PEACE

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Paz y Ciencia

martes, 31 de marzo de 2020

Laura Gutman



El verdadero desastre humanitario

Desde el origen de las civilizaciones patriarcales, los seres humanos hemos creído que la vida es una lucha y que hay enemigos por doquier. Así hemos organizado innumerables guerras y catástrofes, con el propósito de dominar al otro y salvarnos. ¿Cuál es la raíz de todo este malentendido milenario? El miedo. ¿Y como se establece el miedo? Se instauró durante nuestras infancias, por no habernos sentido suficientemente amados ni protegidos.
El miedo es una emoción útil -en muchos casos- pero en otros, nos deja completamente infantilizados, sin criterio y expuestos a manipulaciones y engaños. Justamente porque nos remite automáticamente a experiencias primarias.
En la actualidad, la circulación instantánea de la información, facilita los engaños colectivos, que enraízan en la falta de sentido común que arrastramos desde tiempos remotos.
¿Qué pasaría si cada día, en los diarios de todo el mundo, se publicaran las cifras de muertes por enfermedades? Cada año mueren 60.000.000 de seres humanos en nuestro Planeta Tierra. Casi 10.000.000 de cáncer. Alrededor de 20.000.000 de enfermedades cardiovasculares. Otros tantos por diabetes, obesidad y complicaciones vinculadas. Casi todos estamos enfermos, aunque muchos no nos morimos en seguida. ¿Es una catástrofe? Sí, claro. Señal de que estamos viviendo mal, contaminando el planeta e intoxicándonos todos nosotros con alimentos basura, harinas, azúcar, lácteos, fármacos, drogas, alcohol, rabia y malestar.
Entiendo que ese es el verdadero desastre humanitario que tenemos que atender, aunque no está en las primeras planas de los periódicos. Tenemos que cambiar radicalmente de paradigma. Comer distinto, usar otros sistemas de medicina, educar distinto, vincularnos distinto, informarnos distinto. No resolveremos ninguna pandemia aislándonos ni confinándonos en nuestros hogares, sino por el contrario, a través de la cooperación social, porque esa es -y ha sido- la llave de la prosperidad. Necesitamos recuperar la confianza en nuestra comunidad a diferencia de lo que estamos haciendo ahora: considerando a nuestros vecinos como enemigos potenciales que van a hacernos daño.
Los virus no son peligrosos. Somos nosotros quienes estamos dramáticamente disminuidos inmunológicamente. La buena noticia es que podemos cambiar hacia una vida más equilibrada, depurando nuestro organismo de toda la toxicidad acumulada y restableciendo el orden físico y espiritual.
Las medidas gubernamentales actúan desde el mismo miedo y la misma falta de conciencia que la población. Estamos constatando que -como consecuencia del encierro- vamos a estar todos un poco más enfermos. Porque la vida social es saludable. Trabajar y movernos es saludable. Tener proyectos de vida es saludable. Circular en libertad es saludable. Divertirse es saludable. Compartir es saludable.
El miedo provoca incluso que dispongamos algo insólito y digno de un mundo que está patas para arriba: tenemos prisioneros a los niños. Paradójicamentelos perros gozan del derecho de pasear por las calles. Los niños son seres en movimiento y los adultos somos responsables por su bienestar. Por eso, en estos momentos de tanta restricción, es urgente que encontremos recursos creativos para que corran, salten, trepen y se expresen; antes de que se debiliten por hacinamiento o falta de estímulo físico. También es imprescindible -ahora más que nunca- nutrirlos con alimentos fisiológicos, y obviamente, con toda nuestra capacidad para amarlos en la forma en la que ellos lo reclaman.
Esta es una oportunidad para cambiar en serio. Hemos nacido en equilibrio y es hora de honrar nuestra salud. No es necesario luchar contra nada. Al contrario, se trata de recuperar nuestra armonía original.

Laura Gutman

Traumas Biográficos



Los factores de la historia del individuo pueden agruparse en agudos y crónicos:
- Agudos: acontecimientos súbitos, que se han presentado de pronto, inesperadamente.
- Crónicos: son los que operan de modo paulatino, sumativo, a lo largo de un espacio relativamente amplio de tiempo y van dejando una secuela progresiva.

Se dibujan también otros dos estilos:
- Microtraumas: son rotundos, sólidos, terribles, pueden llegar a cambiar la vida, como un giro de ciento ochenta grados. Tardan en olvidarse. Y, lo que es más grave, muchas veces no se superan.
- Microtraumas: tienen menos trascendencia, son menudos, pequeños, más triviales, pero lo que aquí cuenta es su número, su insistencia, la reiteración con que van calando en la intimidad diariamente. Forjan una tupida red de tensiones y conflictos. Entre ellos, como si se tratara de unos hilos sedosos, se vértebra la ansiedad, enlazándolos.

Rodrigo Córdoba Sanz.
Psicólogo y Psicoterapeuta.
N° Col.: A-1324
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domingo, 29 de marzo de 2020

La complejidad de la situación





La afectividad se puede experimentar de diferentes maneras, pero las cuatro formas más habituales son las siguientes: sentimientos, emociones, pasiones y motivaciones. Las nombramos en plural por la riqueza que tienen. Cuando en la consulta psicológica vemos a una persona triste, hundida, desesperada o, por el contrario, alegre, contenta, pletórica, llena de ilusión por el futuro, al entrar en el análisis de lo que vive nos damos cuenta de los ángulos y vertientes que tiene el ser humano. La afectividad es como un mar sin orillas.

