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Paz y Ciencia
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miércoles, 20 de septiembre de 2023

PAZ INTERIOR Y BUDISMO

 


La paz interior se relaciona con la calma mental. La experiencia física no determina necesariamente nuestra paz mental. Si tenemos paz mental, entonces el nivel físico no es tan importante.

Ahora, ¿desarrollamos paz interior al orar? No, en realidad no. ¿A través de entrenamiento físico? No. ¿Al obtener conocimiento? No. ¿A través de adormecer nuestras emociones? Tampoco. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una situación difícil: si encaramos la situación, basados en una atención plena en los beneficios y desventajas de cualquier acción posible y sus consecuencias, entonces nuestra mente no se encuentra perturbada y esto es verdadera paz interior.

Por ello, la compasión y una perspectiva realista son extremadamente importantes. Cuando actuamos en forma no realista surgen consecuencias inesperadas que traen consigo una gran cantidad de temor. En tales casos no consideramos todas las consecuencias, por lo que no nos damos cuenta ni entendemos. Nuestro temor proviene de una falta de investigación adecuada, por lo que necesitamos analizar desde las cuatro direcciones, arriba y abajo para obtener una visión completa. Siempre existe una brecha entre la realidad y la apariencia, por eso es necesario investigar desde todas las direcciones.

No es posible determinar si algo es positivo o negativo con tan sólo verlo. Cuando lo investigamos cabalmente y nos damos cuenta de la verdad acerca de algo, es cuando podemos evaluar si es positivo o negativo. Entonces, necesitamos hacer una evaluación racional de nuestra situación. Si empezamos a investigar con deseo: "Quiero este resultado, ese otro resultado", entonces nuestra investigación está sesgada. La tradición nalanda de la India dice que es necesario siempre ser escépticos e investigar objetivamente todos los temas, incluso la religión.

martes, 5 de septiembre de 2023

¿Qué es Om?

 


Ig: @psicoletrazaragoza


Además, las vibraciones y la pronunciación rítmica también tienen un efecto físico en nuestro cuerpo.

La sílaba Om y su vibración, ralentiza el sistema nervioso y calma la mente, consiguiendo un efecto similar a la meditación.

Cuando la mente está relajada, la presión arterial disminuye y, con ello se beneficia también, la salud de nuestro corazón.

Finalmente, el símbolo  Om es también una forma conectar con nuestro interior y crear un estado de conciencia.

Dejar un momento al día para sentarnos a meditar y recitar este mantra significa crear un tiempo diferente dentro de nuestra rutina diaria con el fin de conocernos y cuidarnos.

Si te fijas hay muchas personas que llevan el tatuaje del Om en su piel, como forma de recordar la gran conexión que tenemos con el Universo a través de este sonido.

viernes, 14 de julio de 2023

FRASES BUDISTAS





Buda ha inspirado a muchas generaciones para que consigan la mejor versión de sí mismos, sean religiosos o no. Sus refranes y frases budistas son sinónimo de gran inteligencia y ayudan a muchas personas a hacer mejores cambios en sus vidas.

El budismo ha inspirado a muchas personas para que se puedan encontrar a sí mismas y dar un nuevo significado a la existencia.

1. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional

Vivir situaciones o experiencias que nos hacen sufrir y nos hacen daño es parte de la vida. Cuando pasamos por malos momentos tenemos que pasar por un proceso para que la herida se cierre. Una vez que pasamos este periodo, somos nosotros mismos los que decidimos si nos quedamos estancados en ese recuerdo.

Es nuestra decisión superar las malas experiencias lo antes posible, pasar página y encontrar paz en las pequeñas cosas del día a día.

2. No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita

Las personas que menos cosas materiales necesitan o desean, son los que definitivamente van a ser más felices en la vida.

Tener mucho no significa ser más felices, si uno está contento con poco, no necesita tener mucha riqueza.

3. Por el esfuerzo, la vigilancia, la disciplina y el dominio de sí, el sabio se crea una isla que la inundación no logra destruir

Esta frase nos enseña la capacidad de sacrificio y autocontrol de los sabios

4. Para enseñar a los demás, primero has de enderezarte a ti mismo.

Una de las mejores claves para la docencia es tener una mentalización previa. Solo puedes ser capaz de enseñar si la mente la tienes clara.

5. El amor verdadero nace de la comprensión.

En el modo de la vida budista, el amor no es una fuerza visceral aislada de cualquier forma de reflexión.

lunes, 6 de febrero de 2023

PERLAS DE ORIENTE


Una de las cosas más interesantes de la filosofía oriental, como el budismo y el taoísmo, es su simplicidad. Estas formas de entender y estar en el mundo no están tratando de vincularnos a una lista infinita de estándares morales, muchos de los cuales solo sirven para hacernos sentir culpables, pero nos ofrecen una manera mucho más fácil de encontrar el equilibrio mental. Sin embargo, algunas de las ideas que promueven son muy difíciles de aceptar, especialmente para las mentes occidentales. Aquí hay algunos refranes de Buda para inspirarse.

1. No eres lo que dices, eres lo que haces

Creemos que nuestras creencias y valores nos definen como personas. En cierto sentido, es así, pero esta afirmación no es del todo cierta. No somos mejores personas simplemente porque creemos en algo o hemos aceptado ciertos valores como nuestros estándares de comportamiento. Lo que nos transforma en quienes somos son nuestras acciones. Las palabras y los pensamientos sin acción siguen siendo buenas intenciones, nada más.

De hecho, el mundo está lleno de personas con buenas intenciones que en momentos decisivos no actúan de acuerdo con los valores y las creencias que están proclamando a los cuatro vientos. Esta parábola nos alienta a no caer en el error de pensar que somos mejores simplemente porque tenemos más ideales «puros» o buenas intenciones. Debemos asegurarnos de que estos valores e ideas tengan una salida práctica. Debemos asegurarnos de que haya una congruencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. No solo somos buenas personas por lo que pensamos o sentimos, sino por lo que hacemos.

2. No hagas a los demás lo que no quieres que ten el taoísmo no hay diez mandamientos ni leyes complicadas que determinen qué es bueno y qué no. Solo hay una regla: no herir a los demás, abstenerse de causar daño, sufrimiento y dolor.

Debemos comportarnos con los demás de la misma manera en que nos gustaría que se comporten con nosotros. Es una regla muy simple porque antes de cualquier dilema moral deberíamos preguntarnos: ¿nos gustaría que alguien se comporte así con nosotros o con las personas que amamos?

