viernes, 30 de enero de 2009
Poema El Ave Fénix de Paul Éluard
Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.
Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.
De todo hay en nuestra hoguera
piñas de pino y sarmientos
y flores más fuertes que el agua…
Hay barro y rocío…
La llama bajo nuestro pie la llama nos corona.
A nuestros pies insectos pájaros hombres
van a escaparse
Los que vuelan van a posarse.
El cielo está claro, la tierra en sombra
pero el humo sube al cielo
el cielo ha perdido su fuego.
La llama quedó en la tierra.
La llama es el nimbo del corazón
y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire..
Disipa la niebla de nuestro invierno
hórrida y nocturna se encendió la pena,
floreció la ceniza en gozo y hermosura
volvemos la espalda al ocaso.
Todo es color de aurora.
jueves, 29 de enero de 2009
La rosa de Paracelso
Jorge Luis Borges
La rosa de Paracelso
De Quincey, Writings, XIII, 345
En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano. Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía, El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares, Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo, Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta, El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.
El maestro fue el primero que habló.
-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-, No recuerdo la tuya, ¿Quién eres y qué deseas de mí?
-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-, Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.
Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.
Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:
-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo,
-El oro no me importa -respondió el otro-, Estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.
Paracelso dijo con lentitud:
-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.
El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
-Pero, ¿hay una meta?
Paracelso se rió.
-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que "hay" un Camino,
Hubo un silencio, y dijo el otro:
-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino,
-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.
-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.
Habían empezado hablando en latín; ahora, en alemán.
El muchacho elevó en el aire la rosa.
-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.
-Eres muy crédulo -dijo el maestro- No he menester de la credulidad; exijo la fe.
El otro insistió.
-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.
Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
-Eres crédulo -dijo-. ¿ Dices que soy capaz de destruirla?
-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.
-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿ Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?
-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.
Paracelso se había puesto en pie.
-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.
-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?
Paracelso le miró con tristeza.
-El atanor está apagado -repitió-- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otro con astucia o con humildad.
-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.
El discípulo dijo con frialdad:
-Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa.
No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.
Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:
-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.
El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:
-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?
El otro replicó, tembloroso:
-Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.
Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza. Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.
Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa llaneza:
-Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.
El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.
Se arrodilló, y le dijo:
-He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte y seré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.
Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco. ¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?
Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retornó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie de la escalera y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.
Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió.
La rosa de Paracelso
De Quincey, Writings, XIII, 345
En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano. Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía, El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares, Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo, Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta, El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.
El maestro fue el primero que habló.
-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-, No recuerdo la tuya, ¿Quién eres y qué deseas de mí?
-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-, Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.
Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.
Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:
-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo,
-El oro no me importa -respondió el otro-, Estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.
Paracelso dijo con lentitud:
-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.
El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
-Pero, ¿hay una meta?
Paracelso se rió.
-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que "hay" un Camino,
Hubo un silencio, y dijo el otro:
-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino,
-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.
-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.
Habían empezado hablando en latín; ahora, en alemán.
El muchacho elevó en el aire la rosa.
-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.
-Eres muy crédulo -dijo el maestro- No he menester de la credulidad; exijo la fe.
El otro insistió.
-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.
Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
-Eres crédulo -dijo-. ¿ Dices que soy capaz de destruirla?
-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.
-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿ Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?
-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.
Paracelso se había puesto en pie.
-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.
-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?
Paracelso le miró con tristeza.
-El atanor está apagado -repitió-- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otro con astucia o con humildad.
-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.
El discípulo dijo con frialdad:
-Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa.
No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.
Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:
-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.
El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:
-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?
El otro replicó, tembloroso:
-Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.
Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza. Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.
Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa llaneza:
-Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.
El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.
Se arrodilló, y le dijo:
-He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte y seré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.
Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco. ¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?
Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retornó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie de la escalera y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.
Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió.
Ideas informes
Sobre Trastornos de Personalidad (un sistema “Comprehensivo” con ángulo psicoanalítico)
El objeto de este trabajo es triple; primero, organizar la experiencia teórica y práctica; segundo, exponer el “gap” psicoanalítico en relación a este tema, acaso contrarrestado por autores de la talla de Kernberg, Gunderson, Kohut o Bleichmar; por último, como costumbre, rescatar el trabajo del espacio de trabajo, diagnóstico y terapéutico en un enfoque que a mi me hizo empezar a tomar interés por el psicoanálisis, tirando de la cuerda.
Los trastornos de personalidad pertenecen ahora al eje II, junto con los distintos retrasos mentales, son problemas estructurales, de déficit, de trauma(s) acumulativos, de carencias, de desposesión y otras teorizaciones posible. Para entender la estructura es saludable contextualizar los primeros años de vida, no sin riesgo de caer en la cuenta de que el psicoanálisis es, a veces, un hermoso cuento de hadas.
Pautas diagnósticas:
A. Patrón permanente de conducta y experiencia interna que se desvía notablemente de las expectativas culturales y que se manifiesta en al menos dos de las siguientes áreas: cognición, afectividad, funcionamiento interpersonal y control de impulsos.
B. El patrón de personalidad es inflexible y desadaptativo y causa malestar subjetivo o un deterioro funcional significativo
Existen tres clusters:
- En el eje A: el de los raros y excéntricos, donde estarían los del espectro psicótico excepto la psicosis borderline, aquí está el trastorno esquizoide, el paranoide y el esquizotípico. Lo sustancial de este grupo son las distorsiones cognitivas (pensamiento mágico, autorreferencial, suspicacia), frecuente es el aislamiento y el rechazo del contacto con el otro. En términos de Anzieu-Winnicott, su yo-piel presenta una fina sensibilidad y repliegue del mundo externo que hace volverse “hacia dentro” al mínimo contacto, vivido como riesgo.
- En el eje B: dramáticos (teatrales) y emotivos, donde se encuentran los borderline (límite), histriónicos, antisociales y narcisistas. Se trata de los más habituales en consulta, los que más hacen sufrir generalmente, característica es su impulsividad, la búsqueda de sensaciones, la sensación de vacío interior (propio de lo esquizoide winnicottiano y que continuaría su discípulo Laing). Es habitual que hayan pasado antes por varios terapeutas, podemos decir que más de media docena, sin exagerar. Habitualmente están inscritos en familias disfuncionales en los que no son sostenidos ni reconocidos, esto les hace sufrir un profundo dolor solitario que conecta con el repliegue esquizoide mencionado en el párrafo anterior. Porque estos “clusters” son sólo una esquematización con fines de investigación y comunicación interprofesional.
- En el eje C: miedosos o temerosos. Aquí está el obsesivo-compulsivo o anancástico, el dependiente y el evitativo. Son personas que comparten un elevado componente de ansiedad, el obsesivo controla, el dependiente delega y el evitativo controla y emplea estrategias esquizoides, por esto último hay cierta polémica ya que se solapa con la fobia social generalizada y en su polo más inhibido tiene muchas conexiones con la esquizoidía. El obsesivo-compulsivo se diferencia del TOC como síndrome clínico porque es un patrón de pensamiento, sentimiento, volición y acción que existe desde siempre, suele arrancar en la adolescencia y se manifiesta en las relaciones con los demás. De destacar aquí que la pauta diagnóstica es bastante hortera ya que dice textualmente que se tiene que desviar de las expectativas de la cultura, ¿de qué cultura? Deberían invitar a Woody Allen a las reuniones de la A.P.A.
El objeto de este trabajo es triple; primero, organizar la experiencia teórica y práctica; segundo, exponer el “gap” psicoanalítico en relación a este tema, acaso contrarrestado por autores de la talla de Kernberg, Gunderson, Kohut o Bleichmar; por último, como costumbre, rescatar el trabajo del espacio de trabajo, diagnóstico y terapéutico en un enfoque que a mi me hizo empezar a tomar interés por el psicoanálisis, tirando de la cuerda.
Los trastornos de personalidad pertenecen ahora al eje II, junto con los distintos retrasos mentales, son problemas estructurales, de déficit, de trauma(s) acumulativos, de carencias, de desposesión y otras teorizaciones posible. Para entender la estructura es saludable contextualizar los primeros años de vida, no sin riesgo de caer en la cuenta de que el psicoanálisis es, a veces, un hermoso cuento de hadas.
Pautas diagnósticas:
A. Patrón permanente de conducta y experiencia interna que se desvía notablemente de las expectativas culturales y que se manifiesta en al menos dos de las siguientes áreas: cognición, afectividad, funcionamiento interpersonal y control de impulsos.
B. El patrón de personalidad es inflexible y desadaptativo y causa malestar subjetivo o un deterioro funcional significativo
Existen tres clusters:
- En el eje A: el de los raros y excéntricos, donde estarían los del espectro psicótico excepto la psicosis borderline, aquí está el trastorno esquizoide, el paranoide y el esquizotípico. Lo sustancial de este grupo son las distorsiones cognitivas (pensamiento mágico, autorreferencial, suspicacia), frecuente es el aislamiento y el rechazo del contacto con el otro. En términos de Anzieu-Winnicott, su yo-piel presenta una fina sensibilidad y repliegue del mundo externo que hace volverse “hacia dentro” al mínimo contacto, vivido como riesgo.
- En el eje B: dramáticos (teatrales) y emotivos, donde se encuentran los borderline (límite), histriónicos, antisociales y narcisistas. Se trata de los más habituales en consulta, los que más hacen sufrir generalmente, característica es su impulsividad, la búsqueda de sensaciones, la sensación de vacío interior (propio de lo esquizoide winnicottiano y que continuaría su discípulo Laing). Es habitual que hayan pasado antes por varios terapeutas, podemos decir que más de media docena, sin exagerar. Habitualmente están inscritos en familias disfuncionales en los que no son sostenidos ni reconocidos, esto les hace sufrir un profundo dolor solitario que conecta con el repliegue esquizoide mencionado en el párrafo anterior. Porque estos “clusters” son sólo una esquematización con fines de investigación y comunicación interprofesional.
- En el eje C: miedosos o temerosos. Aquí está el obsesivo-compulsivo o anancástico, el dependiente y el evitativo. Son personas que comparten un elevado componente de ansiedad, el obsesivo controla, el dependiente delega y el evitativo controla y emplea estrategias esquizoides, por esto último hay cierta polémica ya que se solapa con la fobia social generalizada y en su polo más inhibido tiene muchas conexiones con la esquizoidía. El obsesivo-compulsivo se diferencia del TOC como síndrome clínico porque es un patrón de pensamiento, sentimiento, volición y acción que existe desde siempre, suele arrancar en la adolescencia y se manifiesta en las relaciones con los demás. De destacar aquí que la pauta diagnóstica es bastante hortera ya que dice textualmente que se tiene que desviar de las expectativas de la cultura, ¿de qué cultura? Deberían invitar a Woody Allen a las reuniones de la A.P.A.
miércoles, 28 de enero de 2009
Necesidades ambientales; primeras etapas; dependencia total e independencia esencial (1948)
Necesidades ambientales; primeras etapas;
dependencia total e independencia esencial
- 1 9 4 8 -
Ya me han escuchado en varias charlas. En lo que les dije hasta ahora traté de levantar un edificio, por decir así. Creo que ese edificio (el exterior) es lo que se puede apreciar de las charlas en este momento.
(quiero considerar las distintas fases del desarrollo de los niños. Estaba pensando que podríamos compararlas tomando la palabra "moral".
Para los niños que alcanzaron cierta etapa, la de ser humano íntegro, diría que la moral es una transacción. Ellos tienen su propia idea acerca de lo que está bien y lo que está mal, pero, como saben, pueden darse cuenta de que el otro tiene su punto de vista, y entonces muy a menudo se produce una transacción o solución de compromiso. Hay una etapa un poco anterior en la que la moral parece representada por la reparación de la culpa; en este sentido, la culpa es tolerable si algo se hace al respecto. Cuando llegamos a estas cosas más primitivas, la moral se ha vuelto algo tremendo y terrible.
No hay transacción: es la vida o la muerte. Si alguien no logró completar algo en estas primeras etapas,nada puede hacerse; esas personas no aceptarán ninguna solución de compromiso, preferirán pasar su vida en un hospital neuropsiquiátrico que ceder. Podemos entender qué significa eso cuando tomamos casos extremos ya sean nuestros o de niños que se las arreglan para sacar la cara por algo en ciertos
momentos, por su integridad, por su individualidad, por sus derechos como seres humanos individuales.
De todos modos, me parece que hay algo muy feroz en la moral del bebé, y en todo lo nuestro que corresponde a la infancia y al desarrollo infantil más temprano.
Ahora quiero referirme a la introducción de la realidad externa en el bebé humano, y no quiero que me entiendan mal si digo que sé lo que pasa entre una madre y su recién nacido. Un bebé viene al mundo y sin duda suceden muchas cosas de las que no estamos hablando, pero en cierto momento comienza a interesarse en algo externo; hay un vuelco de la personalidad hacia algo del exterior. Empieza a tener hambre. Está dispuesto a aceptar algo que viene de fuera de él y no tiene idea de lo que va a ser, pero tiende una línea hacia algo, la madre. Entonces, está la madre con su pecho, y tiene algo que ofrecerle y parece tan fácil, si uno no lo pensó. El bebé ve y siente lo que hay ahí y lo estimula, y a su vez el bebé estimula al pecho y a todo lo fisiológico, y es verdadero pero no suficiente. Tenemos que advertir que
aquí hay una situación muy engañosa, que me hace temblar cuando pienso cuán fácilmente interfieren los médicos y las enfermeras. Está el bebé con su capacidad de alucinar algo, y está la madre, que tiene lo que ella sabe que es bueno para el bebé pero éste aún no lo sabe, y la madre debe ingeniárselas para situarse de modo que lo que el bebé desee encontrar sea efectivamente a ella misma. En tal caso,
podríamos decir que se las ingenia para darle al bebé la ilusión de que lo que él obtiene, encuentra y toma es lo que creó a partir de sus propios sentimientos, de su propio poder de alucinar. Esto, desde luego, es una cuestión de vivencia. La madre organiza de diversas maneras su trato y su contacto con el
bebé, pero el asunto sigue adelante, y en el caso corriente, la madre se ha situado muchas veces en la dirección apropiada para el bebé y éste, poco a poco, ha llegado a tener, a partir de la experiencia real, material para alucinar, y se las ingenia para ver el pezón efectivo, y experimenta los detalles del pecho, su olor y todo eso, y gradualmente, a través de un largo y penoso proceso, es capaz de imaginar en qué va a convertirse realmente. Esto es algo que se hace, y cuando se hace con éxito, le da al bebé la base de su salud mental, y es muy difícil que la pierda. Pero nunca el éxito es completo, y ahora veremos qué pasa en el caso de haber fallas.
Las palabras "ilusión" y "realidad" aparecen en los escritos de psicólogos y filósofos... Podríamos afirmar que nos hablan de algo parecido a esto, pero es probable, les decimos, que dejen fuera la base,que es esta experiencia entre la madre y el bebé en los comienzos. No se trata de un concepto teórico. Si
no hay dificultades, se le debe algo a alguien; éste es el factor externo. Parecería que pudiera decirse que cierto grado de falla es muy común, y a veces una falla total.
En un nivel muy temprano se produce una escisión de la personalidad, que es uno de los sentidos de la palabra "esquizofrenia". En ese caso el niño tiene dos relaciones con la realidad externa. En una hay sometimiento, el tomar efectivo sobre la base de la sumisión; y luego hay una experiencia puramente imaginaria con una realidad imaginada. En el caso extremo, tiene lugar muy poco contacto, el niño no tiene nada para imaginar salvo lo que está en él mismo, lo que equivale a chuparse el pulgar o hacer movimientos de vaivén, algo muy empobrecido. Por otro lado, puede haber tenido lugar para un bebé un contacto real y una ilusión suficientes para edificar un mundo con mucho dentro que, según podemos reconocer, proviene de nuestra realidad compartida. Y en el caso de que esto haya pasado a constituir un rasgo importante a raíz de un derrumbe posterior, y el niño vuelve a una escisión, con frecuencia
tenemos un niño en un mundo extremadamente rico, rico de cosas que conocemos, propias de nuestra realidad compartida.
En los niños se aprecian dos relaciones con la realidad externa. Una parece a veces muy satisfactoria, en el sentido de que el niño toma todo, si hablamos de comida, o, si hablamos de aprendizaje, acepta todo y se comporta bien, pero uno tiene todo el tiempo la sensación de que algo falta, y no le sorprende encontrar, más adelante, que esta relación -que no era con la realidad externa sino con el mundo internose
derrumba. Quiero referirme a una niña que permaneció dormida tres años, que había vivido durante un largo período en este mundo y luego hizo una regresión y se retiró al suyo. Cuando uno se encuentra con un niño que se retira ya sea por unos minutos, unas semanas o años enteros, le interesa tratar de averiguar qué habrá del mundo externo que todos conocemos en su experiencia interna del mundo.