De ahí que al tratar de definirla necesitamos recurrir a ejemplos, metáforas o explicaciones largas y complicadas. Todo lo afectivo es interior. Es algo que mueve por dentro al hombre y lo lleva hacia posiciones bipolares, contrapuestas, diametralmente opuestas: placer-displacer, excitación-tranquilidad, tensión-relajación, aproximación-rechazo, activación-bloqueo. La impresión interna es de impacto, tiene una nota de brusquedad súbita, de algo que sobrecoge y que deambula entre estos dos polos opuestos.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza.
Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379269 También por Videollamada.
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sábado, 28 de marzo de 2020

Cuentos del Tibet



Había un joven monje que queria conocer a Buda y ser discípulo suyo. Había escuchado que estaba predicando en un pueblo y se dirigia hacia allí. Por el camino se encontró a un anciano que acarreaba una gran carga de leña y decidió desviarse un poco para ayudarlo y acompañarlo a casa. Cuando al fin llegó al pueblo, Buda se habia marchado.
Preguntando de pueblo en pueblo averiguó a donde habia ido y se puso en marcha, pero por el camino encontró una mujer que habia caído al rio y se ahogaba. Se tiró a salvarla, encendió un fuego para calentarla y se quedó con ella hasta que se repuso. Cuando finalmente llegó al pueblo, Buda ya no estaba.
Pasaron muchos años y el monje nunca consiguió encontrar a Buda, siempre llegaba tarde. Un dia supo que se encontraba en el pueblo de al lado, pero que estaba muy enfermo y no viviría hasta el amanecer. Decidió que esta vez si conseguiria conocerlo, nada le podria detener.
Mientras cruzaba el bosque encontró un ciervo, herido por la flecha de un cazador. El monje dudó si debia seguir su camino, pero no podia abandonar al ciervo moribundo. Le curó sus heridas, lo tapó con su manta y lo cuidó toda la noche. Al amanecer, el monje se sintió triste y pensó “he perdido mi última oportunidad, nunca podré conocer a Buda porque ha muerto”. Entonces el ciervo se pusó de pie y le dijo:
-”Mientras quede en el mundo gente con tanta compasión como tu, Buda no morirá. No necesitabas conocerme porque siempre me llevaste en el corazón. “

Rodrigo Córdoba Sanz.
Psicólogo y Psicoterapeuta.
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jueves, 26 de marzo de 2020

La Ansiedad




La ansiedad es una vivencia de temor ante algo difuso, vago, inconcreto, que, a diferencia del miedo, tiene una referencia explícita. Comparte con el anterior la impresión interior de temor, de indefensión, de zozobra. Pero mientras en el miedo esto se produce por algo, en la angustia (o ansiedad) se produce por nada, se difuminan las referencias. De ahí que podamos decir, simplificando en exceso los conceptos, que el miedo es un temor con objeto, mientras que la ansiedad es un temor impreciso carente de objeto exterior. 

El temor indefinido se experimenta como anticipación de lo peor. Es decir, el futuro, cargado de malos presagios, se precipita sobre el presente provocando una anticipación temerosa llena de incertidumbres. Y así como en el miedo se utilizan medidas racionales para escapar, ya que existe una referencia externa, en la ansiedad no se puede seguir ese camino, ya que lo indefinido de su objeto pone esa nota etérea y desdibujada hacia la cual no puede uno dirigirse. Por eso, la ansiedad está dominada por la perplejidad. Hay mucho en ella de sorpresa.

De otra parte, el impacto de la ansiedad va a provocar una distorsión de toda la psicología del sujeto, la cual podría quedar expresada como una alteración en el sentido etimológico de la palabra: la de sentirse traído y llevado y tiranizado por lo otro, por ese temor extenso, confuso y farragoso.

La ansiedad es una manifestación esencialmente afectiva. Esto quiere decir que se trata de una vivencia, de un estado subjetivo o de una experiencia interior, que podemos calificar de emoción, con las características apuntadas para la misma. A esto se añade un estado de activación neurofisiológica (arousal en término anglosajón), que consiste en una puesta en marcha de los mecanismos que controlan la vigilancia. La consecuencia va a ser ese estado de alteración antes mencionado y que en términos de la psicología empírica denominamos hipervigilancia. La psicofisiología aquí seguida es similar a la del miedo, y no es otra cosa que una defensa organizada frente a estímulos que rompen el equilibrio fisiológico.

Al mismo tiempo, esta ansiedad es adaptativa, ya que ayuda a enfrentarse (si su intensidad no es excesiva) a ciertos requerimientos y exigencias concretos de la vida. Esto entra de lleno dentro del campo de la motivación. Ahora bien, la ansiedad libre y flotante del neurótico fásico es ya otra cosa y tiene otra lectura: no es adaptativa, antes al contrario, provoca respuestas de evitación e inhibición, manteniendo un estado de alerta de forma prolongada, sin que ya sea realmente necesario.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
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martes, 24 de marzo de 2020

El Espíritu Santo es la Energía del Amor y la Compasión




Para tener un buen Sangha (comunidad de monjes budistas), los miembros deben vivir de manera que les ayude a generar más entendimiento y amor. Si un Sangha tiene dificultades, la manera de transformarlo es transformándose uno mismo, regresar a la isla del sí-mismo y hacerse más comprensivo. Así seremos como la primera vela que alumbre a la segunda que a su vez alumbre tercera, cuarta y quinta. Pero si damos lo mejor de nosotros mismos para practicar de esta manera y el resto de la comunidad sigue sin tener, será necesario encontrar otro Sangha o incluso iniciar uno nuevo. De todas formas, no hay que darse por vencido con demasiada facilidad. Tal vez se trate de que no practiquemos con la suficiente intensidad como para transformarnos a nosotros mismos en una llama que alumbre a todas las demás velas. Cuando se tiene el convencimiento de que crear un nuevo Sangha es la única alternativa, entonces hay que seguir adelante y hacerlo. Cualquier Sangha es mejor que nada. Sin un Sangha nos perderemos.

