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Paz y Ciencia

martes, 30 de noviembre de 2021

Thich Nhat Hanh: EGO

 



El Ego y Thich Nhat Hanh

Sobre el ego, podemos encontrar estanterías llenas de libros y bibliotecas extensas.

O ir directamente a esta intervención del Maestro Zen vietnamita Thich Nhat Hanh, un activista por la paz y los derechos humanos que, de una manera sencilla y magistral, comparte sus enseñanzas dando conferencias y plasmando sus ideas en los libros que a lo largo de sus 88 años ha ido publicando.

En poco más de un minuto, da una explicación bella, clara y concisa del porqué es importante desprenderse de él.

Sufrimiento en el Budismo

 



«En el budismo, hablamos del decrecimiento de la neurosis, lo que significa decrecimiento del dolor derivado del ego«, asegura Chögyam Trungpa (Tíbet, 1940-1987), prestigioso y reconocido maestro del budismo y artista, fundador de la Naropa University de Boulder (Colorado) y autor de numerosos libros entre los que destacan El mito de la libertadPsicología budista, La verdad del sufrimiento Nuestra salud innata. Inmerso en el budismo no teísta, Trungpa nos invita –a través del empleo de un lenguaje muy asequible para los lectores noveles en budismo– a investigar acerca de nuestra propia experiencia, examinando nuestra noción fundamental de “sí mismo”.

El punto de partida son las denominadas Cuatro Nobles Verdades difundidas por el propio Buda (hace ya más de dos mil quinientos años): la verdad del sufrimiento, la verdad del origen del sufrimiento, la verdad de la cesación del sufrimiento y la verdad del camino. «Las Cuatro Verdades se dividen en dos grupos. Las dos primeras verdades […] implican el estudio de nuestra dimensión samsárica [samsara, en sánscrito, se refiere a nuestra existencia cíclica, es decir, al continuo ciclo de nacimiento y muerte que surge de nuestra ignorancia y se caracteriza por el sufrimiento] y de las razones por las que llegamos a ciertas situaciones o a determinadas conclusiones particulares sobre nosotros mismos. Las otras dos verdades […] implican el estudio de cómo podríamos trascender o superar el sufrimiento», escribe Trungpa en La verdad del sufrimiento.

El autor explica en la “Introducción” a esta misma obra que la sociedad actual vive inmersa en una suerte de “ansiedad básica”, provocada por una neurosis hija de un orgullo intenso y de emociones conflictivas y confusas. Deseamos mantener a cualquier precio una sensación vacía de felicidad y, en este sentido, «terriblemente engañados, creamos samsara –dolor y desdicha para el mundo entero, incluidos nosotros mismos–, aunque actuemos como si fuéramos inocentes». Al tratar sobre la Primera Noble Verdad (reconocer la verdad del sufrimiento), Trungpa aduce que «el dolor procede de la ansiedad, y la ansiedad procede de la neurosis. La palabra sánscrita para ‘neurosis’ es klesha, y la tibetana, nyönmongNyön significa ‘mala ventilación’ o ‘congestión’. Un grado alto de congestión nos lleva a la neurosis; es, de hecho, la neurosis». Y más adelante: «No hay alivio ni relajación cuando estamos en el mundo samsárico; siempre se está desarrollando algún tipo de lucha».

El maestro budista recuerda que Buda nos transmitió la manera en que debemos actuar a fin de superar esta ansiedad, así como el engaño en el que nos vemos sumergidos –y que conduce inexorablemente a la neurosis–. El camino lo conocemos gracias a Buda, y además, podemos llevarlo a la práctica. Chögyam Trungpa nos insta a hacernos conscientes del propio sufrimiento, de convertirlo en experiencia viva; actuar de otra manera supone, a juicio del autor, “la estupidez fundamental” que nos introduce definitivamente en la rueda de Ixión de samsara. En definitiva, «la práctica de la meditación [que, en este caso, se presenta como la solución a la neurosis] no persigue tanto el logro hipotético de la iluminación como el llevar una vida buena».

Aquellas Cuatro Nobles Verdades sobre el sufrimiento de las que nos habla el budismo se refieren a las enseñanzas que el Buda presentó en uno de sus primeros sermones tras su iluminación, y que fueron recogidos en el sutra que lleva por título «Girar la rueda del dharma». La primera verdad, la existencia del sufrimiento, sería aquella que recogería el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, repletos de tristeza, ira, inquietud, preocupación, miedo y desesperación. La segunda verdad es la causa del sufrimiento, es decir, la ignorancia: no vemos la verdad de la vida, estamos atrapados en las redes del deseo y la insatisfacción. La tercera albergaría la comprensión de la verdad de la vida, que otorgaría el fin de la tristeza y haría emerger la paz y la alegría. Por último, la cuarta verdad tendría como contenido la consciencia del propio sufrimiento y su meta se situaría en la liberación de todo dolor. El tránsito de la primera a la última de estas verdades constituye la enseñanza principal de Buda.

Confianza: LA CLAVE

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Instagram: @psicoletrazaragoza

Rodrigo Córdoba Sanz Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Tno. (34) 653379269

Confiar en uno mismo consiste en saber, con mente, cuerpo y alma que algo nos es posible y nos es merecido. Sin embargo, la verdadera confianza únicamente podemos disfrutarla en su justa medida, en el equilibrado fiel de la balanza. Algunos, por ejemplo padecen déficit de confianza, y sabiendo o pudiendo más de lo que creen, se quedan cortos y cautos en sus acciones. Arriesgan poco, por debajo de lo que pueden. Entregan menos de lo que tienen y escatiman lo que atesoran. Más que humildes son cobardes y deberían reconocerse mayor grandeza. Otros, por el contrario, padecen exceso de confianza, y sabiendo o pudiendo poco sobre algo, se encaraman en lo alto de un personaje inventado, y van más allá de sus conocimientos, capacidades y límites, pasando gato por liebre, causando estropicios o dañándose a ellos mismos. Arriesgan por encima de lo que pueden y la realidad les confronta con su verdad interior y les devuelve a sus límites. Deben aprender humildad. Por tanto, la tarea consiste en saber con nitidez lo que nos es posible y merecido, matriz de la confianza.

En la vida hay momentos en los que la mayoría podemos caer en estados de confusión y verlo todo negro, en los que nos asaltan las dudas sobre si conseguiremos lo que queremos, o si somos capaces de lograr aquello que nos proponemos o llegar a ser lo que queremos ser. Nos asaltan pensamientos invalidantes del tipo: ‘no voy a ser capaz’, ‘no tengo las habilidades para conseguir lo que me proponga’ o ‘no lo merezco’ o ‘no es posible para mí’.

A veces creemos que no somos tan buenos, inteligentes y dotados para llegar a lograr nuestras metas. Esto suponiendo que estemos en un momento en el que sabemos lo que queremos. Son situaciones en las que estamos en contacto con el miedo e incluso nos quedamos paralizados, sin atrevernos a enfrentar la vida y dudamos de nosotros mismos.

