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Paz y Ciencia

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Amor y Psicoterapia

Dr. Valentín Pablo Rodríguez
   psicólogo clínico - psicoanalista

Durante los va más de 100 años de práctica piscoterápica en el mundo, se ha escrito mucho sobre lo esencial en ese proceso que supone la cura del trastorno psíquico.
Se ha hablado de la importancia de la transferencia, del análisis de las resistencias del paciente, de la contratransferencia, etc. Se ha enfatizado siempre, en última instancia, en el poder curativo de la palabra. Ahora bien, desde mi experiencia personal, como psicoanalista y psicoterapeuta, de ya casi quince años, creo que afirmar que lo que cura es la palabra, no deja de
ser un reduccionismo más, de los muchos en que, por desgracia, incurren con frecuencia las llamadas Ciencias del Hombre.
Mi opinión es que no cura la palabra, por docta, técnica o experimentada que sea (en el caso, claro está, del analista), como tampoco el discurso, tímido a veces, fluido en ocasiones, y resistente siempre, del paciente.
Es con el amor, con la afectividad o, para ser más exactos, con la energía afectiva que el analista insufla a su paciente, con lo único que se puede obtener ese prodigio que constituye su mejoría o definitiva curación. Energía, eso sí, que el terapeuta insufla a su paciente utilizando la palabra como vehículo privilegiado. Porque, en definitiva, ¿qué es un enfermo psíquico, sino un ser con una nefasta experiencia en el aprendizaje, vital para el desarrollo armónico de la personalidad, de dar y recibir afecto?

Unos pacientes presentan déficits y carencias afectivas en su infancia y adolescencia. Otros, exceso de afectividad en la misma etapa, o, dicho de otro modo, amor inadecuado o amor sofocante; no al servicio del niño, sino, las más de las veces, al de las necesidades, tan desconocidas como patológicas, de sus padres y/o educadores.
Unos padres, cuyos propios conflictos psíquicos les impiden una afectividad sana y adulta, difícilmente pueden enseñar a sus hijos a quererse y a querer a los demás. Pueden enseñarles muchas cosas: a andar, a comer, a tener buenos modales, conocimientos culturales, etc.; pero la afectividad tiene que partir de una experiencia didáctica de amor puro, no contaminado. Y es en esa experiencia afectiva defectuosa donde tienen la base casi todos los trastornos que angustian al hombre.
Por lo tanto, si la terapia debe constituir una experiencia emocional correctiva para el paciente, esa segunda oportunidad de convertirse en un ser humano total y maduro, es imprescindible que se sienta apoyado por un afecto sin condiciones, total y absoluto, respetuoso de la totalidad de su forma de ser y de comportarse. Ese afecto debe darlo el terapeuta con la suficiente intensidad y habilidad como para que el paciente lo sienta -sin-saber-lo-que-está-sintiendo, esto es, sin menoscabo alguno del encuadre terápico, máxime si paciente y terapeuta son de distinto sexo.
Si el terapeuta no es poseedor de esa capacidad de suministrar afecto, "energía afectiva movilizadora", corremos el riesgo de que el paciente, después de un período más o menos largo de terapia, se encuentre con que sólo ha obtenido, como balance, un bagaje de ideas, de términos, y, a lo sumo, de explicaciones del por qué de su enfermar psíquico. Esto es muy trágico, pero no por ello infrecuente.
Podría decirse aún más: esa "afectividad motora", que el analista suministra a su paciente, debe tener, como objeto de consecución, otras dos metas: 1) Que el sujeto recupere la fe en sí mismo y en los otros. 2) Que ese "apoyo afectivo", unido a esa fe en su propia capacidad de remodelación psicodinámica, permitan vislumbrar la mejoría o la curación.
Vemos cómo, en este entramado de requisitos, fundamentales y exigibles en la terapia, hay que movilizar tres virtudes humanas esenciales.
Y este proceso debe ser realizado desde el primer día. No podemos exigir una fe ciega en nuestro quehacer, y esperanza en la mejoría, a un paciente que nos ve por vez primera. Hay que insuflarle el amor necesario para que se generen en él la fe y la esperanza.
Esa donación de "energía afectiva", que el terapeuta efectúa sobre su paciente desde las primeras sesiones, es lo que va a hacer posible la fe en las propias fuerzas y capacidades de éste, y la esperanza de su curación. Sólo esa energía va a ser capaz de hacer posible una transferencia provechosa.
Y esa "energía afectiva", ese amor, en definitiva, que el terapeuta ofrece a su paciente, es el producto de su propia capacidad de amar y de la total asunción, empatía, respeto y cariño hacia éste. Todos estos factores deberá evaluarlos y discubrirlos el terapeuta, ya en las primeras sesiones, en el silencio de la contratransferencia. Si el terapeuta no logra sentir todo esto en un tiempo prudencial, considero que tiene el deber ético de derivar a su pa_ ciente a otro terapeuta, afectivamente más dotado. Desarrollar una terapia o análisis, sin estos requisitos, conduciría tan sólo a un mero juego intelectual, más o menos atractivo para el paciente, pero a todas luces insuficiente para promover cambios definitivos.
Es éste, un tema capital en psicoanálisis y psicoterapia. Se habla mucho de la relación afectiva con el paciente, respetando el encuadre. Lo patético, y que confirma la praxis diaria, es que algunos terapeutas tienen tal pavor a implicarse, que la patología o los afectos del paciente puedan "salpicarles", que, como medida preventiva, no se conforman con poner meros límites, sino que oponen abismos de distancia, medida que lleva al fracaso esa relación terápica.
Puede aducirse que la relación terápica se basa en un sano y sabio equilibrio entre frustración y apoyo, por parte del terapeuta a su paciente. Eso es, en buena medida, cierto. Aunque, personalmente, opino que, salvo excepciones, opera más eficazmente el apoyo que la frustración (claro está que aquí habría que discriminar la patología y la personalidad específica de cada paciente). Pero aun en el caso de que ésta sea necesaria -que, en mayor o menor grado, siempre lo es-, en lo que no puede convertirse jamás es en una forma larvada de sadismo por parte del terapeuta (aunque dicho sadismo sea entendido como simples residuos neuróticos de su propio análisis didáctico). Esta experiencia puede ser definitivamente desesperanzadora y destructiva para el paciente.
Me remito a lo dicho al principio de este artículo. El terapeuta que necesita frustrar a su paciente, debe hacerlo desde el prisma del "amor correctivo", con la sutileza necesaria para que éste perciba que tal frustración es algo doloroso para el propio terapeuta, y que no revela sino su sincero deseo de hacerle mejorar. Es un caso semejante al del padre que regaña o castiga a su hijo: o lo hace expresando su propio dolor (porque realmente ama a su hijo), o siempre podrá caber la duda de si se estará desahogando de sus frustraciones personales, con la agresividad canalizada hacia un objeto improcedente.


                                                                               Dr. Valentín Pablo Rodríguez Fdez.
                                                                            Revista LA ESTETICA. Nº 117. 1990

