PSICOLOGÍA DE LOS PROCESOS ONÍRICOS
La experiencia psicoanalítica nos ha proporcionado otra prueba de que el olvido del sueño depende mucho más de la resistencia que de la diferencia entre el estado de vigilia y el de reposo, como los autores suponen. Me sucede con frecuencia -y también a otros analíticos y a algunos pacientes sometidos a este tratamiento- que, habiendo sido despertado por un sueño, comienzo a interpretarlo inmediatamente, en plena posesión de mi actividad mental. En tales casos no he descansado hasta lograr la total comprensión del sueño, y, sin embargo, me ha sucedido que luego, al despertar, había olvidado tan completamente la labor de interpretación como el contenido manifiesto del sueño, siendo mucho más frecuente la desaparición del sueño en el olvido, arrastrando consigo la interpretación, que la conservación del sueño en la memoria por la actividad intelectual desarrollada. Pero entre la labor de interpretación y el pensamiento despierto no existe aquel abismo psíquico con el que los autores quieren explicar exclusivamente el olvido de los sueños. Cuando Morton Prince intenta refutar mi explicación del olvido de los sueños alegando que no se trata sino de un caso especial de la amnesia de los estados anímicos disociados y afirma que la imposibilidad de aplicar mi explicación de esta amnesia especial a los demás tipos de amnesia le hace también inadecuada para llevar a cabo su más próximo propósito, recuerda con ello al lector que en todas sus descripciones de esos estados disociados no aparece ni una sola tentativa de hallar la explicación dinámica de tales fenómenos. De no ser así, hubiera tenido que descubrir que la represión (y correlativamente la resistencia por ella creada) es la causa tanto de estas disociaciones como de la amnesia del contenido psíquico de las mismas...
Lo más difícil es convencer al principiante de que no debe considerar terminada una completa interpretación del sueño que se le muestre coherente, llena de sentido y explique todos los elementos del contenido manifiesto. En efecto, además de esta interrupción, puede haber aún otra distinta que se le ha escapado. No es realmente fácil hacerse una idea de la riqueza de los procesos mentales inconscientes que en nuestro pensamiento existen y demandan una expresión, ni tampoco de la habilidad que la elaboración despliega para matar siete moscas de una vez, como el sastre del cuento, hallando formas expresivas de múltiples sentidos. Nuestros lectores tenderán siempre a reprocharnos un excesivo derroche de ingenio, pero aquel que, analizando sus sueños, adquiera cierto conocimiento de la materia tendrá que reconocer lo injusto y equivocado de tal observación.
martes, 31 de agosto de 2010
Noticia de Europa Press sobre el tabaco en los adolescentes y su estado de ánimo.
El tabaquismo incrementa los síntomas de depresión en los adolescentes, sobre todo en los que fuman para combatir la tristeza, según ha descubierto un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto y la de Montreal, en Canadá, a través de un estudio publicado en 'Addictive Behaviors', cuyos resultados son parte del trabajo titulado 'Dependencia de la Nicotina en Adolescentes' (NDIT, por sus siglas en inglés), que desarrolla a largo plazo el Centro de Investigaciones del Hospital Universitario de Montreal.
Según el investigador principal de este estudio, Michael Chaiton, profesor de la Unidad Ontario de Investigación en Tabaco de la Universidad de Toronto, "este estudio observacional es uno de los pocos que examina los beneficios emocionales percibidos de fumar en los adolescentes".
"Aunque los cigarrillos parecen tener efectos similares a una 'automedicación' o mejorar el humor, a largo plazo hemos visto adolescentes que emperezaron a fumar que registran mayores síntomas de depresión", añade.
Como parte de un estudio mayor, unos 662 adolescentes de instituto rellenaron un cuestionario de unas 20 preguntas sobre su consumo de cigarrillos y cómo les afecta al humor. Los institutos fueron seleccionados para conseguir una mezcla de participantes franceses e ingleses, procedentes de centros rurales y urbanos y situados en barrios con niveles socioeconómicos bajo, medio y alto.
Los adolescentes fueron divididos en tres grupos: el de los que nunca habían fumado, los fumadores que aseguraron no usar el tabaco para 'automedicación' y mejorar su estado físico o anímico, y aquellos fumadores que reconocieron que fumaban para sentirse mejor.
Los síntomas de depresión fueron medidos utilizando una escala en la que se preguntaba con qué frecuencia los participantes se sentían demasiado cansados para hacer cosas; tenían problemas para irse a dormir o para permanecer despiertos; se sentían infelices, tristes o deprimidos; se sentían desesperanzados sobre su futuro; nerviosos o tensos, y demasiado preocupados por algún motivo.
"Los fumadores que utilizaban los cigarrillos como método para mejorar su humor tenían un mayor riesgo de sufrir más síntomas depresivos que aquellos adolescentes que nunca habían fumado", explicó la coautora del estudio Jennifer O'Loughlin, profesor del Departamento de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Montreal y del
Centro de Investigaciones del Hospital Universitario de Montreal.
"Nuestro estudio descubrió que los adolescentes fumadores que aseguraron conseguir beneficios emocionales de fumar corrían un mayor riesgo de desarrollar síntomas depresivos", señala.
La asociación entre depresión y tabaquismo se daba sobre todo entre los adolescentes que fumaban para sentirse mejor. "Es importante destacar que los síntomas depresivos eran mayores entre los adolescentes que reconocieron conseguir beneficios emocionales de fumar después de iniciarse en el hábito", recalca Chaiton.
Boris Cyrulnik: Autobriografía de un espantapájaros. Testimonios de resiliencia: el retorno a la vida
"Un espantapájaros, un espectro, se esfuerza por no pensar porque es demasiado doloroso construir un mundo íntimo plagado de representaciones atroces. Cuando uno tiene un trozo de madera en lugar de corazón y paja bajo el sombrero, sufre menos. Pero basta que ese espantapájaros encuentre a un hombre vivo que le insufle un alma para que el dolor de vivir vuelva a tentarlo."
Boris Cyrulnik
"En el trabajo que presenté en el Congreso Internacional de 1957, sugerí que la analogía que establece Freud entre psicoanálisis y una investigación arqueológica, era productiva si se la consideraba como el descubrimiento no de una civilización primitiva, sino de un desastre primitivo"
W.R. Bion
Autobiografía de un espantapájaros ha recibido el prestigioso Premio Renaudot al mejor libro de ensayo publicado en Francia en 2008. En sus páginas, Cyrulnik aborda nuevamente la resiliencia como pieza central de un discurso escrito con vigor y destreza estilística. Esta vez, el autor se centra en un aspecto específico de la resiliencia: la construcción de la historia que permite a la persona crecer a partir de la experiencia traumática. Aquí y allá, a lo largo de las diferentes culturas del mundo, Cyrulnik ha ido al encuentro de los heridos de la vida, narrándonos su biografía y cómo han sabido reparar y hacer de su fragilidad una fuente de donde extraer energía vital.
En cierta medida, puede decirse que esta Autobiografía de un espantapájaros retoma la propuesta lanzada al principio de la segunda parte de Los patitos feos, publicado por Gedisa en 2002 con gran éxito de público y crítica: "El acto de la simple palabra crea una separación que nos hace existir en calidad de sujeto, un sujeto cuya forma de interpretar el mundo es personal y única". En aquella ocasión, Cyrulnik reflexionaba acerca de aquellos elementos que relacionan el pasado doloroso con la identidad del individuo, mientras que, en este su libro más reciente, aborda la naturaleza misma de la verbalización de la herida sufrida.
Autobiografía de un espantapájaros es un libro que quiebra los silencios y los tabúes que las sociedades imponen a la desdicha; un libro que explica por qué es necesario hablar, dejar hablar y saber escuchar y comprender a los traumatizados: un libro lleno de esperanza y coraje.
Boris Cyrulnik es neurólogo, psiquiatra y psicoanalista y uno de los fundadores de la etología humana. Asimismo, es profesor en la Universidad de Var, en Francia, y responsable del equipo de investigaciones en etología clínica del hospital de Toulon. Desde 1998 es también presidente del Centre National de Création et de Diffusion Culturelles de Châteauvallon y miembro directivo de la oficina en Francia coordinadora del Programa Decenio de Naciones Unidas. Editorial Gedisa ha publicado la práctica totalidad de sus obras. Entre otras: Los patitos feos, El encantamiento del mundo, El murmullo de los fantasmas, Del gesto a la palabra, El amor que nos cura o De cuerpo y alma.
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lunes, 30 de agosto de 2010
Síndrome post-vacacional?
Todos coincidimos en que la depresión postvacacional no existe, se trata de un problema de adaptación en el que aparece irritabilidad, insomnio y ansiedad. La persona está más triste y le cuesta encarar de nuevo sus responsabilidades. Se puede plantear que podemos estar contentos de tener un trabajo. La dificultad aparece cuando ese trabajo no satisface las expectativas, produce disgusto o supone de repente una gran cantidad de energía y esfuerzos. Los trabajos de cara al público pueden ser los que más pueden producir estos estados. El también llamado síndrome postvacacional es fruto de una experiencia anterior en la que la persona ya tiene una situación emocional precaria. Un trabajo inestable, o al que acude a disgusto, problemas en su entorno, una situación existencial que no cubre las expectativas.
Cuando aparece una depresión, dado que la depresión postvacacional no tiene entidad clínica, es decir no existe para los manuales de diagnóstico, tenemos que entenderlo como la aparición de un estado depresivo que coincide con la vuelta a las obligaciones. Esto supone regresar al estado de obligaciones, esfuerzo y sacrificio después de haber tenido unas vacaciones donde prima el principio del placer frente al de realidad.
Quizá la gestión de las vacaciones y la cultura de las vacaciones está mal estructurada. Las vacaciones prolongadas son más proclives a producir esta inestabilidad en el sujeto. Se recomienda partir en 15 días durante los primeros meses y 15 días más durante la segunda mitad del año.
Se contempla que las personas que caen en un verdadero estado depresivo, ajeno al momento vital, que es una etapa de la vida que hay que entender y atravesar con normalidad como parte de los "fastidios" de la vida, acudan a un experto.
Estos estados de ánimo que no son pasajeros sino que se instalan con duración en la persona sí que deben ser tratados, probablemente como decía antes, con un trasfondo que invita a pensar que había algo detrás que no iba bien.
El choque con la realidad, su confrontación produce el tedio de una vida cansina, monótona y aburrida que depende de los recursos del paciente para vivir la vida de una forma creativa. Estos recursos se pueden tratar en psicoterapia, pero no existen fármacos que aporten estos mecanismos o recursos adaptativos para tener una vida plena, rica y satisfactoria.
A veces se tiende a acudir al médico para atacar los síntomas que producen malestar, no siempre los medicamentos son la forma más eficaz y más productiva de solucionar el problema, este popular "síndrome" no existe en las clasificaciones oficiales pero sin embargo se presenta en la clínica, por ello hay que considerarlo como algo serio y con presencia en la vida social.
Reestructurar la forma de vida, el estilo de vida, las creencias, atender a los sentimientos a los vínculos, son elementos a explorar para que demos un rumbo favorable a la vida y tengamos una existencia lo más plácida posible.
Un último apunte, esto afecta a niños y adultos, los niños, como esponjas pueden absorber el nerviosismo de sus padres y es de sobras conocido la agitación en estas fechas de los niños. No "patologicemos" elementos naturales de la vida. Un saludo.
Cuando aparece una depresión, dado que la depresión postvacacional no tiene entidad clínica, es decir no existe para los manuales de diagnóstico, tenemos que entenderlo como la aparición de un estado depresivo que coincide con la vuelta a las obligaciones. Esto supone regresar al estado de obligaciones, esfuerzo y sacrificio después de haber tenido unas vacaciones donde prima el principio del placer frente al de realidad.
Quizá la gestión de las vacaciones y la cultura de las vacaciones está mal estructurada. Las vacaciones prolongadas son más proclives a producir esta inestabilidad en el sujeto. Se recomienda partir en 15 días durante los primeros meses y 15 días más durante la segunda mitad del año.
Se contempla que las personas que caen en un verdadero estado depresivo, ajeno al momento vital, que es una etapa de la vida que hay que entender y atravesar con normalidad como parte de los "fastidios" de la vida, acudan a un experto.
Estos estados de ánimo que no son pasajeros sino que se instalan con duración en la persona sí que deben ser tratados, probablemente como decía antes, con un trasfondo que invita a pensar que había algo detrás que no iba bien.
El choque con la realidad, su confrontación produce el tedio de una vida cansina, monótona y aburrida que depende de los recursos del paciente para vivir la vida de una forma creativa. Estos recursos se pueden tratar en psicoterapia, pero no existen fármacos que aporten estos mecanismos o recursos adaptativos para tener una vida plena, rica y satisfactoria.
A veces se tiende a acudir al médico para atacar los síntomas que producen malestar, no siempre los medicamentos son la forma más eficaz y más productiva de solucionar el problema, este popular "síndrome" no existe en las clasificaciones oficiales pero sin embargo se presenta en la clínica, por ello hay que considerarlo como algo serio y con presencia en la vida social.
Reestructurar la forma de vida, el estilo de vida, las creencias, atender a los sentimientos a los vínculos, son elementos a explorar para que demos un rumbo favorable a la vida y tengamos una existencia lo más plácida posible.
Un último apunte, esto afecta a niños y adultos, los niños, como esponjas pueden absorber el nerviosismo de sus padres y es de sobras conocido la agitación en estas fechas de los niños. No "patologicemos" elementos naturales de la vida. Un saludo.
domingo, 29 de agosto de 2010
Así fue
Azotado por el cierzo una figura se acercó sobre mí, nuestros labios bailaron una canción lenta mientras nuestros cuerpos se iban acercando gradualmente. Antes habíamos estado más juntos pero en ese instante algo nos llevó a hacer las cosas más despacio. Nos acercamos pero había algo en medio que nos separaba, ojos mirando, un calor por todo el cuerpo que masajeaba los músculos, una mirada que invitaba al reencuentro, una vida dulce que estaba entre dos cuerpos. El baile, preludio de la ordalía que designaría qué iba a suceder entre nosotros, tú eras casi niña, yo era un barco diminuto en medio de la tormenta.