Una de las causas profundas de esta desconfianza es el concepto, muy arraigado en nuestra cultura, de que las cosas están bien o están mal, de que somos buenos o malos. Es decir, dividimos el mundo entre lo correcto y lo incorrecto, y nos enjuiciamos y condenamos a nosotros mismos. No nos dejamos ser lo que somos, con todas nuestras partes y no confiamos en que nuestra manera de hacer las cosas puede ser tan válida como cualquier otra. Nos ponemos exigentes en que deberíamos ser de una manera determinada, normalmente nos exigimos ser perfectos. En que consiste esta perfección, básicamente en que no tenemos que tener partes oscuras, aquellas que nosotros consideramos como negativas. Para algunos es no ser agresivos, ni miedosos, ni lujuriosos, para otros es no ser débiles, ni frágiles; para la mayoría es ser bondosos y querer a los demás. La realidad es que tenemos miedo, nos enfadamos y nuestras pasiones y deseos nos arrastran a veces, y que hay algunas cosas con las que no podemos y otras que nos hacen sentir vulnerables ¿que hacemos con estas emociones y estas necesidades? Renegar de ellas e intentar ocultarlas, reprimirlas y negarlas, decir que ya no voy a ser así nunca más. Este es el error que cometemos, en nuestro interior sabemos que aunque las neguemos siguen estando ahí y nos sentimos incapaces y no confiamos en nosotros. Aunque sabemos que esto forma parte de nosotros y que estamos haciendo mucha fuerza para reprimir ciertas actitudes. Sabemos que no somos como el ideal de perfección que queremos ser y no confiamos en nosotros mismos. Hemos aprendido a perseguirnos, a no aceptarnos como somos. Al enajenarnos de nuestra verdadera realidad perdemos nuestros puntos de apoyo. La realidad es que somos un todo muy complejo de valores, actitudes y capacidades.

Desde la terapia Gestalt creemos que estamos formados por conjuntos de polaridades, es decir de actitudes y capacidades que aun pareciendo opuestas, conviven dentro de nosotros y cumplen funciones útiles. Yo soy agresivo y a la vez soy pasivo, yo soy amable y a la vez desagradable, yo soy tierno y a la vez frío. Cuando no queremos asumir alguna de estas cualidades y la negamos, entonces empezamos a desconfiar de nosotros mismos. Si nos aceptamos tal y como somos creyendo que estas características que tenemos nos pueden ser útiles en algún momento, y que seguramente nos pueden servir para poder adaptarnos mejor a la realidad y a los diferentes contextos, entonces es más fácil que confiemos en nosotros y en nuestra naturaleza. Si que podemos darnos cuenta que algunas de nuestras partes pueden ser perjudiciales para nosotros y para los otros en algún momento, pero eso no significa, que neguemos que existen, sino que tenemos que aprender a canalizarlas para poderlas utilizar de forma adecuada.

Es común en personas que no pueden confiar en ellas, el hecho de haber recibido mensajes muy contradictorios o negativos, especialmente durante su infancia. “Eres la peste”, “estas poseído por el diablo”, “eres un castigo divino”, “eres malo, dios te castigará”, “eres mas malo que Barrabás”. Son frases que algunos clientes de terapia han escuchado de sus padres cuando eran pequeños. ¿Qué clase de concepto de si mismos han desarrollado estos hijos? Primero, que tenían algo malo en su interior, y después, que fuera de ellos reside un poder que los juzga, que sabe cual es el bien y el mal. ¿Como pueden confiar estas personas en si mismas cuando son mayores? Lo tendrán bastante difícil. Si sus padres no confiaron en ellos, como van a poder hacerlo ellos en si mismos. Con suerte, a posteriori la vida les regalara experiencias en las que se podrán sentir validados o encuentros con personas constructivas a través de las cuales podrán cambiar sus valores interiores.

Otras veces la pérdida de confianza no tiene que ver con que a uno le hayan dicho cosas peyorativas sobre si mismo sino en que, precisamente, han recibido mensajes de excesiva e irreal valoración, del tipo eres el mejor en todo, o bien de sutil infravaloración, al impedirles sus propias experiencias o evitarles obstáculos que los podrían haber fortalecido. Por ejemplo, pueden haber sido sobreprotegidos. O quizá no les hayan dejado realizar la mayor parte de las tareas, y las han hecho por ellos, con la mejor de las voluntades, para que no tuvieran que esforzarse o para que no tuvieran que sufrir. En este caso también se puede construir una idea de uno mismo como incapaz. Frases como “no te subas….” “no corras…” “quédate aquí conmigo y no te pasara nada” “no hagas las cosas solo, me necesitas…”, “cuidado, te harás daño”, etc. son frases que hacen que la persona que las recibe construya un concepto pesimista y de incapacidad. Cuando sobreprotegemos, sin darnos cuenta, podemos señalar en el otro sus incapacidades para resolver la situación. No nos arriesgamos a que el otro pueda ver hasta donde es capaz de realizar y hasta donde no, para aprender tanto de los éxitos como de los fracasos. De hecho, ante los fracasos, muchos niños suelen intentarlo una y otra vez hasta que lo consiguen. Para aprender se necesita experimentar, para confiar hay que saber enfrentar tanto el éxito como el fracaso y saber manejar las situaciones de ganancia tanto como las de perdida, pues de ambas la vida nos proveerá.

Dejar que metan peligrosamente los dedos en el enchufe para saber que es una descarga eléctrica pero si es necesario permitir que resuelvan dificultades de su tamaño. Imaginemos un adolescente que nos se arriesga en sus relaciones para no recibir calabazas o quebraderos de cabeza. Lo mejor seria entregarlo a sus cuitas sin interferir. Por otro lado lo que ayuda a un niño es sentirse mirado como intrínsecamente bueno y bello tal como es, y así puede sentir que merece. Todo sin olvidar los limites tan necesarios que le permiten canalizar la verdadera fuerza y el instinto, y que una cierta disciplina es necesaria para poder expresar o contener una actitud que pueda se difícil o dañina.

Quizá la mejor educación en la confianza es la que nos confronta con problemas para que a través de la experiencia sintamos que algo es posible y merecido para nosotros, experiencias que nos enseñen la medida de los que somos capaces. Al final, la confianza va más allá de uno mismo, y la confianza en uno mismo sólo es la expresión de una confianza mayor y más abarcativa: la de que la vida tal como es, es buena, y que la guía una inteligencia más grande, aunque no siempre comprendamos sus tramas ni su lógica, especialmente cuando se manifiesta a través de lo desdichado. Una historia narra las peripecias de su protagonista que, al morir, se encuentra ante Dios, el cual le propone repasar toda su vida para decidir si tiene que ir al infierno o al cielo. Juntos repasan toda la vida y Dios encuentra que ha estado muy bien y que merece el cielo. Pero el protagonista le pregunta a Dios: – Disculpa que te plantee cierta duda. Mientras hacíamos el repaso de mi vida pude ver como caminabas a mi lado y te lo agradezco, siempre cuatro huellas en el camino, pero justo en los momentos más difíciles sólo había dos huellas, ¿Por qué me abandonaste en los peores momentos? A lo que Dios contesta: – Hombre de poca fe. Jamás te abandoné. Pero en los momentos más duros y tormentosos de tu vida te llevé en mis brazos, por eso sólo se veían dos huellas, las mías.