martes, 30 de diciembre de 2014

Gestalt y Creatividad


La creatividad todavía es un tema muy vago y confuso pues la mayor parte de la gente cree que la creatividad es una iluminación que llega nada más porque sí, que se nace siendo creativo y que esto es nada más para los artistas. Este tipo de creencias hacen que nadie se ocupe de la creatividad y, sin embargo,  nadie niega su existencia y su importancia.
Todos nacemos con una capacidad creativa que puede ser estimulada o no como todas las capacidades humanas.
La familia, que es el sistema cuna de una sociedad, se encuentra golpeada por factores políticas, económicos, culturales y educativos de nuestro país, lo que ocasiona que no existan los escenarios necesarios para que a un niño, desde pequeño, este provisto de los recursos necesarios para motivar y desarrollar su creatividad; los sistemas educativos están saturados, por lo tanto las escuelas tampoco promueven  o ofrecen los elementos necesarios.
Es por eso que el proceso creativo en el adulto implica un esfuerzo consciente de recuperar su potencial creativo, lo que en el niño, el proceso o secuencia se dará en forma natural al manifestar espontáneamente su potencial creativo.
Para poder tener mejor comprensión sobre esto, se deben tener en cuenta distintos  tipos de pensamiento.  El pensamiento  convergente y el divergente. El pensamiento convergente que es un sinónimo del pensamiento lógico o racional, se mueve buscando una respuesta determinada o convencional y encuentra la solución en algo que ya existe o que ya se ha hecho.
El pensamiento divergente en cambio se mueve en varias direcciones en busca de la mejor solución para resolver problemas a los que siempre enfrenta como nuevos, pudiéndose así dar una vasta cantidad de resoluciones apropiadas, más que una única correcta. Ese tipo de pensamiento tiende más al concepto de creatividad, sin embargo, ambos procesos son complementarios no antagónicos.
El pensamiento divergente es útil para generar ideas y nuevos modos de ver las cosas y el pensamiento lógico o convergente, es necesario para su enjuiciamiento y su puesta en práctica.
La mayoría de las cosas que son importantes y humanas son resultado de la creatividad, y resulta fascinante, porque cuando nos entregamos a ella, sentimos que estamos viviendo más plenamente. La teoría existencialista afirma que la creatividad es un “encuentro” de la persona consigo misma y un producto de la máxima salud emocional, incluso, la creatividad también favorece nuestra salud física, ya que la expresión creativa fomenta sensaciones positivas, las cuales incitan a una perspectiva optimista y a un sentido del bienestar, promoviendo emociones positivas; la creatividad también promueve funciones de inmunidad positivas.
La creatividad en cierta medida es un factor protector que disminuye la probabilidad de conductas de alto riesgo, como son las drogas, el alcohol, violencia y delincuencia. También es vista como una de los pilares fundamentales en el sentido de que, el ser creativo, ayudaría al individuo a sobreponerse o superar situaciones difíciles, saliendo renovados y enriquecidos de ella.
Para ser creativo parece ser necesario primeramente, sentir curiosidad por conocer, ya que las ideas surgen del conocimiento, sin embargo, el conocimiento por sí solo no determina el grado de creatividad de la persona.
También, es necesario tener confianza en que emergerá una idea, intentar ideas sin sentido, absurdas o imprácticas para propiciar el nacimiento de nuevas ideas, predisponer la mente a la aceptación del cambio y de nuevas posibilidades, tener la capacidad de trasformar unas ideas en otras, encontrar nuevas aplicaciones a cosas ordinarias y tener la capacidad de desaprender lo aprendido.
Algunos investigadores dicen que las personas más creativas se caracterizan por tener una personalidad capaz de  correr riesgos, apertura frente a nuevas experiencias y capacidad para jugar con elementos, además, de estar dotados de grandes reservas de energía disponible, esta puede ser resultado de un alto nivel de salud psíquica. Para la psicoterapia Gestalt la energía está puesta en mantener unos ajustes conservadores procedentes de asuntos inconclusos que ya no son soluciones adecuadas en el momento actual.
Las personas creativas tienen una alta capacidad de elaborar, de producir un gran número de ideas. La variedad de ideas y la posibilidad de modificarlas y replantearlas, radicaría en un factor que denomina flexibilidad.
Me parece que el primer paso es comenzar a hablar sobre esto, ya que poco se habla de creatividad, hay que saber que la creatividad es más que ser artista o científico, hay que hablar de los alcances que puede tener la creatividad en la vida del ser humano,  que puede operar en todos los ámbitos de la existencia humana y su contexto, con esto me refiero a que no solo podemos ser creativos como artistas, científicos o psicólogos, sino podemos ser creativos en nuestro estilo de vida, en nuestra personalidad, en el manejo de nuestras emociones, en la forma en que resolvemos nuestros problemas y hasta en la forma que vemos la vida, experimentándola de manera original y novedosa.


lunes, 29 de diciembre de 2014

Introyección

La introyección en Terapia Gestalt

Premisas

“Sólo la novedad es nutritiva”
Paul Goodman

En un proceso sano, los seres vivos nos preservamos, desarrollamos y crecemos gracias al contacto continuado con el entorno. Respiramos oxigeno y comemos alimentos, y tras un proceso de metabolización, los asimilamos como parte integrante de nuestro ser, puesto que es “Solo a través de la asimilación como los elementos heterogéneos pueden unificarse en una nueva totalidad”. 1
Para Goodman (1951), respirar significa “absorber oxígeno y devolverlo de una forma diferente”, (y) “comer implica coger partes de la naturaleza y transformarlas en algo digerible”2 , siempre en una interacción constante entre organismo y entorno porque para la Terapia Gestalt no existe el animal aislado; tal y como lo entiende Goodman “no tiene sentido hablar, por ejemplo, de un animal que respira sin tener en cuenta el aire y el oxígeno como parte de su definición o hablar de comer sin mencionar la comida, o de una conversación sin interlocutores”3
La definición de un organismo es la definición de un campo organismo/entorno.

Metabolismo mental

La Terapia Gestalt ha mantenido del psicoanálisis el término “introyección”, que significa “aprender interiorizando valores, normas y modos de conducta del entorno”4. Perls (1974) en su obra “Yo, Hambre y Agresión”, concluye que la introyección es la forma de interacción primera del individuo con el entorno y elabora una analogía entre la consunción del alimento con nuestra absorción mental del mundo (chupar, morder y masticar).
La introyección es un proceso de aprendizaje en las primeras etapas de la vida. Los niños pequeños aprenden de los adultos de su entorno (figuras parentales de autoridad). Aprenden por imitación (identificándose com...), sin cuestionarse la información ( los alimentos) que reciben.
La calidad de los nutrientes que asimile de su entorno así como la cantidad de identificaciones sanas que realice van a proporcionarle la vitalidad que se va a manifestar en energía y acción.
El niño menor de un año se va a interesar por el mundo fijándose en un objeto, se acerca, lo toa, chupa, huele y después lo tira para escuchar su sonido.
Aquí es importante para el niño aprender un modelo sano de relación con el entorno. En vez de una madre introyectadora (que nutre a la fuerza), es preferible que ofrezca al niño aquella gama de posibilidades (juguetes, otras formas de invitación a la relación), que permitan mantener la idiosincrasia del niño.
Cuando en las actitudes parentales están contenidos los mensajes (verbales o no verbales) de “no toques”, no chupes”, “no seas tú”, sin discriminación, recortan su energía, inhiben su espontaneidad, dificultan su interés. En definitiva disminuyen sus potencialidades innatas.
Cuando un niño incorpora de sus padres valores psicológicos; “verdades” sobre sí mismo, cuando ingieren y engullen sin discriminación, incorporan un material no asimilado, que Perls (1947) denominó introyecto.
Si un niño incorpora por ejemplo la idea de “soy torpe”, adopta en su comportamiento (no consciente) esta cualidad como forma de respuesta ante el entorno. Su comportamiento está limitado por el introyecto. Ha ingerido un material que no puede asimilar (por su tóxico contenido) y en adelante sus energías se pondrán en marcha, bien para deshacerse de este material que no le aporta vitalidad o envenenándose en sus intentos por digerirlo: “me comporto torpemente en esta situación”.
Para Goodman (1951) “ la introyección es la herencia familiar del pasado”5
La situación es similar cuando se trata de conceptos o modelos de conducta que de alimentos físicos. Puesto que introyectar significa apropiarse de algo del entorno y cuando esta apropiación se produce de forma coercitiva se trata de una introyección patológica; es decir de un contenido no digerible, inasimilable (el introyecto), ya que “perjudica tu capacidad de pensar y actuar por ti mismo en la medida en que atiborras tu personalidad de trozos atragantados de esto y aquello, has perdido la habilidad de pensar y actuar por ti mismo”, ya que actúas en función de lo que te han dicho que eres o hagas.6
Cuando un niño introyecta por ejemplo la idea de “soy torpe”, adopta en su manera no consciente esta cualidad como forma de respuesta ante el entorno y en adelante sus energías se pondrán en marcha para actuar en consecuencia con el introyecto “me comporto torpemente en esta situación”.
“El “yo” que se compone de los introyectos no funciona espontáneamente, ya que está hecho de conceptos sobre uno mismo; deberes, criterios7 y opiniones sobre la naturaleza humana impuestos desde fuera”.
Para Perls, es con el “morder” y “masticar” cuando el niño en vez de tragar simplemente la comida puede empezar a desarrollar su sentido del gusto y a elegir entre lo que quiere y no quiere tragar psicológicamente del entorno. Es en esta etapa del desarrollo dental del niño cuando Perls propone que “la necesidad de aprendizaje primario mediante la introyección puede empezar a ser reemplazado por la autodeterminación”8

Agresividad e Introyección

La Terapia Gestalt, alumbra con Perls, un enfoque positivo de la agresividad.
En “Yo, Hambre y Agresión”, Perls describe sus orígenes en lo que llamó “agresividad dental”, el mordisco y la masticación de una experiencia propia para absorber las partes que uno necesita y librarse de las que no y esto requiere de una energía, excitación o agresión.
“Para la Terapia Gestalt, la agresividad es sana por naturaleza y está al servicio de la vida. La personalidad sana está formada por una sucesión de “si” y “no” según la propia idiosincrasia del niño”.9
Para digerir o asimilar un alimento debe ser mordido y masticado hasta convertirlo en unidades más pequeñas para su digestión. De análoga manera, el alimento mental (conceptos morales, exigencias sociales), necesitan ser desestructurados, revisados y seleccionados para ser asimilados e integrados en la personalidad o desechados.
Las funciones agresivas, entendidas como energía para movilizar “ir hacia”, permiten la excitación y pueden ser útiles para morder y masticar el alimento físico y su equivalente psicológico.10
La introyección no es posible sin la excitación y la excitación no es posible sin la agresión. Para apropiarse de algo del entorno es necesario es necesario tener apetito e iniciativa y ser capaz de correr riesgos.