Si hablamos de Shakespeare y de la capacidad de introducirse en el propio mundo interno, vemos que el mundo interno de Shakespeare era tan rico como el mundo en que vivimos. Todo lo que nos viene de él podría haberse basado en observaciones muy agudas sobre los seres humanos del mundo real. Todo lo que él conoció y sintió se le metió adentro, y cuando pudo sacarlo, lo reconocemos y verificamos.
Podemos considerarlo a Shakespeare para mantener un sentido de proporción en esto. Pero si tomamos a un músico como Beethoven también encontraremos que ahí están representadas todas las emociones y los sentimientos y las relaciones humanas, no en persona sino en términos del "vaivén" de las fuerzas de la espontaneidad, sin que aparezcan seres humanos. Si ahora contemplan las actividades de "meterse adentro" de los niños que están al cuidado de ustedes, notarán que algunos no se preocupan mucho
porque tienen un rico mundo interno, relacionado con el mundo externo, y su vida es rica; pero otros tienen un mundo interno muy empobrecido, tan separado que uno reconoce en eso una enfermedad.
Tomemos dos niños, ambos preocupados. Uno de ellos no nos inquietará si sabemos que está lleno de riqueza, pero el otro sí si lo sabemos enfermo, si su preocupación carece de riqueza; si en los comienzos no hubo nadie que le diera a este niño lo suficiente como para formarse una ilusión acerca de la realidad.
La realidad permaneció para él como algo que nunca podrá ser totalmente aceptado[...]
dependencia total e independencia esencial
- 1 9 4 8 -
Ya me han escuchado en varias charlas. En lo que les dije hasta ahora traté de levantar un edificio, por decir así. Creo que ese edificio (el exterior) es lo que se puede apreciar de las charlas en este momento.
(quiero considerar las distintas fases del desarrollo de los niños. Estaba pensando que podríamos compararlas tomando la palabra "moral".
Para los niños que alcanzaron cierta etapa, la de ser humano íntegro, diría que la moral es una transacción. Ellos tienen su propia idea acerca de lo que está bien y lo que está mal, pero, como saben, pueden darse cuenta de que el otro tiene su punto de vista, y entonces muy a menudo se produce una transacción o solución de compromiso. Hay una etapa un poco anterior en la que la moral parece representada por la reparación de la culpa; en este sentido, la culpa es tolerable si algo se hace al respecto. Cuando llegamos a estas cosas más primitivas, la moral se ha vuelto algo tremendo y terrible.
No hay transacción: es la vida o la muerte. Si alguien no logró completar algo en estas primeras etapas,nada puede hacerse; esas personas no aceptarán ninguna solución de compromiso, preferirán pasar su vida en un hospital neuropsiquiátrico que ceder. Podemos entender qué significa eso cuando tomamos casos extremos ya sean nuestros o de niños que se las arreglan para sacar la cara por algo en ciertos
momentos, por su integridad, por su individualidad, por sus derechos como seres humanos individuales.
De todos modos, me parece que hay algo muy feroz en la moral del bebé, y en todo lo nuestro que corresponde a la infancia y al desarrollo infantil más temprano.
Ahora quiero referirme a la introducción de la realidad externa en el bebé humano, y no quiero que me entiendan mal si digo que sé lo que pasa entre una madre y su recién nacido. Un bebé viene al mundo y sin duda suceden muchas cosas de las que no estamos hablando, pero en cierto momento comienza a interesarse en algo externo; hay un vuelco de la personalidad hacia algo del exterior. Empieza a tener hambre. Está dispuesto a aceptar algo que viene de fuera de él y no tiene idea de lo que va a ser, pero tiende una línea hacia algo, la madre. Entonces, está la madre con su pecho, y tiene algo que ofrecerle y parece tan fácil, si uno no lo pensó. El bebé ve y siente lo que hay ahí y lo estimula, y a su vez el bebé estimula al pecho y a todo lo fisiológico, y es verdadero pero no suficiente. Tenemos que advertir que
aquí hay una situación muy engañosa, que me hace temblar cuando pienso cuán fácilmente interfieren los médicos y las enfermeras. Está el bebé con su capacidad de alucinar algo, y está la madre, que tiene lo que ella sabe que es bueno para el bebé pero éste aún no lo sabe, y la madre debe ingeniárselas para situarse de modo que lo que el bebé desee encontrar sea efectivamente a ella misma. En tal caso,
podríamos decir que se las ingenia para darle al bebé la ilusión de que lo que él obtiene, encuentra y toma es lo que creó a partir de sus propios sentimientos, de su propio poder de alucinar. Esto, desde luego, es una cuestión de vivencia. La madre organiza de diversas maneras su trato y su contacto con el
bebé, pero el asunto sigue adelante, y en el caso corriente, la madre se ha situado muchas veces en la dirección apropiada para el bebé y éste, poco a poco, ha llegado a tener, a partir de la experiencia real, material para alucinar, y se las ingenia para ver el pezón efectivo, y experimenta los detalles del pecho, su olor y todo eso, y gradualmente, a través de un largo y penoso proceso, es capaz de imaginar en qué va a convertirse realmente. Esto es algo que se hace, y cuando se hace con éxito, le da al bebé la base de su salud mental, y es muy difícil que la pierda. Pero nunca el éxito es completo, y ahora veremos qué pasa en el caso de haber fallas.
Las palabras "ilusión" y "realidad" aparecen en los escritos de psicólogos y filósofos... Podríamos afirmar que nos hablan de algo parecido a esto, pero es probable, les decimos, que dejen fuera la base,que es esta experiencia entre la madre y el bebé en los comienzos. No se trata de un concepto teórico. Si
no hay dificultades, se le debe algo a alguien; éste es el factor externo. Parecería que pudiera decirse que cierto grado de falla es muy común, y a veces una falla total.
En un nivel muy temprano se produce una escisión de la personalidad, que es uno de los sentidos de la palabra "esquizofrenia". En ese caso el niño tiene dos relaciones con la realidad externa. En una hay sometimiento, el tomar efectivo sobre la base de la sumisión; y luego hay una experiencia puramente imaginaria con una realidad imaginada. En el caso extremo, tiene lugar muy poco contacto, el niño no tiene nada para imaginar salvo lo que está en él mismo, lo que equivale a chuparse el pulgar o hacer movimientos de vaivén, algo muy empobrecido. Por otro lado, puede haber tenido lugar para un bebé un contacto real y una ilusión suficientes para edificar un mundo con mucho dentro que, según podemos reconocer, proviene de nuestra realidad compartida. Y en el caso de que esto haya pasado a constituir un rasgo importante a raíz de un derrumbe posterior, y el niño vuelve a una escisión, con frecuencia
tenemos un niño en un mundo extremadamente rico, rico de cosas que conocemos, propias de nuestra realidad compartida.
En los niños se aprecian dos relaciones con la realidad externa. Una parece a veces muy satisfactoria, en el sentido de que el niño toma todo, si hablamos de comida, o, si hablamos de aprendizaje, acepta todo y se comporta bien, pero uno tiene todo el tiempo la sensación de que algo falta, y no le sorprende encontrar, más adelante, que esta relación -que no era con la realidad externa sino con el mundo internose
derrumba. Quiero referirme a una niña que permaneció dormida tres años, que había vivido durante un largo período en este mundo y luego hizo una regresión y se retiró al suyo. Cuando uno se encuentra con un niño que se retira ya sea por unos minutos, unas semanas o años enteros, le interesa tratar de averiguar qué habrá del mundo externo que todos conocemos en su experiencia interna del mundo.
Si hablamos de Shakespeare y de la capacidad de introducirse en el propio mundo interno, vemos que el mundo interno de Shakespeare era tan rico como el mundo en que vivimos. Todo lo que nos viene de él podría haberse basado en observaciones muy agudas sobre los seres humanos del mundo real. Todo lo que él conoció y sintió se le metió adentro, y cuando pudo sacarlo, lo reconocemos y verificamos.
Podemos considerarlo a Shakespeare para mantener un sentido de proporción en esto. Pero si tomamos a un músico como Beethoven también encontraremos que ahí están representadas todas las emociones y los sentimientos y las relaciones humanas, no en persona sino en términos del "vaivén" de las fuerzas de la espontaneidad, sin que aparezcan seres humanos. Si ahora contemplan las actividades de "meterse adentro" de los niños que están al cuidado de ustedes, notarán que algunos no se preocupan mucho
porque tienen un rico mundo interno, relacionado con el mundo externo, y su vida es rica; pero otros tienen un mundo interno muy empobrecido, tan separado que uno reconoce en eso una enfermedad.
Tomemos dos niños, ambos preocupados. Uno de ellos no nos inquietará si sabemos que está lleno de riqueza, pero el otro sí si lo sabemos enfermo, si su preocupación carece de riqueza; si en los comienzos no hubo nadie que le diera a este niño lo suficiente como para formarse una ilusión acerca de la realidad.
La realidad permaneció para él como algo que nunca podrá ser totalmente aceptado[...]
La mente y su relación con el psiquesoma. D.W. Winnicot
La mente y su relación con el psiquesoma
(1949)
Escrito leído ante !a Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11
de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol.
XXVII, 1951.
«Averiguar qué es exactamente lo que comprende a los elementos mentales irreductibles, en especial los de naturaleza dinámica, constituye e, en mi opinión, una de nuestras finalidades más fascinantes. Tales elementos tendrían necesariamente un equivalente somático, probablemente también neurológico, v de esa manera,
mediante el método científico, reduciríamos el antiquísimo hueco que ha'- entre la mente y el cuerpo. Me aventuro a predecir que entonces la antítesis que ha intrigado a los filósofos resultará que se basa en una ilusión. Dicho de otro modo, no creo que la mente exista realmente como entidad; posiblemente es sorprendente que esto lo diga un psicólogo (la cursiva es traía). Cuando decimos que la mente influye en el
cuerpo o viceversa, lo que hacemos es utilizar una cómoda abreviación de una frase más engorrosa...» (Dones,1946).
Esta cita que leí en Scott (1949) me estimuló a poner en orden mis propias ideas sobre tan vasto y difícil tema.
El esquema corporal, con sus aspectos espaciales \ temporales, aporta un valioso planteamiento del diagrama que de sí mismo tiene el individuo y creo que en él no hay ningún lugar evidente para la mente. Sin embargo,en la labor clínica nos encontramos con la mente en forma de entidad localizada en alguna parte por el
paciente; así, pues, es necesario profundizar en el estudio de la paradoja en el sentido de que «la mente no existe realmente en forma de entidad».
La mente como función del psiquesoma Para estudiar el concepto de mente es siempre necesario estudiar un individuo, un individuo total, incluyendo
su desarrollo desde el comienzo mismo de la existencia psicosomática. Si se acepta esta disciplina, entonces es posible estudiar la mente del individuo a medida que va independizándose de la parte correspondiente a la psique en el binomio psique-soma.
La mente no existe como entidad en el esquema de cosas del individuo, siempre y cuando el psiquesoma o cuerpo individual haya atravesado satisfactoriamente las etapas de desarrollo más tempranas; la mente entonces no es más que un caso especial de funcionamiento del psiquesoma.
En el estudio de un individuo en vías de desarrollo a menudo encontraremos que la mente está creándose una entidad falsa y una localización falsa. El estudio de estas tendencias anormales debe preceder al examen más directo de la independencia o especialización de la mente de la psique sana o normal.
Estamos muy acostumbrados a ver cómo se contrastan las palabras «mental» y «físico» y lo cierto es que en la conversación normal no nos opondríamos a tal contrastación. Sin embargo, cuando estos conceptos son contrastados en una discusión científica, la cuestión es muy distinta.
El empleo de estas dos palabras, físico y mental, para describir una enfermedad, nos causa problemas inmediatamente. Los trastornos psicosomáticos, que se hallan a medio camino entre lo mental y lo físico, se encuentran en una posición más bien precaria. En cierto modo, la investigación psicosomática se ve demorada por la confusión a la que me estoy refiriendo (MacAlpine, 1952). Asimismo, los neurocirujanos hacen cosas
con el cerebro normal o sano en un intento de alterar o incluso mejorar los estados mentales. Estos terapeutas «físicos» padecen una gran confusión en su teoría; curiosamente, parecen descuidar la importancia del cuerpo físico, del cual el cerebro es parte integrante. Tratemos, por lo tanto, de pensar en el individuo en vías de desarrollo, empezando por el principio. He aquí un cuerpo, y la psique y el soma no deben distinguirse más que con arreglo a la perspectiva del observador. Uno
puede mirar al cuerpo en desarrollo o a la psique igualmente en desarrollo. Supongo que aquí la palabra «psique» se refiere a la elaboración imaginativa de las partes, sentimientos y funciones somáticas, es decir, al hecho de estar físicamente vivo. Sabemos que esta elaboración imaginativa depende de la existencia y del sano
funcionamiento del cerebro, especialmente de ciertas partes del mismo. Sin embargo, el individuo no percibe que la psique está localizada en el cerebro o, a decir verdad, en alguna otra parte.
Gradualmente, los aspectos psíquicos y somáticos de la persona que va desarrollándose se ven envueltos en un proceso de mutua interrelación. Esta interrelación de la psique con el soma constituye una fase temprana del
desarrollo individual (véase el capítulo 2 de esta tercera parte). En una fase posterior, el cuerpo vivo, con sus límites, y con un interior y un exterior, es percibido por el individuo como parte del núcleo del ser imaginativo.
Hasta esta fase, el desarrollo es extremadamente complejo y si bien este desarrollo puede ser razonablemente completo cuando el niño lleva sólo unos días de vida posnatal, existen grandes posibilidades de deformación del curso natural de desarrollo de estos aspectos. Es más, todo lo que es aplicable a las fases más tempranas lo es también, en cierta medida, a todas las demás fases, incluso a la que denominamos «de madurez adulta».
Teoría de la mente
En base a estas consideraciones preliminares propongo una teoría de la mente. Esta teoría se basa en la labor realizada con pacientes analíticos que se han visto necesitados de efectuar una regresión a un nivel de desarrollo sumamente precoz durante la transferencia. En este escrito daré únicamente un ejemplo de material
clínico, pero creo que la teoría resultará valiosa en nuestra labor analítica cotidiana.
Supongamos que en el desarrollo precoz de un individuo, salud implica continuidad en el ser. El psiquesoma precoz se mueve a tenor de cierta línea de desarrollo siempre y cuando su continuidad de ser no se vea turbada;dicho de otro modo, para el desarrollo sano del psiquesoma precoz hace falta un medio perfecto. Al principio
la necesidad es absoluta.
El medio ambiente perfecto es aquel que se adapta activamente a las necesidades del psiquesoma recién formado, aquello que los observadores saben que al principio constituye el pequeño. El mal medio es malo porque debido al fracaso de la adaptación se convierte en un ataque contra el psiquesoma, ataque ante el cual el
psiquesoma (es decir, el pequeño) debe reaccionar. Esta reacción turba la continuidad existencial del nuevo individuo. En los comienzos, el buen medio (psicológico) es físico, estando el pequeño en el útero o en brazos y recibiendo cuidados; sólo con el paso del tiempo desarrolla el medio ambiente una nueva característica que hace necesario un nuevo término descriptivo, como puede ser «emocional», «psicológico» o «social». De esto emerge lo que llamamos una madre «buena», con su capacidad de adaptarse activamente a las necesidades del
pequeño, capacidad que surge de su devoción o dedicación y que es posibilitada por su narcisismo, su imaginación y sus recuerdos, cosas todas ellas que le permiten saber por medio de la identificación cuáles son las necesidades del pequeño.
La necesidad, al principio absoluta, de un buen medio ambiente se convierte rápidamente en relativa. La madre «buena» corriente ya es suficiente. Si es lo suficientemente buena, el pequeño, por la actividad mental, sabrá tolerar sus deficiencias. Esto no se refiere tan sólo a la satisfacción de los impulsos instintivos, sino también a todos los tipos de necesidades primitivas, incluyendo la necesidad de un cuidado negativo o un descuido vivo.
La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto, es decir, convierte el fallo de adaptación en un éxito. Lo que libera a la madre de la necesidad de ser casi perfecta es la comprensión del pequeño. En el curso normal de los acontecimientos la madre trata de no introducir
complicaciones que superen la capacidad de comprensión y tolerancia del pequeño; trata en especial de aislar a su bebé de las coincidencias y demás fenómenos que deben estar más allá de la capacidad de comprensión del pequeño. Podemos decir, hablando en términos generales, que la madre procura que el mundo del pequeño sea
lo más sencillo posible.