Confiar en uno mismo resulta por tanto un síntoma de confianza en la vida y en la naturaleza de las cosas tal como son.


CONFIANZA

Consejos prácticos

LA VIDA TIENDE A AUTORREGULARSE: En una semilla ya está todo el proyecto de árbol en que se va a convertir y se desarrollará, si se dan las condiciones necesarias. Este concepto de autorregulación de los organismos es muy importante en la terapia Gestalt. Se confía en una sabiduría propia de la naturaleza y de la realidad que siempre llega a un lugar bueno si no es interferida por nuestras pequeñas y humanas voluntades, o sea, por la tiranía del ego. Tener una visión más global de nuestra existencia y nuestra vida puede ayudarnos a tener más confianza, y si nos quedamos únicamente atrapados en los momentos difíciles no vamos a ver la globalidad.

EXISTEN DISTINOS ESTILOS EN LAS PERSONAS: Existen personas que tienen la referencia del valor dentro de ellas, o sea, ellas son la medida de ellas mismas, ellas son sus jueces y sus dirigentes, se fían de sí mismos, no necesitan el referente externo. Otros la tienen afuera y esperan de los demás la valoración o el juicio que les inyecte la confianza. En verdad son distintos estilos de carácter o tendencias de personalidad, esto no quiere decir que uno sea mejor que el otro.

PARA TENER CONFIANZA ES NECESARIO EL DIÁLOGO: Para encontrar la medida justa de la confianza necesitamos el diálogo que junta y enfrenta lo que nosotros vemos y pensamos, con lo que los demás ven y piensan. La confianza se asienta en el diálogo, huye del monólogo. Dictadores, mandamases, mandarines de distinto pelaje, sobresalen como gente con gran confianza en sí misma. Pero no resisten el diálogo que les puede cuestionar su frágil y engreída estructura. La verdadera confianza incluye al otro, lo toma en consideración.

SÉ CONSCIENTE DE TI MISMO: Para poder confiar es necesaria una conciencia clara de uno mismo. La desarrollamos cuando superamos la pereza de mirarnos y podemos reconocer y distinguir en nosotros lo que sí tenemos y nos corresponde y lo que no tenemos y no nos corresponde, lo que sí somos y lo que no somos. Por ejemplo es absurdo tener confianza en ganar una competición de natación cuando apenas sabemos nadar. Esto sería manía, algo iluso, más que confianza. Pero también es tonto pretender que uno es un nadador mediano cuando acaba de ganar la medalla olímpica.

TEN EL CORAJE DE ARRIESGAR: La confianza se asienta en la capacidad de tener coraje, es decir, tener la valentía de dar lo que si tenemos, de arriesgarnos en esta dirección: podemos competir si realmente somos buenos nadadores. De hecho no sólo podemos, incluso debemos. Lo que la vida nos da, nuestros dones y talentos, nos los da para que los entreguemos. La vida nos obliga a dar lo que tenemos, a entregar lo que somos. ¿Podemos imaginar a Dalí o Picasso sin crear y pintar? La vida les dio el talento o el genio y ellos quedan obligados a cultivarlo y entregarlo. La confianza necesita de la valentía de ponerse a prueba, de evidenciarse, de entregarse y estar disponible, permitiendo que los demás nos devuelvan también la medida de cómo somos percibidos y recibidos.

SER AUTÉNTICO AYUDA: La confianza se asienta en la autenticidad que nos hace ser honestos en lugar de pretenciosos, y no pasar de contrabando un buen vestido en una mala percha, y reconocer nuestros límites. ¿Podemos imaginar a Dalí tratando de ser campeón de waterpolo? La confianza, cuando es de barro, se asienta en la pretensión de que nuestro personaje capitanea el barco en lugar de nuestra verdadera identidad.

EDUCA A TUS HIJOS EN CONFIANZA: En origen la confianza viene de afuera. Gota a gota la confianza se asienta en nosotros mismos a través de la valoración, el aprecio y la ecuanimidad de los demás. Por eso es importante que los Padres sean justos y ecuánimes, que no creen falsas expectativas, que no hagan sentir a sus hijos que son los mejores en todo ni tampoco los peores en todo, que no los llenen de tareas imposibles, que los confronten con sus destrezas y méritos, que los expongan a los obstáculos y problemas para que puedan sentir lo que pueden y merecen, que los inciten a los aprendizajes y las tareas para el logro de las cosas. Es adecuado también que los Padres muestren a sus hijos los límites, que los confronten con amor y claridad.

A VECES ASOCIAMOS EL ÉXITO CON LA CONFIANZA: La confianza se asocia al éxito y muchos persiguen el éxito, tenga que ver o no con la expresión de sí mismos. Pero se puede tener éxito con y sin confianza. Me parece que la confianza se expresa en algo tan esencial como “hacer lo que hay que hacer” y “dar lo que hay que dar” y “recibir lo que hay que recibir”, según la expresión de Prajnanpad, un conocido sabio hindú. El éxito, por tanto no es lo importante, sino sólo la consecuencia de hacer lo que hay que hacer. Uno hace lo que tiene que hacer ni más ni menos. Y además lo hace de una manera inevitable. A menudo la consecuencia de hacer lo que hay que hacer es el éxito en algún campo, en ser madre por ejemplo, o carpintero o jardinero, o músico o actor o cineasta, etc. Pero el mayor éxito de todos siempre es el de haber sido un ser humano que fue significativo para los demás.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Qué es la Psicología Transpersonal

 



La Psicología Transpersonal es una rama que considera que la psicología y la espiritualidad son dos aspectos complementarios del desarrollo humano, por lo que integra la práctica psicológica y los principios espirituales. Estudia e investiga las interacciones (procesos, eventos y experiencias) de la psiquis con el sentido de identidad y establece métodos y aplicaciones terapéuticas para transcender al ego y sanar posibles traumas psicológicos que limitan de forma inconsciente.

Origen de la Psicología Transpersonal

El término transpersonal significa “más allá” o “a través de” lo personal, por lo que generalmente suele asociarse a lo espiritual, a entrar en contacto con una realidad más significativa.

Según la revista estadounidense The Journal of Transpersonal Psychology se trata de «el estudio del potencial más elevado de la humanidad y el reconocimiento, compresión y puesta en práctica de estados de conciencia trascendentales, espirituales y unificadores» (Lajoie y Shapiro, 1992).

La Psicología Transpersonal tuvo origen a finales de los años 60, por un grupo de psicólogos y psiquiatras como Stanislav Grof, Anthony Sutich, Miles Vich, Abraham Maslow, entre otros, que consideraron que era necesario investigar y desarrollar una nueva rama de la psicología que contemplara el estudio del conjunto de experiencias y fenómenos de la conciencia, que hasta la fecha no había sido atendido lo suficiente.