Algo nos llevó a acercarnos, tampoco sé el qué, nos miramos durante mucho tiempo, seguimos esa danza rítmica y lenta. Lo que detenía nuestro impulso se desvaneció por la fuerza de un furor que chisporroteaba y por fin pude sentir tus labios cerca de los míos, una caricia, un dulzor que advertía de un sincero cariño que poco a poco se cuajó en una ciudad cercana a los Pirineos. Cambiamos de emplazamiento, con el mismo enfoque del día de nuestro reencuentro y así, sea como fuere, tú y yo estamos juntos, acariciados de nuevo por el viento del Valle del Ebro y con la bondad de volar a través de los parajes que nuestra tierra nos ha brindado.
F20: Esquizofrenia
"La vida consiste en arder en preguntas."
"No ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible." Antonin Artaud
En el tratamiento de la F20, la esquizofrenia, existen errores históricos que yo no voy a subsanar pero sí puedo reflexionar sobre ello. El tiempo ha ido cambiando los caminos por donde discurre la clínica, las teorías más eficaces, los modelos más apropiados, etc.
La persona con esquizofrenia tiene por lo general un gran interés en crear cuando no se ve agotado por las experiencias dramáticas de su problema.
Iré del estrato más superficial al más profundo, sin pensar que esa sucesión vaya de menor a mayor importancia.
Primero hay que destacar un papel que en psicoterapia es bien conocido por aquellos que echan un vistazo fuera de los libros de texto y piensan en el discurso del paciente. Me refiero al efecto de la sociedad y con ello la familia, las amistades y la forma de acercarse y tratar a la persona con alguna esquizofrenia.
Los familiares se asustan, consideran una enfermedad maldita la esquizofrenia y ven al hijo o hija como alguien que no reconocen. A menudo tienen que elaborar un duelo que supone la pérdida de ese hijo imaginado en su narcisismo. Sobre esto se han hecho aportes, existen incluso manuales para hablar de este problema dirigidos a los medios de comunicación. Al mismo tiempo han sido periodistas sensibles y cineastas los que han recogido la parte más vital de esta enfermedad que socialmente está tan demonizada.
Esto cala en el imaginario colectivo, siendo absorbido por los profesionales que además aprenden algo de la cronicidad de esta enfermedad cuando son trastornos que en muchos casos se pueden curar o aliviar, en ningún caso dejarlo a la deriva con una contención farmacológica me parece humano ni profesionalmente correcto.
Conozco a muchas personas con este F20 que han tenido malas experiencias con los profesionales de la salud mental, otros que las tienen mejores. Lo esencial es transmitir esperanza y trabajar con la familia para reconstruir los esquemas acerca de la enfermedad, del hijo y disociar sanamente que el hijo no es sólo un enfermo, que es mucho más que eso y que los límites de su vida no se pueden ver a priori por la presencia de unos síntomas. Quedarse en el plano de los síntomas y la fenomenología nos hace sentirnos derrotados y transmitir al paciente ese pesimismo que resulta yatrogénico.
Se ha dicho desde Freud que los delirios y alucinaciones son intentos de curación del paciente, interpretaciones del paciente de su estado mental que podrían ser equiparables a algunas de las interpretaciones que les podrían brindar ciertos tipo de analista. Los delirios y alucinaciones "no son el problema". Esa persona tiene un estado vital, una forma de vida, unos sentimientos, unas relaciones, unos afectos, una forma de conjeturar y construir la realidad que produce en conexión con su medio ambiente y su historia unos síntomas: delirios y alucinaciones.
Los profesionales suelen estar bastante quemados de atender a personas con esquizofrenia, son menos dóciles (en función de el nivel de medicación que les hayan dado) que la media de los pacientes, los psicóticos son inteligentes pese a lo que se pueda pensar, el problema es que la enfermedad les va encerrando y deteriorando la conexión con la realidad exterior y con su self de forma que se desprenden poco a poco por un deterioro que algunos consideran neurológico, hay pruebas para pensarlo así.
También se sabe que lo neurológico reposa sobre lo psicológico y que una persona, por ejemplo, que ha vivido situaciones traumáticas, de desamparo o de alienación puede revertir esa situación de angustia en el órgano que da sustento a los pensamientos y afectos, es decir, el cerebro.
Las personas con esquizofrenia se están uniendo hace tiempo a través de foros y asociaciones para humanizar y sentirse respaldados y apoyados por el déficit que existe en su entorno, incluidos los familiares y los terapeutas. Un ejemplo de esta propuesta creativa es Radio Nikosia con apariciones en otras radios de difusión nacional como RNE o SER. El propósito de estas radios es la auto-organización, la difusión de los sentimientos, la asociación de personas con un mismo fin, en definitiva un oasis de igualdad, empatía y cariño que no se encuentra fácilmente fuera de los límites construidos por estas agrupaciones.
También es cierto que hay que tener cuidado de donde recala el paciente porque existen foros que pueden contaminar más que ayudar.
El paciente necesita alguien que le comprenda, le acepte, le transmita esperanza y le ayude a pensar como hacer su vida más saludable, esos serían primeros objetivos suficientemente importantes.
Por hoy dejo aquí. Salud.
viernes, 27 de agosto de 2010
Amor Particular
Cómo podría decírtelo
para que me fuese sencillo, para que te fuese verdad,
que a menudo me sé tan cerca de ti, si canto,
que a menudo te sé tan cerca de mi, si escuchas,
y pienso que nunca me atreví a decirte siquiera,
que debería agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.
Que juntos hemos caminado,
en la alegría juntos, en la pena juntos,
que a menudo has llenado la vaciedad de mis palabras
y en nuestra partida siempre me has dado un buen juego.
Por todo esto, y por lo que te escondo,
debería agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.
Te quiero, sí,
tal vez con timidez, tal vez sin saber quererte.
Te quiero, y te soy celoso
y lo poco que valgo me lo niego, si me niegas la ternura;
te quiero, y me sé feliz
cuando veo tu fuerza que empuja y se rebela, que yo...
Que pasarán los años,
llegará nuestro adiós, y así ha de ser,
y me pregunto si hallaré el gesto correcto,
y sabré acostumbrarme a tu ausencia.
Pero todo esto ya será otra historia,
ahora quiero agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.
Te quiero, sí,
tal vez con timidez, tal vez sin saber quererte,
te quiero y te soy celoso
y lo poco que valgo me lo niego, si me niegas la ternura;
te quiero, y me sé feliz
cuando veo tu fuerza que me empuja y se rebela. Que yo...
Te amo...
Sobre Bion y Klein: Sobre el sentimiento de soledad (1963)
Parece que el lenguaje de Bion, heredero del pensamiento de Klein se ha atragantado a más de una persona. Se entiende porque hay que estar familiarizado con la obra de Klein para entender esos conceptos que parecen un poco extraños si el lector se acerca desde el desconocimiento de la obra. Como espacio también de divulgación voy a tratar de popularizarlo.
Klein considera que existe un superyo temprano, esto significa que desde bebé el infans tiene fantasías de atacar el pecho materno cuando lo considera malo por no satisfacer sus deseos. También puede resultar un pecho bueno, gratificador cuando le proporciona alimento. Klein al contrario de Winnicott da primacía a las fantasías del infans, le da un corpus teórico y en sesión analiza sus fantasías a través del juego. Fantasías que rondan a través del conflicto edípico. Klein no considera el efecto del "mundo externo", se centra en las fantasías del bebé que ella infiere en una teoría muy sofisticada que ha cautivado a muchos analistas. La obra de Klein es extensa y aborda en su pensamiento el desarrollo de las psicosis maniaco-depresivas, de la esquizofrenia, del juego de los niños y otras facetas interesantes. A mí personalmente me gusta el trabajo titulado "Sobre el sentimiento de soledad" que lo copiaré al final de este estudio.
Klein fue pionera en el análisis de niños, hubo antes otras analistas que hicieron intentos pero con muy malos resultados, ella lo sistematizó.
Klein considera que hay dos etapas, la esquizoparanoide y la depresiva, en la primera el infans ataca el pecho malo por envidia y sadismo, en la depresiva el bebé comienza la reparación al darse cuenta que ese pecho que antes había escindido entre bueno y malo es el mismo, corresponde a la madre y esta le presta alimento y protección.
Bion es un continuador de la obra de Klein aunque realizó aportes interesantes, pero sigue obviando el papel del mundo externo aunque parece que lo considera en cierta medida, él escribe algo así como "al margen del efecto del medio ambiente" (sic), en "Volviendo a Pensar" Ed. Hormé.
Las reservas a la hora de aceptar la obra de Klein como correcta, al margen de lo fascinante que resulta el que haya una teoría para conocer el contenido de las fantasías de un bebé resulta demasiado especulativa. Sin embargo en cuanto a la clínica para abordar la psicopatología de cierto tipo de pacientes resulta de mucha enjundia. Les dejo con el trabajo de 1963 de Klein:
SOBRE EL SENTIMIENTO DE SOLEDAD (l963)
En el presente trabajo me propongo investigar el origen del sentimiento de soledad. Por sentimiento de soledad no me refiero a la situación objetiva de verse privado de compañía externa, sino a la sensación intensa de soledad, a la sensación de estar solo sean cuales fueren las circunstancias externas, de sentirse solo incluso cuando se está rodeado de amigos o se recibe afecto. Este estado de soledad interna, como intento demostrar, es producto del anhelo omnipresente de un inalcanzable estado
interno perfecto. Este tipo de soledad, que todos experimentamos en cierta medida, proviene de ansiedades paranoides y depresivas, las cuales son derivados de las ansiedades psicóticas del bebé. Tales ansiedades existen, en algún grado, en todo individuo, pero son excesivamente intensas en el individuo enfermo; por consiguiente, la soledad forma parte también de la enfermedad, tanto de índole esquizofrénica como depresiva. Para poder comprender cómo aparece el sentimiento de soledad, debemos -lo mismo que en el caso de otras actitudes y emociones retroceder hasta la temprana infancia y rastrear la influencia de dicho período en las etapas posteriores de la vida. Como ya he explicado en muchas ocasiones, el yo existe y actúa desde el momento del nacimiento.
Al principio acusa una considerable falta de cohesión y está dominado por mecanismos de escisión. El peligro de ser destruido por el instinto de muerte dirigido contra el si-mismo contribuye a la disociación de los impulsos en buenos y malos y, en virtud de la proyección de dichos impulsos en el objeto primario, también se disocia a éste en uno bueno y otro malo. En consecuencia, en las etapas más tempranas la parte buena del yo y el objeto bueno están, en cierta medida, protegidos, ya que se evita que la agresión se dirija contra ellos. Estos son los procesos específicos de
escisión que, como he señalado, constituyen la base de una seguridad relativa en el bebé muy pequeño, hasta donde es factible lograr seguridad en dicho período; mientras que otros procesos de escisión, como los que conducen a la fragmentación, son nocivos para el yo y su fortaleza.
Juntamente con la apremiante necesidad de disociar, existe desde el comienzo de la vida una tendencia a la integración, la cual va creciendo a medida que el yo se desarrolla. Este proceso de integración está basado en la introyección del objeto bueno, que inicialmente es un objeto parcial: el pecho de la madre, si bien otros aspectos de ésta también entran a formar parte de la relación más temprana. Si el objeto bueno se establece con relativa firmeza, se convierte en el núcleo central del yo en desarrollo.
Una relación temprana satisfactoria con la madre (la cual no es forzoso que esté basada en la lactancia natural, puesto que el biberón puede también representar simbólicamente al pecho), implica un estrecho contacto entre el inconsciente de la madre y el del niño; esto constituye el principio fundamental de la más plena experiencia de ser comprendido y está esencialmente vinculado a la etapa preverbal. Por gratificador que sea, en el curso de la vida futura, comunicar los propios pensamientos y sentimientos a alguien con quien se congenia, subsiste el anhelo insatisfecho de una comprensión sin palabras, en última instancia, de algo similar a la primitiva relación que se tenía con la madre. Dicho anhelo contribuye al sentimiento de soledad y deriva de la vivencia depresiva de haber sufrido una pérdida
irreparable.
Incluso en el mejor de los casos, la relación placentera con la madre y con el pecho de ésta siempre se verá perturbada, ya que inevitablemente surgirá la ansiedad persecutoria. La ansiedad persecutoria está en pleno apogeo durante los tres primeros meses de vida, o sea, el período de la posición esquizo-paranoide; aparece desde el comienzo de la vida como resultado del conflicto entre los instintos de vida y de muerte, al que se suma también la experiencia del nacimiento. Toda vez que surgen violentos impulsos destructivos, la madre y el pecho de ésta se viven en virtud de la proyección como persecutorios, y por lo tanto el bebé experimenta
inevitablemente cierta inseguridad, siendo esta inseguridad paranoide una de las causas esenciales de la soledad.
Cuando se alcanza la posición depresiva -por lo común al promediar la primera mitad del primer año de vida-, el yo se encuentra ya más integrado, lo cual se manifiesta en una mayor sensación de totalidad, con lo que el bebé está en mejores condiciones para relacionarse con la madre, y más adelante con otra gente, como una persona total. De este modo la ansiedad paranoide, como elemento constitutivo de la soledad, va siendo reemplazada cada vez más por la ansiedad depresiva. Pero el verdadero
proceso de integración acarrea a su vez nuevos problemas, y me propongo analizar aquí algunos de ellos y su relación con la soledad.
Uno de los factores que estimulan la integración es que los procesos de escisión, por cuyo intermedio el yo temprano intenta contrarrestar la inseguridad, tienen una eficacia sólo transitoria, lo cual impulsa al yo a tratar de contemporizar con los impulsos destructivos. Esta tendencia contribuye a la necesidad de integración ya que, de poder alcanzarla, la integración tendría el efecto de mitigar el odio por medio del amor, reduciendo así la violencia de los impulsos destructivos. El yo sentiría entonces una mayor seguridad, no sólo con respecto a su propia supervivencia, sino también a la de su objeto bueno. Esta es una de las razones por las que la falta de integración resulta tan extremadamente penosa.