La mente, entonces, tiene entre sus raíces el funcionamiento variable del psiquesoma, raíz que se ocupa de la amenaza que se cierne sobre la continuidad del ser suscitada por cualquier fracaso de la adaptación (activa) ambiental. Se desprende que el desarrollo de la mente se ve muy influido por factores que no son
específicamente personales del individuo, incluyendo acontecimientos fortuitos.
En el cuidado de niños es de vital importancia que las madres, al principio físicamente, pero pronto también imaginativamente, puedan comenzar aportando esta adaptación activa; pero también es una función maternal característica el aportar un fallo graduado de la adaptación, con arreglo a la creciente habilidad del pequeño
para tolerar, por medio de la actividad mental, todo fallo relativo. Así, nace en el pequeño cierta tolerancia con respecto tanto a la necesidad del yo como a la tensión instintiva.
Quizá pudiera demostrarse que los niños que se desprenden lentamente de la madre muestran un cociente intelectual más bien bajo. Por el contrario, el niño que posee un cerebro excepcionalmente bueno, que acabará dando un elevado cociente intelectual, se desprende de la madre mucho antes.
De acuerdo con esta teoría, pues, en el desarrollo de cada individuo la mente tiene una raíz, quizá la más importante de todas, en la necesidad del individuo, sentida en el núcleo del ser, de tener un ambiente perfecto.
En este sentido podría hacer referencia a mi concepto de que la psicosis es una enfermedad de deficiencia ambiental (véase el capítulo 7 de esta tercera parte). Esta teoría ofrece ciertas posibilidades de desarrollo que a mí me parecen importantes. Ciertos tipos de fallo materno, especialmente de comportamiento, producen una sobreactividad del funcionamiento mental. Aquí, en el crecimiento excesivo de la función mental reactiva ante una maternalización errática, vemos que puede desarrollarse una oposición entre la mente y el psiquesoma, ya
que, en reacción a este estado ambiental anormal, el pensamiento del individuo empieza a asumir el control y a organizar el cuidado del psiquesoma, mientras que en condiciones saludables esto es función del medio. En estado de salud, la mente no usurpa la función del medio, sino que posibilita una comprensión, y eventual
aprovechamiento, de su fallo relativo.
El proceso gradual en virtud del cual el individuo adquiere capacidad para cuidar del self pertenece a etapas posteriores del desarrollo emocional del individuo, etapas a las que se llegará a su debido tiempo, de acuerdo con el ritmo marcado por las fuerzas naturales de desarrollo.
En su estadio posterior, uno podría preguntarse qué sucede si la tensión ejercida en el funcionamiento mental organizado como defensa contra un medio atormentador se va haciendo más y más grande. Serían de esperar estados de confusión y (en casos extremos) un defecto mental independiente de cualquier deficiencia del tejido
cerebral. Como resultado común de los niveles menos acuciantes de la crianza en las primeras fases, nos encontramos con que el funcionamiento mental se transforma en una cosa por derecho propio, reemplazando prácticamente a la madre «buena» y haciéndola innecesaria. Clínicamente esto puede ir acompañado de la
dependencia, con respecto a la madre real, así como un falso crecimiento personal sobre la base de la sumisión.
Es una situación sumamente incómoda, especialmente debido a que la psique del individuo es «seducida» a entrar en la mente y alejarse de la íntima relación que originariamente sostenía con el soma. El resultado consiste en una mente-psique patológica.
La persona cuyo desarrollo se dé según esta modalidad, mostrará un patrón deformado que afecta a todas las demás etapas del desarrollo. Por ejemplo, puede que se observe una tendencia a la fácil identificación con el aspecto ambiental de todas las relaciones que impliquen dependencia, así como una dificultad en la identificación con el individuo dependiente. Clínicamente uno puede ver cómo semejante persona se desarrolla hasta convertirse en una persona que resulta una madre maravillosamente buena para los demás durante un período limitado; de hecho, una persona que se haya desarrollado de esta manera puede tener cualidades
curativas casi mágicas debido a su extrema capacidad para realizar una adaptación activa a las necesidades primitivas. La falsedad de estos patrones de expresión de la personalidad, sin embargo, se hace evidente en la práctica. Se cierne la amenaza del derrumbamiento -tal vez llegue a producirse-, porque lo que en todo
momento necesita el individuo es encontrar a otra persona que haga real este concepto del «buen medio», de manera que el individuo puede volver al psiquesoma dependiente que constituye el único lugar desde el que vivir. En este caso, «sin mente» se convierte en un estado deseable.
Como es lógico, no puede haber una asociación directa entre la mente-psique y el cuerpo del individuo. Pero el individuo localiza y coloca la mente-psique ya sea en la cabeza o fuera de ella, en alguna relación especial con la misma, lo cual constituye una importante fuente de jaquecas sintomáticas.
Es necesario preguntarse por qué tiene que ser la cabeza el lugar donde el individuo tiende a localizar la mente. Lo cierto es que no conozco la respuesta. Creo que un punto importante estriba en la necesidad del individuo de localizar a la mente en alguna parte porque se trata de una enemiga, es decir, para controlarla. Un paciente
esquizoide me dice que la cabeza es el lugar donde ubicar la mente porque, como uno mismo no puede verse la cabeza, no existe obviamente como parte de uno mismo. Otro punto estriba en que la cabeza vive unas experiencias especiales durante el proceso de nacimiento, pero con el fin de utilizar al máximo este último dato
debo considerar sin detenerme otro tipo de funcionamiento mental que puede ser especialmente activado durante el proceso natal. Es lo que va asociado con la palabra «memorizar».
Como ya he dicho, la continuidad existencial del psiquesoma en desarrollo (relaciones internas y externas) se ve trastornada por las reacciones ante los ataques del medio ambiente; dicho de otro modo, por los resultados de los fallos de adaptación activa por parte del medio. Según mi teoría, un rápido aumento de la reacción ante los ataques que turbe la continuidad del psiquesoma es algo que se espera y tolera con arreglo a la capacidad mental del individuo. No pueden tolerarse, en cambio, de acuerdo con la siguiente parte de mi teoría, los
ataques que exijan reacciones excesivas. Todo lo que puede acaecer, aparte de la confusión, es que las reacciones puedan ser catalogadas (1). Típicamente, en el nacimiento es probable que se produzca una turbación excesiva de la continuidad a causa de las reacciones ante los ataques, y la actividad mental que estoy
describiendo en este momento es aquella que se ocupa de memorizar exactamente durante el proceso mental.
En mi labor psicoanalítica a veces me encuentro con regresiones plenamente controladas y que, sin embargo, se remontan a la vida prenatal. Los pacientes cuya regresión ha seguido cauces ordenados reviven una y otra vez el proceso natal y he llegado a quedarme pasmado ante las pruebas convincentes de que durante el proceso
natal no sólo se memoriza cada una de las reacciones que turban la continuidad existencial, sino que además parece memorizárselas en correcto orden. No he utilizado la hipnosis, pero soy consciente de los descubrimientos equiparables que con ella se logran, aunque para mí son menos convincentes. El funcionamiento mental del tipo que estoy describiendo, al que podríamos llamar «memorización» o
«catalogación», puede ser extremadamente activo y exacto en el momento del nacimiento. Daré ejemplo de esto por medio de los detalles de un caso, pero antes quiero dejar bien claro mi punto de vista de que este tipo de funcionamiento mental resulta un estorbo para el psiquesoma o para la continuidad existencial del
individuo, continuidad que constituye el ser. Puede que el individuo se valga de ello para revivir el proceso natal en sus juegos o en un análisis cuidadosamente controlado. Pero este funcionamiento mental de tipo catalogador actúa como un cuerpo extraño si va asociado con el fallo de adaptación ambiental que se halla más
allá de la comprensión o de la previsión.
Sin duda que en la salud puede ser que los factores ambientales se mantengan fijos por medio de este método hasta que el individuo pueda hacerlos suyos después de haber experimentado impulsos libidinosos y en especial agresivos, los cuales pueden ser proyectados. De esta manera, que en esencia es falsa, el individuo llega a sentirse responsable por el mal medio ambiente del que en realidad no es responsable y al que (si lo supiera) podría echar la culpa de haber turbado la continuidad de su proceso innato de desarrollo antes de que el psiquesoma se hubiese organizado lo suficiente para odiar o amar. En lugar de odiar estos fallos ambientales, el individuo se desorganizó por culpa de ellos debido a que el proceso existió con anterioridad al odio.
[Fragmento del artículo de 1949. Escrito leído ante la Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11 de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol. XXVII, 1951. ]
(1949)
Escrito leído ante !a Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11
de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol.
XXVII, 1951.
«Averiguar qué es exactamente lo que comprende a los elementos mentales irreductibles, en especial los de naturaleza dinámica, constituye e, en mi opinión, una de nuestras finalidades más fascinantes. Tales elementos tendrían necesariamente un equivalente somático, probablemente también neurológico, v de esa manera,
mediante el método científico, reduciríamos el antiquísimo hueco que ha'- entre la mente y el cuerpo. Me aventuro a predecir que entonces la antítesis que ha intrigado a los filósofos resultará que se basa en una ilusión. Dicho de otro modo, no creo que la mente exista realmente como entidad; posiblemente es sorprendente que esto lo diga un psicólogo (la cursiva es traía). Cuando decimos que la mente influye en el
cuerpo o viceversa, lo que hacemos es utilizar una cómoda abreviación de una frase más engorrosa...» (Dones,1946).
Esta cita que leí en Scott (1949) me estimuló a poner en orden mis propias ideas sobre tan vasto y difícil tema.
El esquema corporal, con sus aspectos espaciales \ temporales, aporta un valioso planteamiento del diagrama que de sí mismo tiene el individuo y creo que en él no hay ningún lugar evidente para la mente. Sin embargo,en la labor clínica nos encontramos con la mente en forma de entidad localizada en alguna parte por el
paciente; así, pues, es necesario profundizar en el estudio de la paradoja en el sentido de que «la mente no existe realmente en forma de entidad».
La mente como función del psiquesoma Para estudiar el concepto de mente es siempre necesario estudiar un individuo, un individuo total, incluyendo
su desarrollo desde el comienzo mismo de la existencia psicosomática. Si se acepta esta disciplina, entonces es posible estudiar la mente del individuo a medida que va independizándose de la parte correspondiente a la psique en el binomio psique-soma.
La mente no existe como entidad en el esquema de cosas del individuo, siempre y cuando el psiquesoma o cuerpo individual haya atravesado satisfactoriamente las etapas de desarrollo más tempranas; la mente entonces no es más que un caso especial de funcionamiento del psiquesoma.
En el estudio de un individuo en vías de desarrollo a menudo encontraremos que la mente está creándose una entidad falsa y una localización falsa. El estudio de estas tendencias anormales debe preceder al examen más directo de la independencia o especialización de la mente de la psique sana o normal.
Estamos muy acostumbrados a ver cómo se contrastan las palabras «mental» y «físico» y lo cierto es que en la conversación normal no nos opondríamos a tal contrastación. Sin embargo, cuando estos conceptos son contrastados en una discusión científica, la cuestión es muy distinta.
El empleo de estas dos palabras, físico y mental, para describir una enfermedad, nos causa problemas inmediatamente. Los trastornos psicosomáticos, que se hallan a medio camino entre lo mental y lo físico, se encuentran en una posición más bien precaria. En cierto modo, la investigación psicosomática se ve demorada por la confusión a la que me estoy refiriendo (MacAlpine, 1952). Asimismo, los neurocirujanos hacen cosas
con el cerebro normal o sano en un intento de alterar o incluso mejorar los estados mentales. Estos terapeutas «físicos» padecen una gran confusión en su teoría; curiosamente, parecen descuidar la importancia del cuerpo físico, del cual el cerebro es parte integrante. Tratemos, por lo tanto, de pensar en el individuo en vías de desarrollo, empezando por el principio. He aquí un cuerpo, y la psique y el soma no deben distinguirse más que con arreglo a la perspectiva del observador. Uno
puede mirar al cuerpo en desarrollo o a la psique igualmente en desarrollo. Supongo que aquí la palabra «psique» se refiere a la elaboración imaginativa de las partes, sentimientos y funciones somáticas, es decir, al hecho de estar físicamente vivo. Sabemos que esta elaboración imaginativa depende de la existencia y del sano
funcionamiento del cerebro, especialmente de ciertas partes del mismo. Sin embargo, el individuo no percibe que la psique está localizada en el cerebro o, a decir verdad, en alguna otra parte.
Gradualmente, los aspectos psíquicos y somáticos de la persona que va desarrollándose se ven envueltos en un proceso de mutua interrelación. Esta interrelación de la psique con el soma constituye una fase temprana del
desarrollo individual (véase el capítulo 2 de esta tercera parte). En una fase posterior, el cuerpo vivo, con sus límites, y con un interior y un exterior, es percibido por el individuo como parte del núcleo del ser imaginativo.
Hasta esta fase, el desarrollo es extremadamente complejo y si bien este desarrollo puede ser razonablemente completo cuando el niño lleva sólo unos días de vida posnatal, existen grandes posibilidades de deformación del curso natural de desarrollo de estos aspectos. Es más, todo lo que es aplicable a las fases más tempranas lo es también, en cierta medida, a todas las demás fases, incluso a la que denominamos «de madurez adulta».
Teoría de la mente
En base a estas consideraciones preliminares propongo una teoría de la mente. Esta teoría se basa en la labor realizada con pacientes analíticos que se han visto necesitados de efectuar una regresión a un nivel de desarrollo sumamente precoz durante la transferencia. En este escrito daré únicamente un ejemplo de material
clínico, pero creo que la teoría resultará valiosa en nuestra labor analítica cotidiana.
Supongamos que en el desarrollo precoz de un individuo, salud implica continuidad en el ser. El psiquesoma precoz se mueve a tenor de cierta línea de desarrollo siempre y cuando su continuidad de ser no se vea turbada;dicho de otro modo, para el desarrollo sano del psiquesoma precoz hace falta un medio perfecto. Al principio
la necesidad es absoluta.
El medio ambiente perfecto es aquel que se adapta activamente a las necesidades del psiquesoma recién formado, aquello que los observadores saben que al principio constituye el pequeño. El mal medio es malo porque debido al fracaso de la adaptación se convierte en un ataque contra el psiquesoma, ataque ante el cual el
psiquesoma (es decir, el pequeño) debe reaccionar. Esta reacción turba la continuidad existencial del nuevo individuo. En los comienzos, el buen medio (psicológico) es físico, estando el pequeño en el útero o en brazos y recibiendo cuidados; sólo con el paso del tiempo desarrolla el medio ambiente una nueva característica que hace necesario un nuevo término descriptivo, como puede ser «emocional», «psicológico» o «social». De esto emerge lo que llamamos una madre «buena», con su capacidad de adaptarse activamente a las necesidades del
pequeño, capacidad que surge de su devoción o dedicación y que es posibilitada por su narcisismo, su imaginación y sus recuerdos, cosas todas ellas que le permiten saber por medio de la identificación cuáles son las necesidades del pequeño.
La necesidad, al principio absoluta, de un buen medio ambiente se convierte rápidamente en relativa. La madre «buena» corriente ya es suficiente. Si es lo suficientemente buena, el pequeño, por la actividad mental, sabrá tolerar sus deficiencias. Esto no se refiere tan sólo a la satisfacción de los impulsos instintivos, sino también a todos los tipos de necesidades primitivas, incluyendo la necesidad de un cuidado negativo o un descuido vivo.
La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto, es decir, convierte el fallo de adaptación en un éxito. Lo que libera a la madre de la necesidad de ser casi perfecta es la comprensión del pequeño. En el curso normal de los acontecimientos la madre trata de no introducir
complicaciones que superen la capacidad de comprensión y tolerancia del pequeño; trata en especial de aislar a su bebé de las coincidencias y demás fenómenos que deben estar más allá de la capacidad de comprensión del pequeño. Podemos decir, hablando en términos generales, que la madre procura que el mundo del pequeño sea
lo más sencillo posible.
La mente, entonces, tiene entre sus raíces el funcionamiento variable del psiquesoma, raíz que se ocupa de la amenaza que se cierne sobre la continuidad del ser suscitada por cualquier fracaso de la adaptación (activa) ambiental. Se desprende que el desarrollo de la mente se ve muy influido por factores que no son
específicamente personales del individuo, incluyendo acontecimientos fortuitos.
En el cuidado de niños es de vital importancia que las madres, al principio físicamente, pero pronto también imaginativamente, puedan comenzar aportando esta adaptación activa; pero también es una función maternal característica el aportar un fallo graduado de la adaptación, con arreglo a la creciente habilidad del pequeño
para tolerar, por medio de la actividad mental, todo fallo relativo. Así, nace en el pequeño cierta tolerancia con respecto tanto a la necesidad del yo como a la tensión instintiva.