Introyección y el Campo organismo/entorno

Para la Terapia Gestalt la unidad organismo/entorno forman un campo, “un conjunto inseparable donde figura y fondo se suceden en función de las mutuas necesidades”.11
Para Goodman “la energía implicada en la formación de la figura proviene de los dos polosdel campo, el organismo y el entorno”12
La necesidad del organismo, desde el “coger” hasta el “asimilar” sólo es posible en el proceso de contacto (organismo/entorno), proceso que comienza con un “necesitar, aproximarse, destruir, para poder identificar, entrar en contacto, retirarse y asimiliar”.13
En el proceso de contacto, la introyección aparece en una fase de la excitación del propio deseo. Es una fase, dice Jeam Marie Robine, que “hace pasar al organismo de un estado de “nada” de reposo, de silencia (fondo), a un despertar del deseo (figura),”14 que da paso a la fase de toma de contacto. Un apetito se despierta y una iniciativa quiere tener actividad.
Este fenómeno sano se convierte en patológico cuando el proceso de contacto se interrumpe y la experiencia queda inacabada. El introyecto tiene como misión evitar la excitación que permite clarificar una figura (no permitiendo la asimilación del material físico o mental).
“En el plano neurótico, el que introyecta asume su apetito frustrado invirtiendo su afecto antes de que pueda reconocerlo. Este cambio de dirección se hace, sencillamente, mediante la inhibición misma. Lo que se quiere se siente como inmaduro, desagradable, etc. O al revés, si es un impulso para rechazar algo que está inhibido (oponerse a la nutrición forzada), se convence a sí mismo de que lo que no quiere es bueno para él, que es lo que realmente desea, etc. Pero lo coge sin degustarlo ni masticarlo.”15 ,
produciendo entonces, en vez de asimilación, o una introyección o “áreas de no contacto”16.

En terapia

La Terapia Gestalt es una Terapia Humanista donde terapeuta y cliente forman un campo organismo/entorno y son los dos, en su relación los que promueven el cambio. Recordemos que en el concepto de campo propuesto por Goodman “no tiene sentido hablar de una conversación sin interlocutores”17.
Basándose en técnicas de “darse cuenta” permite que el cliente tome conciencia de sus asuntos inconclusos y de cómo “ahora (en la sesión) interrumpe su proceso de contacto. A veces, el cliente que acude a Terapia, lo hace porque siente que pierde parte de su vitalidad y esto se manifiesta en sus emociones, sus acciones. No está satisfecho. Sus intentos por contactar con el entorno son la mayoría de las veces fallidos y esto le proporciona una situación de conflicto entre su necesidad organísmica y su contexto social introyectado.
El sentido para el Terapeuta Gestalt consiste en ayudarle a recuperar su espontaneidad, creatividad, vitalidad. Para ello, como una parte de la terapia, será importante ayudarle a identificar los introyectos con los cuales su personalidad se ha identificado y permitir el contacto.
“Lo que es esencial es que el Terapeuta enseñe al paciente cómo puede aprender sobre sí mismo. Esto supone empezar a ser, directamente, consciente de cómo funciona verdaderamente, como un organismo vivo. Esto sucede teniendo como base las experiencias que son, en sí mismas, no verbales”18
El Terapeuta Gestalt, se ocupará de apoyar las interrupciones en el campo, en el aquí y ahora de la situación para que puedan emerger figuras fuertes (claras y definidas) y acompañar en el proceso de contacto.
Cuando demasiada excitación resulta insoportable, la emoción del momento no puede constituirse en figura y permanece en segundo plano. Trabajar el introyecto consiste en ponerlo en primer plano para que la destrucción de la figura permita por fin la finalización de la situación, a través del contacto. Las experiencias no verbales pueden ser recuperadas por el paciente y con ellas recuperar una parte de sí mismo.
Aquí el apoyo específico consiste, para Margherite Spagnoulo, en que “el Terapeuta se retire al fondo para permitir que el cliente identifique su necesidad, su deseo, y no sea un deseo adoptado del otro, del terapeuta”19.

Conclusión

La introyección es el modo de interacción primera del individuo con su entorno con la finalidad de alimentarse y de transformar el alimento.
En un proceso sano es a través de la incorporación o la apropiación de algo del entorno y su completa asimilación como los seres vivos nos preservamos, desarrollamos y crecemos. Pero apropiarse de algo no es tragarlo entero sino destruirlo en partes más pequeñas para su posible digestión (morder y masticar el entorno)
Hemos vistos la importancia que tiene la “agresión” en este proceso de aproximación y contacto que posibilita la destrución de los materiales. En una introyección patológica la agresividad está inhibida. La excitación que surge se interrumpe por la aparición del introyecto (trozos atragantados de la herencia familiar del pasado).
Recoger las experiencias no verbales a veces supone poner las áreas de no conciencia en primer plano y con ellas el cliente recuperar partes de sí mismo, actualizando el presente y finalizando situaciones inconclusas.

Bibliografía

  • PERLS, Fritz Yo, hambre y agresión, México, ed. Fondo de Cultura Económica, 1975
  • PERLS, Frederick S., HEFFERLINE, Ralph F. y GOODMAN Paul, Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana, Madrid, Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Colección “Los Libros del CTP”, 1951, traducido al castellano por Carmen Vazquez Bandín, 2002
  • ROBINE, Jeam Marie, “ El Contacto, pliegue y despliegue del Self. Ansiedad y Construcción de Gestalt”, artículo 51, del Centro de Terapia y Psicología, traducido al castellano por Carmen Vázquez Bandín
  • SPAGNUOLO, Margherita, “El apoyo específico en las interrupciones al contacto”, artículo 52 del Centro de Terapia y Psicología, traducido al castellano por Carmen Vázquez Bandín
  • VAZQUEZ Carmen y MARTIN Angeles, Cuando me encuentro con el Capitán Garfio…no…me engancho, Madrid, ed. “Las Mil y Una Ediciones”, 1983
1-PERLS, F, HEFFERLINE y GOOGMAN, P., Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana, Madrid, “Los Libros del CTP”, 2002. Introducción General, apartado 3, párrafo 2. (a partir de ahora PHG, volumen, capítulo, apartado, párrafo)
2-PHG, Introducción a la Edición de Terapia Gestalt de The Gestalt Journal
3-PHG, II, 1, 2, 1
4-PHG, Introducción a la Edición de Terapia Gestalt de The Gestalt Journal,
5-PHG, II, 8, 5,5
6-PHG, I, 7, 15, 4
7-PHG, I, 7, 15, 3 y 4
8-PHG, Introducción a la Edición de The Gestalt Journal, II, 6
9-PHG, Introducción a la Edición de The Gestalt Journal, II, 7
10-Cf, PHG, I, 7, 15, 11
11-VAZQUEZ Carmen y MARTIN Angeles, Cuando me encuentro con el Capitán Garfio…no…me engancho, Madrid, ed. “Las Mil y Una Ediciones”, 1983
12-PHG., II, 12, 3, 1
13-SPAGNUOLO, Margherita, “El apoyo específico en las interrupciones al contacto”, artículo 52 del Centro de Terapia y Psicología, traducido al castellano por Carmen Vázquez Bandín
14-ROBINE, J. M., “ El Contacto, pliegue y despliegue del Self. Ansiedad y Construcción de Gestalt”, artículo 51, del Centro de Terapia y Psicología, traducido al castellano por Carmen Vázquez Bandín
15-PHG., II, 15, 5, 1 y 2
16-PH., II, 8, 5, 4
17-PHG., II, 1, 2, 1
18-PHG., I, 1, 44
19-SPAGNUOLO, Margherita, “El apoyo específico en las interrupciones al contacto”, artículo 52 del Centro de Terapia y Psicología, traducido al castellano por Carmen Vázquez Bandín