Sin embargo, cuesta mucho aceptar la integración. La unión de los impulsos destructivos y amorosos, y de los aspectos buenos y malos del objeto, despierta el temor de que los sentimientos destructivos puedan sofocar los sentimientos amorosos y amenazar al objeto bueno. Así, existe un conflicto entre la búsqueda de la integración como protección contra los impulsos destructivos, y el miedo a la integración por la posibilidad de que los impulsos destructivos amenacen al objeto bueno y a las partes buenas del sí-mismo. He escuchado a algunos pacientes expresar lo doloroso de la integración en términos de sentirse solos y abandonados, de encontrarse absolutamente a solas frente a lo que para ellos era una parte mala del símismo.
Y el proceso se vuelve doblemente penoso cuando un superyó cruel ha causado una muy fuerte represión de los impulsos destructivos y pretende mantenerla.
La integración se realiza sólo en forma muy gradual, y es factible que la seguridad que proporciona se vea perturbada en momentos de fuerte presión interna y externa; y esto conserva su validez durante toda la vida.
Nunca se llega a una integridad total y permanente, ya que siempre persiste cierta polaridad entre los instintos de vida y de muerte, la cual sigue siendo la causa más profunda de conflicto. Puesto que nunca se logra una integración total, tampoco es posible comprender y aceptar plenamente las propias emociones, fantasías y ansiedades, y esto subsiste como un factor importante en la soledad. El anhelo de comprenderse a sí mismo se encuentra también ligado a la necesidad de ser comprendido por el objeto bueno internalizado. Encontramos una expresión de tal anhelo en la fantasía universal de tener un hermano gemelo, fantasía sobre la que Bion llamó la atención en un trabajo inédito. Según la hipótesis de Bion, esta figura
gemela representa a las partes no comprendidas y escindidas y apartadas que el individuo anhela recuperar, con la esperanza de alcanzar totalidad y una comprensión plena; ocasionalmente, dichas partes se viven como partes ideales. En otros casos, el hermano gemelo representa también un objeto interno totalmente confiable, de hecho, idealizado.
Existe además otra relación entre la soledad y el problema de la integración, que es importante considerar en este momento: generalmente se supone que la soledad puede nacer de la convicción de que no se pertenece a ninguna persona o grupo; esta convicción tiene, en realidad, un significado mucho más profundo. Por mucho que progrese la integración, ésta no logra eliminar la sensación de que no se dispone de ciertos componentes del símismo porque están escindidos y apartados y es imposible recuperarlos. Como veremos más adelante en forma más detallada, algunas de estas
partes escindidas y apartadas han sido proyectadas en otras personas, lo cual contribuye a crear la sensación de que no se está en posesión total del propio sí-mismo, que uno no se pertenece por completo a sí mismo ni, por lo tanto, tampoco a nadie más. Además, se tiene la vivencia de que también las partes ausentes se sienten solas.
Ya he señalado que ni siquiera las personas sanas logran superar por completo las ansiedades paranoides y depresivas, las cuales constituyen la base de cierto grado de soledad. Existen considerables diferencias individuales en la manera como se experimenta la soledad. Cuando la ansiedad persecutoria es relativamente intensa, aunque siempre dentro de los límites de la normalidad, es probable que la relación con el objeto bueno interno se vea perturbada, y se lesione la confianza en la parte buena del símismo.
En consecuencia, existe una mayor proyección de sentimientos y suspicacias paranoides en los demás, con el consiguiente sentimiento de soledad.
En la verdadera esquizofrenia estos factores están necesariamente presentes, pero en forma muy exacerbada; la falta de integración que, hasta el momento, hemos estado examinando en el campo de la normalidad, aparece ahora en su forma patológica. Indudablemente, todas las, características de la posición esquizo-paranoide aparecen aquí en grado superlativo.
Antes de entrar a ocuparnos de la soledad en el esquizofrénico es importante considerar con mayores detalles algunos de los procesos de la posición esquizo-paranoide, en particular la escisión y la identificación proyectiva. La identificación proyectiva está basada en la escisión del yo y en la proyección de partes del si-mismo en otras personas, primariamente la madre y el pecho de ésta, y deriva de los impulsos orales, anales y uretrales del individuo. En ese mecanismo algunas partes del sí-mismo se expelen omnipotentemente por medio de las sustancias corporales y se proyectan dentro de la madre a fin de controlarla y tomar posesión de ella. De este modo, no se vive a la madre como un individuo separado sino como un
aspecto del sí-mismo. Si estos excrementos son expelidos con odio, entonces se vive a la madre como peligrosa y hostil. Pero lo que se escinde y aparta, y se proyecta, no son sólo las partes malas del sí-mismo sino también las buenas. Por lo común, como ya hemos visto, a medida que el yo se desarrolla la escisión y la proyección disminuyen y el yo alcanza una mayor integración. Con todo, si el yo es muy débil -lo cual constituye, a mi juicio, un rasgo congénito- y si han existido problemas en el nacimiento y a comienzos de la vida, entonces la capacidad de integrar -de juntar las partes escindidas y apartadas del yo- será también débil, existiendo además una
mayor tendencia a disociar a fin de evitar la ansiedad que despiertan los impulsos destructivos dirigidos contra el sí-mismo y el mundo externo. Esta incapacidad para tolerar las ansiedades encierra, en consecuencia, una importancia trascendental, ya que no sólo incrementa la necesidad de escindir excesivamente al yo y al objeto, lo cual puede llevar a un estado de fragmentación sino que impide también la elaboración de las ansiedades tempranas.
En el esquizofrénico observamos el efecto de estos procesos no resueltos: él tiene la vivencia de que está irremediablemente reducido a fragmentos, y de que nunca estará en posesión de su sí-mismo. El hecho de encontrarse tan fragmentado le impide internalizar suficientemente a su objeto primario (la madre) como objeto bueno y, por ende, contar con el fundamento necesario para lograr estabilidad; no puede confiar en un objeto bueno interno ni externo, como tampoco puede confiar en su propio simismo.
Este factor está vinculado a la soledad, ya que intensifica la vivencia del esquizofrénico de que se ha quedado solo, por así decirlo, con su infortunio. Esta sensación de verse rodeado de un mundo hostil, característica del aspecto paranoide de la esquizofrenia, no sólo incrementa todas las ansiedades del individuo, sino que tiene también un efecto trascendental sobre su sentimiento de soledad.
Otro factor que concurre a la soledad del esquizofrénico es la confusión, producto de una serie de factores, en particular de la fragmentación del yo y del uso excesivo de la identificación proyectiva, demodo que el individuo se siente constantemente no sólo reducido a fragmentos sino también confundido con las demás personas. Así, le resulta imposible hacer una discriminación entre las partes buenas del sí-mismo y las malas, entre el objeto bueno y el malo, y entre la realidad externa y la interna. De este modo, el esquizofrénico no puede comprenderse a si
mismo ni confiar en sí mismo. Estos factores, sumados a su desconfianza paranoide con respecto a los demás, engendran en él un estado de retraimiento que destruye su capacidad de establecer relaciones objetales y de obtener de ellas la reaseguración y el placer que, al fortalecer su yo, podrían contrarrestar su soledad. El anhela establecer relaciones con la gente, pero le resulta imposible hacerlo.
Es importante no subestimar el dolor y el sufrimiento del esquizofrénico, si bien no resulta demasiado fácil detectarlos debido al constante uso defensivo que aquél hace del retraimiento y la dispersión de sus emociones. Sin embargo, tanto yo como algunos de mis colegas, de los que sólo mencionaré al doctor Davidson, el doctor Rosenfeld y la doctora Hanna Segal, que hemos tratado a esquizofrénicos y lo estamos haciendo en la actualidad, conservamos aún cierto optimismo con respecto a los
resultados de la terapia. Este optimismo se funda en el hecho de que, incluso en personas tan enfermas como éstas, existe una tendencia a la integración y también cierta relación, por rudimentaria que sea, con el objeto bueno y el sí-mismo bueno.
Quisiera ocuparme ahora de la soledad característica del predominio de la ansiedad depresiva, en primer lugar dentro del campo de la normalidad. Frecuentemente he señalado que la vida emocional temprana se caracteriza por experiencias recurrentes de pérdida y recuperación. Cada vez que la madre está ausente, el bebé puede tener la vivencia de haberla perdido, ya sea porque está dañada o porque ella se ha convertido en un perseguidor. La sensación de haberla perdido equivale al temor de que haya muerto. En virtud de la introyección, la muerte de la madre externa significa también la muerte del objeto bueno interno, lo cual intensifica el temor que le despierta al bebé la idea de su propia muerte. Si bien estas ansiedades y
emociones son más intensas durante el período de la posición depresiva, no
es menos cierto que, a lo largo de toda la vida, el miedo a la muerte
desempeña un papel importante en la soledad.
Ya he sugerido que el dolor que acompaña a los procesos de integración también contribuye a la soledad, por cuanto significa enfrentarse a los propios impulsos destructivos y a las partes odiadas del sí-mismo, que a veces parecen incontrolables y constituyen, por ende, una amenaza para el objeto bueno. Con la integración y un creciente sentido de realidad, la omnipotencia forzosamente disminuye, lo cual a su vez se suma a lo penoso de la integración, ya que entraña una menor capacidad de
esperanza. Si bien existen otras fuentes de esperanza, que nacen de la fortaleza del yo y de la confianza en uno mismo y en los demás, siempre existirá en la esperanza un elemento de omnipotencia.
La integración también significa perder parte de la idealización -tanto con respecto al objeto como a una parte del sí-mismo- que siempre caracterizó a la relación con el objeto bueno. El hecho de tomar conciencia de que el objeto bueno jamás podrá aproximarse siquiera a la perfección que se espera del objeto ideal produce la desidealización; y resulta incluso más doloroso percatarse de que no existe ninguna parte verdaderamente ideal del si-mismo. En mi experiencia, jamás se renuncia por completo a la necesidad de idealizar, si bien, en el curso del desarrollo normal, el hecho de enfrentarse a la realidad interna y externa tiende a debilitar dicha
necesidad. Como lo expresara un paciente, al tiempo que admitía todo el alivio obtenido gracias a algunos progresos en la integración: "el encanto se ha perdido". El análisis reveló que el encanto que había desaparecido era la idealización del sí-mismo y del objeto, y esta pérdida provocó sentimientos de soledad.
Algunos de estos factores tienen una mayor participación en los procesos mentales característicos de la enfermedad maníaco-depresiva. El paciente maníaco-depresivo ha dado ya algunos pasos hacia la posición depresiva, esto es, percibe al objeto más como un todo, y sus sentimientos de culpa, si bien ligados aún a mecanismos paranoides, son más intensos y menos fugaces. Por consiguiente experimenta, en mayor medida que el esquizofrénico, el anhelo de tener dentro de sí al objeto bueno a fin de protegerlo y ponerlo a salvo. Pero se siente incapaz de hacerlo puesto que, al mismo tiempo, no ha elaborado suficientemente la posición depresiva, de modo que su capacidad de reparar, de sintetizar al objeto bueno y alcanzar la integración del yo, no se han desarrollado lo suficiente. En la medida en que en su relación con el objeto bueno existe todavía una cantidad considerable de odio y, por consiguiente, de miedo, no está lo bastante capacitado para repararlo, y por lo tanto su relación con dicho objeto no le proporciona alivio sino tan sólo la sensación de ser odiado y no querido, y él siente que su objeto bueno está constantemente expuesto a la amenaza de sus propios impulsos destructivos. El anhelo de poder superar todas estas
dificultades respecto del objeto bueno forma parte del sentimiento de soledad. En casos extremos esto se expresa en la tendencia al suicidio.
En las relaciones externas operan procesos similares. El maníacodepresivo logra sólo ocasionalmente, y en forma muy transitoria, obtener alivio de la relación con una persona sincera, puesto que, como le proyecta casi enseguida su propio odio, resentimiento, envidia y miedo, se encuentra constantemente lleno de desconfianza. En otras palabras, sus ansiedades paranoides siguen siendo muy intensas. Por consiguiente, el sentimiento de soledad del maníaco-depresivo se centra más en su incapacidad para mantener un contacto interno y externo duradero con un objeto bueno, y no tanto en el hecho de estar reducido a fragmentos.
Examinaré a continuación algunas dificultades adicionales de los conflictos entre los elementos masculinos y femeninos en ambos sexos.
Sabemos que existe en la bisexualidad un factor biológico, pero lo que me interesa aquí es el aspecto psicológico. En las mujeres existe sin excepción el deseo de ser hombres, el cual se expresa tal vez con máxima claridad en términos de envidia del pene; análogamente, encontramos entre los hombres la posición femenina, el anhelo de poseer pechos y de poder concebir hijos.
Estos deseos están ligados a una identificación con ambos progenitores y están acompañados de sentimientos de competencia y de envidia, como también de admiración por las codiciadas posesiones. La intensidad y la calidad de dichas identificaciones varia según prevalezca la admiración o la envidia. En el niño pequeño parte del deseo de integración se manifiesta en la tendencia a integrar estos diferentes aspectos de la personalidad.
Además, el superyó impone la conflictual exigencia de identificación con ambos progenitores, apremiado por la necesidad de reparar a causa de tempranos deseos de despojarlos a ambos, y expresando así el deseo de mantenerlos vivos internamente. Si el elemento de culpa predomina, ello dificultará la integración de estas identificaciones. Si, en cambio, dichas identificaciones se realizan de manera satisfactoria, se convierten en una fuente de enriquecimiento y en punto de partida para el desarrollo de una serie de talentos y capacidades.