Quizá pudiera demostrarse que los niños que se desprenden lentamente de la madre muestran un cociente intelectual más bien bajo. Por el contrario, el niño que posee un cerebro excepcionalmente bueno, que acabará dando un elevado cociente intelectual, se desprende de la madre mucho antes.
De acuerdo con esta teoría, pues, en el desarrollo de cada individuo la mente tiene una raíz, quizá la más importante de todas, en la necesidad del individuo, sentida en el núcleo del ser, de tener un ambiente perfecto.
En este sentido podría hacer referencia a mi concepto de que la psicosis es una enfermedad de deficiencia ambiental (véase el capítulo 7 de esta tercera parte). Esta teoría ofrece ciertas posibilidades de desarrollo que a mí me parecen importantes. Ciertos tipos de fallo materno, especialmente de comportamiento, producen una sobreactividad del funcionamiento mental. Aquí, en el crecimiento excesivo de la función mental reactiva ante una maternalización errática, vemos que puede desarrollarse una oposición entre la mente y el psiquesoma, ya
que, en reacción a este estado ambiental anormal, el pensamiento del individuo empieza a asumir el control y a organizar el cuidado del psiquesoma, mientras que en condiciones saludables esto es función del medio. En estado de salud, la mente no usurpa la función del medio, sino que posibilita una comprensión, y eventual
aprovechamiento, de su fallo relativo.
El proceso gradual en virtud del cual el individuo adquiere capacidad para cuidar del self pertenece a etapas posteriores del desarrollo emocional del individuo, etapas a las que se llegará a su debido tiempo, de acuerdo con el ritmo marcado por las fuerzas naturales de desarrollo.
En su estadio posterior, uno podría preguntarse qué sucede si la tensión ejercida en el funcionamiento mental organizado como defensa contra un medio atormentador se va haciendo más y más grande. Serían de esperar estados de confusión y (en casos extremos) un defecto mental independiente de cualquier deficiencia del tejido
cerebral. Como resultado común de los niveles menos acuciantes de la crianza en las primeras fases, nos encontramos con que el funcionamiento mental se transforma en una cosa por derecho propio, reemplazando prácticamente a la madre «buena» y haciéndola innecesaria. Clínicamente esto puede ir acompañado de la
dependencia, con respecto a la madre real, así como un falso crecimiento personal sobre la base de la sumisión.
Es una situación sumamente incómoda, especialmente debido a que la psique del individuo es «seducida» a entrar en la mente y alejarse de la íntima relación que originariamente sostenía con el soma. El resultado consiste en una mente-psique patológica.
La persona cuyo desarrollo se dé según esta modalidad, mostrará un patrón deformado que afecta a todas las demás etapas del desarrollo. Por ejemplo, puede que se observe una tendencia a la fácil identificación con el aspecto ambiental de todas las relaciones que impliquen dependencia, así como una dificultad en la identificación con el individuo dependiente. Clínicamente uno puede ver cómo semejante persona se desarrolla hasta convertirse en una persona que resulta una madre maravillosamente buena para los demás durante un período limitado; de hecho, una persona que se haya desarrollado de esta manera puede tener cualidades
curativas casi mágicas debido a su extrema capacidad para realizar una adaptación activa a las necesidades primitivas. La falsedad de estos patrones de expresión de la personalidad, sin embargo, se hace evidente en la práctica. Se cierne la amenaza del derrumbamiento -tal vez llegue a producirse-, porque lo que en todo
momento necesita el individuo es encontrar a otra persona que haga real este concepto del «buen medio», de manera que el individuo puede volver al psiquesoma dependiente que constituye el único lugar desde el que vivir. En este caso, «sin mente» se convierte en un estado deseable.
Como es lógico, no puede haber una asociación directa entre la mente-psique y el cuerpo del individuo. Pero el individuo localiza y coloca la mente-psique ya sea en la cabeza o fuera de ella, en alguna relación especial con la misma, lo cual constituye una importante fuente de jaquecas sintomáticas.
Es necesario preguntarse por qué tiene que ser la cabeza el lugar donde el individuo tiende a localizar la mente. Lo cierto es que no conozco la respuesta. Creo que un punto importante estriba en la necesidad del individuo de localizar a la mente en alguna parte porque se trata de una enemiga, es decir, para controlarla. Un paciente
esquizoide me dice que la cabeza es el lugar donde ubicar la mente porque, como uno mismo no puede verse la cabeza, no existe obviamente como parte de uno mismo. Otro punto estriba en que la cabeza vive unas experiencias especiales durante el proceso de nacimiento, pero con el fin de utilizar al máximo este último dato
debo considerar sin detenerme otro tipo de funcionamiento mental que puede ser especialmente activado durante el proceso natal. Es lo que va asociado con la palabra «memorizar».
Como ya he dicho, la continuidad existencial del psiquesoma en desarrollo (relaciones internas y externas) se ve trastornada por las reacciones ante los ataques del medio ambiente; dicho de otro modo, por los resultados de los fallos de adaptación activa por parte del medio. Según mi teoría, un rápido aumento de la reacción ante los ataques que turbe la continuidad del psiquesoma es algo que se espera y tolera con arreglo a la capacidad mental del individuo. No pueden tolerarse, en cambio, de acuerdo con la siguiente parte de mi teoría, los
ataques que exijan reacciones excesivas. Todo lo que puede acaecer, aparte de la confusión, es que las reacciones puedan ser catalogadas (1). Típicamente, en el nacimiento es probable que se produzca una turbación excesiva de la continuidad a causa de las reacciones ante los ataques, y la actividad mental que estoy
describiendo en este momento es aquella que se ocupa de memorizar exactamente durante el proceso mental.
En mi labor psicoanalítica a veces me encuentro con regresiones plenamente controladas y que, sin embargo, se remontan a la vida prenatal. Los pacientes cuya regresión ha seguido cauces ordenados reviven una y otra vez el proceso natal y he llegado a quedarme pasmado ante las pruebas convincentes de que durante el proceso
natal no sólo se memoriza cada una de las reacciones que turban la continuidad existencial, sino que además parece memorizárselas en correcto orden. No he utilizado la hipnosis, pero soy consciente de los descubrimientos equiparables que con ella se logran, aunque para mí son menos convincentes. El funcionamiento mental del tipo que estoy describiendo, al que podríamos llamar «memorización» o
«catalogación», puede ser extremadamente activo y exacto en el momento del nacimiento. Daré ejemplo de esto por medio de los detalles de un caso, pero antes quiero dejar bien claro mi punto de vista de que este tipo de funcionamiento mental resulta un estorbo para el psiquesoma o para la continuidad existencial del
individuo, continuidad que constituye el ser. Puede que el individuo se valga de ello para revivir el proceso natal en sus juegos o en un análisis cuidadosamente controlado. Pero este funcionamiento mental de tipo catalogador actúa como un cuerpo extraño si va asociado con el fallo de adaptación ambiental que se halla más
allá de la comprensión o de la previsión.
Sin duda que en la salud puede ser que los factores ambientales se mantengan fijos por medio de este método hasta que el individuo pueda hacerlos suyos después de haber experimentado impulsos libidinosos y en especial agresivos, los cuales pueden ser proyectados. De esta manera, que en esencia es falsa, el individuo llega a sentirse responsable por el mal medio ambiente del que en realidad no es responsable y al que (si lo supiera) podría echar la culpa de haber turbado la continuidad de su proceso innato de desarrollo antes de que el psiquesoma se hubiese organizado lo suficiente para odiar o amar. En lugar de odiar estos fallos ambientales, el individuo se desorganizó por culpa de ellos debido a que el proceso existió con anterioridad al odio.
[Fragmento del artículo de 1949. Escrito leído ante la Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11 de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol. XXVII, 1951. ]
Antonio Machado
CAMPOS DE CASTILLA
(1907-1917)
El Hospicio
Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano,
el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las cornejas.
Con su frontón al norte, entre los dos torreones
de antigua fortaleza, el sórdido edificio
de grietados muros y sucios paredones,
es un rincón de sombra eterna. El viejo hospicio!
Mientras el sol de enero su débil luz envía,
su triste luz velada sobre los campos yermos,
a un ventanuco asoman, al declinar el día,
algunos rostros pálidos, atónitos y enfermos,
a contemplar los montes azules de la sierra;
o, de los cielos blancos, como sobre una fosa,
caer la blanca nieve sobre la fría tierra,
sobre la tierra fría la nieve silenciosa!...
CAMPOS DE CASTILLA
(1907-1917)
Proverbios y Cantares
XXVI
Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
El sabio mira y piensa...
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.
(1907-1917)
El Hospicio
Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano,
el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las cornejas.
Con su frontón al norte, entre los dos torreones
de antigua fortaleza, el sórdido edificio
de grietados muros y sucios paredones,
es un rincón de sombra eterna. El viejo hospicio!
Mientras el sol de enero su débil luz envía,
su triste luz velada sobre los campos yermos,
a un ventanuco asoman, al declinar el día,
algunos rostros pálidos, atónitos y enfermos,
a contemplar los montes azules de la sierra;
o, de los cielos blancos, como sobre una fosa,
caer la blanca nieve sobre la fría tierra,
sobre la tierra fría la nieve silenciosa!...
CAMPOS DE CASTILLA
(1907-1917)
Proverbios y Cantares
XXVI
Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
El sabio mira y piensa...
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.
Las Drogas y Tú, extraña combinación
Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir. Oscar Wilde.
Quiero transmitir una idea, estar vacío puede no significar nada más que eso, sentir que falta un hueco en tu existencia y que no tienes valor. El sentimiento de vacuidad es desastroso y puede llenarse con drogas, estrategia autodestructiva habitual. Sin embargo eso agrava el problema ya que el aparato psíquico queda destrozado, la capacidad para pensar nublada y las emociones toman las riendas a través del proceso primario. La razón crea monstruos y el vacío empieza a encontrar dentro de el los fantasmas, alimentados de la droga que dificulta la capacidad para elaborar el conflicto. Ahora bien, podemos pensar en el aquí y ahora, drogándonos hasta la autodestrucción o bien recordar. Cuando el problema es de tal gravedad la confianza no es amiga de generar vínculos terapéuticos, es una aliada del consumo y tiende a la paranoidia.
Consumir droga es una salida que hace que sobrevivamos pero que no podamos vivir, nos mantiene repirando pero con las constantes cognitivas muertas. No somos. La adicción es terrible, sólo una persona que la vive puede dar buena cuenta de ella, sus familiares algo saben y acaso los profesionales que observan como un alcohólico muere, delira y agrede en una psicosis de transferencia.
Aquí pienso en la pescadilla que no se muerde la cola y sí. Por un lado el consumo impide trabajar en consulta con un adicto, por otro el vacío, esto es el trastorno X de base de la persona busca la droga. Si sólo le quitamos la droga a la persona sola se queda. Una terrible paradoja que me hace pensar en personas de altísimo valor y calidad humana que deterioran su persona y agujerean su identidad con la dichosa droga. Hay que entender a los médicos preventivos que parecen apocalíticos con el tema de las drogas, no es para menos.
martes, 27 de enero de 2009
Teoría de la Identificación
Voy a hablar de la teoría de la identificación, relacionado con el concepto de Albert Bandura "Aprendizaje observacional", este recurso forma parte del proceso de configuración de la identidad. Por ello me parece interesante. Pondré unos fragmentos escogidos de León Grinberg, su obra es "Teoría de la Identificación", está editada en Tecnipublicaciones S.A.
Tal como lo sostiene Meissner, el aprendizaje produce modificaciones estructurales en el orden representacional y en las capacidades funcionales de las instancias psíquicas, mientras que los procesos identificatorios producen cambios estructurales internos más profundos que afectan la realidad interna del self y la organización interna del yo y del superyó.
Schafer: "el proceso de identificarse con un objeto es inconsciente, aunque puede tener componentes preconscientes y conscientes significativos. En este proceso, el sujeto modifica sus motivos y patrones de conducta y las representaciones del self que corresponden a ellos de forma tal que siente ser semejante a las representaciones de ese objeto, confundiéndose con ellas. A través de la identificación, el sujeto percigbe como propias una o más influencias regultaroias o características del objetoque se han hecho importantes para él y prosigue su vínculo con el objeto. Una identificación puede adquirir una relativa autonomía de sus orígenes en las relaciones del sujeto con objetos dinámicamente significativos".
Dejo aquí, si suscita un debate estaré encantado. Es una idea interesante para pensar.
Tal como lo sostiene Meissner, el aprendizaje produce modificaciones estructurales en el orden representacional y en las capacidades funcionales de las instancias psíquicas, mientras que los procesos identificatorios producen cambios estructurales internos más profundos que afectan la realidad interna del self y la organización interna del yo y del superyó.
Schafer: "el proceso de identificarse con un objeto es inconsciente, aunque puede tener componentes preconscientes y conscientes significativos. En este proceso, el sujeto modifica sus motivos y patrones de conducta y las representaciones del self que corresponden a ellos de forma tal que siente ser semejante a las representaciones de ese objeto, confundiéndose con ellas. A través de la identificación, el sujeto percigbe como propias una o más influencias regultaroias o características del objetoque se han hecho importantes para él y prosigue su vínculo con el objeto. Una identificación puede adquirir una relativa autonomía de sus orígenes en las relaciones del sujeto con objetos dinámicamente significativos".
Dejo aquí, si suscita un debate estaré encantado. Es una idea interesante para pensar.
Un Anónimo vierte su opinión
Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir. Oscar Wilde.
Copio un artículo antiguo y un reciente comentario de un Anónimo, después añado:
Psiquiatría-Psicología Clínica y Realidad
Utilizo una partícula copulativa a sabiendas que es la escisión lo que predomina en la formación académica. La manera de enseñar en las ciencias "psi" es la heredada del sistema educativo tradicional, fundamentalmente el modelo médico. Dicho formato defiende a ultranza un sistema nosológico (de categorías diagnósticas) para clasificar, en la práctica para definir, diagnosticar, hacer un pronóstico y tratamiento. Modelo apuntalado por la industria farmacéutica. En realidad, y gracias a Dios, la diversidad de las personas no se ajusta a los criterios diagnósticos propuestos por la American Psychiatric Association. Eso es lógico desde un punto de vista de las humanidades. No podemos decir que todos los vascos son abertzales, que los catalanes son tacaños o que los aragoneses son rudos. Este sistema de estereotipos sirve como heurísticos que consiguen unir criterios de profesionales también muy diversos en su estructura caracterial y modelo teórico-técnico de intervención.
Por tanto, el DSM, Diagnostical and Statistical Manual of Mental Disorders y su compañera la CIE-10, Clasificación Internacional de las Enfermedades en su décima edición, han hecho un esfuerzo de "cientificidad" diseñando un modelo multiaxial, de distintos planos concéntricos con eje en la persona, para diagnosticar los problemas psicológicos o, como dicen, los trastornos mentales. Generalmente las categorías no dicen mucho del sujeto afectado, sin embargo es útil para conducir la cura. Fundamental es saber lo que le sucede al consultante y transmitírselo en términos pragmáticos, para que se le ofrezca la posibilidad de cambiar sin ajustarse ni creerse lo que por convenio se ha diseñado para el beneficio de la ciencia, no del consultante. Nunca llueve a gusto de todos.
Hace poco leía el texto: Océano Borderline, de Luigi Cancrini, ed. Paidós. Allí, en el prólogo hay un diálogo imaginado de un estudiante de psiquiatría con el mismísimo Freud. Imagínense la admiración y el sentimiento de importancia del afortunado médico. El psiquiatra le comenta a Freud que debe estudiar unos compartimentos estancos a modo de trastornos, sin embargo eso no concuerda con la praxis, ni con el acuerdo unánime de los miembros de la comunidad científica. El estudiante, con relación al Trastorno Límite del DSM (Organización Borderline según Kernberg e Inestabilidad Emocional según la CIE) dice lo siguiente:
- Estoy totalmente de acuerdo. Lo que más me inquieta es que en lo referente a este punto es imposible tomarse en serio los libros con los que tengo que preparar mis exámenes de psiquiatría.
Luigi Cancrini es psiquiatra y psicoterapeuta, autor de varios libros, fundador y director de Centros de entrenamiento y formación psicoterápica. Ha recibido premios como psicoterapeuta por su labor como investigador y su ejercicio profesional.