En 1969, Maslow propuso el término transpersonal para designar esta nueva psicología, que consideraba la “Cuarta Fuerza”, después del conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista.

Ámbitos que contempla la Psicología Transpersonal

La Psicología Transpersonal considera temas como las experiencias cumbres (que, según Abraham Maslow son estados de interconexión y unificación espiritual), experiencias místicas, trances sistémicos y experiencias metafísicas de vida.

El objetivo principal de la psicología transpersonal es que los seres humanos trasciendan el sentido de sí mismos, para lograr identificarse con una conciencia mayor. El psicólogo estadounidense Ken Wilber (1949-) distingue tres niveles en el desarrollo de esta conciencia:

  • Nivel prepersonal. Es el momento de desarrollo en que los seres humanos aún no tienen conciencia de su mente (bebés pequeños, que todavía no tienen una teoría de la mente)
  • Nivel personal. Se alcanza cuando el niño toma conciencia de que es una persona que piensa, diferente a otros.
  • Nivel transpersonal. Nivel que se alcanza por medio del desarrollo espiritual, y que consiste en trascender la identificación con el cuerpo y la mente, para alcanzar un nivel de conciencia mayor.

Psicología Transpersonal

 



A sus mentes les falta algo. Les produce miedo y les preocupa. Por eso buscan en los demás su parte perdida. Fundirse y complementarse es el proyecto de la espiritualidad. Deben vivir en comunidad. Nadie puede vivir solo. Aunque todos son únicos.

Por eso la vida es difícil. Por eso es triste, por eso buscas afecto y compañía de otros. Por eso desean unificarse. Porque el alma humana es débil y frágil. Y el cuerpo y la mente aún son más frágiles.

A través de la complementación, los humanos deben realizarse. Porque es la única forma de existir. ¿Por qué vives tú? ¿No lo sabes? Quizás para saber porque existes. Entonces, vives para ti.

Pero, no estás satisfecho de vivir, porque odias sentirte triste, odias el sufrimiento. Está mal huir de lo que odias, no debes escapar porque eso también es doloroso, aunque escapes de algo mucho más doloroso.

Si sabes qué produce el sufrimiento puedes soportarlo. Si el sufrimiento es demasiado puedes escapar, tu puedes evadirte de lo que realmente aborreces. Pero no lo hagas, ya estas cansado de escapar, no debes hacerlo más, porque evadirte trae sufrimiento. Sabes que es mucho peor.

Por eso no debes hacerlo. Porque si siempre escapas nadie te respetará. Pides que te dejen solo y que no te abandonen. Haces lo que los demás dicen y esa es una triste forma de sobrevivir. Porque temes ser herido, tratas de convencerte de que es mejor huir que ser abandonado.

Pero no eres el único, ya que todos están sufriendo. No solo tu fuiste herido. Pero es más fácil pensar que es la verdad. Pides silencio. Piensas que no te comprenden, que nadie se preocupa por ti, que nadie te entiende, porque tienes que suplicar aprobación para poder vivir.

Abandonas toda sensación de autoestima. Sientes que no tienes nada. Pero, ¿Crees que por no poseer nada no serás lastimado? Piensas que nadie te acepta como eres, pero esa es una mentira, solo crees que es así.

Desde el principio tratas de convencerte que no vales nada, pero no tienes que poder hacerlo. El que se convenció de eso fuiste tú. Solo te lo imaginas para no arriesgarte a sufrir nuevamente. Y como estas convencido, los demás también lo están. 

¿Eres feliz? ¿Qué sientes en realidad? Si le das tanta importancia a lo externo, este se apropiará de tu personalidad, tu yo real desaparecerá y no quedará nada de él. 

No puedes saber cuál es tu realidad. ¿La realidad son las cosas que percibimos? La verdad está dentro de ti. Los hechos que permanecen en tu memoria se convierten en tu realidad. Y la realidad puede cambiar de vez en cuando. Esta no es la realidad, esta es una de muchas verdades.  

Como una bestia que grita "yo" en el corazón del mundo, no solo sufres, también comienzas a definir tu realidad a través del sufrimiento. 

Amar. AMOR. Joan Garriga

 


Aprender a ser dos. Sabemos que a veces solo el amor no es suficiente, siempre nos lo han dicho, pero nos casamos, convivimos y lo (re) confirmamos. El amor está, pero se transforma en otras cosas por las que debemos trabajar cada día. De unas somos conscientes, de otras no. Este 2017 cumplo tres años de casada y aunque para muchos todavía estamos en plena luna de miel, yo prefiero reconocer que hemos pasado por crisis, que me he equivocado y él se ha equivocado. Que los dos hemos perdonado, hemos olvidado, hemos hecho compromisos. Que nuestra relación es una prioridad y que aprender a ser dos es, valga la redundancia, un aprendizaje que nunca termina.

Por eso este autorregalo. Cuando vi que Joan Garriga venía a Medellín a hablar de El buen amor en pareja, compré dos boletas, llamé a Andrés y cancelamos la comida del viernes programada con unos amigos. Sabemos que a veces solo el amor no es suficiente, sí, que se necesita un buen amor y eso se traduce en respeto, admiración, comprensión, perdón. Suena bonito, pero es mucho más profundo y requiere voluntad, entendimiento.

De Joan Garriga sabía que era un escritor español. También psicólogo y terapeuta. Había visto algunos de sus libros y hace un tiempo compartí un par de sus frases en redes sociales. Subió al escenario y se presentó sin mayores pretensiones y con una buena dosis de humildad, tan escasa a veces en algunos conferencistas. Muchos aplausos, lleno total. Mi libreta morada, un lapicero de tinta negra y una conversación de casi tres horas.

Aquí, en palabras de Joan Garriga, cinco formas para encontrar el bienestar en la pareja, claves para construir un buen amor. Ideas que todavía retumban en mi cabeza. Espero que les gusten. Gracias a Coversaciones para el Alma por estos espacios.

1. QUE SEA FÁCIL

“Que todo fluya sin dificultad. Sin grandes turbulencias emocionales. Sin tantos desgastes. Es decir, que la vida en pareja sea un campo complaciente, de respeto, donde no perdamos mucha energía. Esto no quiere decir que no haya conflictos, porque las parejas tienen conflictos, pero saben vivirlos e incluso, las más listas, saben impedirlos. Son capaces de identificar las cosas que le molestan al otro. Encuentran la forma de desactivar las bombas que están anunciadas.

También es fácil cuando la pareja se da reconocimiento. Yo te miro, tú me miras; yo te hablo, tú me hablas; yo te escucho, tú me escuchas, te registro y me registras. Un ejercicio obligatorio en la pareja debería ser tomarse un minuto para verse, para mirarse. Te veo ahora, hoy, no te doy por supuesto”. 