A fin de ilustrar las dificultades de este aspecto particular de la integración y su relación con la soledad, citaré el sueño de un paciente. Una niñita está jugando con una leona y sostiene con su mano un aro por el que aquélla debe saltar; pero del otro lado del aro se abre un precipicio. La leona obedece y encuentra la muerte. Simultáneamente, un niño mata a una serpiente. Como ya había surgido anteriormente material similar, el paciente mismo reconoció que la niña representaba su parte femenina y el niño su parte masculina. En la situación transferencial la leona presentó muchos puntos de contacto conmigo, de los que sólo daré un ejemplo: en el sueño la niña tenía un gato, y esto condujo a asociaciones acerca de mi propio
gato, el cual con frecuencia había aparecido como imagen mía. Al paciente le fue muy penoso admitir que, en razón de que estaba en competencia con mi feminidad, su propósito era destruirme y, en el pasado, destruir a su madre. Este reconocimiento de que una parte de su ser quería matar a la amada leona -la analista-, con lo cual quedaría privado de su objeto bueno, despertó en él sentimientos no sólo de congoja y de culpa, sino también de soledad en la transferencia. Le resultó igualmente mortificante admitir que la rivalidad con su padre lo había impulsado a destruir la potencia y el pene paternos, representados por la serpiente.
Este material nos llevó a una labor analítica muy penosa relacionada con la integración. El sueño de la leona que acabo de relatar había sido precedido por otro en el que la mujer se suicidaba arrojándose al vacío desde un edificio muy alto y, a diferencia de su actitud habitual, el paciente no experimentó ningún tipo de horror. El análisis, que por esa época se centraba en sus dificultades con respecto a la posición femenina, la cual estaba entonces en todo su apogeo, reveló que la mujer representaba su parte femenina, y que él realmente deseaba verla destruida. La vivencia del paciente era que dicha parte femenina no sólo perjudicaría su relación con las mujeres, sino que además lesionaría su masculinidad y todas las tendencias constructivas inherentes a ella, incluyendo la tendencia a reparar a la madre, lo cual se puso de manifiesto en relación con mi persona. Esta propensión a colocar toda su envidia y competencia en su parte femenina
era, según se comprobó, una forma de disociar y, simultáneamente, parecía obnubilar la enorme admiración y estima que le merecía la feminidad.
Además, era obvio que mientras consideraba que la agresión masculina era comparativamente franca y por lo tanto más sincera, atribuía al lado femenino toda la envidia y la falacia y, como detestaba cualquier tipo de doblez y de mala fe, ello contribuía a sus dificultades en la integración.
El análisis de estas actitudes, retrocediendo hasta llegar a sus más tempranos sentimientos de envidia contra la madre, coadyuvó a una mejor integración de las partes femenina y masculina de su personalidad y a la disminución de la envidia, tanto en el rol masculino como en el femenino.
Esto hizo que mejoraran sus relaciones con los demás, ayudándolo así a combatir el sentimiento de soledad.
A continuación presentaré otro ejemplo, tomado del análisis de un paciente, un hombre que no estaba enfermo ni se sentía desdichado y que tenía éxito en su trabajo y en sus relaciones. Tenía conciencia de que en su infancia siempre se había sentido muy solo, y que ese sentimiento de soledad nunca había desaparecido totalmente.
Klein considera que existe un superyo temprano, esto significa que desde bebé el infans tiene fantasías de atacar el pecho materno cuando lo considera malo por no satisfacer sus deseos. También puede resultar un pecho bueno, gratificador cuando le proporciona alimento. Klein al contrario de Winnicott da primacía a las fantasías del infans, le da un corpus teórico y en sesión analiza sus fantasías a través del juego. Fantasías que rondan a través del conflicto edípico. Klein no considera el efecto del "mundo externo", se centra en las fantasías del bebé que ella infiere en una teoría muy sofisticada que ha cautivado a muchos analistas. La obra de Klein es extensa y aborda en su pensamiento el desarrollo de las psicosis maniaco-depresivas, de la esquizofrenia, del juego de los niños y otras facetas interesantes. A mí personalmente me gusta el trabajo titulado "Sobre el sentimiento de soledad" que lo copiaré al final de este estudio.
Klein fue pionera en el análisis de niños, hubo antes otras analistas que hicieron intentos pero con muy malos resultados, ella lo sistematizó.
Klein considera que hay dos etapas, la esquizoparanoide y la depresiva, en la primera el infans ataca el pecho malo por envidia y sadismo, en la depresiva el bebé comienza la reparación al darse cuenta que ese pecho que antes había escindido entre bueno y malo es el mismo, corresponde a la madre y esta le presta alimento y protección.
Bion es un continuador de la obra de Klein aunque realizó aportes interesantes, pero sigue obviando el papel del mundo externo aunque parece que lo considera en cierta medida, él escribe algo así como "al margen del efecto del medio ambiente" (sic), en "Volviendo a Pensar" Ed. Hormé.
Las reservas a la hora de aceptar la obra de Klein como correcta, al margen de lo fascinante que resulta el que haya una teoría para conocer el contenido de las fantasías de un bebé resulta demasiado especulativa. Sin embargo en cuanto a la clínica para abordar la psicopatología de cierto tipo de pacientes resulta de mucha enjundia. Les dejo con el trabajo de 1963 de Klein:
SOBRE EL SENTIMIENTO DE SOLEDAD (l963)
En el presente trabajo me propongo investigar el origen del sentimiento de soledad. Por sentimiento de soledad no me refiero a la situación objetiva de verse privado de compañía externa, sino a la sensación intensa de soledad, a la sensación de estar solo sean cuales fueren las circunstancias externas, de sentirse solo incluso cuando se está rodeado de amigos o se recibe afecto. Este estado de soledad interna, como intento demostrar, es producto del anhelo omnipresente de un inalcanzable estado
interno perfecto. Este tipo de soledad, que todos experimentamos en cierta medida, proviene de ansiedades paranoides y depresivas, las cuales son derivados de las ansiedades psicóticas del bebé. Tales ansiedades existen, en algún grado, en todo individuo, pero son excesivamente intensas en el individuo enfermo; por consiguiente, la soledad forma parte también de la enfermedad, tanto de índole esquizofrénica como depresiva. Para poder comprender cómo aparece el sentimiento de soledad, debemos -lo mismo que en el caso de otras actitudes y emociones retroceder hasta la temprana infancia y rastrear la influencia de dicho período en las etapas posteriores de la vida. Como ya he explicado en muchas ocasiones, el yo existe y actúa desde el momento del nacimiento.
Al principio acusa una considerable falta de cohesión y está dominado por mecanismos de escisión. El peligro de ser destruido por el instinto de muerte dirigido contra el si-mismo contribuye a la disociación de los impulsos en buenos y malos y, en virtud de la proyección de dichos impulsos en el objeto primario, también se disocia a éste en uno bueno y otro malo. En consecuencia, en las etapas más tempranas la parte buena del yo y el objeto bueno están, en cierta medida, protegidos, ya que se evita que la agresión se dirija contra ellos. Estos son los procesos específicos de
escisión que, como he señalado, constituyen la base de una seguridad relativa en el bebé muy pequeño, hasta donde es factible lograr seguridad en dicho período; mientras que otros procesos de escisión, como los que conducen a la fragmentación, son nocivos para el yo y su fortaleza.
Juntamente con la apremiante necesidad de disociar, existe desde el comienzo de la vida una tendencia a la integración, la cual va creciendo a medida que el yo se desarrolla. Este proceso de integración está basado en la introyección del objeto bueno, que inicialmente es un objeto parcial: el pecho de la madre, si bien otros aspectos de ésta también entran a formar parte de la relación más temprana. Si el objeto bueno se establece con relativa firmeza, se convierte en el núcleo central del yo en desarrollo.
Una relación temprana satisfactoria con la madre (la cual no es forzoso que esté basada en la lactancia natural, puesto que el biberón puede también representar simbólicamente al pecho), implica un estrecho contacto entre el inconsciente de la madre y el del niño; esto constituye el principio fundamental de la más plena experiencia de ser comprendido y está esencialmente vinculado a la etapa preverbal. Por gratificador que sea, en el curso de la vida futura, comunicar los propios pensamientos y sentimientos a alguien con quien se congenia, subsiste el anhelo insatisfecho de una comprensión sin palabras, en última instancia, de algo similar a la primitiva relación que se tenía con la madre. Dicho anhelo contribuye al sentimiento de soledad y deriva de la vivencia depresiva de haber sufrido una pérdida
irreparable.
Incluso en el mejor de los casos, la relación placentera con la madre y con el pecho de ésta siempre se verá perturbada, ya que inevitablemente surgirá la ansiedad persecutoria. La ansiedad persecutoria está en pleno apogeo durante los tres primeros meses de vida, o sea, el período de la posición esquizo-paranoide; aparece desde el comienzo de la vida como resultado del conflicto entre los instintos de vida y de muerte, al que se suma también la experiencia del nacimiento. Toda vez que surgen violentos impulsos destructivos, la madre y el pecho de ésta se viven en virtud de la proyección como persecutorios, y por lo tanto el bebé experimenta
inevitablemente cierta inseguridad, siendo esta inseguridad paranoide una de las causas esenciales de la soledad.
Cuando se alcanza la posición depresiva -por lo común al promediar la primera mitad del primer año de vida-, el yo se encuentra ya más integrado, lo cual se manifiesta en una mayor sensación de totalidad, con lo que el bebé está en mejores condiciones para relacionarse con la madre, y más adelante con otra gente, como una persona total. De este modo la ansiedad paranoide, como elemento constitutivo de la soledad, va siendo reemplazada cada vez más por la ansiedad depresiva. Pero el verdadero
proceso de integración acarrea a su vez nuevos problemas, y me propongo analizar aquí algunos de ellos y su relación con la soledad.
Uno de los factores que estimulan la integración es que los procesos de escisión, por cuyo intermedio el yo temprano intenta contrarrestar la inseguridad, tienen una eficacia sólo transitoria, lo cual impulsa al yo a tratar de contemporizar con los impulsos destructivos. Esta tendencia contribuye a la necesidad de integración ya que, de poder alcanzarla, la integración tendría el efecto de mitigar el odio por medio del amor, reduciendo así la violencia de los impulsos destructivos. El yo sentiría entonces una mayor seguridad, no sólo con respecto a su propia supervivencia, sino también a la de su objeto bueno. Esta es una de las razones por las que la falta de integración resulta tan extremadamente penosa.
Sin embargo, cuesta mucho aceptar la integración. La unión de los impulsos destructivos y amorosos, y de los aspectos buenos y malos del objeto, despierta el temor de que los sentimientos destructivos puedan sofocar los sentimientos amorosos y amenazar al objeto bueno. Así, existe un conflicto entre la búsqueda de la integración como protección contra los impulsos destructivos, y el miedo a la integración por la posibilidad de que los impulsos destructivos amenacen al objeto bueno y a las partes buenas del sí-mismo. He escuchado a algunos pacientes expresar lo doloroso de la integración en términos de sentirse solos y abandonados, de encontrarse absolutamente a solas frente a lo que para ellos era una parte mala del símismo.
Y el proceso se vuelve doblemente penoso cuando un superyó cruel ha causado una muy fuerte represión de los impulsos destructivos y pretende mantenerla.
La integración se realiza sólo en forma muy gradual, y es factible que la seguridad que proporciona se vea perturbada en momentos de fuerte presión interna y externa; y esto conserva su validez durante toda la vida.
Nunca se llega a una integridad total y permanente, ya que siempre persiste cierta polaridad entre los instintos de vida y de muerte, la cual sigue siendo la causa más profunda de conflicto. Puesto que nunca se logra una integración total, tampoco es posible comprender y aceptar plenamente las propias emociones, fantasías y ansiedades, y esto subsiste como un factor importante en la soledad. El anhelo de comprenderse a sí mismo se encuentra también ligado a la necesidad de ser comprendido por el objeto bueno internalizado. Encontramos una expresión de tal anhelo en la fantasía universal de tener un hermano gemelo, fantasía sobre la que Bion llamó la atención en un trabajo inédito. Según la hipótesis de Bion, esta figura
gemela representa a las partes no comprendidas y escindidas y apartadas que el individuo anhela recuperar, con la esperanza de alcanzar totalidad y una comprensión plena; ocasionalmente, dichas partes se viven como partes ideales. En otros casos, el hermano gemelo representa también un objeto interno totalmente confiable, de hecho, idealizado.
Existe además otra relación entre la soledad y el problema de la integración, que es importante considerar en este momento: generalmente se supone que la soledad puede nacer de la convicción de que no se pertenece a ninguna persona o grupo; esta convicción tiene, en realidad, un significado mucho más profundo. Por mucho que progrese la integración, ésta no logra eliminar la sensación de que no se dispone de ciertos componentes del símismo porque están escindidos y apartados y es imposible recuperarlos. Como veremos más adelante en forma más detallada, algunas de estas
partes escindidas y apartadas han sido proyectadas en otras personas, lo cual contribuye a crear la sensación de que no se está en posesión total del propio sí-mismo, que uno no se pertenece por completo a sí mismo ni, por lo tanto, tampoco a nadie más. Además, se tiene la vivencia de que también las partes ausentes se sienten solas.
Ya he señalado que ni siquiera las personas sanas logran superar por completo las ansiedades paranoides y depresivas, las cuales constituyen la base de cierto grado de soledad. Existen considerables diferencias individuales en la manera como se experimenta la soledad. Cuando la ansiedad persecutoria es relativamente intensa, aunque siempre dentro de los límites de la normalidad, es probable que la relación con el objeto bueno interno se vea perturbada, y se lesione la confianza en la parte buena del símismo.
En consecuencia, existe una mayor proyección de sentimientos y suspicacias paranoides en los demás, con el consiguiente sentimiento de soledad.
En la verdadera esquizofrenia estos factores están necesariamente presentes, pero en forma muy exacerbada; la falta de integración que, hasta el momento, hemos estado examinando en el campo de la normalidad, aparece ahora en su forma patológica. Indudablemente, todas las, características de la posición esquizo-paranoide aparecen aquí en grado superlativo.