domingo, 28 de diciembre de 2014

Rebelión de amor para la sanación


El amor verdadero poco o nada tiene que ver con las películas. Se trata de un amor que refleja la identidad y disuelve el ego. Este amor tiene como corolario cientos de sentimientos para encontrarse y conocerse. Una vez que conocemos y nos conocemos nos liberamos. Nos liberamos del narcisismo, nos liberamos del egoísmo. Empezamos a caminar por ese sendero llamado libertad y felicidad.
Ser libre supone haber atravesado nuestro ego, la parte más dura, el núcleo de nuestra personalidad.
Resulta doloroso, desgarrador, como el pájaro que eclosiona el huevo y sale, como ese pájaro que echa a volar. Esto es, consigue muchas cosas pero deja atrás otras tantas. Volar es ser libres, volar es poder conocer el ego pero viéndolo en perspectiva, volar es la liberación de la carga, de la ideología, de prejuicios y pretextos. Volar es Ser.
A menudo cuesta ser autónomos, tenemos cierta tendencia a la dependencia, un peligro del psicoanálisis. El psicoanálisis llama "amor de transferencia" a esos sentimientos de apego amoroso que se producen entre el paciente y el analista, es un enamoramiento falso, no genuino. Se trata de depositar en otro la responsabilidad de nuestro propio crecimiento, y esto es generalmente, una curación en falso. Suele pasar que la persona se siente bien acudiendo al psicoanalista pero cuando deja de ir vuelven los fantasmas. A no ser de que el tratamiento se extienda de manera amplia en el tiempo y el ego se haga fuerte, sirviendo como una coraza falsa que protege virtualmente la identidad, una identidad que está dolida, un concepto de uno mismo que no es sino con el otro, el analista. Por tanto la dependencia se va cristalizando, rigidificando en una suerte de falsedad para encontrarse a uno mismo.
Para volar hay que amarse, hay que respetarse, hay que amar, esto es un proceso. No existen técnicas ni tácticas para ello, no existen estratagemas ni nada parecido para liberarnos del ego.
El ego es un cascarón que nos impide ver el afuera, que nos impide percibir con nitidez, es un estrabismo y una carencia de nuestra esencia. Esto se puede resolver con paciencia, rigor y cariño.
No entiendo el tratamiento sin cercanía, creo que la "neutralidad" es una falacia, el observador modifica el fenómeno observado y por mucho análisis que haya realizado el analista siempre acuden sus propios fantasmas para ensuciar lo que refleja del paciente, y por tanto modifica su esencia por su deseo, propio del ego.
Permítete amar, amarte, disfruta y libérate de vicios cognitivos y emotivos, deja guiarte por tu intuición y podrás alcanzar el contacto contigo mismo y con el otro, solo es cuestión de tiempo.
Rodrigo Córdoba Sanz.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Gula. Eneatipo 7



Si nos acusaran de ser golosos, probablemente no nos sentiríamos tan heridos como si nos dijeran que somos, por ejemplo, orgullosos, avaros, cobardes o lujuriosos. Y ésta es precisamente una de las dificultades de reconocer la patología de este carácter que el sistema del eneagrama llama "eneatipo 7" y que, según los diferentes autores, podría llamársele narcisista, epicúreo o hedonista, generalista, entusiasta, diletante o charlatán, planificador y soñador, en función del aspecto de la personalidad que consideren predominante. En cualquier caso, todas estas características le parecen al que las reúne "pecados veniales" odefectillos sin importancia, en comparación con el resto de los caracteres. Por ello, no es de extrañar el tipo Siete se tenga en alta estima y suela caer bien por el encanto que despliega. Sin embargo, como Narciso, que se ahoga en el agua enamorado de su imagen, el encantador acaba enredado en su propio encanto, convirtiéndose en un encantador encantado.
Estoy seguro de que todo el mundo conoce a alguien que siempre tiene soluciones para cualquier problema, al que ninguna situación le parece excesivamente grave, que puede explicarlo todo: el tipo de persona que racionalizará, explicará, pondrá una etiqueta o elaborará una generalización brillante con tal de no entrar en una emoción profunda, de no sufrir con el sentimiento del interlocutor. Nuestro personaje corresponde claramente a la tríada mental pero, mientras que el Cinco (avaro) reflexiona, calla y acumula su energía para tenerlo todo controlado, el Seis (miedoso) duda e imagina lo peor para estar preparado, el Siete envuelve a los demás con sus palabras y fantasea siempre un futuro mejor para huir de su angustia, del aburrimiento y del compromiso con cualquier cosa que considere monótona, limitadora y vulgar; es decir, casi todo lo que suponga esfuerzo constante, disciplina y limitación de opciones.
Quienes se hayan dominados por la pasión de la gula no son forzosamente comedores compulsivos o glotones de alimentos -aunque puede que en un bufé piquen un poco de todo para no perderse ningún sabor-, sino consumidores compulsivos de experiencias, amistades, libros, cursos, viajes, deportes..., aunque generalmente sin demasiada continuidad. Es difícil que un paciente con estas características dure mucho en una terapia. Normalmente acuden a ella como una vivencia más dentro de su largo currículo de terapeutas y recursos de desarrollo personal, que suelen degustar como aperitivos, pero que muchas veces no les alimenta, porque no se quedan el tiempo necesario para digerir. Para ellos, planificar, explicar, generalizar y soñar suelen ser los sustitutos del actuar, sentir, centrarse y, en definitiva, vivir el presente.
Con todos estos mecanismos de defensa bien pertrechados, es difícil que sufran conflictos frecuentes y suelen dar una apariencia de autosatisfacción y felicidad contagiosa, aunque, a veces, un tanto pretenciosa y superficial. Por ello, lo que a muchos encanta puede resultar insoportable para otros. Recuerdo, como si fuera ayer, la primera vez que me encontré con un grupo de "sietes" que intentaba cumplir una tarea terapéutica: la impresión era la de un corral con varios gallos que competían por la atención y el espacio verbal; pocas emociones manifiestas; mucho desacuerdo; bastante rebeldía que conducía a la desorganización y al caos; cierta agresividad contenida para evitar el desencadenamiento del conflicto latente; casi ninguna implicación existencial. Al final, pérdida de tiempo y frustración encubierta con la broma, el juego o la actitud compensatoria de "la próxima reunión saldrá mejor".
Vista la situación desde afuera y con el poso de lucidez que deja el tiempo transcurrido, la primera imagen que me viene es la de una reunión de niños grandes o adultos que no han querido crecer del todo. Una especie de reunión de muchos "Peter Pan", sin una Wendy que les dijera que ya habían pasado treinta o cuarenta años desde que jugaban a enfrentarse al Capitán Garfio y a volar con Campanilla. Los "golosos" siguen estancados en una infancia que, a pesar de las carencias y limitaciones de toda niñez, siempre recuerdan como una infancia fundamentalmente feliz y sin problemas mayores. Tal vez sea éste uno de sus principales encantos: su jovialidad, su eterna juventud y entusiasmo por todo lo nuevo, que encubre un gran concepto de sí y una cierta rebeldía ante todo lo establecido.
De ella no se libran ni los maestros espirituales, pues, aunque se pueda llegar a trascender el carácter básico, siempre quedan rasgos que delatan de dónde se partió. Es fácil comprobarlo, por ejemplo, en "Vislumbres de una infancia dorada" (Gaia, 1996), autobiografía de Rajneesh, conocido por Osho, uno de los guías más brillantes y controvertidos de este siglo. Él la dictó a lo largo de sus sesiones con su dentista como un juego lúdico. No tiene desperdicio desde la óptica del eneagrama: "He renunciado incluso a la iluminación, a la que no había renunciado nadie antes que yo... No tengo religión, ni país ni casa. Todo el mundo es mío. Seguiré siendo un rebelde hasta que me quede el último aliento... Aunque no tenga un cuerpo, tendré los cuerpos de miles de mis amantes. Puedo provocarles; sabéis que soy un seductor y puedo meterles ideas en la cabeza para los siglos venideros. Es exactamente lo que voy a hacer. Mi rebelión no morirá con la muerte de este cuerpo. Mi revolución continuará más intensamente, porque entonces tendrá muchos más cuerpos, muchas más voces, muchas más manos para continuarla".

Jung, en sus "Tipos psicológicos" (Edhasa, 1991), lo calificaría de "intuitivo" que "no se encuentra nunca en el mundo de los valores aceptados de la realidad, sino que tiene un olfato agudizado para todo lo que es nuevo o está surgiendo... Ninguna razón o sentimiento puede refrenarle o asustarle como para hacerle perder una nueva posibilidad, aun cuando vaya en contra de todas sus convicciones anteriores... [pues] tiene su propia moral característica, que consiste en... someterse voluntariamente a su propia autoridad".
Otro Maestro contemporáneo, Ram Das, personifica también este eneatipo en la cantidad de actividades desarrolladas a lo largo de su vida. Antes de dedicarse a la búsqueda espiritual, Richard Alpert -su nombre de nacimiento- fue uno de los científicos pioneros en la investigación del LSD. En la India fue discípulo que siguió una vía devocional. Empresario de éxito, escritor de libros espirituales que marcaron un hito en su época, presidente de varias Fundaciones humanitarias, conferenciante, gurú aclamado por toda una generación, hace unos años decidió dedicarse fundamentalmente a cuidar a su padre enfermo y declaró públicamente su homosexualidad. Esta versatilidad es paradigmática en el "goloso", pero, mientras que en una persona con un gran trabajo interior cada etapa es auténtica, en alguien estancado en su afán de escapar de todo lo que le haga sufrir o le exija esfuerzo, cada cambio puede suponer sólo un mariposeo de flor en flor, sin libar hasta el final su néctar ni elaborar nunca la miel fantaseada.
Cuando el SIETE se queda sin estrategias por algún golpe duro de la vida, cae en un profundo pozo que puede manifestarse como una depresión aguda, de la que siempre huyó, pero cuya posibilidad latente intuía o temía. Lo que se vive como un auténtico mazazo, una pérdida de identidad y de control, una auténtica desgracia, puede ser en realidad una bendición: una de las pocas oportunidades de madurar, de avanzar y de cambiar la gula -como intento de llenar el vacío- por la introspección, el silencio y la aceptación de las luces y sombras de la vida.
El mejor ejemplo publicado de este tipo de procesos, tal vez sea el de Paco Peñarrubia, Director de la Escuela Madrileña de Terapia Gestalt: "Lo más importante que sucedió por entonces [en plena crisis] es que Claudio me habló del sufrimiento consciente... Para mí fue algo revelador. Nunca me había dado esa oportunidad de sufrir sin pelearme, sin evitar, respetándome esos sentimientos legítimos... Lo más desalentador era sentir que Dios no me escuchaba. Y luego ir viendo que el silencio de Dios era proporcional a mi ruido... Algunas veces me elevo, otras siento un profundo peso en la base del tronco: pura tierra, nada de volar... Soy un niño sentado a la puerta del corazón. Espero con paciencia, sin ansiedad. Puede abrirse en cualquier momento. Sé que Dios pasa por mi calle de vez en cuando. Y espero tranquilo, por si viene".