Lo mismo es válido para la Iglesia. Si vemos que el Espíritu Santo no está presente en nuestra Iglesia, primero hay que hacer un esfuerzo para atraer al Espíritu Santo mediante la intensa vivencia de las enseñanzas de Jesús. Pero si no se consigue nada, si la práctica en la Iglesia no está de acuerdo con la vida y las enseñanzas de Jesús, entonces puede que deseemos unirnos a aquellos que comparten nuestras convicciones e iniciar una nueva Iglesia, donde podamos invitar a manifestarse al Espíritu Santo. Para ser de ayuda real a la Iglesia a la que se pertenece, en primer lugar se debe encender el propio fuego del entendimiento, el amor, la estabilidad y la calma. Entonces se estará en condiciones de inspirar a otros, tanto en un grupo existente como en uno de nueva creación. Por favor, no practiquemos el "imperialismo religioso". Aunque se disponga de un hermoso templo o iglesia con estupendas decoraciones y obras de arte, si en su interior no existe tolerancia, felicidad, comprensión o amor, entonces se trata de un falso Sangha, de una Iglesia falsa. Por favor, continuemos realizando un esfuerzo para mejorar.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
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viernes, 20 de marzo de 2020

Thich Nhat Hanh nos habla de Cristo


Cuando Jesús dijo: "Yo soy el camino", quiso decir que para tener una auténtica relación con Dios debe seguirse su camino. En los Hechos de los Apóstoles, los primeros cristianos siempre hablan de su fe como "el Camino". Para mí, el "yo soy el camino" es una frase mejor que"yo conozco el camino". El camino no es una carretera asfaltada. Pero debemos distinguir entre el "yo" del que habla Jesús y el "yo" sobre el que generalmente piensa la gente. El "yo" en su frase es la vida misma, su vida, que es el camino. Si sólo nos autosatisfacemos adorando un nombre, incluso el nombre de Jesús, no practicamos la vida de Jesús. Debemos practicar viviendo profundamente, amando y actuando con caridad si queremos honrar a Jesús.
El camino es el mismo Jesús y no las ideas acerca de él. Una verdadera enseñanza no es estática, no son meras palabras sino la realidad de la vida. Muchos que ni tienen el camino ni la vida tratan de imponer a otros lo que ellos creen que es el camino. Pero éstas son sólo palabras sin relación con la vida real o con un camino real.

Rodrigo Córdoba Sanz.
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jueves, 19 de marzo de 2020

Karma




El «Karma» es a la vez acción y las consecuencias de la acción; es causa y efecto simultáneamente, pues toda acción engendra una fuerza de energía que vuelve a nosotros en igual cantidad. Esta Ley no tiene nada de insólito, todos hemos oído decir que «cosechamos lo que sembramos».
Los seres humanos somos, esencialmente, tomadores de decisiones infinitas.
En cada uno de los momentos de nuestra existencia tenemos acceso a una infinidad de posibilidades de decisión.
Algunas de estas decisiones las tomamos conscientemente, mientras que otras se toman inconscientemente. Pero la mejor manera de comprender y optimizar la aplicación de la Ley de la causalidad es volvernos conscientes de las decisiones que tomamos en cada momento.
La mayoría de nosotros, como consecuencia de los condicionamientos, tenemos respuestas repetitivas y previsibles ante los estímulos de nuestro entorno. Parece que nuestras reacciones son desencadenadas automáticamente por las personas y por las circunstancias, y nos olvidamos de que no dejan de ser decisiones que estamos tomando en cada momento de nuestra existencia. Sencillamente, estamos tomando estas decisiones inconscientemente.
Cuando tomamos una decisión, la que sea, podemos preguntarnos dos cosas, en primer lugar: «¿Cuáles son las consecuencias de esta decisión que estoy tomando?» en
Nuestro fuero interno sabremos cuáles son.
En segundo lugar: «Me aportará felicidad a mi y los que me rodean esta decisión que estoy tomando ahora?» Si la respuesta es afirmativa, entonces sigamos con la decisión. Si es negativa, entonces no tomemos la decisión. Es así de sencillo.
Entre el número infinito de posibilidades de decisión que tenemos ante nosotros a cada segundo, sólo hay una opción que nos generará felicidad a nosotros mismos y los que nos rodean. Y cuando elijamos esta opción su consecuencia será una forma de conducta que se llama «acción correcta espontánea», que es la acción correcta en el momento correcto. Es la respuesta correcta ante cada situación en el momento de producirse.

Lo importante es saber que las emociones aflictivas son nuestro peor enemigo y fuente de sufrimiento. En el momento en que éstas invaden nuestra mente, destruyen nuestra paz psíquica, a veces nuestra salud e incluso nuestras relaciones con los demás. Todas las acciones negativas, como matar, intimidar, engañar, etc., son producto de emociones aflictivas. Éstas son, por tanto, nuestro auténtico enemigo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo 
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martes, 17 de marzo de 2020

Naturaleza Sufriente



Mientras hablaba el Dalai Lama, empecé a percatarme de que reflexionar sobre nuestra "naturaleza sufriente" podía ayudarnos a aceptar las inevitables penas de la vida, que podía ser incluso un método valioso para situar nuestros problemas cotidianos en la debida perspectiva. Empecé así a ver el sufrimiento dentro de un contexto más amplio, como parte de un camino espiritual más grande, sobre todo si se tiene en cuenta la doctrina budista, que reconoce la posibilidad de purificar la mente y, en último término, alcanzar un estado en el que no hay más sufrimiento. Pero, alejándome de estas grandiosas especulaciones filosóficas, sentí gran curiosidad por saber cómo afrontaba el Dalai Lama el sufrimiento, cómo abordaba la pérdida de un ser querido, por ejemplo.