El problema con esta regla es que implica que la responsabilidad de nuestras acciones sea totalmente nuestra y aterroriza a quienes prefieren que sea una religión, un estado o una sociedad la que decida qué es correcto o incorrecto porque de esta manera tienen una excusa para escapar de sus conciencia. Siempre es más fácil culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad de los errores que cometimos.

Por supuesto, esta regla aparentemente simple también tiene otra implicación importante, ya que es imperativo que primero podamos amarnos a nosotros mismos. Si caemos en hábitos autodestructivos, terminaremos haciendo solo daño a los demás. Para aceptar y practicar esta verdad, necesitarás hacer un gran trabajo dentro de ti, algo que muchas personas no están dispuestas a hacer.

3. La madurez no es sumar, sino aprender a restar

La sociedad ha estado preocupada por crear necesidades falsas. Entonces nos mantiene ocupados y estresados ​​mientras intentamos obtener todo lo que nos brinda la seguridad o el bienestar que deseamos. De hecho, la vida es mucho más simple, y una vez que se satisfacen nuestras necesidades básicas, no necesitamos mucho más porque pensamos erróneamente que la vida consiste en agregar más y más. Agregar personas incluso si no nos traen nada. Agregar otras cosas incluso si no las necesitamos. Agregar más aspiraciones incluso si no son más que espejismos. Agregar más roles sociales incluso si no podemos interpretarlos bien ni sentirnos cómodos con ellos. Creemos que agregar es sinónimo de éxito y felicidad, cuando en realidad es solo una expresión de miedo, insatisfacción y caos. Aceptar que no necesitamos agregar, sino aprender a restar, es difícil porque implica un cambio radical en la forma en que entendemos la vida. Pero el resultado es extremadamente liberador.

El maestro zen de la historia nos invita, de alguna manera, a liberarnos de esta necesidad de agregar y complicar todo para abrazar la simplicidad. Él nos enseña que a veces las grandes verdades son las más simples y que para encontrar el equilibrio a veces es necesario volver a los orígenes y eliminar de las cosas todas las capas superfluas que hemos construido alrededor.

sábado, 21 de enero de 2023

HABLA CON TU PROBLEMA


@psicoletrazaragoza

Hablar con tu problema...

Si te es difícil el método anterior para analizar tu problema, también es posible “personificarlo” para acceder a las emociones escondidas. El truco es darle voz, oído y expresión de modo que pueda hablar contigo, escucharte y reaccionar ante el diálogo. Es posible personificar cualquier problema o dolencia física.

Actuarlo y hacer que otros actúen, esto sería como hacer constelaciones familiares. De las mismas hablaremos en otro encuentro.

Paso a detallarte brevemente los pasos

Los pasos a seguir son sencillos:

  • Imaginas a tu problema delante con un rostro y le preguntas:

    ¿Quieres decirme algo?
    ¿Cómo te sientes?
    ¿Cuál es tu función?
    ¿De qué me proteges?
    ¿Qué les dirías a las personas con las que me relaciono?
    ¿Qué te responderían esas personas?
  • Ahora hazte las siguientes preguntas a ti mirando el rostro de tu problema.

    ¿Qué haría si no te tuviese?
    ¿Qué te diría?
    ¿Qué te tendría miedo a decir?
    ¿Por qué quiero que sigas ahí?
    ¿Qué sería lo malo de sanar?
    ¿Qué podría hacer yo por ti?

El objetivo de todo el diálogo es identificar y apuntar las respuestas emocionales tanto tuyas como de la personificación de tu problema. No te pierdas en un diálogo con tu problema o en una búsqueda de razonamientos. En cuanto tengas las emociones intenta recordar cuándo las sentiste antes en tu vida.

martes, 26 de julio de 2022

BUDISMO / MENTE

 



La mente vive agitada, estresada y en el miedo. Necesitamos calmarla, serenarla y practicar formas para paliar la neurosis. No es preciso ser un monje, tan sólo caminar por la vida como si fuéramos un buda.

Siddhartha Gautama, el Buda que significa “el despierto”, vivió al norte de la India en el s. VI a. C. Un buen día, viendo la problemática del mundo que le rodeaba, decidió ir al interior de su conciencia, despojándose de todo, para descubrir el sentido de la vida. De ahí emergió con las cuatro nobles verdades, que se basan en que la vida es sufrimiento. Lo más trascendente es que Buda nos enseñó a ir hacia dentro para ir en busca de nuestra esencia. Un buda es la persona que despierta del sueño de la vida y descubre quién es en realidad.

No se trata de ser un iluminado, sino de comprender cómo el alinearse con lo interno ayuda a nuestra felicidad y bienestar.


martes, 5 de abril de 2022

PAZ INTERIOR

 




Vivimos en guerra con nosotros mismos cuando no aceptamos lo que somos, tenemos, decidimos, pensamos, hacemos.

Al no perdonar los errores y equivocaciones, lo que no dijimos , las oportunidades que perdimos, lo que no supimos hacer.

Si olvidamos lo que amamos, lo que nos hace vivir, lo que nos motiva e invita a movernos.

Cuando no soltamos la queja, la mirada de la desesperanza, el mirar sin ver.

Criticándonos. Haciendo del juicio crítico el arma de la autoexigencia alienante.

Sin reconocer la propia necesidad, los valores personales, los llamados del corazón.

Estamos en guerra cuando vivimos pendientes de los juicios de los demás, postergamos las elecciones que dependen de nosotros mismos, damos a otros poder para que nos definan.

Autonocerse, considerarse con amor, trabajar para fortalecer la autoestima, relacionarse desde la honestidad y la congruencia es el camino de la paz.

Y aunque compleja y difícil, la paz siempre es menos costosa que la guerra.

domingo, 6 de febrero de 2022

El BUDISMO es una religión??

 



El budismo es una religión india basada en el mensaje de que Buda promovió y enseñó. Buda nació como Siddhārtha Gautama. Pero la información sobre su vida es inconsistente ya que algunos hechos son suposiciones. Buda nació en una familia real, y cuando cumplió 29 años, comenzó una búsqueda de la felicidad y la realización humanas.

Después de estudiar, encontró el camino del medio como la clave para la iluminación. Pasó el resto de su vida enseñando que las posesiones materiales no eran el camino a la felicidad. Más bien, la moralidad, el contenido y la sabiduría eran más importantes para tratar de vivir una vida feliz.

Símbolos budistas y su significado

La representación de Buda en la práctica primitiva del budismo no incluía la ahora popular estatua de Buda. Más bien, había símbolos espirituales usados ​​para representarlo a él y sus enseñanzas.

Estos símbolos budistas de buena suerte y protección han aumentado en número, pero hay algunos símbolos prominentes, como el león, la huella de Buda, el árbol Bodhi y los ocho símbolos auspiciosos.