2. QUE SE TRATE DE DOS COMPAÑEROS

“Una relación de pareja es una relación de acompañamiento. La soledad no es sana. Hay que saber vivirla. Necesitamos estar acompañados en la vida por personas significativas. Amigos, hijos, hermanos, por la pareja. Esta es la relación de acompañamiento más importante, porque en ella vivimos lo más vulnerable y tierno de nuestro corazón, así como lo más grandioso de nosotros. Necesitamos otro que nos atestigüe, que nos confirme. Un otro que esté cuando estemos llorando y cuando estemos riendo. Compartirse, acompañarse”.

3. QUE SE TRATE DE DOS NATURALEZAS NO DEMASIADO INCOMPATIBLES

“Esto quiere decir que a veces amamos a alguien, pero ese alguien es de otra religión o es de un país muy lejano o hay un diferencial de edad muy grande. Hay que poner mucha atención. Algo muy frecuente es cuando uno quiere tener un hijo y el otro no. Cuando alguno ya lo tiene y el otro no. No digo que el amor no se logre, pero no se pueden obviar estas cosas. Hay que hablarlas, hay que trabajarlas”.

4. QUE SE EXPERIMENTE CONFIANZA EN EL OTRO

“Confianza significa que estoy convencido de que cumplirás con tus compromisos y de que cuidarás de mí, aunque puede ser que alguna vez no lo hagas. No es control, es confianza. En general, cuando una pareja experimenta confianza siente que el otro quiere mi bien y yo quiero su bien. Pero hay parejas que por las heridas del pasado se van instalando en la desconfianza. Entonces el otro ya es un enemigo, del otro no se espera algo bueno sino que se le teme.

Cuando la confianza se va perdiendo hay que prender todos los semáforos, hay que buscar ayuda, hay que trabajar en esto porque si no, el futuro que se vislumbra puede ser muy desfavorable”.

5. EL DESEO ESPONTÁNEO DE QUE EL OTRO ESTÉ FELIZ

“Y acá la palabra más importante es espontáneo. Si experimentan esto, firmo donde sea, que están en un buen amor de pareja. Esto es más fácil sentirlo con los hijos, pero cuando se vive con la pareja, y esto es un proceso, es increíble."

sábado, 27 de noviembre de 2021

Creer o No Creer

 


Una de las acusaciones que más nos hacen los Creyentes a los Ateos cuando se debate algún asunto religioso, es el preguntarnos el por qué le dedicamos tanto tiempo y esfuerzos en hablar, discutir y escribir sobre Dios, si no creemos en él.

Inclusive si usted amigo lector revisa un poco los comentarios de este Blog, descubrirá que preguntas muy similares nos son formuladas en muchas oportunidades (casi siempre cuando no encuentran argumentos en algún tema especifico)

Estas preguntas están plasmadas más o menos así:

  • Si hablas tanto de Dios significa que el existe.
  • No entiendo como dedicas un Blog a algo en lo que no crees
  • ¿Para que hablas tanto de Dios y Jesús si afirmas que no existen?
  • Estos Ateos si que son tontos... No creen en Dios y se la pasan hablando de el.
  • Si no crees en la Biblia, ¿Por qué la lees tanto?



Pero... ¿es cierto esto? ¿Acaso no tenemos los Ateos sensatez al hablar de algo en lo que no creemos?... ¿O es que no se debe hablar sobre lo que no se cree?


Veamos a continuación 10 Razones que justifican sobradamente no solo el hablar sobre Dios, Jesús, Biblia y Religiones; Sino que avalan los constantes debates y ataques que hacemos contra estas creencias.
Todos hablamos sobre cosas Inexistentes y en las que no creemos.
Le aseguro amigo creyente lector que usted mismo en numerosas oportunidades ha hablado, conversado y hasta discutido sobre cosas en las que no cree que existan. ¡Todos lo hacemos día a día!... y no somos juzgados por eso. ¿Porque habría de ser diferente con los Ateos al hablar de Dios?

Por ejemplo, usted amigo lector de seguro ha conversado y discutido sobre películas, libros, series de Tv, cuentos e historias, comics, videojuegos. Y en términos generales casi ninguno de los personajes e historias de estas, son reales. A mi me encanta hablar de fantasmas, zombies, extraterrestres... pero NO existen, ni creo que existan. Eso no hace que tenga prohibido hacerlo.

Si usted está en contra de quienes hablan y discuten sobre cosas o seres que no existen... pues debe empezar a reclamarle a todos los escritores, directores, autores de estas historias ficticias... ya que en la práctica no existen. E incluso auto censurarse usted mismo, ya que de seguro... lo ha hecho muchas veces.

¿Con qué moral nos reclama a nosotros que perdemos tiempo con seres inexistentes... cuando usted va al cine a ver a “Batman” o “The Avengers”?

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Soltar Y Dejar Ir

 


¡Sueltas cargas y pesos con Terapia Gestalt!

Para aprender el difícil arte de soltar y dejar ir, ten en cuenta estas sugerencias que podrán ayudarte, basadas en la terapia Gestalt:

  • Frecuentemente es lo agradable lo que nos va permitir soltar lo desagradable. El placer sana. A veces pasarlo bien facilita soltar el dolor del pasado. Es disfrutar del vivir lo que nos permite dejar marchar los pesares inevitables de la vida. Si el domingo te lo pasas bien será más fácil soltar las estupideces del sábado.
  • Centra tu atención en el presente, y en el futuro. No te ancles al pasado. Ten claro siempre que el destino está enfrente de nosotros, no está detrás. Ten en cuenta esta cuestión hasta la saciedad, repítela como si fuera un mantra.
  • Empieza soltando pequeños hábitos, empieza por lo pequeño. Suelta tu enfado con tu jefe antes de soltar el resentimiento hacia tu padre. Lo grande quizás precise de un profesional de la ayuda, psicólogos o terapeutas.

Una enseñanza zen, dice así:

Dos monjes zen iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo. Así que un monje la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla. 

El otro monje estaba furioso. 

No dijo nada pero hervía por dentro. 

Eso estaba prohibido. 

Un monje budista no debía tocar una mujer y este monje no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros. 

Recorrieron varias leguas. 

Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje que estaba enojado se volvió hacia el otro y le dijo: 

-Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de esto. Está prohibido. 

-¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -le dijo el otro. 

-¿Te has olvidado? Llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que estaba enojado. 

El otro monje se rió y luego dijo: 

-Sí, yo la llevé. Pero la dejé en el río, muchas leguas atrás.

Tú todavía la estás cargando… 


 El arte de vivir implica saber cuándo aferrarse y cuándo dejar ir.

Havelock Ellis

viernes, 26 de noviembre de 2021

Virginia Gawel

 


¿Quién de entre nosotros no ha sentido ese impulso? ¿Quién no ha deslizado una palabra que al otro “le resulte iluminadora” de aquello que creemos (o sabemos) que no se da cuenta? ¿Quién no ha dejado un libro como al descuido para que esa persona encuentre en él lo que “le transformará la vida”?