El estudiante continúa:
- Porque todos se basan en la identificación de los síntomas y porque el punto de vista estructural anula casi totalmente la posibilidad de hacer diagnósticos desde ese punto de partida. Por otra parte, quienes afirman que debe utilizarse el punto de vista estructural tampoco emplean una terminología unívoca ni ofrecen suficientes herramientas de orientación. A veces me siento (suspira) como un explorador que desea adentrarse en un continente desconocido. No existen guías que me ayuden realmente a explorarlo, sencillamente porque todos sus visitantes regresaron con descripciones parciales y emotivas.
El prólogo termina así: El examen fue bien. Aunque el estudiante no tuvo la necesidad de recordar a Freud para responder a las preguntas de un profesor mucho más interesado en los efectos del Prozac sobre la "felicidad" que en la estructura de la personalidad de sus pacientes.
Seguiremos traduciendo la confusión de esta Torre de Babel. Un abrazo.
Publicado por Rodrigo Córdoba Sanz en 13:29
1 comentarios:
Anónimo dijo...
Lamentablemente
Ud escribe muy bien, pero este mismo argumento, se repite de muchas formas. Es aburrido, el lugar de la critica a sistemas taxonómicos, pero Ud intenta hacer una suerte de literatura con ello. Y si hay que tratar de hacerlo interesante, de alguna manera, mas de 100 años del mismo Dogma de San Freud. Los contenidos de su redacción, me hacen recordar a la de un fanático catequista o tal vez a la de alguno otro tipo de fanático que disfraza en versos sus intenciones de demoler torres
Llamarme fanático me parece algo visceral, voy a recordar que significa:
1. adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. U. t. c. s.
2. adj. Preocupado o entusiasmado ciegamente por algo. Fanático por la música.
En el artículo expongo una opinión y lamento que el radio de mi alcance no sea demasiado extenso, no obstante agradezco la parte de reconocimiento del sr. Anónimo.
En el artículo advierto una carencia que es conocida por cualquier profesional psi y acaso el paciente que acude o acudió a consultas. Me refiero y me quería referir a la utilidad limitada del DSM-IV para catalogar personas. Hablaba de un libro cuyo autor no es psicoanalista sino psicoterapeuta familiar y psiquiatra. No obstante conoce la obra psicoanalítica.
En realidad no sé hasta que punto estoy preocupado por esta situación, en realidad es algo que me importa pero que me consta que yo no puedo hacer nada. También sé que hay muchas otras personas que comparten conmigo esa opinión de no constreñir al sujeto en una taxonomía. A saber, una persona estaba preocupada por lo que yo pudiera pensar de ella en términos diagnóstico, aspecto corriente, ella no gana nada con saber el concepto basta con aceptar que está enfermo/a, al menos en primer tiempo. En otros artículos he hablado de los "Beneficios de la medicación" y de la psiquiatría, a mí me apasiona la psiquiatría, no obstante aproximarse al sujeto como un corolario de síntomas y signos me parece francamente pobre. Si esto tiene que ver con el fanatismo tendré que hacérmelo mirar porque generalmente esta tendencia suele ir ligada a rasgos paranoides. Habremos de discernir el señor Anónimo y yo qué queremos decir, si nos hemos entendido, si conocemos de que habla el otro y si queremos entendernos. En caso contrario entramos en un problema de comunicación y desinformación, que es antesala de un serio malentendido.
Le invito al señor Anónimo a que siga leyendo otros textos porque no soy una persona rígida en sus preceptos, ni sigo dictámenes de la "Iglesia" que sea. Creo que desde el mundo más académico hay quien se puede molestar, por ejemplo algún profesor o algún "fanático" pero mi intención no es hacer escuela ni crear dogma, como mucho es estimular y destruir para crear otros. Si esto molesta tendré que aguantar los envites, a estas alturas uno ya está acostumbrado. Un saludo al señor Anónimo y mis diculpas si este post puede haber resultado más engorroso que de costumbre. Gracias.
domingo, 25 de enero de 2009
La Niña de los Sueños XLXII
El muchacho estaba en la planta de abajo, la Princesa se veía en lo alto, empezando a bajar las larguísimas escaleras. Allí esperaban los hombres, incluido el muchacho. Su padre con una copa de licor en la mano en una copa muy ancha.
Las señoras y señores del "piso de abajo" llevaban alimentos a la gran mesa desplegada, la misma donde habían cenado. Había dulces, tes, cafe, pan y muchas otras cosas que el muchacho no pudo reconocer. A su lado la Princesa, cogiéndole la mano en señal de confianza, los hermanos parecían acostumbrarse a la estampa, no obstante había un aire ciertamente forzado, donde antes las gentes del pueblo habían sido criticadas y tildadas de incultas y desgraciadas ahora una persona en dificultades acudía a la casa de la mano de la Princesa. Junto a la mesa el muchacho reparó en un cuadro de una mujer joven y atractiva, con un collar y un vestido rojo, era un cuadro de cuerpo entero, él parecía más centrada y ahora escrutaba el entorno.
Preguntó a la Princesa quién era esa señora, los demás parecieron oirle y se quedaron callados, la Princesa cambio el dibujo de su comisura de los labios dibujando una U invertida y parecieron brotarle unas lágrimas, con voz suave y cariñosa le dijo que ella era su madre. El padre explicó que había fallecido de una extraña enfermedad y que la hija lo pasó muy mal por aquella pérdida. Pronto comenzaron a comer pero aquella pregunta había levantado un telón que escondía el background de una familia donde las lágrimas se habían vertido más de lo que es propio pensar en una casa de tan elevada alcurnia.
sábado, 24 de enero de 2009
La Niña de los Sueños XLXI
Andaba el niño descalzo por la casa, la institutriz le perseguía con unas zapatillas caras, recién traídas de una tierra donde el calor y la arena son corrientes. El muchacho no escuchaba las tímidas propuestas de abrigo podológico. Al muchacho le gustaba sentir el contraste entre la madera, el mármol, la piedra y las alfombras en un festival de temperaturas y contrastes diversos, le hacían cosquillas los pies.
Sobre una alfombra de terciopelo árabe el muchacho se puso a frotarse los pies, la institutriz asustada por tal gesto se acercó obviand lo ocurrido y le ofreció las zapatillas, la verdad es que no entendía que estaba pasando por esa casa desde hacía ya un cierto tiempo.
El muchacho se calzó esas caras pantuflas y la verdad es que verlo resultaba cómico, al menos así le pareció a la Princesa quien se aseó después de reirse con generosidad. Los hermanos estaban demasiado dormidos y la casa demasiado grande para percibir tal detalle.
Se aproximaba el momento del desayuno. Olía muy bien, el estómago del muchacho rugía, no contento con el festín anterior parecía haber despertado su apetito y el estómago se acostumbraba pronto, quien sabe, tal vez se convirtiera en un gran cocinero, de las patatas cocidas a esos riquísimos guisos no debía de haber tanta diferencia. Estupenda fue la bajada por la escalera, el muchacho se atrevió cuando se vio solo a bajar por la barandilla, larga y firme le proporcionó un tobogán muy gracioso.
Sobre una alfombra de terciopelo árabe el muchacho se puso a frotarse los pies, la institutriz asustada por tal gesto se acercó obviand lo ocurrido y le ofreció las zapatillas, la verdad es que no entendía que estaba pasando por esa casa desde hacía ya un cierto tiempo.
El muchacho se calzó esas caras pantuflas y la verdad es que verlo resultaba cómico, al menos así le pareció a la Princesa quien se aseó después de reirse con generosidad. Los hermanos estaban demasiado dormidos y la casa demasiado grande para percibir tal detalle.
Se aproximaba el momento del desayuno. Olía muy bien, el estómago del muchacho rugía, no contento con el festín anterior parecía haber despertado su apetito y el estómago se acostumbraba pronto, quien sabe, tal vez se convirtiera en un gran cocinero, de las patatas cocidas a esos riquísimos guisos no debía de haber tanta diferencia. Estupenda fue la bajada por la escalera, el muchacho se atrevió cuando se vio solo a bajar por la barandilla, larga y firme le proporcionó un tobogán muy gracioso.
Descubrir el mundo
Descubrir el mundo significa crearlo, y se crea desde dos vertientes: lo dado, lo constitucional (Klein) y lo dado por la madre (Winnicott-Lacan). El significado de la realidad depende de los sentimientos primarios. Dado que el bebé cuando está en ese proceso tiene una dependencia absoluta y de ese modo está creando el mundo y descubriéndolo si le deja la madre y el padre. Una madre enferma deja de ser quien sostenga al bebé para demandar un soporte, esto para el infans (que no existe sin madre) es desastroso.
Para crear el mundo hay que usar lo dado y relacionarse con ese objeto que desempeña un potencial entre el mundo interno del bebé, donde vive y le acompañará siempre y el mundo externo, eso no lo diferencia, de hecho en un principio visto desde el bebé, el y la madre son un mismo objeto. El bebé necesita un espacio donde pueda crear la realidad y para eso debe tener la ilusión de crearla, “crear lo dado”. Si lo entregado es inconsistente, inconstante o imprevisible surge un miedo, el bebé deja de ser miembro participante en el proceso de socialización, queda sujeto a las circunstancias. El bebé necesita de nutrientes de seguridad, protección y cariño (holding), que se le acerque a la realidad de una manera progresiva (object-presenting) y que tenga un manejo delicado de su cuerpo y un cuidado de sus funciones corporales (handling). Estos tres requisitos son pensados por DWW para considerar la integración psicosomática y una adecuada adaptación a la realidad, como un desarrollo de un verdadero self.
El falso self vendría cuando hay una abrupta presentación de objetos, esto significa que haya demasiadas demandas por parte de la madre, en forma de control por ejemplo o una fusión narcisística que no ayuda a diferenciar la individualidad del sujeto. En ese caso, aun en entrada edad el sujeto puede haber desarrollado un falso self, esto es una reacción ante la intrusión para satisfacer y sobrevivir a las demandas del otro, de la madre o del padre. Como figuras paradigmáticas.
Esto es el falso self en definita.
Pensemos en un varón de edad media, hermano mayor de tres hermanos cuyo padre muere cuando él tiene 4 años. Desde entonces y durante 4 años el cuida a su padre muribundo, sostiene a la madre y se encarga de orientar a los hermanos. Este muchacho no ha construido un self propio, es un reflejo de las necesidades y deseos de otros. No existe un verdadero self, no ha tenido oportunidad. Ese yo es tan limitado que en lugar de servir como espejo de las proyecciones de los demás es una esponja que asimila las proyecciones de los otros, siendo lo que los otros necesitan que sea. Imagínense la situación con 40 años, trabajando e intentando formalizar una relación de pareja. Si la madre estuvo deprimida el careció del sostén, de la presentación de objetos y el manejo. Se fijo en lo que los ancianos del lugar le decían y tuvo muchos padres, muchas madres, pero ninguna verdadera en funciones, careció del abrigo narcisista y ético con respecto al mundo. Este hombre no ha desarrollado una conciencia al uso. Una estructura deficitaria que se entiende desde lo endógeno y lo exógeno, lo orgánico y lo no orgánico, lo socioafectivo y lo biológico.
Aquí estamos hablando de que ese señor, un día niño no pudo vivir y todavía no se presenta ante nosotros de una forma propia, genuina y auténtica. Se trata de una persona que sufrió graves carencias. Su síntoma es la deuda, deuda contraída por problemas con la ley, ley que nunca ha podido introyectar por no existir en un perímetro alguien de confianza que quisiera y pudiera formarle en valores. Pasó de largo por la adolescencia y ahora se “ve verde”, y efectivamente lo está, inmaduro, un yo en ciernes que depende de manera absoluta-relativa de otro para ser, porque no existe una identidad sino un bosquejo informe que está esperando salir a la luz y de una vez por todas nacer.
Para crear el mundo hay que usar lo dado y relacionarse con ese objeto que desempeña un potencial entre el mundo interno del bebé, donde vive y le acompañará siempre y el mundo externo, eso no lo diferencia, de hecho en un principio visto desde el bebé, el y la madre son un mismo objeto. El bebé necesita un espacio donde pueda crear la realidad y para eso debe tener la ilusión de crearla, “crear lo dado”. Si lo entregado es inconsistente, inconstante o imprevisible surge un miedo, el bebé deja de ser miembro participante en el proceso de socialización, queda sujeto a las circunstancias. El bebé necesita de nutrientes de seguridad, protección y cariño (holding), que se le acerque a la realidad de una manera progresiva (object-presenting) y que tenga un manejo delicado de su cuerpo y un cuidado de sus funciones corporales (handling). Estos tres requisitos son pensados por DWW para considerar la integración psicosomática y una adecuada adaptación a la realidad, como un desarrollo de un verdadero self.
El falso self vendría cuando hay una abrupta presentación de objetos, esto significa que haya demasiadas demandas por parte de la madre, en forma de control por ejemplo o una fusión narcisística que no ayuda a diferenciar la individualidad del sujeto. En ese caso, aun en entrada edad el sujeto puede haber desarrollado un falso self, esto es una reacción ante la intrusión para satisfacer y sobrevivir a las demandas del otro, de la madre o del padre. Como figuras paradigmáticas.
Esto es el falso self en definita.
Pensemos en un varón de edad media, hermano mayor de tres hermanos cuyo padre muere cuando él tiene 4 años. Desde entonces y durante 4 años el cuida a su padre muribundo, sostiene a la madre y se encarga de orientar a los hermanos. Este muchacho no ha construido un self propio, es un reflejo de las necesidades y deseos de otros. No existe un verdadero self, no ha tenido oportunidad. Ese yo es tan limitado que en lugar de servir como espejo de las proyecciones de los demás es una esponja que asimila las proyecciones de los otros, siendo lo que los otros necesitan que sea. Imagínense la situación con 40 años, trabajando e intentando formalizar una relación de pareja. Si la madre estuvo deprimida el careció del sostén, de la presentación de objetos y el manejo. Se fijo en lo que los ancianos del lugar le decían y tuvo muchos padres, muchas madres, pero ninguna verdadera en funciones, careció del abrigo narcisista y ético con respecto al mundo. Este hombre no ha desarrollado una conciencia al uso. Una estructura deficitaria que se entiende desde lo endógeno y lo exógeno, lo orgánico y lo no orgánico, lo socioafectivo y lo biológico.
Aquí estamos hablando de que ese señor, un día niño no pudo vivir y todavía no se presenta ante nosotros de una forma propia, genuina y auténtica. Se trata de una persona que sufrió graves carencias. Su síntoma es la deuda, deuda contraída por problemas con la ley, ley que nunca ha podido introyectar por no existir en un perímetro alguien de confianza que quisiera y pudiera formarle en valores. Pasó de largo por la adolescencia y ahora se “ve verde”, y efectivamente lo está, inmaduro, un yo en ciernes que depende de manera absoluta-relativa de otro para ser, porque no existe una identidad sino un bosquejo informe que está esperando salir a la luz y de una vez por todas nacer.
Hombre mirando al sudeste
Director: Eliseo Subiela.
Intérpretes: Hugo Soto, Lorenzo Quinteros, Inés Vernengo, Rubens Correa, David Edery, Tomás Voth, Rodolfo Rodas, Horacio Marasi.
Género: drama.
Hombre mirando al Sudeste es la producción argentina de mediados de los '80 que más tarde serviría de inspiración (por no decir que la copiaron impunemente) para K-Pax. He podido comprobar que tiene diversos premios internacionales, y es que no es mala película, pero tengo la desagradable sensación de que no ha envejecido bien.
¿ por que los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los estan destruyendo ?, ¿ y por que hacen tan poco por modificar esas cosas ?¿ se estan suicidando por estupidos o estan pagando culpas?, ¿ por que quiere curarme, doctor ?,
¿ puede darme un motivo serio que podamos discutir ahora ?
-rantes, ( hombre mirando al sudeste ) si usted no es un chiflado, yo tendria que admitir que usted realmente es un extraterrestre, ¿ sabe lo que eso significaria ? que el chiflado soy yo...la naturaleza solo permite un desarrollo muy lento, favorece mas fácilmente cambio de especies que un cambio de conciencia, yo soy mas racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos, si alguien sufre lo consuelo, alguien me pide ayuda se la doy; ¿ por que usted entonces cree que estoy loco ? si alguien me mira lo miro, alguien me habla lo escucho, ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no reconocer esos estíimulos, simplemente por haber vivido ignorandolos... alguien se muere y ustedes lo dejan morir, alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado, alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen, alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo, alguien que sistematicamente adopta sus conductas camina entre las victimas como si no estuviera, podra vestirse bien, podr pagar sus impuestos, ir a misa, pero no me va a negar que esta enfermo, su realidad es espantosa doctor.