Gula-Hedonismo-Capitalismo

Características básicas del Trastorno Límite

  1. Gran inestabilidad emocional.  Cambios acusados en el estado de ánimo que van de la normalidad  a la depresión o a la excitación, o pasa por períodos de abatimiento y apatía en los que se intercalan episodios de ira intensa e inapropiada, y breves momentos de ansiedad y euforia.
  2. Necesidad intensa de relaciones interpersonales. Deseo de vincularse a los otros, y sobre todo a una pareja, como si se tratara de una fusión mágica, para que les apoyen emocionalmente y satisfagan sus necesidades. Una persona poderosa o protectora que les haga sentirse seguros.
  3. Al principio de la relación con una pareja se sienten mágicamente implicados, idealizan a esa persona y la colocan en un pedestal como si fuese la mejor persona que han conocido en su vida. Como la pareja es tan especial, la persona límite también se siente especial puesto que es la destinataria del amor de una persona perfecta. Alguien perfecto les quiere. No toleran la distancia con su pareja y requieren de su constante presencia. Este tipo de persona con la que mantiene la relación de pareja se hace imprescindible en sus vidas.
  4. La pareja pasa a convertirse imprescindible en sus vidas y rastrean continuamente señales de posibles abandonos. Algo que para los demás puede pasar desapercibido, para alguien límite supone un intenso temor a ser dejadas; algunos hechos pueden ser tomados como señales de que la pareja deja de amarles. Por ejemplo una frase como “hoy comeré en la oficina” por parte de la pareja de una persona límite puede ser interpretada como “hoy comeré en la oficina porque no me apetece comer contigo y prefiero hacerlo con mis compañeros de trabajo. Tú ya no me importas”.
  5. El temor a ser abandonados desata una inmensa cólera que se expresa rápidamente a la pareja. Otras veces pueden mostrar comportamientos de indefensión y sumisión para conseguir que la pareja no les abandone. De esta forma pueden generar círculos viciosos en la pareja: discusión-reconciliación-discusión-tentativas suicidas-reconciliación, hasta que la relación termina.
  6. Las personas límite acaban generando lo que tanto temen: el abandono. Lo que además supone una merma en su malograda autoestima, creen que lo único que saben hacer es alejar a los demás de su lado. Esto confirma la idea de la poca valía que sienten hacia ellos mismos.
  7. Si la relación de pareja logra cierta estabilidad, como es tan difícil llenar todas las expectativas y necesidades de la persona límite, éste puede no sentirse completamente satisfecho con la relación de pareja y buscar otro “objeto de amor” una vez que el antiguo ha resultado ser “defectuoso”, para pasar en esta nueva relación a experimentar el ciclo y volver a idealizar a una nueva pareja.
  8. Las personas límite pueden basar sus opiniones sobre los demás en las últimas interacciones que han tenido con ellos, esto es, es fácil que la persona límite piense ante su pareja: “¿Qué has hecho por mi ÚLTIMAMENTE?”. También hacen lo mismo con ellos y se evalúan teniendo en cuenta el último de sus logros, o el último de sus fracasos. Juzgan a los demás de la misma forma severa como se juzgan a sí mismos.
  9. Cuando se quedan solos, aunque sea por un corto espacio de tiempo sienten una gran sensación de vacío y soledad
  10. Pueden cometer autolesiones (hacerse cortes o quemaduras) como consecuencia de la imagen que el límite tiene de sí mismo o como un medio de conmocionar a los demás o controlarles. Se abandonan porque se sienten abandonados. Las autolesiones también cumplen la función de liberarles del intenso dolor emocional que sienten, generalmente sentimientos de vacío, vergüenza, rabia, tristeza y abandono.
  11. La ideación suicida como las verdaderas tentativas suicidas, pueden servir para obtener cuidados de los demás o como medio de expresar ira o resentimiento
  12. Repentinos cambios de opinión sobre los demás, a los que en un momento determinado pueden ver como cariñosos y sensibles, para pasar a opinar de ellos que son negligentes y traidores. Pasan del amor al odio con facilidad. Pueden idealizar a una persona como si fuese la mejor persona que existe o devaluarla como si fuese un demonio, es como si solo existiesen estas dos maneras de entender a las personas.
  13. Hacen esfuerzos frenéticos para evitar ser abandonados, incluyendo intentos de suicidio. No entienden cómo esta estrategia les aleja aún más de los demás.
  14. Al presentar ansiedad, depresión y sentimientos de culpabilidad e inferioridad, pueden llevar a cabo comportamientos autodestructivos y acaban abandonándose y consumiendo drogas. Algunos llegan a mutilarse haciéndose cortes o quemaduras. Intentan llena el vacío que les caracteriza, sobre todo cuando se sienten solos con conductas impulsivas como darse atracones de comida y vómitos, actividad sexual indiscriminada, compra compulsiva, beber o abusar de sustancias.
  15. Varían bruscamente de objetivos y valores al carecer de un sentido maduro de su propia identidad.
  16. Cambian con rapidez de una emoción intensa a otra, sobre todo la ira.
  17. Se sienten incomprendidas, apartadas y solas. Con una sensación de vacío continua. La imagen que tiene de ellos mismos es insignificante, sin valor tanto para él como para los demás, inútil, improductiva, se consideran inconsecuentes y censurables, despreciables, se ven como personas a las que habría que criticar y descalificar, así como tremendamente culpables. Su autoestima es tan baja que no entienden como alguien quiere estar con ellos, por ello están continuamente hipervigilantes ante la señal que indique que no les quieren y que les van a abandonar.
  18. Para aliviar los sentimientos de dolor, vergüenza y ansiedad vuelca sobre la pareja defectos que la persona límite siente sobre sí misma, es decir, atribuye al otro lo malo que piensa de sí mismo.  Algunas veces es cierto que el compañero ha cometido un error, pero el límite lo puede exagerar. Por ejemplo, una persona límite puede decirle a su pareja que está enfadada lo siguiente: “cómo puedes mostrarme ese odio, ¿te das cuenta de lo que me haces?”; en realidad, la pareja solo está enfadada, no odia al límite. Es el límite el que se odia a sí mismo.
  19. Pueden querer controlar a sus parejas con el fin de crearse un entorno seguro. Así, por ejemplo  la persona límite intentará conseguir que su pareja le diga siempre dónde está para que así no se creen situaciones en las que el límite pueda pensar: ¿Dónde estará? Seguro que está con otro/a”. Si siempre sabe dónde está la pareja, esos pensamientos que le producen tanto dolor, no se dará.
  20. Las personas límite quieren ocultar sus defectos por miedo a ser abandonadas por posibles imperfecciones de su carácter, así que no les queda otra que culpar a su pareja de las cosas de las que el límite no se puede permitir el lujo de reconocer. “Ha ocurrido algo, la culpa no puede ser mía, así que ha de ser tuya”. Pueden culpar al otro de algo que realmente ha hecho aunque la persona límite lo exagerará, o bien culparle de algo que la pareja no ha hecho.
  21. Temen que su pareja descubra “la horrible personalidad que tienen”, y cuando una relación  empieza a tener más intimidad, la persona límite empieza a distanciarse de su pareja. Oscilan entre querer fusionarse con el otro y, cuando este se acerca demasiado, le rechazan para alejarle.
  22. La persona límite hace “pruebas de amor”, esto es, intenta probar a su pareja para ver si éste le quiere. Por ejemplo la pone a prueba llegando tarde a una cita; si la pareja se marcha enfadad, eso significa que no le quiere demasiado; si la pareja espera por la persona límite eso significará que es capaz a darlo todo por ella.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Narcisismo



Esbozo del Concepto

La noción de narcisismo o Narzissmus como la denominó Freud, aparece por vez primera en la segunda edición de sus “Tres ensayos de teoría sexual” (1909) en una nota al pie de página y es tomada por éste a partir de los trabajos de Ellis y Nacke. Lo siguieron algunos desarrollos en su libro sobre Leonardo da Vinci (1910) y el caso Schreber (1911), sin embargo, no es hasta “Introducción del narcisismo” (1914), cuando las ideas y reflexiones freudianas sobre este concepto llegarán a ocupar su verdadero sitial en la teorización acerca del desarrollo sexual y las relaciones que el yo establece con objetos externos.