Hemos sugerido, indicado, subrayado vehementemente lo que habría de serle conveniente… Hemos enviado posts inspiradores, recomendado películas… Hemos tenido gestos simbólicos y concretos, argumentos enfáticos y balbuceantes, diálogos estériles y frustrantes soliloquios… para que el otro, -por su bien, siempre por su bien-, AL FIN cambie. Hemos rodeado con paciente persistencia su castillo para que alce sus puentes, disperse a sus cocodrilos y deje ingresar nuestra palabra justa, nuestra interpretación de lo que le sucede, aquello que provocará el gran “click” que amplíe su conciencia… Pero muchas (demasiadas) veces… simplemente NO FUNCIONA.

Y hoy no estoy hablando de quien manipula al otro para la propia conveniencia, con malicia (aunque a veces creemos no estar manipulando… y sí lo estamos haciendo, pero quisiera dejar ese punto de lado). Pongamos el mejor escenario posible: hablo de aquella situación en la que una persona a la que amamos (o al menos apreciamos en alguna medida) está limitada en su conciencia de sí, no se ve, no advierte su propio potencial no desplegado, o no reconoce su autoengaño… y nosotros, desde afuera, la vemos con claridad (o al menos eso suponemos!). Entonces nos desesperamos para que esa persona tenga la misma visión que nosotros podemos tener, y pueda cambiar. Imaginemos que estuviéramos en lo cierto: que lo que vemos NO fuese proyectivo, una distorsión, una interpretación, sino algo veraz que, si el otro pudiera advertir, le aliviaría dolor, o le permitiría una expansión personal que no le será posible hasta que vea. Qué doloroso es! Cuánto desencuentro!

Quiero decir esto (por propia experiencia, de la que guardo cuantiosas cicatrices!): si la más antigua metáfora de la transformación íntima es la de darse a luz a sí mismo, el parto interior no puede ser inducido por la intención de nadie que no sea el mismo “parturiento”. Ni, en el mundo interno, NADIE NACE POR CESÁREA. Esperar su tiempo puede ser penoso, claro! Es difícil aguardar los procesos del ser amado hasta que pueda. Inclusive más doloroso si es que no llega a poder: ver de cuánto sería capaz y que, sin embargo, desde adentro… NO PUJA!

Hay un proverbio africano que siempre me gusta citar cuando hablamos de este tema: “Se puede llevar el buey al río, mas no se le puede obligar a beber”. Podemos hablar, sugerir, expresar… pero lo cierto es que para que alguien se despliegue, cambie, se transforme, es él mismo quien tiene que QUERER. (Y muchas veces veremos que nuestra buena intención nos hace ser intrusivos, entrometidos en las elecciones del otro… o tremendamente errados en nuestra manera de interpretar SU realidad!).

Hay algo que veo con claridad en mí: cuando me doy cuenta de que hay algo mío que quiero desplegar, cambiar, transformar, el trabajo de parto no es menor por el solo hecho de tener la firme decisión para ese cambio: requerirá constancia, esfuerzo, paciencia… Entonces: si a mí, si a cada uno de nosotros que SÍ queremos cambiar, DE TODOS MODOS NOS CUESTA... ¿cómo habría de cambiar quien NO TIENE NINGUNA INTENCIÓN DE HACERLO? Querer que cambie “ya” es como querer hacer madurar una fruta junto al fuego…

Esta situación se da muchas veces en los vínculos amorosos: alguien se enamora de otro porque tiene el talento para ver lo que ese otro PODRÍA llegar a ser en el caso de que se fuera desplegando. Y asume, entonces, como tarea de amor, el ser algo así como el jardinero de esos talentos dormidos, de ese “darse cuenta” que “aún no se dio”. Entonces riega con persistencia, quita las hierbas, cuida de las heladas… Pero si el otro no abre su semilla desde adentro… no habrá jardinería que valga! Así, ese pobre jardinero queda VINCULÁNDOSE CON UN POTENCIAL: alguien que podría ser… pero que NO ES (y hasta resulta factible que nunca llegue a serlo!)

Queriendo que el otro quiera, a veces lastimamos con nuestra torpeza. Y a veces nos hacemos daño a nosotros mismos. Darnos cuenta de esta trampa es comenzar a salir de ella. Dejamos de ser como el Pigmalión del mito, que, no pudiendo encontrar a la esposa "perfecta", decidió esculpirla él mismo, enamorándose de su propia escultura. Pero... a una escultura no le sucede que no quiera cambiar!

Es más: si el otro cambiar hacia donde nos parece que debería cambiar, ¿se convertiría en quien realmente vino a ser?

El arquetipo de quien hace despertar lo mejor del otro para que el Amor sea posible es muy tentador. Es más: inclusive, a veces SÍ sucede! Sin embargo, la mayor parte de las veces nos confundimos, y quedamos entrampados en ese otro arquetipo: el del que desperdicia su vida tratando de cambiar a quien no quiere ni va a cambiar. ¿Alguien quiso cambiarte a ti? ¿Cómo te sentiste? Es difícil el aprendizaje. Pero para ello estamos en esta Tierra!

Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.com.ar

Donde está el Silencio

 

@psicoletrazaragoza

Es súper habitual conversar con nosotros mismos, analizando, sacando conclusiones y adelantándonos a lo que vendrá. En esos diálogos internos conviven distintas voces (positivas o negativas). Según el estado emocional o anímico que tengamos, y hasta por cuestiones físicas y químicas del organismo, variará la intensidad del movimiento mental generado.

Podemos experimentar una catarata de palabras, reflexionar con mucha tranquilidad o gozar de unos instantes de silencio. Tanto influye esto en nuestro bienestar, que los antiguos se han dedicado a estudiar estos comportamientos, le han llamado "parásito" o "diálogo interno" a esa voz interna que muchas veces nos distrae de la observación de la realidad concreta que nos rodea. 

La mente, la consciencia y las emociones

La mente utiliza un vehículo de proceso y almacenamiento de la información que es el cerebro, pero los científicos tratan de saber en qué parte del organismo se encuentra y no llegan a una respuesta.

Además de la mente existe la conciencia individual, un “yo” que opera por sobre todo. La conciencia es la parte mental asociada con la voluntad de la persona y es la que decide con cuáles de esas líneas de pensamiento que la mente propone, se va a continuar el diálogo. Elije sobre qué tema se va a conversar, qué asunto se va a analizar. En ese sentido la conciencia es el estado superior de la mente concreta. Claro que durante mucho tiempo podemos pensar que estas partes que trabajan coordinadamente son lo mismo, pero no es así. Buena parte del entrenamiento en meditación es acerca de diferenciar estos dos aspectos de “uno mismo”: uno es automático y el otro es voluntario.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Rumi. ESPIRITUALIDAD

 Cuando el sufismo se extendió por el mundo árabe, muchos musulmanes sólo prestaban atención a los valores materiales y seguían las reglas de la Sharía (Shariah), sin importarles mucho su vida espiritual. Esto hizo que muchos eruditos apelaran a volver a los valores simples y comenzar a luchar contra el enemigo interior: la envidia, arrogancia, parsimonia, pereza. Esto dio lugar al desarrollo de una nueva tendencia - "tasawwuf" - que significa "Sufismo".