La primera vez que visité Dharamsala, hace muchos años, pude conocer al hermano mayor del Dalai Lama, Lobsang Samden. Le llegué a tomar cariño y me entristeció mucho su muerte. Sabedor de que él y el Dalai Lama habían estado muy unidos, comenté:
- Imagino que la muerte de su hermano Lobsang debió de ser muy dura para usted...
- Sí.
- Me preguntaba cómo la afrontó.
- Naturalmente, me sentí muy triste al enterarme de su muerte -contestó con serenidad.
- ¿Y cómo asumió ese sentimiento de tristeza? ¿Hubo algo en particular que le ayudara a superarlo?
- No lo sé -contestó, pensativo-. Experimenté ese sentimiento de tristeza durante algunas semanas, pero luego, gradualmente, fue desapareciendo. Había, sin embargo, un sentimiento de pesar.
- ¿De pesar?
- Sí. Yo no estaba presente cuando murió y creo que si hubiera estado allí, quizá podría haber hecho algo para ayudar. De ahí procede ese sentimiento de pesar.

Mientras veamos el sufrimiento como un estado anormal que tememos y rechazamos, nunca lograremos desarraigar sus causas y llevar una vida feliz.

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El Sufrimiento según el Dalai Lama



Al hablar de la naturaleza insatisfactoria de la existencia, hay que comprender que lo hago en el camino budista general. Estas reflexiones tienen que comprenderse en su verdadero contexto; si no se hace, estoy de acuerdo en que puede ser interpretado erróneamente y considerado bastante pesimista y negativo. En consecuencia, es importante comprender la postura budista respecto al sufrimiento. Lo primero que Buda enseñó fue el principio de las cuatro nobles verdades, la primera de las cuales es la verdad del sufrimiento. Y aquí se hace hincapié en la toma de conciencia de la naturaleza humana.

Lo que hay que tener en cuenta es que la importancia de la reflexión sobre el sufrimiento deriva de la posibilidad e abandonarlo, porque hay otra opción. Existe la posibilidad de liberarnos de él. Según el pensamiento budista, las causas profundas del sufrimiento son la ignorancia, el anhelo y el odio, a las que llama "los tres venenos de la mente". Estos términos tienen connotaciones específicas utilizados en un contexto budista. "Ignorancia", por ejemplo, no se refiere a falta de información, sino más bien a una falsa percepción de la verdadera naturaleza del ser y de todos los fenómenos. Al generar una percepción de la verdadera naturaleza de la realidad y eliminar los estados negativos de la mente como el anhelo y el odio, se puede alcanzar un estado completamente purificado de la mente, libre del sufrimiento. En un contexto budista, al reflexionar sobre el hecho de que el sufrimiento caracteriza la existencia cotidiana, nos estimulamos a realizar prácticas que eliminarán sus causas profundas. De otro modo, hubiera esperanza o posibilidad de liberarnos del sufrimiento, la simple reflexión sobre el mismo sería enfermiza y, por tanto, bastante negativa.

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lunes, 16 de marzo de 2020

Einstein y la Naturaleza Humana


Un ser humano forma parte de la totalidad que llamamos "el universo", es una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos y sentimientos, como algo separado del resto, lo cual constituye una especie de ilusión óptica de la mente. Esta ilusión supone una prisión para nosotros y nos limita a nuestros deseos personales y al afecto que sentimos por unas pocas personas cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión ampliando el círculo de comprensión y compasión para contener a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su belleza.
Albert Einstein

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domingo, 15 de marzo de 2020

Ya no somos el niño de nuestro recuerdo




Ya no somos el niño de nuestro recuerdo. Pero aunque hayamos sobrevivido a él, no es raro que sigamos viviendo según pautas de comportamiento que adoptamos cuando éramos jóvenes, con lo cual limitamos nuestra experiencia vital presente. En los últimos años, tanto la teoría psicológica como la práctica terapéutica han reconocido ampliamente las consecuencias del dolor, el miedo, la ira y la soledad padecidos en la infancia. Sin embargo, cuando dirigimos la mirada a nuestras primeras experiencias, podemos acceder también a otros recuerdos -imágenes positivas ed acontecimientos que alimentaron la curiosidad infantil, la exuberancia, el espíritu aventurero, el disfrute de los sentidos y la riqueza de la imaginación. Al aflorar, estos recuerdos nos proporcionan un sentido de la historia de nuestros placeres y dolores y nos ayudan a restablecer el contacto con el ser adulto que ahora somos. Nuestro modo de vivir en el presente es consecuencia de todos los acontecimientos que se sucedieron en el constante experimento de nuestro vivir.

Además de los recuerdos de acontecimientos concretos, en nuestro interior se halla a menudo la imagen de una infancia ideal, la infancia que nos hubiera gustado tener y que construimos a partir de las limitaciones de nuestra propia experiencia. Al compararlas, nuestra infancia real nos parece deficiente. A veces proyectamos esta imagen ideal sobre otras personas, creyendo que ellas sí tuvieron una infancia perfecta, con lo que añoramos el ideal y reforzamos nuestro dolor y soledad. Y a menudo también proyectamos dicha imagen sobre nuestros hijos, en la medida en que tratamos de proporcionarles una infancia perfecta al tiempo y nos consideramos padres perfectos.

Un antídoto contra esta idealización paradisíaca de la infancia consiste en compartir nuestra historia y nuestros recuerdos con los demás, de ese modo descubriremos que es común a la condición humana el que la relación entre padres e hijos sea una mezcla compleja de logros y de fracasos, de aptitudes, de limitaciones.