Antes de entrar a ocuparnos de la soledad en el esquizofrénico es importante considerar con mayores detalles algunos de los procesos de la posición esquizo-paranoide, en particular la escisión y la identificación proyectiva. La identificación proyectiva está basada en la escisión del yo y en la proyección de partes del si-mismo en otras personas, primariamente la madre y el pecho de ésta, y deriva de los impulsos orales, anales y uretrales del individuo. En ese mecanismo algunas partes del sí-mismo se expelen omnipotentemente por medio de las sustancias corporales y se proyectan dentro de la madre a fin de controlarla y tomar posesión de ella. De este modo, no se vive a la madre como un individuo separado sino como un
aspecto del sí-mismo. Si estos excrementos son expelidos con odio, entonces se vive a la madre como peligrosa y hostil. Pero lo que se escinde y aparta, y se proyecta, no son sólo las partes malas del sí-mismo sino también las buenas. Por lo común, como ya hemos visto, a medida que el yo se desarrolla la escisión y la proyección disminuyen y el yo alcanza una mayor integración. Con todo, si el yo es muy débil -lo cual constituye, a mi juicio, un rasgo congénito- y si han existido problemas en el nacimiento y a comienzos de la vida, entonces la capacidad de integrar -de juntar las partes escindidas y apartadas del yo- será también débil, existiendo además una
mayor tendencia a disociar a fin de evitar la ansiedad que despiertan los impulsos destructivos dirigidos contra el sí-mismo y el mundo externo. Esta incapacidad para tolerar las ansiedades encierra, en consecuencia, una importancia trascendental, ya que no sólo incrementa la necesidad de escindir excesivamente al yo y al objeto, lo cual puede llevar a un estado de fragmentación sino que impide también la elaboración de las ansiedades tempranas.
En el esquizofrénico observamos el efecto de estos procesos no resueltos: él tiene la vivencia de que está irremediablemente reducido a fragmentos, y de que nunca estará en posesión de su sí-mismo. El hecho de encontrarse tan fragmentado le impide internalizar suficientemente a su objeto primario (la madre) como objeto bueno y, por ende, contar con el fundamento necesario para lograr estabilidad; no puede confiar en un objeto bueno interno ni externo, como tampoco puede confiar en su propio simismo.
Este factor está vinculado a la soledad, ya que intensifica la vivencia del esquizofrénico de que se ha quedado solo, por así decirlo, con su infortunio. Esta sensación de verse rodeado de un mundo hostil, característica del aspecto paranoide de la esquizofrenia, no sólo incrementa todas las ansiedades del individuo, sino que tiene también un efecto trascendental sobre su sentimiento de soledad.
Otro factor que concurre a la soledad del esquizofrénico es la confusión, producto de una serie de factores, en particular de la fragmentación del yo y del uso excesivo de la identificación proyectiva, demodo que el individuo se siente constantemente no sólo reducido a fragmentos sino también confundido con las demás personas. Así, le resulta imposible hacer una discriminación entre las partes buenas del sí-mismo y las malas, entre el objeto bueno y el malo, y entre la realidad externa y la interna. De este modo, el esquizofrénico no puede comprenderse a si
mismo ni confiar en sí mismo. Estos factores, sumados a su desconfianza paranoide con respecto a los demás, engendran en él un estado de retraimiento que destruye su capacidad de establecer relaciones objetales y de obtener de ellas la reaseguración y el placer que, al fortalecer su yo, podrían contrarrestar su soledad. El anhela establecer relaciones con la gente, pero le resulta imposible hacerlo.
Es importante no subestimar el dolor y el sufrimiento del esquizofrénico, si bien no resulta demasiado fácil detectarlos debido al constante uso defensivo que aquél hace del retraimiento y la dispersión de sus emociones. Sin embargo, tanto yo como algunos de mis colegas, de los que sólo mencionaré al doctor Davidson, el doctor Rosenfeld y la doctora Hanna Segal, que hemos tratado a esquizofrénicos y lo estamos haciendo en la actualidad, conservamos aún cierto optimismo con respecto a los
resultados de la terapia. Este optimismo se funda en el hecho de que, incluso en personas tan enfermas como éstas, existe una tendencia a la integración y también cierta relación, por rudimentaria que sea, con el objeto bueno y el sí-mismo bueno.
Quisiera ocuparme ahora de la soledad característica del predominio de la ansiedad depresiva, en primer lugar dentro del campo de la normalidad. Frecuentemente he señalado que la vida emocional temprana se caracteriza por experiencias recurrentes de pérdida y recuperación. Cada vez que la madre está ausente, el bebé puede tener la vivencia de haberla perdido, ya sea porque está dañada o porque ella se ha convertido en un perseguidor. La sensación de haberla perdido equivale al temor de que haya muerto. En virtud de la introyección, la muerte de la madre externa significa también la muerte del objeto bueno interno, lo cual intensifica el temor que le despierta al bebé la idea de su propia muerte. Si bien estas ansiedades y
emociones son más intensas durante el período de la posición depresiva, no
es menos cierto que, a lo largo de toda la vida, el miedo a la muerte
desempeña un papel importante en la soledad.
Ya he sugerido que el dolor que acompaña a los procesos de integración también contribuye a la soledad, por cuanto significa enfrentarse a los propios impulsos destructivos y a las partes odiadas del sí-mismo, que a veces parecen incontrolables y constituyen, por ende, una amenaza para el objeto bueno. Con la integración y un creciente sentido de realidad, la omnipotencia forzosamente disminuye, lo cual a su vez se suma a lo penoso de la integración, ya que entraña una menor capacidad de
esperanza. Si bien existen otras fuentes de esperanza, que nacen de la fortaleza del yo y de la confianza en uno mismo y en los demás, siempre existirá en la esperanza un elemento de omnipotencia.
La integración también significa perder parte de la idealización -tanto con respecto al objeto como a una parte del sí-mismo- que siempre caracterizó a la relación con el objeto bueno. El hecho de tomar conciencia de que el objeto bueno jamás podrá aproximarse siquiera a la perfección que se espera del objeto ideal produce la desidealización; y resulta incluso más doloroso percatarse de que no existe ninguna parte verdaderamente ideal del si-mismo. En mi experiencia, jamás se renuncia por completo a la necesidad de idealizar, si bien, en el curso del desarrollo normal, el hecho de enfrentarse a la realidad interna y externa tiende a debilitar dicha
necesidad. Como lo expresara un paciente, al tiempo que admitía todo el alivio obtenido gracias a algunos progresos en la integración: "el encanto se ha perdido". El análisis reveló que el encanto que había desaparecido era la idealización del sí-mismo y del objeto, y esta pérdida provocó sentimientos de soledad.
Algunos de estos factores tienen una mayor participación en los procesos mentales característicos de la enfermedad maníaco-depresiva. El paciente maníaco-depresivo ha dado ya algunos pasos hacia la posición depresiva, esto es, percibe al objeto más como un todo, y sus sentimientos de culpa, si bien ligados aún a mecanismos paranoides, son más intensos y menos fugaces. Por consiguiente experimenta, en mayor medida que el esquizofrénico, el anhelo de tener dentro de sí al objeto bueno a fin de protegerlo y ponerlo a salvo. Pero se siente incapaz de hacerlo puesto que, al mismo tiempo, no ha elaborado suficientemente la posición depresiva, de modo que su capacidad de reparar, de sintetizar al objeto bueno y alcanzar la integración del yo, no se han desarrollado lo suficiente. En la medida en que en su relación con el objeto bueno existe todavía una cantidad considerable de odio y, por consiguiente, de miedo, no está lo bastante capacitado para repararlo, y por lo tanto su relación con dicho objeto no le proporciona alivio sino tan sólo la sensación de ser odiado y no querido, y él siente que su objeto bueno está constantemente expuesto a la amenaza de sus propios impulsos destructivos. El anhelo de poder superar todas estas
dificultades respecto del objeto bueno forma parte del sentimiento de soledad. En casos extremos esto se expresa en la tendencia al suicidio.
En las relaciones externas operan procesos similares. El maníacodepresivo logra sólo ocasionalmente, y en forma muy transitoria, obtener alivio de la relación con una persona sincera, puesto que, como le proyecta casi enseguida su propio odio, resentimiento, envidia y miedo, se encuentra constantemente lleno de desconfianza. En otras palabras, sus ansiedades paranoides siguen siendo muy intensas. Por consiguiente, el sentimiento de soledad del maníaco-depresivo se centra más en su incapacidad para mantener un contacto interno y externo duradero con un objeto bueno, y no tanto en el hecho de estar reducido a fragmentos.
Examinaré a continuación algunas dificultades adicionales de los conflictos entre los elementos masculinos y femeninos en ambos sexos.
Sabemos que existe en la bisexualidad un factor biológico, pero lo que me interesa aquí es el aspecto psicológico. En las mujeres existe sin excepción el deseo de ser hombres, el cual se expresa tal vez con máxima claridad en términos de envidia del pene; análogamente, encontramos entre los hombres la posición femenina, el anhelo de poseer pechos y de poder concebir hijos.
Estos deseos están ligados a una identificación con ambos progenitores y están acompañados de sentimientos de competencia y de envidia, como también de admiración por las codiciadas posesiones. La intensidad y la calidad de dichas identificaciones varia según prevalezca la admiración o la envidia. En el niño pequeño parte del deseo de integración se manifiesta en la tendencia a integrar estos diferentes aspectos de la personalidad.
Además, el superyó impone la conflictual exigencia de identificación con ambos progenitores, apremiado por la necesidad de reparar a causa de tempranos deseos de despojarlos a ambos, y expresando así el deseo de mantenerlos vivos internamente. Si el elemento de culpa predomina, ello dificultará la integración de estas identificaciones. Si, en cambio, dichas identificaciones se realizan de manera satisfactoria, se convierten en una fuente de enriquecimiento y en punto de partida para el desarrollo de una serie de talentos y capacidades.
A fin de ilustrar las dificultades de este aspecto particular de la integración y su relación con la soledad, citaré el sueño de un paciente. Una niñita está jugando con una leona y sostiene con su mano un aro por el que aquélla debe saltar; pero del otro lado del aro se abre un precipicio. La leona obedece y encuentra la muerte. Simultáneamente, un niño mata a una serpiente. Como ya había surgido anteriormente material similar, el paciente mismo reconoció que la niña representaba su parte femenina y el niño su parte masculina. En la situación transferencial la leona presentó muchos puntos de contacto conmigo, de los que sólo daré un ejemplo: en el sueño la niña tenía un gato, y esto condujo a asociaciones acerca de mi propio
gato, el cual con frecuencia había aparecido como imagen mía. Al paciente le fue muy penoso admitir que, en razón de que estaba en competencia con mi feminidad, su propósito era destruirme y, en el pasado, destruir a su madre. Este reconocimiento de que una parte de su ser quería matar a la amada leona -la analista-, con lo cual quedaría privado de su objeto bueno, despertó en él sentimientos no sólo de congoja y de culpa, sino también de soledad en la transferencia. Le resultó igualmente mortificante admitir que la rivalidad con su padre lo había impulsado a destruir la potencia y el pene paternos, representados por la serpiente.
Este material nos llevó a una labor analítica muy penosa relacionada con la integración. El sueño de la leona que acabo de relatar había sido precedido por otro en el que la mujer se suicidaba arrojándose al vacío desde un edificio muy alto y, a diferencia de su actitud habitual, el paciente no experimentó ningún tipo de horror. El análisis, que por esa época se centraba en sus dificultades con respecto a la posición femenina, la cual estaba entonces en todo su apogeo, reveló que la mujer representaba su parte femenina, y que él realmente deseaba verla destruida. La vivencia del paciente era que dicha parte femenina no sólo perjudicaría su relación con las mujeres, sino que además lesionaría su masculinidad y todas las tendencias constructivas inherentes a ella, incluyendo la tendencia a reparar a la madre, lo cual se puso de manifiesto en relación con mi persona. Esta propensión a colocar toda su envidia y competencia en su parte femenina
era, según se comprobó, una forma de disociar y, simultáneamente, parecía obnubilar la enorme admiración y estima que le merecía la feminidad.
Además, era obvio que mientras consideraba que la agresión masculina era comparativamente franca y por lo tanto más sincera, atribuía al lado femenino toda la envidia y la falacia y, como detestaba cualquier tipo de doblez y de mala fe, ello contribuía a sus dificultades en la integración.
El análisis de estas actitudes, retrocediendo hasta llegar a sus más tempranos sentimientos de envidia contra la madre, coadyuvó a una mejor integración de las partes femenina y masculina de su personalidad y a la disminución de la envidia, tanto en el rol masculino como en el femenino.
Esto hizo que mejoraran sus relaciones con los demás, ayudándolo así a combatir el sentimiento de soledad.
A continuación presentaré otro ejemplo, tomado del análisis de un paciente, un hombre que no estaba enfermo ni se sentía desdichado y que tenía éxito en su trabajo y en sus relaciones. Tenía conciencia de que en su infancia siempre se había sentido muy solo, y que ese sentimiento de soledad nunca había desaparecido totalmente.
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Sobre el Sentimiento de Soledad
jueves, 26 de agosto de 2010
Bion y una reflexión sobre lo borderline
Wilfred Bion nos habla acerca de algo novedoso e interesante la presencia de una parte psicótica y otra neurótica. Él está convencido que en la clínica ambas facetas se yuxtaponen de forma que a veces una u otra toma el control. En pacientes psicóticos sería la psicótica y en las neurosis la parte neurótica. Considera que para empezar un tratamiento con un neurótico hay que empezar trabajando la parte psicótica que esconde ese paciente. Frente a esa teorización nos encontramos ante una puerta a la aproximación de los casos fronterizos o borderlines, cuya metapsicología es entendida en el corpus psicoanalítico de una forma distinta a como los manuales descriptivos lo trabajan. No ha calado tanto su clínica en las altas esferas como Kohut o Kernberg quienes han sido los grandes clínicos que han contribuido a designar el trastorno narcisista de personalidad y el trastorno límite, este último es una parte mínima de lo que Kernberg considera personalidad borderline, con una serie de defensas y ansiedades características, sería según sus palabras una “neurosis polisintomática”.
