ha herido al otro y le ha sido infiel, y aceptar la responsabilidad que conlleva, es una indicación de la confianza básica en el otro, aunque no se esté seguro del perdón y la supervivencia de la relación.

    Kernberg expone el caso de una mujer (M.), cercana a los 40, que inicia el análisis por síntomas de conversión y depresión neurótica crónica. Los conflictos permanentes con un marido narcisista y la actuación fuera de la terapia de la trasferencia negativa la llevan a una relación extramarital. Aunque primero idealiza a su amante, luego siente que se muestra indiferente hacia ella, reactivando su resentimiento edípico frente a un padre seductor y rechazante. Estos sentimientos se revelan en la transferencia negativa hacia Kernberg y se analizan durante el tratamiento. Tras finalizar su aventura, la aparición de un tercero que podría revelar la infidelidad al marido, coloca a la paciente ante la duda obsesiva de confesar o no y se acrecienta el temor de ella de ser pisoteada por su pareja. Sin embargo, esta nueva situación permite que M., a través del trabajo analítico, sea consciente de que las raíces infantiles de su temor a ser castigada por su comportamiento sexual “prohibido", proyectado sobre su marido, agravaba su ansiedad sobre la aventura pasada. A partir de ese momento, puede evaluar de una manera mas realista la capacidad de la pareja de sobreponerse a esta revelación y confiar en que su marido realmente la ama. Finalmente la paciente decide reconocer abiertamente la aventura y comprometerse con su deseo de resolver sus problemas matrimoniales. Este crecimiento de M., desde la actuación inconsciente de sus conflictos matrimoniales y edípicos, a la decisión de luchar por su relación conyugal desde la confianza y la honestidad, fue acompañado por periodos de ansiedad tanto para M., como para los sentimientos contratransferenciales de Kernberg. La pareja superó esta profunda brecha y tras el proceso de duelo y la superación de la herida narcisista del marido de M., la relación se fortaleció.

    Obviamente, muchos casos terminan en ruptura. La ampliación masoquista de la vivencia de la traición o la intolerancia narcisista de haber sido herido dificultan el perdón y la continuidad de la pareja.

    Capacidad de perdón auténtico


    En el amor maduro, la capacidad para perdonar el comportamiento del otro, es necesaria para la supervivencia del amor tras los conflictos graves y los periodos en los que predomina la agresión. En un sentido más profundo, la capacidad de perdonar refleja los logros de la posición depresiva, el reconocimiento de la potencial agresividad propia, y la confianza en la reparación de la relación traumatizada.

    El autor alerta sobre la necesidad de diferenciar esta capacidad, de la negación de la agresión y malos tratos por parte del compañero. En este caso no hablaríamos de perdón, sino de sumisión masoquista a un objeto abandonante o agresivo; ni de confianza en el otro sino de confianza en una relación fantaseada alejada de la realidad, lo que suele acompañarse de un notable desinterés por la experiencia subjetiva de la pareja.

    Según Kernberg, comunicar los sentimientos de ser herido sin culpar al otro, es una cualidad sutil pero esencial de la comunicación abierta que refleja la confianza en la otra persona.

    En el curso del tratamiento psicoanalítico, el terapeuta dispone de muchas oportunidades para observar como el paciente reacciona cuando se siente herido e incomprendido. ¿Es capaz de hacerse preguntas?, ¿reconoce el daño recibido?, ¿expresa su infelicidad? y ¿cómo lo hace? No se trata de no exteriorizar el enfado y la ira, sino de poder expresarse con la convicción de que la rabia no afectará al amor básico de la pareja.

    En la patología masoquista y sadomasoquista es frecuente encontrar una tendencia crónica a provocar culpa en el otro. El autor, citando a Dicks (1967), afirma que esta pauta en la relación, no solo refleja una defensa frente a un superyó persecutorio, sino que también podría servir como expresión de la culpa inconsciente frente a la posibilidad de una relación de pareja feliz.

    Humildad y gratitud


    Implícito en el amor maduro está la aceptación sincera de la propia necesidad esencial del otro y un elemento de gratitud por su existencia, por su amor. Conlleva aceptar la incertidumbre derivada de posibles cambios en la relación que no pueden predecirse, como los problemas financieros, la enfermedad y la muerte.

    Puede considerarse como el contrapunto de la pasión sexual y debe ser congruente con una autoestima que permita aceptar el final del amor y el sufrimiento de la separación cuando sea necesario, como contraste a un aferrarse desesperadamente a una relación de dependencia.