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viernes, 13 de marzo de 2020

Amor Platónico





Don Quijote decía que Dulcinea era la dama de sus pensamientos. Pensar mucho en alguien es estar a las puertas de enamorarse de él. Esta actitud tiene un nombre específico: amor platónico, modalidad de la especie sentimental, frecuente en los amores primerizos juveniles, que se elabora con muy pocos materiales reales y se incendia con la imaginación desbordada y sin el más mínimo control. Se fabrican paraísos y escenarios mentales que alientan la relación, pero la base es escasa: conversaciones, gestos, miradas, palabras difusas que invitan a repensarlas y la atracción física como anzuelo.

¿Es peligrosa esta situación? Es conveniente adentrarse en los distintos pasadizos del edificio sentimental, e insisto en algo importante: lo que no puede fallar es la base. Lo importante es que el corazón no vaya más deprisa que los hechos, si no después viene el desencanto y la melancolía, ganados a pulso, de un amor construido con demasiada fragilidad, vulnerable a los primeros vientos contrarios.

Cuanto más deseamos algo, más debemos salvaguardarlo con el orden de la razón. La inteligencia es la capacidad para aprehender la realidad en su complejidad, pero sin la afectividad es poca cosa. Ambas deben ensamblarse en la misma operación. Ése es el itinerario que propongo recorrer: geografía que atraviesa valles y collados, ríos caudalosos y paisajes agrestes. Es menester poner bases sólidas para edificar un amor fuerte y resistente, porque, como he comentado en otra ocasión, la vida no se improvisa, menos aún en sus grandes temas. 

En la mitología griega Eros era hijo de Pernia y Poros, de la riqueza y de la pobreza. Ésta es la estructura paradójica del amor. Cada hombre tiene sus audacias y cada amor sus argumentos.

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El experimento del arquetipo del niño interior



George Bernard Shaw, en uno de sus ensayos se pregunta qué es un niño y responde:

"Un experimento. Un nuevo intento de producir al hombre justo, al hombre perfecto, es decir, de divinizar a la humanidad. Pero apenas intentemos imponer la menor imagen de lo que es un buen hombre o una auténtica mujer... abortaremos el experimento, El daño resultante de subordinar sus aspiraciones más sagradas a nuestros propósitos particulares es prácticamente ilimitado".

En esta afirmación parece ponerse de manifiesto una profunda comprensión de la naturaleza del niño exterior y del niño interior. La idea de que el niño es un "nuevo experimento" implica una percepción del mismo como un individuo con facultades y limitaciones singulares, un ser que puede contribuir a la exploración del sentido de la vida y a ofrecernos nuevas posibilidades vitales.

Este nuevo ser, que precisa de orientación y cuidado, se encuentra en el seno de una familia, una cultura y una educación concretas, que conllevan valores, reglas y sistemas a los que el niño debe adaptarse y conformarse. Hasta tal punto que el niño se ve moldeado por su entorno que, frecuentemente, pierde el contacto con aquellos aspectos de su propio ser que no encajan con dichas expectativas y estructuras externas. Para algunos niños, adaptarse supone encubrir e incluso perder aquellas facultades que no se ajustan o no son valoradas por su entorno, lo que no sólo les afecta a ellos, sino que afecta también a la sociedad de la que forman parte.

En otros casos, la vitalidad de las propias facultades es tal que no resulta fácil sofocarla y sin los conductos apropiados para canalizarse y expresarse, la energía subyacente a dichas facultades se convertirá en dolor, como ocurre con toda energía bloqueada que puja por manifestarse.

Es posible que nuestra misión más "sagrada" sea la de procurar, con cuidado y con respeto, que el don de la vida que se nos ha dado llegue a desarrollarse "íntegra" o "totalmente". Dicho desarrollo debe incluir todos los aspectos de nuestro ser individual, no sólo los sancionados por nuestros valores colectivos. El afán de crecer y desarrollarse es tan connatural a cada uno de nosotros como una flor que se quiere abrir paso entre la maleza. C.G. Jung sostiene, en su ensayo "Psicología del Arquetipo Infantil", que la imagen del niño "representa el impulso más fuerte e ineludible de todo ser humano, es decir, el impulso de autorrealizarse".

Nuestro modo de vivir en el presente es consecuencia de todos los acontecimientos que se sucedieron en el constante experimento de vivir.

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jueves, 12 de marzo de 2020

Canto al niño divino



"En el fondo de todo adulto yace un niño eterno, en continua formación, nunca terminado, que solicita cuidado, atención y educación constantes. Ésta es la parte de la personalidad humana que aspira a desarrollarse y a alcanzar la plenitud". Carl Gustav Jung

La atención que en la actualidad prestamos a la infancia es un síntoma saludable para nuestra sociedad que augura un futuro positivo para nuestros niños. De la misma manera que Homero invocó en su tiempo "¡Canta, musa, al niño!", también podemos hoy buscar inspiración en el niño interior.

El arquetipo del niño podemos denominarlo la "gran" imagen del niño interior, ese niño que todos llevamos dentro como parte de nosotros mismos y como codificación de la experiencia humana colectiva de la infancia. El niño adviene al mundo como el ser humano al jardín del Edén, pleno de inocencia, asombro y felicidad, con todas las posibilidades de la vida humana y abierto al futuro. Lo que el niño promete se halla en nuestro interior. Está en nuestro origen y en nuestras esperanzas.

Esta promesa se inicia al nacer. Cuando un niño nace se enciende una estrella y se abre un mundo de posibilidades. C.G. Jung, explica que el niño es el símbolo que expresa "la naturaleza global de la plenitud psíquica". Al describir el arquetipo infantil Jung señala que "separar un único arquetipo infantil Jung señala que "separar un único arquetipo del tejido vivo de la psique constituye una empresa casi desesperada; pero a pesar de estar entrelazados, cada uno de ellos forma una unidad de sentido susceptible de ser aprehendida intuitivamente".