Digamos que hasta entonces el narcisismo era considerado una perversión toda vez que refería a aquella “conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena” (Freud: 1914, 71)

Así entonces, el narcisismo en un primer momento es considerado una perversión, en tanto el cuerpo propio se convierte en posibilidad de satisfacción erótica, tomado este como objeto sexual. Esta idea le permite a Freud pensar en el estatuto de la elección de objeto en la homosexualidad, que en sus “Tres ensayos” forma parte de las perversiones y que en la 26º conferencia sobre Libido y Narcisismo, corresponde a una elección narcisista de objeto. Es decir, existiría un objeto donde se ama aquello similar al yo propio (Freud, 1916-17).

Sin embargo, los análisis van mostrándole que es posible ampliar esta concepción, ya que rasgos aislados de lo que entendía hasta ese momento (1914) por narcisismo, se encuentran en personas con diversas características y perturbaciones, y no tan solo en perversos.

Freud entonces, se sirve de diversas fuentes tales como la esquizofrenia, la psicología infantil, los estudios sobre la vida mental de los primitivos, los hipocondríacos y el enamoramiento, para ampliar y modificar su concepción sobre el narcisismo. Y de esta manera, el narcisismo ya no es “un comportamiento específico sino un modo a través del cual la energía sexual se vuelca principalmente sobre el yo, restando posibilidad de investir objetos” (Fliman: 2008, 69).

Deja de ser un fenómeno privativo de las perversiones, para insertarse como parte del “desarrollo sexual regular del hombre” (Freud: 1914, 71). Así es como Freud avanza en su concepción de narcisismo y que lo lleva a plantear la distinción y existencia de dos tipos de narcisismo, uno primario y otro secundario.

Narcisismo Primario y Secundario

Podemos decir que respecto del narcisismo primario es posible destacar dos puntos. El primero corresponde a la relación del infans con quien le prodiga cuidados y la satisfacción de sus necesidades; la segunda, referida a la catexia del propio cuerpo. De esta manera hallamos que el Narcisismo primario en Freud dice relación con el estado de indiferenciación propia de los primeros tiempos de la vida, que ubica a la cría humana en una situación de dependencia absoluta respecto del otro materno, principalmente por el estado prematuro de sus órganos, requiriendo del auxilio de otro para satisfacer sus necesidades, y en lo relativo al segundo punto, consignamos que se desprende del autoerotismo.

Al respecto Freud dirá que “el autoerotismo era la práctica sexual del estadio narcisista de colocación de la libido” (Freud: 1916-17, 379), en este momento vemos el estadio del espejo lacaniano, pues lo característico en esta fase para Lacan es una estructura narcisística que se pone en juego. No solo porque la libido se dirige al propio cuerpo, sino también porque para él la posibilidad de muerte por insuficiencia vital esta presente y además por “la Imago del doble” (Lacan: 1938, 56), que en definitiva no contiene al otro.

Estos dos últimos puntos son aportes lacanianos a la comprensión del narcisismo y agregará un aspecto fundamental a esta fase característica del aislamiento afectivo, fundante de la subjetividad, en tanto identificación con una imagen de la cual no puede distinguirse. Y es que “la unidad que introduce en las tendencias contribuirá a la formación del yo. Sin embargo, antes que el yo afirme su identidad, se confunde con esta imagen que lo forma, pero que lo aliena de modo primordial” (Lacan: 1938, 56), esta parece ser entonces la característica central de esta fase según Lacan… formación, alienación, unidad corporal y afectiva, ausencia de relación con el otro.

Cabe mencionar que desde el “Proyecto” (1895) Freud plantea la existencia de un tiempo primero, mítico, de felicidad absoluta. Satisfacción primordial que marcará a las posteriores, momento de “Goce” (para emplear un concepto importado de la filosofía del derecho hegeliano, por Lacan) autoerótico en el lazo indiferenciado con la madre, que deberá ser interdicto. Y donde el yo (en formación) quedará investido con los atributos de completud y al cual constantemente se tenderá a regresar. Se realizarán intentos por recuperar el trono de “his majesty the baby”. Siempre y cuando, haya otro que lo reconozca como tal, es decir, le otorgue ese lugar simbólico.

Digamos con Lacan, que en este tiempo el otro ubica al niño en posición de objeto. Situado simbólicamente como Falo Materno, este intentará identificarse con el deseo de su madre, pretendiendo colmar el vacío de esta. Es decir, deseo de deseo. Este es el primer momento del Edipo según Lacan, donde la relación madre - hijo esta muy cercana a la fusión y además donde el deseo del niño esta “totalmente sujeto al deseo de la madre” (Dor: 1985, 93), el niño esta completamente alienado en la dialéctica fálica, “ser o no ser el Falo”.

Este punto es central, es un aporte de Lacan a la comprensión del complejo de Edipo, donde en sus inicios existiría esta identificación con aquel objeto que supone colma el deseo materno.

Para Freud sin embargo, en la medida en que la madre es capaz de satisfacer las necesidades del niño (en este periodo la proximidad entre ambos, supondrá una inmediatez en dicha satisfacción), aparecerá como el primer objeto amoroso, dirá que el infans “elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción” (Freud: 1914, 84), la cual denominará de tipo anaclítico o por apuntalamiento, variante de la elección de objeto narcisista. Cabe mencionar que en este punto existen diferencias con lo planteado por Lacan, quien asevera que toda elección amorosa es narcisista, aún las denominadas anaclíticas.

Braunstein dirá, en relación con esta lectura lacaniana de las elecciones de objeto por apuntalamiento que “no es sino una variación de la elección narcisística en tanto que la predilección amorosa, la madre nutricia y el padre protector, no son sino los sustentos necesarios para ese yo del narcisismo” (Braunstein: 2006, 35).

Con respecto del narcisismo secundario en Freud, diremos que corresponde a un posicionamiento libidinal posterior, aparece como el resultado del repliegue de la libido sobre el yo, a consecuencia de la desinvestidura de objetos exteriores, para Lacan el Narcisismo secundario será aquel por el cual, aún tomando un objeto exterior como objeto amoroso, en el otro, se encuentra y se ama a si mismo.

Es así como de esta distinción entre narcisismo primario y secundario, Freud plantea la posibilidad de pensar la existencia de una “originaria investidura libidinal del yo” (Freud: 1914, 73), de la cual se desprenderá luego una parte de el y se convertirá en libido objetal y un resto quedará como libido yoica, las cuales tendrían entre si una relación inversamente proporcional, ya que el efectuar una mayor inversión libidinal sobre los objetos, traería por consecuencia un empobrecimiento en la libido yoica y viceversa.

Cuestión posible desde la perspectiva de Freud por el hecho de que las pulsiones de autoconservación son también de naturaleza libidinosa, es decir, pulsiones sexuales que han tomado al yo como objeto sexual (Freud: 1923). Este punto es desestimado por Lacan, quien ve la supuesta bipartición libidinal como consecuencia del efecto enajenante del atravesamiento por el estadio del espejo, haciendo posible entonces, la relación mencionada más arriba, entre narcisismo y pulsiones de muerte.

Siguiendo a Freud en esta época, diremos que en un comienzo ambas “energías psíquicas” (Freud: 1914) están unidas y no es posible distinguirlas, sin embargo, en la medida en que se van efectuando investiduras de objeto, se hace posible hablar de libido yoica o autoconservativa y de libido objetal o sexual, hipótesis que se conservará de ahí en Freud, hasta la formulación de un Más allá del principio del placer, momento en que abandonará esta dualidad pulsional, por el planteamiento que mantendrá de ahí en más, sobre pulsiones de vida y de muerte.

Salida del Narcisismo

Pero aparecen algunas preguntas, Freud plantea la existencia de dos tipos de libido, en parte como respuesta a Jung y también porque le resulta importante para graficar y entender el narcisismo, sin embargo ¿Cómo se efectúa dicha diferenciación?, ¿Qué hace posible que una libido se dirija a objetos y otra libido se dirija al yo?, si en este momento el yo se encuentra en formación ¿Cuál es el papel del narcisismo en su formación?

Dejamos en claro de antemano que las posturas de Freud y Lacan son diferentes, el primero se encuentra descubriendo a la vez que teoriza el narcisismo, por su parte Lacan no Habla de narcisismo primario y la investidura libidinal hacia los objetos es explicada de otra manera. Acá intentaremos dar cuenta de estas diferencias.

Diálogos entre Freud y Lacan

Freud dirá que uno pasa del narcisismo al amor objetal por una necesidad, para no enfermar, ya que el hecho de depositar libido sobre objetos externos ocurre “cuando la investidura del yo con libido ha sobrepasado cierta medida” (Freud: 1914, 83) y entonces para no provocar una estasis libidinal en el yo, la cual tendría efectos patógenos, se realiza la separación y distribución de libido hacia objetos que están fuera.