La imagen de Buda es ahora el símbolo budista más reconocido, pero los otros símbolos aún son importantes, reconocidos y utilizados hasta hoy.

Los símbolos del budismo de la harina de loto se usan en los monasterios chinos para adornar las estatuas de Buda. Los templos budistas en Sri Lanka y Tailandia todavía usan los símbolos budistas de protección y buena suerte más antiguos también.


domingo, 30 de enero de 2022

LA MUERTE ES UNA ILUSIÓN

 


La muerte es una ilusión, es un de los muchos libros de este monje budista Thich Nhat Hanh, quién ha escrito estas páginas basándose en su propia experiencia y en las que nos propone una asombrosa alternativa a las dos filosofías opuestas de un alma eterna y del nihilismo.

Según él, el nacimiento y la muerte son tan sólo puertas que atravesamos, vestíbulos sagrados que cruzamos en nuestro viaje. En este libro sencillo y esencial, nos ayuda a afrontar con serenidad lo que muchos consideran erróneamente el horror supremo y la máxima desgracia.

Nuestro mayor temor es el de convertirnos en nada al morir. "Creemos que hemos nacido de la nada y que volveremos a la nada, y eso hace que nos invada el miedo a la aniquilación. Pero Buda lo comprendió de forma muy diferente: la vida y la muerte no son más que nociones ilusorias. No son reales".

Según el autor, "Cuando pierdes a un ser querido, sufres. Pero si lo observas a fondo, tienes la oportunidad de comprender que su naturaleza es en realidad la naturaleza del no-nacimiento y de la no-muerte. Existe tanto la manifestación como la cesación de la manifestación, y esta última permite que surja otra manifestación.

Para poder reconocer las nuevas manifestaciones de una persona has de ser muy observador y estar muy atento. Pero a base de práctica y esfuerzo, lo lograrás. Al observar a fondo las cosas veremos también que ¿De dónde venimos?  no hay ni nacimiento ni muerte, ni llegada ni partida, ni ser ni no-ser, ni similitud ni disparidad.

Si no aprendemos a hacer esta práctica, estaremos perdiendo el tiempo de manera lamentable. Podemos aprender muchas prácticas para disminuir nuestra tristeza y sufrimiento, pero la crema de la sabiduría iluminada consiste en percibir el no-nacimiento y la no-muerte.

A través de esta percepción dejaremos de tener miedo. Podremos disfrutar del inmenso legado que nuestros antepasados nos han dejado. Hemos de dedicar un tiempo a practicar estas profundas y maravillosas enseñanzas en nuestra vida cotidiana".

Thich Nhat Hanh, con mucha sabiduría y desde la sencillez explica el carácter ficticio o ilusorio de la muerte. Es un libro de fácil lectura pues no se adentra en los aspectos filosóficos de la visión oriental de la vida sino todo lo contrario desde su propia experiencia lo que sin duda lo convierte en un testimonio recomendable.

Este libro es esencial para aprender a cómo superar el miedo a morir o superar el duelo  pues nos ayuda a afrontar con serenidad lo que par a la mayoría, consideramos erróneamente el final.

Vivir es aprender a morir. y la persona que no sabe morir no sabe vivir y al revés. Para plantar cara a la inseguridad de vivir con el miedo a morir es la única solución ya que así podemos vivir de manera plena, en el aquí y el ahora.

sábado, 29 de enero de 2022

SUTRA DEL CORAZÓN

 



El término clave en el Sutra del Corazón budista es la palabra sánscrita shunyata
que habitualmente se traduce como "vacío" o "vacuidad". 

Como dice el sutra en sus primeras líneas, 
"todos los dharmas (cosas, fenómenos) están vacíos". 

Los ojos, oídos, narices, lenguas, cuerpos, mentes: todos los objetos externos 
-y todas las enseñanzas budistas- están vacíos.

La palabra "vacuidad" es una buena traducción de shunyata, 
pero tiene el inconveniente de que suena negativa, 
incluso desesperanzadora. 

La vacuidad del Sutra del Corazón es una cosa completamente distinta. 
Es la buena noticia de una gozosa liberación. 

Los comentadores del sutra a menudo se hacen la pregunta, 
"vacío de qué?", y responden, 
"vacío de identidad separada, vacío de pesantez, 
vacío de carga, vacío de límites".

Los chinos, buscando una palabra que pudiera ser usada para traducir shunyata, 
usaron el caracter para "cielo".

Todos los dharmas están vacíos como el cielo - 
azul, hermoso, expansivo, y siempre listo para recibir un pájaro, 
el viento, una nube, el Sol, la Luna, o un avión. 

La vacuidad del Sutra del Corazón no es el vacío de la desesperación; 
es vacío de toda limitación y frontera. 
Es abierto, liberado.

Cuando me encuentro limitado por mi propia piel y los demás limitados por la suya, 
he de defenderme y protegerme de ellos. 
Y cuando me hallo entre ellos, debo actuar con cuidado, 
lo que es una ardua labor, porque a menudo soy herido, enfrentado, y frustrado por los otros. 

Pero cuando hay apertura, 
y no hay límites entre mí mismo y los demás 
-cuando resulta ser que yo soy literalmente los otros 
y los otros son literalmente yo- 
entonces el amor y la conexión son simples y naturales.

Es por eso que la enseñanza budista del Sutra del Corazón, 
que parece más bien filosófica y severa, 
es la base necesaria para la compasión. 

La vacuidad y la compasión van de la mano. 

La compasión como una transacción -yo aquí, siendo compasivo contigo allá- 
resulta demasiado torpe y difícil. 

Si voy a ser responsable de recibir tu sufrimiento 
y hacer algo con respecto

Thich Nhat Hanh: CLÁSICO TRABAJO

 




La utilidad del sufrimiento

Sin lodo no hay loto

La víctima número dos

¿Qué nos hará estar a salvo?

CÍRCULO ENSO



El círculo en la cultura occidental representa el fin de 'algo'. En la oriental simboliza la plenitud, la infinidad, la armonía, la simplicidad, la integridad. En Japón hay un círculo muy especial denominado -« EL CÍRCULO ENSO que es trazado con una tinta japonesa llamada Sumi [también lo puedes encontrar como Círculo Sumi].

Es un símbolo espiritual muy profundo que tiene un significado muy religioso para los budistas Zen. Para ellos, el círculo representa nuestro verdadero ser. 

Lo más bonito de este círculo es que como podrás comprobar no es un círculo cerrado... de ahí su simbología que se abre hacia el infinito. Pero que en si mismo es armonioso. 