---- Se trata de un trabajo interesante sobre una intensa trasferencia entre un psiquiatra y un paciente con un delirio muy encapsulado con una elevada inteligencia. Su vida se sostiene en su sombra y en cuanto se toman medidas para erradicar el delirio el hombre se vuelve catatónico. Se trata de una lección dada por el personaje delirante, dicho sea de paso. En la versión americana se mantiene la idea aunque es menos oscura.
viernes, 23 de enero de 2009
Un gesto espontáneo
Pues bien, acabo de leer a nuestra amiga soyborderline, castrada por mí en otro lugar como soyb... por aquello de no llevar a equívocos. En fin, el artículo de abajo es un capítulo de uno libro más de mi sr. padre. Médico de profesión. El que aquí escribe ha sufrido la buena intención de soyb..., en ese ejercicio me propongo asociar libremente, como insto a hacer en el espacio terapéutico.
Esto me lleva a pensar, ahora que tengo unos minutillos antes de irme, en algo que vengo escribiendo, la identidad, ejercicio que viene estimulado por una pareja de músicos psicoanalistas que conozco, a saber Don Manuel y Óscar Juerga.
Prosigo sin ánimo de lo exhibicionista-voyeur, escribía sobre la identidad y hablaba sobre Winnicott, Klein y la familia Freud tras leer un facsímil de Javier Lacruz Navas, gran psiquiatra de Zaragoza y buen amigo. Juntos pensamos en términos winnicottianos tratando de entender la clínica de los bordes, las locuras privadas de André Green. Se trata de un lugar para pensar la experiencia práctica desde un plano donde la ortodoxia queda a merced de la díada analista-paciente. Y si el psicoanálisis es cosa de dos también lo es un espacio virtual que a cada instante se hace más real, como éste, donde nos encontramos cada cierto tiempo para compartir, recibir y dar. Hoy, una curiosa persona me hablaba de la "condición humana", tratando de explicarse lo que siente, en concreto cierta inestabilidad emocional y paroxismo afectivo, dicho entre tú y yo. Se refería a la intensidad de las emociones y la fugacidad de éstos. Tratábamos de hablar de que esa angustia impensable se hiciera pensable, lo que ella verbalizaba como cortarla de raíz, como eso no es posible hemos pensando en el sentimiento. En "Teoría de los Sentimientos", Carlos Castilla del Pino habla de estos amigos nuestros, contingentes a nuestra existencia, como prefacio de las emociones, y éstas de los afectos, lo genial es entender que ligado a ese sentimiento existe una representación mental. Una imagen mental y una gramática de la fantasía o discurso que manejamos, y eso, puede ser tratado y de hecho es, así ha sido. No obstante para que una persona esté preparada para una intervención clarificadora con un insight profundo puede pasar tiempo de preparación, pueden sucederse etapas de rabia, de negativa, de cuestionamiento, de fugas, de acting... Pero deviene el cambio con constancia, tenacidad y un poquito de inspiración por ambas partes. Qué lindo que es ver como se escucha un "click" que revierte la perspectiva (Bion).
Y sobre la identidad sigo hablando, en este caso subyugada a ciertas vivencias en un época sensible, donde el aparato psíquico no estaba preparado para lo que hubo de pasar. Bowlby ha sido nuestro objeto transicional, una paciente psicóloga y yo en funciones de psicoterapeuta, fue hermoso y útil. Y acaso el apego puede servir para entender también las relaciones de objeto y cómo se construye un armazón donde el temor al derrumbe queda significado en el pasado no en el futuro. Esto es muy fácil de decir para alguien que está detrás de una mesa, no obstante es una conquista para quien lo acepta, lo entiende, lo asimila y lo transforma. En fin, una de esas experiencias apasionantes que la vida, tan hermosa como esa persona la describe a menudo y no siempre convencida, puede darnos.
Esto me lleva a pensar, ahora que tengo unos minutillos antes de irme, en algo que vengo escribiendo, la identidad, ejercicio que viene estimulado por una pareja de músicos psicoanalistas que conozco, a saber Don Manuel y Óscar Juerga.
Prosigo sin ánimo de lo exhibicionista-voyeur, escribía sobre la identidad y hablaba sobre Winnicott, Klein y la familia Freud tras leer un facsímil de Javier Lacruz Navas, gran psiquiatra de Zaragoza y buen amigo. Juntos pensamos en términos winnicottianos tratando de entender la clínica de los bordes, las locuras privadas de André Green. Se trata de un lugar para pensar la experiencia práctica desde un plano donde la ortodoxia queda a merced de la díada analista-paciente. Y si el psicoanálisis es cosa de dos también lo es un espacio virtual que a cada instante se hace más real, como éste, donde nos encontramos cada cierto tiempo para compartir, recibir y dar. Hoy, una curiosa persona me hablaba de la "condición humana", tratando de explicarse lo que siente, en concreto cierta inestabilidad emocional y paroxismo afectivo, dicho entre tú y yo. Se refería a la intensidad de las emociones y la fugacidad de éstos. Tratábamos de hablar de que esa angustia impensable se hiciera pensable, lo que ella verbalizaba como cortarla de raíz, como eso no es posible hemos pensando en el sentimiento. En "Teoría de los Sentimientos", Carlos Castilla del Pino habla de estos amigos nuestros, contingentes a nuestra existencia, como prefacio de las emociones, y éstas de los afectos, lo genial es entender que ligado a ese sentimiento existe una representación mental. Una imagen mental y una gramática de la fantasía o discurso que manejamos, y eso, puede ser tratado y de hecho es, así ha sido. No obstante para que una persona esté preparada para una intervención clarificadora con un insight profundo puede pasar tiempo de preparación, pueden sucederse etapas de rabia, de negativa, de cuestionamiento, de fugas, de acting... Pero deviene el cambio con constancia, tenacidad y un poquito de inspiración por ambas partes. Qué lindo que es ver como se escucha un "click" que revierte la perspectiva (Bion).
Y sobre la identidad sigo hablando, en este caso subyugada a ciertas vivencias en un época sensible, donde el aparato psíquico no estaba preparado para lo que hubo de pasar. Bowlby ha sido nuestro objeto transicional, una paciente psicóloga y yo en funciones de psicoterapeuta, fue hermoso y útil. Y acaso el apego puede servir para entender también las relaciones de objeto y cómo se construye un armazón donde el temor al derrumbe queda significado en el pasado no en el futuro. Esto es muy fácil de decir para alguien que está detrás de una mesa, no obstante es una conquista para quien lo acepta, lo entiende, lo asimila y lo transforma. En fin, una de esas experiencias apasionantes que la vida, tan hermosa como esa persona la describe a menudo y no siempre convencida, puede darnos.
Primicia!
Les muestro un capítulo de un libro que se va a publicar de Rodrigo Córdoba García y Encarna Samitier, el primero médico de atención primaria, vicepresidente del comité nacional de prevención de tabaquismo y profesor de la Universidad de Zaragoza, la segunda periodista y escritora. Versa sobre el tabaco, el título del texto es a día de hoy: 50 mitos sobre el tabaco. Hay va uno de ellos...
“2. Fumo porque me gusta”
La mayoría de los fumadores pronuncian, en un momento u otro, esta frase. Es posible, pero no es realmente lo más habitual. La mayoría de los fumadores admiten que su primera experiencia con el cigarrillo fue muy desagradable y que tuvieron que hacer esfuerzos para acostumbrarse a fumar. Allen Carr[1] decía que a él también le gustaba mucho la langosta pero no iba todo el día con 20 langostas colgadas al cuello. Entre el 70% y el 80% de los fumadores confiesan que les gustaría dejar de fumar y casi todos prefieren que sus hijos no lo sean. Por eso solo un escaso porcentaje está convencido de verdad de que les gusta. De hecho, uno de cada dos fumadores consigue dejar de fumar a lo largo de su vida, pero muchas veces tras varios intentos. La periodista Montserrat Domínguez ejemplifica este deseo y su dificultad. En una columna del diario ADN, Domínguez explicaba que el espanto de su hijo pequeño al ver en la cajetilla de tabaco de su madre la frase “Fumar mata” la había llevado a la decisión de dejar el tabaco. Semanas más tarde, recayó. Pero la reincidencia no es un fracaso insuperable; es un retroceso indeseable, ciertamente, pero si llega ha de tomarse como un parón momentáneo en la carrera del que es posible extraer lecciones positivas; algo así como un libro de autoayuda a la medida.
La dificultad en dejar el tabaco no es un desdoro, sino que responde a la fuerza de las sustancias adictivas. En realidad a pesar de que el 30-35% de los fumadores intentan dejar al menos una vez al año, únicamente lo consiguen definitivamente en ese periodo un 3-5%. La razón que dan habitualmente los fumadores para no abandonar el cigarrillo es que les ayuda a afrontar el estrés y les proporciona placer pero en realidad la razón principal es la dependencia de la nicotina. Jean Paul Sartre decía que “la felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”. Los adictos, en realidad, no desean una gran parte del tabaco que consumen.
La adicción a la nicotina es sin ninguna duda el factor clave que explica por que la gente sigue fumando aunque una mayoría desearía no hacerlo...incluidos los médicos. “Los médicos eran un colectivo igual de fumador que los arquitectos o los maquinistas de tren, por poner un ejemplo. Lo llamativo es que seguían fumando mientras advertían de los problemás del tabaco. No eran lo que se dice un buen ejemplo, pero también para los médicos las potentes y numerosas sustancias adictivas hacen difícil el abandono del hábito, que ahora, por fortuna, se está produciendo de forma másiva entre los facultativos, por la información disponible, las campañas y la presión social”[2], explica el doctor Bello.
La nicotina actúa a nivel cerebral creando un fuerte impulso a fumar. Este deseo incontrolado es la dependencia física; asociado a situaciones que se asimilan al acto y al hábito de fumar y que invitan a hacerlo, es lo que se considera dependencia psicológica: una combinación que produce cambios permanentes en el cerebro y en los neurotransmisores, que originan una especie de “hambre de nicotina” cuando el fumador lleva cierto tiempo sin fumar.
“No pierdes tiempo en estudiar el veneno que te inyectas porque rebaja la ansiedad momentáneamente hasta que el cerebro manda otro mensaje para volver a encender otro cigarrillo, y otro, y otro…”, explica Ramón J. Campo, periodista y escritor que sufrió un ictus o derrame cerebral en diciembre de 2005. “El tabaco, dice, era una de las causas que casi me provoca la muerte”[3].
Un tercer efecto de la dependencia de la nicotina es el síndrome de abstinencia. Hace tiempo que se sabe que el tabaco provoca alteraciones del humor y síntomás físicos como inquietud, nerviosismo y agitación, que solo se alivian inhalando más nicotina. La abstinencia es la razón principal por la que muchos fumadores que intentan dejarlo sin ayuda profesional recaen en la primera semana sin tabaco: La multinacional hispanofrancesa Altadis ha reconocido que utiliza 289 aditivos en sus marcas vendidas en la Unión Europea. Son cerca de 300 sustancias –en Reino Unido la industria ha admitido utilizar 599-, muchas de ellas tóxicas, con un objetivo prioritario en algunas de ellas, aumentar la adicción.
La conducta adictiva es, por lo general, apremiante y obsesiva. Por eso el fumador adicto no puede pensar en otra cosa que en el cigarrillo, o en el modo de conseguirlo, cuando no se dispone de él. El estilo de vida gira en buena medida en torno al tabaco. Lo que hace que una adicción sea una conducta nociva es que se vuelve contra uno mismo. La razón es que en el fondo, las conductas adictivas buscan la gratificación a corto plazo a expensas de un daño a largo plazo. Producen placer, alivio y otras compensaciones inmediatas, pero provocan dolor, desastre, desolación y multitud de problemás a medio plazo. El rasgo distintivo de la conducta adictiva es que al tratar de controlarla, la voluntad resulta, en primera instancia, insuficiente. La sustancia o actividad en cuestión controla a la persona, en lugar de lo contrario. La afirmación de “yo controlo” es ilusoria. La adicción no proporciona felicidad. Conforme la adicción progresa el fumador tiende a confundir el gustar (liking) con el querer (wanting).El linking se asocia a la experiencia hedónica de placer o displacer producido por el tabaco mientras que el wanting es el proceso motivacional que subyace a la búsqueda del cigarrillo. Estos procesos marcan las divergencias entre deseo y placer de modo que se puede seguir experimentando un fuerte deseo (craving) incluso cuando este consumo produce displacer.
Verdú lo describe así en “Días sin humo”: “Llegado el momento en que el deseo de fumar ataca, el cuerpo no requiere nada más o nada distinto. Y llegado al punto del fanatismo bioquímico, lo único que vale es una resistencia igualmente acérrima. Asombra que el cuerpo, por momentos, concentre con tanta ferocidad su solicitud en el tabaco y se comporte como si en ese plazo no descubriera nada que pudiera compensarle en algo, mientras el tabaco le sacia en todo. Si hay algo que se parece a esto, es la peripecia en la que se configura el dolor. Exactamente, el deseo de fumar es dolor puro. El imperio de lo irracional [4]”.
En realidad, cualquier fumador que no puede permanecer sin coger un pitillo al menos 24 horas sin que aparezcan sensaciones molestas y disconfort físico es adicto a la nicotina. Es ella la que controla la persona y no al revés. Con las demás drogas, legales o ilegales, ocurre exactamente lo mismo. La falsa percepción de autocontrol es uno de los grandes paradigmás para entender las adicciones. Los adictos a la nicotina creen que pueden controlarla: la cantidad, la frecuencia, etc. Sin embargo nada hay más equivocado. A medida que acumulan años, invariablemente comienzan a negar dos cosas: a) que el tabaco constituya un problema que no puedan controlar y b) que los efectos negativos –enfermedades- en sus vidas tengan alguna relación con el hecho de fumar.
En el tabaquismo suele existir un gran componente emocional o afectivo relacionado con un evento, objeto o sustancia, a través de la cual el fumador logra, transitoriamente la “fantasía” de controlar las emociones. La adicción se constituye para muchos, en su principal relación emocional (“mi mejor amigo”, “mi compañía”) y no conciben situaciones como, por ejemplo, esperar el autobús sin el soporte de un cigarrillo.
En algunos casos, alcanza la categoría de “relación patológica”. Pero técnicamente una adicción se caracteriza porque la persona presenta un marcado deterioro de su capacidad para controlar el consumo de esa sustancia, que se expresa como una incapacidad para predecir cuando podrá discontinuar su uso (“algún día dejaré de fumar”), una vez comenzado el consumo. La adicción se caracteriza por ser crónica, progresiva y con frecuentes recaídas [5]. El caso de Terenci Moix, que anunció en un artículo de prensa que dejaba de fumar para luchar contra su enfísema y, posteriormente, recayó poco antes de su muerte, es revelador. El dramático testimonio del escritor, que confesó en televisión su imposibilidad de dejar el hábito que le estaba matando, impactó a muchos fumadores… que dejaron de serlo. “Admiraba enormemente a Terenci Moix. Ver que una persona tan inteligente no conseguía librarse del tabaco, me decidió a dejarlo. Con el dinero que ahorré en el primer año, me fui de vacaciones a Egipto con mi familia. ¡Mis amigos dicen que es el mejor homenaje que pude hacer a Terenci…!”cuenta la psicóloga forense Maria José Coll[6].
La adicción al tabaco modifica el cerebro del fumador, que tiene un mayor número de receptores cerebrales de nicotina. Por eso, en lo referente al tabaco -y no en lo que atañe a otros ámbitos de su vida- son las zonas base del cerebro (las de los impulsos primarios, las emociones y las adicciones) las que “toman la palabra”. Para el que nunca ha fumado sus conductas -como la de una madre embarazada que continúe fumando pese a todas las advertencias de daño al feto, o la de los padres capaces de fumar ante un hijo asmático- resultan difícilmente comprensibles. Pero los ex fumadores pueden ponerse en su piel perfectamente, y, a la vez, valorar con alivio la suerte de haber escapado de una relación tan absorbente como perniciosa.
Esa relativa desconexión entre las regiones frontales (razón) y basales (impulsos) del cerebro del fumador parece ser la causa de que la parte consciente, racional y responsable de la personalidad quede relegada frente a la parte compulsiva e irracional de la adicción a la nicotina. Sería la explicación para que un paciente con enfisema pulmonar que precisa estar enchufado a una mochila de oxígeno la mayor parte del día tenga el impulso de seguir fumando incluso a escondidas. Todos conocemos a alguien próximo que sufre al ver cómo un amigo o un familiar se autodestruye ante sus ojos.
“(Antes de conseguirlo) Intenté dejarlo tres veces con diferentes métodos, pero no lo conseguí. Mi padre había muerto de enfisema pulmonar y conocía sus efectos, pero el cigarrillo, junto a otros motivos, casi me llevó al huerto. Nuestro ambiente y profesión no es relajante para afrontar tu salud”, diagnostica el periodista Ramón J. Campo[7].