"De la confusión y negrura de la muerte, se deriva la luminosa vitalidad del yo recién nacido". Ralph Metzner

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miércoles, 11 de marzo de 2020

La luz del mundo brilla a través del niño interior




El niño interior lleva consigo nuestra historia personal, y es el vehículo tanto de nuestros recuerdos del niño real como del niño idealizado del pasado. Es la cualidad verdaderamente viva de nuestro ser interior. En el alma, aquello que experimenta en nosotros a través de todos los ciclos vitales. Es la víctima. Y es el portador de la renovación a través del renacimiento, apareciendo en nuestras vidas siempre que nos desidentificamos y que nos abrimos camino.

La experiencia del proceso de renovación equivale a experimentar las posibilidades creativas del niño interior simbólico. "Morir" -esto es, entregarse a un período de transición- permite el nacimiento de nuevas posibilidades. "Renuncia a lo que tienes y recibirás", dice el proverbio latino. Cuando algo deja de ser, el niño aparece como una posibilidad interna que irrumpe en nuestro mundo pleno de ingenua vitalidad.

"Al proceso de morir psicológicamente, mientras uno todavía está vivo, sigue el renacimiento o la renovación psicológica", señala Ralph Metzner en su libro Las grandes metáforas de la tradición sagrada. Entonces nace un nuevo ser -una nueva manera de ser- imaginado como el resplandeciente niño simbólico. "El niño recién nacido todavía está vinculado al Tao, a la fuente de su vida y de su manifestación, motivo por el cual deberíamos emularlo", añade Metzer."Como dice Chuang Tsu: ¿Puedes ser como un recién nacido? El bebé llora todo el día, pero su voz nunca es ronca porque no ha perdido la armonía con la naturaleza".

Este niño eterno y verdaderamente vivo se encuentra en el corazón de nuestro ser esperando encarnarse en nuestros actos y nuestras actitudes. Y la luz del mundo brilla a través de él.

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martes, 10 de marzo de 2020

¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo?



Para algunos el niño interior dista mucho de ser inspirador, puesto que es apenas real. Su experiencia infantil ha sido borrada por el dolor y por el tiempo, oscurecida por la racionalidad, expulsada por la ambición o distorsionada por el apremio a crecer y adaptarse.

Son pocos los que gozaron de una infancia sin ansiedad, llena de contacto y de participación compenetrada en el mundo de los adultos; una infancia libre y abierta al juego imaginativo o al gozo del esparcimiento; un entorno emocional en el que el hecho de ser vulnerable no era causa de inseguridad. Para muchos, el niño interior es un ser herido y traumatizado, una vida menoscabada por las experiencias que el adulto prefiere no recordar.

Según la terapeuta infantil Edith Sullwold, el niño de nuestra experiencia "es el niño al que todos deseamos curar para poder recuperar la energía necesaria para nuestra a actividad adulta, energía que reside aún en aquellos mecanismos automáticos de defensa que desarrollamos como respuesta a nuestras primeras experiencias dolorosas"

Siempre que nos ligamos estrechamente a alguien, como ocurre, por ejemplo, en el matrimonio, nos enfrentamos al niño interior, ya que es entonces cuando las heridas afectivas de nuestro pa sado se sienten más profundamente. "Esas heridas del alma infantil", comenta el autor y analista junguiano Robert M. Stein, "dificultan enormemente, cuando no imposibilitan, la posibilidad de establecer contactos  humanos íntimos y creativos. En este sentido el niño herido representa también ese aspecto del alma que necesita y exige la unión con el prójimo".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
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lunes, 9 de marzo de 2020

Todos hemos sido niños



Nuestro niño interior posee el espíritu de la verdad, de la espontaneidad y la autenticidad absoluta. Sus acciones manifiestan la naturalidad que hay en nosotros, la capacidad de actuar adecuadamente y la aptitud para resolver cualquier situación. Culver Barker, un psicólogo británico, observó la importancia de conocer al niño interior, de relacionarse con él de modo consciente y de afianzarse gracias a él. A este respecto escribió:

"Cuando hablo del niño interior me refiero a ese aspecto del adulto que todavía refleja algunas de las cualidades del niño divino... Cuando, por el motivo que sea, no somos consciente de él, cuando no estamos en contacto con él, esta fuerza contiene en potencia toda actividad destructiva o constructiva. Toda la dinámica creativa de la personalidad humana, toda su fuerza motriz, está circunscrita a él".

"Sólo cuando escucho la voz del niño que hay en mi interior", dice la célebre psicoanalista suiza Alice Miller, "puedo sentirme auténtica y creativa".

La voz del niño es fundamental en el proceso de llegar a ser nosotros mismos. La individuación, el proceso de desarrollo de la propia personalidad a lo largo de la vida, está ligada -y gira en torno a- la identidad singular del yo infantil. Von Franz concuerda con Miller en este aspecto cuando señala que: "El niño interior es la parte auténtica, y la parte auténtica en nuestro niño interior es la que sufre... Muchos adultos escinden esta parte de sí mismos y por ello no alcanzan la individuación, ya que sólo si se le acepta, y se acepta con ella el sufrimiento que conlleva, puede tener lugar el proceso de individuación".

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domingo, 8 de marzo de 2020

El niño interior



Es el Niño quien percibe el secreto primordial de la Naturaleza Humana y es al niño que hay en nosotros a quien regresamos. El niño interior es lo bastante simple y osado como para vivir el Secreto.
Chuang Tsu

La mayoría de nosotros sentimos una fuerte afinidad hacia el niño interior. Sabemos intuitivamente lo que es, el significado que tiene para nosotros. Percibimos, tal vez de forma encubierta, que una parte de nosotros mismos permanece íntegra, a salvo de los pesares de la vida, capaz de alegrarse profundamente y de maravillarse ante las cosas más pequeñas.