Los monjes pintaban este círculo con un gran pincel y lo empapaban en tinta negra. Mientras contemplaban el lienzo plasmaban el círculo en un trazo rápido. Su mente siempre en quietud y sin pensar en nada más. Mente vacía. Ésta era una forma de cerrar un ciclo importante en sus vidas, hacia una mejor e intensa

jueves, 27 de enero de 2022

Thich Nhat Hanh

 



Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zgz Y Online.

Teléfono: 34 653 379 269

No a la guerra interna. Thich Nhat Hanh

Como el sol que ilumina cada hoja y cada brizan de hierba, nuestra sabiduría ilumina cada pensamiento y sentimiento, permitiéndonos reconocerlos, ser concientes de su nacimiento, duración y disolución, sin juzgarlos o evaluarlos, sin acogerlos ni desecharlos. Es importante que no consideres a la sabiduría como tu “aliado”, al que llamas para suprimir los “enemigos” que son tus pensamientos indisciplinados. No conviertas tu mente en un campo de batalla. No mantengas ahí un campo de guerra; pues todos tus pensamientos-alegria, tristeza, envidia, odio-son parte de ti mismo.

El Sol. Mi corazón. Autor: Thich Nhat Hanh, Editorial Dharma, España, 1999, ps. 19.

Thich Nhat Hanh


 


«Nuestra verdadera casa es la vida y la vida es el aquí y ahora.
Mi respiración puede llevarme de nuevo a mi verdadera casa»
Thich Nhat Hanh

Considerado el padre del ' mindfulness ' o la atención plena, el maestro espiritual y monje budista Thich Nhat Hanh (1926-2022) defendió siempre que la capacidad de ser consciente de lo que está pasando y de lo que se está viviendo es la base para abordar los problemas y las injusticias del mundo moderno. A lo largo de su vida publicó más de 100 libros y organizó cientos de retiros espirituales, pero además logró que la comunidad budista fuera sensible a las necesidades de un mundo cambiante y en continua transformación.


CITAS

No tienes que hacer algo especial, solo tienes que ser consciente del hecho de que inspiras y de que expiras


Disfruto de mi inspiración y de mi expiración y de repente descubro que estoy realmente vivo y presente


Y esto lo puede hacer todo el mundo y representa una gran diferencia en la vida


Nuestra verdadera casa es la vida y la vida es el aquí y ahora


Mi respiración puede llevarme de nuevo a mi verdadera casa


Y deberíamos ser capaces de hacerlo cada día de nuestras vidas

sábado, 22 de enero de 2022

THICH NHAT HANH: CÓMO AMAR

 



Si viertes un puñado de sal en una taza de agua, el agua no se puede beber. Pero si viertes la sal en un río, las personas pueden seguir sacando agua para cocinar, lavar y beber. El río es inmenso y tiene la capacidad de recibir, abrazar y transformar. Cuando nuestros corazones son pequeños, nuestra comprensión y compasión son limitadas, entonces sufrimos. No podemos aceptar o tolerar a los demás y sus deficiencias, y exigimos que cambien. Pero cuando nuestros corazones se expanden, estas mismas cosas no nos hacen sufrir más. Brindamos mucha comprensión y compasión y podemos abrazar a los demás. Aceptamos a los demás tal como son, luego tienen la oportunidad de transformarse. Entonces la gran pregunta es: ¿cómo ayudamos a nuestros corazones a crecer?

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Cada uno de nosotros puede aprender el arte de nutrir la felicidad y el amor. Todo necesita alimento para vivir, incluso el amor. Si no sabemos cómo nutrir nuestro amor, se marchitará. Cuando alimentamos y favorecemos nuestra propia felicidad, estamos también nutriendo nuestra capacidad de amar. Es por eso que amar significa aprender el arte de nutrir nuestra felicidad.

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Comprender el sufrimiento de alguien es el mejor regalo que puede hacerle a otra persona. Comprensión es el otro nombre del amor. Si no comprendes, no puedes amar.

LA REVERENCIA ES LA NATURALEZA DE NUESTRO AMOR

En Asia existe la tradición de tratar a tu pareja con el respeto que le darías a un invitado. Esto es cierto incluso si has estado junto a tu ser querido durante mucho tiempo. La otra persona siempre merece tu pleno respeto. La reverencia es la naturaleza de nuestro amor.


LOS CUATRO ELEMENTOS DEL AMOR VERDADERO

El verdadero amor está compuesto de cuatro elementos: amabilidad amorosa, compasión, alegría y ecuanimidad. En sánscrito, estas palabras son, maitri, karuna, mudita y upeksha. Si tu amor contiene estos elementos, será sanador y transformador, y será un amor revestido de santidad. El verdadero amor tiene el poder de sanar y transformar cualquier situación y de darle un significado profundo a nuestras vidas.


COMUNICACIÓN AMOROSA 

Amar sin saber amar, puede herir a la persona que amamos. Para saber cómo amar a alguien, debemos comprenderlo. Para comprender, tenemos que escuchar. Esa persona puede ser nuestro compañero, nuestro amigo, nuestro hermano o nuestro hijo. Puedes preguntar: “Querido, ¿crees que te entiendo lo suficiente? Por favor, díme tus dificultades, dime si estás sufriendo y cuales son tus deseos más profundos”. Entonces la otra persona tendrá la oportunidad de abrir su corazón.

LA ALEGRÍA ES SANADORA

Si una relación no puede proporcionar alegría, entonces no es amor verdadero. Si sigues haciendo llorar a la otra persona todo el día, eso no es amor verdadero. Ofrece solo cosas que hacen feliz a la otra persona. Debes conocer las necesidades reales de esa persona. Practica y aprende cómo generar la sensación de alegría... Si tienes suficiente comprensión y amor, entonces cada momento, ya sea tomando el desayuno, conduciendo el automóvil, regando el jardín o haciendo cualquier otra cosa durante el día, puede ser un momento de alegría.


NUTRIDO POR LA ALEGRÍA

Aprende a nutrirte a ti mismo y a la otra persona con alegría. ¿Eres capaz de hacer sonreír a la otra persona? ¿Eres capaz de aumentar su confianza y entusiasmo? Si no puedes hacer estas pequeñas cosas para ella, ¿cómo puede decir que la amas? A veces, una palabra amable es suficiente para ayudar a alguien a florecer como una flor.