Esta concepción freudiana llama la atención, primero al presentar al yo como un receptáculo, como un lugar donde la libido en su carácter cuantificable, vendría a llenar y rebasar un cierto límite, un umbral.

Con la misma idea de umbral, pero explicada de manera distinta a partir de la identificación primordial con la gestalt exterior del otro en el estadio del espejo, Lacan dirá que “la imagen especular parece ser el umbral del mundo visible (…) [y hará posible] establecer una relación del organismo con su realidad” (Lacan; 1988). Es decir, que la identificación alienante con la imagen venida desde el otro, hace posible el paso al reconocimiento del otro. Esto es, en el momento que me identifico y hago mía la imagen del otro, se hace posible comenzar a distinguir al otro.
   
Sin embargo, Freud planteará un concepto fundamental en los avatares del narcisismo primario. El Complejo de Castración. Pero no avanza en esa dirección, es mas, lo deja dando votes, en suspenso. Será Lacan quien con posterioridad se refiera a la relación Narcisismo – Castración, y afirmará entre otras cosas que no tiene nada de complejo. Explicará esto como efecto del ingreso al lenguaje, al Simbólico, momento en el cual se hará posible el devenir subjetivo, en correspondencia con el Nombre del Padre. Y si anteriormente dijimos que el infans se encuentra alienado en la dialéctica del Falo, entre ser o no ser el Falo, esta referencia a otro lugar donde se dirigirá el deseo materno, instalará la dialéctica del tener.

De esta manera y siguiendo a Lacan, diremos que es el Otro en tanto lugar donde se sitúa la cadena significante, lo que dará las posibilidades para que el sujeto sea y se haga presente, el grito de malestar se transforma en demanda, y el infans deberá hacerse un lugar para habitar en la red de significantes, gracias al reconocimiento y atribución de una subjetividad otra, el sujeto es entonces “efecto del significante” (Lacan: 1964, 215), el cual al producirse en el campo del Otro hace posible su significación.

A esto nos referimos entonces cuando decimos “reconocimiento y atribución de subjetividad”. Este movimiento deberá ser realizado por el Otro Materno y atribuir una otredad en ese grito, un saber en ese llanto, en ese silencio del infante, en sus movimientos y cambios de temperatura, por poner algunos ejemplos. Todos estos signos, deben ser leídos y significados por el Otro, y solo así es como las necesidades de la cría humana, en un proceso de significación por el adulto se van satisfaciendo, se va libidinizando el cuerpo en lo que denominamos el autoerotismo, es decir,  se va narcisizando.

Y es justamente de ese paraíso desde el que se cae. Caída dolorosa y necesaria producto de la castración. Digamos que la castración en Lacan no escomo en Freud una amenaza, es “salvadora, la amenaza verdadera, la terrible, es que la castración llegue a faltar” (Braunstein: 2006, 47), lo peligroso es quedar atrapado en el Goce, en la relación simbiótica con la madre. Esta es justamente la lectura que Lacan hace de la fobia de Juanito. La castración lacaniana  indica justamente la pérdida de este paraíso Falico del narcisismo primario, que se supone en la asociación indiferenciada, gozosa con el otro Materno.

Es entonces, que el efecto salvador de la castración hará posible, perdida mediante (objeto a), la emergencia de un sujeto deseante, el cual a través de la palabra podrá simbolizar la perdida del Goce o herida Narcisista dejada por la Castración, toda vez que el deseo de la madre se dirija a un elemento tercero, el Padre. Cuestión posible en modalidad aforística, siguiendo el enunciado de Braunstein cuando señala que “en el principio era el goce pero de ese goce no se sabe sino a partir de que se lo ha perdido” (Braunstein: 2006, 41) cuando se ingresa al lenguaje.

No es la idea, extenderse mucho mas respecto de la Función Paterna o el Nombre del Padre, aquel que “le da su peso a la ley” (Lacan: 1957-58, 158), sino solamente subrayar su importancia en la constitución subjetiva, a partir justamente del corte (Ley) que ejerce en el goce de la díada madre-hijo, cuestión que hará posible la sexuación en tanto remite al Edipo, como triangulación deseante referente a un cuarto elemento, al que Padre-Madre-Hijo dirigirán su deseo… el Falo.

Implicancias
“El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo
primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo”

 - Freud (1914, 96)

Tomando esta cita, diremos que en el narcisismo primario se juega algo decisivo en la constitución subjetiva de cada uno de nosotros, para Freud este distanciamiento es efectuado por acción del desplazamiento libidinal desde el narcisismo al ideal del yo. Es decir, que si el Yo ideal corresponde al “amor de si mismo de que en la infancia goza el yo real” (Graiño 2007, 12), por efecto de la castración se abandonará estas primeras satisfacciones narcisistas y se intentará recuperarlas por el desplazamiento hacia el Ideal del Yo.

Siguiendo a Lacan, el efecto salvador de la Castración se encuentra entonces en que nos libra del Goce. Este Ideal del Yo cumple además, en el plano simbólico, la función de regular la estructura imaginaria, las identificaciones y los conflictos presentes en sus relaciones con sus semejantes (Chemama: 1996).

Distingamos algunas de las implicancias que se desprenden de este momento crucial de ingreso al orden Simbólico:

En Freud, del narcisismo resignado como parte del ingreso a la cultura, deviene el Ideal del Yo, “instancia psíquica que elige entre los valores morales y éticos requeridos por el Superyo aquellos que constituyen un ideal al que el sujeto aspira” (Chemama: 1996, 209) y con el que se medirá y hará posible la represión de algunos contenidos que entren en conflicto con dicho ideal.

Esto, con todo lo que implica en cuanto relaciones sociales, con la autoridad y con la ley. Como el sujeto se ve obligado a dejar parte de su narcisismo, se crea este ideal, desplazamiento narcisistico compuesto de las perfecciones de lo resignado, para mantener, para no abandonar definitivamente su narcisismo.

De este mismo ideal, el cual dificulta la satisfacción libidinal catalogando algunas mociones como inconciliables, se desprende otra cuestión significativa, y es que, “donde no se ha desarrollado un ideal así, la aspiración sexual correspondiente ingresa inmodificada en la personalidad como perversión” (Freud: 1914, 97), es decir, que el polimorfismo perverso propuesto por Freud, es modificado por este ideal y donde no actúa, se manifiesta en el sujeto, sea como rasgo o como personalidad perversa.

También se juega en parte la elección de objeto, que como dijimos según Freud puede ser del tipo por apuntalamiento, es decir, idealizando el objeto en el enamoramiento o al modo narcisista, amando al otro como a uno mismo, como uno fue, como quería ser o como alguna vez fue y perdió.

Otra implicancia de esta teorización es la posibilidad de ser un sujeto deseante, en tanto deseado en primer tiempo, será posible pasar de la carne al cuerpo, ya que ser libidinizado por otro, ser esperado y deseado, genera un espacio simbólico donde habitar en tanto sujeto de deseo, para lo cual la perdida es absolutamente necesaria.

Desde el narcisismo resignado en este tiempo primordial, aparece la posibilidad de amar a un hijo, es decir, que el amor de los padres por sus hijos resulta en cuanto que a través de ellos, sus hijos, los padres satisfacen su propio narcisismo resignado alguna vez. Tal como dirá Freud “el conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su transmudación al amor de objeto revela inequívoca su prístina naturaleza” (Freud: 1914, 88)

Es decir, que para prodigar cuidados a un hijo, es necesario haber atravesado antes por la castración, ya que de este modo, podrá el hijo ser narcisizado, cuidado y deseado, en tanto representante simbólico (Falo), capaz de llenar el agujero de la propia falta.

A Modo de Conclusión


El narcisismo primario en cuanto construcción metapsicológica de Freud, “es la conformación esperada y normal de una investidura libidinal original desde la que se ceden investiduras a los objetos” (Fliman: 2008, 70) y que se hace posible con la presencia materna o para ser mas específicos, con la presencia del deseo materno que habilita la libidinización en tanto esta es parte de la Función Materna.

Es de este modo, que con el ingreso al orden simbólico se hace necesario e impostergable el atravesamiento por la castración, dejando como resultado una perdida fundamental que sugerirá el camino de acceso al Edipo, la subjetivación y sexuación de un sujeto deseante.

El desarrollo del narcisismo, hizo posible la comprensión de fenómenos tales como la psicosis, las depresiones, el amor, entre otros y hace posible un entendimiento y abordaje clínico, resaltando así su importancia.

Los postulados del Estadio del espejo permiten una identificación fundante que hace posible entre otras cosas la “permanencia mental del yo” (Lacan: 1988, 88) así como “establecer una relación del organismo con su realidad” (Lacan: 1988, 89), que organiza la relación con el cuerpo al asumir la imagen especular gracias a la presencia del otro, el que con su mirada, sus cuidados, su dedicación, hará posible la emergencia de un cuerpo libidinizado y organizado, cuestiones que en los trastornos psicóticos se observan sus implicancias en fantasías y alucinaciones del cuerpo fragmentado (Lacan 1948).