“No hace falta saber mucho para darse cuenta de que el tabaco es veneno. En mi caso, me fui haciendo más militante cuando ví sufrir muy de cerca enfermedades mortales provocadas por el tabaco”[8], explica Mercedes Milá.
La existencia de un mayor número de receptores cerebrales de nicotina no es ninguna fantasía: se pueden visualizar con sofisticadas técnicas de tomografía de emisión de positrones (PET). Pero lo relevante de esas diferencias cerebrales es que los fumadores que intentan dejarlo están tan sensibilizados a la nicotina que por un solo cigarrillo recaen con extraordinaria facilidad aunque lleven años sin fumar. Esto es realmente muy importante y debería tenerse muy en cuenta. El artículo científico de la doctora Nora Volkow de la State University de Nueva York contiene información detallada para quién desee más información al respecto.[9]
Se cuenta que al que fuera presidente del Soviet Supremo de la extinta Unión Soviética se le diagnosticó un cáncer de pulmón y los médicos le prohibieron seguir fumando. Debido a su fuerte adicción al cigarrillo ascendió a varios políticos fumadores empedernidos al Presidium para seguir inhalando “de segunda mano” el humo de sus colegas. De este modo contentaba a los médicos y seguía por otro lado satisfaciendo, en alguna medida, su adicción a los vapores de tabaco. Quizás ignorante del riesgo que corría expuestos a esos humos ajenos murió de un infarto de miocardio en noviembre de 1982.
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[1] Allen Carr. Es fácil dejar de fumar, si sabes como. Madrid.Espasa-Calpe, 2001.
[2] Entrevista concedida a los autores para esta obra
[3] Entrevista concedida a los autores para esta obra
[4] Vicente Verdú. Días sin humo.
[5] Eduardo Bianco. La adicción al consumo de tabaco. una enfermedad a tratar. http://www.fac.org.ar/fic/simp03/llave/c03/bianco.htm
“2. Fumo porque me gusta”
La mayoría de los fumadores pronuncian, en un momento u otro, esta frase. Es posible, pero no es realmente lo más habitual. La mayoría de los fumadores admiten que su primera experiencia con el cigarrillo fue muy desagradable y que tuvieron que hacer esfuerzos para acostumbrarse a fumar. Allen Carr[1] decía que a él también le gustaba mucho la langosta pero no iba todo el día con 20 langostas colgadas al cuello. Entre el 70% y el 80% de los fumadores confiesan que les gustaría dejar de fumar y casi todos prefieren que sus hijos no lo sean. Por eso solo un escaso porcentaje está convencido de verdad de que les gusta. De hecho, uno de cada dos fumadores consigue dejar de fumar a lo largo de su vida, pero muchas veces tras varios intentos. La periodista Montserrat Domínguez ejemplifica este deseo y su dificultad. En una columna del diario ADN, Domínguez explicaba que el espanto de su hijo pequeño al ver en la cajetilla de tabaco de su madre la frase “Fumar mata” la había llevado a la decisión de dejar el tabaco. Semanas más tarde, recayó. Pero la reincidencia no es un fracaso insuperable; es un retroceso indeseable, ciertamente, pero si llega ha de tomarse como un parón momentáneo en la carrera del que es posible extraer lecciones positivas; algo así como un libro de autoayuda a la medida.
La dificultad en dejar el tabaco no es un desdoro, sino que responde a la fuerza de las sustancias adictivas. En realidad a pesar de que el 30-35% de los fumadores intentan dejar al menos una vez al año, únicamente lo consiguen definitivamente en ese periodo un 3-5%. La razón que dan habitualmente los fumadores para no abandonar el cigarrillo es que les ayuda a afrontar el estrés y les proporciona placer pero en realidad la razón principal es la dependencia de la nicotina. Jean Paul Sartre decía que “la felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”. Los adictos, en realidad, no desean una gran parte del tabaco que consumen.
La adicción a la nicotina es sin ninguna duda el factor clave que explica por que la gente sigue fumando aunque una mayoría desearía no hacerlo...incluidos los médicos. “Los médicos eran un colectivo igual de fumador que los arquitectos o los maquinistas de tren, por poner un ejemplo. Lo llamativo es que seguían fumando mientras advertían de los problemás del tabaco. No eran lo que se dice un buen ejemplo, pero también para los médicos las potentes y numerosas sustancias adictivas hacen difícil el abandono del hábito, que ahora, por fortuna, se está produciendo de forma másiva entre los facultativos, por la información disponible, las campañas y la presión social”[2], explica el doctor Bello.
La nicotina actúa a nivel cerebral creando un fuerte impulso a fumar. Este deseo incontrolado es la dependencia física; asociado a situaciones que se asimilan al acto y al hábito de fumar y que invitan a hacerlo, es lo que se considera dependencia psicológica: una combinación que produce cambios permanentes en el cerebro y en los neurotransmisores, que originan una especie de “hambre de nicotina” cuando el fumador lleva cierto tiempo sin fumar.
“No pierdes tiempo en estudiar el veneno que te inyectas porque rebaja la ansiedad momentáneamente hasta que el cerebro manda otro mensaje para volver a encender otro cigarrillo, y otro, y otro…”, explica Ramón J. Campo, periodista y escritor que sufrió un ictus o derrame cerebral en diciembre de 2005. “El tabaco, dice, era una de las causas que casi me provoca la muerte”[3].
Un tercer efecto de la dependencia de la nicotina es el síndrome de abstinencia. Hace tiempo que se sabe que el tabaco provoca alteraciones del humor y síntomás físicos como inquietud, nerviosismo y agitación, que solo se alivian inhalando más nicotina. La abstinencia es la razón principal por la que muchos fumadores que intentan dejarlo sin ayuda profesional recaen en la primera semana sin tabaco: La multinacional hispanofrancesa Altadis ha reconocido que utiliza 289 aditivos en sus marcas vendidas en la Unión Europea. Son cerca de 300 sustancias –en Reino Unido la industria ha admitido utilizar 599-, muchas de ellas tóxicas, con un objetivo prioritario en algunas de ellas, aumentar la adicción.
La conducta adictiva es, por lo general, apremiante y obsesiva. Por eso el fumador adicto no puede pensar en otra cosa que en el cigarrillo, o en el modo de conseguirlo, cuando no se dispone de él. El estilo de vida gira en buena medida en torno al tabaco. Lo que hace que una adicción sea una conducta nociva es que se vuelve contra uno mismo. La razón es que en el fondo, las conductas adictivas buscan la gratificación a corto plazo a expensas de un daño a largo plazo. Producen placer, alivio y otras compensaciones inmediatas, pero provocan dolor, desastre, desolación y multitud de problemás a medio plazo. El rasgo distintivo de la conducta adictiva es que al tratar de controlarla, la voluntad resulta, en primera instancia, insuficiente. La sustancia o actividad en cuestión controla a la persona, en lugar de lo contrario. La afirmación de “yo controlo” es ilusoria. La adicción no proporciona felicidad. Conforme la adicción progresa el fumador tiende a confundir el gustar (liking) con el querer (wanting).El linking se asocia a la experiencia hedónica de placer o displacer producido por el tabaco mientras que el wanting es el proceso motivacional que subyace a la búsqueda del cigarrillo. Estos procesos marcan las divergencias entre deseo y placer de modo que se puede seguir experimentando un fuerte deseo (craving) incluso cuando este consumo produce displacer.
Verdú lo describe así en “Días sin humo”: “Llegado el momento en que el deseo de fumar ataca, el cuerpo no requiere nada más o nada distinto. Y llegado al punto del fanatismo bioquímico, lo único que vale es una resistencia igualmente acérrima. Asombra que el cuerpo, por momentos, concentre con tanta ferocidad su solicitud en el tabaco y se comporte como si en ese plazo no descubriera nada que pudiera compensarle en algo, mientras el tabaco le sacia en todo. Si hay algo que se parece a esto, es la peripecia en la que se configura el dolor. Exactamente, el deseo de fumar es dolor puro. El imperio de lo irracional [4]”.
En realidad, cualquier fumador que no puede permanecer sin coger un pitillo al menos 24 horas sin que aparezcan sensaciones molestas y disconfort físico es adicto a la nicotina. Es ella la que controla la persona y no al revés. Con las demás drogas, legales o ilegales, ocurre exactamente lo mismo. La falsa percepción de autocontrol es uno de los grandes paradigmás para entender las adicciones. Los adictos a la nicotina creen que pueden controlarla: la cantidad, la frecuencia, etc. Sin embargo nada hay más equivocado. A medida que acumulan años, invariablemente comienzan a negar dos cosas: a) que el tabaco constituya un problema que no puedan controlar y b) que los efectos negativos –enfermedades- en sus vidas tengan alguna relación con el hecho de fumar.
En el tabaquismo suele existir un gran componente emocional o afectivo relacionado con un evento, objeto o sustancia, a través de la cual el fumador logra, transitoriamente la “fantasía” de controlar las emociones. La adicción se constituye para muchos, en su principal relación emocional (“mi mejor amigo”, “mi compañía”) y no conciben situaciones como, por ejemplo, esperar el autobús sin el soporte de un cigarrillo.
En algunos casos, alcanza la categoría de “relación patológica”. Pero técnicamente una adicción se caracteriza porque la persona presenta un marcado deterioro de su capacidad para controlar el consumo de esa sustancia, que se expresa como una incapacidad para predecir cuando podrá discontinuar su uso (“algún día dejaré de fumar”), una vez comenzado el consumo. La adicción se caracteriza por ser crónica, progresiva y con frecuentes recaídas [5]. El caso de Terenci Moix, que anunció en un artículo de prensa que dejaba de fumar para luchar contra su enfísema y, posteriormente, recayó poco antes de su muerte, es revelador. El dramático testimonio del escritor, que confesó en televisión su imposibilidad de dejar el hábito que le estaba matando, impactó a muchos fumadores… que dejaron de serlo. “Admiraba enormemente a Terenci Moix. Ver que una persona tan inteligente no conseguía librarse del tabaco, me decidió a dejarlo. Con el dinero que ahorré en el primer año, me fui de vacaciones a Egipto con mi familia. ¡Mis amigos dicen que es el mejor homenaje que pude hacer a Terenci…!”cuenta la psicóloga forense Maria José Coll[6].
La adicción al tabaco modifica el cerebro del fumador, que tiene un mayor número de receptores cerebrales de nicotina. Por eso, en lo referente al tabaco -y no en lo que atañe a otros ámbitos de su vida- son las zonas base del cerebro (las de los impulsos primarios, las emociones y las adicciones) las que “toman la palabra”. Para el que nunca ha fumado sus conductas -como la de una madre embarazada que continúe fumando pese a todas las advertencias de daño al feto, o la de los padres capaces de fumar ante un hijo asmático- resultan difícilmente comprensibles. Pero los ex fumadores pueden ponerse en su piel perfectamente, y, a la vez, valorar con alivio la suerte de haber escapado de una relación tan absorbente como perniciosa.
Esa relativa desconexión entre las regiones frontales (razón) y basales (impulsos) del cerebro del fumador parece ser la causa de que la parte consciente, racional y responsable de la personalidad quede relegada frente a la parte compulsiva e irracional de la adicción a la nicotina. Sería la explicación para que un paciente con enfisema pulmonar que precisa estar enchufado a una mochila de oxígeno la mayor parte del día tenga el impulso de seguir fumando incluso a escondidas. Todos conocemos a alguien próximo que sufre al ver cómo un amigo o un familiar se autodestruye ante sus ojos.
“(Antes de conseguirlo) Intenté dejarlo tres veces con diferentes métodos, pero no lo conseguí. Mi padre había muerto de enfisema pulmonar y conocía sus efectos, pero el cigarrillo, junto a otros motivos, casi me llevó al huerto. Nuestro ambiente y profesión no es relajante para afrontar tu salud”, diagnostica el periodista Ramón J. Campo[7].
“No hace falta saber mucho para darse cuenta de que el tabaco es veneno. En mi caso, me fui haciendo más militante cuando ví sufrir muy de cerca enfermedades mortales provocadas por el tabaco”[8], explica Mercedes Milá.
La existencia de un mayor número de receptores cerebrales de nicotina no es ninguna fantasía: se pueden visualizar con sofisticadas técnicas de tomografía de emisión de positrones (PET). Pero lo relevante de esas diferencias cerebrales es que los fumadores que intentan dejarlo están tan sensibilizados a la nicotina que por un solo cigarrillo recaen con extraordinaria facilidad aunque lleven años sin fumar. Esto es realmente muy importante y debería tenerse muy en cuenta. El artículo científico de la doctora Nora Volkow de la State University de Nueva York contiene información detallada para quién desee más información al respecto.[9]
Se cuenta que al que fuera presidente del Soviet Supremo de la extinta Unión Soviética se le diagnosticó un cáncer de pulmón y los médicos le prohibieron seguir fumando. Debido a su fuerte adicción al cigarrillo ascendió a varios políticos fumadores empedernidos al Presidium para seguir inhalando “de segunda mano” el humo de sus colegas. De este modo contentaba a los médicos y seguía por otro lado satisfaciendo, en alguna medida, su adicción a los vapores de tabaco. Quizás ignorante del riesgo que corría expuestos a esos humos ajenos murió de un infarto de miocardio en noviembre de 1982.
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[1] Allen Carr. Es fácil dejar de fumar, si sabes como. Madrid.Espasa-Calpe, 2001.
[2] Entrevista concedida a los autores para esta obra
[3] Entrevista concedida a los autores para esta obra
[4] Vicente Verdú. Días sin humo.
[5] Eduardo Bianco. La adicción al consumo de tabaco. una enfermedad a tratar. http://www.fac.org.ar/fic/simp03/llave/c03/bianco.htm
jueves, 22 de enero de 2009
Mito de la Caverna
en griego 'doxa' (δόξα:es fácil, casi lo mismo que en castellano), es la palabra empleada por parménides (Παρμενίδης) para hablar de las vías de conocimiento:
- la doxa, o 'vía de la opinión' y
- la episteme (εξπΙσζημη), o 'vía del saber':
hay que decir que para él, considerado por algunos como el primer filósofo,
solamente la 2ª vía es cierta: aquí se trata del mundo de las ideas.
siendo la 1ª un espejismo, puesto que tiene que ver con el mundo de los sentidos.
de la sabiduría de parménides se conservan unos cuantos versos únicamente, su obra la llamó 'sobre la naturaleza': aquella gente no solamente inventó la filosofía sino que su vía
natural de expresión era el poema (filosófico) en hexámetros, y manuel me
enseño el año pasado que lo importante no era tanto la rima como el ritmo:
sílabas fuertes y débiles coincidiendo en cada verso:
se podría cantar divinamente!!
malditos griegos.
platón (Πλάτων) le llama 'el padre', y quedó muy influido por su pensamiento, que conoció probablemente a través de sócrates (Σωκράτης), ya que cuando éste era un joven ateniense, parménides, ya anciano, visitó la ciudad del ática, cabe pensar en el magnífico intercambio de ideas entre ambos titanes, allí, quizá en la acrópolis misma, el joven y el viejo mano a mano y el personal escuchando.
hoy el personal lo que hace mayormente es ver la tele, los anuncios y eso
(bueno, quizá también entonces el personal de a pie perdería el tiempo haciendo algo parecido): algo así se sugiere, entre otras cosas, en el vídeo que os propongo para ilustrar el mito platónico de la caverna.
Gracias a Don Manolo.
miércoles, 21 de enero de 2009
Gramática de la Fantasía
Haremos un recorrido por la gramática de la fantasía, veamos a donde llegamos...
La fantasía es esto según la RAE:
fantasía.
(Del lat. phantasĭa, y este del gr. φαντασία).
1. f. Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
2. f. Imagen formada por la fantasía. U. m. en pl.
3. f. fantasmagoría (‖ ilusión de los sentidos).
4. f. Grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce.
5. f. Ficción, cuento, novela o pensamiento elevado e ingenioso. Las fantasías de los poetas, de los músicos y de los pintores.
6. f. coloq. Presunción, arrogancia o gravedad afectada.
7. f. Mús. Composición instrumental de forma libre o formada sobre motivos de una ópera.
8. f. pl. Granos de perlas que están pegados unos con otros con algún género de división por medio.
Imagen es esto otro:
imagen.
(Del lat. imāgo, -ĭnis).
1. f. Figura, representación, semejanza y apariencia de algo.
2. f. Estatua, efigie o pintura de una divinidad o de un personaje sagrado.
3. f. Ópt. Reproducción de la figura de un objeto por la combinación de los rayos de luz que proceden de él.