    Una mujer iniciando la cuarentena, consultó por problemas para mantener relaciones de amor. Deseaba casarse, pero su vida sentimental era una continua sucesión de relaciones infelices. Presentaba marcados rasgos caracterológicos narcisistas y masoquistas. Solo le atraían hombres de su propio entorno, exitosos, brillantes y atractivos, con rasgos narcisistas y poco dados a embarcarse en relaciones estables con ella. Sin embargo, si alguno se interesaba genuinamente en ella, lo devaluaba rápidamente; ¿Cómo podría ser bueno un hombre que la necesitase a ella más de lo que ella lo necesitaba a él? Por otro lado los hombres maduros sin rasgos fuertemente narcisistas no la tomaban en serio. EL análisis reveló tanto la intensa envidia inconsciente y resentimiento hacia los hombres y hacia las representaciones de una imagen paterna poderosa y corrupta, como la culpa inconsciente sobre las implicaciones edípicas de todas las relaciones amorosas. Se hizo evidente su búsqueda inconsciente de comprensión y de una figura materna protectora, que contrastaba con la actitud distante tanto de ella misma, como de su madre real.

    Lo que Kernberg quiere destacar era que la vida de ella sin un hombre al que poder fusionarse inconscientemente, era intolerable. Se sentía vacía, incompleta y sola. Se aferraba a hombres imposibles y finalizaba con los que, al amarla, esperaban de ella cierta reciprocidad. Oscilaba entre el miedo a ser abandonada, y una arrogante actitud que la empujaba a demandar continuamente al otro sin ningún sentido de gratitud por lo recibido, ni de humildad en el sentido descrito, ni de interés por el mundo interno de sus parejas. En una ocasión quedó impresionada por la importancia de un hombre con quien participaba en los círculos internacionales de arte, pero no podía tolerar el compartir con ella los problemas técnicos de su trabajo.­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

    En la relación terapéutica, esta dinámica se traducía en ciclos repetidos en los que se alternaba la dependencia hacia la figura terapéutica idealizada y la frustración iracunda y el desprecio y devaluación de la analista. El trabajo terapéutico había de pasar por una integración de estos aspectos escindidos y una elaboración gradual de la relación inconsciente con el padre poderoso corrupto y la madre ausente. Este aumento de tolerancia hacia su propia ambivalencia se tradujo en que la paciente podía sentirse agradecida hacia Kernberg y mantener una relación interna con él, incluso bajo condiciones de intensa rabia, lo que le permitía interaccionar de forma más realista.

    Ahora, por primera vez, evaluaba de forma más realista las actitudes de los hombres hacia ella, en lugar de limitarse a la búsqueda de confirmación de su grandeza a través de su admiración. Pero estaba todavía muy lejos de la capacidad de establecer una relación de amor estable.




    Un yo ideal común como proyecto de vida común


    Estar dedicado a una relación de amor como proyecto de vida que se infiltra en las tareas de cada día, es otro aspecto importante que permite mantener vivo el interés en la personalidad y la experiencia subjetiva del otro. Expresa además, el establecimiento por parte de ambos, de un ideal del yo común, que trasciende a los ideales del yo de ambos partenaires.

    El conocimiento y la aceptación de la inevitabilidad de los conflictos, de la agresión

    y de las discrepancias en lo cotidiano, en las experiencias sexuales y expectativas en la relación con los niños y la familia de origen, en la ideología y sistemas de valores, son parte de lo que hace que la vida de una pareja sea a la vez peligrosa y apasionante
    . Frente a estas vicisitudes, se requiere una reevaluación continua de los valores propios y esenciales de la personalidad que deben ser respetados por el otro, e igualmente tolerar y respetar los valores básicos y esenciales de la pareja. El compromiso de una vida en común basada en el amor maduro, facilita la creación de soluciones de frente a estos conflictos. Esto implica que el otro tiene que ser reconocido y tratado con honestidad, y que lograr el entendimiento es gratificante en sí mismo y fortalece las limitaciones de la pareja en ese contexto.

    Señala Kernberg, la importancia de que ambos miembros de la pareja puedan comunicarse el amor permanentemente, sintiendo el placer del re-encuentro con el amor del otro. La comunicación constante y mutua de las experiencias de cada día, es la señal de la conciencia permanente del proyecto de vida en común.

    De esta capacidad emerge otra: la de tolerar las separaciones, no solo temporales o espaciales, sino en términos de las discontinuidades inevitables de toda relación, por las experiencias individuales y autónomas de cada uno y por la ambivalencia inherente a toda relación de amor.