REGAR LAS FLORES

Cuando practicamos el arte de vivir de manera consciente, regamos con agua los elementos positivos en nosotros mismos y en los demás. Vemos que la otra persona, como nosotros, tiene dentro tanto flores como basura, y así la aceptamos. Nuestro trabajo es regar las flores de nuestro ser querido y no traerles más basura. Cuando tratamos de cultivar flores, si no crecen bien, no las culpamos ni discutimos con ellas. Nuestro compañero es una flor. Si la cuidamos bien, crecerá maravillosamente. Si la cuidamos mal, se marchitará. Para ayudar a que una flor crezca bien, debemos entender primero su naturaleza. ¿Cuánta agua y sol necesita?



jueves, 13 de enero de 2022

La Depresión es una Prisión CON LLAVE

 



En el fondo, todos los seres humanos somos iguales: todos queremos ser felices y nadie quiere sufrir. Por eso cada vez que se me presenta la oportunidad, trato de mostrar, a los que me escuchan, todo lo que tenemos en común como miembros de la familia humana, así como la profunda interrelación que hay entre nuestra existencia y nuestro bienestar.

Hoy en día, gracias a un número creciente de pruebas científicas, se reconoce cada vez más la estrecha relación que existe entre la felicidad y nuestra disposición mental. Muchos de nosotros, que vivimos en sociedades que gozan de un gran desarrollo material, nos damos cuenta que alrededor nuestro hay mucha gente que no nos parece feliz. Debajo del barniz de prosperidad, se divisa un malestar con sentimientos de frustración, conflictos innecesarios, fármaco-dependencia o alcoholismo, y en el peor de los casos, se puede llegar hasta el suicidio. No hay manera de garantizar que el dinero, por si sólo, pueda procurarnos la alegría o la satisfacción que buscamos. Lo mismo pasa con nuestros amigos. Cuando nuestra  mente se encuentra en un estado de furia o de odio intensos, inclusive un amigo íntimo puede parecernos frío, o indiferente, distante o exasperante.

Pero los seres humanos estamos dotados de una inteligencia maravillosa. Además, todos los humanos somos capaces de actuar con determinación y ese fuerte sentido de resolución lo podemos orientar en cualquier dirección. Mientras tengamos presente lo que es el don maravilloso de la inteligencia humana, así como la capacidad de emprender actos positivos con gran resolución, nuestra salud mental básica quedará protegida. El ser conscientes de nuestro extraordinario potencial humano nos confiere una fuerza fundamental. Y esa seguridad nos permite  lidiar con cualquier dificultad, en cualquier situación que se presente, sin perder la esperanza y sin sumirnos en sentimientos de autoestima negativa.

Escribo estas líneas como alguien que perdió su libertad a los dieciséis años y luego perdió a su país a los veinticuatro. He vivido más de cincuenta años en el exilio, dedicado, como los demás Tibetanos, a mantener viva nuestra identidad tibetana y a preservar nuestra cultura y nuestros  valores. Las noticias que nos llegan del Tíbet son casi siempre desgarradoras, pero nada nos autoriza a bajar los brazos. A mí personalmente me ayuda el adoptar el pensamiento siguiente: si el problema tiene remedio, no hay necesidad de preocuparse. En otras palabras, si la dificultad se puede resolver o existe alguna salida, no  hay que sentirse abrumado por ella. Lo mejor es buscar la solución. Tiene más sentido concentrar la energía en hallar una solución que en preocuparse por el problema. Ahora bien, si no hay remedio, si no existe solución, pues tampoco tiene sentido preocuparse, puesto que no se  puede hacer nada de todos modos. En ese caso, cuanto más pronto reconocemos  la situación, tanto  mejor será para nosotros. Esta fórmula, claro está, implica encarar directamente el problema y adoptar una perspectiva realista. De otro modo, no podremos detectar si el problema tiene o no una solución.

Si adoptamos un enfoque realista y cultivamos una motivación correcta, también podremos protegernos del miedo y la ansiedad. Si generamos una motivación pura y sincera, basada en la bondad, la compasión y el respeto, podremos llevar adelante todas las tareas, en cualquier campo de acción, y con mayor eficacia, menos aprensión o preocupación, sin temor de lo que estén pensando los demás y sin dejar de confiar en que se alcanzará la meta final. Y aunque no se  alcance, podremos sentirnos felices y satisfechos por haber hecho el esfuerzo. Pero si nos anima una motivación maliciosa, aun si los demás nos felicitan o si conseguimos lo deseado, no nos sentiremos  felices.

Algunas veces también, podemos sentimos insatisfechos por la vida que llevamos, y estamos a punto de dejarnos aplastar por las dificultades que nos rodean. Esto nos ocurre a todos de vez en cuando, con mayor o menor intensidad. En esos momentos, es indispensable hacer todos los esfuerzos posibles para lograr levantar el ánimo. Podemos hacer un esfuerzo para recordar lo afortunados que hemos sido : contamos con el amor y afecto de alguien que nos quiere; tenemos algún talento; hemos recibido una buena educación; tenemos asegurada la satisfacción de nuestras  necesidades básicas, a saber, la alimentación, la vestimenta y la vivienda; o tal vez hayamos actuado de manera altruista en el pasado. Debemos tener  en cuenta el más mínimo aspecto positivo de nuestra vida, porque si no logramos  levantar nuestro ánimo, corremos el peligro de sumirnos aún más en un sentimiento de impotencia. Esto nos puede abatir hasta el punto de convencernos de que carecemos de toda capacidad de hacer el bien en cualquier circunstancia, y así se van creando  las condiciones que conducen a la desesperación.

En mi calidad de monje budista, he aprendido que lo que más puede alterar nuestra paz interior es lo que llamamos las emociones perturbadoras. Cualquier pensamiento, emoción o acontecimiento mental que refleje un estado mental negativo o desprovisto de compasión merma inevitablemente nuestra sensación de paz interior. Todos nuestros pensamientos negativos – el odio, la ira, el orgullo, la concupiscencia, la codicia, la envidia y demás – son considerados fuentes de dificultades y son perturbadores. Los  pensamientos y emociones  negativos son obstáculos a  nuestra aspiración más fundamental: el deseo de ser feliz y no sufrir. Cuando actuamos influenciados por ellos, olvidamos cuál va a ser el impacto de nuestra acción sobre los demás; son la causa de nuestra conducta destructiva con nuestros semejantes y con nosotros mismos. Los homicidios, escándalos y estafas, todos tienen su origen en las emociones perturbadoras.

Surge inevitablemente la pregunta: ¿se puede adiestrar la mente? Existen muchos métodos para formarla. Entre ellos, existe una enseñanza especial en la tradición budista denominada ‘adiestramiento mental’, que apunta a desarrollar el interés por los demás y a sacar provecho de la adversidad. Esta forma de pensar, de convertir los problemas en fuentes de felicidad, es lo que ha permitido al pueblo tibetano preservar su dignidad y su espíritu, a pesar de las grandes dificultades que ha tenido que enfrentar. De hecho, estos consejos me han servido mucho y han sido de gran utilidad práctica en mi propia vida.