Según Bion, estaríamos hablando de psicosis compensadas, sin que él empleara esa jerga, se trata de un núcleo psicótico que tiene a su alrededor, gravitando una parte neurótica que le permite generalmente el contacto con la realidad.
Las reservas en relación a pensar si un borderline es neurótico o psicótico parten de la metapsicología empleada. Un borderline es un caso único en psicología puesto que cada sujeto es singular, un neurótico, un psicótico o un borderline. Pero en el caso de estos últimos las divergencias entre los clínicos son mayores dado que se presentan casos de múltiples cualidades.
El pensamiento esquizofrénico.
“El instrumento psicoanalítico constituye una actitud de duda filosófica sobre la cual se elabora el psicoanálisis”. W.R. Bion.
A continuación les transmitiré algo leído recientemente sobre Wilfred Bion, se trata del capítulo “Desarrollo del pensamiento esquizofrénico”, capítulo 4 del libro “Volviendo a Pensar” En él trabaja teóricamente aspectos relevantes para entender el pensamiento de las esquizofrenias, considerando que tienen una comprensión desde el prisma del modelo que creo Melanie Klein y que él utiliza en sus interpretaciones.
Transferencia:
Las relaciones con el analista son prematuras, precipitadas y muy dependientes. Cuando el paciente las intensifica por la presión de sus instintos de vida y muerte, dos fuerzas concurrentes de fenómenos se manifiestan: Primera, la identificación proyectiva, con el analista como objeto, se transforma en hiperactiva; resultando estados dolorosos y confusos tales como Rosenfeld los ha descripto. Segunda, las actividades mentales y otras mediante las cuales el impulso dominante (sea instinto de vida o instintos de muerte) lucha para expresarse; están sometidas en seguida a una mutilación por el impulso dominado momentáneamente.
Encontrándose el paciente impulsado por el deseo de escapar de los estados confusionales, y atormentado por las mutilaciones, se esfuerza en restaurar las restringidas relaciones; la transferencia se vuelve otra vez informe, como es característica de ella. No importa si el paciente pasa derecho a mi consultorio, como si apenas estuviese consciente de mi presencia, o se muestra una afabilidad expansiva y sin humor; la restricción de las relaciones es evidente. La restricción y la expansión se suceden alternativamente durante todo el análisis.
La Divergencia:
En resumen: dejando a un lado el efecto del ambiente externo, la personalidad esquizofrénica depende de la existencia en el paciente de cuatro características: a) Un conflicto nunca resuelto entre los instintos de vida y de muerte; b) un predominio de impulsos destructivos; c) odio a la realidad interna y externa; d) una relación de objeto frágil pero tenaz. Esas características extrañas hacen que el paciente esquizofrénico progrese de la posición esquizoparanoide a la depresiva, de una manera muy distinta de la personaliadd no psicótica. Esta diferencia surge del hecho de que este conjunto de características conduce al uso masivo de la identificación proyectiva. Por consiguiente, es a la identificación proyectiva que quiero referirme ahora, pero mi examen de ella, será limitada a su despliegue por el esquizofrénico contra todo aquel aparato de percepción que, según Freud, es activado por las exigencias del principio de realidad.
Divergencia de la personalidad psicótica de la no psicótica:
Ya mencioné la concepción de Melanie Klein de la posición esquizoparanoide, y el papel importante desempeñado en ella por las fantasías infantiles y ataques sádicos al pecho materno. Ataques idénticos se dirigen contra el aparato de percepción, desde el principio de vida. Esta parte de la personalidad es recortada, dividida en fragmentos pequeños, y entonces usando la identificación proyectiva es expulsada de la personalidad. Habiéndose librado del aparato de percepción consciente de la realidad interna y externa, el paciente logra un estado en que no se siente ni vivo ni muerto.
Este aparato de percepción consciente está íntimamente relacionado con el pensamiento verbal y con todo que provee, en la etapa primitiva a que me refiero, la base de su comienzo.
La identificación proyectiva de la percepción consciente, y los comienzos del pensamiento verbal, asociados con ella, constituyen el factor central en la distinción entre la personalidad psicótica y la no psicótica. A mi parecer, esto ocurre al principcio de la vida del paciente. Estos ataques contra el yo y contra la base del pensamiento verbal naciente, y la identificación proyectiva de los fragmentos, aseguran que desde este punto en adelante habrá una divergencia cada vez más amplia entre las partes psicóticas y no psicóticas de la personalidad hasta que, al fin, se siente que no hay manera de atravesar el abismo.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Un paseo
Suave y sedosa piel
ojos que hablan, dicha que escucha
el futuro y el presente
un grito de alegría en un bosque a dos mil metros
ligereza, austeridad y limpio aire el que respiramos
mientras se sienta en el suelo de nuestra red de fantasías
la presencia de un otro, sueño implacable
respira el ejercicio de la montaña
el regreso al hogar se hace tranquilo e inocente.
Bion y lo que representa
Bion es un autor postkleiniano que recoge en su clínica los aportes kleinianos y va un poco más allá siendo creativo e innovador. Leyendo su clínica en "Volviendo a pensar" Ed. Horme, he recordado por asociación el libro de Herbert Rosenfeld "Estados Psicóticos". Se trata también de un enfoque kleiniano para analizar a casos psicóticos. Me resulta hoy, 50 años después del auge de esa praxis que tal vez hay un exceso de teorización en las interpretaciones, que la clínica conlleva el desarrollo de una transferencia negativa por lo que espeta el analista.
También recuerdo el libro de Rosen sobre "Psicoanálisis directo. Curar psicosis sin medicamentos". También data de los 50-60 aproximadamente y tengo un ejemplar "de viejo", incunable. Leyendo y pensando en la clínica kleiniana considero que esas interpretaciones resultan leídas parecen violentas, se introduce al paciente en un metalenguaje de objetos internos buenos y malos, de penes y demás aspectos teoréticos de Melanie Klein, dentro del contexto de los términos de identificación proyectiva, escisión, disociación y ansiedades persecutorias, pecho bueno, malo, etc.
Bion es un excelente clínico pero creo que hoy la clínica con pacientes psicóticos y neuróticos puede ser otra y efectivamente lo es. Bion advierte en el segundo capítulo del libro arriba citado que no distingue entre el encuadre del psicótico y el neurótico, en un trabajo dedicado a la esquizofrenia y el pensamiento. Sabemos que Bion trabajo mucho sobre ese "aparato de pensar" y cómo se ve afectado.
Hoy, la clínica del paciente psicótico debe acercarse más al trabajo winnicottiano quien procura aportar al paciente aquello que no ha tenido en un balance de sostén e interpretación que no resulte violento. Recordemos que este autor decía que interpretaba para que el paciente supiera los límites de su saber, para invitar a elaborar.
Con respecto a las neurosis el psicoanálisis clásico sigue siendo utilizado con el enfoque del diván y el prisma del psicoanálisis freudiano. También existe el modelo de la psicoterapia, que no se confunda con la sugestión, donde el cara a cara proporciona un encuadre que a veces puede ser más beneficioso y extraño para el paciente. Hay que observar algo obvio, existen países como Argentina donde por su historia el psicoanálisis está más popularizado y aceptado, en España los grandes popes de la psiquiatría y la psicología han criticado esta ciencia relegándola a lo privado con suspicacias.
Todo el mundo que se dedica a esto sabe que lo que cura es el vínculo entre la personalidad del terapeuta, su instrumento de trabajo y la personalidad del paciente que entran en un interjuego donde pueden ir profundizando poco a poco en aspectos referentes al mundo interno, a la subjetividad, a los sentimientos y a las relaciones, así como a la construcción de la "realidad" presente, pasada y futura.
También recuerdo el libro de Rosen sobre "Psicoanálisis directo. Curar psicosis sin medicamentos". También data de los 50-60 aproximadamente y tengo un ejemplar "de viejo", incunable. Leyendo y pensando en la clínica kleiniana considero que esas interpretaciones resultan leídas parecen violentas, se introduce al paciente en un metalenguaje de objetos internos buenos y malos, de penes y demás aspectos teoréticos de Melanie Klein, dentro del contexto de los términos de identificación proyectiva, escisión, disociación y ansiedades persecutorias, pecho bueno, malo, etc.
Bion es un excelente clínico pero creo que hoy la clínica con pacientes psicóticos y neuróticos puede ser otra y efectivamente lo es. Bion advierte en el segundo capítulo del libro arriba citado que no distingue entre el encuadre del psicótico y el neurótico, en un trabajo dedicado a la esquizofrenia y el pensamiento. Sabemos que Bion trabajo mucho sobre ese "aparato de pensar" y cómo se ve afectado.
Hoy, la clínica del paciente psicótico debe acercarse más al trabajo winnicottiano quien procura aportar al paciente aquello que no ha tenido en un balance de sostén e interpretación que no resulte violento. Recordemos que este autor decía que interpretaba para que el paciente supiera los límites de su saber, para invitar a elaborar.
Con respecto a las neurosis el psicoanálisis clásico sigue siendo utilizado con el enfoque del diván y el prisma del psicoanálisis freudiano. También existe el modelo de la psicoterapia, que no se confunda con la sugestión, donde el cara a cara proporciona un encuadre que a veces puede ser más beneficioso y extraño para el paciente. Hay que observar algo obvio, existen países como Argentina donde por su historia el psicoanálisis está más popularizado y aceptado, en España los grandes popes de la psiquiatría y la psicología han criticado esta ciencia relegándola a lo privado con suspicacias.
Todo el mundo que se dedica a esto sabe que lo que cura es el vínculo entre la personalidad del terapeuta, su instrumento de trabajo y la personalidad del paciente que entran en un interjuego donde pueden ir profundizando poco a poco en aspectos referentes al mundo interno, a la subjetividad, a los sentimientos y a las relaciones, así como a la construcción de la "realidad" presente, pasada y futura.
lunes, 23 de agosto de 2010
El Aneto nos invita a hablar
Sentado cerca del pico Aneto, en un valle del Pirineo Aragonés, ando, descubro, leo, descanso y estudio con empeño. Son momentos de pausa, de deleite de los sentidos, de esa envoltura sensorial que atrae la tranquilidad y el reposo de un tiempo pasado.
Acabo de terminar después de haber realizado previamente ya alguna acometida "El yo-piel". Es fantástico disfrutar de la lectura mientras se toma el Sol, dejando que esa capa de la piel quede caliente dando un baño de ineteresante quietud y seguridad. En el horizonte el comienzo del trabajo, un reto interesante el de este año. Para rendir al máximo es saludable desconectar un poco aunque como dice el propio Anzieu el escribir ayuda como un bálsamo que cubre las heridas y da elasticidad a la cobertura de la conciencia, a la piel que cubre el cerebro y con ello el aparato psíquico que intenta zafarse de tensiones para derrochar esfuerzos en la representación del yo. Como muchos escritores y pacientes realizan a menudo, un trabajo que otros hacen terapéutico, por ejemplo los heterónimos de Hernán Kesselman. La escritura puede ayudar a reescribir el guión de vida, la imagen del self. Por esto es interesante no despegarse nunca demasiado de este arte para seguir conectado con uno mismo y con los demás.
El espejo sonoro: Didier Anzieu
Lo que del otro es oído cuando envuelve el Self en la armonía y luego, cuando como retorno responde en eco a lo emitido y lo estimula, introduce al pequeño en el área de la ilusión. Winnicott (1951) señaló el parloteo entre los fenómenos transicionales, pero poniéndolo en el mismo plano que las demás conductas de este tipo. Ahora bien, el bebé sólo se autoestimula para emitir, oyéndose, si el entorno le ha preparado para ello por la calidad, la precocidad y el volumen del baño sonoro en el que está sumergido. Antes que la mirada y la sonrisa de la madre, que le nutre y le cuida, remitan al niño una imagen de sí que le sea visualmente perceptible y que interiorice para reforzar su self y bosquejar su Yo, el baño melódico (la voz de la madre, sus canciones, la música que ella le hace escuchar) pone a su disposición un primer espejo sonoro que utiliza primero con sus gritos (que la voz materna tranquiliza como respuesta) y luego con sus gorjeos y finalmente con sus juegos de articulación fonemática...
A menudo, ya se sabe, se reconoce a la madre de un esquizofrénico en el malestar que su voz causa al profesional que ha venido a consultar; voz monocorde (con mal ritmo), metálica (sin melodía), ronca (con predominio de los tonos graves, lo que favorece en que escucha la confusión de sonidos y el sentimiento de intrusión). Semejante voz perturba la constitución del self: el baño sonoro ya no es envolvente, se hace desagradable (en términos del Yo-Piel se llamaría rugoso), es agujereado y agujereante. Esto sin prejuzgar la continuación que es, durante la adquisición de la primera articulación del lenguaje, la interferencia de la madre en el pensamiento lógico del niño por la conminación paradójica y por la descalificación de los enunciados que el niño emite sobre sí mismo. (Anzieu D., 1975). Solamente a conjunción grave de las perturbaciones fonemática y semántica produciría la esquizofrenia. Si las dos perturbaciones han sido ligeras es que estasmos ante personalidades narcisistas. Si la primera ha tenido lugar sin la segunda, se constituye la predisposición a las reacciones psicosomáticas. Si la segunda se ha producido sin la primera, nos encontraríamos con una gran número de trastornos de la adaptación escolar, intelectual y social.
Los defectos del espejo sonoro patógeno son:
- Su discordancia: interviene a contratiempo de lo que siente, espera o expresa al bebé.
-Su brusquedad: tan pronto es insuficiente, tan pronto excesivo, pasando de un extremo a otro de forma arbitraria e incomprensible para el bebé; multiplica los microtraumatismos sobre el para-excitación naciente.
- Su impersonalidad: el espejo sonoro no informa al bebé ni de lo que siente sobre sí mismo ni sobre lo que si madre siente por él. El bebé estará inseguro de su self si es para ella una máquina a la que hay que mantener, en la que se introduce un programa. A menudo, también ella se habla a sí misma delante de él pero no de él, tanto en voz alta como en el mutismo de la palabra interior, y este baño de palabras o de silencio le hacen vivir que no significa nada para ella. El espejo sonoro y después visual, sólo es estructurante para el self, y luego para el Yo, a condición de que la madre exprese al niño algo de ella y de él a la vez, y algo que se refiera a las primeras cualidades psíquicas que el self mismo naciente del bebé experimenta.