Esta imagen del niño es sutil, compleja y auténtica. Su mensaje es que todos llevamos a un niño eterno en nuestro interior, un ser hecho de inocencia y asombro. Y este niño simbólico también nos conduce, a quienes hemos sido porque lleva consigo el registro de nuestras experiencias formativas, de nuestros placeres y de nuestros dolores.

"El Niño es el padre del Hombre", dijo Wordsworth. El niño es el padre de la persona entera.
Carl Gustav Jung sugirió que el niño representa una "plenitud que abarca lo más profundo de la Naturaleza".

La mayoría de nosotros, cuando adultos, continuamos en contacto con el niño interior mediante  los hábitos, los deseos, y el comportamiento infantil, y la relación que sostenemos con los niños de verdad. Jung señaló que la tendencia a emprender actividades regresivas desempeña la función positiva de mantenernos ligados al niño, de activar al niño interior. Según él, la regresión es un "intento genuino de alcanzar algo necesario: el sentimiento universal de inocencia infantil, la sensación de seguridad, de protección, de amor recíproco, de confianza, de fe, algo que tiene muchos nombres".

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miércoles, 4 de marzo de 2020

Información para el Diagnóstico



Es obvio que el terapeuta debe efectuar una evaluación diagnóstica completa, a no ser que ya se haya realizado un diagnóstico antes de que el paciente venga a la consulta. Incluso en este caso, el terapeuta debe confirmar el diagnóstico y estar atento a señales no verbales que puedan especificar más el diagnóstico o indicar una psicopatología determinada. En el tratamiento de las depresiones, el terapeuta debe poseer amplios conocimientos y una larga experiencia para reconocer las múltiples "caras" de la depresión. Debe prestar atención, por ejemplo, a la "depresión sonriente", a los trastornos orgánicos enmascarados tras una depresión y a las depresiones enmascaradas  detrás de trastornos orgánicos (Beck, 1967). Muchos de estos suelen ponerse de manifiesto al hacer la historia del paciente.

Desde luego, las preguntas nunca deben formularse como si se tratara de un interrogatorio rápido, lo que ocurre con frecuencia en diversos centros cuando se llevan a cabo las exploraciones psicológicas. Algunas preguntas relacionadas con síntomas concretos pueden, a la vez, dar lugar a alusiones a determinadas tensiones precedentes del ambiente, lo cual permite obtener información sobre la situación en que se desenvuelve el paciente y el contexto social del trastorno. 

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Entrevista en Psicología Cognitiva



Es importante observar que una entrevista bien llevada no sólo hace surgir la información relevante sobre (a) el diagnóstico del paciente, (b) su historia, (c) la situación actual, (d) los problemas psicológicos, (e) su actitud ante el tratamiento y (f) su motivación para el mismo, sino que además ofrece al paciente una cierta objetividad en relación con su problema concreto. Esta objetividad en sí misma suele ser bastante alentadora.

Una forma de reducir el tiempo de la primera sesión es a través de autoinformes, antes de la primera entrevista. Los cuestionarios proporcionan datos biográficos e información sobre los síntomas, enfermedades anteriores, contactos previos con profesionales de la salud, otros tratamientos, etc.Uno de los instrumentos terapéuticos más útiles es el Inventario de Depresión de Beck. No sólo proporciona una evaluación rápida de la gravedad del problema, sino que también suele poner de manifiesto ciertos síntomas (por ejemplo, las ideas de suicidio) que exigen una intervención inmediata. Por otra parte, los diversos ítems del Inventario de Depresión proporcionan información sobre los pensamientos negativos del individuo, lo cual constituye una guía natural hacia los problemas principales del paciente (por ejemplo, sus expectativas de que todo le va a salir mal, la percepción de sí mismo como un fracasado, la creencia de que es incapaz de hacer algo por sí solo, las ideas de suicidio, etc.). Paralelamente, el Hopelessness Scale (Escala de Desesperanza) presenta mútiples ítems que pueden servir como punto de partida para abordar la visión negativa del futuro por parte del paciente. La mayor parte de las respuestas a las peguntas del terapeuta ofrecen un conjunto de informaciones relevantes de las ideas del paciente y la conexión entre sus pensamientos negativos y sus emociones desagradables. La "socialización de la terapia" es de gran importancia. Aunque muchos pacientes conocen el marco conceptual de la terapia cognitiva, casi todos requieren demostraciones e ilustraciones relacionadas con sus propios problemas para lograr la total comprensión de este enfoque.

En algunos casos, concretamente en aquéllos en que el paciente presenta una gran dificultad para expresarse o no conoce la estructura básica de la terapia cognitiva, suele ser conveniente introducir algunas instrucciones preliminares e informar al paciente sobre la terapia cognitiva de la depresión.

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martes, 3 de marzo de 2020

Comunicación





[...] Cabe suponer que el intento de no comunicarse puede existir en cualquier otro contexto en que se desea evitar el compromiso inherente a toda comunicación. Una situación típica de esta clase es un encuentro entre dos desconocidos, uno de los cuales quiere entablar una conversación y el otro no, por ejemplo, dos pasajeros en un avión que comparten un asiento. Supongamos que el pasajero A es el que no quiere hablar. Hay dos cosas que no puede hacer: no puede abandonar físicamente el campo y no puede no comunicarse.

La pragmática de este contexto comunicacional se así limitada a unas pocas reacciones posibles:

1) Rechazo de la comunicación. El pasajero A puede hacer sentir al pasajero B, en forma más o menos descortés, que no le interesa conversar. Puesto que ello es reprobable desde el punto de vista de la buena educación, se necesita valor para hacerlo y da lugar a un silencio más bien tenso e incómodo, de modo que, de hecho, no se ha evitado una relación con B.