Un gran maestro tibetano del adiestramiento de la mente comentó una vez, que una de las cualidades más maravillosas de la mente es su potencial de transformación. No me cabe duda sobre el hecho de que, los que se dedicaran a transformar la mente, a sobreponerse a sus emociones perturbadoras y a lograr un sentimiento de paz interior, notarán con el tiempo un cambio progresivo en su actitud mental y en sus reacciones ante las personas y los sucesos. Sus mentes se volverán más disciplinadas y positivas. Y estoy seguro que descubrirán que su propia felicidad aumenta a medida que contribuyen a aumentar la felicidad de los demás. Rezaré por que todos los que adopten esta meta logren la bendición de alcanzarla.

El Dalai Lama
31 de Diciembre de 2010

Publicado en el Hindustan Times de India, el 3 de Enero de 2011

martes, 11 de enero de 2022

PEMA CHÖDRÖN. PACIENCIA

 



La paciencia es el antídoto contra la agresividad. Al querer ser pacientes podemos superar toda nuestra cólera acabando con todo el dolor y el sufrimiento.

EL ARTE DE LA PACIENCIA

La paciencia termina al no aceptar que todo tiene su tiempo.


Observar, observar simplemente, es el arte de la paciencia. Tú querrás conducir tu mente, dirigirla en uno u otro sentido, porque éste es un viejo hábito. Tendrás que tener paciencia para romper este hábito.


Donde quiera que vaya la mente, observa únicamente. No trates de forzar una orden, ya que una palabra da lugar a otra y a otra, y a mil más, porque todas las cosas están conectadas.


La paciencia se ha utilizado como parte de la explotación de las personas en todas las áreas, pero es una hermosa calidad. Sea paciente, significa, la confianza en la naturaleza, en la existencia en sí mismo. Las cosas son mejores cada día; pase lo que pase, su paciencia es algo mejor para ti. Es una muy buena alquimia; transforma el sufrimiento en una bendición. Es una gran herramienta en sus manos; sólo tiene que entender que el instrumento debe ser utilizado por usted, no por otros acerca de usted. Es un cambio de perspectiva que trae paciencia para usted.


Entonces usted entiende que todo es bueno, y que todo va a ser aún mejor, porque durante siglos se ha convertido cada vez mejor. No hay necesidad de preocuparse por el mañana; mañana será mejor. Toda la existencia se dedica a la mejora de sí misma. Sólo tienes que ser un poco paciente; usted no debe tener prisa. Usted no debe pedir que todo se dará ahora.


Todo llega en el momento adecuado.

Todo viene cuando usted está maduro.

Todo viene cuando usted se merece.


Ten paciencia porque la existencia misma está involucrada en este proceso; somos parte de ella, no hay razón para preocuparse. Incluso algo que parece oscuro hoy en día sólo pueden revelar el comienzo de un nuevo amanecer. La noche es más oscura justo antes del amanecer.


Trate de entender la vida, y la paciencia vendrá a usted por su cuenta.


Veamos a Pema Chödrön que nos enseña sobre la paciencia...

«Las enseñanzas budistas nos dicen que la paciencia es el antídoto contra la agresividad».

Cuando sentimos cualquiera de sus formas -odio, rencor, espíritu de crítica, ganas de pelea, etc.- es el momento de aplicar todas las prácticas que hemos aprendido y los consejos que hemos recibido o incluso dado a los demás. Sin embargo, a menudo, todo ello no parece servir de ayuda. Y esta es la razón por la que el tema de la paciencia ha atraído mi atención desde hace ya tiempo: porque no es nada fácil saber cómo actuar cuando la cólera se apodera de nosotros.

Si la paciencia era el antídoto contra la agresividad, había que concentrarse en estudiarla. Y durante el proceso aprendí muchas cosas sobre lo que es y lo que no es la paciencia. Ahora quiero compartirlo con vosotros para animaros a descubrir cómo trabaja la paciencia con la agresividad.

Para empezar, hay que darse cuenta de la relación de la paciencia con el fin del sufrimiento. Cuando nos domina la agresividad –y en cierta medida esto se puede aplicar a cualquier estado emocional alterado- hay una poderosa fuerza que nos empuja a la descarga. Es tan doloroso sentir el aguijón de la cólera que deseamos resolver la situación cuanto antes mejor.

¿Y qué es lo que solemos hacer?

Justo lo que aumenta la escalada de la cólera y el dolor: repartir tortas y devolver los golpes. Cuando algo hiere nuestros sentimientos hay en ello inicialmente una cualidad de delicadeza, una vulnerabilidad que nos pasa desapercibida por la velocidad a la que actuamos. Uno se encuentra a sí mismo en medio de un torbellino de sentimientos. Y se debate con sus palabras o sus acciones para escapar de la agresión y el dolor, creando más agresión y dolor.

En este punto -paciencia- significa andar listo: saber pararse y esperar. E implica también callarse, ya que cualquier cosa que se diga será agresiva, aunque sea “te amo, cariño”.

En cierta ocasión, yo estaba muy enfadada con un compañero y lo llamé por teléfono. No recuerdo el motivo de mi enfado, el caso es que no podía dormir porque me sentía furiosa. Hice todas las meditaciones que conozco para estos casos, pero ninguna me ayudaba. De modo que me levanté a media noche y lo llamé por teléfono. Cuando descolgó el aparato lo único que dije fue: ¡Hola, Yeshe! Y él inmediatamente me preguntó: ¿He hecho algo mal? Yo pensaba que sería capaz de disimular con una capa de dulzura mis verdaderos sentimientos, pero el mero tono de mi saludo me traicionó. Esto es lo que pasa con la cólera: si hablas se te nota.

«El problema ya no es lo que se diga, sino que estás sentado sobre un polvorín y transmites esa vibración».

La paciencia tiene mucho que ver con andar listo en ese instante y esperar: no hablar y no hacer nada. Por otra parte esta conducta es también una oportunidad para darse cuenta de manera rotunda del enfado que uno tiene. No se trata de suprimir nada, la paciencia no va por ahí. De hecho el tema es comportarse con uno mismo de manera honesta y amable. No dedicarse a rumiar los pensamientos discursivos y sí querer enterarse del enfado que uno tiene. Y al mismo tiempo hay que dejar que continúe el diálogo interno, en el que culpamos y criticamos, y probablemente sentimos también culpa y remordimiento por haber actuado como lo hemos hecho. Es un momento complejo, porque uno se siente mal por estar enfadado, pero al mismo tiempo está realmente enfadado y no puede detenerlo. Es un sentimiento confuso y difícil. Pero hay que permanecer paciente con la confusión y el sufrimiento que comporta.