    Kernberg presenta un paciente obsesivo que durante el tratamiento analítico se quejaba del reproche constante de su esposa por no compartir sus sentimientos con ella. Durante una sesión, asocia esa actitud a la queja constante de su madre sobre su comportamiento, y al sentimiento de culpa que le inducia. Sin embargo parecía existir una extraña discrepancia entre las sesiones y la relación con su esposa, ya que últimamente, frente a Kernberg sí expresaba su amor hacia su mujer. En ese momento, el paciente se dio cuenta de que ser "muy abierto" al expresar sus sentimientos de amor a su esposa le hacía sentirse incómodo con su terapeuta, que ahora representa a la madre celosa. Era un aspecto inconsciente de su miedo a revelar la dependencia amorosa hacia su esposa y tal vez de su miedo a parecer infantil por quererla tanto.

    El amor implica compartir los significados que construimos permanentemente a partir de la experiencia vital y de los cambios de la vida. Es lo contrario de una pareja que se dan uno al otro por supuesto. Compartir el uno con el otro los placeres que el otro da, como ver un gesto espontaneo y simpático en la pareja en un encuentro social, compartir algo peculiar, un gesto inesperado de amor, o de humor, una súbita expresión de placer del otro, forma lazos fuertes en la unión de la pareja.

    Con frecuencia, la culpa edípica, impide experimentar una mejor relación matrimonial que la que los padres del paciente compartían, bien la realidad bien en la fantasía, y puede ser la fuente de una limitación excesiva en el disfrute de uno con el otro.

    Una actuación masoquista frecuente en parejas de larga duración, es la posición acusatoria de una parte de la pareja: "Él (o ella) debería haber recordado este aniversario... consciente de que ese olvido me haría daño... sabe por experiencia lo que yo quiero”. Nos recuerda Kernberg que muchos pacientes, y no sólo pacientes, tienen que aprender que los humanos no tienen telepatía.

    Dependencia madura frente a la dinámica del poder

    La dependencia madura está estrechamente relacionada con el sentido de gratitud por el amor recibido, e implica un sentido de responsabilidad por el otro tal, que el logro del proyecto de vida y la felicidad de la pareja, se convierte en un objetivo personal esencial

    Kernberg citando a Balfour señala que el compromiso de amor para cuidar de los otros parte de la experiencia de un amor maduro, al igual que su contrapartida, la capacidad de dejarse cuidar sin el sufrimiento que emerge de los sentimientos de inferioridad, vergüenza o culpa.

    Esta capacidad está alterada en los conflictos narcisistas en los que al cuestionarse la superioridad e independencia fantaseada, surgen sentimientos de humillación e inferioridad, que a un nivel más profundo, representan el fracaso de una relación segura con la madre introyectada. Por otro lado también ha de ser diferenciada de la sumisión masoquista.




    Implica poder sentirse sostenido por el amor del compañero, tolerar las debilidades propias y las del otro bajo condiciones de enfermedad grave, o situaciones de vida paralizantes. En situaciones menos dramáticas, la voluntad de asumir el control o ayudar al otro, se expresa en el deseo natural de compartir las responsabilidades, las cargas y tareas, de querer activamente ayudar, así como ser capaz y estar dispuesto a pedir ayuda, con un sentido de equidad en la distribución de tareas y responsabilidades. Es lo opuesto a la preocupación por la distribución de tareas y las relaciones de poder, en las situaciones en las que la agresión se infiltra en la relación de amor y toma la forma de la necesidad de protegerse a sí mismo contra la agresión real o fantaseada del otro.

    Para el autor, presentar las luchas de poder como un conflicto supuestamente inevitable entre hombres y mujeres, representa una racionalización convencional del dominio patológico de la agresión en la relación de una pareja. Es diferente de la ambivalencia normal de toda relación, que puede ser absorbida y utilizada en las funciones positivas de una relación de amor.

    En la psicoterapia psicoanalítica de parejas con conflictos crónicos, es frecuente observar como tema dominante, las luchas del poder. Kernberg nos muestra como al explorar psicodinámicamente estos conflictos, predominan los mecanismos proyectivos, tanto en el área de los aspectos agresivos de las relaciones de objeto ambivalentes, como en el área del superyó, derivados de proyección mutua de las exigencias y prohibiciones infantiles. El autor cita a Persona (2006,2007) al afirmar que los clichés convencionales sobre las “guerras” entre géneros, permiten a menudo racionalizar las lucha de poder: quién tenía razón y quién estaba equivocado, la búsqueda de culpables y la identificación con los padres sádicos, son imágenes muy típicas de estas interacciones.

    Kernberg aunque apoya a Henry Dicks al sostener que estas ambivalencias son un aspecto universal de las relaciones de amor íntimo, advierte que una estructura de personalidad paranoide grave maximiza el dominio de estos mecanismos, y lo ejemplifica con el hecho de que es frecuente observar como personalidades paranoides continúan persiguiendo a sus ex parejas años después del fin de la relación.

