jueves, 5 de agosto de 2010
Pacientes Fronterizos
Los estados fronterizos tienen que ver con una intolerancia al estado de no integración, a los momentos de relajación, intolerancia a la inactividad, un frenesí de hiperactividad llena el psiquismo del sujeto desalojando mágicamente los contenidos que tienen que ver con la angustia. Es lo que Winnicott le decía a sus analizandos, entre ellos Guntrip. Esa actividad hipomaníaca mantiene al pensamiento distraído fuera de los bordes de la locura que la no-integración refresca.
Se habla cada vez más y me gusta encararlo desde ese costado, de la sensibilidad esquizoide del paciente fronterizo, que pone en jaque al paciente probando los límites de su aguante, ante esto Winnicott defiende el "mantenerse inerme ante los ataques", para sobrevivir a estos y que la omnipotencia del sujeto se torne en principio de realidad.
La aguda y fina sensibilidad de estos pacientes les ayuda a conocerse pero eso les produce una gran desazón, un análisis de interpretación en diván, con lo que Winnicott llama "interpretaciones inteligentes", tipo "me ves como un policía" y todas esas mamarrachadas lo que provocan es un gran desconcierto y desconsuelo en el paciente.
Lo importante del análisis del caso fronterizo es mantener unos límites firmes desde donde se pueda construir un análisis y sostener, ser demasiado indulgentes provoca que esos pacientes "actuadores" manifiesten una falta de contención, carencia del analista, para salirse del camino y realizar sus acting-out. Las drogas, las faltas de asistencia, los impagos y otras sutiles e imaginativas formas de rebelarse son un recuerdo de lo que han vivido.
Los fronterizos están enojados, tienen una identificación adhesiva con los padres o en los matrimonios, pueden caer en la más profunda tristeza o convertirse en guardianes del amor condicional de sus parejas.
El paciente fronterizo sufre de ese miedo al derrumbe, algo que ya pasó, dice Winnicott, tiempo atrás sus padres le dejaron caer metafóricamente y no tuvo el sostén adecuado. Encontramos padres severos, padres ausentes y en casos extremos malos tratos y abusos sexuales.
El paciente fronterizo pone al límite al analista, lo prueba. Es un paciente desesperanzado, y su desesperanza opera atacando el encuadre y a la persona del analista, sensibles a las fallas del profesional como en su día sufrieron las fallas ambientales en su entorno inmediato.
Son pacientes polisintomáticos, desde la tendencia antisocial, las drogas, la mentira, el robo, son elementos intrincados en una matriz de rabia insolente que destroza lo que le rodea y lo que es peor, le va tejiendo una red de dolor que disipa la ilusión, la manera de crear otro destino a su ser.
Primero hay que estar y permanecer serios y rigurosos, mantener un encuadre fijo y estable y con el tiempo sostener el discurso, acompañar e interpretar en la medida en que se necesite clarificar elementos de su conducta que le ayude a conectar esto con su aspecto emocional y vincular. A través del análisis puede volver a recuperar la esperanza, pero es un proceso difícil.
Por otro lado pueden resultar francamente interesantes e inteligentes, la mayoría lo son aunque la mayoría no lo crea, pocos han confiado en él y el miedo les apresa, la inseguridad ontológica está en la raíz de un problema del self, una dificultad de integrar su identidad y de reconocerse como una persona estable a lo largo del tiempo y el espacio.
Etiquetas:
Borderline,
pacientes fronterizos,
Psicoanálisis,
Trastorno Límite
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