La paciencia posee una enorme honestidad, al tiempo que impide que las cosas se salgan de sus cauces, y concede espacio a los otros para hablar, para que se expresen ellos, mientras uno permanece sin reaccionar, aunque por dentro lo esté haciendo. Abandonamos las palabras y no nos movemos del sitio.


De este modo la persona paciente desarrolla un carácter intrépido. Cuando se practica el tipo de paciencia que conduce a la desactivación de la agresividad y la cesación del sufrimiento, se cultiva un enorme coraje. Se comprende la cólera y cómo genera palabras y acciones violentas. Se contempla el proceso entero sin involucrarse en él. Cuando se practica la paciencia no se reprime la cólera, sino que uno se sienta directamente sobre ella. Y como resultado se consigue conocer la energía de la cólera y adónde conduce, sin necesidad de llegar a sus extremos. Hemos dado vía libre muchas veces a nuestra cólera y sabemos hasta dónde nos puede llevar. El deseo de decir algo mezquino, de murmurar, de calumniar, de quejarse, es como un maremoto. Pero uno se da cuenta de que estos comportamientos no le liberan de la agresividad, sino que la aumentan. Por tanto uno opta por ser paciente, paciente consigo mismo.


Desarrollar la paciencia y la intrepidez significa aprender a convivir con la irritabilidad. Es como montarse en un caballo salvaje o sobre un tigre que puede devorarnos. Hay un poema que cuenta la siguiente historia:


“Había una joven en Nigeria que iba riendo subida a lomos de un tigre; a la vuelta la chica iba dentro del tigre y la sonrisa en la boca del animal”. Permanecer ‘sentado’ sobre el propio malestar le hace a uno sentirse como si montara un tigre, a veces es aterrador.


Cuando examinamos este proceso aprendemos algo muy interesante: que no existe otra solución. La solución que los seres humanos buscamos parte de un error de base: pensamos que todo la tiene, pensamos que podemos resolver cualquier cosa. Sentimos nuestra poderosa energía y estamos inquietos hasta que las cosas se ajustan al modo seguro y confortable que deseamos, ya sea a favor o en contra, para bien o para mal.


Sin embargo, la práctica que estamos haciendo no nos deja nada a lo que agarrarnos. Ni siquiera las enseñanzas budistas son un asidero. En este trabajo con la paciencia y la intrepidez, aprendemos a ser pacientes con el hecho de ser seres humanos, de que cualquiera que nace y muere busca constantemente, desde el principio hasta el final, algún tipo de solución a este inquieta y tensa energía. Y no existe. La única que hay es pasajera y deja un rastro de mayor sufrimiento. Descubrimos que de hecho la alegría y la felicidad, la paz, la armonía y el estar centrado provienen de ser capaces de permanecer estable mientras el malestar surge, se despliega y se desvanece.


La energía jamás produce nada sólido.


De manera que todo el tiempo estamos en el torbellino de la energía. El modo de conectar con la dulzura inherente de nuestro verdadero corazón es no moverse y ser pacientes con este tipo de energía. No debemos censurarnos a nosotros mismos si fallamos, porque no somos más que seres humanos; lo único que debe importarnos es tener suficiente coraje. “Había una joven en Nigeria que iba riendo subida a lomos de un tigre; a la vuelta la chica iba dentro del tigre y la sonrisa en la boca del animal”. Permanecer ‘sentado’ sobre el propio malestar le hace a uno sentirse como si montara un tigre, a veces es aterrador.


Cuando examinamos este proceso aprendemos algo muy interesante: que no existe otra solución. La solución que los seres humanos buscamos parte de un error de base: pensamos que todo la tiene, pensamos que podemos resolver cualquier cosa. Sentimos nuestra poderosa energía y estamos inquietos hasta que las cosas se ajustan al modo seguro y confortable que deseamos, ya sea a favor o en contra, para bien o para mal.


Sin embargo, la práctica que estamos haciendo no nos deja nada a lo que agarrarnos. Ni siquiera las enseñanzas budistas son un asidero. En este trabajo con la paciencia y la intrepidez, aprendemos a ser pacientes con el hecho de ser seres humanos, de que cualquiera que nace y muere busca constantemente, desde el principio hasta el final, algún tipo de solución a este inquieta y tensa energía. Y no existe. La única que hay es pasajera y deja un rastro de mayor sufrimiento. Descubrimos que de hecho la alegría y la felicidad, la paz, la armonía y el estar centrado provienen de ser capaces de permanecer estable mientras el malestar surge, se despliega y se desvanece.


La energía jamás produce nada sólido.


De manera que todo el tiempo estamos en el torbellino de la energía. El modo de conectar con la dulzura inherente de nuestro verdadero corazón es no moverse y ser pacientes con este tipo de energía. No debemos censurarnos a nosotros mismos si fallamos, porque no somos más que seres humanos; lo único que debe importarnos es tener suficiente coraje para profundizar en nuestra reacción instintiva de buscar tierra firme bajo los pies.


La paciencia es una práctica tremendamente maravillosa, compasiva y transformadora. Es una técnica para cambiar de raíz la costumbre que tenemos de resolver las cosas por la derecha o por la izquierda, juzgándolas buenas o malas. Es el mejor modo para desarrollar coraje, para averiguar de qué va realmente la vida.


La paciencia es además ‘no ignorancia’.


De hecho, paciencia y curiosidad van de la mano. ¿Deseas saber quién eres? ¿Quién eres en el plano de tus patrones neuróticos? ¿Quién eres en un nivel más allá del nacimiento y la muerte? Si deseas contemplar la naturaleza de tu propio ser, necesitas ser inquisitivo. El camino para ello es un viaje de investigación que comienza mirando a fondo en lo que tengas en marcha en estos momentos. Las enseñanzas nos hacen un montón de sugerencias sobre dónde enfocar nuestra atención, y las prácticas nos indican cómo mirar. La paciencia es una exquisita instrucción en este proceso. Por el contrario la agresividad nos impide fijarnos: es el fin de nuestra curiosidad. La agresividad resuelve las situaciones a través de un patrón de conducta fijo, sólido, tajante; uno gana y el otro pierde, eso es todo.


Cuando nos decidimos a investigar, solemos notar que cualquier tipo de sentimiento penoso que tengamos, si realmente nos concentramos en él, dentro suyo siempre hay algún tipo de apego. Siempre hay algo que nos tiene atrapados.

La simple curiosidad, el hecho de querer investigar, requiere una enorme paciencia.