    La permanencia de la pasión sexual


    Kernberg cuestiona la afirmación frecuente en la literatura, sobre todo en la popular, que asevera que la intensidad inicial del deseo sexual y la pasión erótica, suele ser sustituida por una relación afectiva más tranquila pero más profunda, en la que disminuye la importancia del sexo, y un sentido de compañerismo reemplaza las idealizaciones tempranas (Fonagy, 2008; Mitchell, 2002). Afirma que los encuentros apasionados y las relaciones sexuales son aspectos que no necesariamente disminuyen o desaparecen a lo largo de tiempo. El hecho de que, fisiológicamente, la frecuencia del deseo se atenúe en el caso de los hombres, mientras que se mantiene relativamente estable en el caso de las mujeres, no implica la disminución de la intensidad de la significación de los compromisos eróticos, en cualquier etapa de la vida.

    El autor cita a Stein para definir la esencia de la intimidad sexual apasionada como “una alteración de los límites de realidad, una fusión de funciones corporales de cada uno, la penetración y ser penetrado, una fusión en el abandono y la disolución momentánea de los límites entre el yo y el otro” (Stein, 2008).

    Una relación de amor con éxito, requiere una capacidad amplia y flexible para el ajuste mutuo de intereses y necesidades sexuales. La idealización del cuerpo del otro no tiene por qué verse afectado por el cambio debido al envejecimiento o la enfermedad. Compartir las intimidades del propio cuerpo es el equivalente a compartir las intimidades de la vida emocional y los problemas. La tolerancia de las manifestaciones del envejecimiento, de uno mismo y del otro, es una consecuencia de la dominación del amor sobre la proyección inconsciente de la agresión en el cuerpo del otro.

    No se puede explicar la sexualidad de modo reduccionista apelando exclusivamente a la interacción madre e hijo, es necesario un modelo más amplio que integre los determinantes intrapsíquicos, conflictos pre-edípicos y edípicos, y la fantasía inconsciente en general.

    Los conflictos inconscientes a lo largo de todo el espectro de relaciones de objeto de una pareja, explican a menudo inhibiciones en la naturaleza pasional de los encuentros sexuales, por lo que pueden mejorar espectacularmente con la terapia. Mutuas proyecciones del superyó y la actuación de los conflictos alrededor de la agresión son las características psicodinámicas típicas de estos conflictos (Kernberg, 1995, 2007)

    El aburrimiento sexual es típico de la patología narcisista. Este es desde luego un síntoma muy generalizado, pero a menudo se agrava al combinarse con conflictos edípicos sin resolver y la patología narcisista

    Kernberg ejemplifica esta manifestación típica de la patología narcisista severa, con un caso clínico de un hombre de 50 años de edad, casado con una mujer a quien trataba prácticamente como a una esclava. El deseo sexual hacia ella estaba prácticamente ausente. Frecuentaba una cadena de prostitutas de alto standing con quienes experimentaba completa satisfacción sexual sin ningún tipo de implicación emocional. Este equilibrio, estable durante muchos años, comenzó a derrumbarse bajo un sentimiento creciente de depresión y soledad que lo llevó al tratamiento.Principio del formulario En el curso de este análisis se hizo evidente que su esposa representa tanto a la madre odiada y temida de su infancia, como al objeto edípico prohibido en la lucha con la imagen internalizada de un padre punitivo. En un proceso de lento desarrollo a lo largo de varios años, estos conflictos inconscientes pudieron elaborarse en la transferencia y reflejarse en cambios en la relación con su esposa. Sólo a los 60 años de edad, fue capaz de experimentar por primera vez, un deseo apasionado hacia su esposa y de valorarla.

    “En el fondo, el conflicto inconsciente real no es entre la ternura, la naturaleza estable del compromiso emocional y el erotismo apasionado, sino entre el amor y la agresión, tanto dentro del terreno de la ternura emocional y el terreno de la pasión sexual, como dentro de las estructuras superyoicas que implican el ideal del yo de la pareja y rasgos persecutorios del superyó(Kernberg, 1995; Stoller, 1979)

    Todo esto no implica que en condiciones normales, la agresión no deba estar disponible para defender los límites de una relación de amor contra "intrusos". Sostiene Kernberg que la capacidad de los celos es una función protectora normal, alcanzada como parte de la entrada en el dominio de los conflictos edípicos, lo que contrasta con su ausencia frecuente en patología narcisista severa.