El sufismo ("At-tasawwuf" significa misticismo en árabe) como creencia y práctica mística y ascética en el Islam apareció por primera vez en el oeste del mundo islámico (Egipto, Siria, Irak) bajo la influencia del monaquismo cristiano oriental a principios de los siglos VIII y IX. Al separarse del ascetismo en el siglo X, el sufismo se convirtió en una secta filosófico-moral religiosa independiente y progresista del Islam que se extendió ampliamente por todo el mundo islámico en el vasto califato árabe, desde Egipto hasta España en el oeste, hasta el Turquestán oriental en el este, incluyendo Irán y Asia central. La secta místico-ascética en el Islam no es un fenómeno exclusivo en esta religión, puede ser rastreada en todos los sistemas religiosos del mundo - en el monaquismo Cristiano de donde esta secta fue tomada directamente, el Judaísmo (cábala), el Budismo y el Hinduismo (varias formas de monaquismo) y hasta las profundidades del tiempo no registrado.

La formación del Sufismo como la religión islámica misma estaba teniendo lugar en cada región individual en interacción con las religiones más antiguas. En el momento de la propagación y el establecimiento del Islam en los países conquistados por los árabes, las tradiciones de la ideología preislámica seguían vivas y eran extremadamente conservadoras y, naturalmente, fueron heredadas por la religión más joven del mundo. El sufismo centroasiático en particular se formó bajo la influencia de las formas locales de Zoroastrismo, Maniqueísmo, Nestorianismo y otras sectas Iraníes orientales y religiosas del Mawarannajr que existían en el Asia central preislámica.

El origen de la palabra Sufismo se interpreta de manera diferente, del árabe "suf" - lana y griego "sophós" - un sabio, persa "sof" - sinceridad, apertura de corazón, ingenuidad y turco - "sufa - un lugar donde sentarse. La opinión más difundida es que el término "sufismo" se originó a partir de "suf" - lana, ropas gruesas de vellón usadas por los sufíes en los primeros tiempos de esta secta.

El camino de cualquier sufí se divide en cuatro etapas: shariah -obedecer la ley islámica, tariqah- postulantado, ma'rifah - meditación y percepción de Dios, haqiqah - compresión completa de la verdad. Las personas que desean entrar en el camino del Sufí se llaman muridas (que significa "sediento"), así como saliks, ahl e dils, mutassavives. Tienen que trabajar su camino bajo los auspicios de sus consejeros, maestros llamados Sheikhs (Jeques), Murshids, Pirs, Khojas, Ishons, Mavlons, Makhdums que a su vez recibieron permiso de sus consejeros. Así, el Islam tiene una especie de sistema de sucesión con los jeques sufíes como elementos principales. Los jeques sufíes son consejeros cuya línea familiar desciende a la fuente misma del Islam.

Zangiata, Sufismo
Sufí
Complejo conmemorativo de Naqshbandi, sufismo

Durante el período de su existencia el Sufismo pasó por varias etapas de su desarrollo y transformación, determinado por los cambios en las situaciones socioeconómicas y políticas, las tendencias ideológicas, la dogmática, la filosofía sufí y la geografía de su propagación. Figurativamente, el desarrollo del Sufismo se puede dividir en varias etapas - los siglos VIII- X, XI - finales del siglo XII, XIII-XV y siglos XVI-XVII.

Las primeras formas de Sufismo (pronunciado misticismo, ascetismo, celibato y reclusión) causaron una actitud negativa del Islam canónico hacia él. El sufismo en la primera etapa de su existencia fue declarado herejía y fue repugnante para el clero sunita hasta el siglo XI. 




Gradualmente, aproximadamente a partir del siglo XI, el sufismo se transformó en una forma más adecuada y tolerante para todos los niveles de la población – con el llamado "sufismo moderado"; se estaba produciendo una reconciliación gradual de las teologías Sunní y Sufí. Desde ese momento el Sufismo comenzó a extenderse ampliamente causando que no sólo los siervos pobres sino también los ricos señores se unieran a su hermandad. Ser sufí fue considerado honorable y de buen estilo.

A principios del siglo XII se formaron tres grandes órdenes en Asia Central: la Kubrawiya (en Khorezm), la división de Kadyriya (en Fergana) y la fraternidad turca de Yassawiya fundada sobre la base de las enseñanzas de Yusuf al-Hamadani por Akhmad Yassawy en Turquestán (el sur de Kazajstán). Varias uniones sufíes - tariqah - lideraban la lucha por un mayor impacto en los creyentes, que a veces tomaba una forma desesperada.

Muchos monumentos y mansiones sufíes se han conservado en Uzbekistán hasta el día de hoy. Es el complejo conmemorativo de Bakhauddin Nakshbandi en el suburbio de Bujara. Se trata de la Mezquita y Tumba de Khoja Akhrar, el Mausoleo de Gur Emir, el Mausoleo de Ruhabad y otros en Samarcanda. Se trata del Mausoleo de Sheikh Zainutdin bobo, referido a la Orden de Sukhravardiya en Tashkent. Allí también se encuentran el Mausoleo Shaikhantaur y el Mausoleo de Kaffal Shashi en la capital. Y en su suburbio se encuentra el Mausoleo de Zangiata.

Además, en Asia Central se establecieron varias mansiones sufíes en las que sólo podían ingresar las mujeres. El complejo de Kiz Bibi fue el más destacado de ellos. Todos estos lugares son sagrados para los sufíes y poseen propiedades curativas. Gente de países lejanos viene allí en busca de sanación y sabiduría, pues bien, como dice una frase sufí: "Busca la sabiduría mientras tengas fuerzas, de lo contrario puedes perder fuerzas sin haber encontrado sabiduría".

El sufismo no representaba un todo orgánico ni en sus enseñanzas ni en la práctica cultural e institucional. Las Órdenes, al igual que los monasterios cristianos, elaboraban sus propios rituales consuetudinarios y desarrollaban rituales específicos -regocijo: cantaban "sama" y danzaban "raks" derviches- diferentes en varias fraternidades sufíes y que se remontaban a las profundidades de tiempos no registrados. El sufismo no se convirtió en un sistema de puntos de vista bien formado, expresamente formulado y estrictamente definido en ninguna etapa de su desarrollo. El sufismo no es un sistema ideológico conciso; es más bien un número de sectas, escuelas y tendencias unidas sólo en el campo del sufismo práctico - práctica ceremonial donde por medio del éxtasis y el discernimiento los sufíes lograron una cognición espiritual e intuitiva de la deidad.

martes, 23 de noviembre de 2021

Vínculos Padres Hijos

 



Ya nos enseña Confucio que sólo puede ser siempre feliz el que sepa ser feliz con todo. En esta línea, huyendo de los conformismos pasivos y de falsa resignación, descubrimos que la contraseña que abre las puertas de la realización personal se compone de una simple sílaba: SÍ.