Cuando nos damos cuenta de que en este preciso instante hay algo que nos tiene atrapados y de que podemos elegir, se requiere gran paciencia para decidirse a profundizar en ello. Porque uno desearía no hacerlo, negarse. Lo más fácil es decirnos: “¡No quiero saber nada!”. Tenemos miedo porque, aunque estemos cerca de conseguirlo, el pensamiento de soltar siempre nos asusta. Sentimos como si de alguna forma fuéramos a morirnos. Y queremos estar bien. Si soltamos, algo morirá. Y precisamente necesitamos que algo muera para gozar del gran beneficio de su muerte.


A veces, sin embargo, es muy fácil. Cuando nos embarcamos en este viaje de autodescubrimiento y notamos que hay algo a lo que estamos aferrados, a menudo vemos que no se trata más que de una pequeñez. Una vez me quedé atascada en algo descomunal, y Trungpa Rimpoché me lo advirtió. Me dijo: “Es demasiado para ti; todavía no eres capaz de deshacerte de ello, practica primero con las cosas sencillas. Empieza dándote cuenta de todas las pequeñas cosas a las que estás apegada y te resultará más fácil entender qué significa soltar”.


Fue un estupendo consejo. No debemos enfrentarnos de entrada con lo más grande, porque no podremos. Es demasiado amenazante. Puede incluso ser demasiado cruel soltar algo ahí mismo, en el acto. Incluso con las pequeñas cosas podemos, aunque sea de forma intelectual, comenzar a ver que el hecho de soltar puede tener una enorme trascendencia, una relajación y una conexión con la suavidad y la ternura del verdadero corazón. Un auténtico gozo emana de esto.


Pero que seamos capaces de ver cómo el apego incrementa el sufrimiento no significa que estemos a punto de soltar, porque hay mucho en juego. Y lo que está en juego es ni más ni menos que nuestro sentimiento de quién somos, nuestra entera identidad. Estamos empezando a movernos en el territorio del no-ego, en la naturaleza insustancial de uno mismo –y de todas las cosas, por supuesto-. Las antiguas enseñanzas teóricas y filosóficas pueden parecernos muy reales cuando comenzamos a tener un atisbo de lo que estamos realmente hablando aquí.


Se necesita un montón de paciencia para no comenzar a aporrearse a sí mismo por cada fracaso con el soltar. Pero si aplicamos la paciencia al hecho de no ser capaz de soltar, esto de algún modo sirve de ayuda. Ser paciente con la incapacidad para soltar ayuda a alcanzar el punto en que el desapego comienza a producirse de manera gradual –a un ritmo sensato y amoroso, al ritmo en que nuestra sabiduría básica nos permite movernos-. Ya es un gran logro el simple hecho de haberse dado cuenta de que podemos elegir. Y en ese punto lo único que necesitamos es paciencia para esperar y aflojar, para soportar el desasosiego y la irritabilidad y la inquietud de la energía.

Estoy convencida de ello, no obstante cada uno debe ver por sí mismo si es cierto. Buda enseñó que la primera verdad es que todos sufrimos a causa del apego. Por el contrario, uno siente que debe ser extremadamente paciente con lo que ve respecto a sus imperfecciones. La ‘paciencia’ en este sentido es sinónimo de bondad, porque la bondad es capaz de actuar a ritmo muy lento. Estamos, pues, desarrollando paciencia y bondad con nuestras imperfecciones y limitaciones, para poder mantener nuestros ideales más elevados. Alguien pronunció una vez una frase que me gustó: “Rebaja tus expectativas y ajústate a ellas”.


Uno de los aforismos del maestro budista hindú Atisha dice: “Cualquiera de las dos cosas que suceda, sé paciente”. Quiere decir que si se produce una situación dolorosa seamos pacientes, pero que si lo que se produce es una situación placentera también hemos de serlo. Es una postura interesante en términos de paciencia y cesación del sufrimiento, o de paciencia e intrepidez, o de paciencia y curiosidad. Vivimos a sobresaltos, y ya sean de dolor o de placer buscamos soluciones. Pero si somos felices de verdad, si algo es importante, debemos ser pacientes con ello, no hay que estallar ni ponerse a mil por hora –refrenar las compulsiones de comprar, de hablar, de actuar.


Me gustaría insistir en que una de las cosas que se puede hacer para desarrollar la paciencia es acostumbrarse a reconocer que “¡Oh, volví a hacerlo!”. Hay un eslogan que dice: “Una vez al principio y otra al final”. Y significa que cuando nos levantamos por la mañana formulamos un propósito, y al final del día, con una actitud amable y cariñosa, revisamos si lo hemos llevado a cabo. Normalmente formulamos algún propósito del tipo: “Hoy voy a ser paciente” y en el momento de decirlo ya estamos imaginando que vamos a fallar. En vez de esto, podemos decir: “Hoy voy a poner en práctica todos mis recursos para intentar ser paciente”, y al llegar la noche revisamos el día entero de manera afectuosa y sin auto castigarnos. Y seremos pacientes si, al revisar el día que acaba o simplemente los últimos cuarenta minutos, descubrimos que: “Me he comportado de manera tan eufórica como nunca lo había hecho en mi vida”, o “He estado más agresivo de lo que jamás había estado”, o “me he dejado llevar por la irritación de manera incontrolable”. Si uno tiene veinte años, lleva veinte años comportándose así, y lo mismo si tiene setenta y cinco. Da igual. Lo importante es que uno se dé cuenta y diga: ¡Quiero un respiro!


El camino para desarrollar la bondad y la compasión es ser paciente con el hecho de que somos un ser humano y cometemos errores.


Esto es más importante que hacerlo todo bien. Y parece que funciona únicamente si aspiramos a darnos una oportunidad de cambio, de clarificación, practicando la paciencia y las otras cualidades semejantes, como la generosidad, la disciplina y la observación. Como sucede con el resto de las enseñanzas, no hay nada que ganar ni nada que perder. La actitud correcta no es decir: “Como nunca he sido capaz, no voy a volver a intentarlo”. Nunca has sido capaz pero vas a seguir intentándolo. Y, curiosamente, esto añade algo: añade bondad para con uno mismo y con los demás. Te buscas a ti mismo y te vas encontrando donde quiera que vas. Y ves a toda esa gente que se ha perdido, como te pasa a ti. Pero a continuación ves a todos los que se han encontrado a sí mismos y te ofrecen el regalo de la intrepidez. Y dices: “¡Oh, qué gente más estupenda: son ellos mismos!”. Y comienzas a apreciar el más leve gesto de valor en los demás, pues ahora sabes que no es fácil, y esto te inspira a ti también de forma intensa. Así es como nos ayudamos unos a otros.


«La paciencia ve las cosas de manera que todo sea una alegría para usted».


Pema Chödrön