4. f. Ret. Representación viva y eficaz de una intuición o visión poética por medio del lenguaje. Representación es esto otro:
representación.
(Del lat. representatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de representar.
2. f. Autoridad, dignidad, categoría de la persona. Juan es hombre de representación en Madrid.
3. f. Figura, imagen o idea que sustituye a la realidad.
4. f. Conjunto de personas que representan a una entidad, colectividad o corporación.
5. f. Cosa que representa otra.
6. f. Der. Derecho de una persona a ocupar, para la sucesión en una herencia o mayorazgo, el lugar de otra persona difunta.
7. f. Psicol. Imagen o concepto en que se hace presente a la conciencia un objeto exterior o interior.
8. f. desus. Súplica o proposición apoyada en razones o documentos, que se dirige a un príncipe o superior.
9. f. ant. Obra dramática.
Así pues imagen, imaginación, fantasía, símbolo, representación y conciencia están unidos.
Funcionamos mediante significantes y significados, mediante símbolos y objetos. Estos suelen ser creados en nuestro fuero interno, a través de nuestra socialización les damos a veces valores consensuados, por ejemplo la señal de tráfico. Pero generalmente los símbolos tienen un valor personal. Un terapeuta “psi”, es un profesional que atiende a los síntomas desde el fenómeno y el noúmeno, es decir desde lo que se ve, observa y se mide y lo que es la “cosa en sí”. Esto he encontrado sobre el noúmeno: El noúmeno (del griego "νούς" "noús": mente), en la filosofía de Immanuel Kant, es el concepto problemático que se propone para referirse a un objeto no fenoménico, es decir, que no pertenece a una intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible. Por otra parte, el término también ha sido usado para hablar de la cosa-en-sí, es decir, la cosa en su existencia pura independientemente de cualquier representación. En la filosofía de Platón representa una especie inteligible o idea e indica todo aquello que no puede ser percibido en el mundo tangible y sólo al cual se puede arribar mediante el razonamiento. El noúmeno como concepto fundamenta la idea de la metafísica en Platón.
La cosa-en-sí no se puede tocar, medir o convertir en matemáticas, la cosa en sí depende única e irremediablemente de cada persona y eso es lo que hace que cada sujeto sea individual, distinto e indivisible. Esto parece olvidarse en algunos sectores de la medicina taxonómica. Un sujeto puede ser valorado por un diagnóstico pero el sujeto no es el diagnóstico, no explica demasiado de la persona. Explica una parte del problema, una reducida parte de él a nivel de signos y síntomas. Quedarnos allí empobrece al sujeto, al menos en espacios donde se da cabida, identidad y significado a lo que la persona es.
Si alguien quiere ser libre puede empezar por dejar de fumar pero tanto o más importante es saber quién es, cuáles son sus límites y cómo funciona, claro está que esto no tiene beneficio a corto plazo sino un placer inmenso de realización y descubrimiento apto para curiosos con cierto nivel de inteligencia, a mi parecer todo el mundo.
Les traslado estas ideas y conceptos que ando manejando para pensar que son. Las personas tienen curiosidad pero no es fácil encontrar unas coordenadas de tiempo, espacio, persona para manejar estas variables. Si usted se mofa de un trabajo introspectivo es probable que lo que tiene que descubrir de sí mismo en esencia le asuste, si se resiste a un análisis es normal pero si ataca un análisis es porque algo está pasando dentro de usted. La gramática de la fantasía puede ser reescrita y este ejercicio no consiste en técnicas banales de sugestión o de conducta, conocerse es aproximarse a lo que uno es y ve de un modo diferente. Las cosas no son lo que vemos sino lo que creemos que vemos, hace muchos años que me gustó esta idea. Dios existe por la creencia de un elevado porcentaje de la población, porque resulta beneficioso para el pueblo y da esperanza, entre otras muchísimas razones que aquí no caben pronunciar.
Si Dios existe para Jorge existe, que Dios exista depende de cómo construye en su imaginación a Dios, si Dios es bueno o malo para Jorge será en función de cómo sea Jorge y cómo quiere que sea Dios, en última instancia si ese Dios quiere ser según Jorge será tal y como Jorge necesita que sea y ocupará en su vida el papel fundamental que deba ocupar.
Los argumentos científicos tienden a ser impersonales y fríos, crítica extendida de literatos y otros intelectuales, esto molesta mucho a los estadistas pero ellos no pueden cambiar porque son así, tal y como les ven los poetas, estos últimos los mejores “psi” que existen.
martes, 20 de enero de 2009
Fantasía-Creatividad-Agresividad
La creatividad supone descubrir y construir imagénes del mundo interno en la realidad externa. Dichas imágenes, copias de cómo vivimos la realidad externa residen en la realidad psíquica y ayudan a entender nuestra relación con el mundo externo, donde estamos inscritos.
La agresividad y la creatividad van unidas, en estudios se menciona la baja inhibición latente con la creatividad y la patología psíquica, de una manera algo torpe en la serie Prison Break, el psiquiatra de Michael Scofield se refiere a él hablando de su baja inhibición latente y su tendencia a ayudar a otros. La serie tiene cosas interesantes.
De manera clásica la agresividad ha sido asociada con la frustración, la falta que provoca una reacción. La agresividad tiene muchos orígenes, la falta es importante pero no única, es bien conocido que se trata de un problema multifactorial.
La agresividad también sirve para crear, quien crea está cambiando la realidad que obrserva, está transformando y eliminando clichés, la agresividad tiene allí una naturaleza constructiva que consiste en dar un giro a lo que se ve para poner otro objeto.
Ser creativo, desde una mirada social, suele ser algo poco valorado, tildados de monstruitos, “frikis” y raros, las personas creativas pueden llegar a ser objeto de escarnio de la gente. El creativo es raro en un sentido estadístico, es agresivo, ahora bien, la agresividad puede dar origen a nuevas copias de la realidad externa en el interior, implementar esas copias de la realidad psíquica en la realidad exterior beneficia al mundo externo, nos beneficia a todos pero nos hace cambiar. Y cambiar es molesto.
Esto que escribe se identifica más con Berkeley que con Hume o Locke. La medicina basada en la evidencia se centra en lo empírico, el propio Freud, médico neurólogo quiso hacer empirismo del psicoanálisis en base al imperio de la razón, por suerte o desgracia hubo escotomas en su producción científica, para mí, las más destacadas consisten en lo referente a la creatividad. No entiendo aquí creatividad como la capacidad de crear nuevos productos o cambiar, según la RAE:
1. tr. Producir algo de la nada. Dios creó cielos y tierra.
2. tr. Establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado. Crear una industria, un género literario, un sistema filosófico, un orden político, necesidades, derechos, abusos.
3. tr. Instituir un nuevo empleo o dignidad. Crear el oficio de condestable.
4. tr. Hacer, por elección o nombramiento, a alguien lo que antes no era. U. especialmente referido a dignidades muy elevadas, por lo común eclesiásticas y vitalicias. Fue creado Papa. Será creado cardenal.
5. tr. ant. criar (‖ nutrir).
Me refiero más bien a lo de “hacer nacer algo, en sentido figurado”. Construir una identidad significa construir(se) una imagen inconsciente del cuerpo como diría Doltó, del self como diría Winnicott a quienes, en palabras de Doltó, les unían unos principios éticos similares (sic), en comunicación personal a David Nasio.
La narrativa del sujeto se va construyendo, hay que crearla y se va descubriendo en los pimeros años de vida y durante todo el tiempo. Esa narrativa no depende sólo del sujeto por tanto se le debe permitir descubrir el mundo, mantener la ilusión de que está creando el mundo, por ejemplo, que el pecho de la madre lo ha creado él y le pertenece.
Esa omnipotencia del bebé debe ser gradualmente desilusionada para que empiece a generarse una membrana limitante entre el mundo externo y el mundo interno, entraríamos a hablar de los conceptos de Federn, Anzieu, Bick, Bion y Winnicott, me refiero al yo-piel, al continente, a las envolturas psíquicas, a la piel psíquica.
Para crear hay que destruir decía en otro sitio. Esto no es del todo exacto, cuando lo dado es suficientemente bueno no hay que destruir, puede ser creado lo dado, en la fantasía. Donde también navega el investigador de la ciencia dura. Pero si lo presentado no es suficientemente bueno existirá una función de la agresión que destruirá aquello que es repudiado. Imagen que el propio yo es repudiado por otro, el proceso de desidentificación es terrible, entonces la agresividad será introyectada (identificación introyectiva) y estaremos hablando de masoquismo a la postre. Existen infinitos matices pero la idea princeps consiste en que la agresividad y la creatividad van unidas siempre, esa agresividad puede tener un fin destructivo o constructivo pero en toda creación-construcción hay una destrucción. Implementar una imago supone una violenta irrupción en el mundo externo para proyectar un producto de nuestra fantasía, esto, decía arriba, produce desconcierto en los demás, incomprensión o valoraciones de locura.
Por supuesto que existen bebés-personas más agresivas que otras, ahora bien, esa agresividad no puede ser entendida de una manera rígida, como atributo específico y característico de esa persona, desempeña una función, un nexo entre la configuración de los objetos de su mundo interno y la realidad externa. No podemos detenernos en la reflexión sobre el mundo de un sujeto sólo por lo que vemos, estamos bloqueando así la capacidad y posibilidad de ser de otro modo. La tenacidad de un buen analista puede ayudar a que se den cambios constantes, imperceptibles a corto tiempo (afortunadamente) para modular el estar-en-el mundo de esa persona. La creatividad y la agresividad no deben ser entendidas sólo como popularmente entendemos, en relación a místicos, delincuentes, locos y artistas bohemios. Todos tenemos sentimientos de esa clase y el manejo de esas pulsiones depende de nuestra biografía y también a elementos biológicos limitantes de nuestra fantasía, aunque esto último puede ser más un prejuicio científico que una realidad de hecho.
Para finalizar este pedazo comentar la idea de Winnicott manejada en la vasta literatura científica al respecto, me parece banal y superficial muchos de los comentarios que se vierten sobre este autor, ya que la madre suficientemente-buena no significa que la no tan good-enough sea un demonio. Lo importante es entender que el yo se configura en relación a otros y que durante la fase de dependencia absoluta y relativa, la madre y el padre desempeñan una función reguladora del crecimiento individual del psiquesoma.
Las fases no son años, podemos hablar de una mujer de 40 años que necesita de su madre.
Esta profesión es creativa y supone decir a veces ese tipo de cosas que pueden ser tildadas de majaderías porque se escapan a lo políticamente correcto no obstante, las pesquisas vertidas por los autores clínicos parten del conocimiento minucioso del mundo de personas que sufren, todos nosotros. Creo que reflejar lo que se nos explica es la más potente y veraz información que podemos tener en cuenta.
lunes, 19 de enero de 2009
Agresividad, creatividad, eros, thanatos.
En la teoría ortodoxa siempre se encuentra presente el supuesto de que la agresión es una reacción al encuentro con el principio de realidad, en tanto que aquí el impulso destructivo es el que crea la exterioridad. Este es el elemento fundamental en la estructura de mi argumentación. [DWW:Realidad y Juego, p. 125]
Para crear un nuevo mundo hay que destruir el que viene dado, cuando digo destruir me refiero a deconstruir también, si me permite Diana Hold.
No se puede crear un hogar en el terreno de una casa que ya existe, hay que derrumbarla y después construir otra. Ver la peli de tarde de domingo “La casa de mi vida”.
La agresividad viene con la idea de la individualización, es algo darviniano, es un instinto de muerte freudiano y kleiniano pero con miras a la adaptación. No destruye, es el criterio anterior a la construcción. Crear y descubrir.
Desde allí tiene sentido la envidia primaria kleiniana, el bebé detesta lo dado porque lo quiere crear él, le corresponde y él descubre, crea y manipula la realidad, todo lo demás son intrusiones en la membrana del self que claramente dibuja DWW en “La Naturaleza Humana”.
Winnicott envía una carta a Anna Freud, el 6 de julio de 1948, allí deja claro varios puntos que podrían pivotar en la idea de la represión de la agresividad y el ambiente facilitador para entender la agresividad. Si no se permite construir la identidad, y con esto, obviamente el mundo, la sombra de los padres se vuelca sobre el yo despersonalizando al sujeto, desidentificándolo. Recuerdo aquí una madre suficientemente perniciosa que señalando una foto de Fernando Torres instiga a su hijo a vestir y peinarse como él. Valga esto como idea liviana.
El bebé no necesita ser llenado de contenidos de fantasía sino aceptar su agresión, su envidia y su destructividad, así también su afán por construir-crear el mundo externo, intervenir allí me hace recordar algo de dimensiones macroscópicas de Thomas Szasz, me refiero al Estado Terapéutico. El intervencionismo intrafamiliar e interpersonal da lugar a vacíos, fallas de sentido propio de la identidad, a psicoanálisis interminable en el peor de los casos.
En "El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones", publicado en Realidad y juego, plantea la supervivencia del objeto, dice:
En general se entiende que el principio de realidad envuelve al individuo en la ira y la reacción destructiva, pero mi tesis dice que la destrucción desempeña un papel en la formación de la realidad, pues ubica el objeto fuera de la persona. Para que así suceda son necesarias condiciones favorables. [RJ, p. 122]
Por tanto hay un componente de frustración-castración en la agresividad, pero entre el yo y los otros, como dice Laing en su segunda construcción epistemológica sobre la esquizofrenia [El Yo y los Otros], “no existe hijo sin madre ni esposo sin esposa”. Valga esta cosa obvia, superflua, para indicar que para que el bebé se desempeñe como sujeto debe ser capaz de crear y destruir, que es primario y estrictamente necesario, así como DWW decía “eso que llaman bebé no existe” en la SPB, lo de un bebé o posterior sujeto inofensivo de manera permanente no parece suficientemente sano. Una cuota de agresividad indica vida, diría que lo del instinto de muerte de la construcción Freud-Klein no contempla lo que sí hace DWW, el hecho de que para un vivir creativo haya que destruir, por ejemplo el fantasma de los padres, la sombra que se vierte sobre el yo impidiendo por intrusión la expansión del self. Léase el concepto de la “pulsión combinada de amor-lucha” (combined love-strife drive).
domingo, 18 de enero de 2009
La Niña de los Sueños XLX
Fascinado estaba el muchacho cuando despertó, a los pies de la cama, acariciándole el tobillo desnudo estaba la Princesa, su princesa. Con el camisón, era probablemente más hermoso de lo que había podido imaginar a partir de las lecturas en el mercado. Estaba preciosa. Ella le tocaba en silencio, se escuchaba el ruido de los cacharros de la cocina y el trajín de la familia perezosa.
Permaneció como dormido, simulando no enterarse, de esa forma saboreó cada instante, la mano de la Princesa era suave, dibujaba círculos por la piel del pie, acariciándolo en un movimiento que le invitaba a seguir durmiendo toda la vida.
La muchacha sabía que él hacía el travieso quedándose con los ojos cerrados pero le gustaba el juego y siguió el masaje por las manos, por la boca y por las orejas. En una de estas el padre se asomó, pero la muchacha estaba demasiado concentrada. No sé que pensaría pero debido a la novedad de la atmósfera familiar parece que omitió su juicio sempiterno, se dio media vuelta para afeitarse, eso es cuanto sé.
El muchacho le prendió la mano a la Princesa, la llevó a sus labios ahora recién tonificados y le dio un beso que trasladó una especie de corriente eléctrica por la columna de la muchacha, se le puso la carne de gallina en la parte posterior del cuello y emitió una especie de leve y discreto gemido de regusto.
Ella se tendió junto a él y permanecieron mirando el techo de la casa, traspasando los muros.
Permaneció como dormido, simulando no enterarse, de esa forma saboreó cada instante, la mano de la Princesa era suave, dibujaba círculos por la piel del pie, acariciándolo en un movimiento que le invitaba a seguir durmiendo toda la vida.
La muchacha sabía que él hacía el travieso quedándose con los ojos cerrados pero le gustaba el juego y siguió el masaje por las manos, por la boca y por las orejas. En una de estas el padre se asomó, pero la muchacha estaba demasiado concentrada. No sé que pensaría pero debido a la novedad de la atmósfera familiar parece que omitió su juicio sempiterno, se dio media vuelta para afeitarse, eso es cuanto sé.
El muchacho le prendió la mano a la Princesa, la llevó a sus labios ahora recién tonificados y le dio un beso que trasladó una especie de corriente eléctrica por la columna de la muchacha, se le puso la carne de gallina en la parte posterior del cuello y emitió una especie de leve y discreto gemido de regusto.
Ella se tendió junto a él y permanecieron mirando el techo de la casa, traspasando los muros.
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