SÍ a la vida, tal como es.
SÍ a nosotros, tal como somos.
SÍ a los demás, tal como son.
SÍ a nuestros padres, tal como son y tal como fueron,
vehículos providenciales de nuestra existencia y mucho más.

Este es el mensaje que Joan Garriga Bacardí desvela en este libro, tan poético como inductor a la reflexión y al cambio, sobre un asunto esencial que nos concierne a todos: el proceso de asumir nuestro origen, nuestro legado familiar y de encontrar a través de ello nuestro lugar en el mundo.

El texto celebra la vida sin restarle su realismo y su crudeza, alejándose de una psicología positiva artificial. ¿Dónde están las monedas? ofrece nuevas perspectivas para el alma, tanto a los que sufren al pensar en sus padres como a los que lo hacen con gratitud. Habla el lenguaje de la reconciliación y de la paz. Muestra el poder del amor y el camino para integrar y superar las heridas que obstaculizan la plenitud de la propia vida.

AMOR


Que el amor es un problema se trata de una afirmación que puede entenderse en varios sentidos, pero quizá el más adecuado de todos los posibles sea mirarlo como un asunto que implica dificultad y que requiere de nuestra atención y nuestros recursos para resolverlo.

Un problema que, además, ocurre en al menos dos grandes esferas, la social y la subjetiva, la cultural y la psíquica: por un lado, la idea del amor está moldeada por cientos y cientos de años de civilización y cultura, por los afluentes disímiles de la sexualidad, la moral, la religión, el derecho, la familia, el arte y otras muchas instituciones sociales que dan marco a la idea de "amor" y de esa manera ofrecen al sujeto, paradójicamente, la dificultad de amar. Del otro lado, subjetiva y psíquicamente el individuo recibe esto y en algún momento de su existencia, en el mejor de los casos, encuentra y construye su posibilidad de amar con lo que le es dado y le fue posible tomar. Esta tensión entre subjetividad y cultura es indisociable del amor y, en buena medida, está en el origen de la consideración y la experiencia del amor como un problema.

Entre estos trabajos y pensadores se encuentra uno que aunque destacó magistralmente en la investigación de los asuntos de la psique, según sus comentadores dedicó poco al problema del amor. Esto, al menos, explícitamente. Hablamos de Carl Gustav Jung, probablemente el discípulo más adelantado de Sigmund Freud y, ya fuera de la égida del maestro, uno de los más brillantes exploradores de la mente humana.

Acotábamos ese “explícitamente” porque, en términos generales, del psicoanálisis podría decirse lo mismo que Borges dijo del ajedrez y de su jardín de senderos que se bifurcan: por momentos puede parecer que en psicoanálisis no se habla nunca de amor porque en realidad todo el tiempo se está hablando de amor, el amor es el gran tema del psicoanálisis. Lo más obvio a veces es lo que más nos pasa por alto. La singularidad de este discurso, esta forma de hablar del amor, quizá podría ser que la perspectiva de esta disciplina sobre el amor es amplia, casi a la manera dantesca del amor como una suerte de élan vital que se encuentra en todo lo que hacemos, desde el amor que damos a una persona hasta el amor que ponemos en nuestro trabajo o en esas actividades que por cotidianas parecerían que están exentas de amor, pero no es así: regar una planta, ver a un amigo, cocinar, incluso limpiar nuestra casa o bromear con un compañero de trabajo.

Jung, aun siendo un ángel rebelde del psicoanálisis, comparte parcialmente dicha aproximación al amor. Los fragmentos aquí reunidos provienen de un tomo editado por Trotta en febrero de 2011 que, como decíamos, no es propiamente un trabajo que Jung dedicó al amor, sino más bien una colección de párrafos tomados de distintos escritos y que lo tienen como un eje común en torno al cual orbitan, como astros en apariencia distantes pero unidos invisiblemente por la misma fuerza de atracción. 

El amor es siempre un problema, con independencia de la edad de la persona de quien se trate. En la etapa de la infancia el problema es el amor de los padres; para el anciano el problema es lo que ha hecho con su amor.

El problema del amor se me aparece como una montaña monstruosamente grande que con toda mi experiencia no ha hecho más que elevarse, precisamente cuando creía casi haberla escalado.

El problema del amor pertenece a los grandes padecimientos de la humanidad, y nadie debería avergonzarse del hecho de tener que pagar su tributo.

El amor verdadero establece siempre vínculos duraderos, responsables. Necesita libertad sólo para la elección, no para la realización. Todo amor verdadero, profundo, es un sacrificio. Se sacrifican las propias posibilidades o, mejor dicho, la ilusión de las propias posibilidades. Si no requiere este sacrificio, nuestras ilusiones evitarán que se establezca el sentimiento profundo y responsable, con lo que se nos privará también de la posibilidad de la experiencia del verdadero amor.

El amor tiene más de una cosa en común con la convicción religiosa. Mal caballero de la dama de su corazón es quien se echa atrás ante la dificultad del amor. El amor se comporta como lo hace Dios: ambos se entregan sólo a su servidor más valiente.

Es la incapacidad de amar la que roba al hombre sus posibilidades. Este mundo solamente es vacío para aquel que no sabe dirigir su libido a las cosas y personas para hacérselas vivas y bellas. Lo que, por tanto, nos obliga a crear un sustituto a partir de nosotros mismos no es la carencia exterior de objetos, sino nuestra incapacidad de abrazar amorosamente algo que está fuera de nosotros.

La implicación del amor en todas las formas de vida, en la medida en que es general, es decir, colectiva, constituye la menor dificultad en comparación con el hecho de que el amor es también, eminentemente, un problema individual. Esto quiere decir que pierden su validez cualquier criterio y regla general.

Seguramente nos agobien las dificultades de la vida y las contrariedades de la lucha por la existencia, pero tampoco las situaciones externas muy difíciles pueden obstaculizar el amor, por el contrario, pueden estimularnos a realizar los esfuerzos más grandes. Las dificultades reales no podrán nunca reprimir la libido de forma tan duradera como para que surja una neurosis.

El amor libre sólo sería posible si todos los seres humanos fueran capaces de los máximos esfuerzos morales. Pero la idea del amor libre no se ha inventado con esa finalidad, sino para hacer parecer fácil algo difícil. Propias del amor son la profundidad y la sinceridad del sentimiento, sin las que el amor no es amor sino mero capricho.

Es muy difícil para un hombre racional admitir qué pasa realmente con su Eros. Una mujer no tiene mayor dificultad en reconocer que el principio de su Eros es el estar vinculada, pero a un hombre, cuyo principio es el Logos, se le hace muy difícil.


Aquí se trata de lo más grande y de lo más pequeño, de lo más lejano y de lo más cercano, de lo más alto y de lo más hondo, y nunca puede decirse una cosa sin la otra. Ninguna lengua se encuentra a la altura de esta paradoja. Sea lo que sea que pueda decirse, ninguna palabra expresa la totalidad.