Didier Anzieu expuso su trabajo sobre el yo-piel que tiene paralelismos con Esther Bick poco después de que ella postulara el término de "segunda piel". Anzieu trata de construir una teoría donde el yo-piel abarca los sentidos para constituir un yo en relación con la tópica freudiana y con los aportes posfreudianos. Resulta muy interesante su lectura que va ganando ritmo a lo largo de su obra.
Este fragmento está en el capítulo "La envoltura sonora", págs. 183-184. Biblioteca Nueva. 2007. Hay una interesante aportación de casos clínicos propios y de otros clínicos como la propia Esther Bick. En su obra se ve influencia clara de Winnicott a quien intenta ampliar con su concepto de yo-piel lleno de metáforas y referencias a la mitología para ilustrar los casos clínicos y ciertos aspectos que quiere explicar detalladamente.
viernes, 20 de agosto de 2010
Alguien que ayudó
Suave es la esencia que penetra por los orificios nasales, trasladando a un mundo infinito. Una sensación que evoca la maravilla de un día afortunado. Hoy Helga ha ayudado a otro, se ha sentido útil, valiente, buena. Con el tiempo y la confianza necesaria puedes convertir ese lugar que procuras negar para no sentir en un espacio de mayor serenidad y madurez. El logro está en tu mano, a veces solo con la contención y la presencia de una calmada escucha puedes dejar crecer naturalmente tu potencial. Porque el ser humano se sorprende a menudo de lo que es capaz de conseguir y lucha a brazo partido contra los guiones de vida, estereotipos y otros heurísticos que siembran el camino de baches para el ser genuino y auténtico. Existen muchos modelos para llegar al final del camino pero todos dependen de ti, enhorabuena Helga.
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jueves, 19 de agosto de 2010
Quiero ir con aquel a quien amo
Quiero ir con aquel a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.
Bertold Brecht
Mario Benedetti III: Te Quiero
Si te quiero es porque sos...
Ahora les dejo con un profesional de la poesía
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Una pincelada sobre la tristeza
Crisálida estampada en el abismo
diáspora de emergentes borbotones
irradiando al objeto
capturando su esencia
perdiéndose del cuerpo
concentración circular
pasión interna
captura como un perro su presa
la ilusión chupada
el candor de la alegría se disipa
murmullo de insolente veneno dentro de la piel
carbón que combustiona la piel
fiebre y desgarrado chillido
lobo entre garrotes
animal perdido
flor de un día que marchita el corazón.
Es así como se puede decir que se siente una persona que ha visto desolado su pasado, perdido en un mar de infinita soledad, "acompañado pero solo", lo que los analistas designamos como esquizoide. Es la retirada de la realidad hacia dentro, un repliegue defensivo que devora por dentro, salpicando el entorno del agrio dolor que es sentido lamentablemente. Existen personas, ajenas a la profesión o a estos dolores que no pueden entender como la pérdida de sentido, el vacío, la soledad, el sentimiento de ser dejado caer, de desamparo, de trauma hace mella en su vida volviendo y repitiendo en el presente el desgarrador efecto de una ausencia que siempre evoca la presencia de la nada más significante.
Tres problemáticas del tocar (María Magdalena)
Bajo el nombre de María Magdalena, la tradición ha confundido a tres mujeres del Nuevo Testamento.
María de Magdala es una antigua enferma, una posesa que Jesús curó haciendo salir de ella a "siete demonios" (Lucas VIII,2; MarcosXVI,9); desde entonces le sigue por todas partes con el grupo de santas mujeres y con el de los doce discípulos masculinos.
María de Betania unta con un valioso perfume los pies y los cabellos de Jesús durante la cena que ella y su hermana dan en honor de la resurrección de su hermano Lázaro. Judas se lamenta del despilfarro y Marta se lamenta de que su hermana no le ayude en las labores de la casa. Jesús responde que María, al adelantarse a embalsamar su cuerpo, anticipa su próxima muerte (e, implícitamente, su resurrección) y que, sentándose a sus pies para escuchar su palabra, ha elegido la mejor parte (San Juan XII, 3; Lucas X, 38-42).
Igualmente, una pecadora anómina, también de Betania, a quien Jesús ha curado de la lepra, entra en la sala del banquete que da Simón, un fariseo, en honor de Jesús; baña con lágrimas los pues de Jesús, los seca con sus cabellos, los cubre de besos y baña de perfume; el huésped se sorprende de que Jesús no haya adivinado que "esta mujer que le toca" es una prostituta; Jesús replica que ella le ha honrado mejor que él y que ha demostrado amarle mucho y por esta razón él le ha perdonado sus pecados (San Lucas VII, 37-47). Identificando, sin razón filológica ni teológica válida, a esta cortesana arrepentida con María de Magdala, la tradición ha seguido la creencia popular según la cual una actividad de tocar entre dos personas de sexo diferente necesariamente tiene una connotación sexual.
De hecho, tres problemáticas del tocar son representadas por las tres mujeres de los Evangelios: la problemática de la seducción sexual, por la pecadora; la problemática de los cuidados que se dan al cuerpo en cuanto constitutivos del Yo-Piel y del autoerotismo, por María de Betania; la problemática del tocar como prueba de la existencia del objeto tocado, por María de Magdala.
La prohibición edípica (no te casarás con tu madre, no matarás a tu padre) se constituye por derivación metonímica de la prohibición del tocar. La prohibición del tocar prepara y hace posible la prohibición edípica proporcionándole su fundamento presexual. La cura psicoanalítica permite comprender especialmente qué dificultades, fracasos, contracargas pulsionales o sobrecargas pulsionales se han tenido que vencer para que se operara esta derivación en cada caso.
Didier Anzieu. "El yo piel". pág. 157. Biblioteca Nueva, 2007.
María de Magdala es una antigua enferma, una posesa que Jesús curó haciendo salir de ella a "siete demonios" (Lucas VIII,2; MarcosXVI,9); desde entonces le sigue por todas partes con el grupo de santas mujeres y con el de los doce discípulos masculinos.
María de Betania unta con un valioso perfume los pies y los cabellos de Jesús durante la cena que ella y su hermana dan en honor de la resurrección de su hermano Lázaro. Judas se lamenta del despilfarro y Marta se lamenta de que su hermana no le ayude en las labores de la casa. Jesús responde que María, al adelantarse a embalsamar su cuerpo, anticipa su próxima muerte (e, implícitamente, su resurrección) y que, sentándose a sus pies para escuchar su palabra, ha elegido la mejor parte (San Juan XII, 3; Lucas X, 38-42).
Igualmente, una pecadora anómina, también de Betania, a quien Jesús ha curado de la lepra, entra en la sala del banquete que da Simón, un fariseo, en honor de Jesús; baña con lágrimas los pues de Jesús, los seca con sus cabellos, los cubre de besos y baña de perfume; el huésped se sorprende de que Jesús no haya adivinado que "esta mujer que le toca" es una prostituta; Jesús replica que ella le ha honrado mejor que él y que ha demostrado amarle mucho y por esta razón él le ha perdonado sus pecados (San Lucas VII, 37-47). Identificando, sin razón filológica ni teológica válida, a esta cortesana arrepentida con María de Magdala, la tradición ha seguido la creencia popular según la cual una actividad de tocar entre dos personas de sexo diferente necesariamente tiene una connotación sexual.
De hecho, tres problemáticas del tocar son representadas por las tres mujeres de los Evangelios: la problemática de la seducción sexual, por la pecadora; la problemática de los cuidados que se dan al cuerpo en cuanto constitutivos del Yo-Piel y del autoerotismo, por María de Betania; la problemática del tocar como prueba de la existencia del objeto tocado, por María de Magdala.
La prohibición edípica (no te casarás con tu madre, no matarás a tu padre) se constituye por derivación metonímica de la prohibición del tocar. La prohibición del tocar prepara y hace posible la prohibición edípica proporcionándole su fundamento presexual. La cura psicoanalítica permite comprender especialmente qué dificultades, fracasos, contracargas pulsionales o sobrecargas pulsionales se han tenido que vencer para que se operara esta derivación en cada caso.
Didier Anzieu. "El yo piel". pág. 157. Biblioteca Nueva, 2007.
domingo, 15 de agosto de 2010
Entre lecturas
Entre lecturas, experiencias y un vívido reposo intermitente enriquecido por la evanescente climatología me encuentro escribiendo y pensando en días de reposo.
Pero el trabajo es propia de una mentalidad, de una “cabeza analítica”, como me decía un lector de una “mirada winnicottiana”. Puede parecer y no me extraña ni lo disimulo que disfruto y gozo de una manera fresca con Winnicott, que me gusta su manera de pensar la clínica, la naturaleza humana y su forma de expresarlo. Creo que es una manera de internalizar una clínica donde no hay que ser un “analista bueno” sino un “buen analista”. A veces Winnicott era duro, firme y claro en sus intervenciones. No dejaba de lado la posibilidad de ayudar a asistir al analizado que pasaba por su consulta.
Él hizo muchas formas de análisis, él fundió en el juego el psicoanálisis y la psicoterapia, distinguiendo el primero del segundo por una sólida formación psicoanalítica.
Muchos lectores legos, ajenos al psicoanálisis, que saben poco sobre esta ciencia y arte pueden parecer ajenos a lo escrito en estas líneas, en estas entradas del blog. Sin embargo, el crecimiento mental, la maduración emocional, el desarrollo de las relaciones sociales es algo que atañe a cualquier ser humano y por ello se convierte en algo de interés general. Esta página no trata de ser un corpúsculo de psicoanálisis sino una forma de encontrar elementos para pensar. Desde luego que no es una página que pueda sustituir una psicoterapia, pero a ciertos pacientes les ha podido ayudar como objeto transicional, prolongación de su analista. Las pretensiones de este espacio no llegan ni a eso, es sólo (me cuesta adscribirme a las leyes de la RAE) un lugar de encuentro entre personas con interés por esta ciencia, gente que empieza, avezados analistas que encuentran en buscadores trabajos realizados aquí y gentes variadas como los navegadores incansables que un buen día llegaron a esta página y ahora continúan visitando este espacio, por ellos el esfuerzo de escribir y el placer de hacerlo. Nos leemos… Rodrigo Córdoba Sanz.
Del Vocabulario del psicoanálisis al lenguaje del psicoanalista.
“He nacido aburrido, esa es la lepra que me roe”. Flaubert
Del Vocabulario del psicoanálisis al lenguaje del psicoanalista.
Dice J.B. Pontalis en su libro “Después de Freud”, en mi edición de la editorial sudamericana de 1974.
Anuncia en el Prefacio: “Los textos reunidos en este libro son escritos de circunstancia, ya provocados por la lectura de una obra, psicoanalítica o literaria, ya destinados a dar cuenta de una experiencia a definir el espíritu de una investigación en curso: encuentros a veces felices, a veces irritados, pero encuentros, y como tal marcados de contingencia. Son también, las más de las veces, textos críticos que se sitúan a diversas distancias, en ocasiones muy grandes, de Freud, pero que se hallan siempre en el campo que éste nos ha abierto; forman así, de manera más o menos acusada, un lenguaje sobre lo que ya es un lenguaje. Son, por último, textos que han sido casi todos redactados durante el decurso de mis “años de aprendizaje” psicoanalítico, y de esto, sobre todo, llevan la marca.”
Es muy interesante ver una versión de psicoanálisis tan francesa, tan freudiana y tan erudita, pese a resultar ser “años de aprendizaje”. Además de los análisis literarios y de autores como Flaubert, antes realiza una disección de lo que han sido escuelas nuevas, desde Klein, Karen Horney, Moreno o Bion. Son perlas epocales que hay que entender en el momento donde escribió esas líneas. Sabemos que Pontalis fue un auténtico divulgador y un estudioso minucioso y puntilloso que giró en torno a la obra de Freud pero que buceó a veces con infecciones en el oído medio al leer obras como la de Karen Horney, que parece irritarle un poco por su “simplicidad”. El culturalismo no lo termina de digerir para entender el modelo psicoanalítico. Es un hombre ortodoxo, instruido, leído y afín al psicoanálisis más limpiamente freudiano. Lacan tampoco es un autor que desheche. En sus primeros capítulos ordena desde sus pensamientos, como un trazado espontáneo de ideas psicoanalíticas los desarrollos del psicoanálisis. A mí me ha sorprendido la brevedad del trabajo sobre Klein, quien evidentemente caló más en Inglaterra por aquella época. Ahora nos encontramos con lacanianos y kleinianos que vienen desde la Argentina a España dando auténticas lecciones. Poco a poco, un autor que se le escapa a Pontalis como Winnicott empieza a irrumpir con fuerza en los foros de psicoanálisis y quizá en ese contexto el título de la entrada: “Del Vocabulario del psicoanálisis al lenguaje del psicoanalista” no tendría tanto interés por el lenguaje vivo y abierto que invita a realizar dicho autor.
Me centraré ahora en el trabajo que da título a la entrada, pero antes expongo una idea suya realmente valiosa: “…Así se afirma una concepción del inconsciente que por cierto rechazaría el objetivismo freudiano sin conseguir, no obstante, trasladar a la mala fe constitutiva de la conciencia imaginantelo que entra de opaco y de anónimo en el funcionamiento de nuestra existencia. Convendría reconocer cierta eficacia al inconsciente y definirlo como conciencia perceptiva”.
Sobre el Vocabulario: “El proceso del vocabulario del psicoanálisis permanece abierto: por su hermetismo, su falta de rigor y de coherencia, su chatura dogmática, por todo aquello que arrastra de saber caduco y lo poco que transpone de una experiencia inmensa, variada, eminentemente problemática, sería en gran parte culpable del permanente malentendido que reina entre los psicoanalistas mismos y sin duda en el fuero interno de cada uno de ellos.