Además, esta imagen fundante es la base del yo, es decir, imagen que permitirá el reconocimiento de un yo como distinto del resto. Base de la existencia, ya que permitirá integrar en un todo, los pedazos desperdigados, propios de la prematurez de cómo se nace. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

La Avaricia en el Eneagrama


En "Afterzen, un libro de gran agudeza y socarronería, que desmitifica, entre otras muchas cosas, la vida cotidiana de los maestros Zen y sus discípulos, su autor, que pasó muchos años en Japón, al describir a uno de los muchos buscadores espirituales que desfilan por el desgranado de sus vivencias, perfila algunos rasgos atribuidos a las personas cuya pasión capital es la avaricia y que el eneagrama designa como Cinco.
Ben-san es un estadounidense que, tras su vuelta de Japón, sigue practicando Zen en una pequeña pagoda construida por él y perdida en medio del bosque, viviendo como un ermitaño. En el primer piso, sólo unos pocos muebles. El segundo y el tercero están vacíos y sin puertas. Para ganarse la vida, "trabajaba durante parte de los veranos, alojándose en casa de los patrones gratuitamente, ahorrando algunos dólares... Pasaba la primavera, el otoño y el invierno con poca cosa, recluido, rodeado de vida salvaje... Me dijo que pasaba de la gente... nunca demostró tener interés en hacer carrera budista. Sólo quería saber cosas...".
Cómo ocurre con el resto de las pasiones , el "avaro" de este sistema psicológico y esotérico de conocimiento del alma humana que es el eneagrama no es precisamente el avaro de Moliere ni el mercader de Venecia de Shakespeare. Al eneatipo 5 no le impulsa generalmente el ansia de dinero o riquezas, sino, en todo caso, el anhelo de acumular conocimientos, claves para comprender la existencia, sistemas para entender mentalmente el funcionamiento del mundo y del universo y, de alguna manera, controlarlo protegiéndose así de sus muchos imprevistos.
Pero esta búsqueda del Tótem, de la sociedad perfecta, del Maestro iluminado, de la solución definitiva a los males del mundo, caracteriza sobre todo a uno de los subtipos de este carácter: el "Cinco social". En realidad, la verdadera pasión del Cinco es laeconomía de medios: no desperdiciar energía -pues cree que la que tiene es limitada- y por energía entiende tiempo, palabras, sentimientos, movimientos... Prefiere pensar a actuar, prever a arriesgarse, lo conocido a lo sorpresivo. Y todo ello, porque suexcesiva sensibilidad y fragilidad emocional le obligó desde pequeño a subir la emoción a la cabeza: pensar le mitigaba el dolor de sentir. Sentir tal vez la ausencia paterna o materna, o su opuesto: la intromisión permanente en su esfera personal de un padre, o de una madre, absorbente y dominante. En muchos casos, quienes desarrollaron este carácter en la infancia tuvieron que crearse un mundo interno y aislarse, para protegerse de la falta de espacio físico y psíquico propio de una familia numerosa o invasiva.
Quizá podría llamársele más que avaro, "observador". Los Cinco son observadores de la vida. Evitan aglomeraciones y actos sociales y, si se ven obligados a asistir a ellos, intentan pasar desapercibidos, alejarse de los focos, situarse en algún rincón desde donde poder observar y controlar las posibles vías de escape, antes de que alguien pueda agobiarles con sus demandas. Recuerdo a este respecto los hábiles mecanismos, muy bien descritos por uno de mis pacientes, con los que se las había ingeniado durante la adolescencia para no acudir nunca a ningún cumpleaños ni baile con amigos -en su época se llamaban "guateques"- y ni siquiera pisar durante sus cinco años de carrera el bar de la Facultad: hasta tal punto le producía terror la "masa humana". Según contaba, pasaba por ser parco en gestos y palabras, casi misántropo, pero podía enchufarse a hablar durante horas con algún amigo de confianza, aunque siempre sobre temas objetivos -política, arte, espiritualidad, esoterismo-, pero nunca de sus emociones. Podía aplicársele al pie de la letra varias de las características que, según Claudio Naranjo, caracterizan este rasgo: una paradójica insensibilización frente a la emoción ajena, por su exceso de hipersensibilidad, baja tolerancia al dolor y miedo al rechazo. En el interior de su aparente huraña torre, ocultaba una ternura inofensiva, como si quisiera "caminar sin dañar la hierba que pisa".
El "observador" puede parecer a veces distraído y absorto en su propio mundo, pero difícilmente se le escapan los detalles que le interesan para mantener todo bajo control. De hecho, suelen paliar su sensación de aislamiento interior creando un mundo de relación mental. Para él, una mirada, un silencio, la simple compañía de alguien, un recuerdo... cobran una dimensión intimista, especial y singular, que pueden llegar a conformar un entramado personal de importantes relaciones subjetivas, aunque el otro, los demás, puedan no llegar a enterarse nunca de lo importante que es su existencia para el Cinco. Y esto, porque tiene una especial capacidad para recrear las situaciones. De hecho, puede vivirlas con más intensidad a posteriori que en el momento en que se están produciendo. Es como si entre la vida y él siempre hubiera una especie de cristal que atenuase las sensaciones físicas y el menor atisbo de sentimiento. Es difícil verle llorar en público. Si se le pregunta cuando es la última vez que lloró en privado, tal vez hayan pasado varios años.

A pesar de que puedan vivir con poco y escatimar el dinero en la propia comida o en la ropa que visten -que les puede durar años-, son capaces de hacer espléndidos regalos, quizá porque les sea más fácil conectar con las necesidades ajenas que con las propias, que suelen minimizar o ignorar. Existen casos famosos, como los multimillonarios Howard Hughes o J. Paul Getty, que no sólo vivían sin lujos, sino que dieron muestras de tener hábitos mezquinos hacia sí mismos, como no tomar nunca un taxi o utilizar siempre para sus llamadas un teléfono público. En el aspecto positivo, por ejemplo, fue asombrosa la capacidad de Emily Dickinson para expresar profundas intuiciones y visiones en sus poemas, con una singular economía de sintaxis y palabras. Podría decirse que la quintaesencia de la "poesía 5" son los "haikus" japoneses: tres versos de cinco y siete sílabas capaces de expresar toda una vida o condensar vivencias universales.
Cuando, en la famosa novela de Herman Hesse inspirada en la vida de Buda, se le pregunta al joven príncipe Sidharta cuando va a pedir trabajo que qué sabe hacer, él da una respuesta muy reveladora de su "rasgo cinco": "Pensar, ayunar y esperar". Los Cinco suelen ser buenos consejeros, pues tienen una visión general y objetiva de las cosas, saben escuchar muy bien y pueden mantener la calma en cualquier circunstancia, distanciándose de los remolinos emocionales. Es el tipo de persona que a cualquier político o empresario le puede convenir tener en su equipo, siempre que tenga cuidado en no interferir en su modo de trabajar ni le atosigue con horarios o compromisos y, sobre todo, nunca le exija dar la cara frente al público ni en situaciones conflictivas. Un "observador-avaro" preferirá no desgastarse, no implicarse demasiado en una situación, hacer mutis por el foro, cualquier cosa antes que verse en una situación emocional en que tenga que manifestar desacuerdo o ira. Esto también le lleva a aplazar indefinidamente decisiones importantes y a optar generalmente por la vía que requiere menos desgaste de energía y menos compromiso. Aunque, cuando se compromete, lo hace a fondo, tal vez por lo mucho que tardó en decidirse y haberlo meditado cuidadosamente.
Si a los distintos países puede atribuírsele una pasión dominante (la ira reprimida de la Inglaterra victoriana, la envidia de la España tradicional), la Francia rural podría representar la avaricia, con su predominio de la racionalidad y el cálculo sobre la emotividad, ese individualismo a ultranza tan celoso de preservar su espacio y su vida privada, y la preocupación por acumular para el futuro, sobre todo, no gastando lo que se tiene en el presente.
Es sutil la línea que separa la objetividad y la distancia que proporciona el desarrollo del "testigo interno" en un auténtico buscador espiritual del desapego patológico y del miedo a la verdadera intimidad, a todo lo que huela a implicarse con las miserias y las grandezas de la vida cotidiana del falso "iluminado". Muchas personas de este rasgo se sentirán atraídas por una vía espiritual con el único deseo de no sufrir, de estar por encima del bien y del mal. Si se dan cuenta de esta trampa, tienen ganado medio camino en el proceso de ampliar la conciencia para conectar con la realidad sin interferencias. El CINCO puede llegar a un alto grado de sabiduría cuando pone su objetividad y capacidad de escucha y análisis al servicio de los demás, sin ocultarse ni refugiarse en el mundo del pensamiento. Cuando puede superar su miedo a que ser querido le va a suponer la pérdida de libertad. Cuando es capaz de mostrarse y de entregarse sin reservas, porque entonces se da cuenta de que la Vida se desgasta, pero también se renueva constantemente y de que todo lo que da lo recibe aumentado con creces.