    Con otro caso el autor nos muestra como la falta de celos normales, también puede expresar la puesta en acto de la culpa edípica sobre la posibilidad de una relación sexual gratificante. Se trata de un hombre bastante tímido, en sus 30 años, que en el análisis de un miedo crónico a la pérdida del control intestinal, relataba al analista una imagen paterna aterradora y extremadamente severa, frente a quien sentía que tenía que someterse. Negaba los sentimientos de competencia y celos hacia un amigo que intentaba aprovecharse de sus finanzas, y lo expresaba en una formación reactiva de tolerancia extrema al comportamiento de éste y un enojo reprimido hacia sus negocios. La resolución analítica de su culpabilidad, disminuyendo su sumisión masoquista al analista, finalmente le ayudó a protegerse de él, al darse cuenta de que dejaba su capital peligrosamente en sus manos, y que expresaba el mismo miedo que sentía a la hora de hacerse valer para proteger su relación de amor.

    Por otro lado, si las agresiones mutuas inevitables no pueden ser resueltas y no conllevan un mayor fortalecimiento de la relación, aceptar el límite o el final es necesario. Significa que es razonable y responsable para con uno mismo esperar reciprocidad amorosa, pero si no es posible, la negativa del otro debe ser aceptada y elaborada a través del proceso de duelo con el predominio de mecanismos depresivos sobre los mecanismos paranoides de interacción. Esta forma de atravesar el trauma de la separación, puede aumentar la capacidad para una relación más madura con una nueva pareja.

    La posibilidad de vida en común bajo las condiciones del fin del amor, puede ser un compromiso psicosocial razonable, pero es profundamente destructivo para el cumplimiento básico de la aspiración de una relación amorosa gratificante.

    El amor y el duelo

    Una evolución positiva, incluso bajo condiciones de un trabajo emocional profundamente doloroso, puede seguir a la muerte de la pareja amada. En muchas ocasiones, señala el autor que sólo después de la pérdida, se toma conciencia de la totalidad del valor de una relación de amor. Así, el duelo normal, reforzaría la capacidad de amar.

    El duelo normal no estaría dominado por excesivos sentimientos de culpa, auto devaluación o la inseguridad generalizada, en contraste con la característica de auto-depreciación en el caso del masoquista, y el sentimiento de humillación en la patología narcisista. Nuestra capacidad de amar debe funcionar como una gran garantía del propio valor.

    Separaciones temporales, como consecuencia de un conflicto grave, decepciones o abandono, pueden proporcionar un tiempo para la reflexión y la búsqueda de un nuevo encuentro. Si ambas partes se comprometen a trabajar en sí mismos y luego son capaces de comunicar sus nuevos conocimientos, este período de separación puede ser fructífero. Un largo estancamiento en una "separación de prueba", sin ningún tipo de nuevo desarrollo, en el que uno o ambos se perpetúan en la prolongación infinita de la situación actual, por lo general indica una pérdida del amor por parte de uno de ellos, y es un mal presagio para la continuación del matrimonio. Los sentimientos de amor hacia el otro, así como la expectativa de un compromiso similar del compañero, deben constituir la condición previa para el mantenimiento o la reanudación de la relación. Encontrar un camino intermedio entre un idealismo basado en la negación de la realidad y una actitud paranoica acerca de la motivación de la pareja, puede ser la vía del reencuentro. Dicha resolución madura, contrasta con sumisión masoquista a una situación imposible o una negación narcisista de la posibilidad de que uno puede ser rechazado.

    Valoración final

    Kernberg, con este trabajo de gran claridad expositiva, proporciona a los terapeutas un marco mental de los componentes presentes en las relaciones de amor maduro, de forma que a partir de la detección de su ausencia o restricciones, se pueda diagnosticar aspectos sutiles de la patología narcisista, masoquista y paranoide, que bloquean la vivencia plena del amor.

    Los intentos de abordar la naturaleza del amor pasional desde el psicoanálisis no son muy abundantes, y Otto Kernberg integra la influencia de los aspectos intrapsíquicos e intersubjetivos, las relaciones objetales primitivas, la agresión y los determinantes psicopatológicos que influyen en la forma de relacionarse en el amor, y cómo los conflictos en este área pueden explorarse en la terapia y conducir, a través de su resolución en el campo analítico, a interacciones amorosas más satisfactorias. Creo importante resaltar la propuesta de que la pareja construye un yo ideal común que contribuirá al éxito de su relación.

    Quisiera agradecerle al autor su aportación de un marco no solo aplicable en el tratamiento de pacientes y parejas con conflictos severos, yo diría que útil en cualquier paciente y en cualquier pareja, como guía de aspectos más o menos graves que pueden limitar la vivencia plena de las relaciones de amor.