Los analistas, en cierto sentido, hacen suyas tales críticas: conscientes de lo que muchos de sus términos ofrecen de profundamente inadecuado o de accidentalmente bastardeadi, no lo utilizan ya sino entre comillas en un como si redoblado (pues ya Freud no dejaba de subrayar su carácter metafórico). Pero, por otra parte, se aferran a ese lenguaje que han recibido como dote: saben que al renunciar a él perderían mucho más que algunas palabras fuera de uso. Por eso dan la impresión de vacilar: en ocasiones, la armadura terminológica desempeña a sus ojos función de pantalla, de parapeto, de muralla obsesionante para aquellos que sentirían terror, en efecto, ante un encuentro tanto más vertiginoso cuanto que resuena en el propio vacío de cada uno; en ocasiones, ven en ese vocabulario el tesoro de una lengua que nunca llegarían a explotar lo suficientem no sólo para guiarse en una experiencia mucho más fluida o caótica, sino para constituirla en su campo, su orden y su desarrollo…”
“Se ha subrayado a menudo la poca coherencia de la terminología psicoanalítica, la diversidad de sus empréstitos: a la neurofisiología y a una psicología envejecida (ejemplo: huella mnémica), a la mitología (narcisismo, complejo de Edipo, Eros) o a la lengua común en lo que ofrece de evocador (censura, Ello). Pero se ha descuidado aún más el hecho de que Freud consideraba esta aparente diversidad como esencial a la perspectiva psicoanalítica. Afirmaba que no se podía dar una idea completa de un proceso si no se lo encaraba desde tres puntos de vista: económico (evaluación de la cantidad de energía en juego, a saber, de la intensidad y de la variación de carga), dinámico (relación de las fuerzas que intervienen en el conflicto psíquico), topográfico (determinación de los lugares psíquicos). Ahora bien, esos tres puntos de vista hacen intervenir necesariamente conceptos que pertenecen a registros diferentes. Diferencia de registro, o de modelo, cuyos efectos no podemos encontrar dentro de una misma noción…”
Funciones del Yo-Piel: Didier Anzieu
Funciones del Yo-Piel: Didier Anzieu
Mi fundamentación teórica se basa en dos principios generales. Uno específicamente freudiano: toda función psíquica se desarrolla apoyándose en una función corporal cuyo funcionamiento transpone al plano mental. Aunque Jean Laplanche (1970) recomienda reservar el concepto de apuntalamiento al apoyo que las pulsiones sexuales encuentran en las funciones orgánicas de autoconservación, yo soy partidario de un sentido más amplio, porque el desarrollo del aparato psíquico se efectúa en grados sucesivos de ruptura con base biológica; rupturas que, por una parte, le permiten escapar a las leyes biológicas y, por otra parte, hacen necesaria la búsqueda de un apuntalamiento de todas las funciones psíquicas en funciones de cuerpo. El segundo principio, igualmente conocido por Freud, es jacksoniano: a lo largo de su evolución, el desarrollo del sistema nervioso presenta una particularidad que no se encuentra en los otros sistemas orgánicos; a saber, que el órgano más reciente y más cercano de la superficie –el córtex-, tiende a tomar la dirección del sistema cuando integra los otros subsistemas neurológicos. Esto sucede también con el Yo consciente, que dentro del aparato psíquico tiende a ocupar la superficie en contacto con el mundo exterior y a controlar el funcionamiento de este aparato. Igualmente se sabe que la piel (superficie del cuerpo) y el cerebro (superficie del sistema nervioso) derivan de la misma estructura embrionaria, el ectodermo.
El Yo-Piel. Biblioteca Nueva. 2007.
viernes, 13 de agosto de 2010
Uno mismo
En la playa de los interminables mundos, los niños juegan.
Tagore
“La cita de Tagore siempre me intrigó. En mi adolescencia no tenía idea de lo que podría significar, pero encontró un lugar en mí, y su impresión no se borró, Cuando me transformé en freudiano supe que significaba. El mar y la playa representan una interminable relación sexual entre un hombre y una mujer, y el niño que surge de esta unión tiene un momento de alivio antes de llegar a convertirse en adulto o padre. Luego, como estudiante del simbolismo inconsciente, supe (uno siempre sabe) que el mar es la madre, y en la playa nace un niño. El bebé proviene del mar y es dejado sobre la tierra, al igual que Jonás proviniendo de la ballena. Entonces el mar era el cuerpo de la madre, después el niño nace, y la madre y el bebé pueden comenzar a ser…
Por un largo tiempo mi mente permaneció en un estado de no-saber, este estado cristalizó en mi formulación de los fenómenos transicionales”.
Winnicott, 1967, en Realidad y juego
“La reflexión de que luchaba por una idea nueva y original me consolaba de la mala acogida dispensada a mí teoría de la etiología sexual de la neurosis, incluso en el estrecho círculo de mis amistades. Pero un día surgieron en mí algunos recuerdos que turbaron esa satisfacción, proporcionándome, en cambio, una interesante visón del origen de nuestra labor creadora y de la naturaleza de nuestro saber.
La idea de que se me hacía responsable no había nacido en mi cerebro. Me había sido comunicada por tres personas, cuya opinión podía contar con mi más profundo respeto. Estas tres personas eran Breuer, Charcot y Chrobak… Los tres me habían transmitido un conocimiento que, en rigor, no poseían… Por lo que a mí respecta, dichas tres sugestiones idénticas, incomprensiblemente recibidas, durmieron en mi años enteros, para despertar luego un día bajo la forma de una idea aparentemente original”.
Freud, 1914, en Historia de movimiento psicoanalítico)
“…se me hizo claro qué cualidad interviene en la formación de un ‘hombre de logro’, especialmente en literatura, y que Shakespeare la poseyó en tan gran medida: me refiero a la capacidad negativa, es decir, a la capacidad de un hombre para permanecer en medio de la incertidumbre, del misterio y de dudas, sin un ansia exacerbada por llegar al hecho y la razón”.
John Keats, carta a George y Thomas Keats, 21 dic. 1817
Uno mismo
[…] Para mí el uno mismo (self), que no es el yo (ego), es la persona que soy yo (me), que soy solamente yo (me), y está basado en la actuación de los procesos de maduración. Al mismo tiempo, el uno mismo tiene partes; de hecho está constituido por esas partes: las que se aglutinan en una dirección interior-exterior durante la actuación de los procesos de maduración, ayudadas como debe ser (totalmente al principio) por medio del ambiente humano que sostiene y manipula y, así, de una forma vital, posibilita. El uno mismo se encuentra naturalmente ubicado en el cuerpo, pero en determinadas circunstancias puede llegar a estar disociado del cuerpo o el cuerpo de él. Uno, esencialmente, se reconoce a sí mismo en los ojos y en las expresiones del rostro de la madre y en el espejo, que puede llegar a representar al rostro de la madre. Eventualmente, el uno mismo llega a una significativa relación entre el niño y la suma de las identificaciones que (después de suficiente incorporación e introyección de representaciones mentales) se organizan bajo la forma de una viva realidad psíquica interna. La relación entre el varón o la niña con su propia organización psíquica interna se modifica, de acuerdo con las expectativas desplegadas por el padre y la madre y aquellos que son significativos en la vida exterior del individuo. Es el uno mismo y la vida de uno lo único que da sentido de acción o sentido de vivir al individuo que creció hasta ese momento, y que continúa creciendo desde la dependencia e inmadurez hacia la independencia u logra la capacidad de identificarse con los que ama, sin perder demasiada identidad individual (…)
D. W. Winnicott, 19 de enero, 1971
Comentarios en el ínterin
Hola de nuevo. Estoy pasando unos días de descanso pero me acuerdo de ustedes y de Winnicott. El 12 y 13 de noviembre hay un encuentro organizado por el Grupo de Psicoterapia de Bilbao, unas jornadas internacionales donde se estudiará a Winnicott.
Espero ver alguna cara conocida y disfrutar de las lecturas de Winnicott por parte de otros analistas así como otras formas de praxis.
Esto significa que cada lector es un analizado cuando realiza un análisis de un texto. Cabe pensar siendo algo planos que quien gusta por Winnicott es un o una analista creativa, que gusta por generar una atmósfera analítica sin intrusiones interpretativas, una persona que reinventa el psicoanálisis y que transforma lo que lee a través del tamiz de su experiencia con cada uno de los analizados.
Winnicott nos dejó un legado, su lectura más importante nos invita a construir y deconstruir sobre lo que él alcanzó a conocer.
Estos días estoy leyendo autores franceses, Anzieu: "El yo-piel" y Pontalis: "Después de Freud". Son lecturas que acompañadas de la brisa marina de la playa y de los divertidos y ácratas juegos de los niños correteando por la toalla se hacen un poco extrañas. Como divulgación de la relativa opacidad de la intimidad de este espacio, que alguna vez ha sido denunciada por personas que me leen y que se han comunicado conmigo más o menos extensamente, debo decir que estoy disfrutando más con Pontalis, quien hace un análisis realizado en los años 50 de la obra postfreudiana, Anzieu, como decía una compañera analista que llamaré cariñosamente: Diana Hold "tiene un ritmo lento" pero ambos son de un saber enciclopédico maravilloso. Pontalis parece oponerse a toda forma de psicoterapia que no se rija por los principios freudianos, no hay mayor transformador en la forma de los principios freudianos que Lacan y Winnicott. Pontalis parece quedarse en algo que defendió la propia Melanie Klein, ella no considera que el niño crezca con un fondo psicótico, sin embargo Pontalis parece agarrarse a esta idea. Recordemos que Laplanche y Pontalis escribieron el Diccionario de Psicoanálisis, una de las piezas fundamentales de la literatura psicoanalítica.
La verdad que voy alternando el periódico, Anzieu, Pontalis y tengo para más adelante "Volviendo a Pensar" de Bion. Autor que disecciona Pontalis por su trabajo en grupos. Bion abarca mucha más clínica desde luego y creo que se inspiró en Klein, algo sabido y en otros autores de la SPB como Winnicott, es controvertido y fruto de un lapsus pro mi parte la idea de "terror sin nombre" que parece homóloga a la winnicottiana "angustia impensable", se trata del miedo o ansiedad derivada de un "dejar caer", de sentir el vacío, nadie que sostenga, nadie que ampare, proteja o de cobertura, se trata de la sensación de desamparo y miedo inefable que no se puede verbalizar, ora porque el infans no tiene desarrollado el lenguaje o porque, ya adulto, no puede organizar la representación mental de lo que está viviendo.
En las vacaciones se da una no-integración, como decía Winnicott, existen personas que no toleran el "caos" de las vacaciones porque necesitan tener un control de su mundo externo para no desbordar los poros del yo-piel, poros que han sido formados en tiempos pasados debido a un contacto inseguro con la madre y el padre, en el polo extremo estarían las "angustias impensables". Después de realizar esta sencilla síntesis de Anzieu y Winnicott, unión a la que se prestan con facilidad ambos autores, me despido con un fuerte abrazo.
viernes, 6 de agosto de 2010
Crear en Winnicott
Los Girasoles, 1888. Vincent Van Gogh.
Los girasoles no dejan ver la luna al anochecer
Crear es una actividad que da vida al creador, Freud escribió "El poeta y los sueños diurnos", también traducido como "El creador literario y los sueños diurnos".
Allí explica que el juego del adulto es como el del niño, y que corresponde con una neurosis por la insatisfacción que encuentra en su mundo.
Sin embargo Winnicott considera que el juego, la creatividad y el gesto espontáneo, aspectos relacionados, son elementos principales que se imbrican para tener una vida plena y alcanzar la riqueza psíquica. Freud y Winnicott hicieron algunas cosas parecidas, por ejemplo Freud analizó al niño Hans a través de su padre y de las cartas que recibía de éste y del pequeño Hans. Winnicott también realizó este tipo de análisis por ejemplo con "The Piggle".
Para Winnicott el adulto enfermo tiene un balance de verdadero-falso self descompensado, se trata de liberar el verdadero self para que la persona encuentre su mismidad y le de rienda suelta, liberándose de inhibiciones y temores.
Por ejemplo pienso en una mujer cuya infancia fue en un pueblecito donde le atacaron desde niña cruelmente por su sobrepeso y timidez después, esto le hizo encogerse, tal vez los papás no supieron darle una contención y sostén adecuado ante semejante situación de emergencia. La "persecución", está vez no fantaseada sino en el mundo externo, continuó hasta que ella decidió irse a estudiar a otro lugar. Al comienzo del tratamiento presentaba un falso self que le hizo decir "quiero ser yo misma", y es que la ansiedad social, el miedo a ser juzgada, el miedo a parecer rara se habían instalado en su psiquismo por esa situación de descorazonada presión y ataque que vivió en el pueblo. Probablemente hay un componente de fantasía en esta realidad que escribo, propia de la subjetividad de la paciente, no obstante Winnicott se centraba en el mundo externo, sobre todo en esa época tan sensible como son los primeros años de crecimiento y socialización, donde empiezan a hilvanarse los componentes de una madurez emocional y un crecimiento mental.
Ahora es una mujer inteligente y tímida, reservada pero más sonriente y divertida, sin embargo quiere liberarse de su rigidez en situaciones sociales y aceptar quien es. Para ello se le brinda un sostén y una interpretación de lo que constituye el núcleo de la psicogénesis de su enfermedad.
Esta mujer ha demostrado tener una fuerza y un deseo vívido de salir del atolladero y crecer. Como escuché decir a Vitorio Guidano, los psicoterapeutas desconocen el tremendo potencial que tiene el ser humano para el crecimiento, cuestión que Rogers y Maslow también valoraban. Winnicot, desde otro ángulo demuestra que experienciar en el espacio analítico aquellas carencias que sufrió el paciente y sustituirlas por unos cuidados suficientemente buenos dentro de una atmósfera confiable y de juego puede ser suficiente en un primer tiempo para conseguir un significativo cambio en la clínica del paciente.
Rodrigo Córdoba Sanz.
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Creatividad,
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