Crisálida estampada en el abismo
diáspora de emergentes borbotones
irradiando al objeto
capturando su esencia
perdiéndose del cuerpo
concentración circular
pasión interna
captura como un perro su presa
la ilusión chupada
el candor de la alegría se disipa
murmullo de insolente veneno dentro de la piel
carbón que combustiona la piel
fiebre y desgarrado chillido
lobo entre garrotes
animal perdido
flor de un día que marchita el corazón.
Es así como se puede decir que se siente una persona que ha visto desolado su pasado, perdido en un mar de infinita soledad, "acompañado pero solo", lo que los analistas designamos como esquizoide. Es la retirada de la realidad hacia dentro, un repliegue defensivo que devora por dentro, salpicando el entorno del agrio dolor que es sentido lamentablemente. Existen personas, ajenas a la profesión o a estos dolores que no pueden entender como la pérdida de sentido, el vacío, la soledad, el sentimiento de ser dejado caer, de desamparo, de trauma hace mella en su vida volviendo y repitiendo en el presente el desgarrador efecto de una ausencia que siempre evoca la presencia de la nada más significante.
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