2) Aceptación de la comunicación. El pasajero A terminará por ceder y entablar conversación. Probablemente se odiará a sí mismo y a la otra persona por su propia debilidad, pero esto no nos interesa. Lo significativo aquí es que no tardará en comprender la sabiduría de la norma militar según la cual "en caso de ser capturado proporcione sólo su nombre, rango y número de identificación"...

3) Descalificación de la comunicación. A puede defenderse mediante la importante técnica de la descalificación; esto es, puede comunicarse de tal modo que su propia comunicación o la del otro queden invalidadas. Las descalificaciones abarcan una amplia gama de fenómenos comunicacionales, tales como autocontradicciones, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oraciones incompletas, malentendidos, estilo oscuro o manierismos idiomáticos, interpretaciones literales de la metáfora e interpretación metafórica de las expresiones literales, etcétera.

4) El síntoma como descalificación. Por último, hay una cuarta respuesta del pasajero A puede emplear para defenderse contra la locuacidad de B: puede fingir somnolencia, sordera, borrachera, ignorancia del idioma, o cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de no comunicarse. En todos estos casos, entonces, el mensaje es el mismo: "A mí no me molestaría hablarle, pero algo más fuerte que yo, de lo cual no puede culpárseme, me lo impide".

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lunes, 2 de marzo de 2020

Sobre el Amor


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Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos al día para mantenimiento, y doce abrazos al día para crecer. Virginia Satir.

El auténtico amor

Moisés Mendelssohn, el abuelo del conocido compositor alemán, estaba lejos de ser un hombre guapo. Además de ser bajo, tenía una grotesca joroba.

Un día visitó a un comerciante de Hamburgo que tenía una hija encantadora llamada Frumtje. Moisés se enamoró desesperadamente de ella, pero a Frumtje le repugnaba su aspecto deforme.

Cuando llegó el momento de irse, Moisés reunió todo su valor para subir las escaleras hasta la habitación de ella y tener una última oportunidad de hablarle. Aunque ella era una visión de celestial belleza, a él le causó profunda tristeza que se negara a mirarlo. Después de varios intentos de entablar conversación, le preguntó tímidamente si ella creía que los matrimonios se hacen en el cielo.
- Sí -respondió ella, sin dejar de mirar al suelo-. ¿Y vos?
- Sí, tambiénlo creo -Fue la respuesta. Y continuó-: Fijaos que en el cielo, en el momento de nacimiento de un niño, el Señor anuncia con qué niña se ha de casar. Cuando yo nací, me mostraron a mi futura esposa, pero el Señor añadió-: Pero tu mujer será jorobada. En ese mismo momento, clamé: "Oh, señor, una mujer jorobada sería una tragedia. Os ruego que me deis a mí la joroba y preservéis su belleza"

Entonces, Frumtje lo miró a los ojos y se sintió conmovida por un profundo recuerdo. Le ofreció su mano a Mendelssohn y con el tiempo llegó a ser su delicada esposa.

Barry y Joyce Vissell

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domingo, 1 de marzo de 2020

La imposibilidad de no comunicarse



PAUL WATZLAWICK: "NO ES POSIBLE NO COMUNICAR"

Los esquizofrénicos, que con su comportamiento parece que tratan de negar que se comunican, se encuentran con el dilema de que se ven obligados a negar también que esa negación constituye en sí misma una comunicación. Pero es igualmente posible que el paciente dé la impresión de querer comunicarse aunque sin aceptar el compromiso inherente a toda comunicación. Por ejemplo, una joven esquizofrénica entró de golpe en el consultorio del psiquiatra con quien tenía su primera entrevista y anunció alegremente: "Mi madre tuvo que casarse y ahora estoy aquí". Se necesitaron semanas para esclarecer algunos de los múltiples significados condensados en esa aseveración, los cuales, al mismo tiempo, quedaban descalificados por su estructura crítica y por el despliegue de aparente buen humor y entusiasmo. Su gambito, según resultó luego, implicaba informar al terapeuta lo siguiente;

1) ella era el resultado de un embarazo ilegítimo;
2) este hecho de alguna manera había causado su psicosis;
3) "tuvo que casarse" se refería a la naturaleza forzada de la boda de su madre y podía significar que la madre no era culpable de que la presión social la hubiera obligado a casarse o bien que la madre lamentaba esa decisión forzada y la existencia misma de la paciente, que la había obligado a tomarla;
4)"aquí" significaba tanto el consultorio del psiquiatra como la existencia de la paciente sobre la tierra e implicaba así que, por un lado, la madre la había vuelto loca mientras que, por el otro, estaba eternamente en deuda con la madre, quien había pecado y sufrido para traerla al mundo.

"El esquizofrenés",entonces, es un lenguaje que obliga al interlocutor a elegir entre muchos significados posibles que no sólo son distintos, sino que incluso pueden resultar incompatibles entre sí. Así se hace posible negar cualquier aspecto de un mensaje o todos sus aspectos. Si le hubiera presionado para que dijera qué significaba su comentario, la paciente mencionada podría haber dicho con aire casual: "¡Oh, no sé; supongo que debo estar loca". Si le hubiera pedido que aclarara algún aspecto de lo dicho, podría haber respondido: "¡Oh, no, eso no es en absoluto lo que quise decir...". Pero aun cuando su aseveración está condensada de tal modo que hace imposible todo reconocimiento inmediato, constituye una descripción coherente de la situación paradójica en la que se encuentra, y el comentario "debo estar loca" podría resultar adaptarse a este universo paradójico. Para un amplio examen de la negación de la comunicación en la esquizofrenia se remite al lector a Haley, donde se traza una sugestiva analogía con los subgrupos clínicos de esquizofrenia.